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Por complacer á mis hijos, que han deseado tener más noti- cias de esos lugares distantes que las pocas transmitidas en mi correspondencia domés- tica, escribo hoy estos recuerdos, sin preten- siones de ninguna clase. Absorbido en lo ge- neral por el trabajo laborioso y exigente de compras menudas de artículos muy variados, no tuve ocasión propicia para observar las costumbres ni estudiar el estado social é in- dustrial de los países que recorrí. La lectura de periódicos, la asistencia, no muy frecuente, á los teatros, la vista rápida de los caminos y las calles, y conversaciones fugaces con com- paiíeros ocasionales de viaje; he ahí todas mis fuentes de información. VI DOS PALABRAS Con tan escasos elementos, ¿á qué fin escri- bir eslos recuerdos? se preguntará, y la res- puesta á la verdad no deja de ser embarazosa. Mi objeto es, sin embargo, abrir el camino á otros que con mejores medios de instrucción quieran atreverse á seguir mi ejemplo, pre- sentando á nuestros conciudadanos, desde el punto de vista de nuestras ideas nacionales, en trabajos mejor elaborados, el especláculo de pueblos distintos del nuestro. Considero un deber hacer partícipes de las impresiones recibidas en países más adelan- tados, á aquellos de mis compatriotas que quieran someterse á la tarea — probablemente enojosa — de leer estos renglones, para que al volver la visla hacia nuestra situación, se reflexione sobre ella con miras conducentes al interés general. Siento que no se vive para sí mismo tan solo. Miembro de una comunidad política y social á cuya existencia debo la es- casa felicidad que se puede encontrar en la vida, mis impresiones no deben ser entera- mente personales : juzgo un deber dividirlas con los míos. Doy lo que puedo dar, y no estoy obligado á más. Bogotá, junio ISDO. INTRODUCCIÓN El autor de este libro no necesita de que nadie lo presente al público para el cual ha escrito. Este público lo conoce de tiempo atrás, y está acostumbrado á ver en él uno de los espíritus más cultos y mejor cultivados no sólo de Co- lombia sino de toda la América, una inteligen- cia superior y poderosa, igualmente apta para el análisis de los hechos y la generalización de las ideas, un investigador infatigable, ávido y escrupuloso al propio tiempo, una alma ardien- te y generosa y un carácter lleno de entereza y honradez. Conócenlo cuantos le vieron desem- peñar en 1855 las delicadas funciones de acusa- dor nacional en una causa culebre. Conócenlo los hacendistas hispano americanos por su magis- tral memoria sobre el crédito y hacienda de Co- lombia, presentada al Congreso de 1872. Conó- cenlo los amigos de' las letras, entre otras pro- ducciones de su gallarda pluma, por su excelen- te prólogo á las poesías de Gregorio Gutiérrez González, y su bella apología del carácter y la obra del presidente Lincoln, que traducida al in- VIII INTRODUCCIÓN. glés corre impresa en la respectiva colección hecha por orden de este gobierno. Sus compa- triotas le conocen aún más ampliamente por sus trabajos periodísticos de más de cuarenta anos^ entre los cuales figuran páginas que merecen tanto como las de Armand Carrel y mucho más que las de Girardin, los honores y la perdura- bilidad de una edición especial. Recordaremos entre otros, sus artículos relativos á Méjico y á las repúblicas del Pacífico, en la época en que esas naciones eran blanco de la agresión extran • jera, sus comentarios sobre la guerra de sece- sión en este país, la defensa que hiciera de la disposición constitucional que mandaba incor- porar en la legislación colombiana los principios y reglas del derecho de gentes, con mira á pre- venir las guerras civiles ó hacerlas menos pro- longadas y desastrosas, y, finalmente, su admi- rable descripción de la catástrofe ocurrida en Santiago de Chile el ailo de 64, que no obstante fué escrita con los escasos datos de algunas car- tas particulares. En política, Camacho Roldan es liberal demócrata; liberal de escuela más que de partido, y demócrata sin servilismo y sin par- ticipar de ninguna de las pasiones de las mu- chedumbres. En moral su criterio es el de la utilidad, pero basada en la justicia. No pertene- ce, que sepamos, a ninguna religión positiva, INTRODUCCIÓN. IX lo que no obsta para que su espíritu sea, en cierta medida, religioso, á pesar de su predilec- ción absoluta por el mótodo experimental y po- sitivo, que mutila necesariamente la naturaleza humana, limitando el ejercicio de sus más ele- vadas facultades. Como escritor, su estilo es el reflejo fiel de su carácter, lleno de colorido, de vigor y de relieve, de músculo y de fibra, am- pliado por la oportuna reminiscencia histórica, rara vez por la abundancia estéril de las pala- bras, vibrante de indignación ó de ironía cuan- do se dirige á los poderosos injustos, tierno, delicado y hasta poético al tratarse de los débi- les y desamparados. La frase es gallarda, siem- pre medida, notándose á las claras, que el es- critor ejerce sobre su pluma el mismo vigilan- te dominio que sobre su carácter personal, na- turalmente áspero y anguloso, pero admirable- mente suavizado por la educación. Camacho Roldan ha ocupado en su país los puestos más eminentes en la magistratura polí- tica, en la judicial y en las cámaras, cuyas dis- cusiones ha ilustrado como profundo razona- dor, y más de una vez con verdadera elocuencia. Todos los partidos políticos le han dado y le conservan su estimación y su respeto, ninguno la popularidad. Varias veces ha sonado su nom- bre como candidato para la presidencia de la re- INTRODUCCIÓX. pública, pero él no se ha tomado el trabajo de tender la mano á los proponentes, y éstos han pasado de largo. Las democracias gustan de que se les agradezca su confianza, y aun de que se les corteje por ella. Camacho ha escrito el libro que tenemos á la vista, frisando ya en la vejez, que en aquellos climas, y en aquellos luchas, es precoz, sobre todo para los hombres públicos, y, sin embargo, al recorrer las páginas de ese libro se ve brillar la juventud, en la fírmeza de la mano, en la prontitud y propiedad de la pala- bra, en el calor de la apreciación y del juicio, y sobre todo, en la fe que al autor le inspiran el destino de los pueblos de América y sus propios ideales. Las 900 y tantas páginas de que consta el li- bro están consagradas en primer lugar á Colom- bia, y luego á los Estados Unidos, cuya geogra- fía, historia, instituciones políticas y sociales y carácter y costumbres de su pueblo, conoce Ca- macho tan bien como los de su propio país, ya por haberlos estudiado de tiempo atrás en los libros, ya por haberlos visitado detenidamente, primero en 1867 y recientemente en 1886. La parte referente á Colombia puede considerarse como la historia, aunque sucinta, de la lucha hace largo tiempo empeñada por la gran masa de población de origen español asentada en las pía- IKTUODUCCIOX. XI nicies andinas para comunicarse fácil y segura- mente con el mar, cuyo nivel es el de la civiliza- ción, y esto á travos de más de dos cien tas leguas de distancia y de enormes dificultades topográ- ficas y de clima, á primera vista poco menos que insuperables. El autor, que ha tomado buena par- te en esa lucha, nos la presenta en todas sus faces : describe sus jornadas y peripecias, re- cuerda con elogio sus soldados, sus héroes y sus mártires, cuéntalas derrotas sufridas, siem- pre por causa de la inseguridad pública, las vic- torias hasta aquí alcanzadas, el estado actual de las cosas, los trabajos emprendidos y las espe- ranzas que ellos sugieren. Mientras desciende caballero en una muía, de lo alto de la montana por el mismo camino que recorrieron los virreyes españoles; y mientras surca á bordo del vapor las aguas del Magda- lena, el viajero traza á grandes rasgos el com- plicado organismo geográfico de todo el país y el particular de cada zona, las tierras y sus cul- tivos, los pobladores y sus condiciones étnicas, la agricultura y sus productos, las mejoras que ella reclama, los cambios que pu3den asegurarle próspero desarrollo, mide las distancias, aglo- mera V comenta datos estadísticos, echa una mirada inteligente sobre los bosques y las ri- quezas explotables que contienen, pinta, en fin, XU INTRODUCCIÓN. aquella magnífica naturaleza tropical en su as- pecto más brillante ó en sus momentos más so- lemnes con imaginación de poeta y paleta de artista. Abundan igualmente las reminiscencias históricas del tiempo de la conquista y de la guerra de independencia, no faltan anécdotas oportunas narradas con donaire y alusiones políticas discretas y siempre patrióticas, como que vienen de un espíritu sereno, aunque á ve- ces entristecido por la memoria dé lamentables escenas. En una palabra, el itinerario de Bogotá hasta las bocas del Magdalena y las ciudades del litoral atlántico, es completo, animado, lleno de color y de vida, y tan instructivo que ningún otro pudiera ofrecerse á título do información y de guía, que satisfaciese tanto como éste la cu- riosidad é interés del viajero. Después de que, gracias al celo inteligente de los hermanos Echeverría, aparecieron recopi- ladas en un tomo, hoy agotado, los celebrados artículos de la peregrinación de Alpha, que con- tienen, como se sabe, magistral descripción de buena parte del territorio y poblaciones del norte y centro de Colombia, no se ha publicado allá trabajo de este género que encierre el interés y la originalidad genuina en que abundan las pá- ginas del libro del Sr. Camacho. Su ojeada so- bre las ciudades de Colón y Panamá y ios tra- INTRODUCCIÓN. XIII bajos del canal, no es menos pintoresca, nutri- da de informes y de datos, y abundante en jui- cios que revelan, como siempre, en el viajero, un espíritu fulminador y filosófico. Recordemos, de paso, que el señor Camacho gobernó con acierto aquella importante sección colombiana en una época difícil, ó sea durante el tránsito de las emigraciones ^ con destino a California, v mientras se construía el ferroca- rril de Panamá, circunstancia que da mayor peso á sus luminosas indicaciones sobre el ré- gimen de libertades municipales que conviene desarrollar allí para común provecho de esas poblaciones y de la unidad nacional. Reconoce- mos, por nuestra parte, esa autoridad, pero sin seguir al señor Camacho hasta su conclusión extrema y favorable al restablecimiento del sis- tema federativo, dos veces ensayado en Colom- bia y en ambas con resultados desastrosos. Que la topografía del país, la diversidad de sus or- ganismos económicos, la de las condiciones étnicas de su población, y las diferentes necesi- dades de cada uno de sus grupos, exigen para su mejor desarrollo una gradual descentraliza- ción administrativa, es punto sobre el cual es- tán de acuerdo todos los hombres ilustrados y sensatos de Colombia: pero nos permitimos du- dar que sean muchos los que después de la ex XIV IXTRODUCCIÓX/ periencia de los úllimos 25 años insistan en volver II la federación, y mucho menos en me- dio de las ruinas que su segundo ensayo ha acumulado. Tal vez una larga convalecencia, por lo menos de otro cuarto de siglo, permita crear riquezas, espíritu público, y levantar una generación que no participe de los odios y des- fallecimientos de la que dirigió aquel ensayo, y entonces podrá tentarse el ensanche de las li- bertades municipales, hasta llegar si es posible íi una tercera prueba, que acaso resulte menos desgraciada que las anteriores. Sería consolador que hombres de la escuela evolucionista y tan competentes como el señor Camacho diesen á la opinión liberal, sobre la cual ejercen legítima influencia, tan saludable dirección. Tampoco estamos de acuerdo con el escritor en algunos otros de sus más prominentes jui- cios, mas como quiera que estas líneas no se escriben con intento de crítica ó refutación, sino simplemente para dar una idea general del libro y estimular ásu atenta lectura, nos limitamos á volver con breves consideraciones sobre un solo punto de nuestra divergencia. En concepto del señor Camacho las tierras tropicales de América están condenadas á una ley fatal, la de no ser colonizables sino con el concurso de razas, moral é intelectualmentein- INTRODUCCIÓN. XV feriores, pero provistas de suficiente fuerza física, para soportar el trabajo bajo la acción abrumadora de aquellos climas. Los individuos de la raza blanca carecen de esa fuerza, v ello explica el carácter primitivo de la colonización verificada con brazos africanos. No negamos el hecho, pero el señor Camacho sabe muy bien hasta qué punto los crecientes progresos de la civilización industrial neutralizan la influencia de los climas más adversos, por la sustitución del trabajo de la máquina al de los brazos, por el perfeccionamiento científico de los métodos de procedimiento, y finalmente, por la educación física y las reglas de higiene, que tienden á ge • neralizar la aptitud del hombre de todas las ra- zas para el dominio y apropiación de las fuer- zas naturales. Que los españoles, conquistado- res rudos y ávidos colonizadores, apelaran al brazo africano, para extraer los metales pre- ciosos y cultivar superficialmente las tierras tro- picales del nuevo mundo, es cosa que se explica por la rudeza y barbarie de los sistemas de tra- bajos que entonces se usaban. Esos sistemas re- querían un enorme consumo de fuerza muscu- lar, al que sólo podían hacer frente los indivi- duos de aquella raza infeliz, con tal objeto es- clavizada. Hov ese enorme consumo se ha he- cho innecesario, y el trabajo manual que aun XVI IXTRODUCCIÓN. se requiere, es más bien función de la inteli- gencia, que de la fuerza material del hombre. Hace treinta años el azúcar de Cuba, por ejem- plo, era, según feliz y enérgica expresión de Reinoso, sangre africana cristalizada, mientras que ahora, esta cristalización es en sus dos ter- ceras partes obra de la ciencia. La operación del deshierbo que antes requería centenares de trabajadores, encorvados sobre el estrecho surco durante nueve ó diez horas del día, la ejecuta hoy en pocas horas una máquina que funciona tan fácil y sencillamente como las de riego y barrido que recorren las calles de esta metrópoli. Semejante transformación en los sistemas é instrumentos del trabajo, necesaria- mente tienen que producir otra proporcional en las aptitudes de todas las razas para el domi- nio y explotación de cualquier zona, por bravio que sea su clima. De otro modo no se explica- rían los insistentes ensayos de colonización eu- ropea en el norte del Brasil y Cuba, y los que prepara Alemania en las regiones del África ecuatorial, ensayos, de los cuales debemos es- perar el resultado antes de inclinarnos ante la fatal ley de que nos habla el señor Camacho. Ni vemos tampoco donde se tomarían los bra- zos africanos para la colonización ; no sería en este país, cuyo trabajador negro está bien arrai- INTRODUCCIÓN. XVII gado, contento y satisfecho de su salario, ni en las Antillas británicas, pues que el elemento tra- bajador de esa clase llevaría á su nueva patria los mismos vicios y el mismo abandono que la mantiene en la miseria y poco menos que bar- barizada en la propia. Sería pues, preciso traer esa clase de colonos directamente del África, tal vez de la República de Liberia, donde se- gún el testimonio de varios viajeros los inmi- grantes negros de este país han perdido gra- dualmente el mediano nivel de civilización que de aquí llevaran, sin duda por faltarles la pre- sencia y el apoyo de una raza superior. Pensa- mos como el señor Camacho, que esta raza ha sido inicuamente retardada en su desarrollo, entre otras causas, por la institución infame de la esclavitud. Creemos como él en su relativa capacidad y, sobre todo, en su derecho á obte- tener un rayo del sol que calienta y vivifica á las demás criaturas humanas; pero su presente estado de regeneración moral, aun en los países donde ésta es más protegida y fomentada por las instituciones y las costumbres, no justifica por ahora el generoso optimismo del escritor. Hace cerca de un siglo que la asociación afri- cana de Haití se gobierna con perfecta indepen- dencia, el territorio que habita es uno de los más ricos y mejor situados del mundo, y su po- i i XVIII INTRODUCCIÓX. sición la mantiene á cubierto, hasta donde es posible, de vecinos inquietosy peligrosos. Ello, no obstante, la pintura que de la república ne- gra nos ha hecho recientemente un caballero inglés que residió allí, está muy lejos de ser tranquilizadora, y por el contrario, hay páginas en su libro que no pueden leerse sin estreme- cimiento. Lejos, pues, de reincidir en antiguos y muy costosos errores, contentémonos con cu- rarnos en cuanto es posible de sus funestas consecuencias Apresuremos por medio de la educación, de las instituciones políticas y civi- les, y del espíritu fraternal del cristianismo, la obra de asimilación y transformación de las go- tas de sangre africana que corren por las venas de aquellas sociedades; pero al tratarse de dar mayor actividad y fuerza á su diverso organis- mo por la incorporación de nuevos elementos, procuremos que éstos sean los más aparentes para acelerar el progreso. La ciencia no opera la trasfusión déla sangre más pobre, sino con la más rica que puede proporcionarse. Un orga- nismo social, fuerte y ya constituido, recibe y asimila sin peligro elementos étnicos de calidad inferior y aun intrínsecamente dañinos: pero los organismos débiles y en formación, los que luchan, además, con vicios hereditarios prove- nientes de igual causa, no pueden hacer otro INTUODüCCIüX. XIX lanto sin riesgo de complicar gravemente el problema de su desarrollo. En este sentido, el Perú debe considerar como una fortuna la ce- sación de la inmigración china, producida por los abusos de sus plantadores, pues así se libró del ya iniciado cruzamiento de aquella raza con la indígena, cruzamiento productor del tipo más miserable entre todos los que registra la esca- la de las razas humanas. Las restantes páginas del libro del Sr. Cama- cho están consagradas á este país, de cuya ci- vilización é instituciones políticas es entusias- ta, aunque no incondicional admirador. En vez de dar una pálida idea del magnífico cuadro que él nos traza, cuadro en el que marca algu- nas sombras, al lado de muchas v brillantes lu- ees, preferimos que los lectores lo contemplen. Por lo demás, el libro entero, pensado con vi- gor y escrito con intención, claridarl y exce- lentes dotes de estilo, encontrará seguramente favor y simpatía en unos, impugnación por lo menos parcial en otros, indiferencia en nin- guno. Es una voz que se liará oír. Salvador Camacho Roldan nació el año de 1827 en las llanuras de Casanare, históricamen- te célebres por haberse salvado en ellas en 1816 XX INTRODUCCIÓN. la causa de la América independiente. Su padre, distinguido servidor de esa causa, figuro como miembro del último Congreso de la gran Co- lombia, el mismo que Bolívar proclamó « ad- mirable », y aunque amigo personal de Santan- der, á la sazón proscrito y afiliado en el nacien- te partido liberal, contrario á la política boli- viana, propuso é hizo aprobar una ley de ho- nores y recompensas al Libertador, que acaba ba do desprenderse del mando. Noble y únic.a manifestación de gratitud nacional sugerida por un adversario, en la que, sin duda, se re- posó más de una vez el espíritu del grande hom- bre cuando abrevado de amargura y víctima de crueles decepciones se encaminaba á su tumba de Santa Marta. Camacho Roldan se educó en la escuela de la adversidad, á la sombra del hogar paterno, y recibió su instrucción en los colegios públicos de Bogotá. Incorporado luego al cuerpo de abo- gados de la república como coronamiento de su carrera escolar, se inició en 1849 en la vida pública al frente del periódico político El SiglOy en el que colaboraron sus jóvenes amigos An- tonio María Pradilla v Medardo Rivas. En 1850 fué llamado á desempeñar el impor- tonte puesto de Director de rentas y contribu- ciones en el ramo de la hacieuda nacional, del INTRODUCCIÓN. XXI que se separó en 1852 para ejercer la goberna- ción de la provincia de Panamá, donde entre nacionales y extranjeros dejó los más gratos recuerdos como caballero y magistrado. Partidario fervoroso de la reforma constitucio- nal de 1853, la defendió como soldado en la campaña conlra la dictadura militar que preten- dió anularla, y fué nombrado para llevar la voz de la nación en la célebre causa de responsabi- lidad que se instruyó y falló contra el ciudadano que en esa época desempeñaba la presidencia de ¡a República. Retirado de la política en 1855, se puso al frente de la agencia general de negocios que había fundado en unión de sus hermanos y que hoy existe bajo su dirección y con su nombre. En 1861 volvió á ocuparse en la cosa pública como secretario del gobierno de Cundinamarca, en la convención nacional de Ríonegro, en re- presentación de aquel Estado, más tai-de como designado en ejercicio de la presidencia de la Unión y durante varios períodos administrati- vos hasta 1884, en las secretarías de hacienda y del tesoro, en la del interior, en las cámaras na- cionales y en las asambleas de los Lstados. Ha colaborado constantemente en la prensa colombiana y fundado varios periódicos doctri- narios que ejercieron considerable influencia en XXH L\TRODU(X^IOX. la opinión pública. Sus estudios preferentes son la historia, en particular la de América, las cien- cias sociales v las físicas v naturales. Profundamente versado en las cuestiones económicas, y particularmente en las que se re- fieren á la organización de la hacienda y crédito nacionales, ha esclarecido unas v otras en di ver- sos trabajos, de los cuales el más notable es la extensa memoria que como secretario del ramo preparó y publicó en 1872. Este trabajo llamó vivamente la atención dentro y fuera del país, y se le considera al par con los informes del mismo género presentados en su época por Cas- tillo y Rada, Murillo, Plata y Núfiez. Ha sido de los primeros en dar á la estadísti- ca la importancia que le corresponde. Con una memoria feliz retiene admirablemente todos sus datos, y cuando llega el caso desplega legiones de números y los hace hablar de acuerdo con sus teorías. Un espiritual amigo suyo, el cono- cido escritor Emiro Kastos, lo ha llamado, con tal motivo, el « rey de los números ». Las opiniones pohticas de Camacho Roldan son bien conocidas. Pertenece por tradición y convicción al partido liberal, pero nunca ha fi- gurado como hombre de partido en el sentido estrecho y dañino de esta palabra. Varias veces ha hecho oposición á los gobiernos liberales, y. INTUODUCCION. XXIII no fué extraño á la formación de un partido me- dio que, con el título de independiente, debía intervenir como poder moralizador entre las dos fracciones extremas. Por lo demás, nunca ha cooperado á la política revolucionaria, y su ac- titud en tal sentido durante la crisis de 1860, sin duda la más intensa y desastrosa por que haya pasado el país, ha sido plenamente justificada por los resultados. Puede considerársele como un agrónomo dis- tinguido, y él mismo ha fundado un importante establecimiento agrícola y pecuario en el valle del alto Magdalena. También ha sido por muchos años catedrá- tico en la universidad nacional. Conoce bastante las literaturas antiguas y modernas, y tiene un excelente gusto literario, como lo manifiestan las producciones de su pluma. El día en que un Samuel Smiles hispano ame- ricano quiera escribir con ilustraciones sacadas de la vida social del Nuevo Mundo, un segundo libro sobre el Carácter, hallará seguramente en el de Camacho Roldan y en sus pruebas de más de 50 años no pocos rasgos con que alentar y enaltecer la naturaleza humana. Ricardo Becerra Nueva York, octubre de 1800. NOTAS DE VIAJE CAPITULO PRIMERO CAMINO DE BOGOTÁ Á HONDA Descripción general de la vía. — Diversas ideas acerca de la comunicación entre Bogotá y el río Magdalena. — Vía de Guarumo á Guaduas, del señor Juan Bernardo Elbers. — Línea de Poncet, acometida por el general Mosquera. — Vía de Cambao. — Ferrocarril del Norte hacia la boca del río Cararc. — Vía de Girardot. Muy niño aún recuerdo haber pasado la sección de Bogotá á Villeta en tres días de penoso viaje. Enton- ces (1836) no había ómnibus, ni coches, ni carros en la Sabana. En ésta el camino se reducía á un fangal profundo, lleno de hoyos peligrosos en tiempo de in- vierno,— en donde á veces se empleaban tres días en el trayecto de Bogotá á Facatativá, — y á una llanura oscurecida por nubes de polvo en el verano. Pequeños caballos de trote ó muías de igual condición eran los únicos vehículos entonces usados. Las posadas eran escasas en número y en provisión de recursos para el pasajero, salvo la de don Antonino Gil, en Fontibón, tan famosa en esos días ent^;e los bogotanos, coma es 1 CAMINO DE HONDA hoy entre los neoyorkinos la de Man/ia¿¿an-Beac/i, La casa del cura era todavía el gran refugio de los viandantes, y en ella se recibía en lo general esa hospitalidad rumbosa á veces, humilde otras, siem- pre cordial, que Rafael Pombo alcanzó á conocer y celebrar en uno de los cantos de su musa adolescen- te. El primer descenso de la Sabana hacia las tierras calientes principiaba en El Roble, con una solemni- dad especial : después de santiguarse devotamente los peregrinos, la marcha se emprendía en silencio, prestando todos la mayor atención á los saltos, resba- laderos y grandes piedras que se oponían al paso, lla- mándose unos á otros de vez en cuando al atravesar los callejones, oscurecidos casi siempre por la niebla; y cuando, después de media hora de angustia, se lle- gaba á la pequeña explanada del Aserradero, desde donde se veía brillar limpio el cielo hacia el occidente, mujeres y niños respiraban alegres con toda la fuerza de los pulmones, y ese sitio tenía categoría como una especie de puerto de mar. Desde allí hasta Villeta se empleaba, de ordinario, un día entero, y en invierno dos. Adelante del Alto de Gaseas se alcanzaba á ver el caserío de ésta en lontananza, y la fantasía de los niños no dejaba de atribuir á encantamiento la fatigo- sa jornada que todavía era preciso hacer para llegar al ansiado término que tan próximo se acababa de contemplar. Villeta inspiraba ya la idea de tierra ex- tranjera: allí nos parecía que empezaban las de la Gran Bretaña, y en la escuela creíamos encontrar algo de acento inglés en la voz de los que de tierras tan distantes regresaban á Bogotá. DESCRIPCIÓN GENERAL Esta idea tomaba cuerpo cuando, adelantando ha- cia Guaduas, se veía en Cune la alta chimenea del trapiche de agua de don Guillermo Wills, el primero de esta clase de motores empleado en el interior de la República, y tal vez en todo el país. La novedad que entonces despertaba esa forma de chimeneas, ahora tan familiar, quizás hizo pensar á algún bogotano que ahí habitaba el gigante Caraculiambro, ya vencido por don Quijote, ó algún familiar del mismo señor Wills, reputado brujo en esos tiempos en vista de la rapidez con que su trapiche exprimía centenares de cargas de caña. Entre paréntesis : ese brujo, siempre tan laborioso, á quien debemos la introducción de un gran progreso en nuestra industria azucarera y tantos escritos útiles, — entre ellos un tratado de Geología en lenguaje familiar, al alcance de nuestros más modes- tos agricultores, — y que dio primero el noble ejemplo de una vida agrícola civilizada, rodeado de una larga y distinguida familia, — murió pobre, sin alcanzar de la suerte la recompensa de comodidad y descanso á que era acreedor. Desde El Roble hasta Villeta se desciende en me- nos de cinco leguas 1,950 metros de altura vertical, y prosiguiendo la marcha se ascienden 1,100 hasta el Alto del Trigo, en sólo dos leguas de formidable re- pecho habitado por unas pocas familias pobres ; como lo testifica el nombre espeluznador de una de esas ca- sas, conocida ahora años por los arrieros con el de «Na Juana sin carne». De aquí se desciende al precioso valle de Las Tibayes, para volver á subir al alto del Raizal, y tornar á descender una cuesta de 700 metros ALTURAS SOBRE EL MAR verticales hasta Guaduas. Aquí se opone al paso el filo de la cordillera secundaria del Sargento, que se tramonta en el Salto, á cerca de 400 metros de altura sobre el valle de Guaduas, para tomar luego una ba- jada final de 1,100 metros hasta el valle del Magdale- na, que en los pasos de la quebrada del Tocuy, dos leguas abajo, tiene unos 250 sobre el nivel del mar. Daré aquí las alturas de los diversos sitios del trán- sito desde donde principia el descenso de la altiplani- cie hasta el Alto Magdalena, según las observaciones de los viajeros alemanes Reiss y Stübel : Alto del Roble 2,755 metros. Chimbe 1,808 — Villeta 813 — Alto del Trigo 1,928 — Las Tibayes 1,600 — El Raizal 1,741 — Guaduas 1,036 — El Salto 1,376 — Rioseco 240 — Honda 200 — El trazado de este camino — en el que probable- mente se siguió la huella marcada por el pie de los aborigénes, — no puede ser peor; pero nada se ha he- cho para rectificarlo en más de 250 años que tiene de abierto. Sea por el interés de conservar las antiguas poblaciones de Villeta y Guaduas; bien por defecto de nuestras instituciones municipales, nulas en tiem- po de la colonia, sin atribuciones suficientes desde 1819 hasta 1848, y perturbadas por violentas oscila- ciones políticas desde 1849 hasta 1886, la verdad es EL SEÑOR ELBERS 5 que la conservación de ese absurdo trazo hace muy poco honor á los diversos gobiernos que se han suce- dido desde la Independencia hasta la Regeneración, inclusive. Se ha pensado en mejorarlo ó en adoptar otra vía, si ; pero el espíritu de contradicción que constituye una de las deficiencias de nuestra raza, que no nos permite pensar la misma cosa que otros pensaron antes, ha sido parte para que surjan diver- sos proyectos por otras lineas sin lograrse acuerdo en una sola. Ya los virreyes españoles, y el pacificador Morillo últimamente, habían intentado comunicar á Bogotá con el Magdalena, unos por la vía del Lebrija, otros por las del Opón y del Carare, en cuyos proyectos precoces consumieron, segi'm toda probabilidad, si no gi*andes sumas, si muchas vidas, en el recluta- miento forzoso de peones y de colonias de plantadores que se estilaba en esos tiempos de gobierno patriarcal. En 1^6, el señor Juan Bernardo Elbers, al pro- pio tiempo que traía los primeros vapores para navegar el Magdalena, abrió un camino directo de Guarumo á Guaduas, sin tocar con Honda, y se pro- ponía seguir rectificando la vía hasta Bogotá, si para ello se le concedían alicientes bastantes. De seguro no se le ofrecieron ni se le podían ofrecer en ese pe- riodo calamitoso, en el que de todos los ámbitos de la gran Colombia venían los gritos de las ruinas de quince años de guerra; cuando todavía había que sostener, desde las bocas del Orinoco hasta las cum- bres del Potosí, un ejército de 2o á 30,000 hombres, y en momentos en que se preparaba una poderosa es- 6 RUTA DE cuadra con el pensamiento de rescatar del poder espa- ñol la isla de Cuba. Lo falta de tráfico, en esos días poco menos que nulo, permitió que la vegetación vigorosa de esas tie- rras vírgenes borrase el camino, y con ello el hotel construido en Guarumo también desapareció. Incli- némonos con respeto delante de la memoria de ese ilustre extranjero, á quien de tanta gratitud somos deudores, en quien se ensañó la envidia durante su vida, y quien, en sus últimos años, queriendo todavía prestar con brazos desfallecidos un nuevo servicio al país, con la introducción del cultivo del tabaco en las orillas del bajo Magdalena, rindió su noble vida en playas solitarias. Veintidós años después, en 1847, el general Mos- quera acometió la construcción de otro camino que se llamó de Sietevueltas, por la linea de exploración seguida por el ingeniero francés Poncet. Su dirección general se inclinaba al N. O., descendiendo de la al- tiplanicie por las inmediaciones de Subachoque, en busca de las cabeceras del rio San Francisco, más abajo conocido con el nombre de río Dulce, que unido luego con el Síquima, forman el río Negro, cuya des- embocadura en el Magdalena está veinte leguas abajo de Honda. La línea debería, pues, seguir desde Puente Grande, sobre el río Bogotá, hasta Subachoque, en donde atravesaría una región rica en minerales de hierro, hasta la vecindad de Pacho, y atravesaría el territorio de los cantones de Guaduas y la Palma, hasta Guarumo, en una extensión de cuarenta leguas desde Bogotá. Para la comunicación directa de Bo- RUTA DE PONCET gota con el mar, ésta seria la linea más económica y natural, pues no solamente da paso no interrumpido por cordilleras, es decir, libre de contrapendientes, sino que evita á la navegación las fuertes corrientes y las vueltas estrechas del río entre Honda y La Do- rada ; trayecto en que se ha perdido la tercera parte de los vapores del Magdalena. La administración López no pudo continuar esos trabajos. La mortalidad considerable de los trabaja- dores en las cercanías cenagosas de Guarumo había causado alarma y disgusto. La opinión había recla- mado enérgicamente y obtenido al fin la abolición del monopolio del tabaco, renta que producía cerca de un millón de pesos al Tesoro ; las provincias exigían que se diese un paso más en el ensanche de facultades á sas Asambleas, siguiendo la política ya iniciada en 1848 por la administración, conservadora entonces, del general Mosquera, y esa exigencia conducía á la célebre ley de descentralización de rentas y gas- tos, expedida en 1850, que redujo á millón y medio de pesos las entradas nacionales y atribuyó á los gobiernos municipales la apertura y conservación de los caminos. Guerras civiles en 1851 á 1854 y la transformación del sistema central al federal, ejecutada de 1853 á 1858, — con el asentimiento de ambos partidos, liberal y conservador, — y la guerra civil de 1860 á 1863 hi- cieron olvidar, durante veinte años, el pensamiento de los intereses materiales, subordinándolo al de los intereses políticos. Organizadas al fin desde 1866 las Juntas de caminos y provisto el de Honda de fondos 8 RUTA DE CAMBAO abundantes, en vez de seguir la empresa comenzada, se proyectó otra distinta por la ruta de Cambao. Esta había sido indicada en su parte esencial, — el eslabón de Pan de Azúcar, que une la cordillera principal del Aserradero con la del Alto del Trigo, — por el general Codazzi, y fué completada en sus des- arrollos por los señores González Vásquez, Liévano, Pedro María París y Santamaría, ingenieros al servi- cio de la Junta del camino de Occidente, quienes abrieron una trocha carretera de un metro de ancho en las veinte leguas que separan el Alto del Roble del puerto de Cambao (1870). Esta vía se aparta del camino de Honda hacia el occidente cerca del Roble : descabeza el rio Síquima, pasa por las inmediaciones de Vianí y San Juan de Rioseco, y va á terminaren el Magdalena, entre Am- balema y Honda, á ocho leguas de distancia de cada una de estas poblaciones. En 1871, sin embargo, el Gobierno Federal media- namente organizado, había inspirado al Congreso una confianza en sus fuerzas superior en mucho á lo que la prudencia permitía. Las rentas nacionales produ- cían ya tres millones y medio de pesos : las de los Es- tados y Distritos otro tanto, y las del solo Estado de Cundinamarca en especial se aproximaban á un mi- llón. En vez de seguir el ejemplo de los Estados Uni- dos, en donde el Gobierno Federal se abstuvo de tomar á su costa la ejecución de vías comerciales, — con lo que los Estados tomaron á pechos la organización de sus rentas para abrirlas por sí mismos en unos casos, y subvencionar en otros las empresas particulares que FERROCARRIL DEL NORTE 9 se formaban para acometarlas ; — en vez de esa abs- tención prudente, digo, el Congreso resolvió tomar á su cargo un programa enorme de mejoras materiales por un valor de más de treinta millones de pesos. En- tre esas mejoras figuraba el ferrocarril del Norte, llamado á comunicar á Bogotá con el Magdalena, en la confluencia del rio Carare, cincuenta leguas abajo de Honda, y con una extensión total de más de setenta leguas desde el punto de partida. Á nadie intento culpar en este recuerdo. Libera- les y conservadores, federalistas y centralistas, auda- ces y tímidos, todos tomamos parte en el error de apreciación de nuestras fuerzas. El ferrocarril del Norte era un proyecto deslum- brador, que hizo borrar de la memoria todos los for- mados hasta entonces. Dirigiéndose hacia Zipaquirá, Chiquinquirá y Vélez, no sólo daría comunicación á Bogotá con el mar, sino con las densas poblaciones de Boyacá y Santander. Tres años más tarde (en 1874) surgió otro proyecto, El Tolima era y había sido por más de veinticinco años la sección más afortunada de Colombia. Su si- tuación topográfica, de un valle entre dos grandes cordilleras, surcado en la mitad de su anchura por un río navegable ; á la cabeza de la producción de tabaco, quinas, sombreros y cacao en toda la República ; rico en ganados, y en minas que empezaban á explotarse, el comercio de Bogotá juzgó que una vía servida por vapor que pusiese á esta ciudad en contacto con el alto Magdalena en el corazón del Tolima, tenia un gran porvenir. Esa vía podría luego extenderse á los 1. 10 RUTA DE GIRARDOT Estados. del Cauca y Antioquia y aun quizás hasta el Atrato, por donde entonces proyectaba el Gobierno americano abrir el gran Canal entre el Atlántico y el Pacifico. Asimismo podría servir como línea suple- mentaria al comercio de la capital con el mar, una vez que se estableciese navegación á vapor en el alto Mag- dalena ; problema de cuya solución se ocupaba en esos momentos un atrevido é incansable trabajador: el se- ñor Alejandro Weckbecker. Tal fué en su origen la idea del ferrocarril de Girardot, presentada como em- presa particular, para la que, aparte de la concesión de privilegio por cuarenta años en el uso de una zona estrecha, no se reputaba necesario ningún auxilio oficial. Debía partir de Bogotá y Facatativá hacia el suroeste por las inmediaciones de Anolaima, La Mesa y Tocaima, hasta el Magdalena, en un punto inme- diato á las poblaciones del Guamo y el Espinal, que forman el centro del Estado del Tolima ; treinta v cinco leguas arriba de Honda, cuarenta abajo de Neiva, y á sólo catorce de Ibagué, entre cuyas ciudades se extiende una vasta llanura. La extensión total de la linea se calculaba igual á la de Cambao, es decir, en unas treinta eguas. CAPITULO II VÍAS AL MAGDALENA Comparación entre estas diversas vías. — Trabajos ejecutados en ellas. — Prolongación de la de Girardot hasta la sabana de Bogotá. Estos cuatro proyectos presentaban ventajas é in- convenientes especiales, en cuya discusión se trabó pronto una lucha ardiente, tanto en el periodismo como en la tribuna. La extensión y el costo de ellos eran los dos pri- meros factores que debían considerarse, los cuales presentaré aquí en un cuadro comparativo sobre la base de un ferrocarril. Vías. Extensión en legaa«. CoEto calculado Sietevueltas, ó sea Poncet. Cambao Ferrocarril del Norte. . . . Ferrocarril de Girardot . . La segunda consideración consistía en el tráfico que cada una de las vías pudiera desarrollar, en virtud del número, riqueza é industria de la población esta- blecida á lo largo de ellas y de la fertilidad ó riqueza de otro género de las tierras que cada cual de estos caminos debía atravesar. 40 S 6.000,000 30 » 3.000,000 70 » 17.000,000 30 » 3.000,000 12 COMPARACIÓN ENTRE ELLAS La de Sietevueltas se separaba en Puentegrandede la parte más feraz de la sabana de Bogotá, para re- correr la más estéril : al dejar la altiplanicie sólo en- contraba á su paso poblaciones pobres y atrasadas, que muy poco contribuyen en la actualidad al tranco interior y nada al comercio exterior. La construcción de las primeras quince leguas, desde el Magdalena hacia el interior, al través de selvas vírgenes y de un valle cenagoso, debía ser costosa en vidas y dinero. Es necesario reconocer, sin embargo, como ya dije, que ésta es la vía más recta y más natural entre la altiplanicie y el mar, pues suprime la navegación di- fícil y peligrosa de las dieciséis leguas que median entre Guarumo y Honda. Tampoco debe olvidarse que desde Subachoque hasta Pacho se encuentran los más ricos minerales de hierro hasta ahora descubier- tos y explotados en la República. En cambio, es la que menos tráfico local podría suministrar, y á esta circunstancia se debe quizás el que haya sido menos favorecida por la opinión. La de Cambao participa en algo de las mismas de- ficiencias : los terrenos de Síquima, Vianí y San Juan de Rioseco, que se recorren al dejar la altiplanicie, no son distinguidos por su feracidad sino por su carácter montañoso, declives abruptos, valles en extremo an- gostos y suelo en general escaso de aguas. En el tér- mino sobre el Magdalena no hay población notable, como tampoco la hay en la parte opuesta del río; pues Ambalema, que dista ocho leguas hacia el sur, ha perdido la importancia que tuviera ahora treinta años. El único concurso que esta vía pudiera dar en TRABAJOS DE MR. BROWN 13 un principio al tráfico interior, seria -el de 3 ¿ 4,000 cargas de azúcar, que producen Chaguani, San Juan y Viani. Para el comercio exterior presenta el inconvenien- te de los trasbordes sucesivos de las mercancías de Cambao al vapor, del vapor al ferrocarril de La Do- rada en Honda y de aquí otra vez al vapor del bajo Magdalena. Según entiendo, tampoco presta facilida- des para desarrollar la linea férrea, á fin de disminuir las pendientes ; de suerte que la de 4 por 100, ó 200 pies por milla, será obligatoria en la mayer parte de su extensión. Ella, con todo, llamó la atención de un empresario americano, distinguido por una perseverancia nada común entre nosotros : el señor Brown, quien obtuvo un privilegio para construir una vía férrea, no hasta Cambao solamente, sino hasta Honda, abajo del Salto, pasando por las inmediaciones de Chaguaní y de Guadas. Según parece, no encontró accionistas para la empresa en los Estados Unidos, y siendo insigni- ficantes los auxilios que el Gobierno de Cundinamar- ca se obstinó en suministrarle, hubo de abandonar la obra después de gastar en ella de $ 120 á $ 150,000, en poco más de una legua de carrilera construida des- de las Bodegas de Bogotá hasta la Cifuentes. El ferrocarril del Norte, proyecto que tuvo una gran resonancia y en cuyos preparativos, estudios, exploraciones y aun colonias agrícolas, se empleó inútilmente una suma considerable (quizás más de 8 500,000), fué una idea grandiosa y patriótica, pero desgraciada. 14 RUTA DB CARARE Se creía suficiente llevar los carriles hasta un puer- ta del río Carare, que se creía apenas diez leguas dis- tante del Magdalena; pero un estudio más detenido de aquel rio, dio á conocer que era inadaptable á la nevegación de los vapores de este otro, y delante de la necesidad de prolongar los trabajos por diez leguas más, de selvas vírgenes y de vegas expuestas á inun- daciones, se desistió de la idea. El costo de la obra, por otra parte, no guardaba proporción con el tráfico que prometía y con los recursos y crédito del país ; el cual no hubiera podido soportar el gravamen de millón y medio de pesos anuales exigidos como garantía de inte- reses y fondo de amortización sobre el capital invertido. De tantas ilusiones desvanecidas como hemos con- tado en el curso de nuestra breve y azarosa historia nacional, no ha sido ésta una de las menos dolorosas.,. Fué un error de juventud, del que todos, inclusive el que escribe estas líneas, somos responsables. Pensóse, en vista de esa imposibilidad, en llevar la vía férrea más lejos aún, á la orilla del lago de Patu- ria, que comunica con el Magdalena por un caño, no siempre transitable, ó hasta la desembocadura del Le- ►brija; pero esta labor de más de cien leguas, veinte de ellas al través de selvas vírgenes é inexploradas, era todavía más superior á nuestros recursos. Pronto fué abandonada. La de Girardot ha sido menos desgraciada. El curso de las aguas de la altiplanicie hacia el Magda- lena por el valle del rio Bogotá, indica que ese es el verdadero camino de esta ciudad hacia esa arteria comercial. Y en efecto, por ahí es por donde la línea TRAB.UOS EN LA DE GIRARDOT 15 puede desarrollarse en busca de pendientes más sua- ves, que tal vez no exederán de 125 pies por milla, ó sea del 2 { por 100; por entre faldas más tendidas y sólidas ; al través de terrenos de primera calidad ; por en medio de industrias en prosperidad como las de la cafta de azúcar, los cereales y el café, que pue- den dar, tanto al tráfico exterior como al comercio local, un alimento abundante; en toda su extensión, salvo dos localidades muy reducidas, por climas sanos, y con prospecto de extenderse hacia Ibagué, hacia Neiva y hacia Honda ; hacia la región minera del Saldaña y hacia la de la cordillera que separa á Honda de Manizales y Sonsón, en donde se trabajan en la actualidad con buen suceso algunas minas anti- guas y otras recién descubiertas. Las ventajas de esta via han sido tan apreciadas, que apenas propuesta la empresa al público en 1875, en menos de dos meses se reunió una suscripción na- cional de $ 750,000, y hubiera podido en breve subir al doble sin las primeras perturbaciones del orden público ocurridas en ese año; perturbaciones que, continuando en 1876, 1877, 1879 y 1885, destruyeron la posibilidad de acometer la obra con el carácter de empresa particular colombiana. El Gobierno Nacional, sin embargo, la tomó á su cargo en 1881, y con sus propios recursos ejecutó la quinta parte de ella desde Girardot hasta Portillo (65 leguas) en los tres años que siguieron hasta 1884. En 1886 resolvió continuarla hasta Juntas de Apulo para completar la cuarta parte, y, según parece, ese propósito será realizado dentro de tres á cuatro meses, 16 VENTAJAS DE ELLA con lo cual, la parte abierta al servicio público, tendrá poco más de ocho leguas de longitud (1). Faltarían en- tonces tan sólo doce leguas para unir los dos extre- mos pues el ferrocarril de la Sabana, avanzado ya, será concluido en 1889. El gasto impendido no llega quizás á S 1.200,000 en toda la parte construida entre Girardot y las Juntas , ni, probablemente, alcanza á $ 1.000,000 lo que cuesta la sección de la Sabana. Esta línea, en relación con los vapores del alto Magdalena, podría transportar pasajeros de Bogotá á Honda ó hasta Yeguas, en un día, por un precio d<3 $ 8 á S 10; y mercancías á razón de $ 3 ó $ 4 carga de 140 kilogramos, con .una economía de más de 60 por 100 para los pasajeros y de 60 á 70 por 100 en las mercancías. Esto, durante los cinco primeros años, mientras cobra vigor el tráfico, que aumentando éste, los precios pudieran reducirse mucho más. La econo- mía de tiempo seria incalculable, pues hoy emplean tres ó cuatro días los pasajeros y de diez á veinte las mercancías. En punto á comodidad y seguridad, no habría término de comparación. El servicio de este ferrocarril no debería estimarse por la facilidad que diese al comercio entre la altipla- nicie de Bogotá y el extranjero : importante como es ese tráfico considerado en relación con el espacio que ocupa en la industria de acarreo, todavía es de poca consideración. (1) Al entrar en prensa estas Notas están construidas casi nueve leguas. El ferrocarril de la Sabana, con ocho leguas desde Facatativá, también llega á Bogotá en estos momentos. TRÁFICO POR GIRARDOT 17 El movimiento del comercio exterior de Bogotá y su comarca no llega todavía á 50,000 cargas anuales, ia mitad de las cuales consiste en efectos extranjeros y la otra difícilmente se completa entre cueros, café y algún resto de quinas para la exportación. Entre tanto, el tráfico interior general y local, — es decir, entre los dos extremos el uno, y entre los puntos in- termedios el otro, — no bajaría, en sólo la línea de Girardot, de un millón de cargas por año, cinco años después de abierta el tráfico la totalidad de ella. Los valles del Bogotá y del Apulo, y las tendidas faldas de las cordilleras que caen sobre ellos, son terrenos ex- cepcionales por su fertilidad, así como por la variedad de productos que pueden rendir á los sudores huma- nos. Cereales, dulces, frutas, forrajes, maderas, raíces alimenticias ; artículos que las altiplanicies frías ne- cesitan y que los valles del Tolima pudieran también consumir en grande escala, para alimentar á los trabajadores de sus minas, dañan centenares de miles de cargas al ferrocarril ; como también grandes re- tornos de papas, trigos, sal y manufacturas nacionales de las tierras frías, y cacao, arroz, tabaco, azúcar, maderas de ebanistería, asfalto, ganados y cerdos gordos de los valles ardientes del alto Magdalena. Tiempo es ya de prescindir de esa preocupación funesta que ha imperado en nuestro espíritu, de que sólo merecen protección decidida las vías del comer- cio exterior, juzgándose que sólo éste puede suminis- trar grandes y valiosas masas al tráfico de los ferro- carriles. El humilde producto del carbón mineral suministra 180 millones de toneladas á los de la Gran 18 LA REDENCIÓX Bretarta ; y entre nosotros, el maíz y la miel de los valles de Bogotá y del Apulo darian, concluido el ferrocarril, 500,000 cargas anuales, á lo menos, al ferrrocarril de Girardot : diez veces más que todo el comercio exterior actual del Departamento de Cundi- namarca. El acarreo de papas, en la Sabana de Bogotá, representa un movimiento anual de más de 600,000 cargas (1\ doce veces mayor que el del comercio ex- tranjero. j Oh ! si algún día viésemos terminada una vía fé- rrea desde esta ciudad al rio Magdalena, y duplicada con ello la esperanza del trabajo en los humildes ho- gares del pobre, y abiertas, con la mayor abundancia de sus bienes, las fuentes de la benevolencia en el alma del rico, y emancipados los habitantes de estas cumbres heladas de la esclavitud de las cosas, de la imposibilidad de moverse, — ensanchados los horizon- tes de la vida, y abierta la mente á la contemplación de otras ideas y de otros mundos : — sí, los que ya ba- jamos la cuesta, dejando atrás la luz, rodeados de nieblas cada día más espesas, divisando ya los techos que nos habrán de dar el último descanso, podríamos decir que á lo menos habíamos rendido una jornada en la peregrinación de la humanidad. (1) Calculo un consumo anual de una carga por año y por cabeza de población, sobre 400,000 consumidores de este ar- tículo, y agrego una tercera parte por lo que se destina á las nuevas plantaciones y la que se lleva á las tierras calientes. CAPITULO III vías al magdalena (Continuaeiún) Estado del camino de la Sabana antes de la construcción del ca- rretero.— Camino de terciopelo. — Su influencia en la agricul- tura y en el comercio de la sabana de Bogotá. — Prolongación hacia el descenso de la cordillera. — Detenida por la irrupción de las ideas relativas á la construcción de ferrocarriles. Vuelvo al camino de Honda, en el cual, había dicho arriba que ahora cincuenta años no existían carros ni coches; pero rectificaré esa aserción. Había un coche, uno solo; tirado por dos robustas muías, en que el señor Joaquín Gómez Hoyos disfrutaba, sin ley ni concesión especial, del privilegio exclusivo de viajar hasta su hacienda del Diamante, átres leguas de esta ciudad. Sefiriín las crónicas, ese era el mismo vehículo en que el Virrey-Arzobispo, el señor Góngora, hacia sus paseos dominicales á una quinta, distante dos kilómetros, conocida con el nombre del empleo ecle- siástico de su propietario; coche que por tradición llegó no sé hasta cuál de sus sucesores, de cuyos espo- lios pasó sin duda á ser pmpiedad de aquel tranquilo y respetable hacendado. Si no estoy engañado en mis recuerdos, de manos de éste pasó á las del general Mosquera, en su primer período presidencial, y hasta hace pocos años se conservaba, depositado, en poder del señor Narciso Garay. Quizás existe aún, confun- 20 LA SABANA. dido ya en el rol democrático de unos vehículos cor- coveadores que hacen la carrera de Zipaquirá. Dejo la investigación de esta duda arqueológica á otros re- buscadores de archivos más pacientes que yo. Y el asunto la merece, porque la descendencia de ese primer vehículo de ruedas en el camino de la Sa- bana, monta ya á más de 2,000 carros de bueyes, 50 á 60 coches de alquiler, otros tantos ó algo más de pro- piedad particular, 20 ó 25 ómnibus, 3 locomotoras, 3 ó 4 coches de pasajeros y otros tantos carros de flete en ferrocarril, en cosa de cincuenta leguas de cami- nos de ruedas que contamos en el interior de la alti- planicie. Son conducidos los primeros por algunos centenares de verdugos desalmados, contra quienes las llagas y tormentos de los sufridos bueyes pedirán justicia al Dios de los ejércitos; pero los ómnibus y coches lo son por postillones, en lo general atentos é inteligentes. Inteligentes, si, porque, á lo menos el día de mi salida se requería, — para buscar paso en el camellón á cuatro ruedas, en medio de tantos hoyos, fangales y sartenejos, — tanto talento como para fallar en la cuestión del superávit de nuestro tesoro ó para decidir cuál forma de gobierno, el centralismo ó la fede- ración, es responsable entre nosotros de la apertura de la Caja de Pandora. Sin haber pasado el Quindío, al ba- jar del coche en los Manzanos, me toqué « para ver si tenía los huesos completos y en su lugar», como dice Juan de D. Restrepo, « y sentí un gran bienestar, como el que sale sano y vencedor de una batalla ». Ese mal estado era fácilmente remediable con algunas carreta- das de cascajo ; era uno de los últimos ecos de la guerra PÉSIMO CAMINO EN ELLA 21 civil de 1885, que paralizó por dos años la reparación de todos los caminos del país ; pero el esqueleto, á le menos, del Mac-Adams construido en 1850 á 1852, du- rante la administración del señor general López y bajo la perseverante iniciativa y tenacidad de propósi- tos del señor Victoriano Paredes, existia ahí como un monumento histórico que merece mención especial. Conozco la mayor parte de los malos caminos de la República. He pasado el páramo de Moras, el Quin- dío, el Alto del Oso y las faldas de Chinchiná hasta Manizales : los callejones de Ocaña ; las vueltas del Nuchal ahora veinticinco años, en el camino de Hon- da; la cuesta de la Reventona, cerca de Canoas, en Antioquia ; el Alto del Pical y las Vueltas del Infier- no en el antiguo camino de Pamplona á Cúcuta ; el de Cruces y Gorgona á Panamá en invierno, antes de la construcción del ferrocarril ; pero puedo decir que nada era comparable al de la Sabana en invierno. Poco más de veinte años contaba una ocasión en que regresaba de Anapoima : venía convidado á un baile ; traía resolución de llegar á Bogotá esa noche, aunque fuese en medio caballo, como contaba haberlo hecho una vez el simpático coronel Diego Rivas, á quien un rayo le había arrebatado el otro medio; cansé dos bestias desde Balsillas á Fontibón, y á las nueve de la noche tuve que aceptar la posada que con grande instancia me ofrecieron en una casa de la orilla del camino. Tal era el llamado camellón de la Sabana. Creo recordar que los señores doctor Rufino Cuer- vo, Luis Silvestre y Alfonso Acevedo, con grandes esfuerzos y escasísimos medios de los anémicos gobier- 22 REPARACIONES HECHAS EN ¿L nos municipales de esos tiempos, habían logrado me- jorar bastante la vía hasta Puentegrande ; pero la guerra civil de 1840 á 1842 y algunos crudos invier- nos en sucesión habían tornado á destruirlo. El señor Paredes resolvió construir é hizo en efecto que fuese construido el primer camino á la Mac Adams que se había visto en el país. Tenía ocho leguas de largo, ocho metros de ancho entre sardineles, fuera de las zonas laterales, cimientos de piedras grandes á sesen- ta centímetros de profundidad, y lo cubría una capa de cascajo fuertemente comprimido de veinticinco á treinta centímetros de espesor. Era un camino superior en toda la extensión de la palabra, detrás del cual trajeron el general José María Gaitán, dos ó tres ómnibus ordinarios, y en seguida el señor Guillermo París otros cuatro magníficos, construidos por la Casa de John Stepheiisonf de Nueva- York, ómnibus que aún existen. El mismo señor París construyó en se- guida el hotel de Los Manzanos, que en esos días, — 1854 y 1855 — era lo mejor que, en su género, se había visto en el país. Facatativá, que hasta entonces era un poblachón de casas pajizas de bahareque, surgió de entre el polvo y el fango á la categoría que le conoce- mos hoy ; y Serrezuela, humilde caserío que se pasaba inadvertido, alzó casas de teja y adobe, construyó ún puente de los Micos para dar fácil acceso á su plaza, y poco después, en recuerdo de un distinguido patriota y estadista que pasó allí sus últimos días, el señor Fernández Madrid, tomó el nombre pomposo de la capital de los reinos de España. Los carros aparecieron en gran número y los fletes CAMINO DE TERCIOPELO 23 de Facatativá á Bogotá, que para un pasajero costa- ban hasta $ 4, y de 2 á $ 3 por carga de mercancías, en algunas épocas, bajaron hasta á $ 0-30 por carga y $ 1 por pasajero, desde Los Manzanos. Entre tanto, el valor de las tierras duplicó en menos de cinco años. De 60 á $ 100 que era el común, y en ocasiones me- nos, subieron á $ 200 y $ 300 por fanegada, y los arrendamientos, que quizás no alcanzaban á $ 4, se han pagado en los últimos años hasta á $ 12 y aun $ 16 por fanegada, por año. El precio de los víveres, envilecido en los días de abundancia por la falta de salidas, — de suerte que valia de 0-80 á $ 1 la carga de papas, y de 0^ á $ 0-80 la arroba de carne, — lle- gó al cuadruplo ; en parte porque — á mi modo de ver, — á consecuencia del gran número de obreros empleados en la construcción del camino, los salarios subieron de 0-05 á $ 0-10 centavos diarios á $ 0-25. Me regocija este recuerdo. Pues vale más en mi sentir un plato de ajiaco aumentado á la miserable pitanza del jornalero, que los suntuosos banquetes del Gran Ilestaurante ó de la Fonda de París. Costó ese camino, á S 25,000 la legua, $ 200,000, gastados en aquellos días en que el Presupuesto de Rentas no alcanzaba á S 1.500,000 : tachósele de lujo excesivo, y llamóse á ese ruin Mac-AdamSy camino de terciopelOj porque cada metro longitudinal de él cos- taba lo mismo que la tela de seda de ese nombre. Hoy á lo menos no causa escándalo pagar á óctuplo precio, á 8 40 el metro, el de la angosta paralela de nuestros incipientes ferrocarriles. Una familia de honroso re- cuerdo en los anales de nuestra industria, la de los 24 EMPRESARIOS CONSTRUCTORES señores Latorres, y entre ellos un hombre activo y emprendedor como pocos he conocido, el general Evaristo de la T orre, dejaron escrito su nombre en esa etapa de progreso al lado de los de López y Pa- redes. Esos mismos señores Latorres escribieron luego otra página de su vida en la fundación de grandes haciendas en las tierras calientes. El trapiche de San Pedro, los grandes pastales de guinea y de para del Peñón, Acuatá, Andorra, Casasviejasy Guataquisito, en que hoy engordan 9 á 10,000 novillos anualmente, dan testimonio de su poderosa laboriosidad ; y sin em- bargo, con sólo dos excepciones, los demás murieron pobres, ó poco menos; pero han dejado una poste- ridad sucesora de ese alto empuje. ¡ Pueda ser para ella más propicia la fortuna ! El camino de la Sabana no se detuvo en los Man- zanos. Diez y seis años después se prosiguió la obra, no ya en la fácil llanura, sino trasmontando la cordi- dillera que la limita al occidente. En 1870 y 1871 continuó el trabajo desde ese límite hasta Agualarga, en una extensión de dos leguas más, que se dice costaron á S 50,000 cada una. Es un camino exce- lente, ancho, sólido, con buenos desagúes, en que la monotomia del paisaje de la Sabana es agradable- mente interrumpida con la pintoresca variedad de las faldas y gargantas de los cerros, animados en su ex- presión con el movimiento de los brazos y la ondula- ción de las copas de grandes árboles, los genios habi- tadores del bosque. ¿Por qué no fué continuado? — No me lo he podido explicar. La Junta del camino de Occidente disponía de S 180,000 anuales de peajes ; la í* PROLOXGACiÓxV EN LA CORDILLERA 25 -^ _ _^ I _. _ conservación del de la Sabana no costaba más de 16 á 20,000 ; en la del camino de herradura hasta Honda no se invertían más de 25 á 30,000 : hubiera podido destinarse 50 á 60,000 anuales á prolongar el camino carretero hasta las orillas del Rionegro, cerca de Villeta : ¿por qué no se hizo así ? Probablemente influencias lugareñas en la Asamblea del Estado, co- nexionadas con intereses eleccionarios de la política, distrajeron esos fondos para dar camino cómodo en otras localidades alas haciendas del algunos (gamonales. Me limitaré á consignar que en la ejecución de esas dos leguas, primera y última tentativa de intro- ducir las vías carreteras al través de nuestras monta- ñas, figuraron como ingenieros los señores Nepomu- ceno González Vásquez y Nepomuceno Santamaría (ignoro si hubo otros), y que los miembros de la Junta especial para esa prolongación eran los señores Mariano Tanco, Ruperto Restrepo, José Camacho Roldan, Manuel Samper y Máximo Lorenzana. Desde 1872 se acentuó la idea de construir ferro- carriles por todas partes, y hablar de caminos carre- teros ó de montaña era mirado como una herejía. En vano se predicaba que la naturaleza montañosa de nuestro suelo y la diseminación de sus habitantes sobre un vasto territorio eran circunstancias que ha- rían excesivamente costosas, poruña parte, y en extre- mo improductivas, por otra, las vías férreas; que en el interior del país sólo había capitales muy limitados que pudieran emplearse en ellas, y en el extranjero faltaba confianza en nuestra estabilidad para que se les 2 26 LA. FIEBRE FERROCARRILERA trajese á colocar en esas empresas; que las rentas de austro Tesoro eran insuficientes para conceder sub- sidios d pagar garantías de interés sobre esos capita- les ; que habría injusticia en invertir en una sola obra — llamada á beneficiar apenas una parte insignificante de la población del pois — el producto de contribucio- nes exigidas á contribuyio^tes de todos los ángulos de la República ; que los ferroetrrílles solos, al través de lineas matemáticas, serian estévQee si no hubiese otros caminos laterales que les trajesen el contingente del tráfico de las regiones adyacentes ; que un mal éxito en esas empresas no sólo comprometería el crédito del Gobierno y trastornaría el equilibrio entre las rentas y los gastos nacionales , sino que desorganizaría el fun- cionamiento del Gobierno y pondría en peligro la psck pública ; que, en fin, para fincar la esperanza de rege- neración de nuestras condiciones industriales en el Gobierno Federal, se exigía proveer á éste de más fa- cultades, rentas é influencia ; en una palabra, romper el equilibrio entre el poder de las secciones y el del Gobierno Federal , hasta volver por la pendiente in- flexible de la lógica al centralismo. Todo fué en vano; prevaleció el fuix)r de los ferrocarriles, ocho de los cuales fueron acometidos, ya por la Nación, ya en unión de ésta con los Estados, ora por empresas par^ ticulares, pero con auxilio oficial. Los de Antioquia, el Cauca, La Dorada, Occidente (Brown), Girardot, Soto, Puerto Villamizar y Santamarta. Milagroso parece : únicamente cuatro de ellos han naufragado. El de Cúcula á Puerto Villamizar (11 leguas) fué concluido en toda su extensión ; el de La EMPRESAS ACOMETIDAS 27 Dorada llegó á la mitad de lo proyectado, y no ha po- dido continuarse, pero presta servicios muy importan- tes al comercio ; el de Santamarta, que se proponía llegar hasta el Banco, á cincuenta ó sesenta leguas de distancia, llegó á la Ciénaga (5 leguas), y no es probable que pase de allí ; los del Cauca y Antioquia pasaron de manos del contratista, señor Cisneros, á las de los Gobiernos de los antiguos Estados, están en deterioro visible y corren peligro de perderse los cua- tro millones de pesos en ellos invertidos ; los de Occi- dente y Soto están invadidos por la maleza, y sus ca- mellones desbaratados por las lluvias. El de Girardot está en crisis, pues el Gobierno carece de medios para continuarlo, y vacila en conceder á la Compañía extran- jera que quisiera tomarlo á su cargo la garantía, no de intereses ni de valores de ningún género, sinode no ser embarazada luego por empresas rivales subvencionadas por la Nación (la de Cambao, por ejemplo) ; exigencia que, á mi ver, no podrá tacharse des urna injusticia. Milagroso parece, empezaba en el anterior párra- fo, queriendo decir que en diez años, los corridos de 1875 á 1885, hubiera podido el Tesoro público hacer frente al desembolso de seis ó siete millones en la ejecución de, ó en la subvención á estas empresas ; desembolso hecho en un tiempo de semi-anarquia, revoluciones, escaseces y circunstancias adversas de todo género. No obstante ellas, sin embargo, cuarenta y siete leguas de vías férreas fueron construidas, sin contar las cuatro que ya están en servicio desde Paca- ta tivá hasta Tresesquinas, en la Sabana de Bogotá, que no tardarán un año en ser ocho, hasta esta ciudad. CAPITULO IV DE AGUALARGA A HONDA El camino de montaña actual desde Agualarga hasta Honda. — Los cafetales de Chimbe. — La trocha de Guayacundo. — Villeta. — El alto del Obispo. — La cuesta de Petaquero. — Las Tibayes. — Guaduas. — Tugculum, — El Consuelo. — La llegada al río Magdalena. Desde Agualarga hasta Honda pocos son los cam- bios que puedan registrarse en el curso de los cin- cuenta últimos años, tanto en el camino mismo como en las tierras que lo avecindan. En Agualarga, término de la carretera, se alza una tenería y una fábrica de calzado que dirigen sus dueños, los señores Ilermógenos y Sixto Duran, y administraban los señores Carlos y Alejandro Ucrós. En ella se curten cueros de diversos animales, desde el becerro común hasta la cabritilla y el charol, y se fabrica calzado fino y ordinario á precios comparati- vamente económicos. Aun no se sabe si el éxifo final de esos laboriosísimos y estimables trabajos será feliz ó desgraciado. Al lado de la tenería existe un hotel, regularmente servido, á lo menos con aseo y buena voluntad. Una legua más abajo, en Chimbe, principian extensas • DESCRIPCIÓN GENERAL 29 plantaciones de café, iniciadas ahora quince años, no sabemos á punto fijo por quién ; pero nos parece que el señor Tyrrel Moore, — ciudadano inglés de grandes talentos y estudios, que ya en Antioquia había prestado notables servicios á la industria mi- nera — y el señor Francisco Ospina, fueron los pri- meros que fundaron cafetales allí. De entonces acá, al rededor de diez ó doce establecimientos provistos de maquinaria para las diversas operaciones de descerezar, secar, trillar, limpiar y escoger los gra- nos, se han fundado huertas y estancias de cultiva- dores en pequeño, que venden el café en cereza á los dueños de máquinas. Entre unos y otros llega á tres mil cargas, de á tres quintales cada una, el café que se envía á los mercados europeos ; pero se espera que no se detendrán en esos guarismos las exportaciones de ese y de los distritos inmediatos, en donde hay tierras y climas á propósito para el cultivo de la planta. Es de temer si, por la observación de los pre- cios y por lo que alcancé á oír en Europa y en los Estados Unidos, que á esas plantaciones les falta el empleo de abonos vegetales y animales, de que en el Oriente, en Java sobre todo, se hace uso considerable y se los lleva preparados desde Inglaterra y Holanda. Por el estudio de los precios se viene en conocimiento de que desde 1880 se ha sentido decadencia en ellos, pues de 120 chelines el quintal á que se los solía vender en ese año, han bajado á 80 y aun á 60. En cuanto al aprecio que se hace de la finura de su aroma, oí expresar el concepto de que ha dismi- nuido. 2. 30 LOS CAFETALES DE SASAI^IA Bella es la naturaleza salvaje y primitiva; pero más bello es aún el contraste que delante de ella for- ma la tierra ya cultivada y adecuada á las necesi- dades del hombre. Los campos de Sasaima presentan est<í contraste, vistos desde Chimbe ; sobre todo desde el Alto de Gaseas. Las hileras rectas de los árboles de café, marcadas por una blanca linea de azahares de- bajo del verde-oscuro y brillante de su follaje ; el tono menos intenso de la ancha y delgada copa de los Mu- ches ({ue les prestan su sombra ; el verde-claro del plumaje ondulante de los guaduales ; el rojo-pálido del manto de flores con que se cubren los cámbulos ; y el cerco de antiguos y vistosos árboles del bosque ya distante, forman una decoración magnifícaálas cómo- das habitaciones campestres, que de trecho en tre- cho anuncian la presencia del hombre, transformando lo que antes fue selva espesa en campos cultivados. Forma esta colonia de cultivadores de café, — una de las mejores exhibiciones de la industria latente en el genio de nuestro país, — un grupo de familias de origen antioqueño todas, en que se notan las cualida- des colonizadoras de su raza. Los señores Lorenzana y Montoya, Restrepo Sáenz, Herrera Res trepo, Mejia Montoya, Martínez Montoya, Moore Mejía, Ospina Álvarez, antioqueños todos, fueron los primeros fun- dadores de esas haciendas. No sabemos quiénes otros se hayan agregado luego á esa comunidad distingui- da; pero los nombres de éstos merecen conservarse cDmo el núcleo de donde se propagará una fuente de riqueza importante en esa sección de Cundina- marca. RECUERDOS DE OTROS TIEMPOS 31 De aquí hasta Villeta, si se exceptúan las pacien- tes y sólidas reparaciones, que para suprimir el oceá- nico fangal del Salitre y de las Vueltas de Nuchal, di- rigió el señor Nepomuceno Santamaría, nada hay digno de mención en todo el camino ; pero se me per- mitirá un recuerdo de otros días. Cuando, en enero de 1866, se fundó la primera Junta del camino de Occidente, me tocó ir á recibir éste, en compañía de mis amigos los señores Miguel Samper y Máximo Lorenzana, miembros de aquélla. Hacía un invierno crudo, y el camino estaba absolu- tamente intransitable. Miguel Samper había com- prado alpargatas en previsión de que tendríamos que desmontarnos algunas veces, y no juzgando bastante esa precaución, también negoció con el primer peón de á pie que encontró á la entrada del monte, un nudoso bastón de cañaguate, con fuerte recatón de hierro en su extremo inferior. Con esas dos maqui- narias se juzgaba capaz de salir avante en todos los malos pasos ; pero, al llegar á las casas del Salitre, el fangal era tan profundo y pegajoso, que no se podía avanzar ni retroceder, ni quedarse quieto, sin peligro de correr la misma suerte que el Sir de Ravenswood, en uno de los romances de Walter Scott. — ¿Qué hacemos? — preguntó lleno de angustia. — Ponte las alpargatas, — le respondí. — Pero, ¿en dónde? si no hay cómo desmontarse. — Entonces, apóyese en el recatón del mandador^ replicó Máximo. — No, hombres, — dijo Miguel, con compunción, — el caso no es para chanzas. 32 EL BARRETÓN ANTIOQUE^O — Entonces voy á darte un barretón antioqueño para componer el camino. Y sacando una botella de brandy del cojinete, llené una vasija de coco hasta la cantidad de un cuarto de litro, y se la ofrecí. El ilustre economista X Y Z, jamás había pecado más que con agua de moras, y olvidando que en los grandes conflictos el valor ficticio puede suplir el valor real, á la vista de ese rubicán formidable se estremeció. — ¿Todo eso? — me preguntó; — mira que el brandy me mata. — No hay remedio, — insistí, — antes me parece poca la dosis. Agotó en silencio la copa tan fatal á los perjuros, haciendo algunos pucheritos semejantes álos de San- cho con el bálsamo de Fierabrás, y dando luego un gran suspiro : — Y decían que era un paseo muy agradable el que veníamos á dar, exclamó. Seguimos luego su ejemplo, y yo no sé : el hecho es que sin saber cómo nos encontramos en el corredor de la casa del Salitre sanos y confortados. Allí, el dueño de ella nos informó que conocía la Trocha de Guayacundo, por terrenos de su propiedad, en una parte por donde, con unos pocos azadonazos, podría sacarse carretero el camino hasta Mave, y se ofrecía á guiarnos por ella. — Pues vamos á Guayacundo, — dijimos á un tiem- po. Eclie usted adelante. Nuestro propietario cabalgaba en un potro rosillo, á cuyo legitimo dos y do$f daba él el calificativo de EL SALTO DE LÉUCADES 33 niagníQco trochado : abrió con elegancia una puerta de golpe, soltó la trocha del rosillo, y después de atra- vesar una pequeña meseta cubierta de fina grama, le vimos desaparecer por una falda de 45 grados sobre una greda carretera, con la velocidad de una locomo- tora de alta presión : en la falda quedó marcada una sola huella de la doble paralela que, estirando los bra- zos y doblando las piernas hasta posar las ancas en el suelo, había formado el rosillo en una extensión de cuarenta varas. Oi en ese momento una voz lamentable que detrás de mi decía : — ¡Saalvaadorl Era el mismo X Y Z. — Saca otra vez el barretón, me dijo. Saquélo, y sintiendo no tener una oveja negra que sacrificar á los dioses infernales, hicimos en silencio una triple libación, después de la cual nos arrojamos, menos desesperados que Safo, al salto de Léucades. Gracias á la influencia del valeroso elíxir, sobre nues- tras muías, salimos con vida, visto lo cual mi amigo, en quien se habían despertado conocimientos ra- ros de ingeniería, opinó que, á la verdad, debía- mos cambiar por allí la dirección del camino de Occi- dente. — Sí ; pero entrando por el cuello de la botella, — modificó Máximo. Algún tiempo después bajaba en dirección á Vi- lleta, con el mismo ingeniero que tan alta idea se había formado de la desviación propuesta, y al pasar por Mave alcanzamos á ver, en uno de los cerros hacia 34 VILLETA la derecha, un gran derrumbo, hacia el cual le llamé la atención. — Será, — me dijo, — la trocha de Guayacundo, se ha carreteado hasta Riodulce. Villeta ha progresado poco en el medio siglo trans- currido desde que por primera vez la conocí : quizás no son fértiles los terrenos de su comarca ; el comején ataca las maderas de las habitaciones y destruye las casas á vuelta de pocos años, sin que se haya podido encontrar para reponerlas, como en Medellín, ese famoso comino crespo ii otra madera inatacable por los insectos, que allí ha salvado de la ruina su bello y cómodo caserío. Con excepción de los trapiches de Payando, el Bagazal, y Cune, en los que, — tal vez por falta de abonos, ó quizás de otras plantas indus- triales que permitan introducir rotación de cosechas, — la caña de azúcar lucha con el agotamiento del suelo, acrecentado con el gran declive de las lomas en que se la siembra, no hay en el Distrito, inmediatas al ca- mino á lo menos, otras haciendas notables. Como lu- gar de veraneo para los habitantes de la ciudad y de la Sabana de Bogotá, los deliciosos baños del río de Villeta y los del Riodulce en el Bagazal, las frutas de tierra caliente, que se encuentran allí sazonadas y frescas, y sobre todo, el carácter sencillo, benévolo y hospitalario de sus pobladores, deberían atraer un número mayor de familias. En el hotel del señor Gustavo Scioville, á la en- trada de la población, encuentra el pasajero cuartos EL ALTO DEL OBISPO 35 confortables, hamacas ya colgadas, mesa abundante y aseada, forraje para las caballerías, vinos y artículos de rancho, en variedad, y un servicio satisfactorio : en él se puede pasar muy bien una noche, y aun también una ó dos semanas de tregua á las destempladas llo- viznas de junio y julio en Bogotá. Las cuatro leguas que median entre Villeta y Gua- duas son en 'extremo fatigosas, divididas entre tres subidas y dos bajadas. La primera de aquéllas em- pieza en las calles de Villeta y termina en el Alto del Obispo, nombre que se debe á la muerte que allí en- contró el arzobispo de Caracas, doctor Ramón Igna- cio Méndez, con la caída de la muía que lo conducía sobre la durísima roca que asoma á la superficie del suelo, en 1834. Dura le fué la suerte desde los co- mienzos de su vida hasta el fin de ella. Fué uno de los sacerdotes que abrazaron con calor la causa de la Independencia desde 1810, y por ella sufrió de los españoles persecución y destierro ; fué en seguida miembro del Congreso Constituyente de Cú- cuta y elevado después á la silla arzobispal de Cara- cas. En 1824 concurrió al Congreso de Colombia, y en la acalorada discusión de la ley de Patronato, gran- demente enojado con las opiniones expresadas por el doctor Diego Femando Gómez en sostenimiento de la regalía del Patronato por el Gobierno republicano, como sucesor en los derechos de la monarquía espa- ñola, al levantarse la sesión dio al orador liberal una terrible bofetada. El ofendido, no satisfecho con ex- presar el concepto de que el « Prelado de la Iglesia había defendido las pretensiones de ésta, no con la elo- 36 EL PETAQUERO cuencía de un Crísóstomo, sino con la fuerza muscular de un buey », pidió, y obtuvo su expulsión del Senado. Diez años más tarde, durante la Administración del general Páez, habiéndose negado á obedecer la ley de Venezuela que abolía el fuero eclesiástico, fué juz- gado y sentenciado á destierro. En el curso de su expatriación vino á encontrar tristemente el fin de su azarosa carrera. No era para él extranjera esta patria que había ayudado á fundar : aquí hubo dolor sincero para su desgracia : pomposas y concurridísimas exe- quias recibió en la Catedral, y sus restos yacen en el Cementerio público, cercanos á los del señor arzo- bispo Herrán. Pasando el Alto del Obispo, unas cortas laderas al rededor de un empinado cerro, y una meseta en la cual se atraviesa tres ó cuatro veces la quebrada de Cune ó de San Pedro, empieza la subida del Peta- quero, nombre ominoso á la verdad. En la subida á veces se emplean dos horas mortales, si el fletador de la bestia no ha medido bien, como ordinariamente sucede, la cantidad de muía que da en flete. Sisifo empujando su peñón legendario á la cumbre del cerro,, apenas daría una pálida idea del tormento que oca- siona empujar á una muía petacona por la cuesta de Petaquero arriba. Si el aeronauta mejicano, señor Guerrero, quisiese establecer allí una línea de sus globos para verificar el ascenso hasta el Alto deí Trigo, seguro estoy de que no le faltaría clientela. El espíritu, fatigado con esa mortal subida, encuen- tra reposo al trasponer la cumbre en la frescura del clima, que no pasará de IS** centígrados, y en la con- LAS TIBAYES 37 templación del valle de las Tibayes, que se presenta inmediatamente á la vista. Fórmalo una cuenca de poco más de una legua de largo y dos kilómetros de ancho, á lo más, en su parte superior, con unos dos- cientos metros de profundidad, á cuyo fondo des- ciende por una tendí4a. y amena falda salpicada de pobres habitaciones campestres. El suelo está des- montado, y cubierto de verde grama, excepto al rede- dor de los hogares en donde, en una pequefta- ariMe^ da, forman contraste el verde-cl^ro de los sauces Con la tinta oscura de los cajetas y los aguaCaies'. Debajo de ellos sombrea apacible el manso buey, socio del hombre en sus humildes faenas, ó trisca el corderíllo inocente, y en sus ramas busca abrigo, exhalando sus últimos gorjeos, una nube de pajarillos multicolores. A la caida de la tarde tiene este paisaje una belleza melancólica indecible : el sol se. oculta majestuoso A^ irás de los grandes robles que coronan la cumbre opuesta del Raizal; en lo alto brilla el azul del ñrma- mento, cubierto á trechos por leves nubéculas de oro y carmín ; sobre la tierra avanza á grandes pasos la som- bra de la tarde anunciando á los habitantes de la tierra, como á los del aire, el descanso de la noche ; la cual desciende comp.una bendición que lleva la calma y la paz de la naturaleza al alma del hombre. Invo- luntariamente vienen á la memoria estas estrofas de Lamartine : < Ah! c*e8t lá qu'entouré d*un rempart de verdure, D'un horizon borne qui 8«íflt á mes yeux, J*aime á ñxer mes pas, et^ seul dans la nature, A n'enteiidre que l'oade, á ne voir que les cieux. 38 GUADUAS « J*ai irop vu, trop sentí, trop aimé dans la vic ; Je viens chercher vivant le calme du Lélhé ; Beaux lieux, soyez pour moi ees bords oCi Ton oublie : L'oubli seul désormais est ma felicité. « Tes jours sombres et courts comme les jours d'automne Déclineot comme Tombre au pcnchant dos coteaux. L'amitió te trahit, la pitié t'abandonne, Et seul, tu descends les sentiers des tombeaux. c Mais la nature est \k qui t*inv¡te et qui t'aimc ; Plonge-toi dans son sein qu'elle t'ouvre toujours. Quand tout change pour toi, la nature est la méme, Et le méme soleil se leve sur tes jours. » {Le Vallon.) Desde el fondo de este vallecito, una subida de 175 metros verticales, divididos en unos 700 li 800 de trayecto, conduce á la cumbre del cerro del Raizal, á cuyo pie, 750 metros más abajo, demora la pequeña ciudad de Guaduas, la segunda en población en Cun- dinamarca. Su caserío de teja, muellemente recosta- do sobre la falda del cerro, extiende su pie hasta las orillas de un riachuelo, cubierto de guaduales en unas partes, y de árboles frondosos en otras. Ocupando el punto medio de un valle de unas dos leguas de Inrgo, con una anchura que varía desde un cuarto hasta tres cuartos de legua, y rodeado por todas partes de coli- nas suavemente redondeadas, la vista se recrea en pai- sajes risueños por todos lados. Una quebrada que baja del oriente baña uno de los costados del pueblo, y algunas casas de campo, blanqueadas y alegres en otro tiempo, hoy algo maltratadas por los años, la rodean en diversas direcciones. El paisaje, la situa- ción, y el clima, recuerdan no poco á Medellin, la bella y rica metrópoli antioqueña. GUADUAS 39 Parecióme Guaduas algo en decadencia : vi al paso casas en ruina y el aviso de mal agüero : se veiide esta casa^ podia leerse sobre la pared de algunas más. El simpático hotel del Valle, en donde se disfru- taba agradable fresco durante el dia y cómodo descan- so durante la noche (merced á los solícitos cuidados de su propietario, el señor Ramón Leiva, y de su se- ñora) ha sido últimamente trasladado de la orilla del río, en donde la casa estaba rodeada de jardines y grandes árboles, á la parte alta de la población, á otro local, cuyas comodidades no conocemos, pero que tie- ne al frente también un hermoso jardín, formado por el célebre escritor y hombre de Estado, doctor M. Mu- rillo, quien solía pasar en esa ciudad frecuentes tem poradas. Las familias de Acostas, Gutiérrez, Samperes y Guzmanes, eran distinguidas en Guaduas, la primera por el señor general de ese apellido, historiador ve- rídico y estudioso de la conquista y colonización del Nuevo Reino de Granada, — y padre de la distinguida escritora, viuda del asimismo eminente escritor señor José María Samper, — y por el coix)nel don José María, cuya hospitalidad con los viajeros no tenia límites ; las otras tres eran muy conocidas por la la- boriosidad, honradez y benevolencia de los miem- bros de ellas. Ya casi han desaparecido, en parte por emigración á otros lugares. Al salir del poblado se pasa el riachuelo por un puente de hierro, que también se debe á la inicia- tiva del señor Nepomuceno Santamaría ; puente que ha facilitado los viajes y el tráfico del camino, pues 40 TUSCULUM las avenidas del rio eran frecuentes y peligrosas, hasta el punto de detener por dos ó tres días el paso de los viajeros y el de las cargas. A pesar del puente, el día anterior al de mi paso, siete personas habían encontrado la muerte en una avenida repentina del rio. Era domingo; los campe- sinos regresaban del mercado á sus casas, montados en caballos sedientos y acostumbrados á beber en el rio, á la salida. Las orillas de éste son formadas por bancos altos de arena deleznable, al través de los cua- les una entrada angosta y pendiente da acceso á las aguas, en las que, sin tener noticia de la creciente, las bestias y sus jinetes fueron arrebatados por las olas« A pocas cuadras del puente se lee encima de una gran portada : TUSCÜLUM. Detrás de ella, un cafetal en buen estado, y por en medio de él, un camino bordado de grandes árboles frutales conduce á una casa pajiza de aspecto alegre y aseado, rodeada de jazmines y beliisimdi, alternadas con canastillas de magníQcas orquídeas. Esta casa pertenecía también al doctor Murillo, quien, con ese nombre, mostraba su veneración por el gran patricio y orador romano, cuyo último aliento fué el último de la República. En seguida empieza el ascenso de una cuesta cuya altura vertical, sobre el plano de Guaduas, alcanza á 400 metros, ó poco menos. Desde la cumbre se goza de una espléndida vista sobre la Cordillera Cen- tral, las llanuras de Mariquita, los valles del alto Mag* EL CONSUELO 41 dalena y el curso do este rio, que se distingue en un largo trayecto. Es una de las vistas más extensas que sobre una parte poblada de nuestras montañas puede gozarse en los Andes colombianos. Este sitio tiene 1,100 metros de altura sobre el Magdalena, y á veces, contemplando desde allí limpia la bóveda azul, se ven las nubes y se oye el retumbo del trueno debajo de nuestras plantas, y, cuando el viento disipa el velo de esos espesos cúmulus, aparece la tierra surgiendo, como por primera vez la creación del seno del caos, según la tradición mosaica. Del mismo espectáculo se goza desde el corredor de la casa de El Consuelo, media legua adelante ; posada en la que, ordinariamente, se almuerza cuando se va de Guaduas hacia Honda, ó se pasa la noche si el viaje se hace en sentido contrario, cuando la partida de Honda se efectúa después de medio día. Más consoladora es la posada á la subida, porque en ese sitio, á 1,000 metros de altura ya sobre el ni- vel del mar, se siente una temperatura agradable y se descansa por primera vez del calor sofocante del Mag- dalena. Por lo demás, difícil fuera encontrar grandes comodidades en un albergue visitado por tan reducido número de viajeros como el que transita por allí. Arrieros y traficantes muy pobres son los huéspedes habituales, cuyos consumos no dan para cubrir el gas- to de habitaciones amplias, aseo esmerado, buena me- sa y lechos cómodo^ y abrigados. Los viajeros fran- ceses, sobre todo, que en nuestros caminos quisieran encontrar las comodidades de París, piden una cosa imposible. 42 EL CONSUELO Del Consuelo en adelante empiezan los calores de la zona tórrida en una bajada pedregosa á trechos, llena de fangales profundos en otros, que reclaman del pasajero paciencia y resignación verdaderamente cristianas : la sed mortiQca; el sol lanza rayos de fue- go en progresión tan incesante, que k parecería que despavesan », exclamaba una vez Bernaixio Pardo; las bestias empiezan á dar señales evidentes de fatiga y las vegas ardientes del rio amagan con no tener fin. Al cabo se llega, por entre los rieles de un ferrocarril que no duró dos años siquiera, á unas barracas y ban- queos que muestran el lugar en que una barca trans- porta los pasajeros á la orilla opuesta del Magdalena, de donde no pasaremos por hoy. CAPITULO V REFLEXIONES GENERALES Estado general de la población á lo largo de la vía. — Atraso de ésta. — Cultivos que pudieran acometerse. — El plátano. El maíz. — El cnsilaje de maíz. — El árbol de pan. — La palma de dátil. — La palma real. — El cacao. — La viña. — Malos sistemas agrícolas de la actualidad. — Los arren- damientos á largo término. — El mctayagc. — Observa- ciones generales. Recapacitando, en esos primeros momentos de des- canso que el viajero concede á su humanidad des- pués de una jornada penosa, en lo que ha visto du- rante el dia, lo primero que viene á la mente es lo ausencia de industrias en la población establecida sobre el camino. Casas pajizas sin comodidad, en la general medio derruidas ; pequeñas dehesas de grama ó de pastos de guinea ó de para, mal conservadas, sin cercas seguras y casi nunca provistas de agua para las bestias ; ventorrillos en donde, sobre un mostrador sucio, se expende chicha, guarapo y licores alcohó- licos; algunas gallinas, y marranos provistos casi siempre de hediondos y malsanos fangales en la ve- cindad misma de las habitaciones ; víveres escasos y caros por donde quiera ; he aquí lo que se presenta á la vista desde Agualarga hasta Honda,, y lo que ex- 44 PROGRESO MUY LENTO plica el aspecto haraposo y la escuálida miseria de la población campestre. Los forrajes son absolutamente insuficientes para proveer á la alimentación de las bestias en que se transita, y muy raro es el lugar en que se encuentra modo de dar un pienso de maíz, caña ó siquiera de pasto fresco á la caballería; más raro aún el sitio que ofrezca leche fresca, frutas, ó á lo menos agua potable para saciar la sed ; punto menos que imposible encon- trar una bestia de refresco, para cambiar la muía fati- gada ; inútil tender la mirada en busca de la chime- nea de alguna fábrica ó de las aspas de un molino de viento, de algo que indique la aplicación de las fuer« zas de la naturaleza en ayuda del trabajo del hombre. Desde Agualarga hasta Chimbe pudiera cultivarse con buen éxito la manzana, la pera, el durazno, quizás el olivo y el almendro ; pero sí de seguro la morera, alimento del gusano de seda. La manzana, la pera y el durazno tienen en Bogotá precios fabulosos : hemos oído que se ha llegado á pagar ¡ S 30 ! por una manzana, $ 1 por una sola de ellas ^s accidente harto común, y á $ 0-10 ó S 0-20 cada una, no seria despre- ciable el consumo de las de calidad algo superior á la ordinaria ; de S 0-30 á $ 0-50 es el precio no discutido de una pera, y un buen durazno sólo se encuentra como regalo y en prueba de mucha estimación. La ciruela europea se come muy rara vez, excepto pasa y comprada á precio veinte veces mayor que en el Viejo Mundo. Todo eso se produce muy bien en la zona de 1,600 á 2,200 metros sobre el nivel del mar, que es la altura de los terrenos mencionados arriba. PRODUCCIONES POSIBLES 45 Una huerta de una fanegada de extensión, cultivada de buenas frutas, darla, con la pequeña, pero cons- tante labor que puede suministrar una familia de cinco á seis personas, desde $ 300 á S BOO por año de renta neta. La cosecha de manzanas debe representar muchos millones de pesos en los Estados Unidos, pues recor- damos haber leído que la de un solo condado, en el de Nueva-York, se estimaba en más de ocho millones, y en el de California se espera que en breve la de pe- ras, uvas, ciruelas, naranjas y duraznos, reemplazará en importancia á la producción de oro, medio agotado ya en los lavaderos (1). En Francia — aparte del con- sumo que todos conocemos, mucho más extendido allí que entre nosotros, pues constituye una parte del alimento diario de las familias — se emplea la man- zana en grande escala en la fabricación de la sidra, bebida que empieza á hacer las veces de vino, y que nosotros consumimos no pocas veces con el presti- gioso nombre de champaña. El plátano, la higuera y la viña serían producciones que pudieran dar amplia remuneración al trabajo de las poblaciones colombianas en la región de que vamos tratando. Si, pobres como somos, pagamos de $ 1 á $ 2 por libra de uvas, ciruelas é higos pasos, ¿no pudiéramos esperar que el europeo pagase también un precio equivalente por nuestros plátanos pasos y por las conservas, — preparadas de una manera más (1) En el censo de 1890 se estima ya en más de S ao.000,000 la producción anual de estas frutas. 3. 45 EL PLÁTANO aceptable al gusto de esos pueblos, — de las guaya- bas, los mangos y otras frutas casi silvestres de nuestra zona ? Los propietarios de tierras pudieran imponer como una de las condiciones del arrendamiento, la forma- ción de una manga de pasto, de una huerta de fru- tales ó de un encerrado de árboles de café ; pero bajo promesa escrita y fielmente cumplida, de pagar un precio equitativo por esas mejoras en caso de ser des- pojado el arrendatario. En las tierras calientes, como las de Villeta al Magdalena, son innumerables los nuevos cultivos que pudieron establecerse. El del plátano , sobre todo; no para consumirlo fresco solamente, sino para secarlo, reducirlo á polvo, conservarlo, y transportarlo como harina alimenticia de primer orden. El plátano domi- nico, entre todas las variedades de esta familia quizás la de más abundante producción, y las diversas clases de guineo, no exigen, como el hartón, tierras bajas y ricas en humus y sino que pueden cultivarse en las faldas de los cerros ; de lo que puede verse ejemplos indudables en las inmediaciones de Tena y en los de- clives que de La Mesa descienden con pendiente m- pida hasta el Bogotá. En la forma de harina, este ve- getal privilegiado, — que en igual extensión de tienda rinde una cantidad de sustancia alimenticia muchas veces mayor que el trigo, — pudiera entrar en la ali- mentación humana con mil preparaciones diversas, y á la. vez pudiera ya ser transportado á los mercados más distantes. Toda la dificultad consiste en la expe- rimentación del medio más adecuado para secarlo, Kls KNSILAJR DEL MAÍZ 47 ya sea al simple calor del sol 6 empleando el artificial de los hornos. £1 cultivo del plátano en las lomas, aparte de sus productos, serviría para conservar en la tierra la capa vegetal, que las lluvias arrastran en el suelo desnudo; para defenderlo de la acción desecadora del sol ; para prevenir la formación de grietas que luego determi- nan esos formidables torrentes de las montañas que llevan la esterilidad á los valles más fértiles. El maíz, no ya tan sólo para cosechar el grano, sino para explotar la caña, — bien exprimiéndola para la fabricación de. miel, y aun quizás de azúcar, pues algunas variedades de esta planta son muy ricas en sustancia sacaiúna, — ora conservándola fresca como forraje para las bestias, por medio del procedimiento de ensilaje. Éste, usado ya extensamente en Francia, Bélgica, Inglaterra y Alemania, es en extremo senci- llo. En una alberca de cal y canto, de cuatro metros de largo por dos de ancho y otros dos de profundidad, se deposita la caña de maíz, cortada en tajadas de medio centímetro de espesor, hasta media vara de al- tura sobre los bordes de la alberca, y cubierta con una capa de tamo ó de aserrín : encima se colocan ta- blas cuyo largo cubra el ancho del montón ; sobre las tablas se ponen vigas gruesas en sentido longitudinal, comprimiéndolo todo grandes piedras, cuyo peso re- presente de 500 á 1,000 kilogramos por metro cua- drado. Con este procedimiento, la caña del maíz (y cua- lesquiera otros pastos) puede conservarse fi'esca hasta por dos años. Al retirarla de alii para darla á los ani- 48 LA PALMA DE DÁTIL males, conviene humedecerla ligeramente y dejarla fermentar en pequeños montones durante doce ó vein- ticuatro horas, según la temperatura del día. En este estado ya, es el forraje más rico en potencia ali- menticia, que se conoce en el mundo. Entre nosotros pudiera emplearse, haciendo uso^ie los antiguos es- tanques de añil, debidamente reparados; y su propa- gación seria uno de los progresos más fecundos en la agricultura del país, quizás de mayor importancia que la introducción de los pastos de para y de guinea que han más que triplicado el valor de las tierras ca- lientes en los últimos cuarenta años. El árbol de pan, es un adorno para las huertas y jardines ; da un aspecto oriental muy bello al paisaje, y proporciona en su fruta un sucedáneo de la papa, abundante en cantidad y de producto permanente. Prefiere las tierras húmedas de la orilla de los arroyos y de la vecindad délas vertientes. Algunas de sus va- riedades pudieran ensayarse como sombra para el café. La palma de dátil, propagada por los árabes en toda la costa norte de África y en la del Mediterrá- neo, en España ; la palma de dátil, esa odalisca del reino vegetal, muestra del amor á lo bello entre las poblaciones del desierto, es también una planta indus- trial importante. Su racimo anual, medianamente cultivado, puede dar cincuenta libras de fruta, que entre nosotros equivaldrían á $ 25 anuales ; pero que en los lugares en que abunda, vale no menos de S o á S 10; smiia no despreciable en el presupuesto de ren- tas (le una familia pobre, ó como elemento de avalúo de una casa ó de un campo. El dátil ha sido uno de LA PALMA DE VLNO 49 los factores que han entrado en la creación del caballo árabe, y es la comida favorita del camello. Por muy servidos nos daríamos si aquí, como en España, entra- se en la alimentación tanto del pobre como del rico; pues es un alimento sano, muy agradable y aun adop- tado en la terapéutica como dieta especial en cierta clase de enfermedades. Casi otro tanto puede decirse de la palma de coco y la cual rinde además el material de una vasija en extre- mo durable, susceptible de gran pulimento, y la materia textil de una alfombra superior en calorisidad, duración y baratura al esparto, ya muy escaso entre nosotros. El vino y el aguardiente de la palma real ó de cuesco ^ son productos que en las islas Filipinas se computan en cantidades considerables, y cuyas propiedades tóni cas son verdaderamente asombrosas: el follaje de esta palma forma un techo fresco y económico en las tierras calientes ; el cuesco es un alimento superior para el cerdo, y acaso la almendra interior, tostada ó cocida, pudiera ser un plato delicado para el hombre Si en ella se encontrase aceite como en la del coroso, ese sería otro aspecto industrial no despreciable. No ha llegado á mi conocimiento ningún ensayo formal de plantaciones de cacao en todo este camino de Honda y se me figura que en las orillas del Rio- negro, desde cerca de Sasaima, en el valle de Guaduas y en las orillas de la quebrada de Tocuy, pudiera pro- ducirse. Ningún artículo como el cacao presenta el aliciente de consumo indefmido y precios tan altos como el de $ 0-40 libra, á pesar de que su manipula- lación es mucho más sencilla que la del café. 50 LA VINÍA La viñaj en íin, es una planta que promete un gran porvenir en América, en estos momentos en que una enfermedad, contra la*que ha luchado inútilmente la ciencia europea, amenaza destruirla en el antiguo mundo. Sus productos alcanzan entre vinos, licores y su uso como fruta de postre, á más de ochocientos millones de pesos anuales. En Europa y en África se la cultiva desde los 38* hasta los 28° de latitud norte siendo los vinos obtenidos entre los 28'* (isla de Madera) y los 36* (Málaga, Chipre y las islas Jónicas), es decir, en climas semitropicales, los más estimados por su sabor, duración y fínura naturales. En América se la ha cultivado con buen suceso en el Ecuador y el Perú, en la zona tropical, y entre nosotros se produce desde la orilla del mar hasta 1,800 metros de altura. Las uvas de Tocaima son casi tan dulces y ricas en jugo como las de Málaga; pero se cree que la vinificación puede hacerse con más ven- taja en los climas templados de 18 á 22<» de tempera- tura media, á los que son equivalentes los de las faldas de los Andes entre 1,500 y 2,000 metros de altura. Si con el vino producido á bajo precio pudiese reempla- zarse la chicha embrutecedora, y el aguardiente de caña autor de tanta infelicidad domestica, muertes prematuras, crimenes, y degeneración de la especie, se obtendría un progreso moral y material, de alcan- ce incalculable. Acaso el valle de las Tibayes ó los del Cantón de Cáqueza serian territorios adecuados para una experimentación seria en Cundinamarca. Me in- cUno á crecer que una suma de $ 5,000 empleada anual- CAUSAS DI2L ATRASO 51 mente, durante veinte años, en conceder premios á los que mejores resultados vayan obteniendo en el cultivo de la\'iña y en la fabricación de vinos, despertaría un interés nacional y aceleraría la solución del problema. Objetos en que pudiera ocuparse el trabajo humano sobre la tierra hay, pues, muchos ; pero no se hace uso de ellos : la tierra permanece inculta y el hombre miserable. Este divorcio entre la naturaleza y el hombre, esta parálisis industiíal de que parecen atacadas nuestras poblaciones campestres, constituye un problema so- cial que merece estudiarse. Es indudable que hay mucha más tierra apropiada de la que los propietarios pueden cultivar por «i mis- mos ; fenómemo que se observa en todos los pueblos conquistados, que deben á la feudalidad el origen de su organización social. También lo es que esta forma de propiedad territorial, fundada en el despojo ó en el privilegio presenta obstáculos para el cultivo de las tierras y da origen á inmensa desigualdades so- ciales, como se nota en la mayor parte de los países europeos. Empero, costumbres antiguas ó instituciones nue- vas han remediado, en parte, ese mal ; pues el propie- tario cede á un industrial el cultivo de las tierras que no puede ó no quiere cultivar, mediante un arrenda- miento por largos afwSy como sucede en Inglaterra ; ó por medio del cultivo por terceras personas en pai'ti- cipación de utilidades {tnetayagé) con el propietario, usado en Francia. 52 EL METAYAGB El arrendamiento por periodos de diez hasta cin- cuenta años, usado en In^aterra, concede ai arrenda- tario una seguridad relativa, que le permite ejercitar su industria y aun invertir capitales en tierras ajenas, para indemnizarse por largos años con el goce de los terrenos cultivados. La dificultad relativa al valor de las mejoras al terminar el arrendamiento, constituye el conflicto que en la actualidad se debate en Irlanda; pero esa dificultad es sólo relativa. El cultivo medianero ó en participación de utilida- des, presenta igualmente inconvenientes graves ; pero, en fin, abi*e la posibilidad al trabajo del hombre sobre la tierra, y cada dia se perfecciona por medio de con- tratos en que entran cláusulas más y más equitativas. Entre nosotros no existe nada de eso. El arrenda- miento por largos años es casi desconocido, pues no excede el plazo, cuando interviene contrato, de tres á cinco años ; pero lo general, lo más común es que el arrendatario queda á merced del propietario, el cual sube el precio del arrendamiento áy medida que el cul- tivo y las mejoras aumentan el valor de la tierra, ó despoja al cultivador por los motivos más ligeros. Re- sulta de aquí que el arrendatario y el propietario tie- nen intereses opuestos y que casi siempre son enemi- gos ; que el arrendatario se limita á los trabajos más primitivos, á derribar el monte para gozar de la ferti- lidad del suelo virgen, sin cuidarse de mejorar los terrenos, ni de construir habitaciones, ni de poner en la tierra nada que no pueda llevarse consigo el dia en que cese el arrendamiento. El resultado final de este sistema es doble : por una parte, la destrucción de los IMPRESIÓN FINAL 53 bosques; por otra, una situación con la que puede caracterizarse la generalidad de nuestras tierras : El rastrojo. Eso es lo que, con excepción de algunos pequeños parches bien cultivados por los propietarios mismos, se ve desde A^ualarga hasta Honda. Contra ese mal me atrevo á proponer un solo re- medio : arrendamientos por largos años, con cláu- sulas bien estudiadas y equitativas acerca del valor de las mejoras. Un progreso tardío, pero al fin progi'eso, pude observar en el camino : ya se acostumbra poner he- rradura á las bestias de carga, condenadas antes al suplicio de horribles dolores en el casco desnudo y ablandado por los fangales, sobre el lecho de piedras desiguales en gran parte de la vía. Pero en cambio la economía no siempre misericor- diosa, de los introductores, ha aumentado el peso de las cargas desde 112 hasta 160 y aun 180 kilogramos; peso desproporcionado á las gradientes de 20 hasta 35 por 100 que dominan en toda la linea, sobre todo entre Guaduas y Villeta, excesivo para el piso des- igual y para los profundos fangales del invierno. Los transportadores debieran cobrar el flete en propor- ción al peso de la carga, á tanto por arroba; pero seria mejor no aceptar ese peso abrumador. Hasta las muías debieran tener derechos individuales... Resumiendo la impresión general de este trayecto en relación con mis recuerdos de cincuenta años 5'i OTRO CAMINO atrás : la ciudad de Bogotá Im triplicado en población y ganado mucho en riqueza y cultura ; pero su caserío actual es insuficiente, escaso en provisión de agua y totalmente falto de aseo. La Sabana ha triplicado también el valor de sus tierras, mejorado grande- mente sus crías de ganados y encontrado en el trigo barcino una variedad de éste menos expuesta á la enfermedad del polvillo, que tanta ruina ocasionaba entre los agricultores en el período de 1830 á 1850. Las faldas templadas de la cordillera han mejorado algo; pero las tierras calientes, desde Villeta hasta Honda, no han dado un sólo paso de progreso. Parece haberse compi'endido que la ruta actual al Magdalena tenia que ser abandonada en busca de otra más eco- nómica y comercial. Como las grandes ciudades no pueden sostenerse sino mediante el contacto fácil con un río navegable ó con el mar, ese es problema por resolver aún en Bogotá. Tiene ya dos trozos de ferro- carril construidos, en dos de los extremos de una de sus vías : falta saber sí los ligará entre si. CAPÍTULO VI EL MAGDALENA Sus divisiones naturales. — Alto Magdalena. — Magdalena central. — Bajo Magdalena. — £1 delta. — Población de todo el valle. — Ríos tributarios. Antes de proseguir viaje á lo largo de este río, creo conveniente dar algunas ligeras nociones acerca del territorio que hemos de recorrer. En mi concepto, el rio y el valle del Magdalena constituyen el organismo más importante de nuestro país, en la actualidad. Digo en la actualidad, porque en el porvenir surgirá otra región más importante tal vez en las grandes llanuras orientales, todavía desiertas y despobladas ; pero por hoy el valle del Magdalena es, sin contra- dicción, el rasgo prominente de la vida colombiana. Este rio y el Cauca, que le tributa sus aguas en la parte baja, nacen inmediatos hacia los 2^ de latitud norte, en el ángulo formado por la cordillera de los Andes al bifurcarse en sus dos ramos oriental y cen- tral, los cuales, separándose, forman un gran valle de cerca de 10* de latitud y 2* ie longitud, que ocupa una área de 10 á 12,000 leguas cuadradas. Aunque consti- tuye menos de la cuarta parte del territorio colom- biano, está ocupado por una población de algo más 56 DIVERSAS SECCIONES DEL TERRITORIO de tres millones de habitantes, ó trescientos habi- tantes por legua cuadrada. El resto de Colombia, formado por los valles del alto Cauca y del Atrato, la región montañosa de los Pastos, la costa del Pacifico, los istmos de Panamá y el Darién y las llanuras orien- tales desde la cordillera de los Andes hasta el Ñapo, el Amazonas, el Casiquiare y el Orinoco, ocupa una extensión de más de treinta mil leguas cuadradas, ha- bitada por poco más de un millón de pobladores diyer- samente distribuidos : numerosos en el nudo de los Andes de Pasto y Túqueres y en el valle del Cauca, muy diseminados en el Atrato, la costa del Pacífico y los istmos; muy escasos y todavía en lucha con tribus salvajes en las grandes llanuras del Oriente. El valle del Magdalena, — comprendiendo en esta denominación las faldas y mesetas de las cordilleras que lo encierran, — forma, pues, el núcleo ó cuerpo central de nuestro país, y es justo que, al dar noticias é impresiones de viaje en este rio, se agreguen algu- nas acerca de la topografía general, poblaciones é in- dustrias del territorio regado por él. En linea matemática, la del Magdalena sólo tiene nueve grados ó ciento ochenta leguas ecuatoriales de <»xtensión ; pero tomando en cuenta sus curvas nume- rosas, la extensión navegable alcanza á trescientas sesenta leguas, y se divide en tres secciones perfecta- mente distintas, á saber : El alto Magdalena, El Magdalena central, y El bajo Magdalena. , La primera es la parte de su curso comprendida LAS SECCIONES DEL RÍO 57 entre sus primeras vertientes y el Salto de Honda, ó sean las grandes corrientes que interrumpen la nave- gación y forman como una grada en donde el suelo del valle parece hundirse repentinamente á un nivel inferior. En esta parte recorre una linea de 150 leguas á lo menos. El Magdalena central forma la segunda parte desde donde el rio vuelve á ser navegable sin obstáculo, abajo de Honda, hasta el Banco, lugar en donde muere la coi'dillera central y el rio se bifurca en busca de las aguas del Cauca y forma la grande isla de Mompós. Extensión, 120 leguas. La tercera sección, comprendida entre el Banco y el mar, separa los Estados de Bolívar y Magdalena y es navegable por buques de gran calado por unas 90 leguas. En la parte inferior de ella empieza el delta, formado por el brazo ó caño de San Antonio, que se aparta hacia el oriente ú orilla derecha, en la población del mismo nombre, hacia Santamarta, y el que 6 leguas más abajo y 25 arriba de su desemboca- dura principal, se aparta en Calamar hacia el occi- dente ó ribera izquierda, en busca de la bahía de Car- tagena. Es navegable por vapores desde el mar hasta Nei- va, ciudad situada á 320 leguas de su boca; pero agre- gando la parte navegable de los brazos del delta y la de los tributarios superiores, lo es por más de 600. Enu- meraré algunas de las extensiones de estos últimos : Eli brazo ó dique de Calamar, por. . . 30 leguas. . El de San Antonio, incluvendo la Cié- naga, por 36 » 58 EXTENSIÓN NAVEGABLE El de Cuatrobocas 24 leguas. El Cauca, desde Tacaloa hasta Cáce- res, por 80 » El Nechi, hasta Zaragoza, y quizás hasta Valdivia, por 25 « El Cesar, hasta Chiriguaná y quizás hasta cerca de Valledupar 20 i. El San Jorge 25 » El Lebrija, hasta Puerto Santander. .16 v Sogamoso 20 » Caño de Paturia 10 », m La Colorada (ignoro). El Opón 20 > El Carare, hasta San Fernando. ... 25 > El San Bartolomé ó Caño de Regla. . El Nare, hasta Islitas 2 » El Río de la Miel (no explorado). El Rionegro (id.). El Saldaña, hasta el Paso del Gusano. 3 » Con algunos trabajos de canalización, estos ríos v algunos otros serian navegables por vapor en una ex- tensión doble de la actual, principalmente el Cesar y el San Jorge, en la parte baja; el Lebrija, el Soga- moso, el Carare, el Opón y el Nare, en la parte media, y el Saldaña en la parte alta. La navegación por vapor principia en la ciudad de Neiva, desde donde, hasta Purificación, en veinte le- guas de trayecto, es difícil durante el verano y ape- nas practicable en invierno por buques de poco calado y de mucha fuerza, pues las corrientes de diez ó doce millas por hora son de frecuente ocurrencia. Desde EL ALTO RÍO 59 la boca del Saldaña, rio que le tributa una gran can- tidad de aguas, la navegación hasta Honda es mucho más fácil : el lecho del rio está mejor encerrado entre bancos altos que preservan del peligro de inundación á la tierras ribereñas, las cuales están medianamente pobladas y cultivadas á favor de esta circunstancia. Con el empleo de no muy costosos trabajos en volar algunos peñones que se avanzan sobre el rio y produ- cen vueltas muy estrechas para los vapores, á la vez que en algunos diques laterales de corta extensión para prevenir los derramaderos en donde disminuye el fondo de la corriente, pudiera hacérsele navegable por vapores de mayor calado que el de cuatrocientas ó quinientas cargas. Hasta 1873 no se juzgaba ese trayecto á propósito para admitir embarcaciones de más de cien cargas, á causa, principalmente, de un peñón de la naturaleza indicada que se oponía al paso en el sitio de Colombaima, dos leguas arriba de Ambalema ; pero en ese año el señor Alejandro Weck- becker, volando algunos peñones en sólo cuatro pun- tos, probó con la introducción del vapor MoÜke, de más de mil cargas de capacidad, hasta Neiva mismo, que el alto Magdalena era mucho más navegable de lo que se creía. El atrevido explorador recibió tan sólo una compensación de $ 8,000 por este gran ser- vicio, en el cual empleó cerca de un año de trabajo é inutilizó, ó pocos menos, un vapor que valía más de S 60 000. A él se le debe la solución del problema de la navegación por vapor en la parte alta, empresa que inició en 1861 con un pequeño vapor, el primero que remontó ^el Salto de Honda, y con pena debo -decir 60 EL SALTO DE HONDA que en lugar de mostrarse generosos el Gobierno Ge- neral y el de Cundinamarca, han sido en extremo in- justos con él en éste y en otros asuntos. Con 100 ó $ 200,000 invertidos con inteligencia y persevemncia en la mejora del cauce de esta sección, el alto Magdalena podría formar un canal excelente y libre de todo peligro, tal vez hasta más arriba de Neiva. Como llevo dicho, en Honda, ya sea á influjo de un estribo de la cordillera que se prolonga al través del lecho del río, ó quizás de algún hundimiento natural del terreno, aquél forma aquí una especie de salto, y en seguida una serie de chorros impetuosos que hacen imposible, en una extensión de media legua, hasta Caracoli, y peligrosa por ocho leguas más, la nave- gación, hasta el Peñón de La Dorada ; y este obstá- culo dio sin duda origen á la formación de la ciudad de Honda. Se dice que en la media legua de distancia que separa á Honda de Caracoli, hay una diferencia de nivel de 14 metros. De Caracoli hasta La Dorada el rio describe un gmn número de vueltas estrechas, con chorros impetuosos en donde la corriente llega á la rapidez peligrosa de diez ó doce millas por hora, conocidos con los nombres de Quitapalanca, Roncoy, Mesuno, Perico, Guarinó, Vueltanueva, La Garcera, Yeguas, Conejo, Purnio y La Dorada, amén de otros cuyo nombre, poco parlamentario, no me es permitido mencionar. En este trayecto se ha perdido un número de ocho ó diez de los vapores que han navegado el río, ora por explosión de calderas, bien por golpes contra los pe- LA PARTE MEDIA 61 ñones de la orilla. En la primera época de la navega- ción por vapor, en 1824 á 1829, el señor Elbers nunca los hizo subir arriba de Conejo : en 1840 el vapor La Unión subió hasta la Vuelta de la Madre de Dios, y sólo hasta 1852 entiendo que el vapor Manzanares re- montó por primera vez hasta Caracoli. Hoy ese tra- yecto ha sido casi abandonado otra vez desde que,. en 1883, fué inaugurado el ferrocarril de La Dorada entre Honda y Yaguas, con el cual han sido evitados esos peligros. De La Dorada» en adelante la dificultad consiste en algunos regaderos y cambios en la corriente, de- terminados por los grandes árboles que el rio arrastra en sus crecidas, los que, deteniéndose con cualquier obstáculo, forman acumulaciones de arenas é islas en la mitad del lecho y obligan á las aguas á romper otro camino al través del bosque. Este accidente es común en la parte despoblada del rio, de Buenavista para abajo, principalmente arriba y abajo de la An- gostura de Nare, lugar en donde el río se estrecha considerablemente entre dos peñones, formando cómo es natural, un gran saco hacia la parte superior y un regadero en la inferior. También es frecuente abajo de la boca del Corare, rio de curso estrecho y tor- tuoso, de grandes avenidas en que arrastra gran can- tidad de árboles de los bosques espesos de sus már- genes. Pasada la boca del Sogamoso, el Magdalena ha recibido ya el concurso de las aguas de éste, el Opón, el Carare, el Nare, La Miel, el Rionegrp, el Guarinó y el Gualí, con los cuales el volumen del río es tan 4 62 CONFLUENCIA CON EL CAUCA. Considerable, que puede ser navegado fácilmente en toda estación, tanto de día como en las noclies des- pejadas, desde la boca de Paturia. Más abajo un fe- nómeno particular, producido por las Sierras Nevada y Tairona á la orilla del mar, induce un cambio de nivelación en el valle del Magdalena, y por consi- guiente en el curso de este rio. Del corazón de esas dos sierras, que no forman parte del sistema andino, nace el rio Cesar, el cual, en dirección contraria del Magdalena, corre de norte á sur hasta el Banco, y al unirse con éste, empuja y desvia la mayor parte de las aguas de su dirección sur-norte hacia el oeste, en busca del valle por donde trae las su vas el rio Cauca: desviación tanto más natural cuanto que desde Simití, por la parte contigua al Magdalena, y desde la boca del.Nechí, por la que avecinda al Cauca, ha terminado el levan- tamiento de la cordillera Central que separa los va- lles de estos dos ríos, y principiado la gran llanura que desde aqui se extiende hasta el mar. El hecho notable y digno del estudio de los geó- logos es, que la separación de la mayor parte de las aguas del Magdalena hacia el oeste sólo se ha efec- tuado de veinte años á esta parte, pues hasta 1867 ó 1868 todavía se navegaba por el brazo de Mompós, mucho más corto y recto que el de Loba, único nave- gado hoy. Los dos brazos del rio, que forman la isla de Mompós, existían desde siglos atrás ; pero la na- vegación de los champanes primero, y de los vapores después, se dirigía principalmente por el de Mompós hasta que, casi repentinamente, disminuyó tanto el EL BAJO MAGDALENA 63 fondo, que los vapores se vieron obligados á tomar la ruta del Cauca por el brazo de Loba. ¿Fué acaso esa perturbación obra de los terre- motos que en 1868 agitaron las entrañas de todo la América del Sur?... Unidos los dos ríos, su fondo, de más de veinte pies en toda estación, adquiere una anchura media de ochocientos metros, y permite el acceso á los va- pores del Océano hasta arriba de Magangué. De este lugar para abajo la navegación se hace de día y de noche, entiendo que con perfecta seguridad. La población de las orillas del río, que desde Honda hasta el Banco es muy escasa, vuelve á ser más numerosa hasta el mar. Los brazos del rio que más abajo se desprenden hacia el oriente y el occidente, á terminar el pri- mero en la Ciénaga de Santamarta, y el segundo en la de Matunilla, al sur de Cartagena, son en extremo tortuosos y el agua se riega en lagunas y manglares laterales, conservando poco fondo para la navega- ción. La gran masa de las aguas del rio se dirige por el cauce central á las bocas de Ceniza, en donde una barra aluvial obstruye el cauce del río en ocasiones dejándole apenas doce ó quince pies; pero hoy se dice que tiene otra vez cerca de treinta. El valle del Magdalena está cercado desde su naci- miento por dos de las grandes ramas de los Andes : la oriental, en cuyas faldas vive la mitad de la po- blación del Tolima y toda la de los departamentos 64 POBLACIÓN DEL VALLE (antes Estados) de Cundinamarca, Boyacá, Santan- der y Magdalena, que asciende á 2.200,000, así : Mitad oriental del Tolima 150,000 Cundinamarca. , 620,000 Boyacá 700,000 Santander 610,000 Magdalena 120,000 Total 2.200,000 La occidental del valle y sus vertientes, en donde reside la de la otra mitad del Tolima y las de Antio- quia y Bolívar, en número de poco más de 1.000,000 en esta forma : Mitad occidental del Tolima 140,000 Antioquia 560,000 Bolívar 320,000 Total 1.020,000 La banda derecha ú oriental es mucho más po- blada, como se ve, y sus grandes poblaciones están más inmediatas al río, del que sólo las separan dis- tancias de 12 á 30 leguas, mientras que las de Antio- quia, en la banda occidental, distan 40 y aun más á las veces, y están más inmediatas al Cauca que al Magdalena; pero el Cauca casi no es navegable en parte alguna del litoral de Antioquia, á causa de los saltos é impetuosas corrientes que determina su mayor altura sobre el nivel del mar, y la angostura de su valle, en el que las cordilleras Central y Occi- dental que lo limitan se acercan considerablemente, hasta tocarse en ocasiones. Resulta de aquí que An- POBLACIÓN DE LAS ORILLAS DEL KÍO 65 tiocjuia pertenece casi en su totalidad, por razón de los lazos comerciales, á la hoya del Magdalena. En el valle propiamente dicho de este rio solo vive una población de cerca de 700,000, distribuida asi : Tolima, en el alto Magdalena 240,000 Cundinamarca, poblaciones en una zona de 10 leguas 100,000 Boyacá 5,000 Santander 60,000 Magdalena 60,000 Antioquia 10,000 Bolívar 200,000 Total 675,000 Situadas en las tres partes del rio en la propor- ción siguiente : Alto Magdalena 340,000 Magdalena central 75,000 Bajo Magdalena 260,000 Reputo colocadas en el valle del Magdalena cen- tral unas pocas poblaciones de Antioquia, que quizás no alcanzan á 10,000 habitantes, en la orilla izquierda del río de la Miel, Nare, Puerto Berrío y San Barto- lomé ; de Boyacá, algunos leñateos en la ribera boya- cense y otras muy escasas en la hoya del rio Minero ; de Santander, algunas del Cantón de Vélez, desde la boca del Carare hasta San Fernando, las que recien- temente se han establecido en la parte alta del Chu- curí, que se dice pasan de 10,000, las de la parte baja del Lebrija, y las de Ocaña, casi en su totalidad. No considero pertenecientes al Magdalena las pobla- 4. (56 LAS CORRIENTES DEL RIO cipnes de Riohacha ni las de la antigua provincia do Valledupar, de Camperucho hacia el norte. Excluyo de la del Estado de Bolívar las que viven en el Sinú y en la costa del golfo de Morrosquillo. Tampoco com- puto entre los habitadores del valle los 60,000 habi- tantes del Tolinia, que viven en las faldas superiores de la cordillera Central. La parte poblada del valle principia á los 1,354 metros sobre el nivel del mar, que es la altura de Pi- talito; y esta altura va disminuyendo rápidamente en la primera parte del río, en donde éste es torrentoso é inútil para la navegación. En el Pital y Timaná, doce leguas más abajo, ya sólo es de 1,056 y 1,000; en Garzón y el Gigante, á ocho leguas de distancia, de 858 y 819, respectivamente : en Neiva, á menos de 20 leguas, en donde principia hoy la navegación por vapor, sólo es de 468. Marcaré la altura sobre el nivel del mar y la distancia recorrida por las aguas en los demás puntos navegables, como dato que ser- virá para apreciar las corrientes del río. ( Lugares. \ Entre Garzón y el J Gigante. Altura sobro i Distancia recorrida. el nivel del mar. Leguas de 5,000 metros. Metros. ( Orilla del río . • • • • • 715ReissyStabel Neiva 20 468 Codazzi. Purificación . . 3t) 369 Codazzi. Girardot. . . . 15 314 Cisneros. Guataquí. . . . 15 239 R. & S. Ambalema. . • 16 236 R. & S. Honda 20 200 R. & S. - Pasan. . . . 9tí LAS CORRIENTES DEL RIO 67 Lugares Vienen . . La Dorada. . . Nare Puerto Berrio . Bocas de Carare Boca del Sogamoso Distancia recorrida. Legnas de 5,000 metros. Altura sobre el nivel del mar. Metros. 96 11| 182 R. & S. 22| 131 R. & S. 11 127 Cisneros. 15i 124 R. & S. 17 88 R. & S. 48J 2 R. ór S. 37i 55 R. & S. 45 7 R. & S. El Banco. . . . Magangué • . . Barranquilla . . . Total desde Neiva, 30iJ (1) Como se ve, la corriente del rio entre Neiva y Pu- rificación tiene un descenso de 3.30 metros por legua. Entre Purificación y Honda una diferencia de 169 metros, en la altura, se reparte entre 66 leguas, es decir, á i^azón de 2.50 metros por legua. Entre Honda y La Dorada la diferencia de 18 me- tros, en la altura, se distribuye en 11 leguas, á razón (1) Las distancias en este cuadro, desde Honda para abajo, son tomadas del itinerario de los vapores en el río Magdalena, formado por la Compañía Colombiana de Transportes, Las alturas, que son puramente barométricas, y por consiguiente sujetas á algún error, son las publicadas por los señores Reís y Stübei, viajeros naturalistas alemanes, en 1868, por Codazzi y por Cisneros. Asimismo lo son las alturas entre Honda y Neiva, excepto la de esta última ciudad, que es tomada de las observaciones de Codazzi. Las distancias en esta parte alta, que no he encontrado en ninguna autoridad cientfñca, las doy como cálculos míos, y, por consiguiente, tienen muy poco ó ningún valor. Las distancias en el camino de tierra me son conocidas por los itinerarios de Codazzi, pero las vueltas del río son tan considerables, que aquéllas no pueden servir sino OJmo kNisede cálculo expuesto ¿ muchos enceres. 68 RÍOS TRIBUTARIOS de 1.64 metros por legua. Observaciones posteriores han creído encontrar en Honda, en la boca del Guali, una altura de 219 metros, es decir, 37 metros de dife- rencia de nivel, lo que daría 3.36 metros por legua. De la boca de Sogamoso á Barranquilla, en 130 le guas de distancia, la diferencia de altura es de sólo 81 metros, ó sea 0.62 por legua. Tributan al Magdalena más de 500 ríos v un sinnii- mero de quebradas. Mencionaré los ríos principales, di- vidiéndolos entre las dos orillas de oriente y occidente. Del oriente desembocan en el alto Magdalena : Sua- za, Rioneiva, Cabrera, Prado, Fusagasugá y Bogotá, Del occidente, Páez, Yaguará, Bache, Órganos, Saldaña, Totare, Cuello, Riorrecio, Lagunilla, Saban- dija, Guali y Guarinó. En el Magdalena central : Del oriente, Rionegro, Carare, Opón, La Colorada, Sogamoso y Lebrija. Del Occidente, el rio de la Miel, Nare, San Barto- lomé (llamado también Caño de Regla), Cimitarra y Moja. En el bajo Magdalena sólo el Cesar, al oriente y el Cauca y el San Jorge, al occidente ; pero éstos son ya grandes rios, que á su vez tienen tributarios impor- tantes. Además esa región tiene vías navegables al oriente en la Ciénaga de Santamarta y sus tributa- rios, y en el Ranchería, también llamado Calancala en su parte inferior, que se desprenden de las sierras Tairona y Nevada ; y al occidente, el Sinú, último desagüe de la cordillera Occidental. CAPÍTULO VII EL VALLE DEL ALTO MAGDALENA Recursos naturales. — Productos de la paja nacuma. — El cacao. — El tabaco. — Concentración de la propiedad del suelo. — El vicio de la embriaguez. —Las minas de oro y plata. — La mesa central de Cundinamarca. Como se ha visto arriba, el valle del Magdalena tiene una área de doce mil leguas cuadradas, poco más ó menos, de las cuales corresponden: Al alto Magdalena (aproximación) 3,000 leguas. Al Magdalena central 3,000 » Al bajo Magdalena 6,000 » La salubridad del clima, la fertilidad de la tierra y las facilidades de locomoción, explican por qué está más poblada la parte alta que la baja ; y las conexio- nes con el mar, por qué, á pesar de la mayor insalu- bridad del bajo valle, la población es allí más nume- rosa que en el Magdalena central. El valle está libre de pantanos é inundaciones ; es abundante en aguas corrientes ; no escaso de maderas (bien que la costumbre indígena de quemar las saba- nas todos los años, es una causa constante de destruc- ción inútil de los bosques) ; tiene grandes praderías 70 EL VALLE DEL ALTO MAGDALENA naturales para la cría de ganados ; es rico, si no en minerales de veta, si en aluviones auríferos, asi como en productos naturales de los bosques ; la proximidad de las cordilleras le permite gozar, en espacios redu- cidos, de la ventaja de climas variados desde 27** cen- tígrados de temperatura media en la orilla del rio, hasta 10 ó 12* en las faldas de los Andes, auno y otro lado. Asi, esta región ha sido el campo de produc- ciones variadas é importantes para el consumo inte- rior y para la exportación. La extremidad sur, en alturas de 800 a 1,500 metros sobre el nivel del mar, ha tenido la producción de cacao de superior calidad, en cantidades de 16 á 20,000 quintales por año, y la de sombreros de paja de nacuma por valores de mas de S 400 ó S 500,000 anuales. Las llanuras de pastos naturales déla parte media han desarrollado la cría de ganado vacuno en número de más de 500,000 reses, y de razas caballar y mular en guarismos considerables, no sólo para su comercio interior, sino para la provi- sión de las provincias vecinas de Bogotá y aun el So- corro y Cúcuta. En la parte inferior, que se aproxima al salto de Honda, se aclimató la producción de tabaco hasta llegar á valores de $ 2 á $ 3.000,000 anuales. La extracción de quinas en la cordillera Oriental, considerable en diversas épocas, alcanzó en 1880 á 1883 á sumas de más de $ 2.000,(XK) por año. El café prospera en las faldas de sus dos cordilleras, entre 1,200 y 1,700 metros de altura, y alcanza ya valores no despreciables. Y sin embargo, sea resultado del obstáculo que el Salto de Honda le presentaba para desarrollar su co- sus PRODUCCIONES 71 mercio exterior, ó bien efecto del estancamiento que producen en el espíritu las fáciles y productivas pero rutineras tareas de la vida pastoril, á que du- rante los dos primeros siglos de la colonización espa^ ñola estuvo casi reducida su población, ó también influencia del clima cálido y seco de sus llanuras que, dando á la vegetación un carácter áspero y duro, po- día también engendrar en el hombre una manera de ser poco flexible á las modificaciones de los tiempos ; el hecho es que los habitantes del Tolima han care- cido de expansión de ideas y no han sabido sacar.de todas sus facilidades naturales el provecho que era de esperar. Presentaré algunos ejemplos. La fabricación de sombreros de nacumay como he dicho ya, alcanzaba á más de medio millón de pesos, y proveía el sustento de más de tres mil familias en los distritos de Suaza, Naranjal y otros ; pero la moda de ese sombrero, antes muy extendida en las Antillas y el Brasil, no resistió la competencia de los de seda, de fieltro y de paja de arroz, más ligeros y baratos, pro- ducidos en Europa, y la exportación de ese articulo cayó. Pues bien ; no se ha pensado en dar á esa paja nacuma, tan flexible y de bonito aspecto, otra aplica- ción. Con ella hubieran podido hacer sombreros muy superiores á los que, adornados ligeramente con gasa, cinta, pluma ó flores artificiales, para señoras y niños, se importan del extranjero á los precios extravagantes de $ 20, S 30 y aun $ 50 cada uno. También se hu- biera podido hacer con ella defensas para el cuello y las espaldas^en los viajes por tierras calientes, quir 72 LA PAJA NACUMA trines ó bullarengues, capelladas para alpargatas, chi- nelas y aun botines, cachuchas ligeras, hamacas, asientos para sillas ó canapés, y tantos otros objetos en que ese tejido ligero, ventilado y de tan bella apa- riencia, pudiera tener aplicación. Contra viento y marea se ha perseverado en la fabricación de esos sombreros altos de copa, anchos de ala, desproporcionados al ta- maño de la cara humana, á la quedan un aspecto semi- salvaje y casi feroz, cuya moda me ha parecido uno- de los signos de decadencia de los tiempos presentes. Motivo de admiración es para mi que la produc- ción de cacao, desarrollada en breves años en las ori- llas del Guayas, á más de 200,000 quintales al año, no haya pasado en el Tolima en los últimos cuarenta de 16 ó 20,000, habiendo, como hay allí, población y tie- rras suficientes para producir una cantidad diez ó veinte veces mayor. Y esto á pesar del altísimo pre- cio de $ 0-40 á $ 0-60 por libra, que encuentra en el consumo interior, con demanda creciente todos los días. El cultivo del tabaco llegó en Ambalema y sus alrededores, en 1856, á una cantidad de 400 á 500,000 arrobas anuales, por las cuales pagaban los exporta- dores de $ 2 á $ 3.000,000 ; suma enorme para una población que, probablemente, no pasaba de 50,000 almas. Sobrevino una enfermedad en la planta, dis- minuyó el producto de las cosechas en algunos años de escaso invierno, decayó la calidad de la hoja y en <;onsecuencia el precio de ella en los mercados extran- jeros, al tiempo que apareció en éstos la competencia del tabaco de Java y Sumatra, equivalente en calidad EL TABACO 73* al nuestro de tiempos anteriores. Bastaron estas diQ« cultades para que esa industria, tan floreciente, cediese el campo sin luchar. Hubiera podido ensayarse rota- ción filosóñca entre esta planta y otras de la tierra caliente, como el maíz, la caña de azúcar, forrajes, etc., el riego délas plantaciones, el empleo de semi- llas de distinta procedencia y sobre todo, una prepa- ción más cuidadosa del suelo. Nada de eso se hizo : el rastrojo invadió los que antes eran espléndidos y productivísimos campos, y la miseria á hogares antes acostumbrados á la abundancia. Dos causas contribuyeron á esta decadencia: la una, especial en Ambalema ; la otra, reinante en todo el Tolima. La primera consistía en que el monopolio del tabaco, abolido apenas quince ó dieciséis años antes, había permitido la concentración de la propie- dad de. las tierras productoras de tabaco en muy pocas manos, principalmente en las de una casa comercial extranjera, cuyos socios ausentes no pudieron ó no quisieron acometer esos ensayos, como de ordinario acontece donde quiera que la propiedad territorial está sometida á la acción enervante del ausen- tismo. La segunda es una enfermedad crónica en casi todo nuestro país, pero que en ninguna parte había pre- sentado caracteres tan adidos como en el Tolima, y especialmente en Ambalema : la embriaguez. El aguar- diente de caña es la bebida popular de nuestras po- blaciones de tierra caliente, y el abuso de ella alcanza ya las proporciones de una cuestión social de primer orden ; pero en nioguna parte ha presentado la in- 5 74 EL VICIO DE LA EMBRIAGUEZ tensidad que desplegó en aquella comarca, de 1850 á 1870, cuando la abolición del monopolio levantó el precio del tabaco en rama , de $ 0-90 á $ 5 ó $ 6 la arroba, y cuadruplicó casi de un golpe la tasa de los jornales. Ya no se bebía el aguardiente de caña, sino ooñac, ginebra, y otros licores extranjeros, á precios altos : tampoco se le tomaba en dosis pequeñas de cinco centilitros á lo más, como de antaño, sino en vaso y aun en totuma. La perversión del vicio fué más lejos todavía : ya no se quería beber el licor puro y sin mezcla, sino una combinación extraña de li- cores y vinos : de aguardiente, brandy , vino tinto, de Málaga y de Oporto, con el nombre calumnioso le matrimonio j y después con el más expresivo y verídico de embaya. La noche del sábado presentaba en las calles de Ambalema el teatro de la más espan- tosa orgía. Por todas partes mesas de juego : en gran número de casas bailes de lechona, de esos que la tradición ha bautizado con el nombre expresivo de candil y garrote; en todas las esquinas, corrillos de tiple y bandola, rodeados de gran círculo de cose- cheros y alisadoraSf que celebraban con grandes riso- tadas canciones obscenas. Recuerdo haber oído en uño de ellos á un mercacW/le ó buhonero, que por lo visto debía de ser casado y padre de familia, algo más cargado de alegría de lo necesario, cantar con voz ya agonizante de caña rajada, esta estrofa, fiel traduc- ción del sentimiento dominante en la multitud : I Quién fuera libre y soltero, Señor de su volunta, AMBALBMA 75 Pa tunar toda la noche Al uso é Jatativá ! (1) La fíesta duraba hasta el amanecer, para recomen- zar el domingo, después de misa, hasta las cuatro ó las cinco de la tarde, hora en que los cosecheros to- maban la vuelta de sus campos, provistos de un mer- cado semejante al que un antiguo jefe de la Inde- pendencia censuraba por demasiado gasto en pan, al ordenanawt, que le avisaba llevar para la campaña nueve pesos y medio de aguardiente y cinco reales en pan. Toda la labor de varios meses de trabajo asiduo, era consumida en un día, y lo que es más lastimoso aun, á las veces en compañía de las mujeres y los hi- jos. No hubo una Caja de Ahorros que tratase de ha- cer siquiera menor el desastre, ni una autoridad que persiguiese los juegos y pusiese algún freno á la pros- titución, ni un ministro del Evangelio que levantase la cruz é hiciese oír palabras de temperancia y domi- nio sobre las pasiones en medio de esa multitud des- enfrenada ! Nada quedó de esa prosperidad pasajera sino el dolor de haberla perdido. Era imposible que, dadas esas condiciones iniciales, se pudiese combatir contra un tropiezo en el camino industrial. La cordillera Central, que separa los Estados de Tolima y Antioquia, parece encerrar metales precio- sos en su seno. En el lecho de los ríos Pata y Bache (1) Según parece, Facatativá, nuestra población de la Sa- bana, tampoco era muy ortodoxa en otro tiempo. Hoy las cos- tumbrc&han mejorado notablemente. 76 PRODUCCIONES DE LA CORDILLERA I - — se lava casi siempre oro con buen éxito, después de las avenidas que arrastran arenas de la parte supe- rior. En la Plata hay tradición antigua de riquísimas minas del metal que dio su nombre á todo el cantón. En la parte alta del rio de Órganos, que desemboca doce ó catorce leguas abajo de Neiva, sobre la ribera izquierda del Magdalena, hay algunos establecimien- tos mineros en actividad, y otros abandonados, entre ellos el de una compañía americana que se proponía construir, con un gasto de $ 200,000, un gran acue- ducto para el lavado de los aluviones ó para dar mo- vimiento á los molinos de arrastre. Se dice que las cabeceras del Saldaña, del Ata y de los tributarios de éste, son ricas en oro, principalmente en las inmedia- ciones del distrito de Coyaima, en cuyos mercados los negociantes rescatan de ochenta á cien libras de oro en polvo por año. En el distrito del Chaparral he oído que, entre otras minas, la de La Chai-ca, trabajada por una compañía norteamericana, rinde más de $ 100,000 anuales á sus accionistas. En la montaña de Quindio empiezan á trabajarse algunas vetas en las prime- ras vertientes del rio Cuello, á pocas leguas de Iba- gué, en las cuales se ha invertido, aún no se sabe si con éxito favorable, sumas que tal vez se aproximan á $ 200,000 en los tres ó cuatro últimos años. La parte de la cordillera Central, desde el rio Recio hasta el de la Miel, ha sido naturalmente más trabajada por la inmigración de mineros antioqueños, quienes han for- mado diez ó doce poblaciones nuevas en la falda toli- mense, durante los últimos treinta años, y esta es la parte en que las empresas mineras son más abundan- LAS MINAS DE LA CORDILLERA 77 tes ; pero hasta ahora, al parecer, con escasos rendi- mientos. Estas empresas han dado nacimiento en Bo- gotá, con las acciones de las diversas compañías, á especulaciones de bolsa en extremo perjudiciales á la seria continuación de estos trabajos, de los que de- biera retirarse todo espíritu de charlatanismo, y mucho más el de mala fe. En estas especulaciones ha cam- biado de manos, de 1887 á 1889, pasando á las pei*so- nas dotadas de candida fe, de las menos escrupulosas de otros negociantes avisados, sumas que pasan qui- zás de millón y medio de pesos. Hecho notable, pues nunca, antes de 1885, habían sido conocidas en el mercado de signos representativos de esta ciudad las acciones de minas, ni casi las empresas mineras. Detrás de las primeras cuchillas de las cordilleras que limitan el valle del rio, á distancias de cinco á diez leguas, empieza la población establecida en las faldas y mesas de aquéllas, en las cuales se encuentra el grupo más numeroso de la población de Colombia. En ella fígura, como parte principal, la de Cundina- marca y la capital de la República, á veinte leguas de distancia del río. Todo ese grupo, que cuenta más de 600,000 habitantes, el más rico y uno de los más densos de todo el país, pertenece, geográficamente, al alto Magdalena, del cual recibe maíz, ganados y cer- dos gordos, azúcar, panela y miel, cacao, arroz, etcé- tera, y al cual envía en cambio manufacturas extran- jeras y nacionales, harina de trigo, papas y sal. La importancia de ese tráfico entre Bogotá y el río Mag- dalena, por las tres vías principales de Fusagasugá y 78 RIQUESIA DE LA POBLACIÓN ' < L • . . - ■ . ■ . . Melgar, — La Mesa y Girardot — y Guaduas y Honda, — sube actualmente á más de 650,000 cargas, 6 niág de 120,000 toneladas (computando los ganados que se transportan en pie), y por un valor de cuatro ó cinco millones de pesos. La riqueza general de esa sección (Cundinamarca) en tierras, casas, mercancías y semovientes, puede estimarse en más de $ 180.000,000, pues el solo case- río de Bogotá, del cual no hay, desgraciadamente, es- tadística alguna reciente, subía en 1863, según catas- tro formado en ese año, á más $ 16.000,000. En el día puede estimarse en algo más del doble. Las 200,000 hectáreas que aproximadamente mide la bella y fértil explanada de Bogotá, no pueden evaluarse, en término medio, á menos de $ 150 cada una, es de- cir, en $ 30.000,000 : en mercancías extranjeras hay constantemente en la capital un depósito de doce á $ 15.000,000, y la moneda circulante no baja de S 4.000,000. El valor de las tierras y casas de los va- lles de Zipaquirá, Ubaté y Chocontá, asciende á más de $ 20.000,000, y las tierras, cosechas y semovientes del resto del territorio, en donde viven más de 200,000 habitantes, debe de alcanzar á más de $ 25.000,000. Puede estimarse la riqueza general de este grupo de población en un término medio de $ 300 por cabeza, lo que da el guarismo arriba apuntado de S 180.000,000. La del Tolima, con 300,000 pobladores, entre quie- nes está más equitativamente distribuida la riqueza que en Cundinamarca, no baja de $ 160 por cabeza de población, ó sea $ 50.000,000 la de toda el territorio- En estos guarismos me refiero tan soló á la riqueza RIQUEZA DEL TOLIMA 79 venal ó cambiable, pues en cuanto á riqueza natural , todavía no apropiada, pero que formará una masa muy considerable de valores cambiables cuando las vías de comunicación suministren medios para explo- tarlas y acarrearlas, sólo puede decirse que hay un fondo inmenso de valor de esperanza, en sus riquísi- mas minas de carbón, de hierro, de sal gema, asi como en las de oro, plata, plomo, cobre, que empie- zan á explotarse, y en las tierras que aun permanecen eriales por falta de salidas para sus productos. CAPITULO VIII EL MAGDALENA CENTRAL Población general. — Ciudades principales. — Riqueza gene- ral. — Deficiencias de la población. — El valle del Magda- lena central. ^ Obstáculos á la colonización de éste. El valle del Magdalena central principia al pie de los fuertes chorros que en Honda interrumpen la na- vegación por vapor. Para señalarle un limite más no- table, y de acuerdo con las divisiones políticas del país, se podría marcar su origen en el punto en que desembocan en el Magdalena, casi frente á frente, los ríos de la Miel, en la orilla izquierda, y Rionegro, en la derecha, veinte leguas abajo de Honda ; el pri- mero de éstos, limite entre los territorios de Tolima y Antioquia, y el segundo, entre los de Cundina- marca y Boyacá. De aquí se extiende á lo largo del Magdalena hasta el Banco, punto inmediato á la línea divisoria entre los de Antioquia y Bolívar, á la izquierda, y Santander y Magdalena, á la derecha. En esta distancia queda comprendido, al occidente, el territorio de Antioquia, y los de Boyacá y Santan- der al oriente, no en toda su extensión ; pues Antio- quia tiene una tercera parte á lo menos, de su terri- POBLACIÓN DEL MAGDALENA CENTRAL 81 torio en el valle del Cauca y su gran tributario el Nechi ; Boyacá, una cuarta parte de la suya sobre la hoya del Meta, y Santander, tal vez una quinta parte, en el Zulia y el lago de Maracaibo. De todos modos, el territorio encerrado entre las más altas cumbres de las cordilleras Oriental y Central, en esta región, tiene, en líneas geográficas, 35 leguas de ancho y 50 de largo, poco más ó menos, que con las vueltas del rio Magdalena se desenvuelven á 104 entre Bue- navista (boca del río de la Miel) y el Banco. En esta área hay ima población de : En Antioquia 400,000 habitantes. En Boyacá 560,000 — En Santander 540,000 — Total 1.500,000 (1) habitantes. De ellos sólo poco más de una vigésima parte ha- bita en las riberas del río ó en una zona de diez le- guas á cada lado; pues sólo el antiguo cantón de Úcaña, perteneciente á Santander, y situado casi en su totalidad dentro de los límites de esta zona, tiene una población de 50 á 60,000 habitantes. El resto de esas poblaciones habita en las faldas ó mesas de los Andes, en alturas de 1,000 á 2,200 metros sobre el nivel del mar, y á distancias de 20 á 40 leguas del rio, en donde los climas, de 17 á 25** centígrados, son (1) La población de estas tres secciones es en la actualidad (por cálculo nproximado) de 660,000 en Antioquia, 700,000 en Boyacá y 640,000 en Santander; toUl, 1.900,000; pero su- primo la parte situada en las hoyas hidrográfícas dislintas de la del Magdalena. o. 82 CIUDADES PRINCIPAI^ÉS adecuados para las razas europea y americana : todas sometidas al grave inconveniente de estar separadas de la arteria navegable por una ó dos cuchillas de la cordillera, casi nunca de menos de 2,000 metros de altura sobre el nivel del mar, que presentan un obstá- culo difícil de vencer al establecimiento de buenas vías de comunicación. A pesar de esta dificultad y de la diseminación de los grupos de población, en esta parte se encuentran las siguientes ciudades de más de 8,000 habitantes. EX ANTIOyUIA Medellin 40,000 Manizales 15,000 Sonsón ; 16,000 EN BOYACÁ Tunja. ...'.."..' 8,000 Sogamoso 9,000 Soatá 12,000 Chiquinquirá 12,000 Guateque 9,000 EN SANTANDER Socorro 20,000 Bucaramanga 20,000 Cúcuta 12,000 San Gil 10,000 Vélez 8,000 Pamplona 8,000 La riqueza de estas comarcas es de naturaleza muy desigual. RIQUEZA DE ESTA REGIÓN 83 En Antioquia, en donde — con excepción de algu- nos víilles, como el del Alto Porce, de fertilidad ex- cepcional, y las orillas del Cauca, — el suelo es pobre ó mediano á lo más, y la principal rique2^ consiste en el producto de las minas, de más de $ 3.000,000 en oro y $ 500,000 en plata, — el suelo vale poco en lo general y la agricultura es de pura alimentación, sin dar hasta ahora productos exportables, si se exceptúa un poco de café; hay grandes capitales acumulados en Medellin, algunos en Manizales, y una medianía envidiable, generalmente difundida entre todas las clases. Antioquia puede tener una riqueza general de 90 á S 100.000,000 Boyacá es quizás la sección más pobre de Colom- bia. Su propiedad territorial mal distribuida, si se exceptúa en el valle de Tenza, — perteneciente á la hoya hidrográfíca del Meta, — su población, indígena en la gran masa, poco educada, á distancias de 30 y 40 leguas del Magdalena, sin producción alguna no- table hasta el día, pues no merece tal nombre la de algunas manufacturas de algodón y de lana, que, si bien dan muestra de las aptitudes mecánicas de la raza indígena, dificilmente resisten ya la competen- cia extranjera : la riqueza general de Boyacá, á pesar de sus 700,000 habitantes, quizás no pasa de $ 40 ó 8 50.000,000, ó $ 50 por cabeza de población. No asi Santander, el Estado contiguo hacia el norte, en donde la población enérgica y trabajadora ha suplido con la industria las deficiencias de su suelo inclinado, empobrecido por la ausencia de bosques. Surte de azúcar y melazas á los de Boyacá y Santan- 84 NECESIDADES DE VÍAS AL MAGDALENA •der, exporta de sus valles de Cúcuta, Bucaramanga y ■Ocafta más de 200,000 quintales de café, provee con Boyacá al vestido de los habitantes del interior con sus tejidos de algodón, y empieza ya á ocupar los va- lles del Magdalena, con emigraciones hacia el valle del Chucuri, tributario del bajo Sogamoso. La riqueza de este Estado debe aproximarse á $ 120.000,000, pues sus tierras, aunque apenas de mediana fertilidad, valen generalmente de 80 á $ 150 la hectárea; sus caseríos, inclusive el de las fincas rurales, son casi todos de teja, y el número de capita- listas de $ 1,000 á $ 4,000 se cuenta por decenas de miles entre sus habitantes. No hay tal vez un solo mi- llonario en esa sección ; pero en cambio es muy no- table la proporción de eso que se llama hombres acó- modados. Este millón y medio de habitantes necesita, para entrar en un progreso rápido y seguro, vencer en An- tioquia la cuchilla oriental de sus Andes, y en Boyacá y Santander traspasar las cumbres de la Sierra de Llo- riquíes ó la Paz, y colonizar la parte alta del Carare (llamado también Minero), del Opón, del río de la Co- lorada, del Sogamoso y el Lebrija, en donde hay tie- rras fértiles, bosques inagotables, productos naturales valiosos y corrientes navegables hasta el Magdalena. Otra cosa más quizás también necesitan, sobre todo las poblaciones de Santander, y es : espíritu de asociación. En Cundinamarca ha sido comparativa- mente fácil la aclimatación de la Compañía anónima para formar bancos, explotar las minas del Tolima, acometer empresas de ferrocarriles — quizás á causa DIFICIENCIAS DE LA POBLAClÓX 85 de la mezcla con la raza indigena, en quien, á in- fluencia de largos siglos de gobierno patriarcal y de comunidad de bienes, se han transmitido por heren- ,240 Cueros 59,500 Tabaco 38,000 Cacao 29,044 Caucho , 11,040 Quina 4,200 Palo-mora, tagua, viguetas y tablas de cedro, gua- yacán y otras maderas, y una gran variedad de otros artículos, constituyen el resto. importación (por EL RÍO MAGDALENA) Quintales. Telas de algodón, lino, cáñamo y seda 72,208 Artículos de hierro, acero y otros po- cos variados 37,102 LOS VAPORES 125 Quintales. Alimentos 24,096 Vinos, licores y cerveza 19,181 Artículos para alumbrado 10,825 Loza, cristalería y vidriería 6,889 Drogas y medicinas 6,683 Papel, libros y útiles de escritorio. . 5,092 El valor de los efectos transportados puede esti- marse, computando, respecto de la importación, el valor de factura, los fletes, seguros, comisiones y de- rechos de importación, y respecto de la exportación su precio primitivo y fletes hasta Barranquilla, en S 30.000,000 (moneda de plata de 0,900). Los fletes pagados sobre 300,000 cargas transpor- tadas en vapores, pueden valuarse en poco más de S 1.000,000, á razón de $ 3-40 por carga; pero en el presente año el precio de aquéllos ha subido sensible- mente en una proporción mayor que la del descuento del papel-moneda circulante. Cuesta, pues, el trans- porte 4 por 100, poco más ó menos, sobre el valor de los artículos transportados. El servicio se hace por veinticinco vapores, de los cuales veintitrés circulan de Honda para abajo y dos de Honda para arriba. Estos veinticinco vapores, que tienen capacidad total para transportar 40,000 cargas en cada viaje redondo, pueden estimarse en $ 1 .000,000 , á razón de $ 40,000 uno con otro. Hacen sus viajes en ocho días de Barranquilla á Honda (á veces en menos tiempo, pues ha habido viajes de cinco y medio días), y en tres, ó á lo más en cuatro, el de bajada ; pero es muy frecuente el de 125 VIAJES Y FLETES setenta y dos horas en cuarenta y ocho horas de va- por. Caminan á razón de cuatro leguas por hora á la bajada, y de dos leguas por hora á la subida, en tér- mino medio. De la boca del Lebrija para abajo pueden caminar de noche : de ahí para arriba sólo con rio lleno y no- ches muy claras pueden hacerlo hasta Puerto-Be- rrío. Calculando el tiempo que se emplea en cargar y descargar, y los trastornos inevitables que causan de- moras, estos veinticinco vapores pueden hacer veinte viajes redondos en el año y transportar 800,000 car- gas, es decir, más del doble del tráfico actual. El número de pasajeros que condujeron los vapores en 1887, entre Honda y Barranquilla, fué de 4,451 a la bajada, y de 3,031 á la subida. La diferencia nota- ble entre estos guarismos debe de proceder del envío de tropas del interior á la costa. El precio de los pa- sajes es de cuarenta centavos por legua á la subida y la mitad á la bajada, y representa, sobre 7,000 pasa- jeros, más de $ 250,0íX). Sumados fletes y pasajes, la transportación en el río representa un gasto anual de $ 1.300,000 (en mo- neda de plata de 0,900), incluyendo en este guarismo el derecho fluvial que se cobra sobre las mercancías transportadas, á razón de 40 centavos por cada cien kilogramos, que debe producir cerca de $ 150,000 anuales. 300,000 caí gas transportadas en 200 leguas con un gasto de $ 1.300,000, ocasionan un gasto de, poco más ó menos, dos centavos por carga y por legua. SERVICIO QUE PRESTA EL R¡0 127 Si el río no existiese y hubiese sido necesario cons- truir un camino de tierra de 200 leguas de largo, que por su naturaleza fácil y económica proporcionase un transporte de calidad semejante, la construcción de ese camino hubiera sido tan costosa á lo menos como la de un ferrocarril; el cual, al través de esas soleda- des y esos climas, hubiera pedido no menos de S 40.000,000. Mas como este desembolso hubiera exi- gido una remuneración anual equivalente á S 4.000,000 de intereses, al 10 por 100 anual sobre el capital in- vertido, y de un 15 por 100 más por gastos de conser- vación y servicio, ó sea S 6.000,000, esos $ 10.000,000 anuales, distribuidos sobre 300,000 cargas, requeri- rían un flete de $ 33 por carga, es decir, diez veces más que por el río Magdalena. Esta sola reflexión basta para mostrarnos que ese rio representa para el país una riqueza natural que no se puede estimar en menos de cien millones de PESOS. Reflexiónese un poco más sobre esta materia. Si entre Honda y Barranquilla sólo existiese un camino de montaña semejante al de Bogotá á Hon- da, — en donde la transportación en diez días cuesta S 0-35 por carga y por legua — el flete de untt carga entre aquellas dos ciudades costaría S 70, y el tiem- po empleado en transportarla no seria menos de tres meses. Si fuese un camino de ruedas que cobrase, como hoy el de la Sabana, á razón de ocho centavos por carga y por legua, en aquellas 200 leguas, una carga costaría $ 16. 128 NECESIDAD DE MEJORAR EL CAUCE En el estado actual de la industria del país, el rio Magdalena representa, pues, un ahorro de no menos de $8.000,000 anuales al comercio general, y por este solo cálculo se vendrá en conocimiento de que no tiene nada de exageración el avalúo que arriba se le da. El canal del río Mississippi se estima en los Esta- dos Unidos en una suma de $ 2,300.000,000, veintitrés veces mayor que la que damos aquí al Magdalena ; y la extensión navegable de aquél ^incluyendo la de sus afluentes) es apenas diez ó doces veces mayor. Empero, un agente de esta magnitud no es suscep- tible de prestar todo el servicio de que es capaz, si no se le completa con obras de conservación y mejora incesantes. El Mississippi, á pesar del inmenso volu- men de sns aguas, ha exigido el empleo de grandes dragas para ahondar su cauce ; de máquinas destina- das á levantar los árboles que arrastra la corriente y forman bancos de arena que obstruyen el canal natu- ral de las aguas ; de diques en sus orillas para preve- nir la inundación de las tierras cultivadas y encajonar las aguas en los grandes desparramaderos ; de grandes trabajos en la desembocadura para destruir las barras que impedían el acceso á los buques de mar : trabajos que en' los últimos cincuenta años han ocasionado un desembolso de cerca de S 50.000,000. Con ellos el Mississippi, que sólo daba paso en sus bocas á buques de 14 á 16 pies de calado, se ha hecho accesible á los grandes vapores del mar hasta Nueva Orleáns, treinta y seis leguas arriba, y convertí dose en una vía en ex- tremo económica para la exportación de los frutos agrícolas de todo el valle; de cuya magnitud puede CAMBIOS EN EL CAUCE 129 juzgarse sabiendo que el solo artículo trigo representa en la exportación más de 20.000,000 de cargas. Esto es lo que se echa menos en el Magdalena, pues la Junta de Canalización que funcionaba desde 1878, y cuyos primeros pasos vacilantes, si no dieron resultados visibles (excepto en el caño de Barranquilla y el peñón de Juana Sánchez, en donde sí los dieron), á lo menos prometían no poco para después, — parece que ha sido suprimida ó que no se ha vuelto á orga- nizar (1). Esta debiera ser quizás materia de una Ofi- cina especial, á cargo de un ingeniero hidrógrafo de toda competencia, y bajo la inmediata vigilancia del ministerio de Fomento. La sección central del rio, desde Yeguas hasta la boca del Lebrija, está constantemente expuesta á va- riaciones en el cauce, y á regaderos, por causa, prin- cipalmente, de los árboles arrastrados en las grandes avenidas hacia el lecho principal de las aguas; de donde resultan muchos efectos perjudiciales. En pri- mer lugar^ la formación de grandes bancos de arena al través del río, y en consecuencia la falta de fondo suficiente para la navegación, lo que á su vez pro- duce varadas, viajes dilatados para los pasajeros, recar- go de gastos para las empresas de navegación, en al- gunos casos averiasen los buques y aun naufragios en otros. En segundo lugar, el cambio de cauce en el río conduce á la destrucción de los bancos ú orillas en donde ya hay población establecida, casas, labranzas y otros establecimientos que es forzoso abandonar, en (1) Ha vuelto á funcionar después de publicada la 1." edición de este libro. 130 GRAVES DAÑOS RESULTANTES ocasiones con pérdida de la labor de muchos años. En tercer lugar, la formación de pantanos y trechos ane- gadizos durante el invierno que, al secarse en los veranos, son causa de emanaciones insalubres pai^a los pasajeros de los vapores y sobre todo para las fa- milias establecidas en las inmediaciones. Los correos se atrasan, las mercancías no llegan en las épocas á propósito para su realización, y esa incertidumbre, relativa á la duración de las operaciones comerciales, es causa de paralización en los negocios. En conse- cuencia de esas dificultades, se hace preciso tener buques de gran tamaño para el invierno, y otros pe- queños, de poco calado, para los veranos, lo cual en- vuelve una duplicación costosa del capital de las em- presas de navegación, y alza indispensable de los fletes. En esta dificultad encalló por primera vez el señor Elbers, cuyos primeros vapores, el Santander y el Gran Bolívar ^ calaban más de seis pies, y habien- do llegado en años de estación seca prolongada, pei^ manecían varados por meses enteros. Si en el trayecto de que vengo hablando se obtu- viese, por medio de trabajos bien dirigidos, un fondo permanente de seis ó siete pies en toda estación, en lugar de veinticinco vapores grandes y pequeños, bas- tarían cinco buques, de 2,000 cargas de capacidad cada uno, para hacer con más comodidad el mismo servi- cio y con un ahorro de 60 por 100, á lo menos, en el capital empleado en los vehículos, y de otro tanto en los gastos de tripulación : lo que quiere decir que los fletes podrían también reducirse á una tercera parte. PUEBLOS ABANDONADOS POR EL UÍO 131 No es menos grave el mal que resulta de la inse- guridad de las orillas del río, en donde necesariamen- te tienen que establecerse los primeros colonizadores. No sólo casas y pequeñas labranzas son destruidas todos los años por las grandes avenidas, sino aun pueblos enteros; en otras ocasiones, no es al avanzar las aguas, sino al retirarse, cuando causan la ruina. Si un leñador ó un agricultor no tiene ya el río á la vista para aprovechar el paso del vapor y ofrecer á éste su leña ó sus víveres, tiene que abandonar su hogar y su labranza en busca de localidad más propicia. No sólo pequeñas chozas han sufrido este daño, sino pue- blos y aun ciudades enteras. Remolino, Plato, Tama- lame({ue, y en la estación seca todos los del brazo de Mompós — distan ya bastante de los canales navega- bles, con lo cual han perdido la mayor parte de su im- portancia. Mompós, ciudad cuyo caserío no podía es- timarse quizás en menos de un millón de pesos, si las aguas no vol vieren á su cauce acostumbrado, quedará sepultada como Palmira entre las arenas del desierto. Las avenidas del río, mal encauzado aún — seme- jantes á las de las corrientes políticas, tampoco bien establecidas — son causa de mucha ruina para los inte- reses que empiezan á formarse, y es necesario atender con igual espíritu á unas y otras. También las ideas políticas se salen de madre y atrepellan á su paso algo que debiera ser conservado, ó apartándose de su cauce antiguo, relegan á olvido injustifícable instituciones ó tendencias, frutos de la evolución natural de la vida humana. Tanto en el orden físico como en el orden moral, las grandes avenidas son señal de fuerza, y son 132 LA CRECIDA DE 1886 ellas las que acabarán por arrastrar en el uno las are- nas, en el otro las preocupaciones, que son también como el detritus del tiempo viejo, y formarán lecho profundo y seguro á sus raudales. Así como no sería posible detener permanentemente la corriente de los ríos, tampoco podrá evitarse la marcha de las ideas hasta su término. Á veces las crecidas del Magdalena son, aparte de muy considerables, de mucha duración, y entonces el mal toma proporciones de calamidad inmensa. Así sucedió en 1886. Ese año fué en extremo lluvioso en el país. La cre- cida de mayo fué extraordinaria, sobre todo en los ríos Carare, la Colorada, el Opón y el Sogamoso. Desde la boca de esto último para abajo, las aguas derramaron por encima de bancos de 7 y 8 metros de altura, é inundaron vastas extensiones, hasta cuatro y aun cinco leguas á cada lado. Casas, plataneras, labranzas, de- hesas de ganado, todo quedó cubierto por el agua : Cuarenta días y cuarenta noches Llovió sobre la tierrra... Entre las aguas Se fueron sumergiendo lentamente Las selvas, las colinas, las montañas. Rasgando el seno de enlutada nube El sol apareció... Su roja llama, Que antes bañara bulliciosos pueblos, Bañó de resplandor mundos do agua. (Epifanio-Mejía, La Paloma del Arra). La gente huyó hacia las colinas distantes, abando- néindo sus hogares destruidos, y en las habitaciones construidas sobre lugares elevados adonde la inunda- ción no llegó á más de dos pies sobra los pisos, algu- LA CRECIDA DE 1886 133 ñas familias animosas formaron con tablas otro piso más elevado, fuera de las aguas, y resolvieron aferrarse al abrigo del lecho paternal. En otras partes, destrui- das las paredes laterales, pero firmes las columnas principales que sostenían el techo, sus habitadores in- trodujeron debajo de éste sus canoas, y en ellas dor- mían, cocinaban y atendían á los últimos restos del naufragio de su fortuna. Izada sobre fuertes tablas, unidas entre si por medio de gruesos bejucos, y pen- diente de los brazos de algún robusto guayacán, vi en unas partes la vaca de leche, en otras la muía en que se acarreaba la leña de los cortes. Las gallinas, inmóviles sobre una rama, recibían los granos de maíz que en la mano les alargaban los niños, ó el agua que en una totuma ponían al alcance de su pico. Sobre praderas cubiertas por uno ó dos pies de agua se veían errar como sombras algunas reses, buscando inútilmente un trecho enjuto en donde acostarse, sos- tenidas ya sólo por piernas temblorosas á fuerza de insomnio y de fatiga. Yo pasé en noviembre, y el diluvio, más prolon- gado que el de Noé, duraba hacía cinco meses ! Juz- gúese del tormento de esas pobres gentes cuya misera- ble riqueza había zozobrado, que no tenían á quien ex- tender una mano enflaquecida en busca de caridad y en medio de esa soledad profunda entre el agua y el cielo, a diez, a quince leguas de toda habitación humana ! Más abajo el Cauca arrastraba también raudales in- mensos y formaba con sus diversos brazos, los del San Jorge y tal vez con el Sinú, un inmenso lago. En Ma- gangué, ciudad construida sobre un banco de seis ú 8 134 NECESIDAD DE INVESTIGAR LAS CAUSAS DE ELLA ocho metros de altura sobre las aguas medias, llega- ban éstas hasta los balcones de los pisos altos, de cada uno de los cuales había amarrada una ó dos canoas. El vapor en que bajábamos pudo amarrarse de una cruz de hierro que sobre una fuerte columna de cal y canto adorna el atrio de la iglesia. Construida ésta sobre el terreno más alto de toda la población, su nave y un pequeño espacio al rededor formaban la única parte seca del caserío. Allí dormía todo el ve- cindario debajo do toldos de lona ó de techos rápida- mente formados con hojas de palma. En el territorio inundado vivían más de 40,000 se- res humanos, y cuando en el siguiente abril volví á pasar, se me informó que el desastre hal)ia causado la muerte, por fiebres y disenterias, á más de 4,000 personas, y por hambre y fatiga, á más de 30,000 ca- bezas de ganado. Los daños en las propiedades se es- timaban en más de un millón de pesos. La larga duración de esta crecida del río, de la que no se tenía precedente en los últimos cincuenta años, puede hacer sospechar que el obstáculo opuesto por la barra de la Boca de Ceniza á la salida de las aguas quizá represó éstas y fué una de las causas de ese fenómeno, de difícil explicación por otras hipótesis ; pues el invierno, aunque á la verdad muy crudo en los meses de mayo y octubre, no lo fué tanto en los restantes del año, á lo menos en el interior de la Cor- dillera Oriental, de donde proceden elCarare, el Opón y el Sogamoso. Sería, pues, conveniente estudiar con cuidado la in- fluencia de las barras de los ríos en las inundaciones APERTURA DE LA BARRA 135 (le la parte alta, como una preparación necesaria al acometimiento de la apertura de la del Magdalena. La destrucción de esta barra sería una obra, — si pu- diera llevarse á cabo con bastantes probabilidades de duración y sin un gasto para el Tesoro ó gravamen para el comercio que anule sus ventajas, — seria una obra, digo, de alta importancia, que equivaldría á po- ner las poblaciones de la orilla del rio en la orilla del mar. Aparte de que con ella pudiera proporcionarse al comercio exterior una economía de gastos de trans- porte quizá hasta de 3 por 100 sobre el valor de dicho comercio, haría muy fácil la exportación de ganados, maderas, frutas frescas y otros artículos semejantes que no soportan los gastos ni la avería inevitables de embarques y trasbordos frecuentes. Subiendo los bu- ques de mar algunas leguas arriba de Barranquilla, podrían llegar á ser frutos exportables muchos que hoy no lo son á causa de los gastos de acarreo hasta el puerto, y esas poblaciones ribereñas, medio dormi- das, tendrían un nuevo campo en que ejercitar su actividad, vendiendo víveres y otros frutos á los bu- ([ues y ocupándose en las tareas de embarques y des- embarques. De todos modos la comunicación directa con extranjeros más civilizados, seria siempre para aquéllas un estímulo y una ocasión para aprender y aspirar á una condición mejor que la actual. El Magdalena tiene tres salidas principales al mar : 1.* La de los caños de la Ciénaga de Santamarta, que son tres : el que se aparta en el pueblo de San An- tonio, treinta leguas arriba del mar; el caño de Re- negados, que tiene su origen diez leguas más abajo, y 136 BOCAS DEL MAGDALENA el caño de Cuatro Bocas, frente á la ciudad de Ba- rranquilla. 2." La de las Bocas de Ceniza, la más recta y por donde corre la masa principal de las aguas. 3.'' La del caño del Dique de Cartagena, sobre la orilla izquierda del río, que se separa en el pueblo de Calamar, veinticinco leguas arriba de la Boca de Ceniza, en una dirección OSO., y desagua en la Cié- naga de Matunilla, diez ó doce leguas al sur de la ciudad de Cartagena, con la que se comunica por me- dio del caño de Pasacaballos, defendido de los vien- tos del Atlántico por las islas de Barii y Tierrabomba. El delta, comprendido entre el mar de las Antillas y los caños primero y tercero, abarca una superficie de 280 á 320 leguas cuadradas. De estas tres salidas, la primera (caño de San An- tonio), que hoy no se presta al paso de vapores á causa de la poca profundidad de las ciénagas que forma en su curso, calcularon en 18G5 los señores Gilbart y West, ingenieros al servicio del gobierno norteame- ricano, que podría adaptársela para el servicio de bu* ques de seis á siete pies de calado, con un gasto de $ 565,000. También juzgaron los mismos ingenieros que la de Cuatro Bocas podría ser mejorada en igua- les condiciones con $ 240,000. La del Dique de Cartagena, con los mismos incon- venientes que las anteriores, fué examinada en 1871 por el ingeniero inglés Mr. Alexander Rober Terry, llamado por el Gobierno Nacicmal ; pero el informe de éste no ha vi§to la luz pública, ignoramos por qué motivo. Se dice, sin embargo, que un gasto de LAS CIUDADES DEL DELTA 137 S 500,000 seria suficiente para dar al canal la profun- didad necesaria para admitir buques de 41 pies de calado en toda estación. Lo mismo que ha sucedido con relación á los ca- minos de Bogotá al Magdalena, — la competencia de estas obras entre si para reclamar la preferencia del Gobierno en favor de cada una de ellas, — ha sido causa para que no se haya dado atención á ninguna. En Santamaría fue preferida á la apertura de los caños, el proyecto de construcción de un gran ferro- carril hasta el Banco, costeando la gran Ciénaga que forman en sus inmediaciones los derrames del Magda- lena, atravesando los ríos que bajan de la Sierra Tai- rona y descendiendo luego por el valle del rio Cesar hasta la confluencia de éste, en una línea de más de sesenta leguas. Con un gasto demás de $ 300,000 han sido construidas las primeras cinco hasta Puebloviejo, y es de temer que no se pase de allí ; pero si, suspen- diendo por algunos años, á lo menos, la continuación de ese grandioso proyecto, se pensase en ligar la parte construida con la canalización de alguno de los caños, no hay duda que ese trozo de ferrocarril sería de mucha utilidad para el comercio y la agricultura de esa sección. Barranquilla — situada á corta distancia del mar, — tiene, como se sabe, un ferrocarril de 5 leguas, que la pone en comunicación con el puerto de Saba- nilla, y eso ha bastado para atraer á ella las ocho dé- cimas partes del comercio de tránsito del interior — que antes tomaban la vía de Santamarta por el caño de Cuatro Bocas. 8. 138 EL DIQUE Cartagena, á pesar de los auxilios concedidos por el Gobierno General á la obra del Dique, no ha lo- grado hacerlo navegable de un modo permanente, por vapores de siquiera 3 pies de calado. Hasta ahora eso obra ha sido superior á las fuerzas de esa ciudad. De estos proyectos hablaré más detenidamente en otro capitulo. Por ahora volveré á tratar del Mag- dalena. CAPÍTULO XII LOS CAMINOS AL MAGDALENA Distribución de la población entre las diversas alturas de la cordillera. — Caminos que los diversos grupos de población necesitan. — Timaná y La Plata. — Chaparral y Ortega. — Ibagué y su comarca. — V^alles del río Fusagasugá. — Bo- gotáy las mesas de Cundínamarca. — Medellín y su comarca. — Chiquinquirá y Tunja. — Vélez, Moniquirá y Suaita. — Socorro, San Gil, Barichara y Zapatoca. — Kl Circuito de Girón. — Ocaña. — Cúcuta y sus valles. Para juzgar de la capacidad productiva de una co- marca, el primer elemento que se debe tener en cuenta es la población. La del valle del Magdalena (deduciendo la de la parte de los Departamentos de- masiado distantes de este rio y que puede hacer uso de otras vías para su comercio exterior) puede esti- marse en 3.000,000, ó sea, sobre 12,000 leguas de su- perficie, 250 habitantes por legua. Esta población está situada sobre el valle y sus laderas montañosas, en esta proporción aproximada : A la orilla del mar y del río, y hasta 500 metros sobre el nivel del mar 700,000 Entre 500 y 1,200 metros 600,000 Entre 1,200 y 2,700 id 1.700,000 De suerte que hay 1.300,000 que pueden mover su 140 I.OS CAMINOS AL MAGDALENA comercio hacia el Magdalena con poco gasto ó con la construcción de algunos caminos de poca extensión. En este caso están las poblaciones de Ocaña, Guaduas, el valle del bajo Bogotá, Fusagasugá, La Palma y al- gunas de la cordillera Central, en los departamentos del Tolima y Antioquia. El resto, 1.700,000, situados á distancias de más de 20 leguas del Magdalena y á más de 1,200 metros sobre el nivel del río, necesitarán caminos relativa- mente costosos para ponerse en comunicación con él ; pero todas las poblaciones actuales situadas desde 500 hasta 2,700 metros sobre el nivel del río, sólo requieren una extensión de 400 leguas de caminos para quedar ligadas con la arteria central del país. Serían las siguientes : Habitanlcs. Leguas. !.■ Cantonen de Ti maná y La Plata 50,000 á Noiva .30 2.* Chaparral, Ortega, etc. . . . 20,000 á Girardot iO 3.* Ibaguc y pueblos coniarca- nus 30,000 á Girardot 20 4.* Fusaga«;iigá, Pandi, Carmen, Molgar 20,000 á Girardot 20 5.* Bogotá y pueblos del Norte de Cundínamarca 400,000 á Girardot 40 6.» Chiquinquirá, Tunja, etc. . . 400,000 a Puerto N'iño 40 7.* Sonsón, ctc 50,000 á Buenavista 25 8.* Vélcz, Suaita, Moniquirá, etc. 150,000 á Puerto Niño ó á Carare. 36 9.* Socorro, San Gil, etc 200,000 á Opón ó al Sogamoso. . .36 10. Medellin, etc 330,000 á Puerto Berrio 48 11. Bucaramanga, etc. ..... 80,000 á Puerto Wiichcs, ó al Le- bríja 30 12. Ocaña 40,000 & Puerto Nacional ó á la Gloria 20 13. Cuenta y Pamplona (vía do Ocaña) 100,000 á Ocaña 25 1.890,000 390 De estos caminos, sólo los que comunican á Bogotá y á Medellin pudieran merecer por ahora el gasto de una vía férrea : en los demás, vías carreteras ó sim- LA PLATA Y EL CHAPARRAL 141 plemente buenos caminos de montaña darían abasto al tráfico actual. La primera de éstas (La Plata y Timaná), casi constantemente al través de llanuras dé suelo firme, destinada á dar salida al cacao, las quinas y los pro- ductos minerales de los pueblos del sur de Neiva, tie- ne, además, una importancia particular : la de ser el principio de la que habrá de extenderse después hacia el sur, en busca de los pueblos de la parte alta del valle del Cauca (Popayán) y de los que ocupan el nudo de las tres cordilleras (Almaguer, Bolívar, Pas- to, etc.), para quienes la vía del Magdalena no es menos necesaria tal vez que la del Pacifico. Esta es, pues, una vía que tiende, lo mismo que la de Barra- gán y del Quindio, á afianzar la integridad del terri- torio de la República, poniendo en contacto la parte superior de los valles del Cauca y del Patía con los del Magdalena, y también, en un porvenir más distan- te, con las regiones orientales del Caquetá y del Ñapo. La del Chaparral, que se prolongará luego por las cuencas de los tributarios del Saldaña, — de los cuales el Ata se interna profundamente en la cordillera Cen- tral, — serviría los intereses de la región minera que empieza á explotarse en la parte alta de esos ríos (Coyaima, Órganos, Ataco, etc.), y acaso dará origen á otra vía que conduzca al centro del valle alto del Cauca, hacia Buga ó Palmira, y aun tal vez hacia Quilichao (hoy Santander). Esta es también una región agrícola, en donde, aparte de las crías de ganado, — las mejores de todo 142 IBAGL'B Y FUSAGASÜGÁ el Toliina, — empieza á cultivarse con buen éxito el café y se produce trigo de superior calidad. Igual objeto tiene el camino de I bagué, ciudad en donde principia el paso principal de la cordillera Central hacia el valle del Cauca, y que conduce á la magnífica colonización que los derrames de la pobla- ción antioqueña hacia el sur empiezan á fundar sobre la cordillera Central, en el territorio comprendido entre Ibagué y Mariquita, en la falda oriental, y Car- tago y Manizales, en la occidental; territorio en que hay ya establecidos, de cuarenta años á esta parte, quizás más de 60,000 antioqueños, atraídos por la fertilidad del suelo, la suavidad de los climas y la abundancia de minerales de oro y plata. Este es un camino que, quizás con menos de S 50,000, puede hacerse carretero, á favor de las es- pléndidas llanuras que se prolongan, sin la más pe- queña interrupción, desde Flandes hasta el Chicoral, y desde Gualanday hasta Ibagué, en cuya línea de 15 leguas sólo se exigirían trabajos de alguna consi- deración en los 6 ú 8 kilómetros que se interponen al descender al valle del río Coello. Las mesas paralelas al Magdalena en el interior de la cordillera Oriental, sobre las vertientes del río Fu- sagasugá, pobladas ya por 20 á 25,000 agricultores ocupados en la producción de azúcares, café, cacao, arroz, y en la cría de ganados, forman una región hermosa, fértil y en extremo sana, que, asi como las anteriores, seria muy á propósito para la inmigración europea ; pues son climas que apenas oscilan entre los 14° y los 22** del centígrado, en todo el año. TUNJA Y CIIIQUINQUIRÁ 143 En el anterior capitulo se habló ya del proyectado ferrocarril de Girardot á Bogotá. Él pondría en con- tacto más de 400,000 habitantes de la mesa fría de Cundinamarca con otros tantos de los valles ardientes del alto Magdalena, y daria origen á los cambios más fecundos. Esta vía será el principio de la colonización seria del valle del Magdalena (asunto de que trataré más adelante), y la cabeza de una gran linea llama- da á extenderse hasta el Atrato. La de Chiquinquirá , Tunja y demás poblaciones del centro de Boyacá en dirección á algún punto al norte de la boca del Rionegro, proyecto de que trató en los últimos años el Estado de Boyacá, y en el que van invertidos quizás más de $ 200,000, — en traba- jos hasta aliora estériles , — está bastante distante todavía de su realización. Requiere exploraciones pa- cientes para descubrir una depresión de las cordille- ras que evite contrapendientes costosas, contrarias á las exigencias de una, vía comercial. En lugar de buscar al norte del Rionegro soledades desconocidas, quizás la mejor dirección de este camino sería la que buscase, por los distritos de Paime y Caparrapi, la línea de Poncet proyectada en Cundinamarca, cuyo término se encuentra al sur de la embocadura de este último río. Es indudable, sí, que las densas po- blaciones de Boyacá necesitan una salida al Magda- lena más corta que la del Carare, la de Honda, ó la de Girardot. Las poblaciones situadas sobre las vertientes prime- ras del río de la Miel, — Sonsón, Salamina, Aguadas, Pacora, Abejorral, etc., en el departamento de Antio- í 144 SONSÓN Y S ALAMINA quia, — forman un grupo de bastante poder para abrir- se un camino propio, siguiendo la hoya de ese rio ó la de alguno de sus tributarios, como el San Julián ó el Negrito, que unidos forman el Timaná ó Samana del Sur, para descender al Magdalena en Buenavista, qui- zás el más bonito de todos los pueblos que se encuen- tran sobre el gran rio, desde Honda hasta el Banco. Tierras de labor, minas en explotación, bosques mag- níficos ricos en maderas de todas clases : nada le fal- taría a este camino para.atraer hacia él una población numerosa y desarrollar una producción importante. Este camino parece, por otra parte, obedecer al mo- vimiento de la colonización antioqueña, inclinado hacia el sur mucho más que hacia el norte de su te- rritorio. El grupo principal de la sección que tiene por cen- tro á Medellin, se muestra indeciso todavía acercado la dirección en que deba buscar su salida hacia el mar entre las tres que se presentan á su elección, y esta vacilación es en extremo desfavorable á su pro- greso. Hasta hace pocos años había seguido el curso del río Nare á la población de este nombre ; pero en ocasiones parece haber querido dirigirse por la hoya del Porce, hacia la parte baja, en donde el Cauca torna á ser navegable ; otras veces ha mostrado incli- nación á buscarse una salida por el noroeste hacia el A trato. La linea del Porce hasta Zaragoza ó hasta Nechí, ó la del bajo Cauca en dirección á Caceres, implica- rían la construcción de un camino de más de 60 le- guas de extensión al través de una región montañosa. DEL ATHATO Á MEDELLÍN 145 Seria, pues, costoso en su primera ejecución, de con- servación difícil y no seria nunca una via económica. El Atrato está casi á igual distancia de Medellin que el Magdalena; pero la despoblación de sus orillas, la barra de su desembocadura y la falta de puertos concurridos en el golfo de Urabá, crean peligros de inseguridad para los pasajeros y las mercaderías, sufi- cientes para alejar de esa vía el comercio antioqueño y decidirlo á preferir á todo trance la del Magdalena, en donde el tráfico de tantos años ha acumulado tra- bajosamente los elementos necesarios para su servicio. En el Atrato seria preciso el gasto adicional de líneas de vapores, establecer casas comisionistas, hoteles para los pasajeros, y en la vía terrestre potreros para las arrias, casas de posada y condiciones de seguridad y comodidad, que son obra de no pocos años. Hay una observación más á este respecto. En los países nuevos y despoblados, como el nuestro, es una necesidad que se impone la de concentrar los grupos de población para gozar de las ventajas que produce la asociación. La diseminación de los habitantes es un motivo de debilidad que tiende á mantener la pobreza en todas partes y á reducir la posibilidad de los gran- des esfuerzos. Por la via del Magdalena es hoy posible un ferrocarril ó á lo menos una vía carretera ; por la del Atrato apenas se podrá aspirar á un mal camino de montaña. Dividiéndose en dos direcciones opuestas el interés del Gobierno, habría que atender á la conser- vación de dos caminos, porque no sería posible aban- donar las poblaciones ya establecidas en el más anti- guo, y el resultado seria (|ue ni uno ni otro podrían 9 146 CAMINO DE PUERTO BERRÍO mantenerse en estado satisfactorio. En el Magdalena hay ya un interés nacional que importa sostener y cultivar, una solidaridad de esperanzas que es un vinculo de unión y de paz, lugares de reunión del an* tioqueño con el cundinamarqués, el boyacense, el santandereano, el bolivarense, que los hace conocerse, amarse, fundirse en un solo pensamiento de naciona- lidad. En el Atrato todo seria soledad y aislamiento, pues sólo una parte muy pequeña del comercio del Cauca podria servirse de la generosa corriente de ese gran rio. Otra cosa seria, si por él se hubiese trazado la dirección del canal interoceánico, como en un tiempo parecieron pensarlo el pueblo y el Gobierno norteamericanos . El ferrocarril antioqueño de Puerto Berrio cons- truido ya en la cuarta parte de su extensión, siguiendo el valle del Ñus, que sin duda se juzgó preferible al del Nare, después de exploraciones detenidas, ha cos- tado ya un millón de pesos al Gobierno Nacional y otro tanto al del Estado ; la parte más peligrosa y di- fícil, que era la zona cenagosa de las vegas del rio, está vencida; de suerte que puede decirse que está ejecutada, no la cuarta parte, sino la mitad de la obra. Con un impulso más, que no es superior á la potencia de los capitales y espíritu de empi^sa del comercio y de la agricultura antioqueños, esa vía férrea puede ser terminada con ventaja inmensa para los intereses del Departamento. Ya las minas del río Ñus empiezan á ser trabajadas : luego se pondrá la maquinaria americana al alcance de las del Porce, que se juzgan las más ricas de Antioquia, y cuando VÉLBZ, MONIQUIBÁ Y 8UA1TA 147 el pito de la locomotora resuene en medio de las pobla- ciones dol valle de Aburra, el café, el algodón, la caña de azúcar, todos los frutos de las tierras calien- tes, serán arrancados al seno de la tierra por esa raza inteligente, trabajadora y físicamente poderosa, una de las más capaces en nuestro país de hacer uso de las vias económicas. No baja de quince millones el capital circulante que en la sola ciudad de Medellin busca constante- mente colocación en empresas comerciales ó mineras; de suerte que dos ó tres millones invertidos en el ade- lantamiento de esa vía no causarían perturbación grave en los negocios, abrirían la puerta ámil empre- sas nuevas y asegurarían el porvenir de esa fecunda comarca. Diez ó quince leguas abajo de Puerto Berrío sur- girá más tarde, en la boca del Carare ó en la del Opón, la cabeza de la via directa que las poblaciones de Vélez, Moniquirá y Suaita anhelan con perseve- rancia, casi desde los primeros dias de la conquista española ; via que, según un proyecto reciente, podrá enlazar también las poblaciones del Socorro y San Gil. Si asi fuese, y al propio tiempo se encontrase un paso de poca altura sobre la cordillera de Lloriquíes, y terreno (irme, abundante en piedra ó cascajo para consolidarlo, con pocos ríos que atravesar, esas labo- riosísimas comarcas de la cmtigua Socorro podrían elevar á grandes valores sus manufacturas de algo- dón, y ocuparse en grande escala en la producción de café, tabaco, azúcares, licores y conservas de fru- tas. Es muy de lamentar que de los trabajos á que 148 DEL SOCORRO AL MAGDALENA dio origen el proyectado ferrocarril del Carare, no quedase una trocha siquiera por el trazado de aquél, trocha que hubiera podido convertirse después en una buena vía de montaña. Desde la frontera norte de Cundinamarca hasta Bucaramanga, en una distancia de sesenta leguas, ha- bía cuatro grupos distintos de población, separados entre si por la sierra deGámbita y por las hoyas de los ríos Saravita y Chicamocha : primero, el compacto gru- po de Boyacá, que no ha tenido nunca relación directa con el Magdalena; segundo, el de Vélez y Moniquirá, que, probablemente á causa de haber sido esa la vía del descubridor Gonzalo Jiménez de Quesada, quiso conservar su salida al Magdalena por el Carare; ter- cero, el del Socorro, San Gil, Barichara y Zapatoca, que desde 1840 ó 1845 brega por encontrar una línea directa hacia la boca de la Colorada ó a la del río Soera- moso; y cuarto, el del antiguo circuito de Girón, que desde los tiempos de la colonia tuvo una salida siem- pre difícil, unas veces por la vía del Pedral, sobre el Sogamoso, otras al Puerto de Botijas, sobi'eel Lebrija, y recientemente otra directa á la Ciénaga de Pc\turia, sobre el Magdalena. Pues bien : esos cuatro grupos nunca pensaron en ponerse de acuerdo en busca de una sola vía que, des- pués de tramontar los filos de la cordillera Oriental, atravesase el valle, cenagoso en lo general, de este río hasta algún puerto de embarque. Cada grupo ha que- rido tener camino y puerto propio sobre el Magdale- na; y el resultado era fácil de prever: todos se han agotado en esfuerzos superiores á sus recursos, sin le- sus DIVERSAS VÍAS 149 grar nunca una vía que merezca el nombre de tal. Para resolver ese problema hubiera debido empe- zarse por mantener exploraciones constantes sobre los pasos de la cordillera y sobre las vegas del Magdelena, en busca las primeras de una depresión conveniente, y las segundas, de una zona de terreno alto y firme, sobre la llanura hasta el río. Por falta de ellas, sin embargo, se han acometido empresas festinadas, en los proyectados caminos de Puerto Niño, Carare, Barran- cabermeja. La Colorada, Puerto Wilches, el Pedral, Botijas y Paturia, en las que van consumidos, en los últimos cuarenta años, más de tres millones de pesos, sin resultado alguno positivo. Sin embargo, pocas poblaciones en la República serían tan capaces como las de la antigua provincia del Socorro, de producir grandes valores para la ex- portación ó para el consumo de las de la Costa. Igual destino ha cabido á los caminos de Buca- ramanga. Todos han fracasado; pero á lo menos es un honor para esa ciudad haber hecho grandes esfuer- zos por ligarse con el Magdalena y haber levantado la producción de sus frutos exportables á guarismos de consideración. Sus recientes plantaciones de café envían ya á los mercados extranjeros no menos de 60,000 quintales anualmente. Entre 1879 y 1883 exportó probablemente de 250 á 300,000 quintales de quina cuprea, que produjeron de $ 5 á 6.000,000. En la actualidad está construyendo acueductos cos- tosos para el laboreo de sus aluviones auríferos, y 150 EXPLORADORES DEL VALLE se espera que estas empresas darán resultadoi^ que ha- rán justicia al valor de los que las acometen. Después deCiicuta, es el principal mercado de mer- cancías extranjeras en todo el norte de la República. De seguro será en toda esa región la primera ciudad que se verá comunicada con el Magdalena por una vía comercial. Puesto que he mencionado las tentativas infruc- tuosas de la infancia de nuestra nacionalidad para abrirse paso del seno de las cordilleras^ en donde úni- camente han podido vivir hasta ahora los de.scendien- tes de raza europea colonizadora de nuestro territorio, justo es que haga mención de los nombres de los ex- ploradores de esas regiones del porvenir. Los señores Raimundo Bemal y Ramón Cuéllar fueron los primeros de quienes tengo noticia que bus- caron la vía de Boyacá hacia el Magdalena, por ios años de 1868 á 1870. El señor Felipe Landázuri, explorador y coloniza- dor de las selvas del Carare, dejó su nombre en una población fundada á la entrada de esas soledades, y los señores coronel Antonio María Díaz, Aquileo, Jerónimo y Trino Parra, fundaron y han sostenido establecimientos agrícolas sobre ese río y alguno de sus tribútanos. Fué el señor general Pablo Duran, con el carácter de Gobernador de la antigua provincia del Socorro, quien primero inició el proyecto de un camino hacia el Opón, tarea que continuaron decididamente los se- ñores Ramón Matéus y Lucas Caballero, sucesores de aquél en ese puesto ; el último de los cuales perdió la vías de barranca-bermeja y paturia 151 vida en una de sus exploraciones. En seguida el señor George Von Lengerke , ciudadano alemán, fundó en Montebelo, sobre la falda occidental de la cordillera de la Paz, un gran establecimiento agrícola, con tra- piche mo\^do por vapor ; y construyó, á sus solas ex- pensas, un camino de ahi hasta el Magdalena, que no pudo luchar contra la dificultad del suelo movedizo de las selvas vírgenes en los grandes inviernos. £1 señor Lengerke ha sido el empresario más audaz, de más recursos y más fe entre los que han acometido esas peligrosas empresas. El señor Fancisco Grellet, francés de nacimien- to, parece haber sido el primer explorador de la vía de Paturia ; y el señor Roberto A. Joy , quien tomó á su cargo los gastos de la ejecución del camino ; obra en la que, bajo la dirección del señor Temístocles Pare- des, entre otros, fueron invertidos más de $ 200,000 entre 1868 y 1870. El general Solón Wilches, Presidente de Santan- der en 1880 á 1884, acometió la dificilísima empresa de construir un ferrocarril desde Puerto- Wilches, so- bre el Magdalena, hasta Bucaramanga, bajo la dii^ec- ción del joven ingeniero colombiano señor Abelardo Ramos. En la orilla del rio fueron levantados el prin- cipio de una población, un hotel, casa para maquina- ria, bodega, una ó dos millas de carrilera provistas de una locomotora; en fin, el principio de una grande obra, favorecida por un trazado que se dice tiene mu- chas ventajas. Las fiebres entre los trabajadores, la escasez de fondos y la guerra local de 18&4, pusieron término á esos trabajos, emprendidos con energía pero i52 VÍA DE PUERTO WILCHES sostenidos con el sólo recurso de la fe que, si en los tiempos del Mesías allanaba las montañas , en los pre- sentes necesita estar sostenida por capitales abundan- tes para realizar el mismo milagro. . El general Wilches alimentó por algún tiempo la esperanza de dar remate á la empresa con el produc- to de una fuerte contribución sobre la quina cuprea, que se extraía entonces á razón de más de un millón de pesos por año, juzgando quizás que con ello sólo aplicaba una parte de la riqueza natural del Estado, no la de los contribuyentes. Olvidaba, sin embargo, que el valor de ese artículo no consistía en la quina misma sino en el trabajo empleado en extraerla ; de suerte que esos valores, así como el del oro que se saca de las minas, en rigor no es oro ni quina sino trabajo humano convertido en una forma material. Indudablemente habré omitido, por falta de noti- cia ó de memoria, algunos otros nombres. Todos deben ser salvados del olvido, porque la posesión de una salida cómoda, barata y sólida al valle del Magdalena, será para los habitantes de la cordillera Oriental de tanta importancia como lo fué para los Estados Uni- dos del Norte la construcción del Canal del Erie, ó como para los Israelitas el paso del desierto, desde la servidumbre de Egipto á las tierras prometidas de Canaan. Los caminos del río hacia Ocaña tienen interés, no sólo para esa sección de Santander, sino para toda la República. Es la primera región montañosa de clima fresco y salubre, á propósito para la inmigra- VÍAS DE OCAÑA 153 ción europea, que se encuentra poblada en la inme- diación de nuestras costas. Provista de aguas abun- dantes para la agricultura, y que á la vez le propor- cionan doble salida al mar — por el Zulia navegable ya en sus confines, ó por el Catatumbo — tributario también al lago de Maracaibo, — ora por el Magdalena á Barranquilla, Cartagena y Santamaría, — si algún día llegásemos á pensar con seriedad en el problema de la inmigración extranjera, nuestras miradas deberían dirigirse de preferencia hacia esa parte, como la pri- mera escala adecuada para recibirla. Allí hay tierras baldías en abundancia que poder ofrecer al inmigran- te, una base de población civilizada y trabajadora, que puede pagar salarios altos al proletario europeo en los primeros días difíciles de su colocación. Una vez aclimatado allí, puede pensar en escoger el pun- to del interior que mejor le convenga. Además, el territorio de Ocaña tiene una impor- tancia estratégica para los casos de guerra exterior, ó de guerra civil, que á nadie se le podráescapar ; por decirlo así, es la primera línea de fortificación inte- rior, y el lugar destinado á servir de campo atrin- cherado, ya sea para enviar auxilios á las ciudades de la costa, ya para preparar los ejércitos destinados á recuperarlas. Así, éste fue el lugar escogido por el Gobierno de las provincias Unidas en 1815 para acopiar los refuerzos que se preparaban en auxilio de Cartagena, y la prime- ra posición ocupada por el general Morillo para invadir el interior de la Nueva Granada. Sirvió de base de ope- raciones al general Carmona en su desgraciada cam- 9. 154 VÍAS DE OCAN'A paña de 1841, y al general Herrán en la que en 1842 emprendió para reocupar las provincias de la Costa. En Ocaña principió el general Mosquera la orga- nización del ejército del Norte en 1854. La pérdida de esta ciuda fue funesta al general Briceño, recha- zado en el Banco en 1861. No hay para qué citar, como se pudiera, ejemplos más recientes. Bastan los enumerados para mostrar que las comunicaciones de Ocaña con el Magdalena son de interés nacional en los grandes conflictos de nuestro país. Ocaña y el Banco son las llaves del interior de Colombia. Hase pensado en buscar aquéllas por diversas vías. Unas veces por la directa de Loma de Corredor, otras inclinándose ligeramente al norte, hacia Puer- to Nacional, que es la antigua vía y la más frecuen* tada en la actualidad ; ambas trasmontando el últi- mo filo de la cordillera Oriental, interpuesta entre el valle del Algodonal y el Magdalena. Asimismo, siguiendo el curso de la quebrada de Cuaré, en busca del puerto de la Gloria, cerca de Simaña, todavía más al norte; la cual quizás, aunque más larga, seria la más ventajosa, tanto porque es la que más se aproxi- ma á las grandes plantaciones de café de esa región, como porque ahorra contrapendientes en el paso de la cordillera, operación siempre costosa y difícil en los caminos. También se ha sugerido la idea de prolongar el ferrocarril de Cúcuta por el valle de los ríos Sardinata y Catatumbo, hacia la gran depresión que por esa parte presenta la cordillera Oriental al sur del cerro DE CÚCUTA AL MAGDALENA l5b de Bobali, para salir, en Tamalameque, al rio Mag- dalena; prolongación de treinta y seis leguas des- de Puerto Villamizar, al través de selvas vírgenes, con toda seguridad insalubres; pero que proporcio- naría dos ventajas de gran magnitud : la primera, comunicar los valles de Ciícuta con los de Ocaña, y concentrar toda la actividad del norte de la Repú- blica en el rio Magdalena ; la segunda, abrir al tra- bajo de nuestros nacionales y de los inmigrantes extranjeros, un territorio magnífico para nuevas colo- nizaciones. En este caso, Ocaña debería ligarse con la anterior vía en algiin punto de las vegas del Ca- tatumbo, por medio de un camino de diez ó doce leguas, que la comunicaría con los principales distri- tos agrícolas de su comarca. Este proyecto hace rela- ción al último de los ramales hacia el Magdalena arrí* ba indicado. En proporción al número de habitantes y al área ocupada por éstos, la actividad industrial de los valles de Cúcuta es la más importante en toda la República. Con una población que no llega á 80,000 almas, pro- duce más de 100,000 quintales de café, que valen S 1.200,000 (moneda de plata de 0,900), y con otros artículos sus exportaciones suben á más de millón y medio. Su importación de mercancías extranjeras tie- ne un radio de consumo que llega hasta el Chicamo- cha, y un ferrocarril de 33 millas le proporciona trans- porte á un río navegable. Esa prosperidad no ha podido ser detenida por la peste, ni por el espantoso terremoto de 1875, que en un minuto no dejó en pie una sola de las casas de su ciudad capital; ni por 15G DE CÜCUTA AL MAGDALENA las guerras civiles, en fin, más desastrosas que las con- vulsiones mismas de los elementos. Su comercio exterior, sin embargo, tiene que salir al mar al través de una faja del territorio de Vene- zuela, sujeto en tiempo de guerra á graves embarazos y perturbaciones, y en tiempo de paz á impuestos de tránsito, no del todo equitativos. Con este motivo el comercio de esos valles ha querido abrirse una sali- da hacia el Magdalena, de cuyo rio sólo dista 25 le- guas San José de Cúcuta ; pero que se convertirían en 40 ó 50 con las vueltas y zigzags á que daría origen el paso de la cordillera Oriental. El Poder Ejecutivo con- fió en 1871 la exploración de esas vías al distingui- do ingeniero señor Nepomuceno González Vásquez, y éste presentí) cuatro proyectos : uno de ellos, el men*- cionado arriba, al través de los valles del Zulia, el Sar- dinata y el Catatumbo, por el pie de los estribos septen- trionales de la Cordillera. De los tres restantes, uno se dirigía al lago de Paturia, pasando por los distritos cafeteros principales, de suerte que pudiera empal- marse sobre el valle del Magdalena con alguno de los caminos de Bucaramanga. Otro tocaba los confines del cantón en el pueblo de la Cruz, á seis leguas de la ciuddid capital, y de ahí se dirigía á terminar en Barrancas, desde donde el río Lebrija es navegable por vapor hasta el Magdalena. El último, el más lar- go de todos, pues tenía un desarrollo de 55 leguas, tocaba en Ocaña mismo, y de ahí debía bajar al Le- lírija en Loma de Corredor, ó al Magdalena mismo un kilómetro más abajo. Ninguno de los tres últimos reúne caracteres co- DE CÚCUTA AL MAGDALENA 157 merciales. Caminos de montaña de 45 á 55 leguas, en los cuales hay que subir y bajar cerros elevados, atra- vesar valles cubiertos de bosque primitivo, y pasar rios de impetuosa corriente y grandes avenidas, no sirven para operaciones comerciales en estos tiempos de competencia febril con el resto del mundo ; esos ca- minos devoran con sus fletes el valor del producto. Los caminos de montaña deben ser de corta extensión. A todo trance hay que buscar vías navegables : ríos, canales, ó el mar. Si por la exigüidad del tráfico tam- poco se pueden hacer ferrocarriles costosos, hay que buscar otro género de industrias ; pero es inútil cons- truir, para el servicio de frutos agrírx)las de poco valor, caminos que exigen grandes gastos de conservación, y por consiguiente, fletes muy altos. Esa es la expe- riencia que tenemos de nuestros caminos de montaña. El problema de nuestras vías comerciales al Mag- dalena es, pues, de gran magnitud. Cien leguas de ferrocarriles, otras tantas de carreteras y doscientas de buenos caminos de montaña, exigen un desembolso de veinticinco á treinta millones de pesos, y serán la parte no menos importante del prograna de nues- tros trabajos públicos en los doce próximos años del fin de este siglo. No toda esa suma será preciso to- marla del bolsillo de los contribuyentes : parte será empleada como especulación de empresarios naciona- les ó extranjeros, que se reembolsarán en períodos más ó menos largos, bajo la forma de fletes y peajes; pero no hay duda de que para llevar á cabo dicho pro" grama en toda su extensión, habrá necesidad de crear rentas públicas que produzcan uno ó dos millones de 158 COLONIZACIÓN DEL VALLB pesos anuales, además de las que hoy existen. Un pais de cuatro á cinco millones de habitantes, que muy bien puede producir trescientos millones de pesos anuales, ¿ razón de $ 60 á 70 por cabeza (lo que sólo implica un jornal de 17 centavos por cabeza y por día), puede y debe invertir el 1 por 100 de su renta en estos gastos esencialmente reproductivos. Cuatrocientas leguas de caminos desde el corazón de las cordilleras hasta el Magdalena, transformarían el aspecto de este pais y le comunicarían un progreso comparable al que todos los días nos causa asombro en la República Argentina. Con ese elemento, nuestra población andina pudiera aumentar sus exportaciones de café de 300,000 á 3.000,000 de quintales; las de tabaco de 40 ó 50,000 quintales, á más de 1.000,000; las de cacao, algodón, ramio, juta, fique, etc., á grandes guarismos ; y sobre todo, nuestras minas de oro y plata, accesible ya para ellas una maquinaria perfeccionada, podrían dar, no $ 4 ó 5 millones, á que llegan hoy, sino $ 25 ó 30. En los años de 1851 á 1865, Ambalema producía tres quintales de tabaco por cabeza de población. Los distritos productores de café en Cúcuta y Bucaraman- ga obtienen una cosecha en igual proporción, y los 12,000 habitantes que trabajan las minas de oro corri- do en Antioquia producen un término medio de $ 250 por cada trabajador. No serían solamente estas producciones las que crearían la riqueza del pais. Los bosques del Magda- COLONIZACIÓN DEL VALLE 159 lena, — una vez que al favor de buenos caminos pu- diese situarse la población en los últimos estribos de la cordillera sobre el valle — podrían mantener con más ventaja que en los Estados Unidos, en donde ya las labranzas empiezan á servir de obstáculo, algunos millones de marranos, mantenidos con frutas silves* tres y con el maíz fácilmente obtenido en esas vegas de fecundidad prodigiosa. En donde quiera que algún cultivo hubiese despejado la selva, los pastos de para, de guinea y de la India crearían dehesas para engor- dar los ganados del Bajo Magdalena y proveer abun- dantemente de carne, no sólo á las poblaciones del valle, sino á las de la Cordillera ; como ya sucede en Cundinamarca, en donde la mitad del ganado consu- mido proviene de las dehesas del Alto Magdalena. Las inmensas llanuras cubiertas de pastos natura les que se extienden desde el Banco hasta el mar, á lo largo del Cesar y el Ranchería (llamado Calancala en las inmediaciones de Riohacha), sobre la orilla derecha del Magdalena; y del Cauca, el San Jorge y el Sinú, en la izquierda, que hoy mantienen más de un millón de cabezas de ganado vacuno, tienen espacio suficiente para cinco ó seis millones ; tanto como en el Estado de Tejas en la Unión Americana. Para estos rebaños se abrirán los mercados de Europa y del Asia con el perfeccionamiento de los buques frigoríficos, en algún día no muy distante. A la colonización humana de esas tierras vírgenes, en donde la malaria brota por todas partes del seno de una capa profunda de vege- tales en putrefacción, debe preceder la colonización animal de especies más robustas que el hombre para 160 COi-ONIZ ACIÓN DEL VALLE resistir esas influencias. Los rebaños de ganado vacu- no han desempeñado en el mundo esa misión de pre- cursores del hombre sobre los desiertos. Ellos huma- nizan el ambiente, fertilizan la tierra y marcan al hombre los lugares habitables, en donde ellos eligen de preferencia su mansión. Pero estos grandes progresos sólo podrán realizarse mediante la colonización del valle del gran rio; pro- blema difícil, en que van envueltas dos cuestiones del porvenir : La inmigración extranjera ; y La ocupación de regiones hoy insalubres. CAPITULO XIII LA INMIGRACIÓN AL VALLE DEL MAGDALENA Necesidad de brazos extranjeros. — Condiciones que esta inmigración requiere. — La raza blanca no es á propósito para colonizar las tierras tropicales. — La africana es la adecuada para iniciar esa empresa. — A ella se debe colonización de la América tropical. — Necesidad del cru- zamiento entre las razas blanca y negra en América. La inmigración extranjera ha sido, en los tiempos modernos, el medio más rápido de progreso para un país. En la antigüedad, inmigración y conquista eran sinónimos; en la actualidad pueden serlo á veces, pero no es ya el caso más frecuente. Ella da los brazos ne- cesarios para cultivar la tierra y para todos los demás trabajos que requiere el desenvolvimiento de un país : trae consigo industrias más adelantadas y hábitos de disciplina social de países más antiguos. Sirve, en fin, para mejorar la raza nativa por el cruzamiento con otra más fuerte y en un estado superior de evolu- ción. Así, nosotros querríamos inmigración europea civilizada, moralizada y provista de elementos de tra- bajo, semejante á la que tan asombrosos resultados está produciendo en los Estados Unidos, en Austra- lia, en el extremo Sur del África, y en las provincias del río de la Plata. 162 R\ZVS INMIGRANTES POSIBLES Empero, sólo tres causas han dado origen en este siglo á grandes corrientes de inmigración civilizada : Salarios albos; Grandes minas de oro y plata recién descubiertas ; y Facilidad de adquirir tierras en propiedad en países muy prósperos. Aparte de estos motivos, los hombres que cambian de patria han buscado también en la nueva relaciones de lengua, climas, costumbres y estado de civiliza- ción no inferiores en mucho á las de su país nativo. Ya el nuevo mundo no ejerce esa fascinación poderosa que tenía en el viejo sobre los espíritus, en los prime- ros días del regreso del primer viaje de Colón. El África, tan inmediata á las costas de España, Fran cia é Italia, apenas ha logrado atraer á la colonia fran- cesa de Argel, en más de cincuenta años, un pequeño número de inmigrantes, relativamente hablando ; pero casi ningunos el Egipto, con excepción de algunas de sus grandes ciudades, y nada ó casi nada las colo- nias del Senegal, la Costa de Oro, el Congo y demás países ecuatoriales. Abolida la esclavitud, las Anti- llas, colonias pobladas por europeos desde tres siglos atrás, han entrado en un periodo de decadencia. Las Guayanas, que no han participado de la convulsión de la independencia en las repúblicas americanas de origen español, están más atrasadas que estos países revolucionarios . La consideración del clima se ha sobrepuesto á las ventajas naturales de fertilidad, producciones espon- táneas y adquisición de tierras en propiedad. Sólo la zona templada ha tenido atractivo para el europeo. RAZAS INMIGRANTES POSIBI.ES 163 El español se dirige hoy de preferencia á Buenos Aires en lugar de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas. El inglés va en guarismos anuales de 100,000 á Aus* tralla y Nueva Zelandia, dobles ó triples á los Esta- dos del Norte de la Confederación Americana, y en números insignificantes á la India, Borneo, Ceilán y Jamaica. El alemán prefiere refundirse en la raza americana del Norte á ir á colonizar sus recientes ad- quisiciones en la costa de África. A despecho de gran* des incentivos y de protección especial, la inmigra- ción europea es muy débil en el imperio del Brasil, en donde no ha penetrado lo que el sajón llama espíritu anárquico de la raza latina. Evidentemente, el inmigrante civilizado puede prescindir de su patria, pero no puede prescindir del teatro, de los refinamientos culinarios, ni del comer- cio intelectual de otros hombres á la altura de sus ideas y de sus conocimientos. Los pueblos tropicales tenemos que renunciar por algunos años á la esperanza de gi*andes corrientes de inmigración europea, á menos de la intervención de causas extraordinarias, como descubrimiento de gran- des minas ú otras semejantes. Sólo podremos tener dos clases de importaciones humanas : las de raza amarilla (los chinos) y las de raza africana. ¿ Serian para nosotros un mal ? La raza mongólica pai'ece ya estrecha dentro del limite de su gran muralla, y deseosa de derramarse por el el resto del mundo. Habiendo conocido la Amé- rica del Norte — la mansión en la actualidad quizás Í6Í LA INMIGRACIÓN DE MONGOLES más favorecida para la raza humana en toda la tie- rra, — allá hubiera querido dirigirse en grandes ma- sas; pero las puertas de esa nación, antes abiertas de par en par á todos los desgraciados, le han sido ce- rradas con dureza. Recientemente ha ido á las islas de Sandwich, en donde ha dado altos muestras de su genio colonizador. También quiso dirigirse á Austra- lia, en donde ha encontrado entre los ingleses la misma antipatía que entre los americanos. Al Perú fué, no espontáneamente, sino llevada por medio de concier- tos obligatorios que constituían á los inmigrantes en calidad de esclavos. Como tales fueron tratados en lo general, naturalmente quisieron hacer las represalias quo estuvieron á su alcance, en robos y otros géneros de venganza; y el resultado era fácil de prever : la inmigración china cesó. Después, atraídos por los trabajos del Canal, han ido á Panamá, en donde han sido mejor recibidos, y dado menores ó ningunos motivos de queja. De Pa- namá pueden pasar á otras partes de la República : esto es natural. La inmigración de mongoles está, pues, á nuestras puertas, y es bueno pensar de ante- mano en la manera como deberemos tratarlos. Los antiguos esclavos africanos emancipados en los Estados Unidos no tienen muchos motivos para estar del todo contentos con su suerte en los del Sur, sobre todo desde que el Gobierno federal cesó de darles esa protección celosa con que por algunos años los cubrió contra el poder ó contra el odio ó el desprecio de sus antiguos amos. Como lo veremos en el curso de estas Notas de Viaje, cuando lleguemos á los Estados Uni- INMIGRACIÓN DE LAS ANTILLAS 165 dos, hay allí campo para atraer la inmigración de algu- nos centenares de miles de raza africana con sólo su- ministrarles algún pequeño auxilio para su pasaje, y tierras baldías que ofrecerles en propiedad. En el mismo caso están las poblaciones de color de todas las Antillas, las cuales suelen venir á nuestras costas á trabajar en la construcción de ferrocarriles — cuando los hay, — ó en la tripulación de los vapoi'es. En el momento en que hubiese demanda de peones en el valle de Magdalena para trabajos agrícolas, pudiera contarse con ellos en no pequeño número. El día que allí se paguen jornales medianamente altos, vendrán. No temeré decir resueltamente que considero la posibilidad de esas dos inmigraciones como una cir- cunstancia feliz, y más aún, que debiéramos prepa- rarnos para hacerles una recepción simpática, tanto en las relaciones privadas como en la acción oficial. Las tierras tropicales no han podido nunca ser ocu- padas por la raza blanca sino con el auxilio de otra raza mejor dotada para resistir las influencias físicas del clima. Destruida por los conquistadores españoles la raza indígena aclimatada en los trópicos — cuya conservación en las márgenes del Magdalena hubiera sido de tanto precio para los trabajos futuros de colo- nización, — la América tropical no hubiera podido ser colonizada sin el concurso de los hombres de color que fueron traídos en c¿ilidad de esclavos. Sólo ellos resistían la malaria de los bosques cenagosos, sólo ellos eran superiores á los ardores del sol, sólo ellos tenían la fuerza física que exigían las labores de las minas y el descuaje de los bosques seculares. Ellos 166 INMKJRACIÓN AFRICANA cultivaron el suelo, oonstruj^ron habitaciones, abrie- ron los primeros caminos, crearon la primera riqueza. Con esos auxiliares la raza conquistadora pudo ro- dearse de comodidades, eximirse de trabajos duros, resistir la influencia del clima, consagrarse al estudio y levantar el nivel intelectual de estos pueblos ameri- canos. Más aún, á esos hombres fuertes, valerosos y dotados de altas cualidades de corazón, debemos, en gran parte, nuestra independencia. Ni las Antillas, ni Colombia, ni Venezuela, ni el Brasil; más digo, ni los Estados del Sur de la Unión Americana, cuyo clima es sólo semi-tropical, hubieran podido ser colonizados sin el concurso de los afri- canos. Los servicios que á la raza blanca prestó su her- mana menor, la de color oscuro, en calidad de esclava, no serán menos importantes prestados en condición libre y al amparo de leyes que consagren la igualdad política de todos los hombres. El trabajo libre del hombre de color será tan útil como el trabajo escla- vo ; pero no estará acompañado de ninguno de los in- convenientes de la esclavitud. La inferioridad moral que se atribuye á la raza africana es efecto, simplemente, de su estado de evo- lución inferior , pero es susceptible de tanta elevación y nobleza como la raza blanca, y gran parte de los defectos que se le atribuyen en el día, son obra de la institución social que la puso á merced de la otra, acá en América, no efecto de inferioridad de su organis- mo, ni siquiera de su ignorancia y falta de cultivo moral. Stanley, el famoso explorador de las regiones INMIGRACIÓN AFRICANA 167 interiores del África, nos refiere haber empezado sus viajes por el Congo, bajo la impresión de desprecio y aun de antipatía que los americanos del Norte profe- san al hijo del continente osciÁro; pero después de tres años de exploración y de combates incesantes con los aborigénes, regresó vencido por la nobleza, el valor heroico, la abnegación y las sólidas virtudes de esa fuerte raza, en quien, si son temibles las cóleras, también es grande la compasión, firme la lealtad y profundo el sentimiento del deber. Su naturaleza moral, por una ley de equilibrio y correlación que parece gobernar todas las fuerzas, está á la altura de su naturaleza física. Se la tacha de holgazana é indolente á las necesi- dades de la civilización : ¿ mas no serán los hechos observados á este respecto acá en América, un resul- tado de la falta de compensación á sus trabajos injus- tamente expropiados por una institución inicua ? El americano del Norte más diligente ¿mostraría menos repugnancia al trabajo si los frutos de él no hubiesen de pertenecerle y sí pasar á las manos de un opresor? Establézcase la relación natural entre el trabajo y la propiedad del trabajador, y se verán desmentidas en breve tiempo esas impresiones. En el Sur de los Estados Unidos se creyó arruina- da toda producción luego que los esclavos fueron ma- numitidos, porque se juzgó, tanto en América como en Europa, que la indolencia de los manumisos no podía ser vencida sino con el látigo de los sobrestan- tes. El mundo ha visto sin asombro que con sólo el incentivo de buenos salarios ó de participación en el J68 INMIGRACIÓN AFRICANA valor de las cosechas por ellos producidas en las tie- rras de sus antiguos amos, la producción de algodón y tabaco, azúcar y melazas, arroz y maíz, ha vuelto en esos Estados no sólo a su antiguo pie, sino á gua- rismos mayores. Por supuesto que no cambian en pocos años instintos arraigados en el curso de si- glos; pero desaparecerán del todo delante de la in- fluencia poderosa de la justicia. ¿No se han transfor- mado también, en menos de un siglo, con el estímulo del ejemplo y de la instrucción, en hombres trabaja- dores los salvajes indolentes hasta el canibalismo, que Cook encontró en las islas de Sandwich? ¿No llegaron los negros de Marruecos, bajo la influencia de la civi- lización árabe desarrollada en España, á un alto gra- do de poderío y riqueza? Los árabes mismos del de- sierto, que en el día parecen refractarios al trabajo y al respeto del derecho de propiedad, ¿no fueron tam- bién, en el Califato de Córdoba, el pueblo más civili- zado de Europa, á tiempo que en el resto del conti- nente imperaba espesa la tiniebla de los siglos me- dios ? En cuanto á la repugnancia física, nacida de gustos estéticos engendrados por la costumbre y por una se- lección forzosa entre dos mzas hasta ahora antagonis- tas, bastará decir que no se trata de establecer ninguna mezcla obligatoria entre ellas. Si bajo el régimen de la esclavitud pudieron cruzarse por iniciativa de los amos mismos, no es de temer que en el medio de la liber- tad subsista con mucha fuerza ese disgusto, sobre todo en la vida de transición de regiones no cultivadas. El cruzamiento de ellas, en lo que á la América españo- CRUZAMIENTO DE LAS RAZAS 169 la se refiere, es un hecho principiado en España du- rante la dominación de los moriscos, y continuado en América como una necesidad invencible de la pri- mera colonización. De este enlace providencial ha re- sultado un tipo intermedio que, — no temeré decirlo, — con todo el vigor fisico de la una, ha sobrepujado a la otra en la belleza escultural de las formas, en sentimientos conyugales y en cualidades domés- ticas. El cruzamiento de las razas, como medio de me- jorar una y otra, es un hecho demostrado en biología, en lo relativo á las razas animales sometidas al hom- bre. La reproducción repetida en un mismo tronco, produce degeneración en la especie, debilidad física, esterilidad, enfermedades hereditarias. La raza va- cuna degenerada en una localidad se levanta por el cruzamiento con otra. Rebaños he visto en las orillas del Magdalena, procedentes de razas europeas mejo- radas, que enfermos y raquíticos por la acción de un clima y de pastos á que no estaban acostumbrados, fueron levantados a la salud y la robustez con sólo un cruzamiento ocasional con la raza pequeña y des- medrada del centro del Tolima, pero ya perfectamente aclimatada. La raza caballar árabe produjo con su cruzamiento la de sangre inglesa, y ésta a su vez, con las demás del continente, ha dado oriíren á esas espléndidas variedades del Percheron, el Norfolk, el caballo de cacería inglés, el trotero americano, etc. Cruzamiento y selección son dos leyes biológicas que, lejos de ser antagonistas, engranan y se completan. La selección sumininistra los tipos : el cruzamiento 10 170 CRUZAMIENTO DE IJLS RAZAS los propaga y diversifica de acuerdo con las condi- ciones locales. El cruzamiento de la raza europea con la africana es una necesidad que, á mi sentir, se impone ya acá en América, y no sólo en la tropical, sino en algunos países de la zona templada. Parece incontestable que no se encuentra ya entre la familias de raza blanca esa robustez física, esa constancia indomable, esa superioridad irresistible que los primeros conquista- dores mostraron sobre los pueblos indígenas de este continente. Nótase decadencia física y moral, en ca- mino á la esterilidad entre los descendientes de esas antiguas familias, las cuales van decreciendo en nú- mero, en riqueza, en influencia política y social. Los ejemplos que en contradicción de este aserto pudie- ran citarse, quizás proceden de algún cruzamiento oculto con el negro ó con el indio, que ha restituido á la sangre del blanco el vigor físico antes desfalle- ciente. En Colombia empieza á ser elemento domi- nante el de las familias de raza mixta, que forman la masa más considerable de población, y en quienes se notan más condiciones de vigor físico, si bien no to- davía, preciso es confesarlo, de superioridad intelec- tual. En los Estados Unidos del Norte, por lo poco ({ue pude observar y por lo que leí en los periódicos y en las relaciones de los viajeros, la raza blanca de más de un siglo de antigüedad ha ganado en distin- ción y finura en los rasgos de la fisonomía, todo lo que ha perdido en robustez física ; la talla parece ha- berse levantado á expensas de la solidez de formas ; de suerte que ya son poco comunes esos cuerpos ma- CRUZAMIENTO DE LAS RAZAS 171 cizos extraordinariamente fuertes, que se notan en el tipo inglés primitivo. La mujer americana , es inteli- gente en gran manera ; pero parece débil y enfermiza y tiene una tendencia notoria á la esterilidad^ con pérdida evidente también de los sentimientos amato- rios y de los instintos de ternura maternal, sobre todo en las grandes ciudades. El mismo fenómeno parece observarse en Europa, en donde el crecimiento de la población, en Francia, Italia y España, es enteramente lento. La idea del lujo llevada al extremo, la pasión de los goces refina- dos, el desarrollo de enfermedades infectivas que se nota en aumento, son fenómenos que en parte pueden atribuirse á la influencia de la miseria, y á la perver- sión de la aristocracia por otra ; pero también pueden ser considerados como síntomas de la decreneración de la raza, que pide el cruzamiento con otra más vi- gorosa, y más sana bajo el aspecto moral. Petulante como puede parecer en un americano del sur la expresión de estas ideas, que en un europeo quizás despertarán una sonrisa de compasión, las pre- sento con franqueza como producto inconsciente de una observación poco preocupada. Los principios que rigen la propagación de las for- mas y de las condiciones morales y físicas de la vida, son los mismos en todos los seres, sin exceptuar los humanos. Los griegos del siglo de Pericles profe- saban á las hordas amenazantes del valle del Danu- bio, el mismo desprecio que los europeos del siglo xix alimentan por las razas de evolución atrasada del Asia y del África : pero esas hordas apellidadas bar- 172 INFLUENCIA DEL CLIMA SOBRE LA RAZA baras por los griegos y los romanos, acabaron por establecer su supremacía sobre los descendientes de los vencedores de Maratón y sobre los orgullosos ix)- manos del imperio y forman hoy la parte más intelec- tual y poderosa del linaje humano. Los feroces hunos, que las crónicas del siglo iv nos pintan con formas repulsivas y horribles, son los magiares del tiempo presente, entre quienes sobresalen los tipos más bellos y físicamente más poderosos de la raza europea. Las comodidades físicas, la buena habitación, el vestido y alimentos mejor preparados; la emancipa- ción de trabajos rudos, que gastan rápidamente la vida orgánica ; el desarrollo intelectual que refleja en la físonomía los más levantados objetos que dan ocu- pación al cerebro, — todo eso modifica las razas al través de los siglos, dulcifica la expresión del sem- blante, modela en proporciones más equilibradas las formas físicas, y suaviza los crudos tonos del color de la piel. Esta es una materia en que son aventuradas las teorías que pretendan elevarse á la categoría de generalizaciones científicas; pero quizás lo que se llama las razas humanas no es más que el resultado de influencias específicas del clima, confirmado al través de períodos indefinidos de tiempo por la acu- mulación de herencias fisiológicas ; resultado susce}>- tible de modificación en el curso de los siglos por influencias distintas. En el valle del Cauca, situado á 1,000 metros sobre el nivel del mar, me ha parecido observar que el tinte obscuro de la raza africana va desvaneciéndose á tintas semejantes á las del cacao, más claras ya que en las INFLUENCIA DEL CLIMA SOBRE LAS RAZAS 173 poblaciones del mismo origen en la costa atlántica. A SU paso por el corazón del continente africano, Stan- ley encontró también tintas más claras en las tribus habitadoras de las márgenes del lago Victoria y del Mta-Nzigué, á la misma altura sobre el mar que el valle del Cauca, y más claras aún, y sobre todo con facciones más finas, entre las poblaciones de Gamba- rangara, que habitan alturas de 1,500 á 1,800 metros. En el sur de España, y aun en Madrid mismo, me pareció ver en la fisonomía de personas perfectamente blancas el conjunto de líneas bien expresivo de un origen africano. Sea de esto lo que fuere, lo que que sí parece indu- dable es que el cruzamiento modifica las razas, ya sea produciendo un tipo distinto de ambas, bien ab- sorbiendo, por medio de selecciones, — que la natu- raleza dirige de un modo inconsciente, — los rasgos de la fisonomía inferior entre los de la raza superior. De todos modos, en fin ; si bajo el imperio de insti- tuciones aristocráticas pudiera existir dificultad para las relaciones armónicas de razas distintas, la demo- cracia sí permite que vivan en paz y prestándose cooperación amistosa; de lo cual Colombia ofrece un ejemplo no desmentido en los cuarenta años corridos desde la abolición de la esclavitud. Los chinos forman una raza superior á la africana en los aspectos intelectual é industrial, y aún proba- blemente á nuestro pueblo, tomado en su conjunto. Son en extremo sobrios, laboriosos, buenos agricul- tores, y en las artes manuales sobrepujan quizás á todos los pueblos del mundo. Por el lado moral no es 10. 174 LA RAZA MONCÓLICA el mejor posible el concepto de que gozan ; pero no se puede juzgar de ana comunidad inmensa, como es esa, por unas pocas individualidades, generalmente las menos tranquilas, como son los primeros explora- dores que salen de su país en busca de aventuras ; de ordinario la espuma de las poblaciones acumulada en las ciudades de las costas. Si el testimonio de re- cientes viajeros al Celeste Imperio es contradictorio, á lo menos la poca experiencia que en Panamá tene- mos de ellos, no ha dado hasta ahora motivo para mirarlos con desconfianza. Como su entrada á nues- tro país habría de ser muy lenta, tiempo sobrado ten- dríamos para juzgar de su carácter por nuestro propio juicio, sin tener que guiamos por opiniones ó preocu- ])aciones ajenas. En el territorio de Panamá, sobre la línea de los trabajos del canal, existen en número de 12,000, según fui informado. J CAPÍTULO XIV COLONIZACIÓN COLOMBIANA DEL VALLE DEL MAGDALENA La colonización colombiana del valle del Magdalena. — Pobla- ciones de las cordilleras que podrfan ocupar las orillas del río. — El antioqueño y el socorrano. — Deberían ser pre- cedidas de la ocupación por las razas vacuna y de cerda. — Ejemplo de la colonización del valle del Mississippi. — Para ello hay base en los rebaños de los Estados de Bolívar y Magdalfra. Para t. ocupación colombiana de las regiones insa- lubres del vahe Jel Magdalena se puede contar con dos corrientes distintas. Una, la que puedan suminis- trar las poblaciones ya establecidas y aclimatadas en la parte baja del río, y otra, la que tímidamente ba* jaría de las cordilleras Oriental y Central, una vez abiertas vias de comunicación de carácter perma* nente, desde el interior hasta el Magdalena. La primera será de muy poca consideración mien- tras no aumente de un modo considerable el número de habitantes, que no pasa hoy de 120 ó 130 por legua cuadrada en toda esa región, equivalente en superficie á la mitad de todo el valle. La segunda será lenta pero segura desde el ins- tante en que se vea un camino sólido, provisto de vehículos suficientes para dar seguridad de trans- portes baratos y rápidos. Dos pueblos dotados de 176 EL ANTIOQUEXO genio colonizador, situados á uno y otro lado del Magdalena, sólo esperan ese día para dirigir su mar- cha hacia el gran valle : el antioqueño y el socorrano. El primero de éstos ha desplegado en los cincuenta años que acaban de transcurrir cualidades en extremo notables para el efecto. Raza fecunda como ninguna otra de la República, sus números son hoy seis veces mayores, á lo menos, que al principiar este siglo (1 ). Sana, vigorosa, inteligente y emprendedora, ha su- plido con el trabajo lo que falta de fertilidad á sus tierras, de suerte que en riqueza general esta sección es la segunda en la República. Bastará decir, en rela- ción con este asunto, que en diez años fueron fundados allí, de 1871 á 1881, trece ó catorce bancos de circula- ción, establecimientos que hasta entonces eran del todo desconocidos, no sólo en ese Estado, sino en la Na- ción. Su tipo físico tiene más semejanza con el de los habitantes de las provincias vascongadas en España, que con el de ningún otro grupo de la población de la Península; pero puede bien haberse formado por la similitud de influencias de su región montañosa con la . (1) £1 censo levantado á fínes del siglo pasado dio 97,000 ha- bitantes á la provincia de Antíoquia; el de 1808, 106,950; el de 1835, 158,017; el de 1843, 189,531: el de 1851, 244,442; el de 1861 (cómputo), 327,322; el de 1870, 365,874; el de 1882, 463,667; pero además Antioquia ha enviado al Cauca, al To- lima y á Cundinamarca, no menos de 120,000 pobladores, que no figuran en tales censos. El doctor Manuel Uribe Ángel, en su Geografía general de Antioquia, sólo computa en 25,000 el número de emigrantes al Cauca y al Tolima; pero durante el último viaje que hice al Cauca tuve ocasión de observar que en sólo el Municipio caucano del Quindfo, no bajaba de 30,000 el número de antioqueños establecidos allí, y en la falda tolimense de la cordillera Central es quizás todavía mayor el número. EL SOCOURANO 177 de igual carácter en aquellas provincias, porque el he- cho es que los apellidos dominantes de Restrepos, Uri- bes, Hoyos, Ochoas, etc., no corresponden con los que se encuentran en el señorío de Vizcaya. Movido quizás por la capa delgada de tierra vegetal que se encuen- tra en las faldas de sus cordilleras, no muestra grande apego al terruño natal, emigra con facilidad en busca de tierras más fértiles, fuera de los límites de su cir- cunscripción política, y ha empezado á poblar las de sus vecinos de Cauca y Tolima ; de suerte que, á la \nielta de medio siglo, será quizás el elemento etno- lógico principal de Colombia. El tipo socorrano parece tener más relaciones con el catalán. Silencioso, perseverante, económico, in- fatigable en el trabajo, honrado en sus transacciones, goza, como el antioqueño, de una comodidad mejor distribuida entre las diversas capas sociales, que la que se nota en el resto del país. No es minero como el antioqueño, á lo que quizás deba atribuirse su ca- rácter menos audaz en las empresas ; pero en cambio es más adicto á la agricultura y á las manufacturas, de las cuales, en tejidos de algodón, produce proba- blemente más de un inillón de pesos anuales, en pe- queños telares de mano. Le son familiares los culti- vos del algodón, la caña de azúcar y el arroz, artícu- los que produce en escala no despreciable, que envía á vender hasta el mercado de Bogotá, á pesar de la distancia de sesenta leguas y de los malos caminos de montaña que le unen con la capital. Por desgracia, las tierras que ocupa no son de las más fértiles, y aunque á fuerza de trabajo logra ro- 178 ETAPAS DE COLONIZACIÓX dearse de una abundancia comparativa, se muestra dispuesto á cambiar de teatro de acción en busca de otros más favorecidos por la naturaleza, y aparte de haber enviado no pocos de sus hijos á cultivar las tierras calientes de Boyacá y aun Cundinamarca, es suya quizás, en su mayor parte, una colonia de más de 30,000 colombianos que se ocupa en el próspero cultivo del café en los distritos fronterizos de Vene- zuela. De este grupo de población salió el primer grito de independencia en 1781, y es probablemente el que en todo el país alimenta un sentimiento demo* orático más arraigado en las costumbres. Con un buen camino al Magdalena no tardaría mu- chos años en extenderse por este valle, para resistir el clima del cual su constitución robusta y su aclima- tación en lugares cálidos, le da quizás ventajas sobre el antioqueño, que parece preferir los climas fríos. La colonización colombiana del Magdalena tendrá, pues, estas etapas : Primero, ocupación de los últimos estribos de la cordillera sobre el valle, para procurar á los colonos una aclimatación gradual. Industria pecuaria en el valle, para proporcionar saneamiento á las tierras recién desmontadas. Formación paulatina de establecimientos agrícolas, sostenidos, principalmente, por trabajadores de raza negra ó amarilla, en los primeros tiempos. Ocupación lenta, pero constante al fin, por las emi- graciones de la Cordillera. La inmigración europea no se dirigiría hacia el valle sino después de la fundación en él de grandes EJEMPLO DEL VALLE MISSISSIPPI 179 ciudades, y acaso pasando primero por una estación más ó menos prolongada en las tierras altas. Este movimiento de colonización que calculo para el porvenir en el valle del Magdalena, es el mismo ocurrido en la del valle del bajo Mississippi, que tiene más de un punto de semejanza con aquél en lo rela- tivo á clima, condiciones del suelo é influencia de las diversas razas de población en él establecidas. £1 valle del Mississippi es cenagoso como el del Mag- dalena, expuesto á iguales avenidas, consagrado á idénticas producciones, ocasionado á unas mismas enfermedades en los meses de primavera y estío, y fué cultivado y poblado por raza africana introdu- cida en grande escala en calidad de esclava. Daré una muestra de lo que eran su población y su riqueza en los momentos en que principiaba la na vegación por vapor, comparándolas con lo que son hoy . ESTADOS. ' PoblacióD en Publación on 1880. Año on que so le pt'í'ibió cotno Ba- ta Jos. Florida 183(). 34,730 269,493 1845. Alabama 1820. 127,901 1.262,:.05 181Í). Mississippi. . . . 1820. 75,448 1.131,597 1817. Luisiana 1820. 153,407 939,946 1812. Tejas 1850. 212,.'>92 1.591,749 1845. Missouri 1820. 66,58(5 2.168,380 1821. Kansas 1860. 107,206 996,196 1861. Nuevo Méjico . . 1850. 61,547 119,565 Colorado 1860. 34,277 191,327 1876. 873,694 8.673,658 Estas poblaciones, fundadas en lo que al principiar este siglo eran desiertos completos, tenían por auxi- liares grandes rebaños de ganado y de cerdos, cuyo movimiento inicial y actual, que tomo de los infor- 180 EJEMPLO DEL VALLE DEL MISSISSIPPI mes dignos de crédito de la Oficina de Agricultura de Washington, son los siguientes : ESTADOS Ganado vacuno Cerdos en 1830. en 4887. en 1830. en 1887. Florida 261,085 6í9,73l 209,453 307,051 Alabama .... 728,015 741,926 1.904,540 1.376.148 Mississippi . . . 733,970 714,813 1.582,934 1.2¿6,C89 Luisiaua 575,342 433,465 597,301 573,821 Tejas 330,114 7.109,V20 692,022 2.279,082 Missouri .... 791,510 2.166,712 1.702,625 3.798,799 Kansas 2.223,996 7,314 2.377,561 Nuevo Méjico. . 32,977 1.276,991 19,941 Colorado 1.112,376 23,419 Totales. . . 3.45;M)13 16.409,233 6.69(;,1&9 11.982,511 Como puede verse en los dos cuadros anteriores, el cerdo y el buey son compañeros inseparables del liombre en esas regiones; mas aún, son los precurso- res de éste en la ocupación de las tierras despobladas. Asi, para una población de menos de 500,000 habi- tantes en el valle bajo del Mississippi en 1820 (pues entonces Tejas y Florida no liacian parte de la Unión, ni había población alguna en Kansas, Colorado y Nuevo Méjico), había 3.000,000 de cabezas de ganado vacuno y mas de 5.000,000 de cerdos ; es decir, seis roses vacunas y diez cerdos por cabeza humana. Y á medida que ésta se aumenta en números, decrece la proporción de animales. En 1887 ya sólo había menos de dos cerdos y menos de una y media cabezas de ga- nado mayor por cada hombre. En el valle del Magdalena se pueden computar ac- . tualmente por 700,000 de población humana, 2. 100,000 cabezas de ganado vacuno y quizás 1.000,000 de cei^ dos. De las primeras, 700,000 en el Tolima, 100,000 LA INDUSTRIA PECUARIA IBl en Cundinamarca, 1.000,000 en Bolívar y 300,000 en el departamento del Magdalena y la Goajira. El prospecto de desarrollo de la industria pecuaria en el bajo Magdalena es muy considerable. Allí ca- ben perfectamente 3 ó 4 millones de cabezas de ga- nado, tanto en las dehesas de pasto natural del inte- rior de esos territorios, como en los inmensos pas tales de para cpié empiezan á formarse en las playas que cubre el rio en los inviernos con las semillas de la parte alta arrastradas por las aguas. Tiempo es ya de que nuestro Gobierno piense en el modo de abrirles salida en la exportación hacia las Antillas inglesas, francesas y españolas, por medio de nego- ciaciones diplomáticas. En años anteriores compra- ban las islas de Cuba y Puerto Rico cerca de 30,000 cabezas por año, que daban $ 1.000,000 á los Estados de Bolívar y Magdalena ; pero hoy ha termi- nado ese tráfico, en parte por altos derechos de im- portación impuestos por el gobierno español. A tiempo que nosotros admitimos libres de dere- chos los vinos tintos de la Península (en envases grandes) y que se ha concedido en las Aduanas un derecho diferencial de no poca importancia al papel florete español, no seria una pretensión desmedida de nuestra parte una correspondencia de rebajas á la entrada de nuestros ganados en esas islas. Algo pu- diera también negociarse con las Repúblicas del Pa- cifico, para cuando el canal de Panamá esté abierto á la navegación. •j 11 CAPITULO XV LA NAVEGACIÓN POR VAPOU Vehículos del tiempo de la Colonia. — Vida salvaje en el Mag- dalena. — La poesía de Madiedo. — La independencia do Colombia. — Días solemnes. — Inmigración extranjera no- table. — El señor Elbers. — Sus primeros vapores. — Re- vocación del privilegio concedido á éste. — El señor Fran- cisco Montoya y el vapor La Unión. — Las Compañías de Santamaría y de Cartagena. — Nuevos vapores. — La abo- lición del estanco del tabaco asegura la navegación por vapor. — Reseña acerca de esta medida. Hasta i 825 el rio era sólo navegado por canoas y champanes. Para casos de guerra se empleaban tam- . bien bongos. Como hasta el nombre de estos dos últi- mos vehículos desaparecerá en breve, daré aquí una ligera descripción de ellos. Era el champán una gran canoa, hasta de 14 ó 15 varas de largo, 2 de ancho y poco más de 1 de profundidad, construida ordinaria- mente con el tronco de un solo árbol. Cubriasela en . el centro, en una extensión de 8 ó 10 varas, con unos . aros de madera elástica, sobre los cuales se colo- caban hojas de palma en suficiente cantidad para pre- venir la entrada de la lluvia y defender de los rayos del sol á los pasajeros. En ese reducido espacio se colocaba la carpa, y sobre ella tendíase un cuero LOS CHAMPANES 183 de res, que, con una almohada y una sábana, for- maba la cama de aquéllos, tanto casi de noche como de día, pues la naturaleza del vehículo sólo permitía la posición horizontal. Hacia la popa un gran tiesto lleno de rajas de leña servía de cocina, cuyo humo penetraba no pocas veces dentro del espacio cubierto, que no sé si ya se llamaba salón. La capacidad de los champanes llegaba hasta doscientas cargas, ó sea veinte á veinticinco toneladas. Tripulábanle de doce á diez y seis bogas y un piloto, quienes, á la bajada, ayudaban con sendos canaleíes (remos) la corriente del río, y á la subida lo impelían con el auxilio de largas palancas, á veces complicadas con una horquilla en uno de sus extremos ; la palanca se afianzaba en el lecho ó en los bancos de la orilla, y la otra extremidad en el pecho de los bogas, quienes, caminando sobre la cubierta con paso uniforme, unos tras otros, en dirección opuesta á la de la embarca- ción, la hacían subir con una velocidad de tres y á lo más cuatro leguas por día. En tiempo de crecidas, cuando el fondo estaba profundo y el agua cubría los bancos, la horquilla de las palancas servía para pren- derla de las ramas de los árboles y tirar de ellas para hacer subir el champán. Con pequeños descansos se navegaba doce horas en el día, y por la noche, ama- rrado el champán á algún grande árbol de la orilla, los bogas dormían en la playa ó en alguna choza que acertara á encontrarse. Si ésta faltaba, ó si llovía, ó era insoportable la cantidad de zancudos, los bogas hacían hoyos en la playa, en los cuales se sumergían, ubriéndose con la arena y sin dejar descubiertos más 184 LOS CHAMPANES que los ojos y las narices. Dui'aba el viaje desde Bar- rranquilla hasta Honda de cuarenta y cinco á sesenta días; á veces más, cuando por insurrección de los bogas había que buscar nueva tripulación en los pue- blecillos de las orillas. Era preciso proveerse desde Mompós de los alimentos necesarios, que no pasaban de tasajOf manteca, arroz, bollo blanco (hecho de harina de maíz ó de arroz, y tostado luego en el horno), pan de casabe (de yuca brava, amasada y tostada al sol) y chocolate. En las casas de las orillas solía encontrarse gallinas, huevos y plátanos. Esto y el pescado cogido en anzuelo ó en atarraya, formaba la única alimentación durante ese penosísimo y largo viaje, cuyo peligix) era considerado tan grave, que la genei-alidad de los viajeros hacía confesión general y otorgaba testamento antes de emprenderlo. De lo que era la vida del Magdalena dará idea la siguiente poesía del doctor Manuel María Madiedo, leída siempre con admiración y sentimiento profundo, porque pinta la verdad de las escenas poéticas, pero semi-salvajes, de un tiempo todavía muy próximo á nosotros. Estas líneas, que respiran poesía ameri- cana, libre á un tiempo de rigidez clásica y de exage- ración romántica, tendrán para nuestro país, la im- portancia de un trozo de la Odisea. LA poesía de madiedo 185 AL MAGDALENA ¡Salud, salud, majestuoso río!... Al contemplar tu frente coronada De los hijos más viejos de la tierra, Lleno sólo de tí, siento mi alma Arrastrada en la espuma de tus olas, Que entre* profundos remolinos braman, Absorberse en las obras gigantescas De aquel gran Ser que el inñnito abraza. ¿ Qué fuera aquí la fábula difunta De las ninfas de Grecia afeminada, Al lado del tremendo cocodrilo. Que sonda los misterios de tus aguas? No en tus corrientes nada el albo cisne Sólo armonioso en pobres alabanzas; Pero atraviesan tu raudoso curso Enormes tigres y robustas dantas; Cadáveres de cedros centenarios Tus varoniles olas arrebatan, Como del techo del pastor humilde Las tempestades la ligera paja. No nadan rosas en tus aguas turbias Sino los brazos de la ceiba anciana, Que desgarró con hórrido estampido El rayo horrendo de feroz borrasca. Yo veo serpientes que tus aguas surcan, Cuyos matices á la vista encantan, Y oigo el ronquido del hambriento tigre Rodar sobre tu margen solitaria; Mientras salvaje el grito de los bogas Que entre blasfemias sus trabajos cantan, Vuela á perderse en tus sagradas selvas Que aun no conocen la presencia humana. ¡ Oh, qué serían Sátiros y Faunos Bailando al son de femeniles flautas. Sobre la arena que al caimán da vida En tus ardientes y desiertas playas!... i Ah, qué serían cerca de los bogas. Que rebatiendo las calludas palmas, En el silencio de solemne noche En derredor de las hogueras danzan; Acompasados al rumor confuso iSS LA POESÍA DE MADIEDO De tus mugientcs y espumosas aguas. Que acaso llega á iaternimpir no lejos Del ronco tigre seca la garganta!... Yo los he visto en una obscura noche Dando á los aires la robusta espalda, Sobre la arena que marcado habían De las tortugas la penosa marcha, Y del caimán la formidable cola, Y de los tigres la temible garra. Yo los he visto en derredor del fuego Danzar al eco de sonora gaita, Mientras silbaba el huracán del norte Sobixi tus olas con sañuda rabia; Yo los he visto juntos á la hoguera Cavar ansiosos tus arenas blandas, Y en sus entrañas despreciar el lecho Del más pomposo femenil monarca. Aun me figuro que sus rostros veo Del trómulo relámpago á la llama, Con los ojos cerrados, cual si fueran Los despojos de un campo de batalla. No muy lejos de allí, menos salvaje, Sobre la arena inculta y abrasada. El caimán abandona tus corrientes Y junto al boga, sin temor, descansa. En vano busca en tu desierta margen El hombre, que cual débil sombra pasa. Palacios y ciudades de una hora, Que derrumban del tiempo las pisadas. El pescador que en tus orillas vive, Bajo su choza de nudosas cañas, Que á nadie manda, ni obedece á nadie, De s( mismo el vasallo y el monarca; ¿No es más dichoso que el abyecto esclavo Que entre perfumes sus cadenas carga?... \ ; Yo te saludo en medio de la noche. Cuando en un cielo plácido y sin mancha. Mira la luna en tus remansos bellos Su faz rotunda de bruñido nácar! I Yo te saludo, nuncio del Océano! Todo eres vida, libertad y calma; Y el hombro libre que sus rcdes seca En tu sublime margen solitaria, Como en Edén nuestros primeros padres, Sólo de Dios adora la palabra. , I- I LOS VAPORES 187 TÚ te deslizas al través del tiempo Como la sombra de la acuátil garza. Sobre la fas de tus fugaces olas Que de los montes á los mares bajan. En tus riberas vírgenes admiro La creación saliendo do la nada, Grandiosa y bella, cual saliera un día Del genio augusto que tus olas manda. i Corro á perderte en los ignotos mares, Como entre Dios se perderá mi alma! Cedros y flores ornan tu ribera, Aves «in fin que con tus ondas hablan. Cuyos variados armoniosos cantos De tus desiertos la grandeza ensalzan. i Yo te saludo, hijo de los Andes ! Puedas un día fecundar mi patria, Libre, sin par por su saber y gloria, ¡ Y habrás colmado toda mi esperanza ! Pero este aspecto primitivo de nuestro rio y de nue.stro estado industrial debía pasar pronto. El si- glo XIX había empezado á gozar de la serie de prodigios en la locomoción con que Fulton y Stephenson habían de dotar al hombre. El vapor había empezado á sacudir sus alas, y un barco de esta clase había remon- tado por primera vez las aguas del Mississipi, desde Nueva Orleáns hasta Louisville, en 1817. Seis años después, el Congreso de Colombia concedía privilegio exclusivo por veinte años al señor Juan Bernardo- Elbers, para navegar por vapor las aguas del Mag- delena. Dos años después, en 1825, el vapor Santan- der, el primero quizás que atravesó las aguas del Atlántico sin velas ni remos (1), pasó la barra de las (1) En la interesante biografía del señor José María Pino afirma el señor J. T. Gaibrois que desde el año de 1824 había traído el señor Elbers el vapor Fidelidad^ del cual no tenía ^•o noticia ó recuerdo. Las que doy sobre este asunto las adquirí por conversaciones con el mismo venerable introductor 188' INTRODUCCIÓN DE LOS VAPORES Bocas de Ceniza y entró á las aguas del Magdalena. Esos eran días solemnes para Colombia. Pocos meses antes, la victoria de Ayacucho había asegurado la Independencia de las repúblicas hispano- americanas, y pocos meses después la capitulación del valeroso Rodil en el Callao, había puesto el sello á la magna lucha, despejando del suelo americano el últi- mo soldado español. Casi al mismo tiempo, Canning reconocía nuestra independencia en la Gran Bretaña, á pesar de la resistencia de la Santa Alianza europea. Hombres distinguidos por su saber y su amor á la li- bertad, venían á buscar nueva patria entre nosotros. Boussingault, el gran agrónomo francés, Rivero, el doctor Roulin, el doctor Cheyne, Roberto Stephenson, Tilomas Fallón, Alejandro Mac-Douall, Tyrrel Moore, Guillermo Wills, se proponían introducir adelantos notables en la explotación de nuestras minas de oro y plata, propagar con su ejemplo el estudio de la medi- cina, desarrollar el laboreo de nuestras minas de esme- raldas y de sal, darnos ejemplo de la aplicación de las fuerzas aaturales á los trabajos agrícolas, estudiar las riquezas todavía vírgenes del suelo intertropical, quizás estudiar el campo para plantear entre nosotros la maravillosa invención, entonces en la cuna, de los de los vapores en 1851. Pocas personas de tan nobles y filan- trópicos sentimientos he conocido en mi vida. Era un hombre hermoso, de fisonomía en extremo benévola, de suavísimas maneras, que había conocido y tratado de cerca á los hombres notables de la independencia. Era, sobre todo, admirador ar- diente del almirante Padilla, á quien y al general Mariano Montilla suministró grandes auxilios de dinero para el equipo de la flotilla que tanto contribuyó á la toma de Cartagena, en 1820 y 1821. INTRODUCCIÓN DE LOS VAPORES 189 ferrocarriles, que habian de transformar el mundo. Á este magnifico prospecto se agregó la introducción de los vapores en la principal de nuestras arterias comer- ciales, llamada á completar la integridad del terri- torio nacional, antes unida por débiles lazoa de comu- nicación. Era este progreso el complemento de la independencia : una victoria de tanta magnitud como Boyacá ó Ayacucho. Para los que hoy contemplamos las dificultades inherentes á esa empresa : la escasez de capitales ; la ignorancia de nuestras poblaciones en las artes mecá- nicas ; la falta de industrias en el interior, que diesen ocupación y fletes á los vapores ; la carencia de com- bustible en las orillas solitarias del río ; la ausencia de establecimientos para la reparación del casco y de la maquinaria de los buques ; la falta de conocimiento, en fin, del lecho del rio y de su adaptación á vehícu- los de calado dos ó tres veces superior al de los cham- panes ; — la audacia, la perseverancia y el fi^enio des- plegados por el señor Elbers, en esos tiempos, nos hacen formar de él una idea semejante en grandeza á la que de Sucre, Páez ó Nariño podemos formar en ese otro teatro de los combates, quizás injustamente preferido por la gloria para discernir sus coronas de inmortalidad. Esas dificultades eran tan grandes, tan invencibles por los escasos recursos de esos tiempos, que no es de extrañar el mal éxito que al cabo tuvieron los traba- jos de aquel titán. Los vapores se varaban, las má- quinas se descomponían, y en los primeros viajes, salvo en las épocas de invierno, no ganaban mucha 11. 190 LOS PRIMEROS VAPORES ventaja sobre los vehículos primitivos. No estaban aún enseñadas por la experiencia las dimensiones exigidas por las vueltas del río, ni la fuerza de las máquinas, ni las formas requeridas para el acomodo de la carga, las máquinas y los pasajeros. En los Estados Unidos mismos esos eran problemas que estaban todavía en estudio, contra los cuales se luchó por largo tiempo, hasta el punto de que hasta hace poco los vapores del Mississipi y del Ohio no tenían una duración de mas de cuatro á seis años. Al General Santander siguió á los pocos meses el Gran Bolívar, Ambos buques de origen americano (si no recuerdo mal construidos en Pittsburgo), y de 250 á 300 toneladas, á juzgar por su calado de seis á siete pies. El primero de éstos subió hasta Conejo en sus primeros viajes; pero pronto se adquirió la expe- riencia de que su calado no le permitía pasar de la boca del Sogamoso, hasta donde el fondo del río es más permanente. Entonces dispuso el señor Elbers que el Gran Bolívar ^ cuya construcción sólida le permitía navegar en el mar, hiciese sus viajes desde Cartagena ó Santamarta, por las Bocas de Ceniza, hasta Barranca, pueblo situado una legua arriba de Calamar ; de allí hasta San Pablo, abajo de la boca del río de la Cimitarra, el Santander : de este último punto hasta Conejo debía continuar la navegación en champanes, hasta tanto que llegase un tercer buque, el Libertadory mandado construir expresamente para subir hasta Conejo, de acuerdo con lo que la expe- riencia de los primeros meses había enseñado. Antes de la llegada del tercer buque, el general DIFICULTADES CON QUE TROPEZARON 191 Bolívar que, desde junio de 1828 se había declarado en ejercicio de facultades dictatoriales, revocó en 12 de mayo de 1829, sin saberse bien por qué, el privi- legio concedido al señor Elbers, y declaró libre la na- vegación por vapor en las aguas del rio. £1 constructor del vapor Lihertadory al llegar con éste á Santa- marta, dos meses después de la revocación, juzgó más conveniente á sus intereses introducirlo y explotarlo por su cuenta, haciendo con este pi-ocedimiento una competencia ruinosa al primer empresario, el cual ocurrió á los Tribunales en protección de sus derechos. Obtúvola, en efecto, dos años más tarde, después de la muerte del general Bolívar y de la derrota de la nueva dictadura encabezada por el general Urdaneta ; pero entre tanto los dos primeros vapores estaban ya en ruina, y con ellos la fortuna de su propietario. De nada le sirvió lo restitución del privilegio : sus recursos estaban agotados, y la experiencia hecha en 1827 para reunir, por medio de una compañía por acciones, el capital necesario, le había probado que faltaba en el país espíritu de asociación. Con todo, desde 1827 había introducido una má- quina de aserrar, algunos instrumentos y carpinteros piácticos, con el designio de armar otro vapor en Barranquilla. Haciendo el último, el supremo esfuerzo, y probablemente probando utilizar la máquina de alguno de los anteriores, logró armar y botar al agua en aquella ciudad, en 1833 (1), otro vapor, al que dio ol nombre de Susana, que era el de su esposa. Según XI) El señor Gaibrois dice en el opúsculo citado, que en 1835. 192 LOS PRIMEROS VAPORES parece, este nuevo ensayo fué también desgraciado, y el rio quedó, desde 1833 hasta 1839, surcado tan sólo por botes y champanes. En 1838 el señor Francisco Montoya logró formar la primera asociación de que yo tenga noticia, desti- nada á objetos de progreso general, y ella pidió á Inglaterra un vapor de condiciones adecuadas para el rio ; la experiencia del señor Elbers, y estudios hechos en la navegación por una empresa de botes y cham- panes, que los principales accionistas sostenían, les dio medios de hacer un pedido bien especiflcado. Este vapor entró al río en julio de 1839, subió hasta la Vuelta de la Madre de Dios, cuatro leguas abajo de Honda, navegó con felicidad hasta 1841 y terminó su carrera en el caño de Papayal, cerca del Banco, es un combate contra bongos de guerra, en noviembre de este último año, á consecuencia de una bala de cañón que hizo estallar las calderas. Merecen ser conservados los nombres de los principales accionistas de la empresa. Son los señores Francisco Montoya, Santos Agudelo, José María Pino, Manuel Abello, Dundas Logan, Julio Plock y otros. El vapor tenía por nombre l/nión, medía 416 toneladas, y la fuerza de sus máquinas era de 120 caballos. Quizás hubiera tardado mucho la venida de otros vehículos, si en'1845 no hubiese ofi*ecido el general Mosquera, al principiar su primer período de mando, conceder un auxilio de $ 100,000 á cada mía de las Compañías que en Cartagena y Santamarta se pro- yectaba formar para navegar el rio. La de Santamarta se organizó al fin en 1846, recibió el subsidio prome- EL TABACO RESUELVE EL PROBLEMA 193 tido, y desde luego, tal vez sin necesidad de aportar capital alguno sus socios, pudo poner rápidamente en servicio los dos vapores : Magdalena (17 de julio de 1847), y Nueva Granada (18 de septiembre del mis- mo año). Eran estos vapores de 200 toneladas y po- dían llevar de 800 á 1,000 cargas en cada viaje. La Compañía de Cartagena necesitaba invertir una parte de su capital en trabajos para mejorar el canal del Dique, y probablemente por esta causa, sólo hasta 1859 introdujo á las aguas de éste el pequeño vapor Ca- lamar, cuya capacidad no excedía de 300 á 400 cargas. Todavía estaba en problema la navegación por va- por. Las provincias interiores no daban sino muy pocos frutos á la exportación, y los buques bajaban de ordi- nario casi vacíos ; pero en este año ocurrió un suceso que vino á asentar sobre bases sólidas las empresas. Me refiero á la abolición del monopolio del tabaco. Este artículo sólo había sido producido hasta 1846 con destino al consumo interior, y nunca había pasa- do la cantidad producida , en las tres únicas facto- rías establecidas en Ambalema, Girón y Palmira, de 35,íXX) quintales, entre las tres, repartidos así, en el año económico de 1848 á 1849, el último y quizás el de más altos rendimientos en la historia de la renta. Ambalema 23,637 quintales. Girón 5,933 — Palmira 5,164 — Total 34,734 quintales. Las ventas para el consumo interior, en el mismo año económico, no habían pasado de 27,000 quintales : 194 EL COMERBIO DEL TABACO De Ambalema 20,582 quintales. De Girón 2,967 — De Palmira 3,288 — Total 26,837 quintales. El espíritu liberal de que se mostró animada la primera administración del general Mosquera (1845 á 1849), cuyo inspirador principal en el Ramo de Ha- cienda era el señor Florentino González, — en previ- sión, indudablemente, de la próxima desaparición del monopolio del tabaco, contra el cual venia pronun- ciándose la opinión pública cada día con más fuer- za, — tomó el camino de ensanchar la producción del artículo en otros lugares, como San Gil, Ocaña, Colom- baima, Peñalisa y Purificación , en los cuales fueron establecidas factorías nuevas. Y para dar salida á este aumento, que ya superaba con mucho las necesidades del consumo interior, se resolvió autorizar la exporta- ción del sobrante, dándolo en pago, con una ganancia de 50 por 100 sobre el precio de producción, á algunos acreedores públicos, comerciantes en su totalidad. Con esta medida se creó en la parte alta del valle del Magdalena una nueva industria, cuyos productos estaban llamados á dar alimento á los vapores del río. En el año citado de 1848 á 1849, esta operación suministró, con destino á los mercados extranjeros, un guarismo de 12,590 quintale-', procedentes, en sus nueve décimas partes, de las nuevas factorías del alto Magdalena, que, unidos á otra cantidad próxima- mente igual destinada al consumo de las provincias de la Costa, daba ya un guarismo de 25,000 quintales ó LuV LIBERTAD DEL TABACO 195 10,000 cargas á los transportes de bajada desde Hon- da hasta Nare, Calamar y Barranquilla. La libertad de cultivo de esta planta venia pidién- dose desde 1834. Los campeones de esta idea, señores doctor Manuel Maria Quíjano y doctor Vicente Azue- ro, habían luchado en vano contra la prudencia fiscal del general Santander y del doctor Francisco Soto, su secretario de Hacienda. A la verdad, en la Admi- nistración del primero de éstos hubiera sido impo- sible decretarla, en momentos en que acababa de ser abolida otra de las contribuciones principales, legado del sistema español : la alcabala. En las de los señores Márquez y Herrén (1837 á 1845) hubiera sido tam- bién poco oportuna después de una rebaja conside- ble en la tarifa de aduanas, decretada á propuesta del señor Aranzazu, en 1839, y menos en medio de las di- ficultades originadas por la guerra civil de 1840 á 1842. En la del general Mosquera (1845 á 1849), la dis- posición progresista manifestada por éste, animó la de la opinión pública, y después de mucha discusión, al fín aprobaron las Cámaras un proyecto presentado en 1848 por los señores Ignacio Gómez y Rito Anto- nio Martínez, diputados por la provincia del Socorro, en el cual, á cambio del monopolio que se suprimía, se mandaba cobrar un impuesto de siembra, de $ 2 por cada mil matas. Las ideas liberales del general Mosquera, sin embargo, no llegaban á tanto : hubiera querido él poner su veto al proyecto de las Cámaras ; pero, temeroso de la influencia que este procedimiento pudiese tener en la elección presidencial próxima, le concedió su sanción. 19G LA LIBERTAD DEL TABACO Al inaugurarse el Congreso de 1849, con toda leal- tal expresó sus temores á las consecuencias que pudie- ra acarrear esa medida. Más valerosa la disposición del general López, que le sucedió en el mando, no sólo propuso, por conducto del doctor Manuel Murillo, que desempeñaba la cartera de Hacienda, la confir- mación de la libertad del cultivo, sino la supresión del derecho de siembra, que hubiera anulado todos los buenos efectos esperados de la abolición del es- tanco. Acogió el Congreso este pensamiento de animosa confianza, y sus efectos superaron las expectativas más lisonjeras. La exportación de tabaco tomó un vuelo extraordinario, y el retorno de importaciones colmó en breve con creces, en las Aduanas, el vacío producido por la eliminación de la otra renta. Es ésta la operación financiera más trascendental en los anales fiscales de nuestro país. De $ 0-90 la arroba á que se pagaba el tabaco á los cosecheros, du- rante el monopolio, subió el precio sucesivamente á $ 2-50, $ 3-20 y llegó hasta S 6 ; con lo cual, las pobla- ciones productoras ganaron inmensamente en comodi- dad, subió al triple y al cuadruplo el valor de las tie- rras y el de los salarios, se extendió el consumo de carne, con lo que creció proporcionalmente el valor de los ganados, y el pedido de éstos condujo al esta- blecimiento de grandes dehesas de pastos de guinea y de para, suficientes hoy para la ceba de más de 100,000 reses en sólo el valle del alto Magdalena. Por causas que no conozco bien, pero entre las que sospecho fué la principal la falta de capitales, la LA LIBERTAD DEL TABACO 197 medida no tuvo los mismos efectos en Girón, San Gil, Palmira y Ocafta; pero si en las llanuras del sur de Bolivar, bajo la influencia de los capitales y espíritu de empresa formados en Barranquilla. En el año de 185 í á 1852, ya subía el guarismo de las exportaciones de tabaco de esta misma proceden- cia y de las siembras rápidamente desarrolladas en las llanuras del Carmen y Corozal, en la provincia de Cartagena, á 27,656 quintales, guarismo que, unido al del consumo interior, debía alcanzar á un total de 40,000 quintales ó 16,000 cargas de alimento á los viajes de los vapores en su regreso de Honda á la Costa. Además, la exportación de quinas, principiada con mucha timidez en 1848, daba también al mismo tráfico un contingente de 3,500 cargas más, proce- dentes de las provincias de Bogotá y Neiva. El movimiento iniciado no debía detenerse muy pronto ; el desarrollo de las industrias de exportación de las provincias interiores, nulo, ó poco menos, hasta 1848, continuó en los 22 años siguientes en la forma que, tomada de datos estadísticos suministrados á la Secretaría de Hacienda en 1871 por los cónsules co- lombianos de Londres y de Bremen, señores Jaime S. Hart y Ramón Mercado, reproduzco en seguida, como un dato interesante para la historia industrial de nuestro país. 198 COMERCIO DEL TABACO IMPORTACIONES DE TABACO COLOMBIANO Años. En Londres, pacas de 5 á 6 En Bromen, quintales. arrotMs cada una. 1850 7,274 1,706 1851 10,457 1,518 1852 18,355 3,041 1853 13,181. . . . 11,993 1854 9,493 12,946 1855 8,598 11,834 1856 18,835 41,262 ia57 16,799 52,280 1858 13,991 37,405 1859 8,688 41,780 1860 4,092 64,040 1861 3,036 54,512 1862. ..... 5,273 87,221 1863 7,947 132,274 1864 12,360 105,380 1865 8,325 73,137 1866 5,031 101,457 1867 5,844 100,457 1868 6,000. .... 112,758 1869 4,643 115,461 1870 12,320 81,525 r A estas cantidades puede agregarse de un 15 á un 20 por 100 por las exportaciones á otros países de Europa, á los Estados Unidos, Venezuela y á las Antillas. Clasificando esta exportación, por proceden- cias, y siguiendo un procedimiento enteramente em- pírico, pero susceptible de ser rectificado después, se dividirá así : EL TABACO 199 Ambalema y demás lugares del alto Magdalena 50 por 100 El Carmen y demás lugares del inte- rior de Bolívar 30 id. Palmira y resto del valle del Cauca . 15 id. Girón, San Gil, etc . 5 id. Total 100 Reduciendo á quintales el guarismo de pacas 6 zurrones importados en la Gran Bretaña, obtendre- mos en los veintiiin años á que se reñeren los datos, nn guarismo total de 1.547,820 quintales de tabaco exportados á Inglaterra y á Bremen, y poco más ó menos 1,800,000 de exportación total, que da un promedio de 86,000 quintales por año. De ellos ha debido salir por el rio Magdalena un 80 por 100, ó sea 68,000 quintales, equivalentes á 27,000 cargas anuales. Este guarismo puede aumentarse en un 50 por 100, por la exportación de quinas, café, algodón, maderas de construcción y de tinte, etc., y tendremos un movimiento total á la bajada por los vapores de- rio Magdalena de 65,000 cargas de á 125 kilogramos cada una, en el periodo de 1850 ál870. Las cargas de subida en el mismo período debie- ron aproximarse á 40,000 por año, de suerte que el tráfico del Magdalena, que en 1827 no estimaba el señor Elbers en más de 12,000, había decuplicado á lo menos, en el espacio de 30 años ; pero ese aumento notable se había efectuado principalmente en los 20 últimos, á contar de 1850, fecha en que la navegación por vapor adquirió condiciones de regularidad. 200 NUEVOS VAPORES EN 1850 Con posterioridad á 1850 se establecieron en el rio las siguientes compañías de navegación por vapor : En 1851 y 1852 la de los señores Hamburger y Ba- tis, comerciantes colombianos de Barranquilla, que introdujeron los vapores Honda y Barranquüla, La Compañía de Santamarta, subvencionada por el Gobierno con $ 80,000 más, introdujo en 1852 el vapor Manzanares y de 275 toneladas, uno de los mejo- res, por sus condiciones de velocidad y poco calado, que han navegado en el río. En 1854 una compañía inglesa, de la que era jefe el señor John Dixon Powles, nos envió los tres vapores Estrella, Anita é Isabel, Una compañía americana envió en 1855, en co- nexión ,con la empresa del canal del dique de Carta- gena, el vapor Henry Wells, conocido después con el nombre de Eleyía Svnmonds, Los señores Everett y Brown, de Nueva-York, aso- ciados á algunos colombianos, hicieron armar en Ba- rranquilla, en 185G, los vapores General Mosquera (entiendo que con los restos de la maquinaria y del casco del vapor Nueva Granada) y el Bogotá. En el mismo año fué organizada entre comercian- tes de Barranquilla y Santamarta, y quizás también con el concurso de algunos de Nueva-York, Bogotá y Medellín, la Compañía Unida de Navegación por Va- por en el rio Magdalena, que subsiste aún (1) y que llegó á tener en las aguas de éste seis transportes de (1) Se liquidó en 1890 vendiendo sus vapores á la « Compa- ñía Colombiana de trasportes » organizada por el señor Fran- cisco J. Cisneros. ALEJANDRO WBCKBECKER 201 primer orden : el CaiLcay el General Mosqveray el San- taniartay el Antioquia, el Elena Simmonds y el Bogo- tá. Esta Compañía ha tenido en el señor Rober- to A. Joy un administrador perseverante, emprende- dor y enérgico, bajo cuya dirección se han hecho ex- ploraciones útiles en algunos de los tributarios nave- gables del Magdalena. Sus primitivos vapores, de los cuales ninguno existe, han sido después reemplazados sucesivamente con el Vencedor^ digno de su nombre, y cuyas felices proporciones de adaptabilidad al río, sólo el Mariscal Sucre ha podido después superar ; el Colomhiaj el Esperanza, el Confianza, el Montoya, el Gaira (vapor pequeño, á propósito para la navegación de los caños de la Ciénaga de Santamarta), el RQberto Calixto, que reemplazó al anterior y desempeña sus funciones en tiempo de seca entre Nare y Honda, etc. El señor Alejandro Weckbecker ha sido uno de los más útiles, patrióticos y desinteresados empresarios de vapores en este rio. Empezando por un pequeño va- por que llevó su mismo nombre, y que fué el primero en subir el salto de Honda y navegar en el alto Mag- dalena hasta Ambalema, siguió con los buques Alema- nia y América, y concluyó con el Werder y el Moltke ; el último de los cuales empleó en 1873 y 1874 en la exploración del alto Magdalena hasta Neiva, y del Sal- daña hasta el Paso del Gusano, rompiendo á su paso los peñones que formaban chorros impetuosos y luga- res llenos de peligro, aun para las balsas y canoas. En esta operación prestó el señor Weckbecker un servi- cio que no debiera ser olvidado, pues en ella fué víc- tima de su consagración, quedando inútil el Moltke 202 OTROS VAPORES para nuevo servicio. Tengo entendido que el señor Weckbecker, con el vapor de este nombre, fué el pri- mero que en 1859 ó 1860 navegó los caños de la Cié- naga, desde Santamarta hasta Barranquilla, abriendo asi la navegación del caño de Cuatro Bocas. Las diversas empresas que han tomado á su cargo la limpia y navegación del brazo del dique de Carta- gena, han sostenido también en diversas épocas vapo- res pequeños para mantener el tráfico del interior de la República por la vía de la invicta Calamar; y entre ellos, aparte del Calamar que ya mencioné, recuerdo los nombres del Ogden^ el Totteiiy el So fia-Esperanza y el Aíbión, el Rafael Reyes , el Rafael NúñeZj el Carta- gena y el Pedro Vélez, estos tres últimos con el con- curso, según entiendo, de la Compañía inglesa de Va- pores de la línea Atlas, La casa colombiana de Vengoechea y González, de Barranquilla, fundó á sus solas expensas, en 1862 y 1803, otra línea compuesta de los nombrados Tequen- dama, Vengoechea y Tairona^ este último de dimensio- nes adecuadas á los caños de la Ciénaga. El Vengoe- chea hizo en su segundo viaje de subida el más rápido de que tengo noticia, en 5 días y 4 horas de Barran- quilla á Caracoli, en 1866. El señor Pedro R. Ven- goechea introdujo luego el Francia-Elenaj que nau- fragó en su primero ó segundo viaje al bajar de Honda-, arriba de Nare. Este era uno de los buques de más porte que han navegado el rio. En 1877 el infatigable y atrevido empresario cuba- no señor Francisco J. Cisneros, con el objeto de pro- porcionar oportuno y económico transporte á los ma- FRANCISCO J. CISNKROS 203 teriales de sus contratados ferrocarriles de Antioqiúa, La Dorada y Girardot, trajo de Inglaterra, con la po- derosa ajiidade los señores Stephenson Clarke y C, tres vapores de acero, de adecuadas proporciones : el Stephenson Clarkey el General Trujülo y el Inés Clar- ke. Posteriormente, para continuar la navegación en el alto Magdalena, subió á esa sección del río los va- pores Tolimaf Emilia Duran y Carmen Cisneros^ y para ensanchar sus operaciones en la parte baja, re- construyó y puso otra vez en servicio el Francia-Ele- na, con el nombre de Marta y Emmci, y el pequeño vapor Magdalena Cisneros. Sus tres primeros buques han estado empleados durante algunos años en el ser- vicio del correo de la Costa, con los cuales ha regula- rizado los viajes de una manera antes desconocida. Las Compañías Alemana é Internacional, funda- n lenguaje mudo, pero de solemne tristeza, sus grandes ruinas, no menos de 20,000 habitantes debían LAS RUINAS DE HONDA 211 de dar en otro tiempo animación y vida á sus calles ; estrechas y llenas de almacenes al píe, levantadas en anñteatro sobre la colina rocallosa, que la embaraza casi desde la orilla del rio, espaciadas y cómodas en la meseta que la domina hacia el occidente. El río Gua- li, que baja de la cordillera Central, la divide en dos partes, iguales probablemente, en otro tiempo, hoy mucho más poblada la del costado derecho ó sur, en donde quedan más habitaciones en pie, sin duda por- que la conmoción subterránea que la destruyó encon- tró resistencia á sus vibraciones en la durísima roca que la sostiene hacia ese lado. Los escombros de gran- des lienzos de paredes de cal y canto, de grandes arcadas de granito de sus conventos, los árboles centenarios que surgen de entre las ruinas, los restos inconmovibles de los estribos de un gran puente, vol- cados hoy sobre el torrentoso Gualí , — todo demuestra que esa ciudad, destruida por un espantoso terremoto el 16 de junio de 1805, á las once de la noche, era no menos rica y poblada que Cartagena y asiento de más riqueza comercial que Bogotá. Era tal el letargo en que vivían nuestros padres bajo el ala paternal de la metrópoli española, que no ha quedado una descripción, aun la más somera, de esa catástrofe. Un periódico fundado en 1791 en Bo- gotá por el entonces bibliotecario, señor Manuel del Socorro Rodríguez, natural de Cuba, el Papel Perió- dico, había suspendido su publicación algunos años antes, y otro fundado tres años después del terremoto, por el nunca bien lamentado patriota y mártir, Fran- cisco J. de Caldas, tampoco publicó noticia alguna 212 HONDA ANTES DEL TERREMOTO acerca de ella. Las únicas que conservo son las que cincuenta años ha alcancé á oir allí mismo á uno de los últimos testigos presenciales de ese acontecimien- to, el señor Pablo Crespo. Según él. Honda era la residencia principal de los comerciantes españoles que hacían para el interior del Nuevo Reino introducciones directas de la Península ; algunos de los cuales, decía el señor Crespo, no repu- taban bueno el día en que sus ventas no alcanzaban á mil pesos al contado. Ambas orillas del Gualí estaban cubiertas de magníficas huertas y jardines, detrás de los cuales se levantaban espléndidas casas altas de azotea, provistas de abundantes y frescas fuentes, re- sidencia de esos afortunados magnates. Las corpora- ciones monásticas, numerosas y ricas, elemento domi- nante de la vida social en esos tiempos, habitaban en grandes conventos y hacían fiestas religiosas de mucha pompa y magnificencia. Árboles coposos, frutales mag- níficos, palmeras elevadas, mantenían por donde- quiera una agradable sombra á los ardores del clima. Numerosos esclavos servían en las casas, manejaban las recuas de muías y cultivaban los campos. Detrás de Honda, al pie de la Cordillera, á seis leguas de dis- tancia, demoraba la ciudad de Mariquita, Real de minas, adonde afluían y eran beneficiados los mine- rales de la cordillera Central, sirviendo además como lugar de veraneo para las familias de Honda. Era esta otra ciudad de no menor importancia, cuyas calles ostentaban caños profundos de piedra labrada, que al- cancé á ver, por donde corrían abundantes acequias para proporcionar aseo á las habitaciones y riego per- HONDA ANTES DEL TERREMOTO 213 manéate á sus deliciosos jardines. Á juzgar por la extensión de las ruinas , esa ciudad cubría media legua de largo por una milla de anchura, y la abundancia de almendrones, caimitos, aguacates de la mejor va- riedad que he visto en todo el país, mangos y otros árboles raros, entre ellos tres ó cuatro canelos, cuya introducción atribuía la tradición oral á don José Celestino Mutis, daban testimonio de la opulencia de sus moradores, y de que el número de ellos no debía bajar de 12 á 15,000. Recomponiendo en la imaginación lo que debió de ser Honda, tanto por lo que es hoy como por las des- cripciones del señor Crespo, al viajero procedente de Bogotá que la contemplase desde el peñón opuesto de Pescaderías, debería presentársele como una de esas mágicas ciudades moriscas levantadas hace cinco ó seis siglos en las faldas de la Sierra de Málaga, bajo el cielo azul de las riberas del Mediterráneo : un caserío oculto entre el follaje, coquetamente adornado por la copa estrellada de las palmeras, desordenado y como desvestido para tomar el baño debajo de las cei- bas á la orilla del rio ; alineado en gradería de azoteas sobre las colinas, como en medio de los jardines sus- pendidos de Babilonia; perdiéndose entre el denso fo- llaje del rumoroso Gualí, y coronado en la cumbre de los collados por la imponente masa de los conventos, asilados siempre al pie de las altas torres de sus iglesias. Creería uno oír la voz confusa y varia de las chusmas, el relincho de los caballos, el repique de las campanas en lo alto de las torres y hasta las voces del currulao y del bambuco, desprendiéndose de las cuer- 214 EL TERREMOTO DE 1805 das de la bandola, á compás de los golpes del tamboril. Ese ruido cesó : en vez de esas voces de vida, se oyó de repente un rumor de cadenas arrastradas sobre el pavimento ; un trueno sordo repercutió bajo la man- sión de los hombres, quienes sintieron un desvaneci- miento semejante al mareo, y antes que nadie se die- se cuenta de lo que pasaba, paredes y techos se des- plomaron sobre los míseros moradores, dejándolos aplastados en gran número. Muy pocas casas que- daron en pie ; quizá 10 ó 12,000 personas hallaron la muerte entre Honda y Mariquita ; cesó por mu- chos años, tal vez por siglos, el rumor de la actividad comercial, y sobre la grieta de los muros que antes abrigaban al hombre, se engarzan hoy las raices de los caracolíes, que levantan sus copas y extienden sus brazos como para ocultar á losh hijos el espectáculo de la funesta ruina de sus padres. En lugar de esas vi- siones de movimiento industrial y esperanza y placer, el espectáculo actual inspira ideas lúgubres. Madiedo, el poeta del Magdalena por excelencia, describió asi la impresión que allí se siente á la luz de la luna : De los cielos la bóveda inmensa, De las olas plateadas el ruido, El silencio del mundo dormido Y del céfiro el blando gemir; Al incierto rumor de la hierba Que en las ruinas tan triste se mece, De la muerte la voz me parece Que en sus brazos me llama á dormir. Aun no se ha levantado Honda de la postración á que la redujo el terremoto ; pero se levantará de su sueño de ochenta años á la voz de la locomotora que ya re- EL FERROCARRIL DE LA DORADA 215 suena entre sus escombros. El desnivel del lecho del Magdalena, que interrumpe alli la navegación, ha dado pie á la construcción del ferrocarril de la Dorada, pro- longado hoy desde la parte superior de los chorros, frente á la ciudad, hasta Yeguas, cinco leguas abajo, y se prolongará por dos más hasta el pie de la Vuelta de Conejo. Los vapores del alto Magdalena atracan en Arrancaplumas, en el punto en donde principia el ferrocarril, y los del bajo rio llegan sólo hasta Ye- guas. Asi, este anillo de hierro liga las dos partes del río y mantiene una comunicación cómoda entre Neiva y barranquilla, ciudades que distan entre si trescien- tas leguas. Este ha sido, pues, un gran progreso, que conservará para Honda la importancia de punto de escala obligado en la navegación, aun cuando la cons- trucción de otro camino hacia el interior de Cundina- marca le pueda arrebatar más tarde el comercio de tránsito de esta última región. Aunque vagamente se había hablado de la idea de un ferrocarril entre Honda y la playa de Caracoli, al señor Nicolás Pereira Gamba corresponde el honor de haber dado los primeros pasos prácticos y hecho los primeros sacrificios para darle principio. El trajo de Inglaterra en 1873 al ingeniero Mr. C. D. Roberts, quien levantó el trazo de un ferrocarril desde Honda hasta la boca de la quebrada de Perrera, abajo de Co- nejo y calculó su costo en $ 1.500,000, guarismo que asustó á los capitalistas ingleses con quienes aquél estaba en relación. El señor Pereira proyectaba en un principio tan sólo un ferrocarril de una legua hasta Caracoli y un puente sobre el rio Magdalena ; pero 216 EMPRESARIOS DE FERROCARRIL Mr. Roberts juzgó que en esa pequeña distancia seria la obra muy costosa y no alcanzaría á cubrir el tráfico los intereses del capital y los gastos de servicio y con servación de la obra, por lo cual extendió el proyecto nueve leguas más abajo. Luego, en 1881, el doctor Pío Rengífo, en unión de Mr. Módica, ciudadano ameri- cano, tomó á su cargo la empresa, en relación con una casa americana, y otro ingeniero, Mr. Wheeler, recti- ficó el trazado, acopió durmientes, pidió rieles, y hu- biera empezado la construcción, á no haber quebrado la firma de quien los empresarios esperaban los pri- meros recursos ; de suerte que los gastos ya impendi- dos quedaron á cargo del doctor Rengifo, arrebatán- dole una modesta fortuna laboriosamente acumulada. En 1883, en fin, tomó la empresa á su cargo el señor Francisco J. Cisneros, quien, con la actividad norte- americana que lo distingue, en poco más de un año construyó las catorce millas que hoy existen, auxi- liado con $ 4,200 por kilómetro con que contribuyó el Gobierno general ; pero con un desembolso total de cerca de $ 700,000, es decir, de $ 150,000 por legua. No había transcurrido un mes después de inaugurado ese proyecto, cuando una avenida simultánea, y sin precedente, del Gualí, el río Perico y el Guarinó, se llevó en una noche el puente de hierro de este último rio y los de madera de los dos primeros. Súpolo en Barranquilla, en viaje para Europa, el señor Cisneros, y regresando en el acto, con un trabajo de veinticinco días con sus noches, repuso sobre burros de guayacán sumamente sólidos, el puente de Guarinó, levantó de nuevo los otros dos y continuó y ha continuado sin PROLONGACIÓN POSIBLE DEL FERROCARRIL 21? interrupción el tráfico hasta el dia. Un mes más tarde estalló la guerra civil, los beligerantes tomaron sucesi: vamente para el transporte de tropas y elementos de guerra, los vehículos ; los cuales, así como la línea mis- ma, debieron su salvación ál tacto de mundo y habi- lidad del empresario. Habiendo suspendido el Go* foierno la subvención ofrecida, la prolongación de la obra está también en suspenso; pero en el estado ac* tual presta un servicio de mucha consideración evi- tando á los vapores la subida de los chorros que se en- cuentran desde Yeguas hasta Caracoli, proporcionando una rebaja notable en el aseguro de las mercancías y acelerando el viaje á los pasajeros. Hoy pertenece este ferrocarril, que su constructor no pudo conservar, al señor J. J. Ribón, negociante colombiano establecido en París. Es de esperar que en breves años se prolongue al sur, en busca de las minas de la cordillera Central, quizás hasta Girardort é Ibagué, y no es imposible que, extendiéndose veinticinco ó treinta leguas hacia el norte, se ligue con el ferrocarril de Antioquia en las vegas del río Ñus, y una por el vapor las dos ciuda- des de Bogotá y Medellín. Con diez años de paz se vería muy próximo ese resultado, que hoy nos parece muy distante. La extensión hacia el sur, hasta Mariquita ó San- tana, será también la señal que determine á los comer- ciantes de Honda y de Manizales á construir un buen camino para cambiar las producciones de sus respec- tivas comarcas. Manizales puede introducir con mu- cho mayor ventaja por la vía de Honda las mercancías 13 218 LOS POBLADORES DE HONDA extranjeras que hoy recibe por la de Puerto Berrío y Medellin, por donde tienen que describir un rodeo de setenta y cinco leguas, y por ahí podría también en- contrar salida para el café que produzca en los férti- les valles y laderas del Chinchiná y el Otun, del Gua- caica y el Tapias. Honda será, pues, siempre un lugar comercial im- portante. Hoy, sin embargo, parece vivir trabajosa- mente. Como punto estratégico á causa de sus cone- xiones con el Alto y Bajo Magdalena, con Antioquia y con Bogotá, está particularmente expuesto á las violencias de las guerras civiles, y esto es, sin duda, lo que ha hecho decrecer su comercio, en otro tiempo importante, del cual se han retirado, en los últimos años, casas importadoras que sostenían un movimiento notable. El Ferrocarril y la barca ejecutan hoy los trabajos antes desempeñados por los comisionistas, arrieros, mozos de cordel y bogas ; sus calles carecen de animación, y sus almacenes parecen tan sólo ocu- pados á medias. Una población distinta en el color, las costumbres y los alimentos, de la que habita las montañas, se en* cuentra allí. La raza mezclada de blanco y africano prevalece ; el castellano se habla con un dejo prolon- gado sobre el fínal de las palabras ; las formas angu- losas y secas y el color pálido-amarillento, llamado vulgarmente jipato, se nota en las mejillas de los blan- cos, en lugar de la carnación redonda y rosada de las gentes de tierra fría ; hay menos amabilidad en las maneras y bastante más altivez en las fisonomías. Ya no se ven la papa, ni las habas, ni las arvejas, ni la EL CLsiysx 219 chicha de las tierras altas; trasciende el olor á pesca* do ; el plátano, el arroz, el ñame y la yuca son los ali- mentos principales ; el aguardiente es casi la única bebida estimulante de la clase trabajadora, y el traje de color negro ó gris, usado en el interior, cede el puesto al de blanco y rojo^ pi'eferidos por el gusto africano ó exigidos por el calor del clima. En lo gene- ral esas poblaciones del Magdalena parecen mejor alimentadas que las de las montañas: el maíz hace las veces del trigo, el cual, por un fenómeno que no acierto á comprender, se consume desde Guadas, de proce- dencia norteamericana, en mayor cantidad que el de la sabana de Bogotá. Los agricultores de la altiplanicie no han hecho hasta ahora un solo esfuerzo por extender el radio del consumo de sus trigos hacia el Magdalena, en donde pudiera encontrar salida para algunos miles de cargas al año. Una asociación de los productores pudiera re- partir entre cuarenta ó cincuenta personas el gasto de algunos ensayos, que no seria gravoso para ninguno y abriría el camino á cambios fecundos ; por ejemplo, con el pescado de aquel río, que sólo en cuaresma, y á precios exorbitantes de 40 á 50 centavos la libra llega á esta ciudad. El clima de Honda y el de todo el Magdalena, á bordo de los vapores, es perfectamente sano: la fiebre perniciosa, ó tal vez la amarilla, es casi desconocida, y suelen confundirse con ellas las insolaciones causa- das por exceso de exposición á los soles ardientes de esa región, en personas poco acostumbradas á esas influencias. Para conservar buena salud basta preca- 220. PRECAUCIONES HIGIÉNICAS verse del sol en las horas medias del día, mantener abrigo moderado durante la noche, y evitar los exce- sos de la comida y de bebidas alcohólicas. Stanley, el famoso descubridor africano, opina también que el uso de frutas conservadas en vinagre es fimesto en los cli- mas africanos, con los que los nuestros del Magdalena deben tener bastante analogía, bien que aqui el calor es más moderado que allá. El uso del catre de lona, sin el aditamento de ima estera de chi7xgalé y una fra- zada de lana, suele ser dañoso, porque durante le no- che se producen enfriamientos en la temperatura, que, sin suficiente abrigo, pueden ocasionar fiebres. El café negro al levantarse de la cama es una precaución liigiénica muy saludable ; también lo es el empleo del jugo de la naranja agria con la sopa ó con la carne, á la cual comunica un sabor agradable. Las carnes y pescados conservados en latas, los mangos, el plátano crudo, la patilla, el aguacate y el melón deben pros- cribirse. El agua de panela fría, llamada en algunas partes de Venezuela Agua-PáeZj es una bebida refres- cante y sana, de la cual, sin embargo, no debe abu- sarse. Las personas acostumbradas en tierra fría al uso de ropa interior de lana, deben conservarla en el Magdalena, porque las dos terceras pai'tes de los ca- sos de fiebre tienen su principio en un enfriamiento ó en una indigestión. El baño de fricción con agua y alcohol es muy conveniente para las personas de sa- lud delicada. Al sentir pesada la cabeza y perezoso el cuerpo, debe tomarse un laxante ligeix> tres ó cua- tro horas después de almorzar ó de comer. En caso de fiebre, y en ausencia de médico, es bueno tomar PRINCIPIO ViEL VIAJE 221 un purgante ó un vomitivo, beber limonadas, frías ó «alientes, y tomar quinina, al declinar la fiebre, en dosis de seis á diez granos. Esta es la experiencia vulgar. Muy agradable es el viaje de bajada en los vapores del Magdalena. Á diferencia de lo que sucede en países más civilizados. — en donde, á menos de intro- ducción especial, no hay comunicación alguna entre los pasajeros, — entre nosotros, un cuarto de hora después de comenzado el viaje principia la conversa- ción general, y á pesar de la ausencia de etiquetas y formalismos, reina en las relaciones no poco de be- nevolencia y cultura. Si hay señoras y niños es doble la garantía de que reinarán atención, respeto y buen humor durante el viaje. . A las 9 de una mañana fresca y despejada empren- dimos el nuestro. El vapor se desprendió de la orilla en busca de la mitad del río, giró lentamente sobi'e sí mismo para poner la proa en dirección de la corriente, dio un largo pitazo como anuncio de su partida, y empezó su marcha majestuosa hacia el mar. Pronto se perdie- ron de vista la playa y el peñón de Caracoli, y el paisaje cambiaba con frecuencia, á medida de las vueltas frecuentes del rio, estrechado por las líneas de contrafuertes de las cordilleras Central y Oriental. Estas cordilleras tienen aspecto de haber estado uni- das aquí y sido después rotas por las aguas del Mag- dalena, que en otro tiempo debieron de correr en un lecho más elevado, según parece observarse en los es- 222 EL GOLILLUDO tratos de sud bancos á una v otra orilla. De trecho en trecho se ven humildes chozas de leñadores acom- pañadas de pequeñas plataneras y de algunos árboles frutales, en la orilla de los barrancos por donde des- aguan las lluvias del invierno solamente, pues esas sabanas altas, sobre todo del lado cundinamarqués, son escasas en aguas corrientes, y por lo mismo poco adecuadas á la agricultura. En la ribera tolimense ú occidental parece más fértil el suelo, cubierto á tre- chos de gramíneas, quizás no muy suculentas, á juz- gar por el aspecto desmedrado de los pocos ganados que pacen allí. El horizonte es estrecho y tiene por rasgo domi- nante la forma rara de los peñones de Guarinó y del Golilludo; semeja éste la cabeza y el cuello de un hombre adornado con una gran golilla de las usadas en el siglo xvi en la corte española. Al llegar á Co- nejo las cordilleras se separan, el valle se ensancha, y los tendidos en que el río conserva una dirección recta son de más extensión. En cuarenta y cinco mi- nutos recorrimos las cuatro leguas que separan á Ye- guas de Caracoli, y en veinticinco las dos leguas res- tantes hasta Conejo. La vegetación de las orillas del rio cambia de as- pecto, según que en ellas ha habido cortes de leña para los vapores ó no. La vegetación primitiva se compone en lo general de tres líneas distintas. 1.* platanillo, caña brava y sauces pequeños : 2.* guaru- mos, balsos, guaduas y payandés ; 3.* ceibas, caraco- líes , cauchos, capoticos y palmas reales. Más hacia el interior, en los lugares altos y secos, principian VEGETACIÓN DE LAS ORILLAS 223 los árboles de corazón, como el guayacán, el diomate, el cumula, el aceituno, etc. En las orillas que han sido desmontadas, y por consiguiente ocupadas por el hombre, dominan el guásimo, el gualanday, la pal- ma de coco, el mango, el ciruelo, y á las veces el árbol de pan : todos ellos alimenticios ó medicinales, sobre todo el guásimo y el gualanday. Útil el pri- mero por las propiedades refrescantes, tanto de su sombra como de su corteza y fruta que, disueltas en agua, se aplican en baños contra las inflamaciones externas, y endulzadas con panela, como una poción calmante para combatir la acción de los ardores del sol ; el gualanday es un admirable especifico para cu- rar las úlceras y las erupciones cutáneas, aplicado en baños, y en fricciones con la miel preparada de la infusión de su corteza. Sólo en un sitio inmediato á Conejo, que se me dijo pertenecia á una señora vecina de Honda, había señales de habitación permanente, en una casa de re- gular capacidad, blanqueada y rodeada de árboles frutales y carralejas; en el resto de las riberas veían- se ranchos pequeños é incómodos, construidos por leñadores con el designio de abandonarlos tan luego como el bosque se aleje algún tanto de la playa y haga difícil el transporte de la leña á la orilla del rio. El hombre no hace todavía mansión permanente en esas riberas, quizás por temor de ser despojado de sus mejoras por algún propietario codicioso, ó por la dificultad de obtener títulos de propiedad sobre la tierra mejorada con su trabajo. Es de presumir que si se diesen facilidades para la adquisición de aquellos 224 PÜEUTO-NIÑO títulos y los pobladores del Magdalena serian menos trashumantes en sus costumbres, y procurarían ro- dearse de mejores comodidades en esos primeros esta- blecimientos de colonización. De Conejo para abajo, Puerto Niño, en la orilla derecha ú oriental, es el primer punto que llama la atención del viajero, con dos casitas pajizas, de cons- trucción algo más cuidadosa , provistas de cocina separada y con el acompañamiento de pequeñas pla- taneras, manga de pasto, labranzas de maíz y de yuca, y algunos árboles frutales. Esas habitaciones fueron construidas en lo que sé consideró el término de un camino que debía poner en comunicación di- recta el interior del Estado de Boyacá con el Magda- lena, y fué bautizado el sitio con el nombre de uno de los más notables patriotas boyacenses de la época de la Independencia, sacrificado por el implacable Mo- rillo. Allí se encuentra leña para los vapores, pláta- nos y yucas frescos, á las veces carne y pescado, y hacía los honores de una de las casas una mujer bo- gotana, de modales agradables, alegre y benévola. Cómo dejó la residencia y la sociedad de Bogotá por la vida de esa soledad terrible, de ese clima ai'diente y de esa falta total de comodidades, no pude saberlo. Vivía contenta, gozaba de buena salud, y sin duda hacia la felicidad de un marido tolimense, de esos que aman el río como otros la heredad de sus padres, que prefieren la canoa al mejor caballo, el pescado á la carne vacuna, y á quienes la sola vista de las mon- tañas causa nostalgia. Del camino que tantas esperanzas despertó, sólo BUENA VISTA Y NARE 225 quedan las casas de Puerto- Niño y quizá uno que otro establecimiento agrícola en las márgenes del rio Minero. ■ Más abajo se presenta, en la ribera izquierda, el bello caserío de Buena vista, cerca del rio de La Miel, en donde principia el territorio antioqueño. En otro tiempo se construían en este lugar grandes canoas, champanes y aun bongos, probablemente á favor de los árboles colosales que se encuentran en las vegas del río. Hoy, suprimida casi la navegación con palanca y remo, su importancia se reduce á algunas labranzas de cacao, plátanos, maíz y algún ganado. El sitio es bello y parece sano. El valle del río La Miel y de sus tributarios se extiende bastante hacia el interior para permitir tal vez la apertura de alguna vía de comunicación directa hacia Sonsón y Salamina, que daría á este pueblo un movimiento comercial considerable. Pasando algunos leñateos (1), y también algunos regaderos, en donde el lecho del río se extiende consi- rablemente y forma lugares peligrosos para la nave- gación á causa de las varadas se llega, en invierno, en menos de siete horas de navegación, áNare; lugar importante por haber sido durante muchos años el imico puerto de Antioquia en el Magdalena. Rodeado de pantanos como está el sitio, la insalubridad del clima ha sido obstáculo á la fundación de estableci- (1) Leñateo. Orilla cubierta de bosque en donde se corta leña para los vapores. Además de la choza del leñador, tiene allí éste alguna labranza que proporciona víveres para su familia* 13. 226 NARE mientos agrioolas, y por consiguiente á la coloniza- ción antioqueña. Las variaciones de la corriente del rio han arrebatado gran parte de la barranca y de las casas allí construidas , y hoy el pueblo, — redu- cido además en su comercio de tránsito, por la com- petencia de otra vía para el interior de Antioquia más hacia el norte, — es ya una ruina lamentable, y pronto desaparecerá. CAPÍTULO XVII DE PUERTO BERRÍO Á LA BOCA DE L.EBRIJA El poblado de Puerto Berrío. -* El ferrocarril de Aniioquia. — Trazado de éste. — Ríos tributarios al Magdalena Cen- tral. — El San Bartolomé, El Carare. — El Opón, el Soga- moso, El Colorada. — El pueblo de Carare y su comarca. — Los indios aruacos. — Entrada de Gonzalo Jiménez de Quesada por el Opón. — La Tora, hoy Barrancabermeja. — Barbacoas. — Victorial fluvial en la guerra de Indepen- dencia. — El general Córdoba. — Puerto Wilches. — Pa- turia. — El Puerto de Botijas. Diez leguas abajo se encuentra la nueva población de Puerto Berrío, que, sin contar todavía catorce abriles, pues apenas fué fundada en 1875, muestra ya arrugas de vejez. Escogida para principio del ferro- carril de Antioquia, en una playa protegida por un peñón que desvia hacia la opuesta la fuerza de la corriente, el suelo es húmedo y la habitación mal- sana. La casa del primer empresario, señor Cisneros, fué construida casi en la cumbre del peñón, y un poco más abajo, pero todavía á prudente distancia del río, las de los empleados ; á cincuenta pasos de la playa se conserva todavía una buena casa construida para hotel, con capacidad para cuarenta ó cincuenta huéspedes; y en la orilla misma, con la mayor inme- 228 PUERTO BERRÍO diación posible al fondeadero de los vapores, las habi- taciones de los vecinos, con el principal objeto de tra- ficar con las tripulaciones de los buques. Éste fué el teatro de grandes trabajos (todavía no bien apreciados de nuestro pueblo) por parte del señor Francisco J. Cisneros en la construcción de las cuatro primeras leguas del Ferrocarril antioqueño. Trfi^tábase de principiar en una playa desierta, y ro- deada de profundos pantanos que se prolongan por cuatro leguas hacia el interior. No había por allí sino miasmas palúdicos, plagas de todo género, de jején y mosquito durante el día, de zancudos y otros bichos no menos temibles durante la noche; ni una choza, ni una labranza en diez leguas á la redonda; había que procurarse los peones de los pueblos del interior de Áníioquia, y los víveres para mantenerlos de Honda y Barranquilla, á cuarenta y ciento cincuenta leguas de distancia. Las fiebres diezmaban los em- pleados y los peones; no había una senda, ni la más leve tix)cha, por donde internarse, ni un punto ele- vado para buscar la orientación, ni un baquiano que ayudase en las exploraciones. Lo que allí debieron de sufrir los primeros exploradores, sólo podría com- pararse á los trabajos de los conquistadores en el siglo XVI. Complicóse esa situación con la guerra civil de 1876, durante la cual el Gobierno Nacional, siguiendo el propósito de mantener á Antioquia — rebelado entonces — en absoluta incomunicación con el resto de la República, prohibió á los vapores tocar en Puerto Berrío, á tiempo que el Gobierno revolu- cionario antioqueño, deseoso de ocultar sus mo- EL FERROCARRIL DE ANTIOQUIA 229 yimientos militares á las fuerzas del Nacional, pres- cribía también una incomunicación absoluta con los pueblos ribereños del Magdalena. Acabáronse los víveres, y la pequeña colonia, sitiada en aquel de- sierto, hubiera perecido toda sin la infatigable energía de su Director. Un año más tarde, en 1877, recorría la locomotora seis kilómetros de enrielado al través del bosque anegadizo. Empero, esa guerra civil fué funesta para la termi- nación de la obra. Antioquia era un estado cuya labo* riosa población, dirigida por un Gobierno honrado y prudente, empezaba á ganar crédito en los países ex- tranjeros. No hubiera sido difícil para un empresario activo obtener capitales con qué llevar á término la empresa, si esa , desgraciada guerra civil no hubiese hecho nacer dudas acerca de la estabilidad de nues- tras instituciones políticas. Aumentada esa descon- fianza con el estado de semianarquía en que perma- neció el país hasta 1884, se hizo imposible obtener el concurso de los capitales ingleses, que en otras cir- cunstancias, hubieran podido mirar esos trabajos con simpatía decidida. Á duras penas fué construida una extensión de diez leguas de carrilera hasta el valle del río Nuz, en donde quedaba ya en contacto con las primeras explotaciones mineras de esa región ; mas cuando el pito de la locomotora resonaba sobre las pri-r meras alturas de la cordillera central en 1884, una segunda guerra civil dio otro toque de j alto ! á la mar- cha de los trabajadores desalentados. Inútil era pen- sar ya en atraer capitales europeos á la ejecución de £íbras costosas en países no constituidos ; los traba- 230 EL FERROCARRIL DE ANTIOQUIA ios cesaron, las lluvias tropicales desmoronaron en breve los camellones levantados con tanta dificultad ; la maleza empieza á reconquistar su imperio, y esa población, llamada á ser uno de los emporios del valle del Magdalena, presenta, cuando apenas está en la infancia de su vida, el aspecto de una vejez prematura ! Y, sin embargo, no debiera ser así. Pasadas las cuatro primeras leguas de vegas anegadizas, la ruta hacia Medellin empieza á subir los escalones de la Cordillera ; el piso es firme, el suelo más seco, la temperatura más fresca, y en el punto adonde llega hoy el ferrocarril, á 800 metros de altura sobre el nivel del mar, principia el valle del Nuz que se ex- tiende por más de doce leguas de terrenos auríferos en donde empiezan á trabajarse algunas minas. Du- rante la noche que pasamos fondeados en Puerto Be- rrío, llegaron algunos pasajeros del interior de Antio- quia para seguir á la Costa en el mismo vapor, y la conversación versó principalmente sobre las minas de Las Colonias, situadas en el valle del Nuz — en cuya explotación se ocupa el señor José Domingo Restrepo, inteligente y enérgico joven, en asocio de algunos ca- pitalistas americanos — y de La Cortada del Nuz, proyecto acometido por un distinguido francés, para desviar por algunos centenares de metros el cauce del río, y explotar en seco las arenas auríferas deposita- das en las cuencas por la acción de los siglos. Una y otra empresa, á las que el ferrocarril ofrece ventajas considerables con el fácil y barato transporte de la maquinaria, prometían grandes esperanzas. En relación con este objeto de proporcionar facili- EL FERROCARRIL DE ANTIOQUIA 231 dades al trabajo de la minería, el trazado del ferroca- rril de Puerto Berrio es una grande adquisición para Antioquia, cuyo suelo, excesivamente arrugado y cru- zado de norte á sur por tres lineas de altas montañas, presenta tantos obstáculos á las vías transversales al Magdalena ó al Cauca. La de Puerto Berrio á Mede- Ilin ha dado solución feliz al problema, de una manera á un tiempo económica y adecuada á las necesidades de la minería. Salvando la orilla cenagosa del río, sigue el curso Sudoeste de La Colorada, y luego se interna por la hoya de la quebrada de Sabaletas hasta su origen, en una depresión de la cuchilla, que per- mite pasar sin gran dificultada la hoya del Nuz. Éste, tributario del Nare, con el cual se reúne arriba de la bodega de Islitas, presenta en la dirección noroeste de su valle una línea fácil, de doce leguas de exten- sión, en la que se encuentran minas halagadoras en la Cordillera y fértiles vegas en las orillas del río hasta sus vertientes. Aquí se atraviesa la sierra que divide las aguas que caen al Cauca de lasque corren al Mag- dalena, en un punto denominado La Quiebra, cuya altura sobre el nivel del mar no pasa de 2,000 metros, y se desciende al valle del Porce, que se considera el más rico en oro en todo el Estado. El punto en que el trazado toca al Porce adquirirá con el tiempo grande importancia, por ser el de inter- sección de las dos vías que del corazón del Estado conducen al Magdalena y al Cauca. Remontando luego el Porce, se llega sin obstáculo serio, y evitando la necesidad de costosos túneles, por un camino cuyas gradientes no pasan del 4 por 100, hasta la capital an- 232 Arboleb nuevos tíoqueña. El hallazgo de está linea ha sido, pues, un servicio de primer orden, que Antioquia tendrá siem- pre que agradecer al señor Cisneros. Desde Honda hasta Puerto Berrio la distancia reco- rrida es de 44 leguas, distribuidas entre las siguientes estaciones: De Honda á Yeguas, 5 leguas. De Yeguas á La Dorada, pasando por La Garcera, Peñasmuertas y Conejo, — leñateos con algunas casas . ...,.'. 6; — . De La Dorada á Buenavista (boca del rio de La Miel), pasando por la boca de la quebrada de La Perrera (término de la linea de Poncet, cuya ejecución pro- yecta el señor Liévano), Guarumo el Con chai y Fierro. 9 — De Buenavista á Nare, pasando por Puerto Niño 13 — De Nare á Puerto Berrio, pasando poí* La Angostura, Callejas y Garrapata. . . IO5 Total. ......... 44 leguas. En Puerto Berrio empieza la parte más despoblada de las vegas del Magdalena, y quizás á esta circuns- tancia, que no ha permitido desmontes considerables en sus orillas, se debe la aparición de árboles nuevos, entre los cuales, dos llamaron particularmente mi atención : el canta-^gáUo y el sanaguare. El primero tiene alguna semejanza con el cámbulo en la forma y aspecto del tronco y de las ramas ; pero en vez de ser rojas, como las de éste, sus flore3 son CARARE 233 blancas y el revés de las hojas tiene ligeros reflejos argentinos. Es un árbol muy bello, que pudiera pro- pagarse para adorno de los jardines. El sanaguare habita de preferencia en las vegas pantanosas ; es de rápido crecimiento, da una sombra agradable, no muy tupida, y produce un fruto seme- jante al del algarrobo, que sirve de alimento á los ganados en los fuertes veranos. La madera de sus ramas es muy buena leña y su tronco es blando, fácil para trabajarlo en muebles. En las inmediaciones de Barranquilla se le encuentra en grande abundancia en una isla poblada de ganados, pues su sombra no hace daño á los pastos naturales, sus raices absorben la humedad del suelo y ayudan á secarlo y conver- tirlo en terreno de labor. Seria una adquisición útil para el alto Magdalena, en donde no es conocido. . En esta sección principia la entrada de los grandes tributarios del Magdalena central. A cosa de cinco leguas de Puerto Berrio desemboca en la orilla izquierda el San Bartolomé, rio que penetra profun- damente en el territorio de Antioquia, pues su ver- tientes llegan hasta la vecindad de Amalfí, y proba- blemente navegable por algunas leguas en su parte baja. En otro tiempo había arriba de su desemboca- dura una bodega, hasta donde llegaban los cham- panes, y un camino por donde se introducían al inte- rior algunas mercancías. Diez leguas más abajo entra por la orilla derecha el Carare, en cuya boca, sobre un peñón elevado y libre del riesgo de inundaciones, está situada la población del mismo nombre, espe- 234 CARARE rando desde hace dos siglos el advenimiento de un camino hacia el interior, tantas veces anunciado como frustrado luego por el destino. El rio se interna por noventa leguas en los Estados de Santander y Boyacá, y se le juzga navegable por más de veinte, en va- pores pequeños ; pero su curso, en extremo tortuoso, arrastrando grandes árboles de la poderosa vegeta- ción de sus orillas, hace imposible por hoy ó poco menos esa navegación. Las vegas son en extremo fértiles y en ellas hay establecidas, en la parte alta, algunas plantaciones de cacao, café y caña de azúcar, asOxiadas desde un principio por la dificultad de llevar sus productos al río. Las habitantes de la parte baja, muy escasos en número, viven de la pesca y de la extracción de taguas, muy abundantes. Dos obstáculos encuentra esa población para me- drar. Primero, los aruacos ó yariguíes, tribu indígena enemistada á muerte desde tiempo inmemorial con los blancos, á quienes ataca sin dar cuartel, siempre que puede hacerlo con impunidad : segundo, la insa- lubridad del clima, que ha llegado á tener un nombre fatídico pero que cederá algún día, cuando la canali- zación del Carare permita desaguar los pantanos y ganar para el cultivo los terrenos cubiertos hoy de bosques cenagosos. El peligro de los aruacos es menor. Según parece, estas tribus, esparcidas entre el Carare y el Soga- moso, no cuentan más de mil habitantes, capaces de presentar á lo sumo cuatrocientos hombres de armas, que no resistirían la presencia de cincuenta soldados provistos de fusiles. EL OPÓN 235 Además, no seria inpcnihle ndncbrlaB á la vida ci- vilizada por medio de tratados, escuelas y comercio. Habiendo, como hay, relaciones étnicas entre ellas y las poblaciones del Socorro y Vélez, descendientes de los antiguos guanes, la mezcla de las razas no seria difícil y triunfaría en breve de las antipatías de la vida salvaje. Debería evitarse á todo trance la des- tracción de esas tríbus, grupo de población aclima- tada á las influencias de esa región, de un valor ina- preciable para la colonización futura del valle del Magdalena, hacia el que empiezan á descolgarse ya los habitantes de Zapatoca, Chima y demás pueblos de la orilla occidental del Saravita, en la antigua pro- vincia del Socorro. Ocho leguas abajo del Carare se encuentra, en la misma orilla, la boca del Opón, río notable en nues- tra historia por haber dado entrada hacia las densas y civilizadas poblaciones indígenas que hoy forman los Estados de Santander, Boyacá y Cundinamarca, á la expedición conquistadora acaudillada por Gonzalo Jiménez de Quesada. Erase, probablemente, el mes de octubre de 1536. El letrado español que la conducía, detenido por cerca de un mes en Barrancabermeja (llamada entonces La Tora, dos leguas más abajo), á causa de la escasez de víveres, — después de haber perdido por las enfer- medades más de cuatrocientos de los ochocientos hombres con que principió su exploración, — había resistido, á semejanza de Colón, las exigencias de regresar á Santamarta, que le hacían todos sus com- pañeros, y enviado al capitán Juan de Sanmartín, en 236 ENTRADA DE GONZALO JIMÉNEZ DE QUESADA tres canoas tripuladas por doce hombres, á explorar el rio inmediato y hacia cuyas vertientes se. descubrían las cimas azuladas de una cordillera de 2,000 metros de altura. Esta pequeña descubierta tropezó con una canoa cargada de mantos finísimos de algodón y de cuiches (1) de sal, y adelantando algo más encontró, en el punto en que el Opón cesa de ser navegable, dos bodegas llenas de sal. Desembarcando aquí é in- ternándose por una senda que corría por enmedio del bosque, llegó á un punto elevado, desde donde se divisaban casas y labranzas numerosas, indicio de grandes poblaciones conocedoras de artes fabriles é indudablemente entregadas á algún comercio con las tribus de las orillas del río. Enajenado de gozo con este encuentro, regresó Sanmartín á La Tora, enga- lanados sus compañeros con las plumas y otros ador- nos de los indios que habían hallado en las bodegas, y enarbolando las mantas en señal de alegría. El his- toriador de esa expedición, el Padre Castellanos, re- fiere estas exclamaciones de los exploradores á sus desalentados compañeros, al llegar : {Tierra buena I | Tierra buena! Tierra que pone fin á nuestra pena. Tierra de oro, tierra bastecida, Tierra para hacer perpetua casa. Tierra donde so ve gente vestida. Tierra do bendición clara y serena. . Y sus valles y cumbres son propicias Á nobles y generosas influencias. Estábase en el camino del Reino de los Muiscas, y (1) Sal compactada al fuego, dentro de una olla de barro, cuya forma conserva BARRANCABERMEJA 237 ese fué el origen de la fundación de la nacionalidad que hoy es Colombia ! Barrancabermeja, llamada asi por el color de los bancos del rio, atraía en un tiempo la atención por ser el punto donde debía terminar im camino que desde Zapatoca se construía hacia el Magdalena. Era esa una vía excesivamente larga, de costosísima con- servación, que requería, en consecuencia, un gran número de recuas de muías, de potreros, de arrieros, de posadas, y, en fin de fines, de tan costosa trans- portación, que sólo muy pocos servicios podría pres- tar al comercio. En ese camino se trabajó por largos años, se invertieron sumas cuantiosas y resultó al cabo que, ya sea por el temor á los asaltos de los indios, ó por la naturaleza arcillosa y deleznable de los terrenos, no pudo ser conservado. Para sostener la competencia comercial de los países que cuentan con ferrocarriles, ríos navegables y el mar, se nece- sita luchar con armas iguales. Así como las hondas y las flechas no son ya armas de guerra contra los rifles y los cañones rayados, los caminos de montaña y las muías tampoco pueden competir con los ferrocarriles y los vapores en la exportación de azúcar, algodón y café. El gran problema consiste en llegar pronto, y con poco gastona las vías navegables. Barrancabermeja ha perdido ya, pues, sus grandes esperanzas de otros días. Cinco leguas más abajo sigue la bodega de Soga- moso, á corta distancia de la boca del río de este nombre, antes de la cual se pasa por delante del río de La Colorada, que así como el Corare, el Opón y el Sogamoso, recorren de sur á norte el valle que 238 EL SOGAMOSO se extiende al occidente de la Sierra de Lloriquies. De esos ríos el Carare es el más próximo al Magda- lena, y el Sogamoso el más inmediato á la cordillera Oriental. El Colorada y el Opón son los intermedios. Toda esa región debe ser espléndida y está inexplo- rada. El Sogamoso tiene un curso de más de cien leguas hasta la laguna de Fúquene, de donde procede su gran tributario, el Suárez, y hasta la de Tota, de cuya^ cercanías nace el Sogamoso propiamente dicho. Riega gran parte del territorio de Boyacá y Santan- der, y sólo es navegable por pequeñas embarcaciones en las quince últimas leguas de su torrentoso curso. Quizá por medio de esclusas podrá hacérsele más útil algún dia. Entre Puerto Berrio y la boca del Sogamoso median 31 leguas, divididas entre las siguientes estaciones : De Puerto Berrio á la boca del San Bartolomé, pasando por Murillo .... 5 leguas. De San Bartolomé á Carare, pasando por Rionuevo, Saino y Barbacoas. ... 10 5 De Carare á la boca del Opón, pasando por Peñasblancas 8 De Opón á la boca de Sogamoso, pa- sando por la boca del Colorada y Barran- cabermeja 75 31 leguas. De las poblaciones que acabo de mencionar, me- rece recuerdo especial la de Barbacoas, situada tres leguas arriba de la boca de Carare, y doce abajo de Puerto Berrio. Acababa de ganarse la importante victoria de LA VICTORIA DE BARBACOAS. 239 Boyacá, durante la guerra de la Independencia, con la cual había sido libertado de la dominación espa- ñola el territorio del Tolima, Cundinamarca, Boyacá y Santander ; pero quedaba sometida aún á la Metró- poli toda la hoya del Magdalena desde Honda hasta el mar, incluyendo á Mompós y las ciudades del lito- ral, Cartagena, Santamaría, Riohacha y Panamá, en la primera de las cuales había parado su desatentada fuga, desde Bogotá, el virrey Sámano. Este, con los grandes recursos que la posesión del mar le propor- cionaba, intentaba recuperar el terreno perdido, man- teniendo la dominación del R^y en Antioquia con fuerzas que envió allí por el Cauca arriba, á órdenes de Warleta, y con una poderosa flotilla de bongos y champanes regida por el teniente-coronel Isidro Ba- rrada (1), que debía subir hasta Nare. El Vicepresidente de Cundinamarca, general San- tander, comprendiendo también la suprema impor- tancia de Antioquia y el Magdalena, había enviado á tomar posesión de la primera al joven héroe José María Córdoba, y nombrado Gobernador de Mari- quita, con residencia en Honda, al entonces coronel José María Mantilla; encargado principalmente de levantar una escuadrilla capaz de dominar el Magda- lena, á lo menos hasta la Angostura de Nare. En este sitio debían levantarse baterías de tierra para cruzar con sus fuegos la garganta angosta que com- prime allí la corriente del río. (1) El mismo que en 1829 mandaba la expedición española dirigida contra México y que fué rechazada por el general San- tana en Veracruz. 2Í0 LA VICTORIA DB BARBACOAS Córdoba realizó su misión con la magia propia de ese guerrero de veinte años. Ocupar á Antioquia, casi tan sólo con su audacia; levantar fuerzas, batir á Warleta, descender por el Porce y el Nechí, bajar el Cauca, ocupar á Magangué y desalojar de Mompós al coronel Villa, que la guarnecia por el Rey, fué obra de pocos meses. Por su parte, el general Mantilla reunió en Honda los elementos, muy escasos entonces (pues en su derrota el virrey Sámano había barrido con lo más importante), de una ñotilla, la cual puso á ordenéis del comandante José Antonio Maíz, con instrucciones de bajar sólo hasta la Angostura de Nare y de evitar todo combate con la muy superior en buques, tripu- laciones y artillería que podía subir del bajo Magda- lena. Sin embargo, habiendo sabido Maíz la aproxi- mación de los bongos españoles, no pudo resistir á la atracción misteriosa que para los valientes tiene la cercanía del peligro; no vaciló, y marchó derecho sobre ellos con el designio de tomarlos al abordaje. El Jefe español, por su parte, tampoco dudó de la vic- toria; seguro de ella, hizo desembarcar parte de su infantería en el pueblo de Barbacoas, hacia cuya ba- rranca es menos fuerte la corriente, y por donde de- bían subir, en la retirada que preveía, las embarca- ciones de los patriotas. Aceptaron éstos el desafío é hicieron desembarcar igualmente 50 jinetes manda- dos por el célebre Carvajal, el compañero de Rondón en el Pantano de Vargas. Dispuestas así las líneas de batalla, los indepen- dientes, que tenían en su favor la corriente del rio, lo PUERTO WILCHE 241 que les daba más facilidad para maniobrar, bajaron á boga an*ancada sobre los bongos enemigos despre-^ ciando los disparos de su artillería ; echaron á pique dos de ellos, tomaron al abordaje otros dos y nueve champanes, visto lo cual los cinco bongos restantes emprendieron Ja fuga (20 de enero de 1820). Con no menos decisión arremetió en tierra Carva-. jal, hasta el punto de no dejar vivo un solo español de los que habían pretendido cortar la retirada á los patriotas. Aun duraba en vigor la guerra á muerte practicada á veces por ambos beligerantes desde 1813. Seiscientos fusiles encajonados, muchos pertrechos, y sobre todo cuatro bongos y nueve champanes, in- apreciables en esos instantes, fueron el fruto de ese acto de arrojo, que abrió á los patriotas el camino del Magdalena hasta Mompós. Este hecho fué de la mayos importancia. Bajando la flotilla vencedora, reforzada con los despojos toma- dos al enemigo, al llegar á Mompós pudo obrar en combinación con las fuerzas que de Antíoquia habían traído José María Córdoba y su hermano Salvador, Manuel del Corral, Joaquín y José Manuel Montoya y otros. En las filas humildes del soldado estaba el hoy general Braulio Henao. Luego volveremos á en- contrar esta misma flotilla en Tenerife, no ya regida por Maíz, inutilizado por una herida recibida en el combate, sino por el coronel Hermógenes Maza. Puerto Wilches dista sólo dos leguas de la boca del Sogamoso. Según afirman personas dignas de cré- dito, este sitio posee la ventaja de ser el término de 14 242 SAX PABLO Y PATURIA — lili» ■■ -»■ i> I- I una linea de tierras altas, al abrigo de inundaciones, sin cordilleras interpuestas y adecuadas para la cons- trucción de un ferrocarril á Bucaramanga, en una ex- tensión de menos de 25 leguas. Es, pues, probable que este camino de hierro se hará, porque Bucara- manga es. una ciudad rica y emprendedora, y seríala laetrópoli comercial de todo el norte de Colombia á te- MT^a via de comunicación. Treft leguas y media abajo de Puerto Wilches está San Pabto» pueblo que debe su existencia al vecino río de la Cimitarra^ procedente de las cordilleras antioque- ñas, en las cuales llene nacimiento su grande afluente el Ité, al sudoeste d& k^ ciudad de Remedios. Ignoro si es navegable, y probablwjiente no ha sido explorado por ser poco poblada, aunque^bundante en minas, la re- gión que atraviesa. San Pablo, eaotro tiempo de bonito aspecto y abundante caserío, ha sufrido mucho con la destrucción de las barrancas en q^ está edificada. Cuatro leguas al norte sigue Paturfa^ pequeña po- blación fundada en 1867 con el objeto de servir de punto de partida á un camino hacia Bucaramanga, proyectado por el señor Roberto Joy, y protegido por el entonces Gobernador de Santander, señor Vic- toriano de D. Paredes. Un caño navegable de cef» ca de diez leguas comunica el río con una gran cié- naga interior, desde la cual parte un camino llano y cómodo hasta Bucaramanga, que se dice ser el mejor para la importación de mercancías extranjeras; aun- que no para la exportación, en la cual son más econó- micas las vías fluviales del Lebrija y del Sogamoso, flotables á la bajada, pero muy difíciles en la subida EL PUERTO DE BOTIJAS 243 Este camino de tierra se une á poca distancia de la Ciénaga con el trazo del proyectado ferrocarril de Soto, que parte de Puerto Wilches. De Paturia en adelante pasa el vapor por los tres pequeños pueblos de Boca de Rosario, Vijagual y Ba- dillo, y á continuación de este último se encuentra la boca del Lebrija. Nace este río en el Páramo de Juan Rodríguez, cerca de Piedecuesta, y se dice empieza á ser navegable desde Botijas, treinta leguas arriba de su desembocadura en el Magdalena. El sitio de Botijas es notable en la historia del pe- riodo colonial de Colombia como termino escogido por alguno de los gobernantes españoles para un ca- mino alguna vez proyectado construir desde Bogotá, por en medio de las densas poblaciones de Cundinc^ marca, Boyacá y Santander. Recuerdo haber visto postes de cal y canto marcando la distancia desde San- tafé y puntos intermedios hasta dicho puerto. El más inmediato á Bogotá de que hago memoria daba 110 le- guas españolas, equivalentes á 63 miriámetros. Esa era una grande idea, en cuya tradición hubiera debido perseverar el gobierno republicano para des- arrollar el comercio interior y crear lazos de unión y solidaridad entre esas tres grandes secciones ; pero no se pensó nunca en darle continuidad. Por su parte, el gobierno español tampoco dio paso alguno para su ejecución, si se exceptúa el de medir las distancias y fijar los postes. Ignoro á cuál de nuestros antiguos vi- rreyes se debe ese pensamiento, del que no hacen men- ción siquiera las memorias de mando de los que go- bernaron el Virreinato desde 1770 para acá. CAPÍTULO XVIIl DE LA BOCA DE LEBRIJA AL BANCO Escalas entro Puerto Berrío y Bodega Central. — Caminos del Magdalena á Bucaramanga. — La isla de Morales. — — - Puerto Nacional. — La Gloria. ~ Caminos del Magda* lena á Ocaña. — El Carmen (de Ocaña). *— Habitaciones humanas en las orillas del Magdalena Central. — Los leña- - teos. — Las aldeas. — Industrias que pudieran tener impor- tancia en esos lugares. — Cómo formaba el Gobierno colo- nial las poblaciones en el Magdalena. — Tamalameque, antes Sompallón, punto de escala en la expedición de Gon- zalo Jiménez de Quesada. — Población de las orillas del Bajo Rio al tiempo de la conquista. — Sufrimientos de los - conquistadores en el trayecto de la Ciénega de Santamarta á Tamaiameque. Abajo de la boca del Lebrija fué fundada en 1873 ó 1874 la Bodega Central, edificio de madera con techo de láminas de hierro ó de zinc, en la orilla occidental (de Bolívar), destinado á recibir los cargamentos proce- dentes del rio Lebrija ó con destino á internarse por él. La boca de este rio señala la mitad de la distancia entre Honda y Barranquilla. Entre la boca del Soga- moso y la del Lebrija median 25 leguas, distribui- das asi : De la boca del Sogamoso ó Puerto Wilches 2 leguas. Pasan. ...... 2 leguas. RUTAS HACIA BUCARAMANGA 245 Vienen 2 leguas. De puerto Wilches á San Pablo (boca del Cimitarra, rio que marca deslindes entre Antioquia y Bolívar). ...... 3¿ De San Pablo á Paturia (principia el territorio del Estado del Magdalena y cesa la ribera santandereana ) 4 De Paturia á Bodega Central, pasando por la boca de Rosario, Vijagual y Ba- diUo -. 151 25 leguas, Distancia de Puerto Berrio á la boca del Sogamoso. 31 De Honda á Puerto Berrio 44 Total de Honda á la boca de Lebrija, ó sea á la Bodega Central 100 leguas. Esta distancia se recorre, á la bajada, en dos días y medio; pero puede hacerse perfectamente en dos, pasando la noche del primero abajo del Puerto Be- rrio. A la subida se emplean de 50 á 54 horas de navegación efectiva y cmco días de viaje, pues sólo en circunstancias muy favorables puede navegarse de noche, y eso hasta la boca del Carare solamente. Hay entre la boca del Sogamoso y la del Lebrija iDuatro salidas del antiguo cantón de Soto, en el Esta- do de Santander, hacia el Magdalena: 1.* La de Bucaramanga y Girón, por tierra, hasta Pedrales, y de aquí, por agua, ala boca del Sogamoso. 2.* La de Bucaramanga á Puerto Wilches, toda por tierra. 14. 246 PUERTO NACIONAL 3.* La de Bucaramanga á Paturia, por tierra hasta Puerto Paredes, sobre el lago, y por agua en el lago y el caño de Paturia, hasta el Magdalena. 4/ La de Bucaramanga á Botijas, por tierra, y de aquí hasta Bodega Central por el rio Lebrija. Se dice que la más económica para bajar al Mag- dalena es la de Pedrales y el río Sogamoso, y la mejor por la dirección contraria, sobre todo para pasajeros, la de Puerto Wilches. En la boca del Lebrija el Magdalena se divide, de- jando en medio de los dos brazos la grande isla de Morales, de unas ocho leguas de largo por dos de ancho. El brazo occidental, llamado de Morales, forma á su término la Ciénaga de Pajaral, de la cual nace el rio ó caño de Papayal, que desemboca cerca del Banco; pero la mayor parte de las aguas vuelven hacia orien- te á unirse cei'ca de Regidor con el brazo de Ocaña. Por este brazo, que es recto y profundo, hacen la na- vegación los vapores y en la orilla derecha está la población de Puerto Nacional. Descendiendo cinco leguas de Bodega Central se llega á Puerto Nacional, ó más bien á las bodegas de este nombre, pues el pueblo queda ima legua hacia el interior, sobre la ribera de un caño que comunica con el rio; y de este lugar parte un camino de catorce le- guas de extensión á Ocaña. Tanto el caserío inmediato á las bodegas como la aldea, muestran pocas señales de progreso, el cual se descubre algo más en la de Aguachica, cuatro leguas adelante hacia el interior. Siete y media leguas abajo de Puerto Nacional LOS LRÑATEOS Y LAS ALDEAS DEL RÍO 247 sigue La Gloria, en la orilla derecha, desde donde parte otro camino hacia Ocaña, que toca en el* Car- men (de Santander), población agrícola y comercial importante, entre otros motivos por ser un lugar de negociación de los ganados del Corozal vendidos para Ocaña, Cúcuta y Venezuela. Aparte de plantaciones de café, cacao y caña de azúcar que tiene en sus in- mediaciones, cuenta el Carmen con extensas y valio- sas dehesas de pastos de para y de guinea, en donde los ganados procedentes de Chiriguana y Valledu- par, y do la orilla opuesta del rio descansan y se re ponen para continuar su viaje, de 12 leguas, á Ocaña, y de 36 más hasta Cúcuta. Como se habrá notado, las poblaciones de la orilla del rio, muy escasas desde Puerto Berrío hasta la boca del Sogamoso, empiezan á aparecer con más frecuencia. Esos puntos aislados de colonización son de dos clases; los leñateos y los pueblos. Los leñateos son cabanas solitarias á la orilla del río, en las que vive una familia de las faenas del corte de leña para suministrar combustible á los vapores. La leña se vende por una medida llamada burro, que consiste en dos varas cúbicas, de astillas de una vara de largo, cuyo precio, entre sesenta centavos hasta un peso veinte centavos cada uno, se establece según la abun- dancia ó escasez del articulo. En los parajes en don- de abundan los leñateos, los contadores de los vapo- res, que son los encargados de comprarla, pueden dar la ley y escoger la más barata : en donde es escaso el número, los leñadores imponen el precio y se hacen 248 CONSUMO DE leSa en los vapores pagar mejor. Ahora treinta años eran pocos los leña- teos, pues apenas principiaba la navegación por vapor á tomar fuerza, y cada burro valía de $ 1-60 á $ 2-40; hoy ha bajado á menos de la mitad, porque la pobla- ción del rio es dos ó tres veces mayor, y por consi- guiente, la leña es más abundante. - El consumo de ella en los vapores se estima, por término medio, en tres burros por hora á la subida y dos á la bajada. Como el viaje de subida exige un tér- mino medio, de noventa horas de vapor, y el de bajada cuarenta y ocho, en cada viaje redondo entre Barran- quilla y Honda se puede estimar que cada vapor con- sume 300 burros á la subida y 100 á la bajada; es de- cir, 400 burros, A un precio medio de $ 1 cada uno, cuestan $ 400, y en cincuenta viajes al año, $ 20,000, repartidos entre unos cien leñateos ; lo que equivale á $ 200 anuales, ó 60 centavos diarios para cada leñador. Estos son, como se puede comprender, términos me- dios, pues el consumo de leña depende del tamaño del buque y de la construcción de sus máquinas, en lo cual hay diferencias considerables. Oí expresar, porejemplo, el concepto de que el vapor Confianzay consumía una .cantidad tres veces mayor que el vapor Mar ¿scaí Sucre ^ á pesar de ser su capacidad transportadora poco más ó nienos igual, y me pareció observar que el vapor Cartagena consumía menos leña que el TrujUlOy sien- do uno y otro vehículos de á 800 cargas. Estas dife- rencias dependen también de la calidad de la leña y de estar más ó menos seca, pues la leña húmeda desa- rrolla menor cantidad de vapor. Generalmente el con- sumo es mayor en invierno que en verano. VIDA DE LOS LEÑADORES 249 Como $ 200 anuales seria una suma del todoinsuñ- ciente para hacer vivir una familia de leñadores com- puesta de cinco personas, de las cuales tres á lo más contribuyen con algún trabajo, la diferencia se com- pleta con el auxilio de una platanera, una roza de maíz, una labranza de yuca (si el leñadores santandereano), dos ó tres marranos, algunas gallinas y algo de pesca con atarraya. De ordinario hay en cada sitio dos ó tres familias cuyas casas distan dos ó trescientas varas una de otra, porque la soledad absoluta se comprende que sería insoportable. Sin embargo, la vida de esos leña- teos me ha inspirado siempre profunda conmiseración y simpatía. ¡ Cuánto sufrimiento no debe de existir en esos humildes hogares en los meses de invierno, cuando las avenidas del rio rodean sus casas de ciénagas y fangales profundos 6 destruyen su labranza I | Qué pri- vaciones no deberán experimentar en las épocas de guerra civil, cuando se suspende la navegación de los vapores y se cierran las puertas á la realización de la leña, á la adquisición de sal, de lumbre y de vestido ! j Cómo será el conflicto en los días de enfermedad ó de muerte en medio de esa soledad ! La vida de las aldeas, aunque más social, no debe de ser menos difícil. En ellas el producto de la leña es menor por causa de la competencia, y el atraso rutinero de esas pobres gentes no les ha sugerido aúii ciertas industrias que pudieran ser de grande utilidad para ellas. Aparte de la recolección de taguas y palo mora, sólo en ocasiones el aserrío de tablas, chaflones, ó la fabricación de canoas, son sus industrias com- plementarias. Empieza apenas la fundación de algu- 250 LA VIDA EN LAS ALDEAS ñas dehesas para la cria de ganados, y las mujeres á ocuparse en la fabricación de cigarros y conservas de Irujtas en panela, para vender á las tripulaciones délos buques, cuando aciertan á tocar á la playa inmediata á sus casas. En algunas partes suelen aparecer vento- rrillos en que se expende aguardiente, pan de maíz, huevos frescos, plátanos, totumas, y muy rara vez algunas frutas, como mangos — muy abundantes en todo el rio, — guanábanas y anones. Naranjas agrias ó dulces, limones, pinas, nísperos, cocos, etc., frutas que encontrarían compradores seguros en los pasajeros de los vapores, son en extremo raras, á pesar de que con ellas pudiera hacerse un tráQco de alguna impor- tancia para vender en Sabanilla y Cartagena á los bu- ques de mar. ha. naranja es una fruta que resiste por más de veinte días la transportación, y encontraría compradores en grandes cantidades, pues su consumo se cuenta por millones de pesos anuales en los Estados Unidos. Tampoco se cultivan melones, batatas, al- mendrones, uvas de playa; artículos que resisten el transporte á diez ó doce días de distancia. Del pesca- do seco pudiera tal vez formarse acopios para vender por mayor á los traficantes que empiezan ya á recorrer las orillas del rio vendiendo artículos extranjeros y comprando artículos de exportación. Animales del bosque domesticados, como pavas, guacharacas, pau- jiles, monos, yulos (1), aves de pluma ó de canto, quizás no serían un artículo despreciable, así como las (1) Ei yulo es un marrano silvestre de grandes dimensiones, rápido crecimiento y fácil domesticación. INDUSTRIAS QUE PUDIERAN ACLIMATARSE 251 pieles de nutria, de zorro, de oso y otras especies, algunas de las cuales tienen valor muy considerable entre nosotros. Las de nutria, por ejemplo, he oído decir que, ya curtidas, se pagan á $ 10 y $ 12 cada una enMedellin, para la fabricación de guarnieles. Un gran servicio prestaría á los ribereños del Mag- dalena el que enseñase á construir habitaciones en 'zancos de maderas incorruptibles á la altura de dos ó tres metros sobre el suelo, suficiente para prevenir en gran parte la influencia de los miasmas palúdicos, y ponerlas á cubierto del peligro de las inundaciones. Bastaría esta sola medida higiénica para proteger la vida de los habitantes del río, cuya reproducción abun- dante, como lo es entre los pueblos que hacen gran consumo de pescado, está compensada por la gran mortalidad de los niños. No comprendo por qué no es muy considerable la cria de marranos, á no ser porque la abundancia de tigres, y tal vez el peligro de los caimanes, sea todavía muy grande para desalentar esta clase de industria, en la que hallarían colocación el plátano y el maíz de las labranzas, y para la cual habría salida ilimitada en las grandes poblaciones de la costa que se proveen de manteca importada de los Estados Unidos. La extracción de viguetas de guayacán para tra- viesas de ferrocarriles, empieza á ser industria de ex- portación, y no veo por qué no habia de dar también buenos resultados la de maderas de ebanistería, como nazareno, granadillo, diomate, caoba, guayacán ca- rrapo (que además de ser incorruptible, da un color verde oscuro muy adecuado para los muebles case- 252 ORIGEN DE UlS POBLACIONES DEL RÍO ros), cumula, solecito (de color rosado), aceituno y otras. El musgo ó barba de palo, que es un articulo importante de comercio en los bosques del bajo Mis* sissipi para la fabricación de almohadas, colchones y relleno de muebles en Nueva Orleáns, pudiera ser también otro objeto de comercio de algún valor. El primer origen de estas poblaciones puede expli- car, en parte, el letargo industrial en que viven. Ex- terminada la población indígena aclimatada que los conquistadores encontraron en las orillas del rio, que tan útil hubiera podido ser para los trabajos de colo- nización, los presidentes y virreyes españoles se pro- pusieron reemplazarla con colonias de familias reclu- tadas con violencia entre los pueblos del interior y abandonadas en medio de la soledad — entonces mu- cho mayor que hoy — á los más crueles tormentos. Los vagos y las prostitutas, ó los reputados tales, eran enviados sin conmiseración alguna á poblar, se decía, las márgenes del Magdalena, cuando en la mayor par- te de los casos era. tari sólo á morir. Las memorias de mando de los virreyes dan testimonio repetido de esta política cruel, que debió establecer desde entonces hábitos de indolencia y disposición de espíritu favora- ble á considerar la muerte como una redención, y el trabajo como un tormento. A lo menos hoy esa colonización es voluntaria, y el que va allí, aclimatado.ya á la acción de los bosques y á la vida solitaria, puede encontrarse con la energía física y moral que requiere ese medio ambiente, tan distinto del de las ciudades y los pueblos del interior^ • I POBLADORES ACTUALES 253 pero esa colonización tiene que ser muy lenta. En los Estados Unidos ha sido fácil poblar los valles desier- los del alto Mississipi, y en la República Argentina no será difícil poblar la soledad de las Pampas, porque entre esos climas y los de las ciudades y grandes gru- pos de población, casi no hay diferencia alguna ; pero entre la temperatura de 14** á 20^ centígrados de los .centros poblados de las cordilleras, y la de 27° y 28° de los valles de nuestros ríos navegables, sí hay un abismo, todavía más profundo con la acción de los moscos, zancudos, garrapatas y demás plagas de esas tierras salvajes. La acción prolongada de los grandes calores produce, como primer efecto, languidez en el organismo, falta de nutrición, y por consiguiente, debilidad general, transmitida luego por herencia á los hijos. La anemia, el coto, las úlceras, son la conse- cuencia inmediata ; y la pereza, los vicios, sobre todo el del uso de licores estimulantes, la miseria fisioló- gica y la del alma — mucho peor que la otra — apare- cen luego en la segunda y la tercera generación. Quizás la población que empieza á formarse en esas márgenes desiertas es ya distinta de la que por ia fuerza quisieron implantar allí los virreyes y sus agentes. Desertores del ejército, reos prófugos, pobla ción de los montes del interior ya acostumbrada á la soledad, antiguos bogas de los champanes, y como base general, el residuo formado por selección de las primitivas colonias de habitantes aclimatados á las condiciones de vida de esos lugares, son probable- mente los que en los leñateos y los pueblos del Mag- dalena Central constituyen hoy la masa principal de 15 25i TAMALAMEQUE los plantadores. Entre ellos predomina la raza negra ó la mezclada; pero tampoco faltan familias blancas, principalmente de la antigua provincia del Socorro, — cuya raza parece dotada de una energía particular, tanto física como moral, — y algunas del bajo Magda- lena emigradas de Santamarta y Cartagena. El hecho es que en el Magdalena Central, aparte de unos veinte pueblos pequeños, habrá cuarenta leñateos, álos cua- les la navegación de los vapores ofrece una base de existencia medianamente asegurada. De La Gloria al Banco median 11 1 leguas, en cuyo trayecto se toca, ó más bien se pasa por frente á las poblaciones de Regidor, San Pedro y del depósito de leña de Tamalameque, llamado Sompallón en los días de la conquista, nombre que los españoles cambiaron por el del cacique que regia las tribus inmediatas á la embocadura del río Cesar. Tamalameque llama la atención por haber sido punto de escala y de descanso de la expedición de Gonzalo Jiménez de Quesada, mientras llegaba la que por el río conducía en bongos el licenciado Gallegos, y por encontrarse en él uno de los datos con que puede formarse juicio acerca de los números de población indígena que ocupaba el bajo Magdalena al tiempo de la conquista. La tropa descubridora, en su marcha por tierra, debía apoyarse en la flotilla del río; pero ésta había perdido, por naufragio, algunas de sus embarcaciones en el paso de las bocas de Ceniza, y los restos de ella no se consideraron con fuerza suficiente para inter- UKA INDIA HEROICA 255 narse en medio de la actitud hostil de los indígenas ribereños. Mientras daba noticia de su contratiempo á Santamarta y recibía refuerzos del adelantado Pe- dro Fernández de Lugo, que regia esa colonia, Jimé- nez de Quesada se vio forzado á detenerse por más de dos meses en Sompallón ó Tamalameque, en don- de afortunadamente no escaseaban las subsistencias. Éstas, indudablemente, tenia que proporcionárselas con más brutalidad é injusticia de la que en los tiem- pos modernos ¡ ay I emplean, con excepciones honro- sas, nuestros jefes militares en guerra civil, es decir, tomando sin remuneración lo que necesitaba y ha- ciendo prisioneros á los dueños para conducir á es- paldas al campamento sus propios víveres robados. En ima de esas ocasiones, refiere el historiador Acos- ta, en que los españoles tuvieron la fortuna de hallar algunas sementeras y de sorprender á los naturales cosechando el maíz, que trajeron cargado en los mis- mos indios, t á pocas horas — dice — rompió por en- tre las tropas una mujer desgreñada y llorosa, que sin temor ni asombro de tan extraños huéspedes y ani- males desconocidos (los caballos), llegó al grupo de los primeros, y arrojándose en los brazos de un mu- chacho, lo estrechó con transporte. Quiso el licen- ciado Quesada que los intérpretes le explicaran lo que aquella india decía, y supo que el muchacho era su hijo y que venía á constituirse prisionera para no se- pararse de su lado. Conmovido de esta prueba de ter- nura maternal, ordenó que no sólo le restituyeran su hijo al instante, sino que dio libertad á todos los de- más, con excepción de un hombre de edad que con- 253 POBLACIÓN INDÍGENA AL TIEMPO DE LA CONQUISTA servó para guia. Aseguraba el Licenciado que en el curso de su larga vida, llena de vicisitudes, jamás pudo olvidar la mirada expresiva de gratitud profun- da que aquella simple mujer le habla dirigido al des- aparecer con los suyos en las selvas. » Si en el principio de las sociedades humanas suelen ocurrir ejemplos que forman precedente y sirven de pauta á las generaciones futuras, quizás no es impo- sible que éste, de abnegación heroica al amor y al de- ber en la una, de sencilla y noble generosidad en el ejercicio del poder sin límites en el otro, se hayan fundido en el molde del carácter colombiano. En esta remontada, desde las bocas del Magdalena hasta Tamalameque, la flotilla española se vio ex- puesta sin cesar á mil peligros, el principal entre ellos el ataque incesante de los naturales; los cuales, refie- ren los historiadores de la conquista, llegaron á pre- sentarse en alguna ocasión embarcados en más de dos mil pequeñas canoas, desde las que hacían llover nu- bes de flechas. Sobre la masa compacta de esas ca- noas, el fuego de dos pedreros que llevaban los bon- gos hacía estragos fáciles de concebir. Si á cada canoa damos tan sólo una tripulación de cinco hombres, en- tre remeros y flecheros, tendremos que un guarismo de diez mil combatientes es indicio de una población, en sólo las orillas, de cuarenta á cincuenta mil. Agre- gando á este número el de los pobladores de la orilla del mar, los de las sierras Nevada y Tairona, los del río Hacha y de la parte alta de los valles del Cesar y del Ranchería, podríamos llegar á sumas mucho ma- SUFRIMIENTOS DE LOS CONQUISTADORES 1257 yores que las de la población actual. Quizás no es arriesgado suponer que pasaría de 150,000, en la pro- j)orciün de cuarenta y cinco habitantes por legua cua- drada; lo que en ese estado de civilización, que cono- cía el cultivo de plantas alimenticias, la pesca, la ex- tracción del oro y del cobre, y algún comercio entre las diferentes tribus, tal vez no traspasa los limites de la verosimilitud. Terrible debió de ser la empresa de los conquista- dores. Si por el río eran incesantemente atacados sus bongos, las fuerzas de tierra necesitaban abrirse cami- no al través del bosque, orientándose con extrema dificultad, transportando á espaldas sus bagajes y pro- visiones, y en ocasiones cargando en andas sus caba- llos, instrumento de guerra el más importante en esos días por el terror que inspiraba á los indígenas. Ocho días empleaban las compañías de macheteros en abrir el camino que la tropa debía después recorrer en uno solo. Para preservarse de las flechas, los soldados ne- cesitaban cubrirse con un sobrevestido acolchado de algodón, usar morriones de bronce, cubrir la cara con celada de barras de hierro, y aun poner iguales defensas á sus caballos, con lo cual el aspecto de un jinete debía semejar un monstruo aterrador. Caso hubo en que del vestido de un caballero fué necesario arrancar doscientas flechas prendidas en el acolchado en el curso de pocas horas. Ni podía ser de otro modo después de las horribles crueldades de Ojeda, Pedrarias Dávila, Alonso de Heredia, Badillo y principalmente de Alfinger, alemán de nacimiento, que sobrepujó á todos eñ ferocidad. 258 COMPARVCIÓN CON LOS EXPLORADORES MODERNOS De los sufrimientos de los castellanos en esos tiem- pos podemos apenas formarnos alguna idea con los que en los tiempos presentes ha soportado, y aún está soportando Stanley en sus peregrinaciones al través del África ecuatorial por en medio de tribus de caníbales. Stanley — en su primera expedición de bajada por el Congo, en 1873 y 1874, abriéndose paso por tierra con su escolta de 200 zanzíbares, para evi- tar los seis ó siete órdenes de cataratas que forma este río en su parte media ; abriendo trocha durante la noche y combatiendo todo el día; llevando á cues- tas sus canoas, bagajes y provisiones, durante ca- torce meses consecutivos — nos presenta renovado, después de trescientos cincuenta años, el horror in- conmensurable de esas empresas. Pero ¡ qué diferencia la que establece hoy el pro- greso de la civilización! Stanley remonta ahora el Congo en vapores, abundantemente provisto de vive- res, obligado por el mandato de un Congreso Interna- cional á guardar paz con los aborígenes, é instruido para fundar un Estado libre formado por la confede- ración voluntaria de las tribus indígenas. No es una colonia europea lo que se trata de aclimatar sobre la servidumbre de los conquistados, sino una república libre, sin aduanas, ni monopolios, ni peajes, ni perse- cución religiosa ; con acceso libre á la inmigración de todas las nacionalidades, sobre la base del reconoci- miento de la propiedad territorial en las tribus indí- genas, y de la autoridad admitida por ellas en sus caudillos. ¡ Cuan otra hubiera sido nuestra suerte si las coló- EL CONGO 259 nizaciones europeas del siglo xvi hubiesen sido guia- das por estos principios, como lo fué la de Guillermo Penn en lo que hoy es Pensilvania ! Tamalameque, ó sea el pueblo de este nombre, está hoy una legua hacia el interior. Las aguas del rio, re- tirándose de su antiguo cauce, han dejado el pueblo en medio de la sabana que se extiende hacia el orien- te, con daño considerable de sus pocos habitantes. Es, sin embargo, un pueblo industrioso, que no se ha dejado abatir por esta desgracia, según fui informado. CAPITULO XIX DEL BANCO A BARRANQUILLA El Banco. — Los jefes liberales muertos en la Humareda. — La Humai^eda. — Principia el Bajo Magdalena. — El brazo de Loba. — Magangué. — Tacaloa. — I^ batallia de Tene- rife. — Hermógenes Maza. — Calamar. — Las tardos en el Magdalena. — Tlie Mudcly Magclalene. — Las cercanías do Barranquilia. — Recapitulación de las distancias. Á cinco leguas y media de Tamalameque está el Banco, en la orilla derecha del Cesar, que en este mismo sitio desemboca en el Magdalena. La pobla- ción, situada en una colina de poca altura, que la de- fiende de los derrames del Cesar, tiene alg-unas casas de teja, si bien la mayor parte son de paja, y presenta un aspecto aseado, bello y simpático. A la llegada del vapor se precipita sobre la cubierta una nube de tra- ficantes en busca de panelas y tabaco de Ambalema, y en solicitud de realización de una variedad de artí- culos de producción del pueblo, que dan idea del carácter industrioso de sus pobladores. Conservas de dulce, bizcochos de maíz, turpiales y sinsontes, esco- bas y sombreros de palma, totumas con labrados de flores y pájaros, barnizadas de diversos colores, artí- culos de loza porosa de barro, como tinajas, ollas, ca- EL BANCO 261 llanas, vasijas pequeñas, y esteras de chingaléy cons- tituyen la masa principal de ellos. Estas últimas, fa- bricadas con el junco de las ciénagas del Cesar, forman un articulo de valor no despreciable, que va á surtir los menajes del alto y del bajo rio, y llegan á Bogotá en cantidades notables. Las hay de todos tamaños y colores, desde una vara en cuadro hasta tres y cuatro de largo, y una y media ó dos de ancho. El tamaño mas común es de dos y media varas de largo y una y cuarto de ancho, y se venden á un precio medio de S 6 á S 9 docena, según su calidad y labores. Quizás pasan de mil docenas las que alli se expenden anual- mente, pues forman el elemento principal de la cama de los habitantes del río, desde el boga acomodaticio hasta el más exigente ricacho. Si para su fabricación se introdujese alguna maquinaria que ayudase el tra- bajo de las mujeres, abaratando su valor, no hay duda que el consumo llegarla á cantidades diez ó doce veces mayores. Subiendo á la plaza del pueblo encontré, en el centro de ella, una muestra de cultura y delicadeza de sentimientos, que llamó vivamente mi atención. En ese lugar habían sido sepultados, el día 18 de ju- nio de 1885, los restos de Pedro José SarmientOj Da- niel HemándeZy Fortunado Bemal, Demardino Lom- baña y Plutarco Vargas, generales del ejército fede- ralista, muertos en la sangrienta hecatombe del día anterior en la playa del Hobo, frente á la Humareda. Vencida la causa á que habían ofrendado su vida, era de temer, en la embriaguez desatentada de las pasio- nes políticas, algún ultraje á los restos de esos cam- 15. 262 LA HUMAREDA peones. Pero no : las señoras del Banco tomaron bajo su protección esos huéspedes indefensos ; rodea- ron sus sepulcros con una decente verja de madera, y plantaron flores en ese triste recinto. Amigas ó no de la memoria de esas victimas, sólo sintieron el res- peto debido á la desgracia de los que ofrecieron cuanto tenían en holocausto á sus convicciones y á su fe. LA HUMAREDA Al pasar por Tamalameque el vapor se detuvo frente á un hobo, árbol que crece en toda la orilla del rio y que da su nombre á la playa en donde se efectuó en 1885 el reñido combate bautizado con el nombre de La Humareda : entre los pasajeros se encontraban al- gunos que habían sido actores en él, y naturalmente pude obtener algunos detalles acerca de ese trance funesto de lucha fratricida. El ejército federalista del Norte y del Atlántico, reunido, desalentado con la pérdida de sus posiciones en Santander y Boyacá y con los desastres repetidos, ya definitivos para sus armas, en el Tolima, Cauca, Antioquia y Panamá, acababa de sufrir un terrible re- chazo en los muros de Cartagena. Para completar lo desesperado de su situación, un ejército conservador acumulado en esta última ciudad, con refuerzos reci- bidos de Antioquia por la vía de Ayapel, y del Cauca por la de Panamá, y otro que amenazaba desde Ocaña y El Carmen con invasión sobre el Banco y Mompós, situado ya en Tamalameque, sólo dejaban abierta la vía del Magdalena á favor de la posesión de los vapo- L-\ HUMAREDA 263 res del rio. Sirviéndose de ellos, y probablemente con el objeto de cambiar el campo de los Estados de la Costa, ya difícil de conservar, por el de Santander, en donde esperaba encontrar grandes recursos de opi- nión y mejores climas para sus soldados , aquel ejér- cito, di.í^o, reanimado con el regreso de un jefe pres- tigioso — el general Camargo — resolvió abandonar al enemigo su base de operaciones en Barranquilla y romper en Tamalameque uno de los eslabones de la cadena que principiaba á estrecharse sobre él. En cinco vapores y una draga, antes destinada á la limpia del lecho del rio, movió sus fuerzas hacia el Banco, el 11 de junio, en número de dos mil hom- bres, número que el general Reinales, uno de los jefes del ejército conservador, con amplia ocasión de haberlo conocido, estimó en menos. En Tamalameque, cuatro leguas arriba de este lugar, estaba situado el enemigo, á órdenes del gene- ral Quintero Calderón, y sus fuerzas se componían de tres batallones de voluntarios y milicias, reforzados en esos mismos días por el 23 de Linea y una batería de artillería, que por el rio, en el vapor Emilia Du- rárij condujo desde Honda el general Reinales. Este ejército probablemente no pasaba de 1,200 : estable- cido sobre la playa, en un sitio en que el río se estre- cha, cubrió su frente con empalizadas de grandes ár- boles, dejando huecos para su artillería y pozos para rifleros en medio del bosque, á sus costados, defendi- dos, además, por caños y ciénagas de difícil acceso. El choque hubiera podido evitarse : los vapores habrían podido pasar por el frente, limitándose á con- 2GÍ LAS ÚLTIMAS PALABRAS testar los fuei^os de la ribera, v la fuerza conserva- dora pudo retirarse hacia el interior ; pero unos y otros estaban deseosos de venir á las manos, y el de- safio fue aceptado por ambas partes. Los buques se movieron del Banco á las siete de la mañana del 14 ; fondearon al frente de las trincheras, y el fuego de artillería y fusilería empezó por ambas partes con furia á las nuev^e. A las doce ordenó el general Ca- margo un desembarco por los dos extremos de la línea enemiga ; orden cuya interpretación originó un senti- miento de susceptibilidad por parte de los jefes que debían cumplirla, y los condujo á precipitarse todos, con pocas precauciones, al asalto de trincheras de- fendidas con un ardor igual al del ataque. En pocos momentos habían perdido los federalistas siete jefes importantes de sus tropas y gran número de soldados ; pero el campamento enemigo fue tomado con casi •todos sus defensores, cañones, armas y municiones. Seiscientos muertos y casi otros tantos heridos — la tercera parte de los combatientes — quedaron en el campo. Era una victoria de Pirro. Según refiere un testigo ocular — el señor Rude- síndo Cáceres — las últimas palaras del general Pedro J- Sarmiento fueron éstas : c Muero satisfecha por haber cumplido mi deber ». Al simpático Daniel Hernández, á pesar de lanci- nantes dolores de una herida en el estómago, no le desamparó hasta el último instante su sonrisa habi- tual. Al recibir Luis Lleras, de abajo arriba, sobre la trinchera, el bayonetazo en el pecho que le causó la lA ULTIMA IMPRESIÓN 265 muerte : « ¡Qué fatalidad ! », exclamó por última vez, Herido en el estómago por una bala de cañón Ber- nardino Lombana, decía á los amigos que deseaban proporcionarle alivio : « Mi herida es mortal; pero aún tengo tiempo para fumar un cigarrillo ». Al recibir Fortunato Bernal el primer balazo que le atravesó el corazón : « No es nada — dijo — ] Ade- lante! », cuando otro balazo puso término final á su marcha. Mostráronme los sitios adonde arribaron los vapo- res á efectuar el desembarco de sus infanterías ; el lu- gar en que el terreno fué disputado en combate de arma blanca ; la dirección por donde, en uno y otro extremo de la línea, les asaltantes buscaron al fin el medio de flanquear las trincheras; el árbol á cuya sombra fue sepultado el cadáver de Capitolino Oban- do, á la orilla misma del río ; el puesto en que el va- por María Emma alumbró con su llama, durante la noche, esa escena de horror. Embebido en la vivaci- dad de esas relaciones, llegó un instante en que me pareció oír levantarse de esa playa inhospitalaria el clamor de los heridos, bajo un sol de fuego y sin es- peranza de auxilio humano; creí ver sobre la ribera arenosa la fúnebre línea de tantos cadáveres; sentí llegar las sombras de la noche anunciando á los ago- nizantes el único descanso para sus dolores en el re- gazo de la muerte. Olvidé cuál era el lado á que en un principio se inclinaban mis simpatías, y la imagina- ción sólo me representó, de una y otra parte, conciu- dadanos, hermanos míos todos, llevados á ese teatro de furor desencadenado por el destino ciego é incom- 266 EL BRAZO DB LOBA prensible que preside á la formación de las naciones. Creí oír, al través de la distancia, el lamento que se levantaba del fondo de tantos hogares huérfanos y enlutecidos. — ¿Hasta cuándo — pregunté á la Providencia — durará el reinado de esa fatalidad horrible, que pa- rece envolver en dolores y lágrimas el alumbramiento de las ideas que la pobre humanidad cree dirigidas á la fundación de la paz y del amor ? — ¿ Cuándo lle- gará á fundirse en un solo sentimiento de libertad y concordia la aspiración desordenada hacia el bien, en cuyo término sólo encontramos hoy los demonios de la ambición y del odio?... De Bodega Central al Banco se recorren veinticua- tro leguas, divididas asi : De Bodega Central á Puerto Nacional. 5 leguas. De Puerto Nacional á La Gloria ... 7; — De La Gloria á Regidor 1 — De Regidor á San Pedro 2 — De San Pedro á Tamalameque . . .3 — De Tamalameque al Banco 5| — 24 lesruas. Como llevo dicho, en el Banco se aparta del curso sur-norte la mayor parte (se calcula que las siete dé- cimas) de las aguas del Magdalena, y se dirige por el brazo de Loba hacia el occidente en busca de las del Cauca, y aquí empieza lo que hemos convenido en llamar Bajo Magdalena. Una recta que se prolongue SITUACIÓN FAVORABLE DEL BANCO 267 del Banco hacia el oriente, tropezará á las diez ó doce leguas con la frontera de Venezuela, en la cum- bre de la sierra de Motilones; otra que se extienda cuarenta al occidente, terminaría en Punta Arbolete, sobre el Atlántico, en los límites del Cauca con Bolí- var. Por consiguiente, el Banco tiene al norte los valles del rio Cesar, ricos en ganados; al sur las sabanas de Tamalameque y los fértiles terrenos de la isla de Papayal, en cuyo caño del mismo nombre des- emboca el río Moja; al oriente, á muy corta distan- cia, las tierras frías de la cordillera Oriental, y al oc- cidente, la prodigiosa red navegable que el Cauca, el brazo de Loba, el San Jorge y los brazos de Mojana, Perico y Sicuco forman sobre las sabanas de Ayapel y Corozal. El porvenir de este pueblo es, pues, bri- llante. Enderezando la proa al occidente, el vapor se lanza por el brazo de Loba ; tropieza á dos y media leguas con las piedras de Juana Sánchez, frente al pueblo del mismo nombre, y á las cuatro leguas con el pue- blo de Barranca de Loba. Cuatro leguas adelante se aparta, á la derecha, el caño Sicuco, que corta en dos la grande isla de Mompós, y algunos centenares de metros más abajo entra el primer brazo del Cauca por la orilla izquierda. No sé si es preocupación mía, ó si el fenómeno habrá sido observado por otros via- jeros; pero en este punto he creído siempre percibir un fuerte olor de pantanos en descomposición, una atmósfera de miasmas palúdicos concentrados, que no he sentido en ninguna otro parte del Magdalena. Á cosa de veinte leguas arriba de este sitio, el 268 I A MESOPOTAMIA Cauca se divide en dos brazos principales : al occi- dente, el de Mojana, que va á recibir las aguas del San Jorge, desprendido de la cordillera Occidental, rio que se divide también en cuatro brazos ó caños antes de su confluencia; y hacia el oriente ó lado derecho continúa la masa principal del Cauca. Ocho leguas abajo del pueblo de Barranca de Loba tributa al Magdalena el brazo de Guamal del Cauca, y se en- cuentra el pueblo del mismo nombre sobre este río. A las seis leguas entra el brazo de Perico ^ del Cauca, en donde se encuentra el pueblo de El Retiro ; una legua mas abajo, la masa principal del San Jorge, y en se- guida, á las cuatro leguas, se llega á la importante población de Magangué. En las veinticinco leguas que median entre el Banco y Magangué hay muchas poblaciones pequeñas á una y otra orilla del brazo de Loba. Las principales, y sus distancias entre una y otra, son las siguientes : Del Banco á Barranca de Loba ... 4 leguas. De Barranca de Loba á Guamal ... 8 — De Guamal á Barbosa 6 — De Barbosa á Magangué 7 — 25 leííuas. Aparte de éstas se encuentran las de Juana Sán- chez, Pinillos, La Cruz, El Retiro y otros caseríos pe- queños, cuyo nombre no recuerdo. Toda esa región, bastante poblada, está provista de dehesas abundantes en ganados. Los derrames del rio, en sus avenidas, traen del Alto Magdalena abundantes cantidades de hierba de para que, depositándose en las tierras bajas. MAGANGUfi 269 han cubierto naturalmente con esta vegetación los playones por leguas enteras, con gran beneficio para los pobladores y sus ganados, los cuales, gracias á este forraje muy alimenticio, tierno y abundante, han debido de mejorar notablemente en calidad. Sin em- bargo, en ninguna parte, ni en Magangué, se ven se- Aales de agricultura algo adelantada ; ni la chimenea de un trapiche, ni buenas corralejas, ni labranzas de cacao ó de tabaco : nada, excepto pequeñas plataneras, maizales de muy corta extensión, corrales mal con- servados y algunos frutales en las inmediaciones de las casas de campo (pajizas todas), siendo el mango el más común de ellos. No se encuentran señales de esos magníficos bosques de naranjos que se veían en la ladera de Margarita, por el brazo de Mompós, cuyas frutas eran de una calidad no sobrepujada por ninguna otra en América ni en Europa. • Magangué es una población importante, que re- quiere ya defensas contra las avenidas del río. Diques de tablas y pilotes de madera incorruptible, sosteni- dos por terraplenes de tierra, no serían muy costosos, darían suelo firme á sus labranzas y mejorarían in- mensamente las condiciones del clima ; pero requieren una considerable extensión á lo largo del Magdalena y del último brazo del San Jorge, que rodea el suelo adyacente por el oeste. Una legua hacia el norte de Magangué devuelve el rio Sicuco sus aguas al Magdalena, y cinco más ade- lante entra el brazo de Mompós, en el sitio llamado Boca de Tacaloa, ocupado á la izquierda por el pue- bla de este nombre, y á la derecha por el de Pinto, 270 TACALOA ambos en territorio de Bolívar. La playa de Tacaloa es el sitio más frecuentado por los caimanes que he visto en el río. En una tarde serena, antes de hundirse el sol, vi una vez más de doscientos en un circuito de menos de dos fanegadas. A pesar de verse reunidas allí por primera vez las aguas de tres ríos caudalosos, no se nota diferencia en el volumen del rio. Su an- chura no pasa de 800 metros, pero su profundidad es ya mucho mayor. Podría dar entrada hasta aquí á buques de mar de 2,000 á 2,500 toneladas. Vienen en seguida los puertos de Tacamocho, Zam- brano, Jesús del Río y Tenerife, á distancias de siete y media, ocho, dos y media y dos leguas, respectiva- mente. Del segundo y el tercero de éstos parten ca- minos al interior de las sabanas de Corozal, princi- palmente hacia el Carmen (de Bolívar), que es el centro agrícola y comercial de esta región, y en donde se re- coge la mayor parte del tabaco cosechado en ella. Or- dinariamente se pasa por estos pueblos, á la bajada, durante la noche, pues en los dos primeros días de viaje se duerme en Puerto Berrío y en las inmedia- ciones de Bodega Central ; y saliendo de aquí por la mañana, la noche empieza cerca del Banco. Si se lo- gra pasar con luz las piedras de Juana Sánchez, la navegación continúa toda la noche ; si al contrario, se pernocta antes de pasai'las, y el viaje continúa al amanecer. A mí me tocó siempre pasarlas durante la noche, por lo cual no puedo dar noticia del aspecto que presentan ; pero observé en ellas movimiento de pasa- jeros y de carga y descarga de bultos, lo que me hace suponer que su actividad comercial es importante. TENERIFE 271 Tenerife es el sitio del célebre combate fluvial dado por Maza el 20 de junio de 1820 contra el coronel es- pañol Vicente Villa, combate que aseguró la posesión de todo el río Magdalena á los patriotas. Á consecuencia de la derrota de la flotilla española en Barbacoas, cinco meses antes, los restos de ésta, reforzados por el brigadier Ruiz Porras desde Santa- marta, ocupaban la fuerte posición del Banco, que es llave del Bajo Magdalena, cubriendo con baterías de artillería los peñones que dominan el rio, y desde este punto rechazaron las fuerzas sutiles independientes que en prosecución de su triunfo habían descendido hasta allí ; pero, habiendo bajado Córdoba por el Cauca hasta Magangué, y situándose así á la espalda de los peninsulares, éstos abandonaron esa posición formi- dable y bajaron á situarse en Tenerife. El historiador Restrepo describe así la célebre victoria de Maza : « El teniente-coronel Hermógenes Maza se unió en Mom- pos, el 22 de junio, á la fuerza de Córdoba, llevando siete pequeñas embarcaciones de guerra y algo más de cien fusi- leros. De común acuerdo resolvieron atacar inmediatamente la escuadrilla española, muy superior en fuerza. Componíase ésta de once buques bien tripulados, armados con cañones de grueso calibre y regidos por buenos oñciales de la marina española; por el contrario, las embarcaciones llamadas de guerra de los patriotas sólo tenfan pedreros, que ni aun mon- tados estaban, sino atados con sogas sobre maderos. Sin em- bargo, los dos jóvenes oficiales, Córdoba y Maza, con una audacia que rayaba en temeridad, no dudaron un momento que vencerían á los realistas : así, dejando á Mompós, nave- garon río abajo hacia Tenerife. » Antes de avistar á los enemigos, el comandante Córdoba desembarca guiando una columna de infantería para arreme- ter á los españoles, que sabía ocupaban la fuerte posición de Tenerife. Maza, con sus pequeños buques, parte á las cinco de la mañana del 20 de junio y navega contra los enemigos con la intrepidez que siempre le caracterizó en la guerra de 272 LA BATALLA la Independencia. Los realistas no aguardaban el ataque, y fueron sorprendidos. Mientras dan sus disposiciones para la defen&a, llegan los buques de los patriotas arrastrados por la corriente; el humo y la confusión impidieron á los españoles reconocer cuan débiles eran las fuerzas de los independientes. Kstos corren al abordaje de los buques enemigos. Vuélase el de mayor fuerza, regido por el comandante don Vicente A'illa, bien fuera porque éste le puso fuego para libertarse del deshonor ó vergüenza de caer en manos de los rebeldes, bien porque se incendiara la pólvora por alguna casualidad. Los demás fueron tomados en breve y degollados mas de doscien- tos hombres de infantería que los guarnecían, pues solamente se hicieron veintisiete prisioneros... » Nueve bu({ues de guerra con su armamento, fusiles y mu- niciones cayeron en poder de los patriotas. » Un solo buque había escapado de la refriega, pero en Sitionuevo fué tomado por fuerzas sutiles, armadas en Harran- . al año. Si bien el trigo, el arroz y aun el maíz, la manteca, el queso, la mantequilla, la cerveza, lascar- Res conservadas ó ahumadas, vienen de los Estados Unidos aprecios muy bajos, — la carne, el pescado, las raíces, hortalizas y frutas frescas, tendrán que tomar- se de preferencia de la producción interior. En tiem- pos recientes había en las inmediaciones de Colón grandes plataneras de donde se exportaba anualmente de iO á 15,000 toneladas de plátanos á Nueva York. A mi paso no vi muchas señales de esas plantaciones, y an- 302 LOS TRAJES DE LOS TRADAJ ADORES tes me pareció notar que algunas, al borde de la línea, estaban abandonadas, sin duda á causa de la escasez y carestía de jornaleros atraídos á los trabajos del Canal. Aparte de los antiguos caseríos de los nativos, se nan fundado otros muchos, unos de carácter perma- nente, para oficinas y residencia de los empleados del Canal, y otros de madera de carácter transitorio, para los peones, al rededor de los cuales brota la ranchería de los vivanderos, chinos en su mayor parte. Éstos ejercen los oficios de carniceros, panaderos, lavande- ros, cocineros, maromeros y chucheros ó buhoneros, en los cuales su competencia ha sido irresistible para los franceses, americanos y aun para los panameños mismos. Todas esas profesiones menores han sido mo- nopolizadas por ellos, y se dice que, merced á su laboriosidad, espíritu de orden y economía, son consi- derables las ganancias que acumulan á pesar de los precios comparativamente bavps á q*».e venden su mer- cancía. Como son tíy^jL-bí^n muy buenos^lagricultores, es probable i|tié tengan asimismo labranzas inmedia- ui's'; pero no tuve ocasión de visitarlas. Pasé en do- mingo, cuando los trabajadores estaban entregados á los ocios y diversiones propios de ese día, y los más de ellos y sus mujeres y niños vestían su mejor ropa, se- gún la moda de los diversos países de su procedencia. De esa extravagante variedad de trajes y colores, me llamó la atención particularmente el de algunos africanos de la república de Liberia, recién llegados en número de 600 á 700, por contrato celebrado con los agentes de la Compañía. Tenían por todo traje una túnica suelta, de tela de algodón, de color LOS PEONES DE LIBERIA 303 verde ó azul, y un trapo rojo amarrado en la cabeza á guisa de turbante. Los tomé en un principio por mujeres, á pesar de sus rasgos y aspecto varoniles. Se me informó luego que seles había puesto calzones : mas como no estaban hechos á bragas,.,, había tenido cumplimiento el resto del refrán español, lo que había determinado á los empleados á cambiarles el traje, ])ara darles á lo menos alguna ventaja sobre el de nues- tro padre Adán. Una comisión de ocho magistrados ó comisarios de la República africana los había acom- ])añado para cerciorarse de que Panamá no es un país tan frío, y para observar el tratamiento, alimen- tación y clase de trabajo que se les daba ó imponía, con facultad de reembarcarlos para su país si el aloja- miento era malo, escasos los alimentos ó excesiva la labor que se les impusiera. Eran casi todos jóvenes, robustos, sobrios, de apa- cible condición y muy buenas costumbres ; se les re- putaba como el mejor grupo de trabajadores al servi- cio de la Compañía. No pocos habían venido acom- pañados de sus mujeres, y según parece, no habían encontrado tan fríos los páramos de Colón y Panamá. Con gran pena observé, en algunas partes, juegos de cachimona, dados y barajas, en los que, de seguro, los banqueros americanos, chinos y colombianos, no llevarían la peor parte. Quizás i)or haber pasado tem- prano no vi ebrios, á pesar del gran número de ventas de licores; no faltaban, sin embargo, fisonomías hebe- tadas en quienes eran visibles los estragos del vicio. Con excepción de las plataneras inmediatas á Co- 30Í ASPECTO DE LAS TIERRAS DE LA I.iXEA Ion que, como dejo dicho, no deben hallarse muy flo- recientes, no vi señales de movimiento agrícola en la parte de la línea comprendida entre Cruces y Panamá : el bosque, la maleza, y en parches el rastrojo, ocupaban la tierra en el mismo estado que ahora treinta y cua- tro años, cuando fué terminado el ferrocarril. Ni una hacienda, ni una producción industrial, ni siquiera bonitas casas de campo se ven en las inmediaciones. Las facilidades de locomoción no han atraído pobla- ción extranjera, ni el alto precio de algunos productos en Panamá, — como el de las frutas, la leche, el queso y la mantequilla, las gallinas y los huevos, el ñame, las batatas ó camotes, pero ni siquiera los forrajes para engordar ganado ó mantener bestias, — han llama- do la atención de los propietarios panameños. La tie- rra no puede ser estéril en todas partes; en el interior el clima debe ser más sano que en la costa, y en Colón vale cuarenta centavos una botella de leche; pero nin- guno de estos estímulos ha sido suficiente para deter- minar trabajos agrícolas. Sin duda los hábitos comer- ciales de la población panameña, la falta de tradicio- nes agrícolas, quizás la escasez de capitales, atraídos por los negocios y por el alto arrendamiento de las casas en Panamá, han sido obstáculos al acometimiento de estas nuevas empresas. La raza española no es agri- cultora en la Península, sino en las partes en donde los árabes dejaron fuertemente impreso el sello de su ge- nio agricultor; como en la huerta de Valencia, Caste- llón, Jaén, Murcia, los alrededores de Málaga y en Cata- luña. Los castellanos, laffeneralidad de los andaluces, los asturianos y gallegos, se hacen notar poco en este FALTA DE AGRICULTURA EN LA LÍNEA 305 ramo del trabajo humano, y esta deficiencia es más sen- sible aún en sus descendientes de América. Compren- demos que no se trabaje en donde no hay medios de proporcionar salidas á los productos, ya sea por la falta de medios económicos de transporte, ó bien por la po- breza de las poblaciones consumidoras ; pero ese no es el caso en Panamá. Debemos reflexionar fríamente en estos ejemplos los que estamos dispuestos á juzgar que los ferrocarriles son la panacea universal. Si es algún vi- cio en la constitución de la propiedad territorial; si fuere la altísima tarifa de fletes y pasajes establecida por la Compañía del ferrocarril; si hubiere alguna enfermedad social oculta que paralice las tendencias naturales del liombre á mejorar su condición por medio del trabajo, debe investigarse para tratar de ponerle remedio. Para concluir anotaré que el empresario de las grandes plantaciones de plátano en las inmediaciones de Colón fué un alemán ; circunstancia que considero digna de mención, porque sólo los inmigrantes ale- manes, entre todas las razas europeas se han consa- grado á la agricultura en algunas regiones tropicales de América : en el Brasil y en Venezuela ; hasta ahora no en Colombia, pues en Bucaramanga y Cúcuta, en donde hay establecidos algunos, ejercen la profesión de comerciantes, no de agricultores. PANAMÁ Panamá fué una ciudad importante por su comercio y su riqueza hasta principios del siglo xvin. Las cró- nicas de ese tiempo le dan una población de 20,000 habitantes, y aun más; aserción que confirman los 306 PANAMÁ EN EL SIGLO XVII restos de su antiguo caserío de cal y canto de dos y tres pisos, las ruinas de sus numerosos conventos de frailes y de monjas, y más que todo, las grandes y costosas murallas y fortificaciones que aun la rodean, cuyo costo debió ser de algunos millones. Bien que el recinto amurallado de la rocallosa península en que fué edificada, tuviese, como tiene, en el sistema de construcción usado en los siglos xvi y xvii — de calles estrechas y grandes edificios de varios pisos, sin plazas ni espacios vacíos, — capacidad suficiente para más de 20,000 personas, el caserío desbordó hacia la parte continental, en donde la parroquia de San tana se extendía hasta el barrio de Calidonia, en la actual estación del ferrocarril, por un lado, y hasta los cuai^ teles de Boyain, hoy ocupados por el hospital de la compañía del Canal, entre el cerro del Ancón y la boca ' de Riogrande, por otro. Dos enemigos, sin embargo, redujeron á nada su antigua prosperidad : los buca- neros y la navegación por el estrecho de Magallanes. Las bucaneros en primer lugar. Las noticias de la fabulosa riqueza de Méjico y del Perú y la prodigiosa cantidad de plata que se extraía de las minas de Za- catecas, Guanajuato y Potosí, despertaron la codicia de los pueblos navegantes que, como el inglés, el holandés y el francés, estaban privados de participa- ción en esa inmensa fortuna. Perseguidos á muerte por los españoles en su propósito de establecerse pa- cíficamente en la isla de Santo Domingo y en otras Antillas pertenecientes á España, — en donde fueron casi exterminados, — tomaron á pechos entrar en la división de los despojos arrancados á los indios y á I.OS BUCANEROS 307 las ricas cordilleras de esos países recién descubier- tos. Imposibilitados para establecerse en las regiones privilegiadas que con tanta profusión producían el metal considerado entonces como la única riqueza verdadera del mundo, se propusieron sitiar las ave- nidas por donde ella se derramaba hacia los ham- brientos pueblos del Viejo Mundo, y estableciéndose en las islas vecinas á las costas de Jamaica y Santo Domingo en el Atlántico, y en las vecinas al golfo de Panamá en el Pacífico, empezaron esa serie de pira- terías en el mar v de incursiones en las ciudades de la Costa, en donde suponían acumulados los más grandes tesoros, qiie se ha hecho famosa en la histo- ria : Veracruz, Campeche, Chagres, Portobelo, Pa- namá, Cartagena, Santamarta, Riohacha, Maracaibo, todas esas ciudades fueron sucesivamente atacadas v saqueadas por ellos con una ferocidad cuyo recuerdo guardan aún las tradiciones locales. Chagres, Porto- belo y Panamá, en nuestro país, fueron las más fre- cuentemente visitadas, principalmente por Morgan y Drake, el primero de los cuales se retiró con un in- menso botín y el segundo, después de saquear y arrasar los establecimientos mineros del Darién, en- tonces en gran prosperidad, tuvo el pensamiento de conquistar esa región para la reina Isabel, reinante á la sazón en la Gran Bretaña. El saqueo é incendio ejecutado por Morgan en Pa- namá (1671) — establecida entonces dos leguas al nordeste de su sitio actual — debió de ser tan terrible, que la traslación de la ciudad á otra localidad de más fácil defensa, no encontró resistencia entre sus pobla. 308 MOUGAn ASALTO Á PANAMÁ dores. Visité en 1853 las ruinas de la antigua ciudad, provisto de una antigua descripción detallada de la expedición pirática que determinó ese cambio por los moradores aterrados. Morgan tomó por asalto, des- pués de heroica resistencia, el fuerte de la boca del río Chagres, remontó este río en sus propias embarca- ciones hasta Cruces; tomando aquí el camino de tierra, destrozó en el trayecto la guarnición de Pa- namá que había salido á su encuentro, con lo cual el asalto de la Ciudad no fué resistido ya... Leía yo la relación de esos sucesos en el sitio que fué testigo de ellos ; el viento gemía entre las ruinas de los vie- jos bastiones y doblaba las copas de los árboles cre- cidos entre las grietas de la muralla ; la marea alta golpeaba furiosa contra las rocas y barrancas per- pendiculares de la costa, y todos esos ruidos formaban en medio de la soledad profunda como un eco de la confusa vocería del asalto y el saqueo de la desgra- ciada ciudad. Casi creía oír las roncas y aguardien- tosas voces de los asaltantes al través de las brechas ; parecíame ver brillar la llama rojiza de los incendios entre nubes de humo; entre las derruidas torres de las iglesias parecíame distinguir el grito desesperado de las mujeres y los niños allí asilados, y sobre toda esa confusión, se alzaba en mi fantasía la odiosa figura del fihbustero, cubierto de sangre, los ojos fuera de sus órbitas y ebrio de furor y codicia en medio de grupos de mujeres arrodilladas al lado de los cadáveres de sus padres y esposos. Ese estado de inseguridad duró casi un siglo, hasta fines del xvii, y no hay duda de ]que fué la primera RESURRECCIÓX DE PANAMÁ 309 causa de decadencia ; pero la inseguridad contribuyó también á determinar otra, si menos aguda, más des- tructora : la adopción de la via de Magallanes por el comercio del Pacifico. Este fué el golpe final, de agonía prolongada, de muerte lenta pero definitiva. Ya los galeones espa- ñoles procedentes de Acapulco apenas tocaban en Panamá á hacer agua en Taboga ; la guarnición y el apostadero marítimo disminuyeron en importancia ; no pocos de sus grandes comerciantes emigraron al Callao, á la Habana y á Lima, y la ciudad fué deca- yendo tan considerablemente, que en 1840 ó 1841 es- cribía el doctor Rufino Cuervo desde allí á un amigo suyo de Bogotá, que el que quisiese conocer á Pa- namá, debía apresurarse porque estaba dando las últi- mas boqueadas. Su población entonces no alcanzaría á 4,000 habitantes. La corriente de pasajeros al través del Istmo, de- terminada en 1848 por los aluviones auríferos de Ca- lifornia descubiertos por el capitán Sutter, volvió la vida á la ya expirante ciudad. Cuarenta millones de pesos en oro de California, de diez á doce millones en plata de Méjico, el Perú, Chile y Bolivia, y de veinticinco á cuarenta mil pasajeros pasaban anual- mente entre Panamá y Colón. Los arrendamientos de casas subieron á precios fabulosos ; el flete de las muías, en una distancia de ocho leguas, se pagaba á razón de treinta á cincuenta pesos por viaje entre Panamá y Cruces ; el de una canoa ó barquetona, con capacidad para cuatro hasta doce pasajeros, entre Cha- 310 PANAMÁ EN 1849 gres ó Gatiin y Cruces, de cuarenta á doscientos pe- sos ; el precio de los víveres no tenia limites ; los jor- nales habían subido á tres y aun hasta á diez pesos diarios, y una pieza de oro americano de veinte pesos se cambiaba por diez y seis de ocho décimos de nues- tra moneda de plata. Los negocios de Panamá eran más productivos que las mejores minas de Sacramento ó del valle de San Joaquín ; el oro circulaba en abun- dancia desde las mas ruines cabanas de expendio de licores hasta los grandes ahnacenes de la calle de La Merced. Montbard, l'OUonais, Morgan y Drake, todos esos antiguos filibusteros, las sombras feroces de esos monstruos sedientos de pillaje y de sangre, debieron de incorporarse y soliviar la losa de sus sepulcros al prodigioso retintín de tantos millones. Con condiciones de esta naturaleza cualquier pue- blo de los Estados Unidos sería hoy una ciudad de 100,000 habitantes, rodeada de todas las comodidades de la vida civilizada, con un porvenir de grandeza perfectamente seguro ; pero en Panamá no podía su- ceder ni ha sucedido así. Siglo y medio de estanca- ción y decadencia debían producir y produjeron un sello profundo de inmovilidad en el organismo de la población panameña : la pobreza había llegado al úl- timo grado : el antagonismo de las dos razas — la ne- gra y la blanca — pobladoras de esa región, manteni- do por tres siglos de esclavitud, debía hacerse sentir fuertemente en los momentos en que esta institución acababa de ser abolida (1850) : la acción del clima, desfavorable para la blanca, había enervado la acti- vidad de la clase gobernante y permitido qu^ la razain- PANAMÁ DE 1850 A 1855 311 ferior en evolución mental se sobrepusiese en número, en energía y en influencia política. A pesar de aque- llas ventajas, Panamá ha progresado muy poco, y si la empresa del Canal hubiese de fracasar, y sobre todo si fuese abierto en otro país, en Nicaragua, por ejemplo, seria dudoso predecir la suerte futura de la ciudad. El estado de incuria en que yacía esa población pue- de juzgarse por el hecho de que no tenía ni tiene aún agua potable, con excepción de la de lluvia, recogida en unas pocas cisternas, y la de unas fuentes distantes de la ciudad, escasas y mal conservadas ; carece de cloacas y desagües, cuyo oficio es reemplazado por una marea que se levanta ordinariamente á veintidós pies de altura, la cual, al retirarse, deja descubierta, en una extensión de tres millas, una playa infecta, llena de despojos animales y vegetales, de la cual se levantan, después de las horas de sol, emanaciones fétidas, á las veces insoportables. En 1852, cuando por primera vez la conocí, no tenía una escuela pú- blica ni establecimiento alguno de educación ; sólo existía un pequeño hospital sostenido por las contri- buciones voluntarias de los extranjeros ; carecía total- mente de árboles de sombra, de jardines y paseos, y de alumbrado público durante la noche; el antiguo enlosado de las calles estaba casi destruido, lleno de hoyos y fangales en invierno, y por último, no tenía policía alguna organizada. Empezaba apenas la tarea de la organización de las rentas : la Provincia con- taba ya con unos $ 100,000 anuales, producto de un derecho de tránsito de $ 2 sobre cada pasajero, y de un impuesto directo sobre los establecimientos comer- 312 LA SOCIEDAD DE PANAMÁ ciales, suma apenas suficiente para cubrir el gasto de la Gobernación, la Cámara provincial, algunos jueces y escasos sueldos a los empleados administrativos. La ciudad no contaba con más de $ 12,000, exigidos á la clase jornalera que hacía el servicio de botes en la bahía, á los carreteros y á los aguadores : los propie- tarios de casas, cuya renta era muy considerable, estaban exentos de contribuciones. Empero, para ha- cer frente á las variadas y urgentes necesidades de la situación, S 500,000 anuales de rentas quizás no hu- bieran bastado, bien que tampoco había de dónde to- marlos, pues el país era en extremo pobre y las ren- tas nacionales, en esa época de transición y de refor- mas, no excedían de millón y medio de pesos. En cambio, la sociedad era excelente, pues los res- tos, perfectamente republicanizados de las antiguas familias españolas, eran numerosos y distinguidos por su inteligencia y cultura. Los Arosemenas, Herreras, Sosas, Obarrios, Fábregas, Hurtados, Paredes, Valía- nnos, Alemanes, Jiménez, Arces, Brájimos, Pérez, Arias, Morros, Icazas, Picones, Díaz, Obaldías, La Guardias y otros, formaban un grupo tan notable por la instrucción y talento de los hombres, por la belleza física, cultura y suavidad de maneras de las señoras, como en muy pocas ciudades de Colombia pudiera encontrarse. En la raza mezclada había hombres muy notables por su inteligencia, buenas maneras y ardor en el trabajo, y gran número de jóvenes salidos de sus filas recibía educación en los Colegios de Bogotá, ganaba puesto notable en la política del país, y ad- EL PERIODISMO 313 quiria derecho de entrada en la sociedad de la clase reputada antes superior. Pronto principiaron enlaces entre los americanos del norte, los ingleses, los fran- ceses con las familias panameñas, llamados á produ- cir una descendencia físicamente superior, más po- derosa en facultades industriales y dotada por he- rencia fisiológica de mejores condiciones de interés cívico y disciplina social. Las relaciones de sociabilidad, — si bien no acom- pañadas todavía del lujo y de la etiqueta que en ciu- dades más avanzadas las hacen menos cordiales y menos frecuentes, — eran en extremo agradables y bastante repetidas. Bailes, paseos al campo ó á la bahía, principalmente en las noches de luna, y al- muerzos y comidas, daban animación á la vida con ese interés peculiar que se despierta en el trato de personas de nacionalidades, costumbres é ideas di- versas, pero unidas por lazos de cultura y benevo- lencia recíprocas. La llegada incesante de buques y pasajeros de todas partes del mundo, con noticias del carácter más variado de Australia, la China, elJapón, el Perú, California, Ecuador, Venezuela, la Costa Atlántica de los Estados Unidos, Europa y el interior de Colombia, mantenía la mente ocupada en un horizonte que abarcaba todos los confines de la tierra, á pro- pósito para combatir las ideas estrechas que se forman en los países recluidos del comercio del mundo, y para desarrollar en el espíritu ideas cosmopolitas. El periodismo, entonces quizá más numeroso y -mejor servido que hoy, tenia al frente de los periódi- cos nacionales, El Panameño y el Correo del Istmo, 18 314 HOMBRES NOTABLES al veterano escritor y editor seftor José Ángel Santos y al señor Bartolomé Calvo, quiéia debía figurar luego notablemente en la política de la capital. El periodismo destinado principalmente á la población extranjera, era servido en el Panmná-Hei^atd y el Panamá-Star por los señores John Powers y Archi* baldo Boyd, unidos luego en un sólo periódico de grande extensión con materiales muy escogidos. El último de éstos logró conservar la empresa, cada día más popular y mejor desempeñada, hasta el fin de sus días, y transmitirla á sus hijos ; no menos inteli- gentes y distinguidos periodistas que simpáticos y amables caballeros. Ellos acaban de completar cua- renta años á la vida de su importante diario. El general Tomás Herrera, tipo, como Bayardo, del «caballero sin miedo y sin mancha», carácter en quien podía notarse en estrecha alianza el más avanzado es- píritu democrático con la lealtad y el honor más com- pletos, era el hombre de la popularidad entre las clases pobres y el más estimado entre las acomodadas. El estribillo de la canción panameña de esos días era : Panamá, Panamá i Que viva don Toma ¡ El señor Manuel José Hurtado, representante de una de las antiguas familias aristocráticas del Istmo, — inmensamente rico entonces, con una empresa de transporte de pasajeros, tesoros, correos y mercancías valiosas en el camino de tierra de Ci-uces á Panamá, — era al propio tiempo un hombre de mucho espíritu público, que prestaba ayuda decidida á todo lo que fue- ra progreso. No menos era distinguido por la misma EL VENENO DE lAS CULEBRAS 315 i disposición patriótica el señor José María Jované, te- sorero de la Caja de Ahorros y sindico recién nom- brado de un colegio de señoritas, que debió su estable- cimiento á los generosos esfuerzos de este filántropo. Entre los extranjeros, recuerdo especialmente al doctor Emilio Le Bretón, médico francés de grandes talentos y de no menores dotes de caridad y benevo- lencia, que podía proporcionarse beneficios conside- rables con el ejercicio de su profesión ; pero que pre- fería vivir en la más honrosa pobreza, recetando de balde á los pobres y á los pasajeros destituidos de relaciones. El señor William Ralston, joven ameri- cano, dotado de la actividad en el trabajo más extra- ordinaria que he conocido, era al mismo tiempo un carácter muy amable y generoso. Por iniciativa del entonces gobernador de la Provincia se prestó á en- cabezar un cuerpo de policía, compuesto de extranje- ros y panameños, no remunerados, que se encargó de recorrer constantemente el camino de Cruces á Pa- namá para dar protección á los pasajeros; servicio importantísimo entonces, en el que fué decididamente secundado por los señores W. Munro, agente de una de las compañías de vapores, Ran Runnels, dueño de un hotel en Cruces, Manuel José Hurtado, empresario de transportes en el camino de tierra, y Leonardo Benito, jefe de la escolta que conducía los caudales* r A propósito del doctor Le Bretón, recuerdo un he- cho notable en los anales de la ciencia médica ocu- rrido durante mi primera visita á Panamá. Este Doc- tor estaba curado contra el veneno de las culebras 316 CONTRA VENENOS INdIgENAS por medio del uso del jugo de las hojas de guaco, y con ese motivo jugaba con impunidad en la botica llamada de las culebras, perteneciente al doctor Kra- tochwill, con las serpientes más venenosas, que por capricho especial del propietario había allí siempre en exhibición : se las envolvía en el brazo, en el cuello, y aun se aplicaba blandamente, en señal de cariño, la cabeza del reptil contra la mejilla, sin haber sido mordido jamás. Un día llegó del Darién una culebra especialmente pedida por el Jardín Zoo- lógico de París, de un metro de largo, color negro, cabeza muy aplastada, movimientos muy rápidos y ojos de una tristeza singular. Tomarla en la mano el doctor Le Bretón y recibir en el acto en ella dos ó tres mordeduras, fué todo uno. Por pura precaución en un principio (pues el Doctor afirmaba que no ten- dría consecuencia alguna, lleno de confianza en la inmunidad que esperaba le daría el guaco), le hicie- ron todas las aplicaciones usadas en tales casos. Ven- daje en el brazo, amoniaco liquido sobre la herida y más luego cáustico de Viena. Sin embargo, los efec- tos del veneno empezaron á producirse en breve : hinchazón en la parte herida, fuerte dolor de cabeza, sudor frío, vómitos, palidez mortal y coloración mo- rada ó azulosa en la mano. Se pensó entonces en cor- tarle el brazo por el codo ; pero al efectuarlo se notó que la hinchazón pasaba hasta cerca del hombro, y luego se vio invadido por la inQltración del veneno el tronco mismo del cuerpo. Bien que lo asistían todos los médicos de Panamá, y entre ellos uno alemán de gran reputación — el doctor Autenrieth, — á las DESAFÍO SINGULAR 317 veinticuatro horas se consideró desesperado el caso^ En esos momentos se presentó un indígena de Chepo, pueblo de las inmediaciones, ofreciendo que si lo dejaban solo, y el doctor Le Bretón prometía guardar secreto acerca de los remedios que emplease, lo curaría. El ofrecimiento fué aceptado, y encerrán- dose el indio con el Doctor, ya moribundo, al siguiente día salió anunciando que la curación estaba efectuaila ; lo que en efecto sucedió, pues aunque lenta la conva- lecencia, veinte días ó un mes después estaba el en- fermo del todo restablecido. Con motivo de este acontecimiento ocurrió á pocos días un desafio singular. Reñían dos indios acerca de cuál de los dos conocía mejores contras para combatir el veneno de las culebras, y sujetando la disputa al procedimiento experimental, resolvieron recibir las picaduras de las que los contendientes tuviesen á bien presentar. Después de ensayar varias víboras y sus contravenenos respectivos, al fin uno de los dos su- cumbió en la demanda, y su antagonista lo dejó mo- rir para comprobar la inferioridad de conocimientos de su adversario. Jactándose el vencedor de que él sí conocía el conti*ay fué juzgado y condenado á presi- dio — como autor de un homicidio voluntario, — por más que fuese caso grave probar que existía el reme- dio. Desgraciadamente no recuerdo el nombre de la culebra homicida; pero este es uno de los casos que prueban la conveniencia de salvar, junto con las razas salvajes ó semisalvajes, un cúmulo de conocimientos ra ros adquiridos por la experiencia de los pueblos primiti- vos. ¡Cuántos agentes terapéuticos importantes, desde* 18. 318 PANAMÁ CON LOS TRABAJOS DEL CANAL la quina, el guaco, el cedrón y la ipecacuana, no se deben á la ciencia despreciada de los indígenas de América ! Volvamos al Panamá de los tiempos actuales. No ha sido muy afortunada la marcha política de esa sección durante los últimos cuarenta años, ni por consiguiente la evolución industrial; pero en fin, algo se ha progresado. La población de Panamá pasa hoy de 25,000 y aún tal vez llega á 30,000 habitantes ; el caserío ha aumentado en proporción, ora por medio de reparaciones á las ruinas antiguas, bien por edifi- caciones nuevas. Los hoteles son numerosos, y á favor del libre cambio (pues no hay aduanas ni dere- chos de importación ó exportación), el precio de los víveres es barato, y lo mismo el de todas las mercan- cías extranjeras. El pescado es en extremo abundante y de exquisito sabor; las llanuras del Departamento vecino de Bolívar envían de 18 á 28,000 reses anua- les, y proveen de carne fresca, de buena calidad, á precios cómodos ; el hielo, á barato precio, mejora la condición del agua potable, y con excepción del arren- damiento de las casas — todavía muy alto, — la vida no es cara. Ilav un número suficiente de coches de alquiler para el servicio de las calles, las cuales, desde luego, han mejorado en sus empedrados y en- losados; hay alumbrado nocturno de gas en las calles y plazas principales, y debe de estar adelantado el servicio de la policía, porque pude observar menos desaseo en aquéllas. Entre los progresos á que se llamo mi atención se cuenta una plaza de toros, pro- greso que me pareció de carácter muy disputable, por lo que no quise visitarla. Este progreso y el de la INFLUENCIAS AMERICANA Y FRANCESA 319 lotería, como recurso rentístico, introducido también allí, son imitaciones evidentes de las costumbres es- pañolas, y en ellas se puede notar la oleada misteriosa de reacción antirrepublicana que ha venido en pos de las rápidas reformas políticas decretadas en Colombia de 1849 á 1863 : la reacción es siempre igual a la acción. Panamá es la única ciudad de Colombia en que hay i)laza de toros, fiesta que afortunadamente ha caído en desuso en el resto del país (1). Hasta 1880 la influencia de las corrientes norte- americanas era la única que en el Istmo se hacia sentir ; pero de ese año en adelante los trabajos de la Empresa del Canal han debido de introducir en al- guna parte la de las ideas y costumbres francesas; pero en esta vez fué tan corta mi permanencia en Pa- namá, que no tuve ocasión de hacer observaciones á ese respecto. Ojalá deje la presencia del gran nú- mero de franceses que ha visitado la ciudad algún principio de su genio sobrio y económico, porque en materia de sobriedad y economía el ejemplo de los americanos no es el mejor posible. En 1852 y 1853 era tal el consumo de cerveza y de champaña, que durante la noche, al pasar por ciertas calles, creyera uno estar oyendo descargas de batallones armados de pistolas, y todas las mañanas era una grandísima di- ficultad hacer recoger y botar al mar cuatro ó cinco mil botellas vacías que aparecían regadas en las calles al frente de los restaurantes y hoteles. (1) En 1890 ha sido resucitada también en Bogotá. 320 CORRIENTE DE MONEDA DE PLATA Un fenómeno económico importante mereciera ser detenidamente estudiado allí. La Compañía del Canal ha necesitado desembolsar en sus trabajos de excava- ción y construcciones durante los últimos ocho años, no menos de ocho á diez millones de pesos anuales, bajo la forma de destajos, jornales á los operarios y sueldos á sus empleados. En lugar de hacer venir de Francia esa gran cantidad de numerario, la Compa- ñía se ha limitado á vender en Panamá letras sobre París ó sobre Londres, que podía colocar con un pre- mio de 30 y aún 40 por 100 sobre las monedas de plata circulantes (¡nezas de 0,900 y 0,835 de fino). El mercado de toda la costa del Pacífico, desde Centro- América hasta Chile, tenía en su contra la balanza del comercio exterior, y se ha visto forzado á exportar su numerario á Panamá á comj)rar osos giros; de suerte que no menos de cincuenta ó sesenta millones de pesos han debido de venir á esa ciudad en pocos años. ¿Qué curso ha tomado esa enorme aglomera- ción de plata, en una ciudad para cuyas transacciones bastaría menos de un millón? Panamá comj)ra, á la verdad, dos ó tres millones anuales en víveres á los Estados Unidos ; pero con las Repúblicas del Pacífico sus negocios son muy limita- dos : en pago de fletes y pasajes en el ferrocarril aj)enas podía volver á la Compañía una suma de dos á dos y medio millones anuales, parte de los cuales es de creer que ha sido pagado en Nueva York, Londres y París. Repito, pues, ¿qué ha sido de esa enorme masa de numerario acumulada en las cajas de la Com- pañía y distribuida luego entre sus contratistas, jor PANAMÁ Y COLÓN REQUIEREN ORGANIZACIÓN ESPECIAL 321 naleros y empleados? De Bogotá solamente han sa- lido con ese destino, en los últimos ocho años, de cuatro á seis millones de pesos, que no han vuelto; mayores sumas aún han debido de ser enviadas de. Valparaíso, el Callao, Guayaquil, Guatemala y San José de Costa Rica; ¿adonde han ido á parar? No es de presumir que los empleados franceses ni los jornaleros de las Antillas ó de Centro- América hayan enviado á sus familias una moneda que no tie- ne curso legal en otros países, ó que, reducida á barras, daría una pérdida de 25 á 35 por 100; tampoco hay bancos en Panamá que puedan guardar en sus sótanos sumas de esa ni de mucho menor considera- ción. El problema merece una investigación concien- zuda, pues la sola posibilidad de que algunas de las Repúblicas del Pacífico enviasen, á veces, sus giros sobre Europa y los Estados Unidos á venderse en ese ciudad, no explica suficientemente el fenómeno. El hecho es que Panamá empieza á conquistar, en esta materia de cambios internacionales, la superiori- dad que su posición geográfica está llamada á darle en los negocios del mundo. No es improbable que con el tiempo llegue á ser también un lugar de dejiósito de las mercancías de los dos hemisferios, siempre que mejore su policía de sanidad y no sean excesivas, como hasta aquí, las tarifas del ferrocarril, ni altas las del Canal, cuando esté abierto. Panamá y Colón son poblaciones importantísimas,. que requieren una organización distinta de la de las 322 ELEMENTOS DISTINTOS DE SU POBLACIÓN demás ciudades de la República. Ni el sistema fede- ral ni el central, tal como se los practica en nuestro país, son adaptables á las condiciones especiales que están llamadas á tener en el mundo. El primero creó una organización democrática en que la raza mestiza, el elemento social más atrasado, tomó preponderancia y no alcanzó á estar á la altura de la nueva situación creada por el comercio interoceánico. Falta allí educa- ción popular para dar abundancia de hombres capaces de administrar los grandes intereses súbitamente des- arrollados en esa región. El régimen central-burocrá- tico, estrecho, inepto y perezoso de la tradición colo- nial, tampoco es capaz de gobernar esas dos ciudades. Juzgo que en ellas se requiere algo parecido al régimen de las antiguas ciudades anseáticas en Europea : un es- píritu cosmopolita no restringido por la arbitrariedad del centralismo, ni una organización floja y débil, como la que en la actualidad puede darla federación. En esas dos ciudades hay cuatro elementos distin- tos, ósea cuatro grupos étnicos diversos que necesitan ser armonizados en un equilibrio equitativo é inteli- gente : 1.° el de la raza blanca criolla, propietaria del suelo, antes dominadora sin contrapeso, hoy reducida á igualdad democrática ; 2.** el de la raza africana re- cién emancipada, el más numeroso, mejor aclima- tado, antes sin participación alguna en la vida piibli- ca, hoy tal vez más exigente á este respeto de lo que su educación actual del)iera permitirle pretender; 3.^ el de la población extranjera sedentaria, que con el transcurso del tiempo será quizás el grupo más in- fluyente y principal por la educación y la ricjueza; PROBLEMA SOCIOLÓGICO 323 4.* el elemento oficial representante de la nacionali- dad colombiana : es decir, el grupo formado por la guarnición, los inmigrantes colombianos del interior y los empleados superiores nombrados por el Gobierno central. El problema sociológico, pues, consiste en fundir esos grupos en un espiritu de fraternidad é in- terés común adicto á la nacionalidad colombiana. . El primero de ellos es el representante de la tradi- ción de la sociedad formada por la conquista española, el núcleo, por decirlo asi, de la comunidad moderna; el segundo forma el músculo del cuerpo social, la po- blación trabajadora, la que mejor puede resistir la in- fluencia del clima, y que por consiguiente es la lla- mada á cultivar la tierra y á sostener las industrias indispensables á la formación de grandes ciudades; el tercero constituirá la agencia organizadora de los grcoides cambios internacionales que permite la posi- ción geográfica y que formarán la grandeza y el po- derío de sus futuros pobladores ; el cuarto, en fin, de- berá dar el molde en que esos tres elementos ante- riores se fundan en nacionalidad nuestra que garan- tiza sus libertades y les asegura paz y justicia. Empero, el progreso de esas dos ciudades y la fu- sión de sus diversos componentes tiene por condicio- nes ineludibles, que se dé franca entrada en la vida municipal, y aun en la nacional, al tercero de estos factores, al extranjero residente, hasta ahora alejado de esas funciones; más educación en escuelas nume- rosas y mejor servidas al segundo, y que el cuarto restrinja su espiritu inquieto y dominador, que hasta ahora ha sido, si bien una garantía de orden en lo 324 NECESIDAD DÉ LIBERTADES MUNICIPALES general, — en no pocos casos bajo la influencia de las pasiones del interior de la República, — una causa de inseguridad y de retroceso. Vida municipal activa y verdadera es de lo que esas dos ciudades carecen : el panameño nativo tiene pocas tradiciones de interés público ; el mestizo afri- cano carece de educación y hasta de nociones sobre lo que es la edilidad de un pueblo civilizado. El go- ierno central, á trescientas leguas de distancia, mal pudiera proveer al aseo, á la salubridad y á la policía de ornato y de seguridad de lugares desconocidos para los miembros del Gobierno de Bogotá; sólo el ele- mento extranjero podría comunicar á esos intereses la iniciativa, la espontaneidad, el amor cívico que ellas requieren. Agua potable, alumbrado público, alba- nales en comunicación con la parte 'profunda de la bahía, servicio diario de aseo de las casas y de las calles, buen pavimento en las calles, árboles y flores en las casas y en los paseos públicos de los afueras, servicio de bombas contra los incendios, mercados públicos aseados, bien vigilados por la policía de sa- nidad, teatros y lugares de distracción honesta, hos- pitales y cementerios bien mantenidos : todo eso está aún por crear en Colón y Panamá, y sólo puede espe- rarse en gran parte de la iniciativa del extranjero. En mi concepto debiera concederse derecho de elegir y ser elegido al extranjero residente casado con colombiana, tanto en negocios municipales como en los nacionales, y derechos municipales al extranjero que cuente dos años de residencia en el país y nego- cios agrícolas ó comerciales, ó una profesión indus- REFORMAS AL CONTRATO DEL FERROCARRIL 325 trial establecida. Además, esas municipalidades de- hieran tener una ancha esfera de acción para el efecto de imponer contrihuciones, crear sus propios agentes y ejecutar con independencia sus obras y servicios comunales. Un gobernador general, representante de la unidad colombiana, con residencia alternativa en ambas ciudades; jueces y tribunales, nombrados los primeros por las municipalidades y los segundos por el Presidente de la República ó por la Corte Suprema Nacional, y un representante de cada una de las dos ciudades en la Cámara de Representantes, podrían completar el gobierno de la zona interoceánica. El resto de Istmo podría formar : al norte, una provin- cia ; al sur, un territorio nacional regido por leyes es- peciales, en que se reconociese gobierno propio y la propiedad territorial en una zona limitada á las tribus indígenas, bajo la protección del nacional. Pero no bastaría esto. Los contratos con la Com- pañía del ferrocarril, que en la actualidad forman una jaula de hierro para las poblaciones del Istmo, debieran ser modificados para permitir la construc- ción de otras vías á las poblaciones de Azuero, Vera- guas y Chiriquí, rebajar el precio de los pasajes y üetes locales del ferrocarril de Panamá á una rata que no excediese de diez centavos por legua á los pa- sajeros ni de veinte centavos por tonelada y por legua á los frutos destinados al consumo propio de la línea ; reformas que la apertura del Canal hace fáciles y aun necesarias hasta para el interés mismo de la empresa del ferrocarril. Probablemente también sería nece- sario conceder al gobierno municipal una particípa- lo 826 OBJECIONES CONTRA ESTAS IDEAS ción mayor que la de diez por ciento en la renta que el Nacional deriva ó debe derivar de una y otra em- presas. Quizás la causa verdadera de la situación es- tacionaria de la agricultura en Panamá sea principal- mente la enorme tarifa que la Compañía ha mante- nido para el uso de ferrocarril. En nuestro país no dejarán de hacerle, contra estas ideas de organización especial del istmo de Panamá, objeciones de que con ella se rompe la armonía de unidad nacional preocupación antigua del régimen español. Me será permitido, pues, consignar aquí una frase profunda que recuerdo haber visto en un dis- curso de lord Derby (el padre del actual titular) : « La Constitución inglesa, — semejante á los edificios y construcciones que un propietario agrícola agrega todos los días á su mansión campestre, con los cuales rompe la unidad y la euritmia de ella, — na sido levantada no tanto para com- placer el gusto del forastero que las contempla desde fuera, cuanto para proporcionar comodidad al que las habita en su interior. » Tenemos nosotros, — pueblo nuevo que empieza á establecerse en medio de condiciones locales muv dis- tintas entre sí, que sacrificar la unidad y la armonía externa de nuestra Constitución á las exigencias es- peciales de los diversos grupos de nuestra población. El centralismo riguroso, — posible aunque esteriliza- dor quizás, en el territorio de Francia, — es imposi- ble entre nosotros en medio de la divergencia de sue- los, climas, costumbres y estados de civilización que se notan en nuestro país. La federación es nuestro estado natural : ella nació con nuestra independencia y se impondrá en el curso de nuestra historia. CAPITULO XXII t EL FERROCARRIL Y EL CANAL INTEROCEÁNICO Insuñciencia del Ferrocarril para el tránsito interoceánico. — Costo de construcción del Ferrocarril. — Sus productos. — Progreso realizado con el camino de hierro. — Crisis de esta empresa en 1870. — Porvenir del Ferrocarril y del Canal. — Los trabajos del Canal. — Se requiei*en tres canales paralelos. — Instrumentajc empleado en la excavación. — Diñcultadcs principales : el río Chagrcs y el clima. — La desmoralización de los empleados. — £1 cambio de ingenie- ros-directores originado por la muerte de éstos. — Las habi- taciones de los jornaleros y de los empleados en la línea de los trabajos. — Clasiflcaeión de los trabajos. — Dinero ro- gado en el Istmo por la Empresa del Canal. — Los traba- jadores y sus procedencias. — Los chinos. — Presupuestos for- mados con anterioridad á los trabajos. — El gasto real enor- memente mayor. — La actitud hostil del Gobierno americano. Como dejo insinuado arriba, la primera de estas obras fué construida, no tante con el objeto de dar paso al comercio general entre los dos mares, cuanto con el de facilitar el tránsito de los pasajeros que se dirigían á California en los primeros momentos de fiebre despertada por el descubrimiento de grandes aluviones auríferos. Asi, no es un camino de primer orden. Hasta hace pocos años su capacidad transpor- tadora no excedía el guarismo de 400,000 toneladas por año, ó sea muy poco más de 1,000 toneladas por día. Sus principales deficiencias consistían : 328 DEFICIENCIAS DEL FERROCARRIL A. En la falta de muelles suficientes en Colón para la carga y descarga de los buques, y en la de almace- nes para depositar fuertes cantidades de mercancías ; es decir, para 40 ó 50,00 toneladas. B. En las fuertes gradientes de algunas partes de la línea (1 1 y aun 2 por 100) que limitan extraordina- riamente el peso que puede arrastrar una locomotora en cada viaje. C. En la defectuosa terminación de la vía en Pana- má, á tres millas de distancia del fondeadero de los vapores. Este inconveniente pudiera subsanarse pro- longando el ferrocarril hasta las islas de Naos, Pe- rico y Flamenco, en donde hay fondeadero profundo y abrigado, y la Compañía primitiva se había obli- gado á prolongarlo hasta allá ; pero retrocedió de esa idea en vista del gasto considerable que envolvía (cerca de S 5.000,000, según se dice), y en 1881 obtuvo que se la exonerara de esa obligación, mediante un em- préstito de S 3.000,000, dado al gobierno Colombiano, reembolsable con la renta misma de $ 250,000 anuales que la Empresa debía pagar conforme al contrato de 1867. El gasto de embarque y desembarque á esa dis- tancia del fondeadero, se computa en S 10 por tone- lada, y anula la ventaja de la menor distancia, para los buques, comparada con la de Magallanes. A pesar de esta limitación en las construcciones, las diez y seis leguas de vía ferrrea, con un mate- rial rodante apenas mediano, resultaron coi^tando $ 7.400,000, ó sea $ 460,000 por legua. Según recuerdo haber leído en uno de los primeros informes del Inge- niero jefe, coronel G. M. Totten, el gasto de las dos GASTOS DE CONSTRUCCIÓN Y SERVICIO DEL F.-CARRIL 329 « Ó tres primeras leguas al través de las vegas anega- dizas del rio Chagres subió á $ 1.000,000 cada una. La pérdida de vidas debió de ser enorme también en ese trayecto. Los gastos anuales de intereses, conservación y servicio han alternado entre $ 40 y $ 50,000 por legua : es decir, de S 600 á $ 800,000 anuales. Los productos, con una tarifa de $ 25 por pasajero y de S 15, en término medio, por tonelada de mercancías^ hasta 1870, rebajados á cosa de $ 10 por tonelada de entonces para acá, han sido de $ 2 á $ 3.000,000 anuales. El dividendo anual repartido á los accionistas nunca ha bajado del 12 por 100 y ha subido en oca- siones hasta el 40 por 100. Ha sido una empresa en extremo remuneradora. Últimamente la Compañía del Canal compró las acciones por un precio de $ 28.000,000, ó sea, pagando un premio de cerca de 300 por 100 ! El tráfico anual parece no haber excedido nunca de 300,000 toneladas ni de 50,000 el número de los pasajeros. Altísimo como es este flete de setenta centavos por tonelada y por legua, comparado con el de los ferro- carriles americanos de Chicago á Nueva York, que no pasa de dos y medio centavos por tonelada y por legua ; y este pasaje de $ 1-60 por legua y por pasa- jero, — quince veces mayor que el de los ferroca- rriles americanos .ó europeos, — el de Panamá fué siempre un progreso enorme sobre el gasto de loco- moción por el camino de montaña anterior al ferro- carril. En 1852 me costó el viaje de Colón á Panamá : 330 COSTO DE LOS PASAJES ANTES DEL FERROCARRIL Flete de una canoa de Gatún á Gorgona. $ 50 Flete de dos bestias de silla para mi y un sir- viente, de Cruces a Panamá 64 Flete de una carga de baúles de Cruces á Panamá (8 leguas), á 30 centavos por libra. . 84 Hoteles en Colón, Cruces, Gorgona y almuer- zo en el camino 71 Total S 269 Se juzgará tal vez que en los hoteles comía yo pas- teles de Perigord y bebía champaña por agua ordi- naria. Referiré, pues, dos escenas del camino de Gorgona á Panamá. Llegué á almorzar á una casa de madera, estrecha y mal provista, en la cual la lista de platos se redujo á una tajada de carne salada, ga- lletas de marinero, mantequilla rancia y te sin leche. Al pedir la cuenta se excusó de ello el ventero, expo- niendo que yo viajaba en servicio público, y que en su patria (los Estados Unidos) las autoridades en viaje tenían puesto libre en los hoteles y restaurantes: pero manifestándole yo que esa costumbre no existia en nuestro país, y que yo quería pagar : « Pues si es asi, me dijo, ese almuerzo para dos personas vale S 6-40. » Más adelante me acerqué á una casa pajiza y pedí un terrón de azúcar y dos vasos de agua, de los que mi sirviente participó. El dueño sacó dos vasos en un plato, dos pedazos pequeños de azúcar y una totuma llena de agua : como la sed era ardiente, cada uno tomó dos vasos. « ¿Cuánto vale? », pregunté. Sin vacilar me replicó : t El azúcar veinte centavos : cada CRISIS DEL FERROCARRIL EN 1870 83t vaso de agua diez centavos, sesenta centavos, if yqu Todo guardaba proporción. ¡ Con cuánto placer no pagaría un pasajero, que hubiese conocido las pena- lidades de ese camino, la pequeña suma de $ 25 poF trasladarse de un mar á otro en tres horas, al abrigo de la lluvia y del sol, en asiento cómodo, y refrescado por la brisa que levanta la marcha rápida del tren I Ese alto precio era, sin embargo, morigerado con la frecuente concesión de tiquetes de cortesía á los pasajeros colombianos y á los personajes de otros países. A pesar de toda su carrera de prosperidad, la Em- presa se creyó perdida en 1870, cuando con la inau* guración del primer ferrocarril al Paciíico en los Estados Unidos, y el establecimiento de una línea de vapores al través del estrecho de Magallanes, pareció que el primero iba á quitarle los pasajeros de Cali- fornia y la segunda todas las mercancías procedentes de Europa para la Costa Occidental de América. Los Directores de la Compañía solicitaron del Gobierno Colombiano que renunciase á la renta de $ 250,000, y en caso.de negativa, que aceptase la cesión gratuita de la empresa conforme al contrato de 1850. Contestó el Gobierno que para llegar á una de esas dos extre- midades era necesario que la experiencia de los hechos confirmase los cálculos pesimistas de los Directores ; pero entre tanto preguntó á sus banque- ros en Londres, los señores Baring Brothers, si que- rrían encargarse de organizar en esa ciudad otra com- pañía que tomase á su cargo la empresa. La res- 332 NUEVAS VÍAS INTEROCEÁNICAS puesta negativa de éstos se fundaba en el concepto de la imposibilidad de resistir la competencia de esos terribles rivales. No obstante estos pronósticos, al Ferrocarril Cen- tral del Pacifico siguieron el del Norte del Pacífico, el de Missouri y el Pacifico, el del Sur del Pacifico, el de Tejas y el Pacifico, el de Canadá y el Pacífico, y ha habido tráfico suficiente para todos ellos, sin que la vía de Panamá se haya afectado en lo mínimo ; prueba evidente de que el Canal tendría algunos millones de toneladas de tráfico con sólo los productos de California, que por su valor no puedan resistir el . flete de 1,400 leguas de ferrocarril. El trigo de Cali- fornia y Oregón, el café de la América Central, el guano y el nitrato de soda del Perú, Bolivia y Chile^ que hoy montan á 2 • millones de toneladas, serán cinco á lo menos antes de diez años, y los retornos que, en pago, envíen Europa y la costa oriental de América, bastarían para dar veinte ó más millones de pesos en peajes al Canal. Hoy puede decirse que hay diez y seis vías intero- ceánicas al través de la América : En el Canadá 1 En los Estados Unidos 5 En Méjico (en construcción) 2 En Centro América (en construcción). . . 4 (1) 1) El ferrocarril de Honduras ; el de Punta Arenas á Puerto Limón, en Costa Rica; el de Corinto al lago de Managua, en Nicaragua, y el canal proyectado de Punta Mono á Perico, en territorio nicaragüense también. No es imposible que Guate- mala prolongue su ferrocarril de San José á Guatemala, hasta Puerto Livingstone. EL CANAL DE PANAMÁ 323 En Colombia 1 (1) Entre Bolivia y el Brasil (en construcción) . 1 Entre la Argentina y Chile 1 El estrecho de Magallanes 1 El desarrollo industrial que la colonización á lo largo de todas estas vías hará surgir, es incalculable : los recursos de la América Española todavía están casi intactos : el concurso que darán los cuatro Esta- dos nuevos que acaban de crearse en los Estados Uni* dos, todos los cuales tienen una salida natural para sus producciones agrícolas por el Northern Pacific hacia el Pacifico, será inmenso ; de suerte, que cual- quiera que sea el costo definitivo del canal de Pa-^ namá, puede asegurarse que el tráfico necesario parar sostenerlo no puede faltarle, porque siempre será el paso más corto para la navegación marítima entre uno y otro Océano. LOS TRABAJOS DEL CANAL DE PANAMÁ No basta la lectura de las diversas publicaciones que han visto la luz acerca de esta obra para formar idea de su inmensa magnitud : se necesita dar una vista, aunque sea muy ligera, á los trabajos, para po- der apreciar sus variadas y enormes dificultades. Se trata de abrir una zanja de 75 kilómetros de (1) En Colombia, aparte del ferrocarril y canal de Panamá, en breves años se prolongará hasta el Magdalena el ferrocarril en construcción del Cauca al Pacífico, que formará otra línea int^íroccánica. Tampoco tardará más de veinte años la prolon- gación del ferrocarril de Puerto Berrío á Medellín, hasta el valle del Cauca, en donde formará una segunda conexión entro los dos Océanos. 19. 334 TRABAJOS TITÁNICOS QUE EXIGE largo con 40 metros de anchura y 8 ó 9 de profundi- dad, debajo del nivel del mar, en una faja que desde la orilla se levanta gradualmente hasta cerca de 100 metros, para lo cual se calcula necesario sacar un cubo de tierra de más de ciento treinta millones de metros cúbicos. Se trata de transportar esta enorme masa de tierra blanda desde las orillas del Canal, — que viene á ser la parte más profunda de todo el Istmo, y adonde por la ley de gravitación se dirigirán las corrientes per- manentes y las accidentales de las lluvias, — hasta diversos lugares, de donde la acción natural de las lluvias y la del viento no la arrojen de nuevo al lugar de donde se la extrajo. Se requiere mantener dentro del Canal una canti- dad de agua siempre igual, y evitar que las avenidas de los ciento cuarenta arroyos y ríos que atraviesa la faja canalizada penetren dentro de ella, rompan sus orillas y llenen el cauce con los árboles, la piedra y las arenas que arrastran consigo. De suerte que casi se necesita abrir tres canales : uno central, destinado á la navegación, y otros dos laterales, para recoger las aguas de los ríos y los arroyos, sobre todo las de crecida, y arrojarlas al mar por un cauce distinto del que primitivamente lleva- ban. Y esta operación debe hacerse en tres clases dis- tintas de terreno : en el cenagoso de las orillas del mar ó del lecho desecado de los rios cuyo curso ha sido desviado; en el suelo firme, tierra arable, cas- cajo ó arcilla de los niveles un poco más altos ; y en EL INSTRUMENTAJE EMPLEADO S35 la roca que forma el espinazo del Istmo en el punte divisorio de las aguas hacia el uno y el otro mar. Cada una de estas tres clases de terreno exige he- rramientas distintas para su excavación. El anega-» Compra del privilegio á Mr. Wyse. $ 10.000,000 2.® Trabajos ejecutados hasta diciem- bre de 1884 ( 1 1 .000,000 de metros cúbicos de excavación, hospitales, casas de ha- bitación, estudios, etc.) 87.500,000 3.* Excavaciones que aun faltaban (116.905,400 metros cúbicos), á razón de S 1-25 por metro cúbico 146.200,000 4.** Canales de derivación, lago artifi- cial, tajamar en Panamá y Colón, etc. etc. etc. (suma en extremo baja). . . . 40.000,000 5.» Interés sobre S 100.000,000 gasta- dos hasta diciembre de 1884 (9J años) . 65.300,000 6.** Administración en París y Pa- namá, en diez años más, á razón de S 1.600,000 anuales 16.000,000 ?.• Descuento de 40 por 100 sobre los Pasan 365,000,000 352 EL LAGO ARTIFICIAL OTRA VEZ Vienen 365.000,000 empréstitos necesarios para completar los trabajos 95.000,000 8.* Interés sobre estos empréstitos hasta su extiiición 80.000,000 Total S 540.000,000 Pero evidentemente la cuarta de estas partidas está calculada con una moderación excesiva, y no sería imposible que esas obras costasen S 100.000,000 más que el guarismo en que se la computa. Para que se vea esta posibilidad, daré una sucinta idea de lo que es el lago artificial proyectado. El Chagres tiene sus nacimientos á unas diez y seis leguas al oriente de Gamboa; aquí tuerce hacia el norte, por un valle encerrado entre dos hileras de cerros distantes una milla entre si, y su lecho está á 50 pies de altura sobre el Canal. Esta es la parte que se considera á propósito para levantar una represa de 1 milla de largo con 60 metros de altura á lo me- nos. Debajo de esta muralla se piensa ó se pensaba construir un túnel de cal y canto de 50 pies de ancho, con la profundidad suficiente para dejar escapar la cantidad de agua necesaria para surtir el canal, y en la parte alta del lago se pensaba dejar una compuerta por la cual pudiera salir hacia el canal de derivación, paralelo al canal navegable, la cantidad de agua con- veniente para evitar todo peligro de derrame sobre éste. La cantidad de agua del lago deberia ser de cinco á seis mil millones de metros cúbicos, volumen que se calcula — si se extendiese con una profundi- HOSTILIDAD DEL GOBIERNO AMERICANO 353* dad de 2o centímetros, — cubriría una superficie de 758 millas cuadradas ; pero que reducido á una pro- fundidad de 60 metros, sólo ocuparía 6 millas cua- dradas. El peligro en este asunto consiste en que, si sobreviniese una segunda avenida del río cuando aún no hubiese salido el agua de la anterior, la represa he- cha de tierra pisada, como el camellón de un ferroca- rril, podría no resistir la presión, y su ruptura se lleva- ría por delante todo lo que encontrase en su camino hasta el Atlántico : canal, poblaciones, labranzas y buques. Se requeriría, pues, una construción ciclópea, delante de la cual serían juego de niños las murallas de Cartagena; principalmente si la composición de los cerros que cierran el valle superior del río Chagres presentase puntos débiles en algunas partes. El gasto impendido hasta diciembre de 1884 hemos visto que montaba á S 97.500,000 : el de los cuatro años siguientes hasta diciembre de 1888 se hace subir á más de otro tanto, ó sea á un total de $ 225.000,000; mas para obtener esta suma ha sido preciso emitir obhgaciones por una suma doble : sea S 400.000,000. Por aquí puede juzgarse que no tiene nada de exage- rado el cómputo de $ 540.000,000 formulado en el Financial News. Á la verdad, la empresa es mucho más costosa de lo que en un principio juzgó la ardiente fantasía del. Gran Francés. Á las dificultades nacidas de la confi- guración del suelo, de la vecindad del rio Chagres y. del clima se agrega, últimamente, en los momentos de crisis para los empresarios, 20 354 DOCTRINA MONROB LA ACTITUD HOSTIL DEL GOBIERNO AMERICANO - La primera idea de intervención par parte del Go- bierno de los Estados- Unidos en los asuntos conexio- nados con el tránsito entre el Atlántico y el Pacifico al través de la América Central, data, probablemente, de las primeras negociaciones para la incorporación de Tejas en la Unión Americana, entre 1840 y 1846. La doctrina Monroe (1823), — á la que algunos escri- tores hacen remontar aquel pensamiento, — fué en su prigen de sugestión inglesa (Canning), y en la dispo- sición de ánimo de su primer expositor americano (John Quincy Adams), una teoría benévola y entera- mente desinteresada : era una amenaza á la Santa Alianza de hacer causa común con las repúblicas his- panoamericanas recién emancipadas para resistir las agresiones europeas. La teoría avanzada por primera vez durante la Administración de Mr. Johnson y acen- tuada en el primer periodo de la del general Grant, es una amenaza á la independencia de las mismas repúblicas, en el caso de que, con auxilio de capitales europeos, se atrevan á abrir al viejo mundo la puerta de la navegación del Pacifico. El pensamiento actual del Gabinete de Washington es éste ; « No se puede abrir un canal entre los dos mares al través de la América Central, sino con la condición de que en él tenga una acción preponderante el Gobierno de los Estados Unidos. » Concretando más la idea, la pre- tensión de éstos es que, «en caso de guerra, las puertas del Canal estarán abiertas únicamente á la marina de guerra americana y cerradas á todas las demás ban- PRETENSIONES DEL GOBIERNO DE WASHINGTON 355 deras del globo. » Esa es la exigencia formulada con más ó menos precisión por los diplomáticos america- nos, generales SuUivan y Hurlbut, acreditados cerca } del Gobierno de Colombia de 1867 á 1871, y el espí- ritu de las proposiciones formuladas en el Senado de 1 Washington por los senadores Morgan, Burnside, Ed- . munds y otros. Con este objeto fué enviado también á Bogotá en comisión especial Mr. Caleb Cushing, á fines de 18G8. Pero ese proyecto de adquirir preponderancia sobre el canal que se construyese al través de los istmos de Panamá, Darién ó el Atrato, venia madurándose desde mucho antes. Eq 1846 fué negociado un tratado entre los Estados Unidos y Colombia, en el cual, á cambio de adquirir para sus ciudadanos y mercancías iguales derechos de tránsito al través del istmo de Panamá que los de que gozasen los colombianos y sus mercancías, los Estados Unidos nos garantizaron : I."" la neutralidad de las vias interoceánicas construidas ó que se cons- truyesen dentro de los limites de dicho Istmo; y 2.®la soberanía de Colombia en ese territorio. Diez años más tarde, á consecuencia de una riña ocurrida en las calles de Panamá entre norteamerica- nos y panameños, en la cual murieron algunos de los primeros, el Gobierno americano, presidido entonces por el general Pierce, envió á Bogotá una comisión especial á cargo de los señores Morse y Bovirlin, á exigir, aparte de una indemnización en dinero, la creación de dos municipalidades semi-independientes en Colón y Panamá y la venta al Gobierno americano 356 NEGOCIACIONES DIVERSAS ENTRE LOS DOS PAÍSES de las islas de Taboga, Taboguilla, Perico y Flamen- co, que constituyen el verdadero puerto de Panamá. La Administración de Mr. Buchanan prescindió de esas pretensiones en 1857; pero dos años más tarde un señor Thompson, ciudadano americano, que supo- nía haber adquiíido de la provincia de Chiriqui un derecho á construir un camino interoceánico entre David, capital de esa provincia, en el Pacifico, y la gran bahía de Bocas del Toro en el Atlántico, vendió esa concesión al Gobierno americano por conducto del Secretario de Guerra, Mr. Floyd. Aunque tal con- cesión había sido declarada nula por la Corte Suprema de Colombia; á solicitud de la Compañía del ferroca- rril de Panamá, y aunque esa transacción, juzgada en los Estados Unidos como una mera concusión es- candalosa de un alto empleado del Gobierno, no había parecido ser reconocida en muchos años, — en 1880 ó 1881 el Gobierno de Washington, presidido por Mr. Hayes, dio algunos tímidos pasos para hacerla efectiva, con el objeto de establecer en Bocas del Toro un depósito de carbón para la marina de guerra ; pero esa idea fué pronto abandonada. Por repetidas ocasiones ese mismo Gobierno soli- citó permiso del Colombiano para hacer exploraciones en sus istmos de Panamá, Darién y el Atrato, con la mira de construir por alguno de ellos un canal entre los dos Océanos, y propuso por dos veces la celebra- ción de un tratado al efecto. En la primera (1868), nuestros negociadores, los señores Miguel Samper y Tomás Cuenca, celebraron uno con el general SuUi- van, que no mereció la aprobación del Senado de PROYECTOS AMERICANOS EN NICARAGUA 357 Washington, porque no se le concedía ninguna supe- rioridad en el tránsito á los buques de guerra ameri- canos. En la segunda (1870) fueron algo más condes- cendientes nuestros Plenipotenciarios, señores Anto- nio María Pradilla y Jacobo Sánchez ; pero la Admi- nistración del general Salgar, por el órgano del Secretario do Relaciones Exteriores, señor Felipe Za- pata, solicitó del Congreso reformas á ese tratado en el sentido de poner en pie de perfecta igualdad á todas las potencias en el uso del Canal, en paz y en guerra; condiciones que el Congreso Colombiano puso, en efecto, á la aprobación, pero que no fueron del agrado de la Administración del general Grant. Esta entonces dirigió sus miradas al istmo de Ni- caragua, en donde sus ingenieros creían haber encon- trado una ruta preferible á la de Panamá, y tal vez sus diplomáticos las concesiones de supremacía á que se aspiraba; pero no por eso perdió de vista lo que hacía relación á la última de estas vías, ni abandonó el objetivo de su política, que ya no consiste en dar una protección fraternal á las repúblicas débiles de origen español, sino en conservar sobre ellas una in- fluencia superior, como un timbre de su grandeza na* cional. Temeroso tal vez el Gabinete de Washington de que alguna gran potencia europea haga pie firme en este Continente, ponga en duda su superioridad en los asuntos americanos y la obligue á mantener una marina y un pie de fuerza permanente considerable y acaso peligroso para la conservación de sus institucio- nes republicanas, parece querer fundar su poderío, á la vez en su propio engrandecimiento y en la debili- 358 TEMORES INFUNDADOS DEL GOBIERNO AMERICANO dad de los países que ocupan el mismo continente^ impidiéndoles estrechar sus relaciones con los pueblos europeos. Esta política puede, en las circunstancias actuales, híicer fracasar la empresa del canal de Panamá. En los momentos en que, agotados sus primeros recur- sos, la Compañía necesitaba algún apoyo simpático, que quizás sólo el Gobierno francés pudiera darle, — bajo la forma de garantía de un interés mínimo á los nuevos capitales necesarios para llevarla á feliz tér- mino, — una proposición aprobada casi por unanimi- dad en el Senado americano, hizo muy difícil esa pe- queña protección. Se hizo la declaratoria de que la intervención directa ó indirecta de cualquier gobierno europeo en la construcción del canal de Panamá sería considerada como un acto poco amistoso á los Estados Unidos, que éstos no podrían mirar con indiferencia. Palabras de esta naturaleza, dirigidas á una nación i^püblicaná europea combatida por la coalición de tres viejas monarquías en el exterior, por ambiciones des- leales en el interior, y tal vez amenazada de una próxima restauración de las formas monárquicas, no podían menos de paralizar la acción protectora de ese Gobierno á los capitales de sus clases laboriosas com- prometidas en aquella empresa vacilante. . El resultado de ellas puede ser á un tiempo la pér- dida de más de $ 200.000,000 ya invertidos, y de grandes esfuerzos industriales, ejecutados con el sa- criñcio de muchas vidas, para Francia, y la desapari- tíón para Colombia de una grande esperanza de pro- greso intelectual y desarrollo comercial. RESULTADOS POSIBLES DE ESA POLÍTICA 350 - Aquí en Colombia no podemos comprender la sa* •biduria de esas previsiones americanas. Si los esta-^ distas de ese país temen complicaciones con las poten- cias europeas en América,, debieran empezar por sa- cudir la vecindad de la soberanía británica en el Ca- nadá, la de ésta y otras naeiones en las Guayanas y en las Antillas : allá, á las puertas de su territorio, seria en donde pudiera ser temible la influencia de la Gran -Bretaña, de España, de Francia y de Holanda, no á cuatrocientas leguas de sus puertos. Si los Estados Unidos creen tener enemigos de quienes deban des- confiar, quizás los menos temibles serian los que ayu- daron poderosamente á conquistarles su independen- cia y su libertad. Si ellos, pueblo tan afortunado, tan rico, tan poderoso, quieren proteger los intereses de su comercio en el mar Pacifico, debieran mirar si hay justicia é hidalguía en hacerlo á expensas del porvenir de un pueblo pobre, de escasa población, que se inicia en la carrera de la vida en medio de tantas dificulta- des originadas por la tradición de sus tres primeros siglos. Todos esos temores del Senado de Washington pa- recen quiméricos. Ningún pueblo del mundo, excepto en caso de agresión y de propia defensa, querría me- dirse por medio de las armas con ese coloso ; y en la competencia industrial, nada tiene éste que temer del europeo. Dentro de los limites de su territorio, con una densidad menor aún que la que contenta y feliz ocupa el de Bélgica, cabe una población veinte veces mayor que la actual ; es decir, mil quinientos millo- nes; su constitución política es la más perfecta hasta 360 CONTRADICCIÓN CON SUS IDEAS TRADICIONALES hoy conocida; sus recursos de todo género son inago- tables. Libre de complicaciones exteriores é interio- res, sus fuerzas defensivas consisten en el espíritu de «US libres instituciones, en la simpatía que inspira á todos los pueblos dé la tierra la generosidad con que los invita á venir á trabajar sus baldíos y á gozar de los derechos de hombres libres ; en la ausencia de tira- nías, servicio militar y clases privilegiadas ; pero so- bre todo en la paz que ofrece á los trabajadores, aleo- razón de las madres, que dejarán de ver allí arrastra- dos á los cuarteles á sus hijos. La paz y la libertad son el gran secreto de su poder expansivo. El egoísmo conduce á la guerra, y por la guerra á la tiranía y la decadencia. No quiera el cielo que la grandeza de ese país, en el que fincan las esperanzas del porvenir los amigos de la humanidad, empiece á encerrarse dentro de los limites estrechos de la gran muralla de la China ! CAPÍTULO XXIII DE COLÓN Á NUEVA ORLEÁNS Las islas do San Andrés y Providencia. — Las bocas del Mis- sissippi. — Puerto Eads. — Gasto impendido en la apertura de la barra. — Importancia de esta obra para las poblacio- nes del valle del Mississippi. — Las orillas del Mississippi en- tre Puerto Eads y Nueva Orleáns. — La cuarentena. — As- pecto del Mississippi. — Los diques de sus orillas. — La lic- itada á Nueva Orleáns. Dejé á Panamá con pena de no hacer allí una per- manencia más larga en la sociedad de buenos y anti- guos amigos, en algunos de los cuales, después de treinta y cuatro años de ausencia, encontré la misma afectuosa y cordial acogida ; pero era necesario seguir. A las 6 de la tarde salíamos de Colón, y continuaba la vida del mar, estrecha, monótona, semejante ala de la prisión, dominada incesantemente por un solo pen- samiento : el de llegar otra vez á la tierra. Eramos ya treinta pasajeros, divididos en dos grupos distintos: formaban el más numeroso, siete santandereanos, cin- co antioqueños, un boliviano, un panameño, un cu- bano, un casanareño, un cundinamarqués, un alemán, su señora y una señorita, que habiendo vivido largos años en Bogotá y en Medellin, se asimilaban al grupo colombiano, y diez americanos del Norte, alemunes^ n 362 LAS ISLAS DE SAN ANDRÉS ingleses y un francés, que en breve se incorporó tam- bién en la compañía de raza latina, con preferencia á la de los demás europeos. La franca alegría, la con- versación bulliciosa y la amable obsequiosidad de los colombianos, rompió al fin el hielo de los europeos, y al tercer día casi todos los pasajeros entraban en la conversación general. No había niños, y la falta de ellos se hacia sentir, pues nada como la inocencia y el candor del alma reflejada en la mirada, tiene un poder igual de distracción y contento. Se jugaba tre- sillo y ajedrez, se leía algo, se dormía á ratos durante el día, y en lo demás el mar ejercía esa poderosa atracción de la inmensidad sobre el pensamiento hu- mano que conduce á la meditación y al silencio. Al tercer día dejamos á nuestra derecha la isla de Providencia, guarida antes de temibles bucaneros, mansión hoy de algunos restos de una colonia de es- clavos llevada allí desde Jamaica por un propietario inglés; posición que podrá ser importante en lo por venir, y á la cual ha llamado recientemente la atención en un interesante opúsculo el señor Francisco J. Ver- gara. Dista poco más de ochenta leguas de Colón, y con la de San Andrés, formaba esta isla un territorio nacional poblado por unos 4,000 habitantes, que hablan casi exclusivamente el inglés. En esa misma noche debimos de pasar frente á la costa de Honduras, y al siguiente día avistamos las costas occidentales de la isla de Cuba; á eso de las cuatro de la tarde pasamos á la vista del cabo de San Antonio, dejando á la iz- quierda el cabo Catoche, que dista de aquél unas cua- renta leguas. Durante esa noche entramos en el golfo LAS BOCAS DEL MISSISSIPPI 363 de Méjico, y al amanecer del séptimo día nos encon- tramos frente á frente á las bocas del Mississippi. La mañana estaba algo oscura ; á nuestro frente se vela una linea negra, y sobre ella se levantaban, en medio de la bruma, la luz eléctrica de un faro y la co- lumna de humo, que algunos minutos después se vio con los anteojos era una lancha de vapor y á su bordo un práctico para penetrar en la boca del rio. Estába- mos, pues, al frente de Puerto Eads, asi nombrado en honor del célebre ingeniero que logró abrir la barra al paso de buques de 30 pies de calado. Alas 5; a. m. subió el práctico á bordo del Texan y tomó el timón ; media hora después entrábamos sin dificultad alguna por la boca central del Mississippi, conocida con el nombre de Paso del Sur^ y dos millas adelante llega- mos al cauce profundo del río, fuera ya de la barra. Hasta este momento la atención de los pasajeros ha- bía estado atraída toda por los sondajes que se hacían en el fondo del canal. El vapor marchaba lentamente, como esperando la voz del marinero que incesante- mente arrojaba la sonda y marcaba en voz alta : « treinta pies », veintinueve pies » « treinta pies » hasta que al fin, al grito « de cuarenta pies », los pasajeros exclamaron : « j estamos fuera de la barra ! » Entonces pudimos dirigir la vista al paisaje que nos rodeaba. Era una sabana de agua ó fango, hasta el confín del horizonte, de la cual surgían á trechos líneas angostas de tierra, á veces cubiertas de sauces lloro- nes ó de cipreses enanos. A lo lejos se alcanzaba á divisar el mar, distinguido del resto del paisaje por el color más brillante de la superficie y por las velas 36Í PUERTO EADS de pequeñas embarcaciones de pescadores que le atra- vesaban. A nuestro frente se ocultaba la tierra detrás de un velo de brumas. Habíamos atravesado las obras principales que han dado al canal ó Paso del Sur una profundidad permanente (?) de treinta pies ; obra que se reputa el complemento de la navegación del gran rio. Es éste, en el estado actual de la civilización, la más importante de todas las arterias navegables del globo. Con sus tributarios forma una red de comuni- caciones accesible á los vapores en más de cinco mil leguas ; el valle recorrido por ellas presenta una su- perficie de ciento cuarenta mil leguas cuadradas, y está ocupado hoy por más de treinta millones de habi- tantes, que producen anualmente una riqueza de qui- zás más de siete mil millones de pesos. Como sus producciones principales consisten en artículos agrí- colas de mucho volumen con relación á su valor, era un problema de inmensa importancia abrir al comer- cio exterior las bocas mismas del río, á fin de evitar trasbordes y acarreos terrestres, siempre mucho más caros que el transporte fluvial. Abrir las bocas del mar á los grandes buques del Océano, equivalía á do- blar y aun triplicar las posibilidades comerciales de ese gran valle, cuya población, — calculando los mismos períodos de duplicación seguidos en el siglo xix, — puede llegar á ser, á fines del siglo xx, de quinientos millones. La barra que obstruía las bocas sólo daba paso á buques de 8 pies de calado en uno de los caños, de 11 en otro y hasta de 13 en el principal, que era TRABAJOS DEL CAPITÁN EADS 365 el del Sudoeste. Pero los grandes vapores y clippers del Océano, los que pueden hacer el transporte apre- cios más económicos, requieren de 24á 28 : esabarra, de naturaleza movible, exigía un examen diario de su dirección y profundidad ; pilotos muy prácticos, bo- yas cambiadas de posición con mucha frecuencia, dragas costosas en constante trabajo, y á pesar de todos esos cuidados y de todo ese gasto el paso por ella era siempre peligroso. La obra del capitán Eads suprimió esos obstá- culos. En 1875 celebró él un contrato con el Gobierno americano, en el que, mediante la suma de $ 5.200,000, se obligó á suprimir la barra por medio de diques la- terales, con las siguientes condiciones principales : Se obligaba á aumentar gradualmente la anchura y la profundidad del canal, á razón de 2 pies de pro- fundidad en cada año, y desde 200 hasta 350 la an- chura. Por cada 2 pies de profundidad, mantenida sin va- riación durante un año, se le pagarían $ 500,000 unas veces, otras S 250,000, hasta la concurrencia de cuatro millones de pesos. Si la profundidad y anchura del canal se mantenían intactas durante diez años, se le pagarían $ 500,000 más. Si esa situación duraba veinte años, se le pagarían otros $ 500,000. Desde que el canal tuviese 24 pies de fondo perma- nente y 350 pies de anchura, se le daría además una renta de S 100,000 anuales, hasta completar 20 años. 366 DIFICULTADES PARA LA APERTURA DE LA BARRA Si en cualquier tiempo ocurría algún accidente que interrumpiese el tránsito de los busques, el gobierno suspendería los pagos. Ninguna anticipación de fondos debía hacerse al empresario, ni pago alguno, hasta doce meses des- pués de obtenidos resultados visibles en sus trabajos. Éstos abarcaban cuestiones en extremo difíciles, tratándose de un río que arrastra 540 millones de me- tros cúbicos cada veinticuatro horas en tiempo seco, y una cantidad cinco veces mayor en sus crecidas ; que acarrea cuatro millones de metros cúbicos por día de materia sólida en suspensión durante sus grandes avenidas ; de suerte que con ello se calcula que los aluviones del Mississippi han avanzado la costa dentro del mar doscientas veinte millas; casi desde la confluencia del río Rojo, hasta donde hay señales geológicas de que llegaba el mar algunos cua- renta siglos antes. Los estudios geológicos, matemá- ticos, mecánicos y físicos que precedieron á esa obra, debieron ser de inmensa magnitud. El plan de los trabajos, sin embargo, parece sen- cillo. El primer dato sobre que reposan es la profundidad del mar frente á la boca del rio. Según los estudios hechos con mucha minuciosidad por los ingenieros hidrógrafos del gobierno americano á nueve millas de distancia, es decir, hasta donde penetra dentro del mar la corriente del río, la profundidad es de más de 600 pies. El segundo es la fuerza de la corriente en la boca del río. Al encontrar éste la resistencia de las olas SISTEMA ADOPTADO 367 del mar, pierde su velocidad, el caudal de las aguas se divide hacía los lados sobre el suelo anegado, se extiende en una gran superficie, y deposita tanto en ésta como en el cauce la materia sólida que trae en suspensión. Esta es la causa que conduce á la forma- ción de barras en los ríos de curso aluvial : de donde se deduce que el problema para destruirlas consiste en mantener la rapidez de la corriente para acarrear á fondo profundo las tierras y arenas de que viene cargada. Para obtener este resultado, el capitán Eads, empleando procedimientos semejantes á los ya usados en la barra del Danubio y de otros ríos en Europa, encauzó la corriente de la menor de las bocas del Mississippi dentro de diques laterales formados con fajinas de ramas delgadas de sauce y con colchones de junco comprimidos con lechos de piedra dentro de fuertes estacadas de pilotes clavados á gran profun- didad. Por medio de estos lechos alternados de faji- nas y piedras, formó un banco natural, en el que, depositándose lentamente la tierra y la arena de la corriente, al fin formó una muralla sólida á uno y otro lado, dentro de las cuales la corriente compri- mida arrastró la obstrucción formada por las arenas. El gran rio derrama en el mar por tres bocas prin- cipales : la del Sudoeste, que tiene 400 metros de anchura, daba una profundidad de 13 pies, era la más frecuentada en otro tiempo, y toma el 45 por 100 de las aguas; la del Sudeste, llamada también Pass á LoutrCy con cerca de 500 metros de anchura, no daba más de 11 pies de profundidad, pero tomaba otro 45 por 100 de la masa fluvial ; el paso central del Sur 368 OPOSICIÓN Á LA EMPRESA sólo tenia 8 pies de fondo, 200 metros ó poco más de ancho, y con tenia apenas el 10 por 100 del volumen total. Por consideraciones de economía éste fué el es- cogido para hacer un canal accesible á los más grandes buques del mar. Para asegurar este resultado era necesario también obstruir desde la parte superior del delta las salidas de los caños por donde se escapaba una parte de las aguas, y disminuir también las que se dirigían al mar por las dos bocas laterales del Paso del Sudoeste y del Pass á Loutre, por medio de extensos diques horizontales. Quedaba, sin embargo, un gran peli- gro. La violencia del mar en los días de tempestad podía destruir el término de los diques en la boca exterior del canal, y para prevenir ese accidente fué defendida esa parte con un revestimiento de piedra artiñcial en bloques de veinticinco á cincuenta tone- ladas de peso cada uno. Todos estos trabajos titáni- cos, tratándose de un rio de la magnitud de Missis- sippi, fueron ejecutados en medio de una violenta oposición que otros ingenieros y empresas rivales suscitaban en la prensa ; tomando dinero á interés á tasas usurarias, hasta de 10 por 100 anual y 100 por 100 de utilidad en caso de buen resultado en las obras, contra predicciones adversas de los ingenieros militares al servicio del gobierno americano, y aun con la enorme dificultad de una violenta epidemia de fiebre amarilla que reinó por varios meses en el curso del Mississippi, desde el golfo de Méjico hasta arriba de Menfis. A pesar de tantos obstáculos, parece que dará resultados permanentes y de toda la magnitud LA VISITA DE SANIDAD 369 que se deseaba. Por lo pronto el precio de los trans- portes desde Nueva Orleáns hasta Europa ha bajado casi á la mitad de lo que antes costaba ; es decir, á 50 centavos el quintal de algodón y poco más de 25 centavos el de trigo (i). En 1880 se calculaba que esta economía en los fletes representaba ya para el comercio de Nueva Orleáns S 4,000,000 anuales, casi el costo total de la obra. En cuanto á la duración de ésta, la experiencia de más de un siglo de la aplicación del sistema de diques laterales para vencer la barra de los ríos en Prusia, Rusia, Holanda, Suecia, y sobre todo más reciente- mente en la del Danubio, en Rumania, hace concebir esperanzas de que sea igualmente favorable. Tan sólo en el Ródano, en Francia, fué adverso el resultado, por lo cual allí tuvieron que ocurrir al sistema de un canal con esclusas para comunicar el rio con el mar. Pasada la barra, á poca distancia se presentó en el río un bote que conducía al médico encargado de practicar la visita de sanidad. Subió éste á bordo, hizo formar en hilera á los pasajeros y la tripulación, mirando todas las fisonomías con ojo penetrante y es- cinitador, recorrió los salones, camarotes y bodegas del buque, y no encontrando seguramente nada sos- pechoso, dio permiso para seguir hasta Nueva Or- leáns, previa fumigación del equipaje de los pasajeros en el edificio especial destinado á este objeto, cuaren- (1) El algodón paga flete sobre el volumen y el trigo sobre el peso. Esto explica la diferencia de flete entre uno y otro artículo. 21. 370 LA CUARENTENA ta millas arriba de la boca del río, y sesenta y ocho abajo de Nueva Orleáns : operación enojosa y comple- tamente inútil. Todos los equipajes, ropas de las ca- mas, manteles y muebles de tela de servicio del buque fueron llevados á tierra, abiertos y extendidos en un gran salón, en perchas colocadas en toda su extensión. Luego cerraron herméticamente las puertas y venta- nas é introdujeron una fuerte cantidad de aire calen- tado á muy alta temperatura (300* de Fahrenheit), por espacio de media hora. Esta es la fumigación hecha de acuerdo con el sistema reinante, que atri- buye á microbios todas las enfermedades epidémicas, y que parte del principio de que las altas temperatu- ras matan esos organismos infecciosos. Lo natural era que los pasajeros y la tripulación del buque fuesen también sometidos á esa prueba del fuego, pues dentro de sus vestidos, de sus intestinos y de sus órganos respiratorios podía encontrarse también el microbio de la fiebre amarilla ; pero no se llevó hasta allá la severidad de la Academia de Medicina de Nue- va Orleáns. Después de una detención de más de seis horas en un sitio desolado pudimos continuar la marcha, te- niendo ya á un lado y otro terrenos cultivados con plantaciones de arroz y caña dulce en lo general, y casas invariablemente rodeadas de bosquecillos de na- ranjos. El magnolia, árbol de hojas brillantes de ver- de claro, grandes flores blancas y aspecto de juventud y alegría, empieza á mostrarse en la vecindad de to- das las habitaciones. El terreno, aunque perfectamente llano, desnudo de árboles, y como acabado de salir del ASPECTO DE LAS ORILLAS 371 fondo de las aguas, se presta ya á cultivos variados. Como acontece generalmente en los ríos aluviales, y especialmente en nuestro Cauca, sus primeras márge- nes son más altas que las tierras más distantes, lo que atrae la fundación de los establecimientos agrícolas á la orilla misma y comunica al paisaje durante la na- vegación un aspecto encantador. El río desarrolla su curso majestuosamente contorneado en S S inmen- sas ; en las riberas se ven en primer término casas blancas de techo rojizo, como escondidas á la sombra de grupos de grandes árboles, y detrás se alzan las altas chimeneas de las fábricas; á los lados se di- latan dehesas de poca extensión, en donde pacen algunas hermosas vacas, los bueyes de acarreo y los Caballos de servicio de la familia; debajo de algún grande árbol paternal que extiende sus poderosos bra- zos sobre la corriente, se ve amarrada al tronco una lancha pintada de verde, cubierta con un toldo de blanca lona, y á la sombra de ese mismo árbol, senta- da en rústicos asientos ó sobre las raíces mismas del gigante, congregada la familia del propietario, en actitud reposada las señoras, juguetones é inquietos los niños. Detrás, á distancia, se ven relucir char- cas y pantanos en medio de la campiña desolada ; á veces también se destaca en esa soledad la vela de un bote que cruza por entre la red intrincada de ca- ños y lagunas, rodeadas de cipreses, sauces llo- rones y juncales, sobre ellas se ven miríadas de pa- tos, pequeñas garzas y aves acuáticas revolando. Los caminos que sirven para la comunicación terrestre entre las haciendas y labranzas serpentean por la ribe- 372 ANCHURA DEL RÍO ra, ora mostrándose á descubierto, ora ocultos detrás de angostos parches de bosque, y, cosa rara, casi no se ve un hombre á caballo ó á pie; coches pequeños con cubierta blanca de cáñamo, tirados por un solo caba- llo, forman el vehículo habitual de los pasajeros, ya sean propietarios ó sus mayordomos y sirvientes. Allá prefieren tal vez la vida arrastrada á la vida sangolo- teada del trote de nuestros gochos (1) calentanos. En esta parte baja del río tampoco se observa el movimiento activo de canoas pequeñas de nues- tro Magdalena. Es raro divisar alguna manejada, no por un solo canalete en la popa, como entre nos- otros, sino por dos remos en la mitad de la embarca- ción, asegurados en los bordes de ésta, que con ambas manos maneja el conductor en impulsos simultáneos. En cambio, sí es frecuente el encuentro de pequeños vapores cubiertos con toldos de lona, debajo de los cuales alegres partidas de señoras y caballeros, de hombres y mujeres del pueblo, bajan ó suben, depar- tiendo ó cantando en paseos fluviales á los lugares interesantes de las orillas. No es tan ancho el río como uno espera encon- trarlo. Esa arteria principal de los Estados Unidos, cuyo curso se extiende por 1,370 leguas desde las ver- tientes primeras del Missouri hasta Puerto Eads; que recibe el tributo de tantos ríos inmensos, muchos de los cuales son superiores en extensión y en raudal á (1) En España se llama gocho al marrano : entre nosotros se sabe que es el caballo que ha perdido las orejas por un bubón llamado gochera, muy comúu en las tierras calientes. su PROFUNDIDAD 373 nuestro Magdalena ; que recibe los desagües de 140,000 leguas de valle y las nieves de grandes cordilleras á uno y otro lado ; que uno espera encontrar con una anchura de 10 ó 12 leguas, no aparece ordinariamente entre Nueva Orleáns y el mar, con más amplitud que el Magdalena entre Tacaloa y Barranquilla ; su ca- nal ordinario es de 800 á 1,500 metros ; en muy raras partes llega á una legua ; pero en cambio, j que pro- fundidad ! El Magdalena no tiene en su parte baja más de 20 á 40 pies de fondo en los mejores lugares de su curso, y de Tacaloa para arriba ya no es de fácil navegación en verano. El Mississippi tiene en Nueva Orleáns, á 36 leguas de su embocadura, de 50 á 250 pies, fondo que de nuestros ríos sólo el Atrato presenta un poco más abajo de Quibdó, á una distan- cia doble del mar; profundidad que fué juzgada sufi- ciente para las necesidades de un canal interoceánico por esa vía. Desde el paso de la barra para arriba se nota que el hombre ha ocupado todo pedazo de tierra firme que se encuentra en las orillas y levantado su habitación, aun corriendo el peligro frecuente de las inundacio- nes, no menor allí que en el Magdalena ó el bajo Cauca. De la Cuarentena para arriba ya casi todo el terreno, en un fondo de una legua á lo menos, está cultivado, y empiezan á observarse en las orillas las defensas hechas con diques de arena ó césped, soste- nidos por estacones y tablas, hasta la altura de dos ó tres varas. Subíamos á principios de mayo, las aguas debían estar ya á su más alto nivel ordinario, y esos pe(|ueños diques eran suficientes para proteger las 374 LOS DIQUES DE LAS ORILLAS habitaciones á lo menos, y en no pocos casos los sem- brados ó tierias productivas de alguna manera. Estas defensas, ligeras en unas partes, sólidas y altas en otras, hasta la altura de 5 varas, angostas á trechos, anchas en el frente de la ciudad do Nueva Orleáns, en donde forman calles enteras hasta de 100 ó más varas de anchura, han sido necesarias en toda la parte baja del Mississippi para proteger de las inundaciones el suelo ocupado por la población en ciudades, pue- blos y campos ; representan ya un gasto de más de $ 150.000,000 (ciento cincuenta millones de pesos), y todavía no han producido el resultado de prevenir del todo los estragos del río. Cuando esos diques revientan en alguna parte débil, por allí se precipitan inmensos torrentes que destruyen labranzas, habitaciones, reba- ños, por valor de muchos millones de pesos, en un solo día. Á pesar de ese peligro y del que resulta de la formación de grandes pantanos que, al secarse, producen miasmas venenosos, el hombre se ha esta- blecido allí, la civilización se ha desarrollado, y la riqueza y la comodidad general se aumentan todos los días. La demora producida por la cuarentena nos quitó la mayor parte del día, y la noche nos sorprendió á una distancia todavía considerable de Nueva Orleáns, pri- vándonos de la vista de esas orillas encantadas, en las que hubiéramos querido sorprender el destino de los pueblos de nuestro bajo Magdalena, dueños de tantas ventajas, pero expuestos asimismo á los incon- venientes de la vecindad del río. La oscuridad cayó en los campos del rededor, y ya sólo pudimos ver, al tra- NUEVA ORLEÁNS 375 vés de las tinieblas, las luces que de trecho en trecho anunciaban los hogares diseminados. Muy temprano, sí, antes de las cinco de la mañana, estábamos ya sobre la cubierta del vapor, y el espec- táculo que se presentó á nuestra vista es uno de aque- llos que nunca podrá borrarse de la memoria. NUEVA ORLEÁNS El vapor continuaba subiendo lentamente por la mitad del río, que aquí tiene de 600 á 1,000 metros de anchura. Á nuestra izquierda se levantaban los enormes edificios y las altas armazones de astilleros de construcción de buques, y de las vastas estaciones de varios ferrocarriles que comunican la ciudad con los demás Estados del golfo de Méjico y con los de la ribera occidental del Mississippi, sobre el barrio ó su- burbio de Argel. Á nuestra derecha se extendía en primer término una hilera interminable de vapores y buques de vela, arrimados á los muelles ; en segundo término las copas de grandes árboles, y en medio de ellos la linea blanquecina de luces eléctricas, prolon- gada quizás por más de dos leguas á la orilla del rió; en tercer término, edificios colosales de cinco, seis y ocho pisos, y á nuestro frente la espléndida curva de la ciudad, encima de la cual surgían iluminadas por los primeros rayos de un sol de primavera las altas cúpulas de sus iglesias. Vapores grandes y pequeños, buques de vela arrastrados por poderosos remolcado- 376 LA VISITA DE LA ADUANA res, botes y lanchas de todos tamaños subían, baja- ban ó atravesaban el rio en diversas direcciones. El pito de los vapores y el de las locomotoras de nume- rosas lineas de ferrocarriles resonaban por todos los ámbitos; los muelles se veían cuajados de millares de pacas de algodón, barriles de azúcar, tercios de taba- co y sacos de trigo en pilas interminables ; la chusma de marineros y mozos de cordel, carretas, carros y coches se agitaba confusa por todas partes ; la anima- ción y el movimiento de una gran ciudad comercial se presentaba á nuestros ojos deslumhrados, inicián- donos á los grandes espectáculos que ese gran país había de presentarnos en la peregrinación que em- prendíamos. Al arrimar á un gran muelle de madera extendido á lo largo de la orilla, subieron al vapor dos emplea- dos del Resguardo y notificaron á los pasajeros la pro- hibición de bajar á tierra mientras no pasase la visita de la Aduana ; en consecuencia, los equipajes fueron sacados á la cubierta y puestos en orden para exami- narlos. A todos los pasajeros se les había repartido desde el día anterior una hoja impresa, para declarar en ella los artículos sujetos al pago de derechos que trajesen consigo. Entre estos artículos figuraban los cigarros, de los que llevaba yo una buena provisión, que hube de declarar. Al llegar mi turno, el empleado de la Aduana abrió los baúles, tomó dos cajitas de cigarros habanos que iban entre la partida, me dijo que escogiera de los demás el paquete que quisiera, y me los entregó, recogiendo los restantes en un saco para llevarlos á hacer evaluar y aforar en la Aduana. LA LOCALIDAD DE NUEVA ORLEÁNS 377 No tuve tiempo para ir á recobrarlos pagando los derechos, que por otra parte son excesivos, y los per- dí. Advierto, para conocimiento de mis compatriotas, que sólo la ropa, el calzado y los objetos de uso dia- rio están libres de derechos en la Unión Americana. Todo lo demás — con excepción de un reloj por perso- na— y todos esos encargos de que suelen llenarlo á uno los amigos no conocedores de esas prácticas, está sujeto al pago de derechos de no poca consideración. Bajamos del vapor al muelle, tomamos allí un co- che, y llevando en un carro nuestros baúles, nos diri- gimos al hotel San Carlos, uno de los mejores y más antiguos de la ciudad. Inmediatamente después de almorzar, todos los colombianos, reunidos en cuatro coches, nos dirigimos, provistos de guías y de un práctico ó cicerone, á visitar la ciudad. El terreno en que está situada es un istmo de dos á tres leguas de anchura, entre el río Mississippi, al occidente y el lago Pontchartrain, al oriente. A una milla de distancia del río, un caño semejante al que corre por el frente de Barranquilla, formado por los derrames del Mississippi, arriba de la ciudad, y cono- cido con el nombre de Bayou Saint John, forma un canal navegable por pequeñas embarcaciones hasta el lago Pontchartrain, y el golfo de Méjico. Así Nueva Orleáns tiene dos medios de comunicarse con el mar : el uno por las bocas del Mississippi, en grandes buques ; el otro por el lago, en buques costaneros de menor capacidad. Entre Nueva Orleáns y el lago Pontchartrain hay, además, cuatro líneas de ferro- carril, una de las cuales recorre primero toda la orilla 378 EL PLANO DE LA CIUDAD del río y se dirige al lago por la parte baja de la ciu- dad, y otra, desde la parte alta, penetra al centro y de alli se dirige al mismo lago. Aparte de estos ferro- carriles, hay dos ó tres carreteras muy bien conserva- das. Resulta de aquí que Nueva Orleáns se extiende primero á lo largo del Mississippi, en más de dos leguas ; sobre el lago Pontchartrain, en cuyas orillas tiene residencias de placer y de negocios, parques, teatros, hoteles y restaurantes, — y á todo lo largo de los caminos entre el río y el lago. El área de la ciu- dades es, pues, inmensa. El Distrito tiene cerca de 200 millas cuadradas de superficie ; pero la parte po- blada verdaderamente cubre una 18 millas, ó sea dos leguas cuadradas, con una población que probable- mente no exede hoy de 250,000 habitantes. La parte más alta de su plano está en la orilla misma del rio : de aquí bajan todos los desagües de la ciudad hacia el caño Saint John, ó directamente hasta el lago, el cual está al nivel del mar. En consecuen- cia, Nueva Orleáns está rodeada de lagunas, pantanos, caños, manglares y juncales espesos, inhabitables é insalubres. Esto explica la frecuencia con que la fie- bre amarilla azota la población y detiene el progreso de ella. Las invasiones de esta epidemia se suceden en períodos de dos á tres años, y en alguna ocasión destruyó una de ellas, en pocos meses, la décima parte de población (11,000 muertos cuando no llegaba á 120,000 habitantes), principal y casi exclusivamente los procedentes de otros lugares. Los nacidos en la ciudad están, comparativamente, exentos de ese peligro. VEXTAJAS DE SU SITUACIÓN 379 Aparte de este lado oscuro, — pero que será ven- cido á medida que en la lucha con la naturaleza el hombre logre prevenir las inundaciones, dar salida á las aguas estancadas y sanear el clima, — todo lo demás concurre á hacer de esa ciudad uno de los lugares privilegiados del globo. Como sitio comercial, al pie de un valle de 140,000 leguas cuadradas de superficie, que dentro de cincuenta años estará po- blado por más de 120 millones de habitantes, ninguna otra ciudad puede comparársele. Su temperatura me- dia de 20* centígrados, sus inviernos tan dulces, durante los cuales el naranjo y el magnolia conservan toda la magnificencia de su follaje, y en donde la nieve es desconocida, constituyen un atractivo á que muy pocos lugares del globo pueden aspirar. La fer- tilidad de sus tierras, formadas con el detritus de las montañas, laderas y desagües del gran valle, todos los años fecundadas con las inundaciones del rio, puede producir todos los frutos de la tierra. El rio, el lago, el mar y las lagunas inmediatas le dan variedad de caza y pesca ; de suerte que la mesa en sus hoteles y restaurantes es una de las más abun- dantes y suntuosas que pueden verse ; las tierras bal- días inmediatas á la ciudad y comunicadas con ella por ima red multiplicada de ferrocarriles, caños nave- gables y el rio, hacen comparativamente fácil la adquisición de propiedad territorial, y son un ele- mento de independencia y dignidad para sus pobla- dores. Sin embargo, todas estas fuentes de prosperi- dad han sido combatidas por la fiebre amarilla. Nueva Orleáns fué fundada en 1718; tiene, por 380 PROGRESO DE LA POBLACIÓN consiguiente, ciento setenta y un años de antigüedad, y en este largo período sólo ha reunido 242,000 habi- tantes. Entre tanto otras ciudades americanas, en condiciones generales menos favorables, muestran un crecimiento mucho más rápido. Washington, fundada en 1800, tiene hoy más de 220,000. Cincinati, tenia 400 habitantes en 1800 y pasa de 300,000. San Luis de Missouri 1,680 en 1810, y hoy de 450,000. Chicago cuenta apenas cincuenta y dos años de existencia, y la pueblan ya 750,000. (1) No ha sido lento, con todo, el progreso de aquélla desde que, en 1803, pasó del poder de los franceses á hacer parte de la federación americana el territorio de Orleáns, como entonces era llamada esa colonia. La ciudad tenia 10,000 habitantes apenas. En ochenta y cinco años ha duplicado su población cuatro veces y media : es decir, es hoy veinticinco veces más poblada que entonces. Bogotá tenía cerca de 20,000 al principiar este siglo, y sólo ha duplicado algo más de dos veces ; pero j que diferencia de situa- ción y de historia ! Bogotá dista del mar 220 leguas, v sobre el nivel de éste tiene 2,615 metros de altura (según Reiss y Stübel). La navegación por vapor ha poblado á Nueva Orleáns, y ese agente de progreso data sólo de 1817. La población de Nueva Orleáns es muy mezclada. (l) El censo (le 1890 lo da 1.099,000. LAS RAZAS DE LOS POBLADORES 381 La francesa ó de origen francés es numerosa ; también lo es la originaria de los Estados del Sur inmediatos á Luisiana, sobre todo de la parte media del valle, de Kentucky, Alabama, Mississippi, Missouri y Tennes- see; los negros, mulatos y zambos forman una tercera parte del total; hay una pequeña parte de españoles procedentes de Cuba ó descendientes de los antiguos funcionarios del tiempo en que esa colonia perteneció á España, y el resto se compone de crioUoSy ó sea descendientes de las familias antiguas de la colonia francesa, ya americanizados. Se suele ver en los mercados escasísimos restos de los aborígenes, y alguna gente blanca cuyos rasgos fisonómicos tienen extraña semejanza con los de los indios : caras largas, pómulos salientes, cráneos de forma cónica y ojos espantados. Se dice que son descendientes de la po- blación francesa de Nueva Escocia, deportados á Luisiana entre 1763 y 1768, cuando los ingleses se apoderaron de la provincia junto con las demás pose- siones francesas del Canadá. Como la raza francesa tuvo siempre menos repugnancia que la inglesa á mezclarse con la indígena, entre las familias criollas se nota la huella de la sangre americana primitiva. Fisonomías finas y amables, color ligeramente aceitunado, ojos y pelo negros, labios gruesos y for- mas redondas, más expresivas de sensualidad que de fuerza. El caserío tiene el mismo carácter desigual. Las familias antiguas ocupan en lo general casas de uno 6 dos pisos solamente, provistas de patios, jardines y fuentes ; todavía se encuentran casas bajas con gran 382 EXTENSIÓN DEL CASERÍO patio central, anchos zaguanes, enormes ventanas y espaciosos corredores que recuerdan el gusto español ; las habitaciones de las gentes de color se reducen á casitas pequeñas de madera en que vive una sola fa- milia en lo general, pero casi siempre provistas de un corral grande ó pequeño. La parte nueva de la ciudad, hacia el extremo norte, tiene aspecto entera- mente europeo : casas de cuatro y cinco pisos, alinea- das en calles anchas, frecuentemente recorridas por tranvías tirados por muías colosales. Lo que á este respecto llama al primer golpe de vista la atención del hispanoamericano, es el gran número de edificios notables pertenecientes á esta- blecimientos públicos. Los bancos, las compañías de seguros, las de navegación, las de ferrocarriles y te- légrafos, los clubs y las multiplicadas asociaciones de todo género, están provistas de edificios enormes de piedra ó de ladrillo. Los almacenes de depósito, cercanos á los muelles, las fábricas en que se prensa el algodón, los establecimientos de empaque de mer- cancías, los elevadores de granos, las lonjas diversas destinadas á cada especie de mercancías de exporta- ción ó importación, forman una masa de edificios, que, unidos á las casas de habitación, ensanchan enormemente la extensión de las ciudades. Si á esto se agrega la multitud de teatros, casas de conciertos, hoteles, restaurantes, hospitales, casas de asilo, cole- gios, escuelas colosales, oficinas públicas, se compren- derá desde luego que una de las faces de la civiliza ción es la asociación mucho más estrecha entre los hombres. LOS EDIFICIOS PÚBLICOS 383 El segundo ó tercer día de nuestra residencia en Nueva Orléáns nos llamó la atención una música que recorría la calle y el paso cadencioso de una gran procesión ; habiéndonos asomado á la ventana, vimos un desfile de más de ochocientas ó mil personas, toda gente de color, decoradas con insignias masónicas, que conducían estandartes, carros simbólicos y ban- deras con motes extraños. Se nos informó que, en efecto, era una procesión de masones, y con este mo- tivo pudimos saber que pasaba de ochenta el número de logias masónicas de la ciudad, y su personal de decenas de miles. Pudimos ver en una de las guías de la ciudad el nombre y la localidad de los edificios de reunión de todas ellas, que se nos aseguró esta- ban en actividad. Investigando más este asunto de sociabilidad ge- neral, recibimos informes de que, entre muchas otras, había en la ciudad las siguientes asociaciones : La Cámara de Comercio. La Lonja de algodones. La Lonja de rematadores ó venduteros. La Bolsa de papeles de crédito {Stock Exchangé). La Bolsa de productos en general {Produce Ex- chaixgé). La Bolsa de mecánicos, negociantes de madera, y tratantes. La Bolsa y Sociedad de los mecánicos. La Bolsa Mejicana, Centro y Sur-Americana. . La Bolsa de frutas. La Bolsa de azúcares de Luisiana. 22 Bancos. 384 LAS IGLESIAS 29 Sociedades de templanza, varias de ellas orga- nizadas en forma masónica. Más de 100 sociedades de benevolencia, fraternidad y socorros mutuos (aparte de las logias masónicas, que tienen éstos también como objetos principales). No pude saber el número de compañías de segu- ros, pero había varias. Este es, sin embargo, un ramo de especulación que pertenece, principalmente en los Estados Unidos, á las ciudades de Hartford (en Con« necticut), Boston y Nueva York, las cuales tienen agencias en todos los lugares importantes. Las iglesias son muy numerosas y las religiones á que pertenecen muy variadas. Hay 52 de la religión de los Bautistas. 35 de los Metodistas. 34 de los Católicos. 14 de los Luteranos y Congregacionalistas. 13 de los Presbiterianos. 13 de los Anglicanos Episcopales. 1 Griega, 1 Unitaria, 5 Judias. Total, 168 iglesias; es decir, una iglesia para cada 1,500 habitantes. Además, 27 conventos, que supongo son católicos todos, consagrados á la educación ó á obras de cari- dad, como los de San Vicente de Paul, etc. ; y 30 instituciones y asociaciones laicas de caridad y ense- ñanza. Entre los conventos, el más notable por las propor- ciones de su edificio, número de profesas, antigüedad y rentas, es el de las Ursulinas, á la orilla misma del Mississippi. LOS CEMENTERIOS 385 Es la ciudad en que he visto más cementerios. Hay 35, situados en lo general en los caminos que condu- cen al l^igo Pontchartrain : todos muy aseados, muy bien conservados y con no pocas tumbas elegantes, sombreadas por grandes árboles. La humedad del piso no permite inhumar los cadáveres en el suelo, sino en bóvedas de cal y canto superpuestas en cua- tro y aun ocho órdenes de filas. Para ir á los parques y lugares de recreo de la orilla del lago, se pasa al lado de cuatro ó seis cementerios, por cualquiera de las vías. Á veces se juzgaría que hay más habitaciones para los muertos que para los vivos ; y poseído uno de esta idea, pudiera esperar el encuentro de los muertos en las mesas alegres y bulliciosas de los res- taurantes. Muchas ciudades americanas tienen sobrenombres alusivos al rasgo caracterísco que predomina en ellas. Nueva York se llama la Ciudad imperial; Filadelfia, la Ciudad cuáquera ó la Ciudad del amor fraternal ; Pittsburgo, la Ciudad de hierro ó la Ciudad de los hur- m^os ; Nueva Orleáns es Crescent-Cüy ó la Ciudad de la Media Lunay pero más bien debiera ser llamada la Necrópolis del Mississippi^ si no fuese porque la dis- tinguen tanta juventud y alegría. En efecto, en pocas ciudades americanas se ve igual abundancia de espec- táculos y sitios de placer. Jockey Club, provisto de un gran circo para las carreras de caballos, muy bien conservado ; cafés-conciertos ; patios espaciosos para el tiro de pistola y de carabina ; billares ; pequeños tea- tros de juglares; salones para bailes públicos; vapores y lanchas en el río, el lago y las lagunas, exclusiva- 22 386 LAS FIESTAS Y LUGARES DE PLACER mente destinados á excursiones de placer; todo eso da idea de que la alegría francesa ha conservado allí las tradiciones de su raza. Se dice que la celebración de Nochebuena, de las Pascuas, del Año nuevo, etc., es allí espléndida, acompañada de procesiones, disfraces, bailes públicos y ceremonias singulares, en que toma parte toda la población. Los meses de invierno atraen allí gran número de viajeros y familias de los Estados del Norte, en busca de clima dulce para los pulmones delicados de los habitadores de las regiones frías, en donde la tisis no es menos amenazadora que la fiebre amarilla en la vecindad del Ecuador. Y como puede comprenderse, esa es la ocasión de bailes, paseos, con- ciertos, comidas y diversiones numerosas y variadas. Nueva Orleáns tiene reputación de ser la ciudad más alegre de los Estados Unidos. Ocupa una área inmensa, como sucede con todas las ciudades norteamericanas modernas ; pero los me- dios de locomoción interior son muy abundantes. Me parece que hay sesenta leguas de tranvías en sus ca- lles y alrededores, varias lineas de ómnibus, gran nú- mero de coches de alquiler, y en el río y sus caños, circula gran número de botes. Los hoteles, restaurantes y casas de posada, algunos de los primeros fastuosos, de aspecto monumental y excelente servicio, como sólo se ve en los hoteles ame- ricanos, son muy numerosos. Las piezas de habitación en el San Carlos eran grandes, claras, bien ventiladas; provistas de baño de tina y de regadera, con agua fría y caliente á discreción ; luz eléctrica conducida por alambres cuya colocación podía cambiarse á voluntad, LOS HOTELES 387 encerrada en unas peras de vidrio de color ligeramente opaco y provistas de una Uavecilla que, dando vuelta hacia un lado, encendía la luz, y hacia el opuesto, la apagaba ; campanillas eléctricas para llamar á los cria- dos ; camas amplias y cómodas, acompañadas de mos- quiteros contra al zancudo, abundante ya durante la noche. Los comedores, con capacidad para más de cuatrocientas personas, bien ventilados y con mucha luz, muy bien servidos por sirvientes aseados y aten- tos, con ima abundancia que se echa de menos en pre- sencia de la parsimonia de los hoteles europeos. Según he oído, sólo los hoteles suizos pueden competir con los americanos ; pero éstos son superiores á todos los que vi en Inglaterra, Francia y España. Dicen las guías de Nueva Orleáns que en ésta hay el increíble número de diez mil hoteles, y boardings ó casas de posada, y más de mil restaurantes. El valor de la asistencia oscila entre $ 2y $b por persona y por día sin incluir el lavado de la ropa, ni los vi- nos y licores, que son extras por los cuales se paga un precio adicional. A las veces, cuando es grande el número de pasajeros, es también necesario gratificar á los criados para obtener servicio pronto y de buena voluntad. Generalmente éstos son personas de color, en quienes suele notarse la impertinencia común en las razas mixtas en el trato con forasteros ; pero cede fácilmente á la administración de un pour-boire de veinticinco centavos. Más de una cuarta parte de la población de la ciu- dad es de origen africano, pobre en lo general y mu- cho menos activa é industriosa que la americana. Se 38S EL CONSUMO DE PLÁTANOS puede, pues, comprender que la edificación ofrece, aunque no en igual grado, el mismo contraste que en nuestras ciudades del Atlántico y del Cauca, de casas espléndidas á estilo europeo, y casuchos de bahareque y paja. La escasez de piedra en todo el valle inferior del Mississippi explica el mal piso de las calles en lo general y alguna falta de aseo en ellas. Uno de los aspectos notables de ésta, como de to- das las ciudades americanas, es la abundancia de tien- das y almacenes de comestibles, vegetales y animales, por todas las calles, aparte de los mercados, que en Nueva Orleáns son numerosos y bien provistos. Estas tiendas y almacenes, llamados en inglés groceries (ó abacería), están atestados de hortalizas, raices y frutas frescas, granos, carnes y pescados preparados, quesos, mantequilla, vinos y licores, y otros comesti- bles en abundancia tal, que bastaría su vista para quitar el apetito al más ambriento. Detalle que llamó nuestra atención : en todos ellos figuran en lugar pro- minente grandes racimos maduros de plátanos, de esas variedades que aquí conocemos con los nombres de bananos y norteños : los primeros largos, más del- gados que el hartón^ de carne blanca y como platea- da ; más pequeños los otros y más delgados que el guineo ; quizás también de esa variedad de forma pi- ramidal y color rosado que llamamos pacíficos. No vi hartones, ni guineos cambures, dominicos, manzanos, bocadillos, ni de miniatura. El consumo de plátanos en los Estados Unidos vale algunos millones de pesos al año; lo comen cru- dos exclusivamente, como fruta de postre; y desde la EL DE NARANJAS 389 más pequeña y más remota aldea situada cerca de un ferrocarril, hasta las ciudades más populosas, se les encuentra en grandes cantidades, como articulo de primera necesidad, tan necesario como el pan. Pro- ceden de la isla de Cuba, Jamaica, las Bermudas, Mé- jico, Honduras, Costa Rica, Colombia y Venezuela; y el día que en buques frigoríficos ó con algún empaque especial se pueda llevar los manzanos, los de miniar tura, los guineoSf y los hartones verdes, pintones ó maduros, para comerlos cocidos, asados ó fritos en diversas preparaciones, los países tropicales podrán enviar á ese mercado decenas de millones de cargas. El plátano es mejor alimento que la papa, y para los niños, preparado en forma líquida, es el mejor reem- plazo al pecho de la madre. Durante los meses del estío el plátano satisface esa necesidad de un alimento que desarrolle menos calor en el cuerpo humano, y es el compañero natural del café. En Luisiana han logrado producir dos variedades : las que llamamos resplandor y norteña, que son de las menos estimadas entre nosotros. Sin embargo, la planta no resiste á los inviernos fuertes : es decir, cuan- do la temperatura baja á 8** ó 6** centígrados por varios días seguidos, aun sin llegará 0. Así, todavía no pue- de considerarse como im hecho consumado la aclima- tación del plátano en esa región. La naranja es otra de las producciones de la zona tórrida, ya aclimatada en la templada, que el Estado de Luisiana produce en abundancia y consume en can- tidades fabulosas toda la Unión Americana. En un periódico, tal vez el New York Herald, vi calculado 22. 390 LAS INDUSTRIAS DOMINANTES en 600 millones de naranjas el consumo anual de ese país ; estimado á razón de $ 1 el ciento ó un centavo cada una, daría un guarismo de $ 6.000,000. Juzgo que no es exagerado calcular doble número y doble valor, y como no es menor el consumo de plátanos, al mismo precio, subiría la estimación de los dos artícu- los en ese país á cerca de veinte millones de pesos anuales. Véase el valor del producto que nosotros re- putamos insignificante, y del cual Costa Rica sola- mente exportó $ 669,000 en 1887 (1). Las industrias que predominan en Nueva Orleáns, aparte de las grandes negociaciones de algodón, azú- car y madera, que son los tres grandes productos de la agricultura del Estado de Luisiana, son las de comi- sión y de comercio de tránsito de los Estados del alto valle con el Exterior. Una parte no pequeña de las exportaciones de los Estados Unidos, sale por la vía de Nueva Orleáns ; en las importaciones, Nueva York, Boston y Filadelfia son los puertos favorecidos, pues Nueva York toma como los dos tercios de la importa- ción total ; pero con todo, Nueva Orleáns es el segundo puerto de importancia en aquel país. Con excepción de las de refinación de azúcar, carece, propiamente hablando, de fábricas y manufacturas. Situado como está, en la extremidad sur de los Es- tados Unidos, tiene dos ó tres días menos de nave- gación por vapor que Nueva York ó Filadelfia, en el comercio con Méjico, la América Central y la del Sur; (t) Kn 1891 ha principiado la exportación en cantidades nO' tables por el puerto de Santamaría. AFLUENCIA DE AVENTUREROS 391 circunstancia que lo hará preferible para las relacio- nes comerciales de estos países, con el transcurso del tiempo, no sólo por lo que se refiere al comercio de Luisiana, sino al de los valles altos del Misslssippi y del Missouri, para los cuales la vía fluvial será, aunque algo más dilatada, más económica que la de los ferro- carriles á Nueva York, Boston y Filadel fia. Los comer- ciantes de nuestra Costa Atlántica debieran procu- rarse relaciones en Nueva Orleáns, en donde tal vez pudieran encontrar harinas, manteca, petróleo y otros artículos á mejores precios que en Nueva York, y quizás también mejor mercado para el café, los palos de tinte y los cueros de este país. La introducción de plátanos, naranjas, pinas, mangos, cocos y otras frutas de nues- tra costa á los grandes mercados de Denver, Kansas, San Luis de Missouri, Cincinnati, Pittsburgo y aun Chicago, es más fácil por la vía de Nueva Orleáns, adonde los fletes pudieran ser menores y de donde vendrían con menos recargos los productos agrícolas del Oeste y las manufacturas de sus grandes ciudades. Nueva Orleáns tiene un rasgo especial en materia de relaciones políticas con los países de la América española. A ella afluyen muchos aventureros de toda la Unión, y ha sido en este siglo el punto de partida de expediciones sobre las colonias españolas de las Antillas y las repúblicas de Centro-América. De allí partió el general español Mina, en su célebre expedi- ción para emancipar á Méjico, en 1817. Entre esos expedicionarios iban el general Sarda, — más tarde establecido en este país, y autor del conato de rebe- 392 WAI.KER Y SUS PROYECTOS lión del 23 de julio de 1833, durante la administración del general Santander, — y el señor Santiago Brush, — después muy pacifico y respetable comerciante y agricultor de esta ciudad, abuelo de los distinguidos jóvenes Samper Brush. También se organizó allí la expedición filibustera de Wálker en 1855, que, con el concurso de algunos traidores nicaragüenses, estuvo á pique de convertir en colonia norteamericana á Ni- caragua, y tal vez á toda la América Central, a no ser por la oportuna y decisiva participación de Costa Rica, presidida entonces por don Juan Rafael Mora. Al ejér- cito costarricense, mandado por el general Cañas, cupo la parte principal en la derrota de esos nuevos buca- neros del siglo XIX. Es un hecho lamentable en la liistoria de las vicisitudes de estos países nuevos, que luchan por constituirse, el que tanto Mora como Ca- ñas — cuyos servicios en esa contienda hubieran de- bido merecerles una consideración especial — fueran fusilados después en una lucha doméstica. Eran dig- nos de mejor suerte. Volviendo á Wálker, este aventurero atrevido, — que en un principio recibió auxilios decididos de ban- queros de Nueva Orleáns y aun de la Compañía de Vapores de tránsito para California al través de Nica- ragua, cuyo principal propietario era el comodoro Vanderbilt, fundador de la dinastía de acaudalados capitalistas de este nombre, — se atrajo la enemistad de su protector, por haber confiscado sus vapores ; enemistad que le fué fatal, porque dio á los nicara- güenses el auxilio de otros americanos, armados por influencia de Vanderbilt, para combatirlo. Como se orígenes de la población 393 sabe, Wáiker fué al fin hecho prisionero y fusilado en Honduras, en 1860, en el curso de una cuarta ó quinta tentativa de fundar la dominación norteamericana en Centro América. De Nueva Orleáns, en fin, partieron algunas expediciones destinadas á emancipar á Cuba de la dominación española en 1850, 1851 y 1868 á 1872, entre ellas la que encabezó el célebre y desgraciado general Narciso López, venezolano de nacimiento, pero establecido posteriormente en Cuba, quien sufrió la pena de garrote en la Habana en septiembre de 1851 , si no estoy engañado. No es imposible que esa ciudad esté llamada toda- vía á desempeñar un papel importante en la serie de infortunios que puede tenemos reservados el porve- nir, y bastaría esa consideración para que las Repú- blicas Centroamericanas y Colombia tuviesen en Nueva Orleáns una respetable representación consular, de que hoy carecen. La historia de esta ciudad es corta, pero agitada y no poco novelesca. Fundada en 1718 por atrevidos aventureros franceses, que desde los grandes lagos del Norte habían bajado á todo lo largo del Mississippi, pronto se encontraron, como los primeros romanos, escasos de mujeres, y tuvieron que buscar por espo- sas á las indias que les dieron abrigo y les ayudaron a sobrellevar las durezas de la vida. El duque de Or- leáns, regente entonces en Francia, les envió luego, como una gran merced, algunas partidas de las hijas de las calles de París, sacadas de la casa de correc- ción de la Salpetriére, que fueron dadas en recom- 394 LA CAJA DE JOYAS Y LA SALPETRlfeRE pensa á los soldados y oficiales de la guarnición. Me- jor aconsejado luego, hizo que del Canadá enviasen algunas muchachas pobres, pero honestas, que fueron enajenadas al mejor postor para esposas de los colo- nos ricos, en cuya almoneda indudablemente llegaron á precios elevados. Esta remesa de mejor ley, fué llamada de la Caja de joyas. La población criolla de Nueva Orleáns tenía, pues, su origen maternal en nobles indias, en la casa de corrección de la Salpe- triére y en la Caja de joyas, y de ahí nació la primera clasificación de las variedades de la raza. Tampoco faltaron madres negras, elevadas á la condición de mujeres legítimas ; pero en esos tiempos y en esa primera desgraciada condición de la colonia no podía repararse tanto en la genealogía cuanto en el servicio positivo que esas caseras debían prestar en medio de la soledad, la escasez y las enfermedades. Las más útiles debían ser las más nobles. También es este el origen de todas las poblaciones de la América tropi- cal, en donde por la ley providencial de la necesidad y la influencia fisiológica de la aclimatación secular, la raza europea sólo puede propagarse y multiplicarse por injerto en tronco indígena ó africano, únicos que pueden resistir el calor continuado de las zonas ecuatoriales y las influencias palúdicas de las costas y de los valles de los grandes ríos. Poco progresó como colonia francesa, á pesar de haber sido ella uno de los espejismos que Law, el fa- moso banquero y agiotista escocés, hizo brillar en la imaginación del pueblo francés durante su corta pero asombrosa prosperidad, y en 1763 fué cedida á los es- LA INVASIÓN INGLESA ÉN 1814 395 pañoles, quienes no tomaron posesión hasta 1766. Tampoco tuvo desarrollo notable bajo la dominación de éstos, hasta 1802, cuando, por el tratado de San Ildefonso, fué devuelta á los franceses, y en el mismo año vendida á los americanos, junto con el territorio de Luisiana, por el emperador Napoleón, por un pre- cio de $ 10.000,000. Era entonces Nueva Orleáns una ciudad de 10,000 habitantes, y su incorporación en un pais libre fué la señal de la realización de sus altos destinos. Sus peripecias anteriores se reducían á os- curas luchas con las tribus indígenas del rededor ; á insurrecciones de los esclavos, fácilmente sofocadas y castigadas con desapiadada crueldad; inundaciones, pestes é incendios frecuentes ; pero luego se ensan- charon los horizontes de su vida política é industrial y llegó á ser teatro de acontecimientos resonantes. Fué el primero de ellos la gran victoria ganada contra los ingleses por el general Andrés Jackson, en ios días 23 y 28 de diciembre de 1814 y 8 de enero de 1815, en las afueras de la ciudad. Las pretensiones orgullosas de Napoleón I, de someter todo el conti- nente europeo á su dominación altanera, resistidas principalmente por Inglaterra, arrastraron el hemis- ferio occidental á una guerra á que los Estados Unidos no pudieron sustraerse. Por los decretos imperiales sobre bloqueo continental. Napoleón pretendía cerrai los puertos ingleses al comercio del mundo, é igual cosa pretendían los ingleses contra los puertos de Francia. Las victorias navales de Aboukir y Trafalgar habían dado á aquéllos el imperio de los mares, pre- valiéndose del cual pretendieron someter la marinada 396 EL GENERAL JACKSOX todas las naciones á un derecho de visita, para perse- guir en todas partes las mercancías francesas, y re- clutar los marineros que por algún titulo pudiesen ser considerados de origen inglés. No pudieron soportar esa arrogancia los americanos, y preíii'ieronlaguerra^ á pesar de que su población total no pasaba de ocho millones, ni la de sus Estados del Sur, los más ex- puestos, de dos, ni sus rentas de $ 12 ó $ 15.000,000, y de que su marina de guerra era poco menos que in- significante. Inglaterra, país antiguo, bien organizado,, cuya población subía á 18 millones, hizo un poderoso esfuerzo, — sostenido como estaba en Europa por to- das las potencias continentales ; dueño, como se re- putaba, de los mares, — envió sobre los Estados Uni- dos dos grandes ejércitos, de 16 á 20,000 hombres cada uno, con la intención evidente de recobrar alli^ si no el todo, gran parte de sus antiguas posesiones, principalmente en el Sur, en donde España, su aliada,, conservaba para ella una base de operaciones en la colonia y puertos de la Florida, en la isla de Cuba y aun en los puertos de Méjico. Contra Nueva Orleáns, fué pues, dirigido un ejército de 15,000 hombres, á órdenes del general Pakenham. Jackson sólo tenía el primer día del conflicto, según dicen las versiones americanas, poco más de 2,000, que con refuerzos llegados en los siguientes, subieron el 8 de enero, día de la batalla decisiva, á 4,500, com- puestos de algo más de 1,000 veteranos, y el resto de milicianos de los Estados vecinos de Kentucky, Mi- ssissippi , Luisiana y Tennessee ; entre ellos un batallón de voluntarios de raza africana, y aunque pueda pa- LA BATALLA DEL 8 DE ExVERO 397 recer extraño, una compañía de filibusteros, encar- gada de manejar doce piezas de artillería. En lugar de encerrarse dentro de los edificios de la ciudad, el Jefe americano, carácter de acero, como lo mostré siempre en todas las luchas militares, políticas y di- plomáticas de su larga y azarosa carrera, sacó sus fuerzas á campo raso, á una posición defendida en uno de sus flancos por el rio Mississippi y por baterías de artillería colocadas en la orilla opuesta; en el otro por una laguna y pantanos invadeables, y por el frente por una zanja de una milla de extensión, reforzada por un parapeto de tierra y de tablas de veinte pies de espesor y cinco de altura. Después de varias esca- ramuzas y ataques nocturnos incesantes, con que mantuvo en jaque sin dar un momento de descanso á la fuerza enemiga, ésta se acercó el 8 de enero á ata- car los atrincheramientos americanos, sin esperar el resultado de una columna que había enviado á la orilla opuesta á despejar las baterías que incomodaban su ala izqxiierda, y enfilaban su línea de ataque. Los americanos hicieron una resistencia inconmovible : animados por la absoluta confianza de su Jefe, bien colocados para dirigir fuegos certeros contra las co- lumnas asaltantes, éstas fueron rechazadas, una tras de otra, con ima pérdida horrorosa, que se hace subir hasta 3,000 hombres entre muertos v heridos. En el campo solamente fueron encontrados más de 1,500, contándose entre los primeros los generales Pake- nham y Gibbs. Poco después de la batalla la columna inglesa en- viada sobre la orilla derecha del río, que porcircuns-. 23 398 LA VICTORIA tandas imprevistas se había atrasado en su marcha, puso en fuga á los americanos que defendían las ba- terías, se apoderó de los cañones, y hubiera podido, repasando el rio, ocupar la ciudad, atacar por la es- palda las posiciones de Jackson y dar á la batalla un resultado distinto. No esperó esa posibilidad la impaciencia del Jefe inglés, quien, atacando las posiciones principales sin tener noticia de las operaciones del otro lado, pagó su intrepidez temeraria con la derrota y con la vida. Como puede concebirse, esa victoria, — obtenida sobre tropas acostumbradas á combatir y vencer en los conflictos europeos, por milicianos indisciplinados inferiores en número, — llenó de orgullo á ese pueblo nuevo y repercutió por todos los ámbitos del territorio con ecos de alegría y entusiasmo. Para ellos, como para los griegos de Maratón y de Platea, la batallado Nueva Orleáns es y será uno de los más grandes re- cuerdos históricos de su infancia nacional y un prece- dente de alta responsabilidad en el futuro de su vida. El campo de esa victoria es uno de los lugares santos en Nueva Orleáns, á donde el pasajero es conducido in- mediatamente. Allí se conservan, medio derruida por el tiempo, la casa que sirvió de cuartel general alJefe del Ejército inglés antes de la batalla, la vigía desde donde Jackson dirigió las operaciones del suyo, los árboles debajo de los cuales cayó muerto el Jefe in- glés, y aun parte de la zanja y parapeto que dio abrigo á los tiradores americanos. Algo del campo está ocupado por un « cementerio federal », lugar en que el pueblo americano dio piadosa sepultura á los muertos NUEVA ORLEÁNS SECESIONISTA 399 en esa batalla, con separación de amigos y enemigos, y en donde, además, están los de otros defensores de la Unión, muertos en la guerra civil de 1861 á 1865. El resto del terreno está sembrado de hortalizas y naranjos, realización visible de esa cadena eterna en que la muerte se transforma otra vez en la vida. La otra peripecia notable de esta ciudad es su cap tura por el comodoro Farragut el 25 de abril de 1862, durante la guerra de secesión. El estado de Luisiana, con todos los demás del Sur de la Unión en que existía la institución de la escla vitud, entró en el pacto de separación de los Estados- Unidos proclamado en el Congreso de Montgomery, para constituirse en la nueva nacionalidad de los « Estados Confederados ». Naturalmente el teatro adonde primero tenían que dirigirse las operaciones militares de los defensores de la Unión era el río Mis- si ssippí. — sobre el cual estaban situados quince Esta- dos, entre ellos diez de los secesionistas, — y su primer lugar Nueva Orleáns, accesible por las bocas del río. Dominada éste por la Unión, Tejas, Arkansasy Mis- souri en la orilla derecha, quedaban, si no en poder de los federales, casi imposibilitados para mantener una acción común con sus compañeros. Nueva Orleáns fué, pues, objeto de una poderosa expedición naval — á órdenes del comodoro Farragut, la escuadra, y del general Butler las fuerzas de desembarco, — á principios de 1862. El desembarco de ésta sobre el lago Ponchartrain era difícil, bien por carencia de buenos puertos, ora por falta de fondo para dar acceso á buques de gue- 400 EL ALMIRANTE FAHRAGUT rra de gran porte ; para el ataque se escogió, en con- secuencia, el cañón mismo del río. Forzado el paso de la barra, operación larga y difícil, la escuadra del Norte tenia que avanzar por en medio de dos podero- sas fortalezas armadas con 126 cañones de grueso calibre, situadas 25 millas arriba, en uno y otro lado del rio, vencer una obstrucción de botes sumergidos y cadenas de hierro extendidas sobre pilotes de la una á la otra ribera, y batirse luego con una escuadra con- federada, en la cual había varios buques blindados. Sin amedrentarse por estos obstáculos, Farragut — que disputará á Nelson el primer puesto entre los marinos de este siglo — avanzó con 47 buques de madera, la mayor parte lanchas cañoneras, apagó el fuego de los cañones de los fuertes, rompió la trin- chera de cadenas que obstruía el paso del rio, hundió ó capturó la flota confederada y avanzó hasta elpiedt Nueva Orleáns, en donde nadie imaginaba que fues( posible vencer esas enormes defensas. Allí lo espera- ban otras baterías situadas á uno y otro lado del río, que obligó á callar con el fuego de sus cañones y obuses, y fondeando enfrente de la ciudad, exigió su rendición incondicional. Un frenesí semejante al que en otro tiempo se apo- deró de los pobladores de Sagunto y Numancia, sur- gió entre los campeones de la esclavitud. Ya no tenían medios de defensa ; pero querían impedir que la- fuerzas de la Unión encontrasen dentro de los alma cenes de la ciudad algo que pudiese serles útil. Sa- cando de éstos 50 ó 60,000 pacas de algodón, que en esos tiempos podían valer $ 2 ó 3 millones, hicieron LA EMANCIPACIÓN DE LOS NEGROS 401 con ellos una pila inmensa, en breves horas reducida á cenizas ; siguió la destrucción con gran número de vapores y buques de vela, cargados del mismo arti- culo, todos los cuales fueron entregados á las llamas en la mitad de la corriente, como emisarios capaces de dar idea á los invasores, del espíritu que animaba á la población. Inmensos depósitos de azúcar, mela- zas, carnes saladas y otros víveres fueron presa del fuego ó entregados á saco por el pueblo enfurecido. Al siguiente día la ciudad parecía vestida de cilicio, con sus techos cubiertos de ceniza, como dando testi- monio de dolor supremo por la causa vencida. La ciudad se entregó sin resistencia, y un año más tarde los antes esclavos envilecidos eran ciudadanos libres, con voz preponderante en la administración de los negocios públicos. CAPÍTULO XXIV EL ESTADO DE LUISIANA La adquisición de su territorio por los Estados Unidos. — Ex- tensión superficial. — La población. — Comparación enlr.; el Estado de Luisiana y los de Bolívar y Magdalena en Co- lombia. — Distribución del suelo. — Riqueza general. — Consecuencias de la abolición de la esclavitud. — Compa- ración entre Luisiana y otros Estados de la Unión Ameri- cana.— Producciones principales de Luisiana. — Organiza- ción agrícola. — La raza blanca y la africana. El territorio de los Estados Unidos en 1783, al reco- nocer su independencia la Gran Bretaña, era menor que el de la antigua Colombia. Esta tenía poco más ó menos 1.000,000 de millas cuadradas, y los trece Es- tados de la Unión Americana no pasaban de 860,000. Cíon la adquisición de la colonia de Luisiana duplicó la extensión de su área y entró en posesión de uno de los elementos que constituyen la grandeza de primer orden en las nacionalidades. Esta colonia se extendía por el norte desde los grandes lagos hasta las prime- ras vertientes del Missouri , y descendiendo hacia el sur, por la margen derecha ii occidental de este rio y del Mississippi, hasta el golfo de Méjico. Con ella completaron la posesión de todo el valle de este rio, en el que sólo les pertenecía la orilla izquierda, y DIVERSOS DUEÑOS ANTIGUOS DEL TERRITORIO 403 cerraron sus fronteras occidentales, antes abiertas, con los limites arciñnios de los Montes Rocallosos ; es decir, echaron uno de los cimientos indestructibles de su nacionalidad. Fué éste uno de los golpes felices del destino que los americanos supieron aprovechar con decisión y oportunidad. Ese territorio, descubierto por los españoles en 1539 ; empezado á colonizar por los franceses en 1673; cedido á España durante el reinado de Luis XV, consecuencia del « Pacto de familia » entre los Bor- bones, en 1763; devuelto á los franceses durante la privanza de Godoy, bajo Carlos IV, en 1802 : por una jcombinación de circunstancias fortuitas fué ven- dido por Napoleón á los americanos por la suma de S 10.000,000 en 1803. Mientras había pertenecido á España, en los die- ciocho primeros años de la independencia de los Es- tados Unidos, la política liberal y previsora de Car- los III había abierto el Mississippi al comercio de éstos y permitido que algunos comerciantes de Filadelfia estableciesen en Nueva Orleáns casas de comercio para servir el de tránsito con el exterior; pero al pasar á manos francesas esa franquicia fué suprimida. Una oleada de inquietud y de alarma pasó entonces por las poblaciones americanas del Oeste, en donde los tres nuevos Estados de Kentucky, Tennessee y Ohío tenían cerca de 400,000 habitantes, y donde princi- piaban las colonizaciones en lo que son hoy >os pode- rosos Estados de Indiana é Illinois. A pesar de todas las victorias de Francia y del nombre ya prestigioso de Napoleón, el pueblo de los Estados Unidos sentía 404 I.A COMPRA DE I.UISIANA en su interior el presentimiento de su futura grandeza; comprendió que el valle de ese gran río no podía di- vidirse con una potencia europea, sin poner en peligro su integridad y su seguridad interior; y juzgando que una guerra era inevitable para completar su territo- rio, empezó á prepararse para ese conflicto discipli- nando milicias y aumentando su marina de guerra. Tomás JcíTerson, entonces Presidente de los Estados Unidos, uno de los grandes fundadores de la indepen- dencia y del engrandecimiento de ese país, había com prendido la situación desde la primera noticia de la cesión á la Francia, había mantenido sobre este punto una correspondencia incesante con Mr. Lívingston, Ministro americano en París, y en 1803, considerando inevitable la ruptura del tratado de Amiéns, que en 1802 no más había establecido la paz entre Inglaterra y Francia, envió otro Ministro especial, Mr. Monroe, después Presidente de la Unión, con encargo de pro- poner atrevidamente la compra de ese territorio. Napoleón, entre tanto, había tenido una inspiración que coincidía felizmente con esas miras. También c.*eía segura la ruptura de la paz de Amiéns, y temeroso de que la superioridad naval de la Gran Bretaña condujese á la pérdida de esa colonia de difícil defensa para Francia, á la par (jue deseoso de suscitar en la República Americana del Norte, así engrandecida, un rival poderoso al poderío inglés — anticipándose al pensamiento de JéíTerson, — propuso la venta á Mr. Livingston. En esos momentos, llegan- do Mr. Monroe á París, la proposición fué aceptada, el tratado de compra celebrado, y desde luego su acep- ADQUISICIÓN PROVIDENCIAL DE ESTE TERRITORIO 405 ■ tación por el Congreso americano , obra de pocos días. Pocos ejemplos presenta la historia de un aconteci- miento providencial como éste, que en un instante formó de una nación pequeña, pues no llegaba á 6.000,000 de habitantes, un coloso destinado á com- pletar 100.000,000, ó poco menos, á la vuelta de un siglo. Era la idea republicana, la transformación so- cial del mundo surgiendo del misterio de las fuerzas ocultas que presiden á la vida de las sociedades. Data de aquí ese dogma del « destino manifiesto » que reina en el fondo oscuro del cerebro americano, y que tantos peligros parece encerrar para los pueblos de raza la- tina en este continente. En ese valle de 140,000 leguas cuadradas ha tenido ese pueblo nuevo un campo inmenso para ofrecer, al amparo de sus libres instituciones, hospitalidad ge- nerosa á las poblaciones hambreadas del viejo mun- do. Á esa invitación han respondido, tomando asien- to en el banquete de la democracia, 16.000,000 de oprimidos, que, con su descendencia, forman ya más de 30.000,000, ó sea casi la mitad de la población ame- ricana ; y de sólo tres Estados que en 1803 ocupaban, con menos de 500,000 pobladores, el valle del Missis- sippi, el número de Estados ha subido allí á veinte y la población á más de 30.000,000, con prospecto de subir á 400 ó 500.000,000 á la vuelta de otro siglo. El territorio adquirido por la cesión francesa ha sido dividido en once Estados y tres territorios, así: Estados: Luisiana, Arkansas, Missouri, lowa, Minne- sota, Kansas, Colorado, Nebraska, Dakota-Norte, Dakota-Sur y Montana. Territorios : Wyoming, Idaho 23. 406 LÍMITES ACTUALES DE LUISIANA y el territorio de Indios. Unos y otros poblados hoy por 18.000,000 de habitantes. El de Luisiana, reduci- do á 41,000 millas cuadradas de superficie, contaba 940,000 habitantes en 1880, y 1.200,000 en 1890. En 1803 tendría de 50 á 60,000 á lo más, pues en el pri- mer censo federal levantado en 1810, fueron contados 76,000, á pesar de la inmigración americana numerosa de los primeros años. Ensayaré una sucinta descripción de este Estado, tomada de los documentos que pude recoger á mi paso por Nueva Orleáns y de las noticias que acerca de él he podido leer en diversas publicaciones dignas de crédito. Considero de algún interés esta descripción, por las relaciones de semejanza que hay entre esa sec- ción de un país próspero con nuestros Estados, hoy departamentos de Bolívar y Magdalena; semejanza en cuanto á las condiciones geológicas y etnológicas, pero no en nada de lo demás. El territorio de Luisiana ocupa 41,000 millas cua- dradas. El territorio de Bolívar y Magdalena 51,000. Ambos países se extienden á las dos orillas anega- dizas de la parte inferior de un rio navegable, en cuyo delta están situadas las principales ciudades. Aunque situado fuera del trópico de cáncer, el cli- ma de Luisiana es el mismo del Magdalena y Bolívar desde mediados de abril hasta mediados de octubre; lo que establece una similaridad de producciones muy notable entre las dos regiones : en una y otra predo- minan la caña dulce, el algodón, el maíz y el arroz. COMPARACIÓN CON NUESTROS ESTADOS DE LA COSTA 407 las crías de ganado vacuno y de cerda, y tienen como uno de sus grandes intereses el comercio de tránsito de la parte alta de sus valles respectivos. La navegación de un gran rio es una de sus principales industrias. Su población está dividida casi por mitad entre los dos orígenes : europeo y africano. 1.200,000 habitan- tes en Luisiana ; cerca de 500,000 en Bolívar y Mag- dalena. Si en estos últimos la población de origen africano ó mezclada con ella alcanza tal vez á los dos tercios, en cambio tienen la ventaja de estar muy ade- lantada la fusión de las dos razas, pues la de sangre africana pura no alcanza á la quinta parte del total, y tanto ella como la mixta están más civilizadas y mejor incorporadas en las corrientes políticas y sociales que en Luisiana. En punto á riqueza y estado industrial sí no hay comparación : Luisiana tiene en esta materia una su- perioridad abrumadora, que en parte se explica por la mayor densidad de población, y en parte por la supe- rioridad industrial del elemento americano-sajón sobre el tipo español y africano de nuestras razas. Luisiana tiene 270 habitantes por legua cuadrada; Bolívar y Magdalena no más de 90. Aquélla cuenta cerca de 500,000 anglo americanos de nacimiento, pues tal vez no alcanza su población extranjera blanca á 100,000, mientras que en nuestra costa atlántica la raza blanca pura no alcanza á 50,000. Pero en Lui- siana hay 500,000 habitantes de raza africana pura, y sus pardos (1) no pasan de 100,000. (1) El Diccionario de la Academia no trae la palabra pardo 408 DISTRIBUCIÓN DEL TERRITORIO La población general de este Estado se divide asi en el censo de 1880: Población blanca 454,954 Población de color (africana). 483,655 Total en 1880 938,609 Población nacida en América. 885,800 Población nacida en país ex- tranjero 54,146 939,946 La diferencia entre la primera y la segunda suma procede de que en la primera no están comprendidos los aborígenes ni los chinos, cuyo número es de algo más de 800 los primeros y de 500 los segundos. A los guarismos anteriores puede agregarse por au- mento de población en nueve y medio años, un 30 por 100; lo que da el de 1.200,000, calculado arriba para la actualidad (1). El territorio comprende 29.000,000 de acres (2) y se clasifica en dos divisiones generales, á saber : Tierras quebradas, ó sea lige- ramente montañosas. . . . 12.332,000 acres. Llanuras casi al nivel del mar. 13.773,000 — Que se subdividen, según los trabajos topográficos ejecutados por ios ingenieros del Estado, asi: Buenas tierras altas 5.248,000 acres. Bosques de pinos 5.497,000 — en la acepción que los españoles empleaban en América para designar la gonte de raza mixta de blanco y negro. (1) El censo de 1890 salo sube á 1.116,0(¡0. (2) Kl acre es igual á media fanegada, ó . 40 por 100 de la hectárea. REGIONES DIVERSAS 409 Bancos altos (bluffs) á las ori- llas de los ríos 1.587,000 — Región de las praderas (sin ár- boles y con pastos naturales). 2.483,000 — Tierras de aluvión cultivables.. 3.615,000 — Tierras de aluvión cubiertas de bosque 2.752,000 — Pinares bajos, expuestos á inun- dación 1.585,000 — Tierras pantanosas 3.338,000 — Tierras ocupadas por los ríos y los lagos 1.228,000 — Flavas del mar. . ...... 1.100,000 — No hav sistema alfiruno de montañas verdaderas en todo el Estado. Lo que se llama tierras montañosas son meras colinas de sesenta á ciento cincuenta me- tros de altura, — formadas siglos atrás por la violen- cía de las aguas, — unidas unas veces en grupos, ais- ladas á las veces. En lo general el Mississippi corre entre bancos altos de tierra (bluffs) que forman me- setas de más ó menos extensión, fuera del alcance de las inundaciones. Detrás de ellas las irrupciones de las aguas han roto en ocasiones esos bancos é inun- dado grandes extensiones de tierras bajas : fenómeno que puede observarse también en los valles del Cauca y el Magdalena. La región de las praderas se compo- ne de llanuras onduladas que recuerdan la forma de las olas del mar; tierras arenosas, cubiertas de pas- tos naturales, semejantes á las llanuras del Guamo y el Espinal y á la que detrás de la ciudad de Neiva se extiende hasta el Hobo ; tierras que en su estado pri- 410 PRODUCCIONES DE CADA REGIÓN mitivo están ocupadas por rebaños de ganado, pero que bien cultivadas serian también buenas tierras de labor. Esa división de las condiciones topográficas da na- cimiento á las diversas producciones agrícolas y á la forma de agrupación ó diseminación de los habitan- tes. En los bancos de las orillas de los ríos están las ciudades. Las praderas están destinadas á la industria pecuaria. Las tierras altas producen cereales y algo- dón. Las orillas de los ríos y lagos sostienen las plan- taciones de caña. Las tierras de aluvión expuestas á las inundaciones producen grandes cantidades de arroz. Las tierras aluviales libres de inundación se prestan al cultivo del tabaco y de las frutas de todas clases. Las hortalizas prosperan mejor en el terreno conquistado sobre los pantanos, en donde también tienen su mansión favorita las plantaciones de naran- jos. Los bosques son respetados en lo general, y de ellos se extraen considerables cantidades de maderas, dejando siempre campo á la reproducción constante de los árboles. La alternación frecuente de campos altos y secos con vegas bajas y húmedas se presta admirablemente á la construcción de las habitaciones campestres en lugares sanos, pero en medio de tierras fértiles menos á propósito para mansiones humanas. La parte norte del Estado está regada por el Mis- sissippi, el Washita y el rio Rojo, el último de los cua- les es navegable también en vapores, por más de 170 leguas hacia el oeste, y cuenta en sus riberas las ciu- dades notables de Alejandría, Natchitochez y Shreve- RIQUEZA GENERAL DEL ESTADO 411 port. Esos dos últimos ríos, imidos, desembocan en el Mississippi, 73 leguas arriba de Nueva Orleáns, y sus valles respectivos constituyen la parte más habitable del Estado, por ser la menos expuesta á inundaciones. De la boca del río Rojo hacia abajo principia el delta delMississippi, cuyas tierras formadas por el depósito de las arenas arrastradas de la parte alta, constituyen la mayor parte de las tierras aluviales. La riqueza general del Estado y la importancia de sus capitales circulantes han sufrido muchas oscila- ciones en los últimos treinta años, con motivo de los acontecimientos políticos ; es decir, la guerra civil de 1861 á 1865 y la abolición de la esclavitud. Según un cuadro relativo á toda la Unión, que publica Mr. Blai- ne (el actual Secretario de Relaciones Exteriores), en su libro titulado Tweníy years of Congress^ el valor verdadero de la riqueza general de Luisiana ha teni- do los siguientes cambios : En 1850 era 8 233.998,764 (incluyendo el valor de 244,800 esclavos;. En 1860 era$ 602.118,568 (incluyendo el valor de 331,726 esclavos). En 1870 era$ 323.125,666 (sin avaluar los esclavos ya emancipados. En 1880 era $ 382.000,000. Como estos cambios constituyen un fenómeno muy complejo, que necesita ser analizado cuidadosamente en la historia, al juzgar de los efectos de la abolición de la esclavitud, — punto que no deja de tener interés para nosotros, en donde esa medida dio también ex- ti'aordinaria intensidad al debate político y concurrió 412 EFECTOS DE LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD como agente más ó menos conocido á determinar algu- nas de nuestras guerras domésticas, — me detendré algunos instantes en su examen. En primer lugar, si de los avalúos de la riqueza en 1850 y 1860 deducimos el valor de los esclavos, com- putándolos á un precio medio de S 500 cada uno (que era el térinido medio corriente en el mercado), tendre- mos que el verdadero valor de la propiedad avalúa- ble era sólo en 1850 de S 111.600,000 En 1860 436.255,000 Subsistiendo la esclavitud, cultivadas con esclavos la tierras, éstas podían valer más, no porque fuesen más productivas, sino porque costaba menos su culti- vo á virtud de la expropiación que se hacia del tra- bajo humano ; del mismo modo que, á la inversa, el valor de la tierras debe bajar cuando alza la tasa de los salarios, no porque entonces sean menos produc- tivas, sino por el aumento de gastos de producción. Con esta consideración podemos rebajar no poco en el avalúo de 1850 y 1860; de suerte que las pérdidas ocasionadas por la manumisión no fueron tan graves como aparece en la anterior comparación. Si los dueños de esclavos perdieron con la manu- misión, la riqueza general no perdió nada, porque los trabajadores no desaparecieron. El valor del esclavo depende de su capacidad para el trabajo, y esa sub- sistió, no en beneficio de sus antiguos amos, por su- puesto, sino de los negros mismos, que se hicieron ya dueños del valor de su propio trabajo. Una consecuencia grave sí debió tener la libertad en la desorganización de las empresas que tenían por REORGANIZACIÓN DE LAS INDUSTRIAS 413 base el trabajo esclavo. Mientras los antiguos amos no se resolvieron á pagar jornales á los antes escla- vos, indudablemente el cultivo de muchas tierras de- bió de quedar paralizado, y con ello debió de perderse un valor muy considerable. En segundo lugar, vinieron á ser imposibles esos cultivos en grande escala que la esclavitud hacía fáci- les y aun naturales ; las propiedades extensas no tu- vieron ya medios de sostenerse, y fué preciso dividir- las. Esto debió determinar una fuerte oferta con una demanda limitada, y el valor de la tierra debió de ba- jar y bajó en efecto. En resumen, pues, bajó el valor de la tierra, pero subió el valor de la industria humana. Lo que perdie- ron los dueños de esclavos lo ganaron los esclavos mis- mos. Las pérdidas procedentes de la emancipación (porque la guerra debió ser causa activa también de destrucción de valores y de paralización de muchas empresas) no fueron, de consiguiente, tantas como parece á primera vista. Empero, la reorganización de las empresas sobre la base de industrias libres no era tarea de pocos años. Dividir en pequeños lotes los grandes feudos ; encon- trar empresarios en pequeño, provistos de capital ade- cuado; suavizarlas relaciones entre las dos razas para hacer posible su cooperación ; fundar el crédito de los pequeños propietarios, hombres tal vez antes desco- nocidos en los bancos : todo eso requería una labor de muchos años; pero todo ha venido y está viniendo con la inmigración de hombres del Norte, más conocedo- res de las faenas agrícolas en pequeña escala. Con 1 414 LUISIANA Y LOS ESTADOS DEL NORTE ellos vienen también ideas más democráticas adecua- das al cambio profundo operado por la muerte de esa 9 institución peculiar ». La población de Luisiana, según el censo de 1880, era de 940,000 habitantes. Su riqueza general. . . . S 382.000,000 Es decir, $406 por cabeza ile población, riqueza dos ó tres veces superior á la del pueblo colombiano, pero muy inferior al término medio de la del resto del pue- blo de los Estados Unidos, que en una avaluación general de $ 43,642.000,000 daba sobre 50.000,000 de población, en 1880, un cociente de $ 873 por cabeza, é inferior también á la de los siguientes Estados del Norte : California (costa del Pacifico), en que la riqueza por individuo es de S 1,670 Massachussets (Nueva Inglaterra). . • . 1,471 Connecticut (id. id.) 1,236 Nueva York (Estados centrales) 1,241 Pensil vania (id. id.) 1,154 Ohio (Oeste; 1,012 . Illinois (id) 1,043 Sin embargo, con excepción del de Virgina, Lui- siana es el más rico entre los Estados del Sur, con relación á su población. Debe tenerse en cuenta, además, para formar idea más aproximada de la influencia de la esclavitud so- bre la riqueza pública y la civilización general, que una parte no despreciable de los valores de los Esta- dos del Sur pertenece á gente del Norte mientras que el hecho contrario es de rarísima ocurrencia. PRODUCCIONES AGRÍCOLAS 415 Las principales producciones de Luisiana son las siguientes : Maíz : en 1887, 4 \ millones de cargas, produci- das en 600,000 fanegadas, ó sea á razón de 7 J car- gas por fanegada. Como el precio medio de este gra- no fué allí de $2 por carga, el valor de esta cosecha representó $9.191,220, que equivalen á cerca de S 9 por cabeza de población, y $ 14-50 por fanegada. Algodón : en 1886, 2.300,000 quintales producidos en muy poco más de 600,000 fenegadas, á razón de cerca de 4 quintales por fanegada. El precio medio de S 8-30 por quintal produjo, pues, $ 18.999,230, que dan un cociente de cerca de $ 20 por cabeza de población y $ 33-20 por fanegada. Azúcar : Perdí el dato relativo á la producción de azúcar en 1887, y sólo he podido hallarlo con rela- ción ó 1877 y 1878, en cuyo año fué de 208,841 barri- les de á 40 arrobas cada uno, ó sea 2.088,410 quinta- les, que á un precio medio de $ 8-50 quintal, valen S 16.707,280, ó S 17 por cabeza de población en ese año. En 1891, se calcula en más de 4.000,000 de quintales. Aivroz. En el mismo año de 1877-1878 la de este articulo alcanzó á 157,770 barriles de á 400 libras cada uno, es decir, 631,080 quintales, que, á $6 quintal, valen 8 3.786,480, ó más de S 4 por persona. El resto de producciones vegetales, muy variadas : frutas, hortalizas, avena y cebada, batatas, etc., debe representar algunos millones de pesos más. La riqueza animal en 1887 se componía de los si- guientes valores principales ; 416 BAJA EN EL VALOR DEL AZÚCAR Caballos. . . Muías .... 119.810 Avaluados á S 57.15 84,478 » á S 88.40 9 $ 6.847,507 S 7.47^,811 Vacas de) leehc . . .{ » 162,648 > á S 10.30 » S 2.651,179 / Bueyes y] demás ga-r nado va-l » 270,816 « d S 11.33 » S 3.009,187 cuno . . .; Ovejas. . . . Marranos. . 9 » 113,965 573,821 n á$ 1.64 á S 3.08 » $ 186.891 S 1.769,663 Por esta enumeración se comprenderá que la pro- ducción anual de riqueza por cabeza de población no puede bajar de 8 100 á 125 por individuo; suma que da idea de un bienestar superior al de nuestra pobla- ción colombiana; pero muy inferior al de otros Esta- dos de la Unión, en donde ese guarismo se eleva á $ 300 por cabeza, y aun á más. Los jornales comunes de un peón agricultor oscilan entre 0.40 y S 1 por día, y el término medio en todo el Estado se estimaba en 1887 en $ 16, sin alimentos, y en S 11, con ellos, en 25 días de trabajo en el mes. No toda la decadencia que se nota en ciertas pro- ducciones de Luisiana es imputable á la guerra ó á la abolición de la esclavitud. La de azúcar era la más notable hasta 1859 ; pero la baja en la producción de este articulo procede principalmente de la competen- cia desastrosa del azúcar de remolacha en Europa, que en los últimos veinte años ha hecho bajar ala ter- cera parte el precio de esta mercancía, y dado origen á la ruina de muchos establecimientos montados en grande escala y con la inversión de capitales muy crecidos, en Cuba, el Brasil y Luisiana. Durante los breves días de mi visita á Nueva Orleáns oí hablar de un método nuevo que empezaba EL MÉTODO DE DIFUSIÓN 417 á embayarse para el tratamiento de la caña en la fabri- cación de azúcar: el de difusión^ en lugar del de expresión, hoy usado. La caña dulce contiene, según la variedad á que pertenezca, y la calidad del terreno en que se la siem- bre, desde 10 hasta 20 por 100 de azúcar ; pero los procedimientos hoy conocidos, aun en los mejores tra- piches de Luisiana, sólo permitían obtener, á lo más, un 71 por 100 ; el resto queda adherido al bagazo ó se pierde en las espumas y mieles incristalizables que llamamos de 'purga. Esto por el método de expresión en trapiche, en el cual sale el guarapo mezclado con gomas y otras sustancias que sirven de obstáculo á la cristalización, que vienen en mayor cantidad cuando se muele la caña viche, ó al contrario, pasada ya de madurez. Para evitar esos inconvenientes, se trata de aplicar el método de difusión , usado últimamente en Europa en la fabricación de azúcar de remolacha, en la cual ha dado resultados muy notables. Yo soy enteramente ignorante en estas materias ; pero deseoso de que sean estudiadas en mi país por otros más competentes, me atrevo á llamar la atención hacia ellas, pidiendo per- dón de antemano por este atrevimiento. En lugar de exprimir la caña entre los cilindros, se la corta en tajadas de un tercio á medio centímetro, de espesor, y se la hace pasar, así dividida, por nueve ó diez cajones, á los que se hace llegar una corriente de agua á una temperatura de 60 á 90° centígrados, que permanezca en contacto con aquélla por ocho ó diez minutos en cada cajón. El agua absorbe sucesi- 418 sus RESULTADOS vamente todo el azúcar contenido en las celdas de la caña, y este caldo es tratado en seguida por el mismo método de evaporación que el guarapo obtenido por expresión en el trapiche. Se dice que los resultados obtenidos en las expe- riencias hechas en Luísiana, bajo la dirección de la Oficina de Agricultura de Washington, son los si- guientes : En guarapo 89 partes. En bagazo 11 > 100 partes. El trapiche no logra extraer sino 50 partes de gua- rapo, y deja perder 39. Por el procedimiento de difu- sión se llega á extraer 85 partes, y sólo se pierden 4. Como resultado general, se cree que la diferencia en Luisiaua sería la siguiente : Una tonelada (8 cargas) de caña produce hoy, por medio del trapiche 110 libras de azúcar. Una tonelada de caña, por el sistema de difusión pro- duciría 200 — Casi el doble, pero en las circunstancias más favo- rables al sistema actual, la ventaja del nuevo no seria menor de un 25 por 100. Abajo de Nueva Orleáns, en toda la orilla del Mis- sissippi, vimos las chimeneas del establecimiento en que se hacían las experiencias en grande escala ; mas como en el mes de mayo la vegetación está todavía muy atrasada, me fué imposible ir á presenciarlas. Para adaptar el nuevo procedimiento se tropieza en aquel Estado con la dificultad de montar maquina- INCONVENIENTES PARA INTRODUCIRLO 119 ria nueva, lo que envuelve la pérdida de más de S 60.000,000 que cuestan los actuales trapiches y sus edificios, y la inversión quizás de otro tanto en los nuevos aparatos. Además, éstos exigen combustible de mejor calidad, y no bastaría el bagazo empleado hoy : seria necesario el carbón mineral, y se calcula que no bajaría el consumo de dos libras de carbón por cada libra de azúcar producida. Así, la introducción del nuevo método tendrá que hacerse con alguna len- titud ; pero abrirá la puerta á la explotación de minas de carbón, hoy inútiles por falta de mercado, y se evitará la tala de los bosques de donde se saca gran parte del combustible empleado en los trapiches. Como la producción de azúcar, panela y miel en Colombia no representa menos de S 12á $ 15 millones anuales, bien valía la pena de enviar comisionados á estudiar esos nuevos métodos de producción ; ya fuese á los Estados Unidos, ya á Europa mismo, — á Fran- cia y Alemania, — de donde el sistema aplicado á la explotación de la remolacha empieza á ser introducido »^n América. Al propio tiempo se pudiera estudiar las diversas variedades de la caña, entre las cuales algunas, procedentes del Asia, dan un rendimiento de azúcar mucho mayor que las que aquí cono- cemos. La organización industrial de Luisiana, en lo que re refiere á la agricultura, que es la preponderante, participa de la forma general adoptada en los Estados Unidos, la cual se divide en tres clases : Cultivo por el propietario mismo ; 420 SISTEMAS AGRÍCOLAS Cultivo por arrendamiento ; Cultivo en participación por acciones. El suelo apropiado en Luisiana comprende 48,292 propiedades, haciendas y estancias, cuyo cultivo se divide asi : Por el propietario 31,286, es decir, el 65 por 100 Por arrendatarios 6,669, » 13.80 » En participación por acciones . 10,337, » 21.20 » En la mayor parte de los Estados del Norte y del Noroeste, sobre todo en los de Nueva Inglaterra, la proporción de cultivadores propietarios pasa de 80 por 100, llegando en algunos, como Maine, New- Hampshire, Massachussets, Dakota, Montana y Was- hington, á 96, 92, 96, 93, 92 y 93 por 100 respectiva- mente. Los esclavos emancipados se rehusan en lo general en los Estados del Sur á trabajar con el carácter de arrendatarios ; quieren trabajar con independencia y sin correr el peligro de ser esquilmados con altos arrendamientos ; prefieren en lo general comprar pe- queñas extensiones para ser dueños libres en ellas, ó partir en equidad con el propietario las ganancias ó pérdidas. Según los informes recibidos en la Oficina de Agri- cultura, la tendencia que se muestra en los Estados del Sur, aparte de la división de tierras en pe(|ueños lotes para venderlas á los manumisos, es la de trabajo á jornal, sobre todo á medida que sube, como va su- biendo, la tasa de éste. El precio de las tierras ha bajado notablemente. En Luisiana es de $ 20 la fanegada de tierra desmon- PRECIO DE LAS TIERRAS 421 tada y cercada. En otros Estados del Sur es menor todavía, pues no pasa de S 12 á S 15 ; pero las de Lui- siana son, en lo general, de calidad mejor. El pro- ducto medio del valor de las cosechas medianamente trabajadas, da S 30 y aun $ 32 por fanegada, y una utilidad media de $ 8 á S 12. El precio de arrendamiento de las tierras es de $ 1-60 á S 4-80 por fanegada, según la calidad de aquéllas. El valor de las no cultivadas ó cubiertas de bosque es, por término medio, de $ 5 por fanegada. Se consideraba antes de la guerra civil de 1861 que el clima de Luisiana en los meses principalmen- te ocupados por las faenas agrícolas (que son los de marzo á octubre, en que la temperatura se levanta sucesivamente desde 22** centígrados hasta 42°), no permitía á la raza blanca ocuparse en el trabajo de los campos, y de aquí nacía que esos trabajos se hacían casi exclusivamente con esclavos negros. Abolida la esclavitud, fué necesario ocurrir al brazo de los blan- cos. La experiencia, se dice, parece demostrar que, salvo la necesidad de algunas precauciones, éstos re- sisten el clima casi lo mismo que aquéllos. Este es á lo menos el tema incesante de los periódicos y de las publicaciones frecuentes, que con el objeto de atraer inmigración blanca, se hacen en los Estados del Sur. Me atrevo á pensar, sin embargo, que si un adulto fuerte y robusto puede resistir las influencias del cli- ma, no así las mujeres y los niños, entre quienes la acción del paludismo debe ser siempre más peligrosa. 24 422 LA RAZA BLANCA EN LOS CLIMAS SEMITROPICALES La experiencia secular de la raza europea, — que uo ha podido aclimatarse en el valle menos insalubre del Nilo, en el Norte de África, — no es á propósito para infundir confianza en esas previsiones. Los griegos y los romanos conquistadores del Egipto no lograron dejar allí, después de largos periodos de dominación, huellas algunas de su raza, y la egipcia, aclimatada en el transcurso de muchos siglos, es la única que se encuentra hoy en las orillas de aquel río, según el testimonio de los viajeros. Las colonias europeas en las costas del Senegal y demás regiones intertropica- les del África ; las colonias inglesas y francesas de las Antillas ; la Guayanas inglesa, holandesa y francesa dan testimonio de la dificultad para la aclimatación del europeo en las regions palúdicas de la zona inme- diata á los trópicos. Sea de eso lo que fuere, en los Estados del Sur de la Unión parecería que se quiere prescindir á todo trance del concurso de la raza africana, y que las j)reocupaciones de casta son en el día más fuertes que en los tiempos en que reinaba la esclavitud. He aquí el gran problema social, ¡)olitico é industrial de esos Estados. La raza negra existe allá porque fué llevada por los blancos ; se ])ropagó en esos lugares , porque el blanco favoreció su propagación ; cultivó la tierra, preparó los elementos de colonización para el blanco, lo hizo rico é hizo habitable para éste el suelo que, sin el negro, no hubiera podido tal vez habitar ; pero de toda esa cooperación, prestada bajo el régimen de la esclavitud, aquél quiere prescindir ahora bajo el LA RAZA NEGRA 423 reinado de la libertad. Quiere separarse de su ante- rior compañero, privarlo de participación en la vida política y mantenerlo en un estado de aislamiento é inferioridad perfectos. ¿ Qué resultará de esta disposición de ánimo de la parte civilizada y directora de la política en esos Es- tados ? Aparte de otras consecuencias más ó menos dis- tantes, del orden moral y del político, por lo pronto esa repugnancia — que no puede menos de engendrar reciprocidad — está decidiendo á la población de color á separanse de la blanca y agruparse en lugares dis- tantes, para formar una sociedad distinta y desde luego enemiga. Con algunas excepciones, la expre- sión constante del periodismo — que no puede dejar de suponerse representa el sentimiento general de la población blanca — protesta contra la participación del hombre de color en el sufragio y en el desempeño de los destinos públicos, contra la concurrencia de los niños de color á las escuelas de los blancos y has- ta contra la comunidad de la oración en las iglesias entre las dos razas. La. blanca no admite nada en común con la otra, ni aun el mismo Dios. Suponía yo que este sentimiento, explicable á lo menos durante los primeros años que siguieron á la abolición de la esclavitud, pasaría, como ha pasado el deseo dé separación entre las dos secciones; pero no es así. Con el triunfo reciente del partido republicano, uno de cuyos puntos de progra- ma consistía en la protección á la raza de color en el ejercicio de sus derechos políticos y civiles, la ani- 424 LA FIEBRE AMARILLA mosidad de los blancos en el Sur se ha levantado fu- riosa, y esa promesa de protección es una de las difi- cultades actuales para la administración del general Harrison, porque cualquier empleo de medidas coeiv citivas con ese objeto renovaría tal vez las ideas se- paratistas y pondría en peligro la paz nacional. La fiebre amarilla es otra fuerza que detiene el progreso de Luisiana. Las ciénagas y pantanos del delta del Mississippi, unidos á los calores tropicales del estío, levantan el germen de esta epidemia en todo el litoral del golfo de Méjico y en las costas del Atlántico hasta el paralelo 35** hacia el norte. Á pesar de la inmigración blanca del valle alto del Mississippi, que es considerable, la reproducción de la gente de color va superando cada día más el guarismo de la otra. La fiebre amarilla, de la cual parece comparati- vamente inmune la raza africana, se propaga cada dos ó tres años á lo largo de las riberas del gran río, en cada vez algo más arriba que la anterior, habiendo llegado ya casi hasta Cairo, ciudad situada en la con- fluencia del Ohio, trescientas sesenta leguas arriba del mar ; de suerte que, si esta situación continúa du- rante un siglo, no sería aventurado sospechar que, por una inversión providencial de los propósitos humanos, esos magníficos territorios llegarán á ser el patrimo- nio de los oprimidos, y el antes teatro de esclavitud, lugar de dolor y de lágrimas, el campo de regenera- ción, de libertad y de luz para los pueblos africanos. A la verdad, la industria y los capitales de los pue- blos civilizados pueden mucho ; el hombre puede mo- PORVENIR DE LA RAZA NEGRA EN LUISIANA 425 dificar el aspecto físico de la superficie de la tierra, cambiar los climas y hacer habitables los lugares más inhospitalarios. Testigo de ello es el suelo de la Gran Bretaña, que los romanos habitantes de Constantino- pla en el siglo iv no más de nuestra era, juzgaban ha- bitable tan sólo por serpientes y espectros ; prueba incontestable de los prodigios del hombre es el suelo de Holanda, en donde se vive en lucha constante con el mar ; pero para ello se necesitan siglos enteros de labor incansable. Algún día serán encajonadas las corrientes, hoy indomables, del « Padre de las Aguas », algún siglo después se abrirá lecho á las estancadas de los pantanos, y lo que hoy es centro de putrefac- ción y de miasmas, será suelo fértil en que el hombre blanco podrá fundar con seguridad hogares tranqui- los; pero mientras llega ese día, quizás tan sólo los « hijos de la noche » podrán habitar en esa región ; á lo menos sólo ellos podrán criar allí sus hijos, multi- plicar su descendencia y fundar una nueva civiliza- ción... ¿ Algo semejante á esta evolución no deberá ser el destino de la América tropical en las orillas del Atrato, del Magdalena, del Orinoco y del Amazonas?... 24. CAPITULO XXV EL VALLE DEL MISSISSIPPI Importancia general de este valle. — Sus diversas hoyas hidro- gráñcas. — Comunicaciones con el rosto de la Unión. — Pro- ducciones principales. — El maíz. — Los cerdos. — King-corn, — El maíz es la producción principal de los Estados Unidos. — Producción de él por fanegada. — El maíz y la producción animal. — Gran distribución de la propiedad territorial. — Cul- tivo de las sierras por los j)ropietarios mismos. — Jornaleros y salarios de éstos. — Orígenes diversos de los pobladores del valle. — Los extranjeros. — Los africanos. — Causas de su prosperidad. — El Cotton g¿n. — I^a segadora M*Cormick. — La navegación por vapor.— El aceita de la semilla de algodón. Nueva Orleans tiene hoy un gran número de vías férreas que la comunican rápidamente con todas las secciones de la Unión Americana. Yo hubiera deseado recorrer lentamente el valle del gran rio, conocer si- quiera superficialmente esas famosas regiones del Oeste, viajando alternativamente en los vapores y en los ferrocarriles y visitando sus campos ; pero me era imposible. Muy á mi pesar tuve que limitarme á reco- rrer en ferrocarril la linea que conduce del golfo de Méjico á los grandes lagos, atravesar luego el valle del Ohio y de ahi volver á Nueva York, pasando por las grandes ciudades de San Luis, Chicago, Cincinnati, Pittsburgo, Washington y Filadelfia. Emprendí mi viaje por la ruta del Illinois Central, construido en su EL VALLE DEL MISSISSIPPI 427 mayor parte al través de tierras incultas en que el hombre empieza apenas su lucha con la naturaleza primitiva. Quería ver, aunque fuese al vuelo, el as- pecto de esas primeras colonizaciones : cómo del seno de esas soledades han surgido esas poderosas repúbli- cas que son hoy el asombro del mundo. El valle del Mississippi representa en la actualidad un papel tan importante en la alimentación de la raza humana como en los últimos tiempos de la República Romana el valle del Nilo ; pero el de aquel río tiene una grandeza de proporciones á que nunca pudo aspi- rar el país que fué la cuna de la civilización greco- romana. El Nilo tiene también un curso muy extenso, muy poco menor en longitud que el Mississippi ; pero la historia de su parte alta nos es desconocida y su influencia sobre la civilización de los países del Me- diterráneo se detuvo en las primeras cataratas que embarazan la navegación en la parte central de su curso. No así la grande arteria americana, la cual nos es conocida hasta sus primeros orígenes ; su na- vegación no tiene estorbos, y los tributarios laterales penetran á uno y otro lado hasta ocupar las dos ter- ceras partes de toda la anchura del continente. Este inmenso valle se subdivide en los dos de sus partes alta y baja, y los cuatro de sus grandes tribu- tarios laterales, tres de los cuales recorren un área igual á la de Francia ó Alemania, y la de uno de ellos no es inferior á la de estos dos países y España re- unidos. Presentaré aquí sus áreas y población en 1880, haciendo notar que á esta última puede agregársele un 35 ó 40 por 100 para contemplar su guarismo actual. 423 LAS DIVERSAS HOYAS H IDEOGRÁFICAS SapcrQcic en Población Por milla millas cuadradas, en 1890. cuadrada Hoya del Alto Mississippi.. 179,635 6.698,000 38 « delOhio 207,111 10.136,000 49 » del Missouri 527,690 4.360,000 8 n del Arkansas 184,742 1.34S,(KI0 7 • del Río Rojo 92,721 4ü8,0(X) 5 » del Bajo Mississippi . 143,306 4.548,000 J2 Totales. . . 1.335,205 27.558,000 139 Este gran valle, limitado al occidente por los mon- tes Flocallosos y al Oriente por los Apalaches, se liga por multiplicados ferrocarriles y canales con las otras grandes regiones de la República ; á saber : cuíi'^das. Habitantes. Al Norte con la de los grandes laffos (1). 82,()U7 y 3.732,000 Al Nordeste con la de los doce Lstaaos de Nueva Inglaterra y los centrales (2). . 169,520 y 15.764,000 Al Oriente y el Sudeste con los cinco Estados del Sur del Atlántico (3) 359,139 y 7.594,000 Al Sudoeste con el de Tejas v los te- rritorios de Nuevo Méjico y Arizona . . 289,778 y 1.752,000 Al Oeste con los Estados mineros de los Montes Rocallosos y del litoral del Pa- cífico (4) 561,622 y 1.718,000 Al Noroeste con los Estados limítrofes con el Canadá, fundados á lo largo del ferrocarril del Norte del Pacífico (5). . . 545,856 y 302,000 El valle del Mississippi forma, pues, el cuerpo cen- tral, el tronco indivisible de la Unión Americana. Comunicado entre sus diversas partes y con el resto de la Union por el más vasto sistema de ferrocarriles (1) Estados de Michigan, Wisconsin y Minnesota. (2) Estados de Mainc, Vermont, Rhode Tsland, New Hamp- shire, Connecticut y Massachussets ; Nueva York, Pcnsilvania, Maryland, Delaware, New Jersey y West Virginia. (3) Estados de Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia y Florida. (4) Estados de Nevada y California, Oregón, Washington y Territorios de Utah é Idaho. (5) Estados de Dakota-Norte, Dakota-Sur, Montana y Terri- rrilorio de Wyoming. LAS PRODUCCIONES INGLESAS 429 que se conoce en el mundo (treinta mil seiscientas cuarenta y cinco leguas — 30,645 — en 1887) (1), y navegado por mil doscientos vapores, en sus ríos, en una extensión de cerca de 6,000 leguas, las facilidades de locomoción que ofrece al trabajador en la abun- dancia y variedad de sus mercados, tanto en el inte- rior como en el exterior, ha desarrollado sus produc- ciones en una proporción asombrosa. Por ahora éstas son agrícolas en sus ocho décimas partes, pues su población se ha formado de emigran- tes europeos y de los Estados de Nueva Inglaterra, pobres en la generalidad que han ido allí en busca, los unos de tierras en propiedad, los otros de suelo más fértil y más remunerador de su trabajo. Las pro- ducciones principales son maíz, trigo, avena, cebada, forrrajes, algodón, tabaco, azúcar, ganados y cerdos gordos. Daré una idea sucinta de ellas, refiriéndome á las estadísticas correspondientes á 1886, compiladas por la Oficina de Agricultura de Washington, publi- cadas en J887 y 1888, y reduciré los guarismos á las medidas conocidas en Colombia : Cosocha en Valor ArtfCttlos. CBi'cas de de cada Producto por Valor total. 9 Vt uto arrobas. carga. fanegada. Maíz .... 302.690,000 $1,60 10 cargíO $ 48i.a0i,000 Trigo 65.000,000 í,15 5J4 - 178.750,000 Avena . . . 84.000,000 1,30 iiVÍ - 101.068,000 Heno .... 21.000,000 tonelada, 9,00 i% - 189.000,000 Algodón. 14..337,000 quintal, 8,30 %0 libras 119.833,000 Tabaco.. Í.9o3,000 - 7,50 7íO 24.1i7,500 1,095.102,500 (1) Este guarismo se refiere únicamente á los que cruzan el valle del Mississippi; el resto de la Unión tenía 20,0í)0 legua más en la misma fecha. En el pasado año de 1889 los ferroca rriles proyectados en todo el país subían á otras 15,000 leguas. 430 LA PRODUCCIÓN DE MAÍZ Estos guarismos no son completos, porque en ellos no figura la producción de la parte de los cuatro Es- tados de Pensilvania, Virginia Occidental, Colorado y Nebraska, perteneciente á los valles altos del Ohio, del Arkansas y del Missouri, ni la de otros artículos cuyo valor es también considerable, como la cebada, las papas, el arroz, el azúcar, las batatas, el centeno, etcétera. Tampoco figura su producción animal en carne, sebo, leche, cueros, muías, caballos, marranos, etcétera, que es quizas de mayor valor. La produc- ción de ellos varía en cada Estado según las adapta- ciones especiales del suelo, el clima y las costumbres de los pobladores. Por ejemplo, los estados más productores de maíz son: Arkansas 11.000,000 de cargas. Tennessee 18.500,000 — Kentucky 22.000,000 — Ohio 24.000,000 — Kansas 27.000,000 — Indiana 29.000,000 — Missouri 36.000,000 — lowa 49.500,000 — Illinois 52.000,000 — Los principales productores de trigo son : lowa 8.000,000 de cargas. Indiana 10.000,000 — Ohio 10.000,000 — Fuera del valle del Mississippi, Minnesota en la re- gión de los lagos y California en la costa del Pacífico, son los más fuertes en esta cosecha. El primero con 11.000,000 de cargas y el segundo con 9.000,000. KING-CORN 431 La producción total de maíz en los Estados Uni- dos subió á 500.000,000 de cargas (algo más de 2,000.000,000 de bushels) y á 125.000,000 la de trigo, en el año de 1889. La de algodón montó á 31.273,000 qq. en 1886, pro- ducidos en 12.000,000 de fanegadas y su valor total á S 257.000,000. Los más fuertes productores fueron : Tejas, que contribuyó con . . 7.543,000 quintales. Mississippi — — ... 4.536,000 — Georgia — — ... 4.050,000 — Alabama — — ... 3.670,000 — Las cosechas de maíz y de trigo, avaluadas á pre- cios bajos de S 1-40 la carga del primero y S 3-50 la del segundo (de las cuales el valle del Mississippi da casi tres cuartos del total en la Unión, de la primera, y casi los dos tercios de la segunda) valen S 700.000,000 la del primero, S 437.000,000 la del segundo, y repre- sentan el papel más importante en la organización industrial del país. Aparte de la aplicación de los cereales del Oeste á la alimentación humana, proveen- al engorde anual de 40.000,000 de cerdos, consumidos ó exportados en forma de jamones, tocino, manteca y rellenos; al sus- tento de la parte de 16.000,000 de caballos y muías que en toda la Unión están aplicados al servicio diario en las haciendas y en los tranvías y coches de las ciu dades ; al de 16.000,000 de vacas, cuyo producto se transforma en masas inmensas de leche, queso y mantequilla; á Ja ceba de 8 a 10.000,000 de novillos degollados anualmente en las carnicerías, y á la cria 432 INFLUENCIAS COLATERALES DE ESTE GRANO de números incalculables de gallinas y aves de corral. El maíz, la avena, la cebada y el heno se transfor- man, pues, por medio del pi^ocedimiento químico — orgánico de la vida animal — en jamones, manteca, leche, queso, mantequilla, carne, sebo y fuerza mecá- nica en todos los trabajos industriales, y este nuevo valor apenas puede vislumbrarlo la imaginación, pero no expresarse en números. Baste decir que el de la matanza de cerdos alcanza por si solo á S 400.000,000 anuales, el de ganado va- cuno á otro tanto, los productos en leche, queso y mantequilla á una suma algo mayor ; y es el valle del Mississippi el que suministra la base para las dos ter- ceras partes de estos valores. La influencia de esta producción se siente en otras onsecuencias colaterales. En primer lugar las de al- godón, trigo, maíz y productos del marrano dan á la exportación del país un concurso de 10 ó 12.000,000 de toneladas, cuyo flete de 50 ó 60.000,000 de pesos anua- les es bastante para sostener numerosas líneas de na- vegación, á fletes muy bajos, lo que abre el mercado del mundo á las demás producciones de la Unión. Así, por ejemplo, al favor de estos fletes baratos, el hielo, las manzanas y el petróleo pueden constituir objetos de comercio de grande importancia y por valor de más de un centenar de millones de pesos entre los tres. Los buques de mar, cargados hasta el tope á la salida, no tienen al regreso flete bastante para ocupar su capacidad, y pueden ofrecer pasaje, á precios ínfi- mos, á los emigrantes europeos ; los cuales, como es LA IXMIGRACIÓX EXTRANJERA 433 natural, prefieren siempre el lugar adonde, siendo por lo menos iguales las demás condiciones, pueden transportarse con menos gastos. Esta circunstancia, pues, contribuye poderosamente á la extraordinaria corriente que ha dado á los Estados Unidos. Enl la década de 1820 á 1830. 143,439 inmigrantes En id. de 1830 á 1840. 599,125 En id. de 18i0 á 1850. 1.713,251 — En id. de 1850 á 1860. 2.598,214 En id. de 1860 á 1870. 2.466,752(suerrac¡vil) En id. de 1870 á 1880. 2.944,695 En id. de 1880 á 1890. 5.250,000 — Total en 68 años . . . 15.715,476 Sin esa fuerte exportación de artículos voluminosos es más que probable que la inmigración no hubiera pasado de la mitad de este guarismo, al cual debe ese país no poco de su asombrosa prosperidad. Tampoco hubiera podido construir y sostener alguna parte de esa red de ferrocarriles que cruza todos los ámbitos de su territorio, ni menos la totalidad de esa navegación ñuvial sin rival en el mundo. No se limita al territorio americano la influencia del valle del Mississippi. Abaratando, á favor de sus tierras libres y de poco valor, así como de la compe- tencia extraordinaria de sus productores, el valor de los artículos alimenticios, no sólo en América, sino en Europa y sobre todo en Inglaterra, ha hecho bajar, durante los últimos veinte años, el precio de los arren- damientos de las tierras de la aristocracia inglesa en más de un 30 por 100 quizás. Con ello ha dado un rudo 25 434 IMPORTANCIA DEL MAÍZ COMO ALIMENTO golpe á esta institución social en el viejo mundo y preparado el advenimiento de otras formas de gobierno más compatibles con las aspiraciones de la especie humana. El cultivo de maíz en los Estados Unidos es uno de los hechos más notables en el siglo xix. Con menos trabajo, mas economía, tierras menos fértiles y zona productiva mucho más extensa, rinde cosechas supe- riores á las del trigo, ayuda á la producción animal y se transforma por este medio en una variada multitud de otros artículos, como acabamos de ver. Al maíz, cereal americano por excelencia, puede atribuírsele una parte no despreciable en la superio- ridad de condiciones de vida adquiridas por el hombre en Norte-América sobre lasque ofrece el viejo mundo, para comprobar esta afirmación basta observar que aquel grano se produce desde la orilla del mar hasta 2,700 metros de altura en el corazón de las cordilleras, mientras que el trigo, en la zona ecuatorial, no se produce sino en una zona de 1,200 a 2,600 metros; que con una agricultura incipiente, es decir, extensiva apenas en los Estados Unidos, rinde cosechas supe- riores a las que con agricultura intensiva produce el trigo en Inglaterra y en Bélgica ; que las muchas va- riedades del maiz lo hacen apto para la preparación de una variedad mayor de alimentos ; que, en fin, el precio del maíz, es decir, su gasto de producción, sólo es 40 por 100 de lo que cuesta el trigo. Su rendimiento es el siguiente, en las varias seccio- nes de la Unión : En los Estados de Nueva Inglaterra y en los Esta- ES SUPERIOR Á LA DEL TRIGO 435 dos Centrales (Nueva York, Pensil vania, Maryland, De- la ware y New Jersey) es de 6 cargas por fanegada (1). En los Estados del Sur del Atlántico, de 11 cargas por fanegada. En la región de los grandes lagos, de 20 carg^as por fanegada. En el valle alto del Mississippi de 21 cargas por fa- negada. En el bajo valle, de 8 cargas por fanegada. En la costa del Pacifico, de 15 cargas ¡)or fanegada. Término medio de toda la Unión, 17 por fanegada. Mientras tanto los rendimientos de trigo en las me- jores partes de Europa, como en Inglaterra, Bélgica, y en algunas secciones de Alemania, no alcanza á 14 cargas por fanegada, ni pasa de 7 á 8 el término me- dio del continente europeo. Consecuencia de estas ventajas especiales del maíz es la notable superioridad de medios de alimentación vegetal y animal de los Estados Unidos sobre el con- tinente europeo. Comparando el abasto de cereales entre una y otra región, encontramos este resultado : Total de cereales producido en los Estados Unidos (188G), 2,842.580,000 bushels, ó 711.000,000 de cargas. Total en todo el continente europeo (1883), 5,273.31)8,495 bushels, ó 1,323.000,000 de cargas. Por cabeza de población en los Estados Unidos, 45 bushels, ó 12 cargas. Por cabeza de población en Europa, 16 bushels ó 4 cargas. (1) 33 bu2>hcls por acre. 436 PHODUCCIÓN DE MAÍZ EN DIVERSOS ESTADOS La producción de maíz es muy diversa en los Esta- dos americanos : en Massachussets, Estado manufac- turero, consagrado á industrias muy variadas, sólo al- canza á 1 bushel (56 libras) por cabeza de población. 1883. En Nueva York, á 5 bushels, l\ cargas por ca- beza de población. — En Pensilvania, á 11 bushels, 2| cargas. — En Virginia, á 19 bushels, 4| cargas. — En Tennessee, á 40 bushels, 10 cargas. — En Indiana, á 58 bushels, 14 I cargas. -:- En Missouri á 93 bushels, 23 J cargas. — En Kansas, á 106 bushels, 26 ; cargas. — En IlUnois, á 106 bushels, 26 5 cargas. — En Nebraska, á 144 bushels, 36 cargas. — En lowa, á 169 bushels, 42 cargas por cabeza de población. Me parece que en las regiones ecuatoriales puede ser mayor el producto por fanegada de este cereal. En la del bajo Bogotá, en Cundinamarca, cuya temperatura media es de 26 5 centígrados y el agua de lluvia no pasa de 25 pulgadas por año, el producto ordinario en cada cosecha es de 16 cargas por fanegada ; mas como el clima permite dos y á veces tres cosechas en el afto (pues desde la germinación de la semilla hasta la sa- zón perfecta del grano sólo se emplean de 80 á 90 días), se puede esperar una producción media de 30 cargas anuales por fanegada. Yo he visto sembrar y coger catorce cosechas seguidas en siete aftos en una misma tierra, sin abonos, ni riego, ni el empleo de otro instrumento que el azadón ó la ])aLi. La abundancia de maíz lleva siempre una marcha EL MAÍZ Y LAS CRÍAS DE ANIMALES 437 paralela con la riqueza en ganado vacuno, sobre todo de las razas mejoradas, y en las de cerda y caballar. Asi, en los Estados del valle del Mississippi se en- cuentra la siguiente correspondencia. Producción en Número v,',,„«-ft ,i« Número 1883.— Bstados. maíz (chingas de vacas ¡.«^líL de caballos de 9 )ó arrobas.) de leche. ceraos. ^ muías. Alabama G.500,000 279,66S 1.2H6,3U 246,948 Mississippi... 6.000,000 274,829 1.177,296 259,342 Luisiana 3.600,000 162,649 573,S2l 204,288 Arkansas 7.500,000 257,752 1.550,636 264,184 Tennessce . . . . 16.000,000 313,742 2.127,966 452,895 Ohio 18.500,000 781,996 2.442,701 746,015 Illinois 51.000,000 900,984 4.010,47¿ 1.151,359 Missouri 49.000,000 674,561 4.0.s7,568 896,619 lowa 42.500,000 1.085,077 4.800,998 939,239 Kentucky 19.a)0,000 304,720 1.954,919 483,813 Indiana. 24.000,000 504,793 2.642,652 645,946 Kansas 43.000,000 526,933 2.103,725 598,018 Nebraska 25.500,000 255,544 1.786,383 309,711 312.100,000 6.323,252 30.545,446 7.198,377 El maíz, el cerdo, la vaca de leche y el caballo se completan para producir la mejor alimentación del hombre y el compañero de éste en sus faenas pacificas y sus ocupaciones guerreras. El maíz, el cereal más barato; el cerdo, la máquina de producción animal alimenticia más económica; la vaca de leche, que su- ministra el alimento más saludable en la leche y el de más energía en la carne; el caballo, el motor mecáni- co más sencillo y más al alcance del hombre primiti- vo : he aquí el gran papel que en la economía indus- trial de un pueblo que ha empezado á formarse con proporciones gigantescas, representa aquel grano. Tiene aún otra ventaja. Conduce á la organización natural de pueblos que empiezan. El maíz y el cerdo son industrias proletarias por su naturaleza. No satis- 438 ES CULTIVO FÁCIL PARA LOS PROLETARIOS facen la ambición del rico, pero si colman las esperan- zas del pobre. El maíz se produce mejor en terrenos primitivos de los que el bosque acaba de pasar, que en las tierras fuertemente removidas por el arado y bo- nificadas con costosos abonos. La planta toma del aire • por medio de sus grandes hojas, la parte principal de su alimentación, así como sus raices, multiplicadas y poco profundas, sólo requieren una delgada capa vege- tal, que seria insuficiente para otras plantas más civi- lizadas pero que piden suelos proftmdos, como el cafó, el algodón, el añil, la viña y el tabaco. Todo en él es valor útil ; su tallo y sus hojas son un forraje de pri- mer orden para el ganado ; la cascara que envuelve la mazorca sirve para la fabricación de papel, y hasta la tusa ó carozo, desnuda ya de sus granos, conve- nientemente triturada, contiene aceites alimenticios para el cerdo y la vaca, y sustancias que sirven de abono á las tierras empobrecidas. El cerdo ama de preferencia el bosque antiguo y la vecindad de los pantanos, de donde ahuyenta las culebras y animales ponzoñosos, y extrae produccio- nes raras, que á las veces hacen también la delicia del hombre, como los hongos y las trufas. Obediente al sonido del cuerno, que anuncia la ración diaria de maíz, el cerdo distingue el toque peculiar de sus amos y no necesita cercas ni vallados para congregarse. Es la vanguardia del colonizador en los senos del bosque primitivo, y aunque tal vez calumniado por el árabe, — que le atribuyó ser el originador delalepra en la raza humana, y condenado por judío á ser el receptor del espíritu maligno, — el siglo xix y el pueblo Amen- EL MAÍZ Y EL CERDO 439 cano del Norte le han hecho una justicia acaso tardía. Está aún por escribir la historia de esta raza animal, y de su influencia en la civilización humana; pero en ella debieran esclarecerse dos puntos esenciales. Es el primero que la edad cerduna tiene su límite in- traspasable en la aparición de otras industrias más adelantadas, incompatibles con la existencia de este animal sintomático de costumbres atrasadas y de poco gusto por el aseo. Y en segundo, averiguar positiva- mente su influencia en la producción de la lepra ó en la del cáncer. Desde que la cría de ganado vacuno ó lanar em- pieza á aparecer, así como cultivos agrícolas que exi- gen cuidados especiales, el cerdo es más bien un obs- táculo que un auxiliar, como ya se observa en no pocas partes de nuestro país. Su responsabilidad en la le- pra ó en el cáncer también merece estudiarse. En los Estados Unidos, en la India y en Antioquia, entre nosotros, no hay lepra, á pesar de la abundancia del cerdo ; pero el cáncer es una de las más frecuentes causas de abreviación de la vida del hombre. En No- ruega, en la India inglesa y en Santander, entre nosotros, no hay tal vez cáncer : pero hay lepra entre las poblaciones que manejan las piaras. Este régimen de producciones exige, como arriba indiqué, una gran distribución de la propiedad terri- torial entre propietarios pobres, comparativamente hablando. De los datos publicados por la Oficina de Agricultura de Washington en los años de 1879 á 1887 he compilado el cuadro siguiente, que expresa el nú- mero de haciendas ó posesiones, la extensión total del 440 OUGAXIZACION AGRARIA DEL VAIXE suelo apropiado y el término medio de la superficie de cada hacienda, en los Estados del valle del Mississippi. Número de i7..,«„«: •.„ •«•«i ,i« Término medio Estados. haciendas ó ^V,. h«o¡i«HÍ de cada propiedades. ^^' haciendas hacienda. Alabama 136,000 12.200,000 fanegs. 90 fanegs. Mississippi... 102,000 10.000,000 — 100 — Luisiana... . 48,000 5.0(K),000 — 105 — Arkansas.... 94,000 7.200,000 — 75 — Tennessee . . . 166,()0e 12.000,000 — 72 — Kentucky.... 167,000 13.000,000 — 78 — Ohio 247,000 15.000,000 — 60 - Indiana 194,000 12.000,000 — 61 — Illinois 256,000 19.0(ÍO,000 — 75 — lowa 185,000 15.000,000 — 81 — Missouri 216,000 17.000,000 — 80 — Kansas 139,000 13.000,000 — 94 — Nebraska.... 63,000 6.000,000 — 93 — 2.013,000 156.400,000 78 No es, pues, esta la propiedad parcelaria de Fran- cia, ni menos la propiedad en grande de Inglaterra, sino un término equitativo entre la ruin condición á que la propiedad de media ó de un cuarto de hectárea reduce al paisano francés ó al arrendatario irlandés, y la magnificencia del aristócrata inglés, que prefiere criar venados á dejar vivir hombres en sus extensos dominios. Desde luego, los cultivos de agricultores pobres poco conocedores del clima y de las aptitudes especia- les del suelo, distíin todavía mucho de los espléndidos resultados que el cultivador belga ó el paisano del departamento del Norte, en Francia, sabe sacar de terrenos tal vez inferiores. Para eso se requiere la experiencia secular de padres á hijos transmitida en larga serie de generaciones á que todavía no pueden aspirar los nuevos inmigrantes que en gran parte han poblado esas regiones. Los resultados de esospri- VALOR DE SUS COSECHAS 441 meros ensayos son, sin embargo, sorprendentes, como puede verse en el cuadro siguiente compilado de las estadísticas publicadas por la Oficina de Agricultura y correspondientes al año 1886. Se refiere tan sólo á la producción de cereales, papas, heno, tabaco y algodón en el valle del Mississippi. Los cereales son tan sólo maíz, trigo y avena, pues la cebada, el sarra- ceno (huckwheat) y el centeno sólo figuran por muy pequeñas cantidades en los muy detallados informes de aquella Oficina. if«».,inc Fanegadas de Valor do las co- «T^JJ?*!?^^ ^«^***®^- sembradura. sechas. fanégadSi! Alabama (1) 3.300,000 53.000. 000 16 06 Mississippi... 2.900,000 56.000 000 19 30 Luisiana 1.130,000 28.000.000 24 78 Arkansas 2.2(X),(XX) 52.000.000 23 65 Tennessee 4.000,0íN) 5().000.rK)0 14 .. Kentucky 3.200,000 59.0(M).(X)0 18 45 Ohio 5.240,000 108.000.000 20 06 Indiana 5.6'X),000 99.00í).0C0 18.. Illionis 9.700,(KX) 146.000.000 15 .. lowa 9.4ÍK),0 0 94 Kansas.. . 18 38 1 12 24 25 1 \7\ Nebraska. . 19 18 1 26 25 59 1 37 Si á la diferencia nominal entre el precio de estos dos años agregamos la que pix)cede del descuento que en 1869 tenia el papel-moneda circulante, encontrare- mos que el alza de los jornales en veinte años alcanza á 50 por 100 : resultado que constituye la prueba más positiva del progreso de estos Estados, consistente en una distribución de los Valores creados más favorable á la clase proletaria. Y debe tenerse presente al pro- pio tiempo, que el valor de los víveres es menor hoy con jornales más altos : lo que constituye otra gran ventaja para el trabajador. Se notará también que los jornales contratados al mes, parecen más bajos que los que se contratan por dia, lo cual procede, proba- blemente, de que en el concierto mensual el trabaja- dor recibe alojamiento, quizás es menos duro el tra- bajo que se exige de él, y al propio tiempo le da con- diciones de seguridad de trabajo. En nuestro país puede computarse el término me- dio del jornal agrícola en 25 centavos al día (sin ali- mentos) en las tierras frías y 40 en las tierras calien- DISTRIBUCIÓN DE DIVERSAS RAZAS EN EL VALLE 449 tes. Sube hasta S 1 en estas últimas, y suele bajar á S 0-15 en las primeras. El jornal de la mujer vale co- munmente una tercera parte menos que el del hombre, y el de los niños, entre nueve y catorce años, la mitad. 3.** La distribución de la población del valle, se- gún su raza y procedencia, tenia las siguientes pro- porciones en 1880 : Población blanca Población Población blanca nativa. africana. extranjera. TOTAL 9,734 600,103 652,451 1.262,505 . . 10,350 210,066 581,181 802,525 . . 583,576 46,368 2.494,595 3.077,871 . . 144,178 39,228 1.794,995 1.978,301 261,650 9,516 1.353,449 1.024,615 110,086 43,107 842,903 996.096 59,517 271,451 1.317,722 1.648,690 . . 54,146 483,655 402,145 939,496 i. . 9,209 650,291 472,097 1.131,597 211,578 145,350 1.811,452 2.168,380 . . 97,414 2,385 352,003 452,402 . . 394,943 79,900 2.723,219 3.198,062 16,702 403,151 1.122,506 1.542,359 Estados. Alnbnma. Arkansas. Illinois. . Indiana. . lowa. . . Kansas. . Kentucky. Luisiana. Mississipp Missouri . Nebraska. Ohio. . . Tennesseo. Totales. . 1.963,083 2.978,247 15.921,318 20.822,899 Según este cuadro, en el valle del Mississippi había una décima parte de población extranjera, una sépti- ma de raza africana y algo más de cuatro quintas de pobladores americanos nativos ; pero la segunda ge- neración extranjera puede todavía considerarse como extranjera también ; es decir, puede contarse con más de cuatro millones de extranjeros, lo que reduce la población nativa á las dos terceras y eleva á otra ter- cera la parte de africanos y europeos. Y como al pre- sente es de suponerse que de los seis millones de in- migrantes venidos durante la última década, no me- nos de la mitad se han esta])lecido en el valle, puede calcularse en una población de treinta millones, seis r.K 50 PRODUCCIÓN DE RIQUEZA Ó siete de otras procedencias, es decir, la cuarta par- te. Este es un hecho de significación importante como más adelante veremos. Estas tres procedencias de población — americana, europea y africana — no están confundidas en un mis- mo territorio, sino separadas, por decirlo así, entre las tres partes del valle : el alto Mississippi, la parte media y la parte baja. En la primera vive de prefe- rencia la inmigración europea ; en la segunda, la po- blación americana, v en el Sur la raza africana. Del mismo modo están divididas las producciones : el tri- go, en la parte alta del valle ; el maíz y las crias de animales, en la parte media ; el algodón, el azúcar y otras producciones semitropicales, en la parte baja. La producción general de riqueza en los Estados Unidos se estima hoy en un guarismo de doce mil mi- llones de pesos (S 12,000.000,000) anuales, de los cua- les la mitad corresponde al valle del Mississippi y equi- vale á S 2ÍX) por cabeza de población; el más alto gra- do de bienestar á que ha podido llegar la especie hu- mana en uno de los lugares privilegiados déla tierra : por la más amplia satisfacción de las necesidades, la benignidad del clima, las mayores facilidades de loco- moción, las más grandes esperanzas para el porvenir y el régimen político que consulta mejor las aspiracio- nes más profundas del individuo y de la sociedad. Tres hombres han contribuido poderosamente á la prosperidad maravillosa de este valle: Eli Wihtney, inventor del cotton-giiif la máquina de desmotar el algodón ; Robert Fulton, de la aplicación del vapor á AUTORES DE ESA PROSPERIDAD 451 la navegación de los ríos, y Mac-Corniick, el perfec- cionador de la máquina de segar el trigo. La cápsula del algodón contiene dos terceras partes de su peso en pepita ó semilla fuertemente adherida á la fibra, y la operación de separarlas es tan difícil, que un hombre podía á lo más limpiar una libra de algodón en un día; de suerte que para la producción actual de los Estados Unidos, de 3,200.000,000 de li- bras por año, hubiera sido necesario el empleo ince- sante de 10.000,000 de trabajadores en esta sola ope- ración. Se comprende, pues, que la producción de este artículo hubiera sido en extremo limitada y á precios que no habrían sido menores de 60 á 80 centavos por libra. VVihtney resolvió el problema en 1793 constru- yendo una máquina que, con el trabo jo de un hombre, podía dar tres quintales de algodón limpio en el día, con lo cual 30,000 obreros pueden ejecutar la tarea que antes hubiera requerido 10.000,000. La industria algodonera del mundo, que hoy em- plea más de 45.000,000 de quintales de fibra por un valor de $ 500.000,000 anuales, aumentado á más del doble en los diversos tejidos, y que da sustento á poco menos de 20.000,000 de seres humanos, debe no poca parte de su progreso á esa sencilla invención. La navegación de los ríos, á la subida, hu])iera sido punto menos que imposible para los efectos comer- ciales sin la fecunda producción del genio de Fulton. Para remontar en nuestro Magdalena en un champán de cien cargas, ii ocho teneladas de flete, se reí¡uerían diez y seis bogas y un patrón, y se navegaba á razón 452 PROGRESO DE LA NAVEGACIÓN POR VAPOR de cuatro leguas por día. El flete era de S 16 por car- ga, ó $ 125 por tonelada en una distancia de doscien- tas leguas y en cincuenta días de navegación, en las circunstancias más favorables. Para remontar desde Nueva Orleáns hasta Cincin- nati en una distancia de cuatrocientas ochenta leguas, suponiendo velocidad y gasto igual, se hubieran ne- cesitado ciento veinte días de viaje y un flete de $ 300 por tonelada. El vapor cambió por entero estas condiciones de locomoción. En 1881 se hizo un viaje en vapor de Nueva Orleáns á Cincinnati en cinco días doce horas, es decir, á razón de ochenta y siete leguas por día : velocidad tres veces mayor que la de nuestros vapo- res del Magdalena en la actualidad, y veintidós veces mayor que la de los antiguos champanes. Es de supo- ner que se navega allí de día y de noche. La distancia de Nueva Orleáns á Luisville (en Kentucky) es de 1,382 millas, ó 460 J leguas, y el pro- greso en rapidez, obtenido con los perfeccionamien- tos introducidos en las máquinas de los buques, ha sido el siguiente : En 1817, año del primer viaje, se empleaban 25 dias, 2 horas. En 1819 20 días, 4 horas. En 1828 18 id. 10 id. En 1834 8 id. 4 id. En 1858 4 id. 19 id. La navegación de subida ha alcanzado , de consi- guiente, una rapidez general de cuatro y media leguas por hora. Á esta rata debiera emplearse de Barran- LA SEGADORA MAC-CORMICK 453 quilla á Honda en viaje de subida menos de dos días, es decir, un día veinte horas; pero todavía se em- plean de siete á nueve días. Á pesar de la competencia de varias lineas de fe- rrocarril paralelas al Mississippi, este río sostiene mas de mil vapores en sus aguas, no pocos de los cuales tienen capacidad para más de quinientas toneladas de flete, ó sea cuatro mil cargas de las nuestras; y suntuosas comodidades para los pasajeros. La segadora perfeccionada, instrumento que, movido por uno ó dos caballos y dirigido por un solo hombre puede reemplazar el trabajo de veinte y aun treinta, ha permitido también levantar las cosechas de trigo desde menos de 25.000,000 de cargas en 1&49, a 125.000,000 en 1887; y cosa de las dos terceras par- tes de este aumento pertenece al valle del Mississippi. La dificultad principal en la producción de este ce- real consistía en el gran número de brazos que exigía la operación de la siega en los meses de la cosecha, porque la espiga no podía permanecer en pie, una vez sazonada, sin sufrir deterioro con las lluvias del otoño y los hielos del invierno. Esta dificultad en un país en que los jornales son escasos y caros, era enorme, sobre todo para el efecto de sostener la competencia con otros países en donde también se produce trigo en abundancia en tierras fértiles y baratas, y con bra- zos que sólo cuestan de la mitad á la décima parte de lo que en los Estados Unidos. Estos países son : Ru- sia, la India inglesa, Australia, la República Argen- tina V Chile. 454 CONSUMO DE TRIGO EX EL MUNDO El consumo de trigo en el mundo se calcula en 600.000,ÍK)0 de cargas de á 240 libras (75.000,000 de toneladas), y la producción se distribuye asi : Europa 300.000,000 de cargas. 50 por 100 Estados Unidos. 120.000,000 de id. 20 por 100 India inglesa. . 65.000,000 de id. 11 por 100 Resto del mundo 115.000,000 de id. 19 por 100 Totales. . . 600. 000,000 de cargas .ToOpor 100 Los principales productores, no especificados en el cuadro anterior, son los siguientes : Francia 61.000,000 de cargas. Rusia 58.000,000 — Italia 32.000,000 — España 30.000,000 — Autria-Hungria 30.000,000 — Alemania 24.000,000 — Inglaterra 16.000,000 — Australia 10.000,000 — República Argentina (1887j. 5.000,000 — Chile 3.000,000 . — El consumo de cereales varia en las diversas partes de la tierra. Europa y Australia prefieren el trigo; Asia y Polinesia el arroz ; América y África el maiz. Empero, Europa solo produce algo más de las dos terceras partes del trigo que consume y la deficien- cia de Hü.OODjO.K) de cargas se colma con las impor- taciones de la América del Norte, la India, la Argen- tina, Chile, la Colonia inglesa del Cabo en África, A rgel y Egipto, países cuya competencia tienen que sostener los Estados Unidos. En esa competencia tio nen la ventaja de jornales mucho más baratos la In- EL ACEITE DE SEMILLAS DE ALGODOX 45.") dia, Argel y Egipto; pero en ella, á pesar de la mayor distancia respecto de Rusia y los pueblos africanos, han triunfado aquéllos, á merced de la economía que les proporciona la segadora mecánica principalmente. Los Estados Unidos venden en Europa la mitad del trigo extranjero que ésta consume ; es decir, 40.000,000 de cargas anuales por término medio. La India envía 10.000,000 La Argentina 2.500,000 Australia 1.600,000 De toda esta concurrencia la mas temible para los Estados Unidos es la de la Argentina, país nuevo con territorio extensísimo, á propósito para la producción de cereales, con una inmigración de 200,0(0 perso- nas al año, que promete extenderse á guarismos ma- yores, y con un espíritu de empresa que rivaliza casi ya la afamada actividad de losyaíifcees. Ignoro á quién se debe la invención de otro pro- ducto que ha contribuido a reanimar poderosamente la producción de algodón : el aceite extraído de las semillas de éste. Treinta y dos millones de quintales de algodón de- jaban un residuo de sesenta y cuatro millones de quintales de pepita, de la que no se sabía qué hacer, pues formaba montones inmensos cuya descomposi- ción viciaba el aire y engendraba enfermedades terri- bles : era algo parecido, pero en escala mayor, á la basura de las cocinas ó á la pizca (1) de los estanques (1) La pizcdy IIam:i(Ia así en nuestro país, es el i'osiduo de la rama d<»l añil después de macerado en los estanques. En- gendra nubes de moscos y da mal olor. 456 TRABAJOS NUEVOS EN PROYECTO de añil. Recientemente se ha descubierto que expri- mido en prensa produce un aceite que puede servir para el alumbrado, para lubrificarlas máquinas, para reemplazar en la alimentación humana el aceite de olivas, y para fabricar un tocino artificial. Esta nueva producción representa hoy un valor de cien millones de pesos anuales : es decir, 40 por 100 de aumento sobre el valor de la cosecha de algodón. El residuo de las semillas se prepara en tortas que constituyen un alimento excelente para el ganado ; y lo que en esta forma no puede utilizarse, es un abono de muy buena clase para las tierras de labor. En este privilegiado valle se preparan para el por- venir mejoras de carácter colosal. En primer lugar la apertura de la barra de las bocas del rio, unida al trabajo incesante de la construcción de diques en las orillas para prevenir las inundacio- nes, hará cultivables y habitables muchas tierras de superior calidad, que hoy no lo son. El Estado de Lui- siana lleva gastados en esta última tarea más de ciento cincuenta millones de pesos ; y aunque la con- clusión de la obra exigirá tal vez trescientos ó cuatro- cientos millones de pesos más, no hay motivo para juzgar que no se hará. Como complemento de ese trabajo se proyecta otro más gigantesco aún; lo construcción de lagos artifi- ciales en lugares convenientes en la parte alta de los ríos, destinados á recoger el agua de las grandes cre- cidas que supere á la capacidad natural del lecho de aquéllos. Asi se evitarán las inundaciones en la parte PROVISIÓN DE AGUAS PARA LA AGRICULTURA 457 baja, se crearán depósitos de agua para el regadio de los campos inmediatos, y para amnentar el canal na vegable en los fuertes veranos. Este proyecto no tiene precedente en los anales de la civilización moderna, y sus resultados sobrepujarán las más ideales previsiones del genio humano. Con él que- darían asegurados los trabajos de los diques laterales, saneadas las tierras pantanosas ó anegadizas, prolonga- da la navegación hacia la parte alta de los ríos, y des- truido uno de los principales peligros ú obstáculos para la colonización de todo el valle, que es el de las gran- des inundaciones en esos ríos de poderosa corriente. No es éste el único. En la vasta extensión com- prendida entre el Missouri, los montes Rocallosos y las montañas de Nevada, reinan veranos prolongados y una escasez de aguas tan notable, que esa región ha recibido el nombre de Desierto Americano. Esta circunstancia, sin embargo, no ha detenido el empuje irresistible de ese pueblo colonizador. La escasez de aguas es combatida — hasta ahora al parecer con buen suceso — con la apertura de pozos artesianos, aljibes en grande escala y la formación de grandes represas para acopiar las aguas lluvias en los lugares en que los pliegues del suelo se prestan á la formación de grandes concavidades. Se espera, además, que los cultivos forestales favorezcan el aumento de las llu- vias ; pero en esta materia la experiencia empieza á sugerir dudas acerca de la acción de los bosques en la modificación del régimen de las aguas pluviales, El hecho es, sin embargo, que esa región desolada empieza á poblarse. 26 458 CONDICIONES FAVORABLES PARA EL PORVENIR El enemigo contra el cual no se ha encontrado hasta ahora defensa suficiente es la langosta, la cual tiene su centro de producción en la región intermedia entre los Montes Rocallosos y las montañas de Nevada, que corren paralelas al mar Pacífico. Este azote, que tanta devastación produce en África, al norte de la cordi- llera del Atlas, en Europa en toda la costa del Medi- terráneo, — y entre nosotros al sur de la laguna del Castigo, desde la trifurcación de los Andes en la región de los Pastos, hasta las orillas del Atlántico, — se ex- tiende por todo el norte del valle del Mississippi hasta la boca del Ohio, y causa la destrucción de cosechas por un valor hasta de doscientos millones de pesos anua- les ; pero ese azote es pasajero, y sus daños son á veces compensados con la mayor fertilidad que deja en los camj)OS visitados por ella. El bien y el mal suelen con frecuencia ser las dos caras de una misma medalla. Con excepción de los habitantes de la parte baja del rio, en la que existió durante medio siglo la escla- vitud, institución que dejó alli costumbres y senti- mientos de otro género, esa región ha sido colonizada y poblada desde un principio en medio de influencias del todo distintas á las que presidieron la formación de las naciones antiguas. Instituciones democráticas, igualdad política, libertad en todos los actos de la vida, tolerancia religiosa, distribución equitativa de la propiedad territorial, exención de servicio militar obligatorio, paz casi no interrumpida, comunicación fácil del pensamiento con el resto del mundo, escuelas populares gratuitas ; en fin, con la realización de los más altos ideales que la ciencia social ha seíialado ORIGEN VICIOSO DÉ LAS NACIONES ANTIGUAS 459 como meta á las aspiraciones del hombre. Aquí debe surgir un nuevo mundo en política, en religión, en formas sociales. En el resto del mundo haii presidido la conquista, la guen^a, el despotismo, la intolerancia, el aislamiento, el dogma impuesto por la fuerza, el monopolio, la restricción, la opresión de las multitu- des, el predominio de clases privilegiadas, el paupe- rismo hereditario, los rencores, las envidias y la de- gradación de los unos, el orgullo, la insolencia y la superioridad hereditaria de los otros. Inglaterra tiene en su origen político la huella de los cascos de los ca- ballos de la aristocracia normanda entronizada por Guillermo el Conquistador ; sobre el reino de Italia se extiende todavía la sombra del Poder temporal délos Papas, si no el terror que vibraba á los pasos de sus Emperadores ; en Francia subsiste aún el espíritu de lucha y de contradicción en que por tan largos siglos vivieron sus duques y condes ambiciosos ; el resplan- dor pasado de las hogueras de la inquisición perturba todavía el sueño y comprime el vuelo del pensamiento en el cerebro español ; la sombra ceñuda de Fe- lipe II se cierne aún en las alturas sobre los hogares tranquilos de Bélgica y Holanda ; para el alemán in- quieto no parece haber cesado la peregrinación gue- rrera de sus multitudes, emprendida hacia el occi- dente desde las cumbres del Asia Central ; sobre las estepas de Rusia se oye todavía la voz colérica de Iván el Terrible. En el valle del Mississippi no: salvo los restos del pasado que la herencia fisiológica de otras generaciones haya conservado en los organismos in- dividuales, la cuna de esas Repúblicas sólo ha sido 460 ESPECTATIVAS mecida por aires de libertad, democracia, reivindica- ción de los derechos del hombre : no del hombre inglés, ó del francés, del alemán ó del español, sino de la especie hmnana entera. Hasta los pobladores mismos de los Estados de la Costa Atlántica — los de Nueva York, Pensilvania, Maryland, New Jersey y Delaware — pudieron resentirse algún tanto del espíritu aristo- crático predominante en la madre patria durante dos siglos de sumisión á ésta ; los de los Estados del Sur del orgullo de raza que debió despertar en ellos la atmósfera de la esclavitud, que llegó á ser la idea dominante de su modo de ser social; pero los delMis- sissippi sólo tuvieron por pensamiento el trabajo de la tierra, la resolución de formar en cada familia una situación independiente por medio de la conquista pa- cifica de la naturaleza á impulso de la labor de sus brazos. Se puede esperar con confianza en que de allí brotará una sociedad enteramente distinta al través de los siglos, cuando á fuerza de selección sostenida durante diez ó más generaciones, esos principios de su vida política actual, se hayan consolidado profunda mente en el óvulo de las generaciones futuras. CAPITULO XXVI DE NUEVA ORLEÁNS Á SAN LUIS El carro do camas (sleeping-car). — Conversación con un clé- rigo protestante. — Estado del Mississippi. — Sus produccio- nes, riqueza y población. — Ijis maderas. — Necesidad de dar protección á los bosques. — El Estado de Tennessee. — Sus producciones, riqueza y población. — El Estado de Ken- tucky. — Producciones, riqueza y población. — El pasto azul. — Cambio de climas, producciones y estado de civilización á medida que se viaja de sur á norte. — Llegada á la boca del Ohio. — Paso del Ohio. — El valle de este río. — Llegada á San Luis. En Nueva Orleáns tomaron mis compañeros colom- bianos el tren directo hacia Nueva York : yo quedé acompañado tan sólo por uno de mis hijos para seguir á San Luis. Empezaba á oscurecer cuando salimos de la estación del ferrocarril : la lomotora se lanzó por la orilla izquierda ú oriental del Mississippi hacia el norte : pronto dejamos atrás las últimas casas de la ciudad, v con ellas los últimos vestigios de civiliza- ción, pues en esa parte el terreno se estrecha entre el río, las ciénagas y el lago Pontchartrain. Tan sólo cabanas miserables habitadas por gente de color, pe- queñas sementeras de maíz y puestos de pescadores alcancan á descubrirse á uno y otro lado de la vía. Las sombras de la noche se hacen más y más espesas: 26. 462 EL CARRO DE CAMAS EN FERROCARRIL los sirvientes del tren encienden la lámpara de aceite colgada del techo del carro, y á esa luz empezamos á reconocer mejor la naturaleza del vehículo y los pasa- jeros en compañía de quienes debemos pasar la noche. El primero es un carro de camas (sleeping-car) de 15 a 16 varas de largo, 3í de ancho y 3 de alto, pro- visto de dos antesales : en una de ellas hay dos agua- maniles con los útiles necesarios para el aseo, un barril de agua con hielo y vasos para tomarla, y un excusa- do, delicadamente escondido en un rincón; en la otra cuatro pequeños sofás y una mesita que puede doblar- se sobre el costado del carro ó extenderse entre dos sofás, para cenar, jugar ajedrez ó dominó, etc. En un ángulo se abre un aparador en el que se ven botellas de diversos contenidos : brandy, vino tinto, cerveza, limonada con soda, agua de Vichy, galletas, cigarros y cigarrillos, que el sirviente ó empleado del tren nos dice esUin de venta á precios equitativos : también nos avisa que, en caso de desearlo, puede suministrarnos te ó café caliente y carnes frías. Allí se puede fumar cigarro también, siempre que no haya señoras y que se cuide de cerrar la puerta que comunica con el sa- lón, á fin de que no penetre á éste el humo. En el salón no hay señal alguna de camas, sino so- fás por los cuatro costados, en los cuales ha tomado asiento una veintena de personas de buen aspecto, entre ellas una señora y dos niños. Todas son caras serias, y no se cruza el más pequeño saludo entre los que no se conocen ; únicamente la señora da las gra- cias y dirige algunas palabras afectuosas á mi hijo, que ayuda á abrir la ventana, para gozar de aire fres- EL CARRO DE CAMAS 463 co, á uno de los niños. Las conversaciones empiezan en voz baja entre cada dos pasajeros, y oímos hablar inglés, francés, y otros idiomas desconocidos. Como la noche empieza á refrescarse algo más de lo necesa- rio, los pasajeros sacan sus sobretodos y se abrigan la cabeza unos con pañuelo de seda, otros con cachuchas de paño: los que están distantes de la señora cam- l)ian sus botines por pantuflas y se envuelven los pies y las piernas hasta la rodilla con mantas de paño grueso. Cada cual arregla á su lado un pequeño saco de noche, en el que van la camisa de dormir, las pan- tuflas, los peines, cepillos y jabón, una bufanda, cue- llos y puños limpios de camisa, un libro y algunos periódicos. Á las ocho de la noche empiezan á reclamar sus ca- mas los pasajeros : los criados se ocupan en desdoblar las tablas de los costados, las cuales forman dos hi- leras de lechos superpuestos, á distancia de una vara á lo menos la una de la otra, provistos de buenos col- chones, sábanas y almohadas perfectamente limpias, lavadas y planchadas las fundas todos los días, dos frazadas de lana y una sobrecama. Dos cortinas de género grueso de lana se desprenden del techo y cu- bren perfectamente cada departamento para dos per- sonas, dejando un espacio intermedio libre de casi un metro de anchura. Dentro del recinto asignado á las camas hay lugar para colocar con separación la ropa, el calzado y las piezas de vestido, y un cordón para llamar por medio de una campanilla al sirviente. El lecho tiene una vara de ancho á lo menos y es perfec- tamente cómodo. La señora lleva á sus niños al retre 464 CONVERSACIÓN CON UN CLKRIGO PROTESTANTE tre inmediato, vuelve con ellos, los introduce al lecho superior, en el que ajiida á desnudarlos, les hace re- zar una corta oración, les da su bendición y un ósculo en la frente, y despidiéndose con gracia y naturalidad perfecta de sus vecinos, por medio de una mera incli- nación de cabeza, se recoge en el lecho inferior. Los demás empiezan á seguir su ejemplo. Mi hijo y yo pasamos á la antesala á fumar un cigarro, y allí llega el conductor del tren, sujeto de aspecto respetable, que traba conversación con nosotros. Resulta ser un clérigo presbiteriano que, disgustado de la estrechez de los dogmas y disciplina de su religión, ha abando- nado su ministerio y desea buscar colocación como profesor de matemáticas en algún colegio de la Amé- rica española, para lo cual está estudiando el caste- llano : mientras tanto, ha tomado el empleo de con- ductor del tren, que le produce S 40 mensuales. Pri- mero nos compromete á repasarle su lección de caste- llano en la traducción y pronunciación, después nos conversa largamente acerca de las religiones en los Estados Unidos y nos da noticias minuciosas sobre la organización de las diversas sectas. Se queja del es- píritu intolerante y fanático de las más de ellas y opi- na que las religiones no debían ser vallas de separa- ción y antipatía entre los adeptos de sus diversas va- riedades, sino un vinculo común de unión y caridad entre todos los hombres, con tendencia liberal á fun- dirlas en una sola, reducida á la adoración de un Ser Omnipotente protector de la familia humana en todas las naciones y climas de la tierra, sin dogmas, miste- rios ni ritos especiales de naturaleza obligatoria, de EL MANTEO DE SANCHO Í&7> suerte que cada cual pueda practicar las que sean de su preferencia. Nuestro interlocutor parecía enseñado á velar toda la noche por razón de su oficio, pero ya eran, más de las once, y aunque la plática estaba interesante, el sueño nos rendía y sus palabras nos llegaban confu- sas y medio perdidas, como la conversación con un habitante de otro mundo : despedimonos de él y nos recogimos á nuestras camas. Parecíame que iba á dor- mir muy bien ; pero durante las dos ó tres primeras horas fué imposible. Al tomar la posición horizontal sentí el sangoloteo más estupendo : el trote de un ca- ballo de tiro montado en pelo, el manteo de Sancho Panza en la venta ó los corcovos de un ternero de año me parecieron movimientos acompasados en compa- ración del que ahora sentía. De trecho en trecho ve- nía un trueno en alas del huracán seguido de un fuer- te relámpago, producidos por trenes en direcciones opuestas sobre la doble carrilera de la linea. A veces parecía detenerse la marcha, y un empleado especial entraba al coche á anunciar en alta, rápida é ininteli- gible V02;, semejante á la trompeta del juicio final, la estación adonde llegábamos, las nuevas direcciones que allí podían tomar los viajeros y el número de mi- nutos que permanecería detenido el tren. Al fin la naturaleza recobró su imperio, y aunque hubiese es- tado convertido en taco del cañón inventado por Julio Verne, para hacer viaje de la tierra á la luna, hubiera dormido en el tránsito á nuestro satélite : al fin me dormí hasta las seis de la mañana, hora en que los golpes de un tam-tam anunciaron la de levantarse 466 ESTADO DEL MISSISSIPPÍ en la disciplina del tren. Vestí me aprisa y volví á tomar puesto al frente de la 7?ntana para contem- plar el paisaje é informarme del lugar en que está- bamos. Habíamos salido ya de los limites del Estado de Luisiana y nos encontrábamos en el de Mississippi. El territorio de éste fué empezado á poblar entre 1790 y 1800; en este último año contaba tan sólo 8,850 ha- bitantes; pero en 1880 tenía 1.131,597, y en la actua- lidad puede cacularse que no baja de 1.400,000. Su riqueza general, es decir, sus valores cambiables, montaban en 1880 á $ 354.000,000. Sus principales producciones fueron, en 1887, 4.536,000 quintales de algodón, estimados (á $ 8-30 quintal) en $37.654,000; 6.400,000 cargas de maíz, evaluadas, á S 2-36 carga, en $ 15.049,000, y $ 2.121,000 en avena. Como tenía 3.801,000 marranos y más de 700,000 cabezas de ga- nado vacuno, podrá obtener más de S 8.000,000 anua- les de la matanza de los primeros y más de S 4.000,000 de la leche, carne y cueros de los últimos. Tiene 47,156 millas cuadradas de superficie, lo que le da unas 90 leguas de largo de norte á sur, por 60 de an- cho de este á oeste. Su costado occidental está baña" do por el Mississippi ; por el sur toca en el golfo de Méjico; por el lado oriental deslinda con el Estado de Alabama, y por el norte con el de Tennessee. Todo su territorio es una llanura ligeramente ondulada, re- gada por los ríos Yazoo y Perla. Un 65 por 100 de su población es de raza africana, y, como se ha visto, sus producciones son puramente agrícolas, de naturaleza ASPECTO UEL SUELO 467 semitropical, pues está incluido entre los grados 30 y 35 de latitud norte, en los que las temperaturas me- dias, máxima y minima son 27® centígrados en julio y 12** en enero. Su territorio — aluvial en su mayor parte, pues parece haber sido formado por los depósi- tos del Mississippi, — es en extremo fértil. El aspecto del país, aunque no diversificado por montañas, presenta cuatro formas distintas : tierras pantanosas : tierras altas, secas ; bosques, y praderas onduladas. Las primeras, formadas por los derrames del Mississippi y de sus tributarios, están en lo general incultas, y, como se puede comprender, el ferroca- rril se aparta de ellas todo lo posible ; pero se alcan- zan á ver á distancia. Las tierras altas forman gran- des llanuras cortadas á trechos por colinas aisladas, de 50 á 100 metros de altura sobre el nivel de los ríos, son fértiles, de clima sano, en ellas están establecidos la mayor parte de los cultivos, y esta es la sección más rica del Estado. La región de los bosques se ex- tiende ordinariamente á uno y otro lado de las co- rrientes de agua, y constituye en éste, como en todos los Estados de la Unión, una de las grandes fuentes de prosperidad para el país. Las praderas son terre- nos llanos, con ondulaciones semejantes á las del mar, en donde á cada 200 metros ocurre una prominencia hasta de 10 de altura, con una base de 50 á 80 de an- cho. Esta formación es muy hermosa á la vista ; gene- ralmente está cubierta de pastos naturales y es utili- zada para crías de ganado. Llamaron particularmente mi atención los bosques que atravesábamos. Situados en una llanura nivelida. 468 LOS BOSQUES Y SUS PRODUCTOS á la orilla de un ferrocarril ó de un rio, compuestos de grandes árboles de maderas industriales casi todos, se comprende que ésta es una de las riquezas natura- es á que deben los Estados Unidos su rápido desen- volvimiento. Ya no tiene uno dificultad para creer que el valor de las maderas extraído anualmente de los bosques pase de S 500 á 600 millones, ni que las manufacturas de este artículo aumenten ese guaris- mo á valores de otro tanto. Se me llamó la atención á una estadística publicada en 1885 sobre la importan- cia de las manufacturas de madera, de la cual tomo el siguiente extracto : Valor do la Del articulo Artículos materia prima. fabricado. Herramientas de agricultura. . . . $31.531,000 $68.646,000 Empaques de mercancías 7.674,000 12.687,000 Carros para ferrocarriles, tranvías y reparaciones de éstos 19,780,000 27.997,000 Carros y carruajes para caminos ordinarios 30.597,000 64.951,000 Ataúdes 3.776,000 8.157,000 Barriles y toneles 18.332,000 33.714,0íK) Muebles domésticos 35.860,000 77.845,000 Espejos y marcos para pinturas. . 4.831,000 9.596,000 Fósforos de luz 4.298,000 4.668,000 Órganos y pianos 7.975,000 18.400,000 Puertas y ventanas 20.790,000 36.621,000 Buques, etc 19.736,(X)0 36.800,000 Ruedas para maquinaria 6 703,000 18.892,000 Con los artículos aquí omitidos los totales son 211.883,000 418.974,000 Y no figuran las sumas invertidas en construcción de edificios, ni en cercas de propiedades, ni en travie- sas de ferrocarriles, que pueden importar un 50 por 100 más, pues la edificación de madera es muy general. PRECAUCIONES CONTRA LA TALA INÚTIL 469 Siendo, como es, tan abundante la de buena cali- dad, situada como está en lugares llanos á orillas de los ríos ó en bosques atravesados por ferrocarriles, su extracción y preparación es en extremo fácil y los precios á que se puede vender en todas partes en ex- tremo módicos. Resultó de esta comodidad una explo- tación excesiva y con mucho superior á las necesida- des de los consumidores ; es decir, una inútil destruc- ción de muchos bosques, cuya falta debería notarse al aumentar la población del país ; pero afortunada- damente el mal fué notado á tiempo, la prensa tomó á su cargo la defensa de ese interós del porvenir, y tanto el nacional como los gobiernos de los Estados empezaron á legislar sobre el asunto con la más bené- fica influencia. No sólo ha parado la tala estúpida de ellos, sino que su repoblación y la creación de otros, en el erial que se extendía al oeste de los Montes Rocallosos, ha principiado con el ardor que l»s ame- ricanos muestran en todas sus empresas. En casi todos los Estados se han organizado cuerpos de guar- dabosques, el corte de éstos ha sido sometido á re- glas de prudencia, y se procura propagar las mejores familias de árboles, tanto indígenas como exóticos, en las nuevas plantaciones. Hoy se estima que de la superficie total del territorio, un 26 por 100 (más de 96,000 leguas cuadradas) está cubierto de bosque; un 16 por 100 (64,000 leguas cuadradas) cultivado; y un 58 por 100 (240,000 leguas) erial ú ocupado por ríos, lagos, ciénagas y poblaciones. Materia es esta que exige la más seria atención en nuestro país, pues nuestros bosques están ya en ex- 27 470 MAL ESTADO DE LOS BOSQUES EN COLOMBIA tremo retirados de las poblaciones, y la escasez de maderas se siente como una grave diítcultad para la edificación de casas y para la construcción de cercas en los trabajos del campo, á causa de su precio exce- sivo; dificultad que restringe el crecimiento y pro- greso de las poblaciones, obliga á las familias á vivir en casas viejas, semiarruinadas, sin comodidad ni be- lleza, y mantiene costumbres semisalvajes de mugre y desaseo. Pero no es esta quizá la peor de las consecuencias: la falta de bosques agota el agua de las vertientes, imposibilita el riego de los campos é impide el des- arrollo de las crias de ganado haciéndolo usar aguas corrompidas, lo que origina graves enfermedades, transmitidas lueiro al hombre en la leche v en las cíir- nes cargadas de gérmenes morbosos. No temeré decir que estos efectos se sienten ya en Bogotá mismo y en todos lo^ pueblos de tierra caliente situados al deiTe - dor, en donde este ramo del servicio público ha sido mirado con supremo descuido. La linea del ferrocarril en que viajábamos debió de ser trazada con el objeto de abrir á la colonización terrenos inocupados. No se veían en él campos muy cultivados, ni poblaciones inmediatas, ni buenas man- siones rurales. Casas de madera de triste aspecto, cer- cas mal conservadas, hechas de troncos v raices de árboles recién arrancados, ganados escasos, de me- diana calidad, y en general, pocas señales de pro- greso. Quizás también la época del año (principios do mayo) no era todavía á propósito para v.r campos ESTADO DE TENNSSSBB 471 cultivados, pues apenas empezaban á brotar las plan- tas con los primeros calores de la primavera. Mejor aspecto presentó el Estado de Tenessee, en los limites del cual penetramos pasado medio día. El territorio de éste se extiende de occidente á oriente en linea de más de 190 leguas por cosa de 30 de anchura de norte á sur. Tiene por limites: el Mississippi, al occidente ; las dos Carolinas y Geor- gia, al oriente ; Kentucky al norte, y Alabama y Mis- sissippi (el Estado) al sur. Está cruzado por los Apa- laches en línea NO. y tiene minas de hierro y carbón que empiezan á ser explotadas. Formado por cesiones del territorio de Georgia y la Carolina del Sur, y por parte del suelo de la antigua Luisiana, tenia 35,000 habitantes en 1790, y fué admitido al rango de Estado en 1796. Su población alcanzaba en 1880 á 1.542,359, y llegará en el día á muy cerca de 2.000,000. El ava- lúo de su propiedad mueble é inmueble subía en 1880 á S 705.000,000 ; es decir, S 458 por cabeza de po- blación. Sus principales producciones en 1886 consistían en Maíz. . . 18.500,000 cargas, avaluadas, á$ 1 .00 cada una, en 99.1^,000 Trigo.. . 2.006,0;» — — áS 3.16 — on 6.238,000 Avena, . 1.980,000 — - á« 1.28 - en 2.534,000 Tabaco.. 317,60a quintales - á$ 6 » ~ en 1.905,000 Algodón. 1.448,900 — — á$ 8.20 — en 11.881,000 Heno.. . 279,487 tonoladas — á$ 11.25 — en 3.144,000 Papas. . 631,000 cargas — á$ 1.68 — en 1.063,000 El valor de las cosechas subió á más de 56.000,000 en el año expresado. Como fuentes de producción animal contaba en el mismo año con más de 800,000 cabezas de ganado 472 ESPECIALIDADES DE ESTE ESTADO vacuno y más de 500,000 caballos y muías. Se dice que es una de las especialidades de los tres Estados de Teniiessee, Kentucky y Missouri, situados en el centro del territorio americano, comprar los terneros y po- tros nacidos en Tejas y demás Estados del Sur, en dehesas de calidad inferior, y levantarlos en los me- jores pastos que proporciona el. suelo montañoso, y por consiguiente más húmedo de su territorio. Ade- más, el cruzamiento de los ganados de razas primiti- vas con las mejoradas procedentes de Europa , se practica en aquellos tres Estados en grande escala. Tennessee es uno de los Estados intermedios entre la esclavitud y la libertad de los Estados Unidos, y su posesión y dominación en favor de la causa de la liber- tad, fué uno de los hechos que ayudó poderosamente á decidir la victoria por la Unión en la guerra civil de 1861 á 18G5. Á este resultado contribuyó Mr. Johnson, antiguo partidario del Sur, quien juzgó preferible la conservación de la Unión á la de la esclavitud, y esto le valió la vicep residencia en 18G5. Del millón v medio de habitantes de Tennessee en 1880 sólo 403,000, es decir, un 25 por 100 pertenecía á la raza africana, lo que explica el más rápido pro- greso en industria y riqueza de este Estado, asi como de los de Kentucky y Missouri, comparados con los Estados del Sur, en donde predomina la negra sobre la blanca. De Tennessee pasamos en la misma tarde al Estado de Kentucky, cuyo rincón occidental solamente atra- vesamos. ESTADO DE KENTUCKY 473 Formado de una desmembración del de Virginia, tenía ya 73,000 habitantes cuando fué admitido al rango de Estado en 1792 ; su población aumentó rá- pidamente con la inmigración de plantadores blancos de otros Estados, y en seguida los dueños de esclavos de la vecindad empezaron á llevar éstos para vender- los en las grandes haciendas de tabaco, que, con las crias de ganados vacuno y caballar, forman las prin- pales industrias de esta sección. En ella como en Tennessee y Missouri, principió, pues, la lucha sorda entre las dos formas de constitución social que origi- naron el irrepresihle conflicto j sometido al fín á la so- lución de la espada. Con 1.648,190 habitantes en 1880, sólo tenía 271,451 de color oscuro, es decir, menos de 20 por 100, y sin embargo, era tal la influencia que la riqueza superior concedía á los dueños de esclavos, que, sin el poderoso auxilio de las fuerzas del Norte, Kentuckv se hubiera adherido decididamente á la Confederación del Sur en los proyectos de secesión. Es este un Estado poderoso en todo sentido. Su riqueza general asciende á $ 902.000,000 ($ 553 de capital acumulado por cabeza de población), que se forma con los siguientes artículos principales de pro- ducción anual (1886) : Maíz, cargas : 22.000,000, avaluadas, á S 1.36 c/u, en $ 30.177,000 Trigo, fd. . . 3.100,000, id. ú $2M id., 8.931,000 Avena, id. . . 2.540,000, (d. á $ 1.28 id., 3.270,000 Tabaco,quin-) 1.939000, id. á$6... id., 11.634,000 tales. . . .) ' ' "da^s.^!"*^^.^"! 313,200, id. á $9.80 id., 3.069,000 474 EL PASTO AZUL La producción de sus labranzas subió á $ 59.134,000. Empero, su producción pecuaria tal vez sobrepuja á la de sus cultivos. Contaba en 1886, caballos y muías. . 553,000 Id. id. ganisido vacuno. • . 843,000 Id. Id. cerdos 1.718,000 La suavidad de sus climas de montaña y la feliz composición química de sus tierras ha dado origen á la formación de extensísimas praderías de pasto azul {blue gras8)y que es reputado como el mejor de los pastos naturales conocidos en el mundo, hasta el punto de que sin cuidados especiales de estabulación ni de variedad de alimentos preparados, la acción de esos pastos ha producido la mejor raza de caballos de los Estados Unidos, que — ^no en beHeza de formas ni tal vez en equilibro de proporciones, pero si en fuerza y agilidad-^pueden competir con el tipo árabe, y se venden para las carreras del circo á los más altos precios. Mil, y aun mil quinientos pesos, suele ser precio en partida de caballos de las crias afama- das, y veinte ó treinta mil el de algún vencedor en los circos de Lexington, de Frankfort y aun de Jerome Park en Nueva York, no son de rara ocurrencia. Kentucky da también, sin cruzamiento con razas ex- tranjeras, los más grandes bueyes y los marranos más colosales de toda la Unión. Natural es que esta acción del clima se haga notar también en la raza humana; y en efecto, es fama -en los Estados Unidos que los hombres de más robusta talla se encuentran en Kentucky : fenómeno curioso que en Colombia se observa en el valle de Neiva y en CAMBIO bE CLIMA 475 ios pueblos del sur de Antioquia; en Chile, en la Pa- tagonia, y en Europai en los Balkanes, principal- mente en Montenegro, según recuerdo haber leído. Todo el viaje lo hemos hecho desde Nueva Orleáns caminando hacia el norte. Luisiaha está comprendi- do entre los grados 30* y 32 | ; Mississippi, entre 32 y 35 ; Tennessee, entre 35 y 36 J ; Kentucky, entre 36 y 38 ;. Aquí se siente ya notablemente la diferencia de climas, tanto por la latitud como por la altura sobre el nivel del mar. En Nueva Orleáns vimos subir el termómetro á la sombra hasta ios 34^ del centígrado ; •ai atravesar el Kentuclcy tuvimos que echar mano al sobretodo : la temperatura había bajado á 18*. La temperatura media del año entre los calores del vera- no y los fríos del invierno es de 20 J** centígrados en Luisiana, 17,60* en Mississippi) 14,30* en Tennessee y 13,20* en Kentuclcy. Y esto explica la diferencia de producciones. La principal de Luisiana es el azúcar de caña; de Mississippi el algodón; las de Tennessee son variadas entre el maíz, el algodón, la avena y el trigo, como temperatura de transición ; las principales de Kentucky, el tabaco y el maíz; principia á produ- cirse el trigo desde Tennessee, pero ya no se cose- chan ni la caña dulce ni el algodón ; en cambio si se empieza á sembrar papas, trigo y cebada (1), — EU maíz es planta cosmopolita ^ue se acomoda á todas (1) En nuestras tierras templadas se obtienen también pro- ducciones de las tierras frías. Yo he visto trigo en la hacienda dol Cacarjual, cerca de La Mesa, á menos de 1,200 metros sobre el nivel del mar. Y en Ocaña, á 920 metros de altura, vi en terreno contiguo á orillas del río del Algodonal, planta- ciones de papas, caóa dulce y plátanos. 476 EL PASO DEL OHIO las temperaturas, y es probable que algunas otras, como la papa, y aun algunos forrajes, sean suscepti- bles de aclimatación paulatina en temperaturas muy variadas. En Kentucky y Tennessee empiezan á trabajarse con buen éxito minas de hierro y carbón y á fundarse fábricas de tejidos de algodón y de lana. Como se ha experimentado que esos trabajos pueden ser desempe- ñados por brazos de raza africana, remunerados con salarios menores que los exigidos por los blancos, se espera un brillante resultado para esas empresas, de las cuales surgirá otro no menos importante á mi ver : acercar las distancias entre las dos razas y extender en la práctica la fusión de ellas. El tren llegó á eso de las tres de la tarde al ángulo formado por el Mississippi y el Ohio, que reúnen sus aguas al frente de la ciudad de Cairo, en la orilla de- recha ó norte de este último río. Aquí se nos presentó un espectáculo de esos que causan sorpresa al euro- peo mismo, y que en el americano del sur deben des- pertarla mayor : el paso de un tren embarcado en un vapor del uno al otro lado del rio. Debíamos atra- vesar el Ohio, que en esta parte tiene de 500 á 600 metros de anchura : la construcción de un puente exi- giría de ocho á diez millones de pesos, gasto que toda- vía no autorizan los productos de línea férrea ; pero el americano, fecundo en recursos y animoso en sus empresas, lo ha reemplazado con un medio mucho más económico. Los rieles van descendiendo hasta un muelle flotante de madera levantado en la orilla EL FERROCARRIL EN VAPOR 477 del rio á la altura del puente de un gran vapor : en éste se prolongan los rieles en el número de paralelas necesario para admitir la locomotora y los carros : la locomotora penetra por una de las carrileras arras- trando los primeros carros, regresa á reculones por la paralela siguiente para traer otros, y asi sucesiva- mente, hasta que todos quedan colocados. De 600 á 800 toneladas, peso de una locomotora con 15 ó 20 carros cargados, entran asi á un gran vapor de mil ó más toneladas de porte, provisto de dos ó cuatro máquinas con sus respectivas altísimas chimeneas pintadas de 9 rojo y blanco. Estas arrojan torrentes de humo negro : luego el pito de las válvulas, el golpe de los cilindros y el movimiento de las ruedas del vapor producen ruidos enormes, semejantes á la respiración anhelante de un leviatán, ya como el formidable baladro de al- gún montruo antediluviano. Entre torrentes de llama y humo, silbidos, gritos enronquecidos y remolino de las olas, se mueve lentamente el vapor hacia el lado opuesto, en donde un aparato igual lo recibe y ofrece medios igualmente fáciles para la descarga y la conti* nuación del viaje ; operaciones para las que basta me- nos de una hora de trabajo : la locomotora da su grito de triunfo en la cabeza del tren, y á esta señal conti- núa el viaje. Los pasajeros no han necesitado moverse de sus asientos en el coche, y esta operación, que pa- reciera imposible, se ha llevado á cabo con más faci- lidad que la de verificar en una canoa el paso de un rio dos ó tres pasajeros. 27. 478 EL OHIO EL OHIO Este rio tiene una importancia capital en los Esta- dos Unidos, sólo superada por el Mississippi. Su ex- tensión, de unas 300 leguas, es un poco menor que la de nuestro Magdalena ; pero la anchura de su valle es más que doble de la del nuestro, de suerte que ocupa algo más de 200,000 millas cuadradras (cerca de vein- ticinco mil leguas). Está dividido en partes desiguales entre los siete Estados de Pensilvania, Virginia Oc- cidental, Ohio, Illinois, Indiana, Kentucky y Tennes- see, y poblado en la actualidad por cerca de dieciséis millones de habitantes. Riegan este gran territorio, aparte del Ohio mismo, sus grandes tributarios: el AUeghanie y el Monongahela, que son sus dos brazos superiores, procedentes del norte y del sur de la gran cadena de los Apalaches ; el Cumberland, el Tennessee, el Wabash, el Miami y otros de menor importancia. Como sus vertientes se encuentran en cumbres de poca elevación, su descenso es suave y sus corrientes no pasan ordinariamente de dos ó tres millas por hora. A pesar de que el área cuyas aguas recoge es doble de la de nuestro valle magdalenense, me pareció in- ferior el caudal de sus aguas al de nuestro río entre Tacaloa y Barranquilla ; k) que parece indicar que es mayor la precipitación de lluvia entre nosotros. El valor territorial y mueble ó circulante de ese valle alcanzaba á doce mil quinientos millones de pe- sos (S 12,500.000,000) en 1880; pero en la actualidad VALLE DS ESTB RÍO 479 debe acercarse al doble, porque la riqueza general duplica en los Estados Unidos en períodos de me- nos de diez años en los Estados nuevos^ y en veinte aik>s en los antiguos y densamente poblados ; lo que quiere decir que los ahorros en la América del Norte equivalen anualmente á un 10 por 100 de los valores capitales. Esta acumulación inmensa se debe eh no pequeña parte á la inversión incesante de Gajpitales kigleses y holandeses en la construcción de ferroca- rriles, los cuales determinan un valor muchas veces mayor en las tierras baldías que atraviesan. Como esta. construcción de vías nuevas se hace á razón de tres á cinco mil leguas anualmente, se puede comprender cuánto será el aumento de valores en este solo capi- tulo. No menos magnitud debe tener la construcción de casas para la habitación de dos millones de habi- tantes con que anualmente aumenta en la actualidad la población de ese país. Calculando solamente á S iOO por persona el gasto de habitación, ó en $ 500 el de cada familia de cinoo habitantes, ese solo capital re- presentaría 200.000,000 de pesos anuales ; pero pro- bablemente, la realidad sobrepuja este cálculo, porque en sólo la ciudad de Nueva York oscila enti*e $ 28 y $ 30.000,000 por año el valor de las construccioaes y en Inglaterra se computa en $ 3fc0.000,000 anuales el de las de todo ei Reino ; guarismo que debe ser mucfaio más alto en los Estados Unidos, en donde el aumento de población es cuatro ó cinco veces mayor. Este valle e:^ inmeasamente rioo en minas de car- bón y ues, con la tranquilidad de los justos, tantonie- jor cnanto que todo movimiento y ruido había cesado y teníamos de la mala Rodieanteri G«9to8 d6 acu educios. 1,800 540 540 $ 9.350,000 400 250 20.000,000 ) 180 130 10.500,000 60.500,000 93 90 90 54 3.000,000 6.000,000 8.300,000 850,000 PAVIMENTOS DE LAS CAIXES 499 El piso de las calles, plazas y paseos públicos en- cierra hoy un gran número de condiciones ; pero las principales son las siguientes : Nivelación regular del plano de la ciudad, que fa- cilite el tránsito de vehículos de ruedas y dé salida fácil á los desagües. Solidez que evite la formación de nubes de polvo en los veranos, de fangales en los inviernos, y la des trucción de los conductos subterráneos de agua, gas y albañales al paso de los carros cargados. Material poco sonoro para evitar los ruidos des- agradables de los vehículos en las calles. Baratura y fácil reparación. Los materiales principalmeifte usados son : el Mac Adams, el empedrado, el adoquinado, la madera, el asfalto y las carrileras de hierro. El primero de éstos es ocasionado á nubes de polvo si no se le riega con frecuencia, y á hoyos y fangales, si la reparación no es incesante. Su conservación es, pues, muy costosa. El empedrado y el adoquinado si no se hacen con granito ó piedra muy dura, que no en todas partes se encuentra, son de poca duración, en extremo sonoros y gastan rápidamente, con vibraciones muy repetidas, los resortes y ensambles de los coches y los carros. También fatigan pronto los pies de los caballos. El asfalto es muy suave, embota los ruidos, prolonga la duración de los vehículos y de los animales ; pero es resbaloso en los inviernos para los pasajeros de á pie, y en algunos lugares costosísimo. Se le usa mez- clado con arena sobre lechos de cascajo apretado. 500 tranvías eléctricos Los adoquines de madera, humedecidos todos los dJas para conservar su yuxtaposición, y regados con frecuencia con arena de rio ó cascajo fino para preve- nir los resbalones, empiezan á ganar la preferencia en donde quiera que los bosques están inmediatos ó la madera á bajo precio por la facilidad de los transpor- tes, sobre todo en los paseos públicos y las calles fre- cuentadas por vehículos ligeros. Sin embargo, las carrileras de hierro, destinadas al uso de tranvías movidos por fuerza animal, por el vapor, por correas subterráneas tiradas por máquinas fijas situadas fuera de las poblaciones ó por la electri- cidad, empiezan á generalizarse para el movimiento de pasajeros y el transporte de efectos pesados. Con el transcurso del tiempo éste será el género de locomo- ción universalmente adoptado para recorrer las dis- tancias de más de un kilómetro. Se dice que la elec- tricidad promete prestar su servicio sin ruido, humo, peligro de explosiones y sin dificultad para contener la marcha en el momento preciso, por medio de apa- ratos de volumen i'educido. Cuando á todas esas con- diciones se agregue la baratura de las pilas, no hay duda que llegará á ser de empleo universal, aun para los coches de paseo de los familias. Entre tanto los co- ches tirados por cables subterráneos, movidos por máquinas fijas de vapor, de dos en dos ó de tres en tres kilómetros de distancia, son lo mejor que vi en los Estados Unidos para el servicio de las calles en las ciudades nuevas del Oeste. Un cable mueve dos carros con capacidad para treinta pasajeros cada uno en una misma dirección, y en la opuesta otros dos, CALLES MODERNAS 501 sin ruido ni sacudones de ninguna clase, sin ocupar espacio con caballos ó máquinas, pudiendo subir y bajar pendientes de ocho y diez por ciento y con una velocidad general de 3 á 4 leguas por hora. Vi prac- ticado este sistema en San Luis, Chicago y Cincinnati, y extrañé no encontrarle generalizado en Filadelfia, Nueva York y Boston, en donde, probablemente, las concesiones hechas á los tranvías de caballos sirven de obstáculo al establecimiento de otros medios de lo- comoción. Hay muchas lineas de ferrocarriles servidos por vapor en el interior de San Luis, en conexión con las que se dirigen á lugares distantes, pero ninguna todavía de ferrocarriles elevados, que hasta ahora pa- recen una especialidad de Nueva York. Todos estos medios de locomoción en calles concu- rridísimas, son ocasionados á accidentes de atropello de mujeres, niños, ancianos, sordos, ciegos é inváli- dos, para prevenir los cuales se ha ocurrido, en Lon- dres, al sistema costosísimo y aun desagradable de ferrocarriles subterráneos, y en Nueva York al de fe- rrocarriles levantados sobre pilares de hierrro á cuatro, cinco y aun diez metros de altura, que hacen oscuras, obstruyen la ventilación y suprimen la belleza de las calleiá. Es probable que pronto se apele al medio de construir aceras levantadas al nivel de los balcones del primer piso, con puentes para atravesar las bocas calles, dejando los carros de toda especie en el nivel inferior del suelo. Estos grandes hormigueros humanos de 200,000, 500,000, ó uno, dos y aun cinco millones de habitan- tes (como Londres), se formaban antes de un modo 502 PIANO D& LAS c;üdades ■ , ^ inconsciente, por im simple procedimiento de agrega- ción desordenada, desarrollado por condiciones fovo^ rabies para el comercio ; como la de un gran rio nave- gable al pie de Talles extensos y fértiles. En ellos surgían aquí ftbricas de tejidos de algodón ó de lana, alli fabricaciones de loisa ó de vidreria, más allá ar- tículos de hierro ó acero : acá producción de calzado, acullá inmensos depósitos de víveres. Todas esas pro- ducciones exigen cambios, traslaciones de grandes masas de productos de un lugar á otro, necesidad de cambiar ideas con otros hombres, movimiento incesante de éstos de unos lugares á otros, actividad febril, carreras presurosas : todoeso que se llama circulación. Para ella no podían bastar esas calles estrechas, tor^ tuosas, incómodas en todo sentido; ni los mozos de cordel, ni él carguío en muías ó burros, ni los carros tirados por bueyes ó caballos. Se necesita anchura en las calles, amplitud de espacios, medios mecánicos y económicos de locomoción. De aquí la transformadón de las ciudades modernas, las demoliciones de barrios enteros/la organización de nuevos servicios complicadi-- simos, llenos de exigencias no siempre fáciles de prever. Pero el americano del Norte parece tener la intuición de la grandexa futura, y cuando empíesa la fundación de una ciudad en medio de un desierto, ya sabe que ahí vendrá á establecerse un millón de habitantes. De acuerdo con esta expectativa, traza los planos de la nueva población con una grandiosidad sorprendente, que explica la rapidez en la formación de esas ciuda- des estupendas. Así, lo primero en que se ocupa la Municipalidad de PLANO DB LAS CIUDADES 503. una ciudad en embrión ó de un pueblo en que se des- pierta la idea del porvenir, es entraasar el plano de sus futuras construcciones. Se determina en primer lugar el sitio importante» esencial, adonde afluirá por la na- turaleza de las cosas la actividad manufacturera 6 comercial ; el desembarcadero del rio ó el lugar apro* piado para depósito del articulo de producción domi- nante, y de ahí se proyecta la linea directriz de las construcciones, de acuerdo con la nivelación natural ó artificial que se dé al terreno y con el pensamiento del ensanche futuro de la ciudad. En seguida se bus- can los desagúes naturales para relacionar con ellos la dirección de las cloacas, de manera que éstas tengan la mayor pendiente y la mayor profundidad posible. Se busca la orientación á propósito para recibir las co* rrientes de aire ó para abrigarse contra los vientos nocivos. Se traza el eje de la ciudad, es decir, la linea de prolongación que servirá de centro directivo para marcar y distinguir en orden numeral ú otro las calles paralelas y las transversales. Se designan los siüos principales de interés colectivo : los de Casa Munici-* pal. Cortes de Justicia, Cárceles, Mercados, Mataderos, Hospitales, Casas de enfermedades contagiosas, etcé- tera. Sobre todo, se establece de antemano la direc- ción y anchura de las calles, á efecto de que las nuevas construcciones sigan con regularidad un plan que faci- lite el conocimiento de la ciudad y haga sencillas las comunicaciones entre sus habitantes. El centro de este plano se destina de ordinario á los negocios, transac- ciones é industrias diversas, incluyendo lesde luego, sitios para los hoteles y lugares de alojamiento de los* 504 PLANO DE SAN LUIS ■ forasteros : la periferia para las casas de habitación de las familias acomodadas que desean principalmente tranquilidad y aseo en sus mansiones domésticas. Asi, hacia esta parte se sitúan las calles más anchas, en relación con los parques públicos, y al contrario de lo que ocurre en las ciudades antiguas, en donde los afueras son ordinariamente sucios y desordenados, en las modernas esa es la parte más suntuosa y más bella de todo el caserío. Tal es el plano de la ciudad de San Luis. El Missi- ssippi forma la línea que recorre la mitad de la circun- ferencia exterior ; en seis leguas de extensión ; la otra mitad está formada por el parque de O'Fallon, los magníficos cementerios de Bellefontaine y el Calvario (destinado éste á los católicos), la avenida de la Unión, el parque Forest, y otra curva que con dos leguas de distancia se extiende desde este sitio hasta el rio, en el punto en que arranca la Gran Avenida, que atraviesa todo el centro de la ciudad en cuatro leguas de exten- sión. Así pues, forma San Luis un óvalo de cuatro le- guas de largo de norte á sur y dos de ancho de oriente á occidente. El Mississippi está contenido por un muelle ó dique de tierra, enlosado de piedra dura en gran parte; detrás de éste sigue un ferrocarril paralelo al río en todo el frente de la ciudad, á lo largo del cual se en- cuentran los parques de Hyde, las obi^s del acueducto que levanta las aguas del rio, y un poco más al interior de la ciudad, el parque de Fair-grounds ; en seguida los dos cementerios ya mencionados, que por su be- lleza, sus grandes árboles, sus jardines y monumentos, CALLES DE SAN LUIS 505 pueden también considerarse como parques ; todo esto del centro de la linea del Mississippi hacia el norte. Hacia el sur, siguiendo siempre el ferrocarril de cin- tura, se encuentran los parques de Lyon, Laclede y Carondelet. De oriente á occidente otra línea de ferrocarril atraviesa la ciudad desde el rio hasta el parque Forest, pasando por elpar(|ue Lafayette. En el centro de ella, en el punto en que los rieles cruzan á Manches ter Road, — una de las grandes calles de la ciudad, — la carrilera se bifurca hacia el noroeste, formando la cabeza de la gran linea llamada Missouri y el Pacifico. Un poco más adelante, en la avenida de Washington, rompe hacia el noroeste otro ferrocarril de via angosta que conduce á los afueras de la ciudad. De norte á sur la cortan las grandes avenidas de Broadway, JéfFerson, Compton, Grand y Kingshigh- way, que tienen de 2 á 4 leguas de largo. De oriente á occidente están las calles comerciales y las más ri- cas en famosos edificios de bancos, compañías comer- ciales, hoteles y establecimientos públicos. La calle del Mercado divide á la ciudad por mitad al norte y al sur, y paralelas á ésta corren á uno y otro lado las de Washington, Olive, Pine, Franklin, Lafayette, et- cétera: calles que, por su anchura, pavimento, árboles frondosos y esplendidez de edificios, no son sobrepu- jadas tal vez por las de ninguna otra ciudad del mun- do, y tan sólo igualadas por algunas de Washington, Chicago y por la 5.* avenida en Nueva York. La facilidad, rapidez y baratura para la comunica- ción entre las diferentes partes de la ciudad deja muy poco que desear. Los ferrocarriles, los tranvía?, las lí- 29 ] 506 EL ACUEDUCTO neas de ómnibus v coches la recorren en todas direc- ciones, y últimamente, el Mississippi mismo es una via económica y rápida para los artículos voluminosos ó muy pesados entre los extremos norte y sur. La provisión de agua potable y para el aseo es in- mensa, como se comprende, tratándose de una ciudad situada á orillas de uno de los más grandes ríos del mundo, cuyas aguas son, como todas las de los gran- des ríos, de la mejor calidad imaginable. El depósito principal contiene constantemente 250.000,000 de li- tros de agua, previamente asentada para despojarla por precipitación de toda materia extraña. Esta canti- dad de agua se distribuye, según las necesidades, por medio de 93 leguas de tubería de hierro en todas di- recciones, en las cuales se encuentran 2,685 columnas provistas de aparatos para apagar los incendios. El consumo de agua alcanza á 86.000,000 de litros por día en los meses de invierno y hasta 140.000,000 en los de verano: el término medio es de 110.000,000 de litros por día, ó 210 litros por cabeza de población en- tre 500,000 habitantes. Para llegar á esta altura de buen servicio de aguas, Bogotá debería recibir 25.000,000 de litros por día y tener en sus depósitos una cantidad de agua veinte veces mayor que la disponible en el actual acueducto. Muy lejos estamos, pues, de la meta que sería de de- sear, no por falta de recursos naturales, sino de tra- bajo para ponerlos al alcance de todos. Según los cál- culos del ingeniero señor Manuel II. Peña, el Boque- ron, el ArzobispOj Fxicha y otras pequeñas corrientes CRÉDITO MUNICIPAL 507 de agua que atraviesan la ciudad pudieran dar 22 mi- llones de litros cada veinticuatro horas; pero trayendo tomas del Chicó y de Tunjuelo^ A legua y media de distancia no más, esta cantidad pudiera aumentarse al quíntuplo, sin un gasto desproporcionado a la ri- queza de los habitantes. Estas obras no podrían ejecutarse, desde luego, con las rentas ordinarias, y es para estos casos para lo que se requiere fundar y conservar el crédito de una ciu- dad : asunto que en las ciudades europeas, pero sobre todo en las americanas, llama vivamente la atención, como uno de los rasgos de gobierno libre, sistema re- publicano y buena organización municipal. La deuda pública de las ciudades y villas de más de 7,5()0 habitantes en los Estados Unidos ascendía en 1880 á $ 082.000,000, y había sido contraída, entre otros objetos de mejora material de las poblaciones, con los siguientes : Provisión de a^ua potable S 141.000,000 Apertura v pavimento de las calles . . . 86.674,000 Edificios públicos 48.493,000 Construcción do parques y plazas. . . . 40.612,000 Mejora de puertos, ríos, muelles, canales y caídas de agua para el movimiento do máquinas 36.224,000 Escuelas y librerías públicas 26.514,000 Construfción de puentes 24.850,000 Construcción de cloacas 21.370,000 Servicio de incendios 2.514,000 Objetos varios 130.374,000 Citaré la deuda de algunas ciudades, con expresión de su población, en 1880 también: Nueva York, con 1.206,0íX) habitantes, S 109.425,000 de deuda. Filadelfia — 847,000 — 54.223,000 — Brooklyn — 5(56.000 — 38.040,000 — Chicago — 503.ÍK)0 ~ 12.794,000 — Boston — 362.000 — 28.244,000 — 508 DEUDAS DE ALGUNAS CIUDADES San Luis con 350.000 habitantes, S 22.847,000 de deuda. Cincinnati — 255.000 — 21.992,000 — Nueva Orlcáns - 216,000 — 17.736,000 — San Francisco — 233.000 — 3.059,000 — Citaré una gran ciudad casi sin deuda pública : Baltimore, con 332,000 habitantes, $ 854,000 de deuda. Algunas de población semejante á las de Bogotá, Medellin y Barranquilla, es decir, entre 30,000 y 100,000 habitantes : Louisvillc . . 123,000 habitantes, $ 4.840,000 de deuda Jersey Citv. . 120,000 — 15.386,000 — " . í)0,000 — 3.6S3,000 — . 52,000 — 3.403,000 — 49,000 -7- 4.129,000 — , 37,000 - 2.180,000 — . 30,000 — 3.425,000 — . 33,000 — 4.554,000 — Albany Canibribge Charleston Atlanta . Savaonah Menfís. . Y algunas semejantes á Manizales, Sogamoso, Car- tagena, Cúcuta, Bucaramanga y Sincelejo, es decir, entre 8,000 y 16,000 habitantes : Ciudades. Habitantes Deuda Appleton (Wisconsin) 8,000 S 100,000 Bangor (Maine) 16,000 2.661,600 Columbus (Georgia) 10,000 540,000 Danville (Virginia) 7,500 543,000 Houston (Tejas) 16,000 1.501,000 Middletown (Conn) 12,000 1.407,000 Salem (Alabama) 7,500 323,000 La deuda de las poblaciones ó distritos de menos de 7,500 habitantes alcanzaba á $ 42.000,000. Asi, pues, la buena organización de las rentas, el buen em- pleo de ellas y el crédito necesario para descontar los beneficios del porvenir por medio de empréstitos, no son allí privilegios de las grandes ciudades. Estos empréstitos han sido tomados á ratas de in- terés que, según el crédito de la ciudad ó villa respec- .j LIBERTADES MUNICIPALES 509 ^ tiva, varían desde 3 hasta 10 por 100 anual, siendo 5 y 6 por 100 la tasa ordinaria á que han sido contrata- das las dos terceras partes del total. Algunas ciudades, como la de Boston, por ejemplo, sólo pagan de 3 á 4 por 100 y sus bonos tienen generalmente premio sobre la par en el mercado público. La formación de este crédito se debe indudable- mente á las costumbres de descentralización y amplios poderes municipales concedidos á los pueblos y ciuda- des, los cuales han estado provistos de facultades su- ficientes para imponer contribuciones y aplicar los pro- ductos de éstas á los objetos determinados por ellas mismas con entera libertad. Sólo eso puede explicar esa pix)speridad asombrosa, esa comodidad, aseo, de- cencia y aun esplendor de la vida colectiva, obtenido en sólo un siglo de existencia nacional. Para llegar á un resultado igual bajo un sistema de centralización desconfiada y orgullosa, hubiera sido necesario el lapso de muchos siglos de paz, y todavía con ellos el mundo europeo está muy distante, aun en los países más afortunados, como Inglaterra, Francia y Alema- nia, de esa civilización universalmente difundida por todas las extremidades del territorio que se observa á primera vista en los Estados Unidos, principalmente entre las ciudades nuevas del Oeste. París, Londres, Viena, Berlín, San Petersburgo, son ci'eaciones de la centralización europea á expensas de la prosperidad de las provincias y ciudades distantes de la capital de cada nación; pero Nueva York, Boston, Filadelfia, Chicago, San Luis, Cincinnati, San Francisco y tantas otras datan de ayer nada más y son obra de los esfuer- 510 RENTAS MUNICIPALES zos exclusivos de sus habitantes, sin ayuda ni protec- ción oficial. Aparte de las rentas de los Gobiernos de los Esta- dos, que ascendían á S 110.000,000, las de las ciuda- des y distritos producían en 1880, muy poco menn.s de S 300.000,000, es decir, casi tanto como las del Gobierno Federal. Para dar idea concreta de la im- portancia del servicio municipal en ellas, presentaré algunos datos sobre el particular, relativos á seis de las principales ciudades en el año de 1887 : Ciudadctf. Gastos. Con b*ibii clones Producios Productos Entradas directas. dol ramo -WEST DE FOREPAUCH « romano de los tiempos del Imperio, se representan las costumbres semi -salvajes de la ocupación primitiva de las soledades del Oeste : escenas del WUd^Wesl, como allá se dice, del famoso empresario Foropaugh, y á ella resolvimos asistir, como espectáculo más concurrido por las diversas clases de la población. En el centro de un grande espacio cercado de tablas se levantaba un circo del mismo material, compuesto de diez ó doce órdenes de gradería circular, que deja- ba encerrado un patio de unos 100 metros de largo por 50 ó 60 de ancho. Podían tomar cómodo asiento de. 12 á 15,000 espectadores, y estaba perfectamente lleno de señoras, hombres, niños y personas de toda condición, ricos y pobres. En el programa de la fun- ción estaba anunciada como pieza inaugural La entra- da triunfal de Vespasiano en Roma. El espectáculo empezó, pues por una procesión imponente de soldados romanos, elefantes armados de altas torres, sobre cuyas almenas asomaban las picas de los guerreros ; camellos, dromedarios, carros de construcciones diversas, prisioneros de distintas naciones, y en medio de una guardia de amazonas, un gran carro tirado por caballos blancos conduce á Vespasiano con todas sus insignias imperiales ; en se- guida un gran séquito de jinetes con vestidos y arreos de los diversos países sometidos á Roma, iberos, nu- midas, galos, egipcios y asiáticos de diversas proce- dencias. La idea de la superioridad de Roma sobre el mundo entonces conocido se conoce que empieza á perseguir el cerebro americano con sus visiones de grandeza futura. Y en efecto, para completarla seme- EL CIRCO ROMANO 553 > janza de esta fiesta romana, fuera del circo sigue una gran galería llena de leones, tigres, panteras, cebras, hipopótamos, rinocerontes, jirafas, boas y animales raros de todas partes del mundo : al sonido de las trompetas y á las aclamaciones de la masa inmensa de espectadores se oye responder el rugido de los leones y el sordo ronquido de los tigres. Des portes toiit á coup les gonds d'acier gómisscnt. La foule entre en froissant les grilles qui frémisscnt. Les panthéres dans l'ombre ont tressailli d^efiTroi, Et poussant mille cris qu'un long bruit accompagne, Comme un flcuve épandu de mootagne en montagnc, De degrés en dogrés roule le peuple-roi. (VÍCTOR Hugo, Le chant du cirqué). Siguen luchas de gladiadores, exhibiciones de fuer- za y agilidad, carreras en el circo, pruebas de equita- ción, de destreza en el tiro de carabina y pistola, com- bates simulados entre los indios de la frontera de Tejas y Nuevo Méjico con la caballería americana, y los vaqueros (Coiü-boys) de esa región ; celadas, sor- presas, ataques al correo y á los trenes de los ferro- carriles, etc., que forman por el número de personas, la exactitud de los vestidos, la destreza de los ejecu- tantes, la variedad y finura de los caballos, un espec- táculo raro y grandioso. Era casi el circo romano, con dos diferencias enormes : faltaba el Emperador y no había mártires. Tampoco se veían lictores, ni pretorianos, ni sena- dores vestidos de augustas laticlavias : había perfec- ta ausencia de augures, y los sacerdotes de Cibeles no tenían para qué entrometerse en los placeres del pue- blo romano. Confundidos en éste andaban los galos 554 LOS CORRALES DE GANADO presenciando el espectáculo, sin temor de ser arrojados á las fieras ; veíanse no pocos judíos, pero no con la cabeza inclinada, Tralnant partout une honte cachee, sino altivos, dominadores, dueños de la situación. La concurrencia era inmensa, como dejo dicho ; pero era difícil distinguir en ella las clases sociales : todos vestidos con sencillez pero con extremo aseo : las fisonomías naturales, sin afectación alguna, no expresaban orgullo ni abatimiento. Naturalmente do- minarían en el concurso las sirvientas domésticas, pero todas parecían señoras ; el elemento artesano de- bería estar en gran número, mas á la simple vista era imposible distinguirlo, porque el vestido era igual. Un compatriota, residente por largos años en ese país, me decía que la única particularidad que había observado era que había muchos herreros y zapateros millona- rios ; pero esa pequeña particularidad encierra un mundo entero de diferencia entre esa y las sociedades antiguas. El día siguiente fué empleado en una visita á los Union Síock-yardsy ó sean los corrales de ganados unidos : establecimiento que constituye la principal riqueza de Chicago. Fórmalo una agrupación de 3,300 corrales de ganado vacuno y de cerdos, la mayor parte de ellos cubiertos con techo de astillas, en una extensión continua de 180 fanegadas en las afueras de la ciudad, en el ex- tremo norte de la calle de Ilalsted, Los corrales es- tán cercados de talanqueras, exactamente como núes- lA INDUSTRIA DE CARNES 555 tras corralejas, y en todos ellos hay grandes canoas, llenas de agua las unas, de heno y otros alimentos las otras ; de suerte que el ganado allí depositado puede comer y beber. Calles numerosas permiten el fácil acceso á todos ellos, y hay capacidad suficiente para encerrar á un tiempo 25,000 cabezas de ganado vacu- no, 14,000 corderos y 150,000 marranos. Cinco pozos artesianos y un lago alimentado con agua del río de Chicago suministran la suficiente para la provisión de los animales y el aseo de los corrales, por medio de quince leguas de tubos de hierro. Treinta leguas de carrilera dan acceso á los trenes de ganados á los di- versos corrales, pues este articulo llega por todos los ferrocarriles que terminan en la ciudad. Por primera vez se mató ganado allí en el Otoño de 1832, en número de 200 novillos comprados á S 2-75 el quintal (peso vivo) y 350 cerdos á S 3 el quintal de igual condición, y ya en 1885 los negocios de este ramo habían subido á las siguientes propor- ciones : Entradas de ganado vacuno. . . 1.905,548 cabezas. — de marranos 6.937,981 — — de terneras. . ... 58,500 — — de corderos. ..... 1.003,598 — — de corderos 19,356 — Entre los envíos de Chicago, en el mismo año, para otras plazas, figuran : Manteca 2.553,760 quintales. Carnes y embutidos .... 7.053,560 — Cueros 1.133,125 ^ Lana 494,347 — ^OQ EL (lANADO DE TEJAS Recorrimos todo lo que nos fué posible de esos co- rrales viendo los ganados de diversas calidades y pro- cedencias : desde los magníficos bueyes de Illinois, lowa y Missouri, de razas mejoradas, cuyos productos pasan de 50 arrobas netas de carne y de 25 á 30 de sebo cada uno ; los bueyes inferiores de Kentucky, Kansas y Tennessee, hasta los más inferiores de Tejas y aun de la misma república de México, que por los ferro- carriles vienen desde 700 leguas de distancia en busca de mercado. Queríamos comparar, sobre todo, el gana- do de Tejas con el nuestro del Estado de Bolívar, para juzgar si aquél podría hacer competencia ruinosa á éste en el mercado del istmo de Panamá y en el de las Antillas. Vimos, pues, muy despacio los novillos téjanos de cuatro y cinco años de edad, y no fiándonos al testimonio de nuestros ojos, pedimos informes á los vaqueros que los cuidaban acerca de la cantidad de car- ne y sebo que podrían rendir. Estos informes nos con- vencieron de la superioridad del de Bolívar, que pro- duce de 14 á 15 arrobas de carne y 1 de sebo en el pasto natural de la sabana, mientras que el de Tejas sólo al- canza á 10 y 12 de la primera y 4 arroba del segundo. Pero debe tenerse presente que en Tejas se hace mu- cho esfuerzo por mejorar las crías, cruzándolas con toros de Durham y de otras razas, mientras que en Bolívar se da mucho menos atención á esta mejora : por lo cual esa superioridad puede dejar de existir al- gún día. Lo que si pudimos calcular decididamente como una ventaja de naturaleza permanente, es que las sabanas de Bolívar son mejores que las de Tejas, en las que suele faltar agua en los veranos y ser excesivo LAS CASAS DE PREPARACIÓN DE CARNES 557 el frío de algunos inviernos, ambas causas eficientes de inferioridad y de degeneración en las crías de sa- bana : no en las que se forman con estabulación arti- ficial. Vimos también los marranos, los cuales si son de- cididamente superiores á los nuestros, y comparados con el precio de los que se venden en el mercado de La Mesa, mucho más baratos. El precio medio de anima- les de 2 arrobas de carne v á lo menos otras 2 de man- teca, oscila apenas entre S 6 y S 8. Marranos de esa calidad tienen en La Mesa un precio medio de 8 16 á S 20 : lo que explica la diferencia entre 5 centavos que vale en Chicago la libra de manteca y de 30 ó 40 cen- tavos que, en la actualidad, cuesta en Bogotá. De los corrales pasamos á las casas de preparación (Packing-hoiLses). Como no habíamos llevado á Chica- go una sola carta de introducción, y no conocíamos á nadie, preguntamos á la primera persona de cara in- teligente y desocupada que encontramos, cómo pudié- ramos hacer esa visita. Era un muchacho, á quien re- sultó faltarle una pierna y andaba en muletas, la per- sona á quien nos dirigimos : con una agilidad que no sospechábamos pasó por encima de la talanquera, nos sacó á la calle, y echando á caminar muy aprisa, nos dijo que lo siguiéramos porque en viendo, nos infor- mó, que éramos extranjeros y americanos del Sur, no nos pondrían obstáculo alguno. Así fué : el muchacho nos introdujo al superintendente ó administrador de una de esas casas, quien nos recibió con mucha corte- sía, y excusándose de que sus ocupaciones del mo- mento no le permitiesen acompañarnos, llamó á un 558 EL MATADERO dependiente y le encargó nos mostrase todo lo que quisiésemos ver. Empezamos, pues, por el principio, en una carni- cería de marranos : por el lugar en que estos anima- les entran al establecimiento. Es una callejuela an- gosta en plano inclinado hecha de tablas, de abajo arriba, por donde, desde el desembarcadero del tren, sube un torrente de cerdos hasta el umbral de la puerta fatal. Llegan á dos en fondo hasta la puerta, en donde dos hombres emboscados y provistos de un gran ter- cio de lazos cortos de ñque, echan una lazada á las piernas traseras y cuelgan el lazo de un gancho pen- diente de una cadena movediza á 2 varas de altura : la cadena, que está corriendo incesantemente, los lleva á un pequeño cuarto inmediato, en donde el car- nicero les aplica, con gran destreza, una puñalada en el cuello : sin detenerse la cadena los pasa á la celda contigua, en donde, por medio de un resorte, un obre- ro hace zabullir un instante los cuerpos en un caldero de agua hirviendo á 200** * de temperatura, y seguir su camino á un tercer cuarto, en donde otro obrero, provisto de guantes de alambre, les pasa rápidamente la mano y les quita todas las cerdas, las cuales recoge en canastos que tiene al lado. Siguen sucesivamente su camino por un largo corredor, en el que cada obre- ro ejecuta con ellos una sola operación. Uno divide completamente el pescuezo, dejando casi colgando la cabeza, otro les abre el vientre, otro saca los intesti- nos, que por camino separado dirige á otra serie de celdas, otro separa los brazos, otro las piernas, otro corta las articulaciones, otro divide la esj)alda de arri- LA DIVISIÓN DEL TRABAJO 559 ba abajo y otro marca las lonjas de tocino, y asi suce- sivamente el cuerpo del animal va presentándose al frente de ciento cincuenta ó doscientos operarios, cada uno de los cuales ejecuta la pequeña opera- ción que le corresponde, y al llegar al término el animal está dividido en una multitud de piezas : la cabeza, los jamones de piernas y los de brazos, las lonjas de tocino, las costillas, los lomos, los pies, las canillas, las diversas partes de los intestinos, la san- gre, las cerdas, etc. Está lavado, cocinado, picado, convertido en longanizas, salchichas, chorizos, sal- chichones, rellenas, etc. Al llegar á la parte opuesta de la entrada, nos ofrecieron longaniza todavía ca- liente, acaso de los marranos mismos que acabábamos de ver matar. Como algunas de las piezas del animal necesitan conservarse en temperaturas frías, la casa está divi- dida en dos departamentos (era el mes de mayo y ha- cia calor) : uno de tierra fría, á 1** ó 2® del centígrado, y otro de tierra caliente. En el primero había paredes de hielo, ó alguna composición química que enfriaba el aire hasta donde se quería : el hecho es que de 24 ó 25^ centígrados pasamos súbitamente á una gran sala, en la que á pocos momentos tiritamos de frío y tuvi- mos que dejarla rápidamente, temerosos de alguna pulmonía. El trabajo de los obreros está regulado por el movi- miento de la máquina, en tales términos, que ninguno de ellos puede detenerse, ni conversar, ni aún toser pues la máquina lo atrepella y los obreros siguientes no podrían ejecutar la parte que les toca, dependiente 560 UN VERDUGO FELIZ de la que debe ejecutar el anterior. La hal)ilidad y rapidez con que cada cual hace su parte de trabajo causan admiración : es un golpe seco, seguro, entera- mente igual como pudiera darlo un autómata perfec- tamente graduado, como los golpes de un reloj que marca los segundos^ los minutos, las horas, con exac- titud siempre igual. Al sentirse cogido de los pies el marrano, levanta A veces un chillido agudo, ahogado en el momento por la puñalada ó por la inmersión en agua hirviendo que le sigue. Este es un animal muy inteligente : á diez pasos de distancia de la entrada, oye el grito de sus compañeros y comprende la suerte que le espera : se detiene, quisiera volverse; pero es imposible; el des- tino es inexorable : la corriente que viene detrás de él lo empuja y arrastra. Semejantes al hombre, algunos tiemblan y hacen otras demostraciones de miedo, otros se desmadejan y se dan por muertos antes de tiempo, otros, en íin, valerosos, parecen arrojarse al peligro para anticipar el momento final : unos gritan, otros reciben la muerte sin una sola queja. Consideraba vo al obrero-verduí'o : daba ochocientas ó mil puñaladas en diez horas ; á sus oídos sólo llega- ban gritos de agonía; su olfato no percibía sino olores de sangre, en la cual estaba sumergido hasta el tobillo ; sus ojos debían haber fotografiado ya en el cerebro el relámpago de dolor y despedida á la vida que cruza el organismo de la víctima en el último instante. Debe de ser un hombre desgraciado, me decía : qué sueños de horror no serán los suyos : á la sola vista de un marrano deberán venírsele las lágrimas á los ojos. Pues lA APLICACIÓN DE LAS MÁQUINAS 561 no ; habiendo sonado la liom de la comida, la máquina paró, y el hombre, quitándose el sobretodo de la muerte y lavándose las manos en una fuente inmediata, sa- lió alegre, silbando un aire de baile popular y conver- sando con sus camaradas de los objetos más distintos. En algunos establecimientos sólo se trabaja durante el otoño y el invierno : en éste (que no supimos á quién pertenecía) se trabajaba todo el año y se labraba millón y medio de cerdos. A la puerta de la casa lle- gaba el tren : los carros del ferrocarril entraban á un grande almacén, del cual salían constantemente car- gados de jamones, costillas, lonjas de tocino salado y barriles de carne preparada. Muy cerca estaría quizás un buque á la carga. Por otro lado salían otros carros cargados de una sustancia tan fétida, que durante va- rios días conservé la impresión : eran los despojos fina- les del marrano, la parte no consumible, que prepa- rada como abono para la tierra, iba á emplearse en las huertas y campos de las inmediaciones de la ciu- dad; no se perdía la menor partícula del animal. La división del trabajo, llevada hasta el último aná- lisis, está practicada aquí en grande escala, y ella es la que engendra esa prodigiosa baratura que domina los mercados del mundo y abate las competencias en donde quiera. Ese es el secreto de la prosperidad de este ramo de industria en Chicago. Divididas las operaciones hasta la forma más sen- cilla, la máquina puede entrar á hacer las veces del hombre : lo que á éste queda reservado es tan sencillo, que puede hacerlo maquinalmente, sin parar, sin can- sancio, casi sin sentirlo. De todo esto resulta perfec- 562 PRODUCTO DE ESTAS INDUSTRIAS ción admirable, aprovechamiento de los minutos, ga- nancia de tiempo, ahorro de todo género, baratura suprema. En el resto del mundo la matanza del marrano es una operación que ocupa á toda la familia y aun á los vecinos. Todas las operaciones se hacen á mano y por manos inexpertas : para cada vez se compra un cuchi- llo nuevo, una caldera, platos y batería especial para ese solo objeto. Parte de la carne se pierde ó se daña, parte se arroja como inútil : la preparación del ma- rrano sale costando tanto como el marrano mismo. Para reunir con objeto comercial un cargamento del articulo es preciso buscar en diversos lugares y com- prarlo de calidades desiguales de difícil clasificación. No es extraño, pues, que no puedan resistir la compe- tencia del marrano americano que, en dondequiera que entra en guerra comercial, apaga, con su excelente calidad y su bajo precio, todos los fuegos del enemigo. Ocho millones de cerdos vivos cuestan de 56 á S 64 millones. Convertidos en jamones, manteca, to- cino, embutidos, etc., valen el doble, y tal vez más. En un pequeño espacio, en 130 fanegadas, se ejecutan las operaciones que crean ese nuevo valor. Entre tanto, los jornales de los trabajadores son altísimos : el matador ganaba $ 10 diarios; los demás obreros desde S 4 hasta $ 7. El poderoso talento de organización que presuponen estos trabajos reunidos, facilitados, apoyados por la maquinaria, por la exp9sición tan perfecta de un mer- cado inmenso, por todas las comodidades imaginables, es superior á toda ponderación. La reunión, la con- LA MATANZA DE GANADO VACUNO 563 centración, la organización son los distintivos indus- triales del presente siglo; pero de esas corrientes puede resultar alguna contraria á la de la democracia. Si la corriente industrial se encuentra con la corriente política en sentido opuesto, algún gran cataclismo so- cial puede producirse. De este asunto trataré quizás más adelante. Del matadero de puercos pasamos al de ganado va- cuno. Era tarde ya, y apenas nos alcanzó el tiempo para ver la manera cómo se hace allí la matanza. En- tra el ganado por un corredor angosto en que sólo cabe una res de frente : al llegar á la pieza en que se prepara la res muerta, desde un pequeño puesto sobre el umbralado, el matador dispara un tiro de carabina sobre la cabeza del animal en el punto medio de los cuernos. El efecto es instantáneo : como herido de rayo, el novillo cae sobre sus piernas, una nube se extiende sobre sus ojos, y sin un berrido ni grito alguno, queda perfectamente inmóvil : un muchacho extiende un lazo sobre los cuernos, y la máquina arrastra el cuerpo hacia el interior del matadero. No vimos más. La destreza del tirador es asombrosa : en menos de cinco minutos mató seis grandes novillos, dándoles el balazo exactamente en el mismo punto y siempre con un resultado igual. Aunque no vimos el pormenor de las operaciones siguientes, nos pareció que la aplicación de la maquinaria á esta otra clase de carnicería no entraba en escala tan importante como en la de los cerdos. Seguramente el mayor peso del animal requeriría máquinas más poderosas y por consiguiente el empleo de un capital de mayor conr- 56Í EL TRIGO sideración. Además, el comercio de carne vacuna á lugares distantes está todavía en problema : se pre- fiere la carne fresca á la salada, y para satisfacer ese gusto de los consumidores, el problema consiste más en la construcción adecuada de buques para transportar, vivo el ganado, ó en la de aparatos frigo- ríficos en los buques, que en la preparación de las carnes en establecimientos de carnicería. Chicago, sin embargo, como ya he dicho, mata y prepara en sus Packing-houses, un millón y seiscientos mil novillos todos los años, que reparte entre el consumo interior de la Unión y la exportación al extranjero. Entre cerdos, ganado vacuno y corderos, el valor de las matanzas de esa ciudad sube á más de 8 250.000,000 anuales. La distribución de la cosecha de trigo de los Esta- dos del Oeste entre los diversos mercados del mundo es otra de las funciones á que concurre activamente esta ciudad en la organización del trabajo nacional. El consumo de este grano en Europa y América ha aumentado en este siglo en una proporción mayor que el aumento de población, por el influjo de dos causas. La primera es la baja del valor de este artículo, re- ducido tal vez á menos de la tercera de lo que costaba ahora noventa años; pues la disminución se puede observar tanto en el precio nominal en plata, como en el menor valor real de ésta, que hoy quizás no excede de la mitad de lo que representaba hace un siglo. Esa baja naturalmente ha puesto el artículo al alcance de mayor númoro de consumidores. La segunda es la C.VUSAS FAVORABLES Á SU PRODUCCIÓN 565 mejora de condición de las clases proletarias, favore- cidas cada día con trabajo más asegurado y con sala- rios más altos : lo que les ha permitido alimentarse mejor, comer más pan. En esta última causa no han tenido mucha parte los Estados Unidos, á no ser la del ejemplo que han dado, el estimulo nacido en los pueblos europeos con el espectáculo de América, y la mayor demanda de manufacturas europeas que ésta ha determinado. Pero en la primera de aquellas influencias los americanos del Norte si han tenido una parte preponderante. La introducción de nuevos instrumentos para preparar y limpiar el suelo arable; las máquinas de segar y de trillar; la apertura de las grandes regiones del valle del Mississippi álos trabajadores de todo el mundo en condiciones de igualdad, baratura y libre competen- cia ; la construcción de esa enorme red de canales y ferrocarriles; el empleo de medios económicos en la recolección, concentración y transportación del pro- ducto, y las condiciones de seguridad dadas al trabajo empleado en la producción y el comercio, por medio de la publicación y difusión de las noticias relativas á la demanda y la oferta y el cálculo de las probabi- lidades para lo futuro : todas esas agencias, obra unas de la asociación privada, otras del concurso del gobierno por medio de sus cónsules en el extranjera y de sus oficinas de Agricultura, nacional y de los Estados, se deben, en su mayor parte, á los ameri- canos del Norte y en una muy considerable también á Mr. Cobdcn y La liga de los cerealeSy en Inglaterra. El concurso de Cobden fué admirable y es uno de 32 566 COBDEN Y I.A LIGA los grandes sucesos del siglo xix. La aristocracia inglesa propietaria del suelo, derivaba sus rentas principalmente del alto precio del trigo. Para ase- gurar ese alto precio de 80, 70 y últimamente de 56 chelines el quarter^ como mínimum en los merca- dos ingleses (ó sea 2 cargas de nuestro modo de me- dir), equivalentes á S 10, S 8-75 y S 7 la carga de trigo, la tarifa inglesa cobraba en las aduanas, de acuerdo con una escala movible, el derecho de impoi^ tación necesario para que el trigo extranjero no pu- diese venderse á un precio menor. Cobden atacó esa institución inicua por medio de la organización de una liga, que con sus contribucio- nes sostenía periódicos y publicaciones diversas, man- tenía oradores predicando en los meetings y procuraba ganar electores que votasen por miembros del Parla- mento partidarios de la abolición absoluta de derechos de aduana sobre los cei^eales. Cuatro ó cinco años de labor incesante y de discusión en reuniones públicas, en las cuales aquél llegó á pronunciar hasta tres dis- cursos por día en otros tantos lugares, educaron la opinión pública y produjeron el efecto asombroso de atraer á su causa al mismo jefe del partido aristocrá- tico, á Mr. Robert Peel. El primer triunfo obtenido en 1846 con la abolición de los derechos sobre los cereales, fué seguido de otros que concedieron igual franquicia á casi todas las sustancias alimenticias, á las materias primeras de las manufacturas inglesas, y últimamente á casi todos los productos extran- jeros, excepto siete. Eso es lo que se llama en In- glaterra el Ubre cambio ^ y & la organización poli- i LA LEY DEL HONCESTEAD 567 tica que lo propuso y sostiene la escuela de Mánchester, En Inglaterra no se podía producir trigo á barato precio, á causa del alto arrendamiento de las tierras : en los Estados Unidos si. En todo el Oeste y el No- roeste había una región inmensa, en extremo fértil, que el Gobierno americano se propuso vender á bajo pre- cio, por lotes pequeños, de 60 á 120 fanegadas, á lo más; y los especuladores americanos, calculando el gran negocio á que pudieran conducir ferrocarriles que la pusiesen en rápida y barata comunicación con el Atlántico, acometieron la empresa de construirlos. La inmigración europea había tomado ya un incre- mento considerable, repentinamente acrecido con esa terrible catástrofe ocurrida en Irlanda, en donde la pérdida de las cosechas de papas en 1846 (artículo que constituye allí la base esencial de la alimentación) causó la muerte de uno ó 2.000,000 de personas en pocos meses. Tan terrible azote determinó á ese pobre pueblo á emigrar en masa hacia las regiones prome- tidas, al nuevo Canán del siglo xix, que abría sus puertas á los hambrientos y los oprimidos. La revolu- ción de febrero en 1848 en Francia, se juzgó en Eu- ropa como la señal de convulsiones semejantes á las de fines del siglo xvni, y de guerras que podían hacer de las soluciones de Waterloo una mera tregua. La vuelta del Imperio Napoleónico y la guerra de Crimea, que vino en pos, determinaron el crecimiento de los ejér- citos europeos y el consiguiente reclutamiento de cen- tenares de miles de soldados : otros hechos llamados á acrecer las proporciones del éxodo hacia las tierras americanas. O&S LA INMIGRACIÓN Asi, la inmigración, que en el período de 1820 á 1830 sólo había alcanzado á 143,300 cabezas Subió en el de 1830-1840 hasta. . 598,000 — Y en 1840-1850 á 1.713,000 ~ En 1850-1860 á 2.598,000 — Detenida por la guerra civil en el de 1860-1870, se mantuvo siem- pre en 2.466,000 — Para volver a subir en 1870-1880 á 2.944,000 — Y en los ocho años de 1880 á 1888, al enorme guarismo de 4.804,000 — Estos nuevos pobladores, establecidos en un prin- cipio en los viejos Estados del Atlántico, — en aque- llos en que no había esclavos, exclusivamente — pro- dujeron, con su competencia en el ramo de salarios de las manufacturas, el efecto de desalojar números pocos menores de población americana nativa hacia los territorios del Oeste, cuyas ventajas para el hom- bre libre estaban ya en capacidad de apreciar. De aquí la rápida formación de esos diez Estados de Ohio, In- diana^ Illinois, Michigan, Wisconsin, Minnessota, lowa, Nebraska, Kansas y Colorado, — poblados hoy por más de 16.000,000 de habitantes, y cuyo centro industrial Jia venido á ser Chicago. La producción de trigo ha seguido paso á paso el progreso de la inmigración, á contar desde la aboli- ción de los derechos de entrada en la Gran Bretaña. Cargas de 9 arrobas. La producción de 1840 fué de 25.000,000 La de 1859 de 43.276,000 La de 1869 de 71.936,000 PROGRESO EN LA PRODUCCIÓN DE TRIGO 569 La de 1879 de 115.000,000 La de 1884 de 128.000,000 Las exportaciones de cereales (incluyendo algo de maíz) han seguido el mismo movimiento, según los datos de Mulhall en su Diccionario de Estadística, Valor. En 1830-18Í0 — término medio anual. $ 5.300,000 En 1840-1850 id. id 15.600,000 En 1850-1860 id. id 30.500,000 En 1860-1870 id. id 47.000,000 En 1870-1880 id. id 135.500,000 La de 1886, según la Oficina de Agricultura de Washington, subió á 158.804,970 bushels (39.701,242 de cargas colombianas), y el valor debe acercarse á S 150.000,000. El pueblo inglés es el principal consumidor de trigo americano. Según Mulhall, el importado en la Gran Bretaña en 1880 ascendió á 265.000,000 de bushels, que es equivalente á 150.000,000 de quinta- les. Pues bien : según los datos de la aduana inglesa, el de procedencia de los Estados Unidos alcanzó á la siguiente cantidad y valor, en 1883 : 59.145,178 quin- tales, avaluados en S 144.186,090. El resto de la importación á Inglaterra procede de la India, Rusia, Hungría, Australia, Canadá, Repú- blica Argentina, Chile y á veces de Francia. El libre cambio, al establecimiento del cual tanto contribuyó la escuela de Mánchester, ha sido una de las grandes agencias del progreso en el Oeste de los Estados Unidos, y es para mí motivo de extrañeza el poco favor y aún desconfianza que abriga contra ella 32. 570 LOS FERROCARRILES el partido republicano de ese país, preponderante en las regiones mus favorecidas por las ¡deas de esa Escuela . Chicago, como hemos visto, concentra primero y distribuye después 35.000,000 anuales de cargas de trigo, ó sea algo más de la cuarta parte de la cosecha total de la Unión, y sus molinos y fabricación de ha- rinas y galletas son afamados en todo el mundo por sus vastas proporciones y excelente calidad de la ma- quinaria. Para llegar a ese grandioso resultado ha sido pre- ciso la construcción de una vasta red de canales y vías férreas. Siete grandes líneas de ferrocarril la comuni- can con las metrópolis del Atlántico : Boston, Nueva York, Filadelfia y Baltimore, de las cuales se des- prenden ramificaciones hacia el sur y el oeste ; otras veintitrés lineas principales parten de Chicago hacia el norte (la región de los lagos), el oeste, el Pacífico, y el sudoeste. Sin contar las ramificaciones, el tronco principal de esos ferrocarriles tiene una extensión de 10,000 leguas. Cuenta, además, con todas las lineas férreas y los grandes canales del Canadá, que, partiendo de la orilla norte de los lagos, se dirigen hacia la parte baja del río San Lorenzo, y de ahí hasta el mar. Uno de esos ferrocarriles recorre todo el oeste de las posesiones inglesas hasta Vancouver, en el mar Pacífico. Así, Chicago, sirviendo de centro á la comunicación entre los dos mares, viene á ser la ciudad interoceánica por excelencia y el lugar en que se cruzan las producciones de los dos hemisferios. La competencia de esas diversas lineas y la enor- midad de los productos transportables ha hecho bajar BARATURA DE LOS TRANSPORTES 571 el precio de los transportes á ratas fabulosamente ba- ratas. Por ejemplo : la distancia entre Chicago y Nueva York es de 306 leguas, y el precio de los fletes en esa distancia, tomando por unidad un quintal de peso, ha sido el siguiente sobre diversos productos : Ganado en pie — sobre el peso bruto. Desde 20 hasta 60 centavos por quintal. Es decir : un buey de primera clase, con 50 arrobas netas de carne y 25 de sebo, que daría un peso bruto de 25 quintales al ani- mal vivo, seria transportado en 306 leguas por S 5 y hasta S 15. Un novillo común de los nuestros, con 16 arrobas netas de carne y 2 de sebo, que daría 9 quintales de peso bruto, costaría de S 1-80 á $ 540 en 300 leguas. En 30 leguas (distancia de Girardot á Bogotá) sólo costaría de S 0-18 á S 0-54 ; póngase el quintuplo : sólo sería de $ 1 á 3. Cerdos. — De 20 á 35 centavos por quintal. De Chicago á Nueva York costaría un animal de 2 quin- tales de peso vivo, entre 40 y 70 centavos. De Girar- dot á Bogotá, seria de $ 0-05 á S 0-07. El quintuplo de esta rata sólo daría de $ 0-25 á $ 0-35. Maíz, trigo y harina. — De 15 á 25 centavos el quintal, ó $ 0-37i á S 0-62i la carga de 10 arrobas. Entre Girardot y Bogotá sería de 4 á 7i centavos por carga. Póngase el quíntuplo, y no pasaría de 20 á 40 centavos por carga, que hoy no cuesta menos de $ 5, ó sea un flete veinte veces mayor. Juzgúese el incremento que daría á la producción, la baratura á los consumos y la extensión á los nego- cios, la conclusión del ferrocarril de Girardot, teniendo en cuenta que el maíz puede producirse en las tierras 572 BAJA DE I.OS FLETES MARÍTIMOS calientes del Bajo Bogotá á $ 1-20 la carga, á otro tanto la de plátanos y yucas, y de S 2 á S 3 la carga de miel : artículos que cuestan hoy S 10, S 12 y hasta S 18, respectivamente, en el mercado de esta ciudad. Los fletes marítimos de Boston y Nueva York á los puertos europeos han bajado en la misma proporción. Entre Nueva York y Liverpool han seguido la siguiente marcha descendente : En el trigo. — Desde 1873, en que costaba, en vapor y el flete de una carga de granos $ 0-621 — hasta 13 cen- tavos en J887. ;13 centavos por carga (S 0.05^12 el hushel) en una distancia de 1,000 leguas! Como se podrá comprender, esta baratura de fletes se extiende á todos los artículos. La leche, por ejem- plo, es transportada en algunos ferrocarriles desde 50 leguas de distancia á razón de 40 centavos el barril de 12 galones, equivalente á 72 botellas ó 3 botijas de la medida usada en Bogotá. Con esta facilidad, el ramo de lechería se ha levantado en ese país á una produc- ción de más de $ 500.000,000 (quinientos millones de pesos), obtenida de 16.000,000 de vacas de leche. Desde luego, esa prosperidad no se ha logrado ni se sostiene sino en medio de una lucha ardiente de competencia con otros países y de hostilidad, oculta á veces, franca en otras, de los Gobiernos extranjeros. En materia de trigos, los ingleses han hecho esfuer- zos supremos por levantar la producción en sus colo- nias al más alto grado posible, en el Canadá, la India, Australia y el Cabo de Buenaesperanza ; Rusia ha puesto en cultivo sus inmensas estepas; Chile y la Argentina, en la América del Sur, han hecho también LA COMPETENCIA EXTERIOR 573 esfuerzos notables ; pero en casi todos esos países la competencia americana ha desalentado, ó poco me- nos, á los productores. Inglaterra no produce ya la mitad del trigo que consume; Francia, que en otro tiempo era exportadora de trigo, tiene ya necesidad, á veces, para colmar las deficiencias de sus cosechas, de importar cantidades no despreciables; Alemania importa anualmente por cerca de S 20.000,000; Italia, España, Portugal, Suecia y Noruega, á duras penas se bastan : tan sólo Rusia y Hungría, la India, Aus- tralia, el Cabo, Chile y la Argentina, aparte de los Estados Unidos, son exportadores permanentes ; pero, con excepción de los Estados Unidos y la Argentina, en los demás países la exportación disminuye : ora por aumento de su propio consumo, como en la India y Australia; ora porcjue la baja de los precios reduce el interés de los cultivadores. Rusia, la India inglesa y la Argentina son, pues, ya los únicos rivales te- mibles. Menos de temer es la hostilidad de los Gobiernos. Con motivo ó con pretexto de enfermedades en el ga- nado y en los marranos de América, varios de los de Europa han prohibido, unos la introducción de ganado vivo, otros la de las carnes y mantecas. Francia y Alemania han aumentado los derechos sobre la impor- tación de los trigos : medida que el partido tory ha deseado, pero no atrevídose á proponer al Parlamento. En los tiempos presentes no es ya tarea fácil para los gobiernos encarecer el precio de las subsistencias á los pueblos : los derechos llamados proteccionistas encare- cen el precio de los artículos y enriquecen á un pe- 574 HOSTILIDAD DE LOS GOBIERNOS EUROPEOS queño número de protegidos, y no determinan un aumento sensible de producción, cuando las ventajas naturales están del lado de otros productores. En Francia se encarecerá el pan, pero se consumirá siem- pre trigo americano. La victoria quedará por los que tengan distribuida la propiedad territorial entre mayor número de propietarios, que son los que pueden pro- ducir más y á más barato precio. Por esta razón no considero muy temible la hostilidad de los Gobiernos ni la competencia de Rusia y de la India inglesa ; pero si es temible la de la República Argentina, en donde hay un fondo inmenso de tierras fértiles, acce- sible á la inmigración extranjera y al espíritu indus- trial que se ha despertado entre los habitantes de esa región. La diplomacia americana necesita tener atenta la mirada á esos intereses y á esa hostilidad estrecha, con que los Gobiernos europeos se preocupan más de las dificultades presentes que de la evolución de los intereses futuros de los pueblos. Si los países de Amé- rica pueden producir artículos alimenticios á más ba- rato precio que Europa, esa baratura cede en benefi- cio de los consumidores europeos, los cuales pagarán esa alimentación más económica con otros productos — manufacturas principalmente — que todavía los americanos no pueden producir con ventaja. Esa transformación de las industrias cederá en beneficio de unos y otros, mejor que la rutina de obstinarse en trabajos poco remuneradores. Desgraciadamente, en mi sentir, los hombres de Estado americanos, en lugar de dirigir sus esfuerzos á RIQUEZA ACUMULADA EN CHICAGO 575 conservar sus mercados entre los pueblos europeos, cuyas grandes poblaciones ofrecen salidas más exten- sas á sus producciones agrícolas, parecen querer bus- carlos de preferencia para sus manufacturas entre los pueblos de Hispana América, con la engañosa espe- ranza de obtener la preferencia de éstos en la compra de efectos que el europeo puede vendernos con mejores condiciones. Esa política puede provocar represalias por parte de los Gobiernos del Viejo Mundo, quienes si lograsen restringir el consumo de cereales ameri- canos entre sus poblaciones, podrían causar no poca ruina en los Estados recién establecidos en el No- roeste sobre la base de una extensa producción de ese articulo. Empero, esos pueblos han adquirido un grado tal de energía en la lucha por la vida, que todas sus difi- cultades serian transitorias. La riqueza producida, consumida y acumulada constantemente por ellos es tan considerable como probablemente no se encuentra en ninguno otro sobre la tierra. No sale uno de una sensación de asombro al visitar por primera vez las calles de Chicago, viendo el lujo arquitectónico de los edificios, la variedad y esplendidez de los materiales empleados y la grandiosidad de sus edificios públicos. La aduana, la casa de correos, la casa municipal, los tribunales, las cárceles, son todos de granito, de már- moles de diversos colores, adornados con inmensas columnas de una sola pieza, con el gasto de 4, 6, $ 10.000,000, como con la idea permanente de ({ue son destinados al ser\ácio de un pueblo rey y á resistii* la 576 LOS CLUBS acción de los siglos. Los clubs, sobre todo, construc- ciones destinadas á una clase de asociación poco acos- tumbrada en los países latinos, son espléndidos, y dan una idea de riqueza y de lujo sólo sobrepujada por los de la ciudad de Londres, que tal vez no tienen rival. Los clubs, como se sabe, son casas de reunión para hombres, destinadas á proporcionar sociedad, comu- nicación de ideas y facilidad de asociación para obje- tos políticos, literarios, industriales y otros. Asi, los partidos políticos tienen .cada cual uno ó varios clubs, en donde los que profesan unas mismas opiniones go- zan de la sociedad de sus copartidarios, preparan sus programas y organizan sus trabajos ; los comerciantes encuentran la compañía de sus compañeros de profe- sión, hablan de sus negocios, se informan de los suce- sos que pueden afectarles y organizan empresas co- munes ; los periodistas en el suyo se reúnen, dan tregua á la animación de sus debates encarnizados, leen los periódicos de otros países y fundan en común una li- brería de consulta que en ocasiones llega á proporcio- nes muy respetables ; los amigos del caballo tienen de ordinario su Jockey Club y viven en la sociedad de los que participan del mismo amor á ese compa- ñero del hombre, organizan en él sus carreras, prepa- ran sus apuestas y fomentan la cria de las mejores razas, etc. En todos ellos hay excelente cocina, piezas de habitación permanente para los solteros y los via- jeros de residencia accidental, se dan con frecuencia comidas numerosas, recepciones á los personajes no- tables y á los viajeros de distinción, y en ocasiones LOS CLUBS 577 conciertos vocales é instrumentales, y grandes bailes á que concurren las familias de los socios. Cada asociación de este género tiene su casa propia . con frecuencia magnifícos palacios ; el gasto se hace por medio de una contribución de entrada que oscila entre S 50 y $ 500, y otra contribución anual que sube desde S 10 hasta $ 100 : lo que en números de 500 á 1,000 contribuyentes, forma al cabo un tesoro muy bien provisto. En ellos pasan los hombres las horas que no dedican al trabajo personal, y forman una costumbre que me figuro llegará á ser al cabo un rival temible para la vida doméstica. Los de Chicago son numerosos, sus edificios ostentan un lujo extraordina- rio, y casi todos son de creación reciente, pues los más antiguos apenas datan de veinte años atrás. Quizás son síntoma de una sociabilidad más estrecha que los progresos del siglo van desarrollando entre los hom- bres, y cuyas manifestaciones se encuentran en las corporaciones masónicas, las asociaciones de obreros, de bancos, seguros, ferrocarriles, vapores, etc., las compañías comerciales, — regulares y anónimas — las sociedades cooperativas y de socorros mutuos, los cuerpos militares de voluntarios, la creación de hote- les y casas de alojamiento en grande escala, etc., et- cétera. El mundo marcha y se tranforma : los que ayer eran conventos, abadías, asociaciones religiosas, hoy son casas de seguros, bancos, clubs y sociedades coo- perativas. Llama principalmente la atención en Chicago el aire de juventud que se nota por donde quiera. Un espantoso incendio en 1871, continuado por otro me- 33 578 EL INCENDIO DE 1871 nos grave, pero no despreciable, en 1874, destruyó, á lo menos, la mitad de la ciudad. Empezó el 8 de oc- tubre á las nueve de la noche, á consecuencia de una lámpara de petróleo derribada por la coz de una vaca en un establo, se comunicó á otros edificios de ma- dera, luego á algunos de los vastos depósitos del mismo material ; y en seguida, protegido por un gran viento del oeste, á toda la parte comercial de la ciudad com- prendida entre el lago Michigan y el río de Chicago, que se divide en dos ramas hacia el norte y el sur de la ciudad, limite que la llama no alcanzó á traspasar en veinticuatro horas de duración. La ciudad tenia entonces (1871) 323,000 habitantes, y el valor de sus edificios y efectos muebles alcanzaba á $ 650.000,000. El incendio destruyó 17,500 casas, y valores por $ 196.000,000. Con los daños consecuen- ciales las pérdidas alcanzaron á cerca de S 3(X).000,000, de los cuales había $ 100.000,000 asegurados. Em- pero, la quiebra de 56 compañías de seguros que no pudieron hacer frente á esta inmensa pérdida, redujo a-poco más de S 40.000,000 los valores recobrados. 98,000 personas quedaron sin habitación, reducidas á vivir en toldos y casas construidas á la ligera. En consecuencia, más de 50,000 fueron á buscar resi- dencia en otros lugares. Parecía, pues, que habían de pasar muchos años antes que Chicago lograse levan- tarse de ese desastre. Mas no fué así. La noticia de esta catástrofe des- pertó un sentimiento de caridad de que la historia del mundo presenta pocos ejemplos. Las sociedades de socorros organizadas en la ciudad habían recibido LAS SUSCRIPCIONES EN FAVOR DE LAS VÍCTIMAS 579 antes de un mes mas de S 2.000,000 con los cuales se habían construido cuatro mil casas capaces de dar habitación á 20,000 personas, y se esperaba terminar en quince días más las necesarias para alojar á todos los que no habían emigrado. Los auxilios de víveres, ropas, muebles, instrumentos de trabajo, eran tan enormes, que la población se reanimó con nuevo vigor á la tarea de recobrar lo perdido. Las contribuciones venidas de todos los Estados, y aun del extranjero, parece que subieron á unos $ 60.000,000, con lo cual, lo recobrado de las compañías de seguros y las ven- tajas naturales de la ciudad y de los territorios veci- nos, que habían quedado intactos, esa metrópoli se levantó de entre sus ruinas, reconstruyó sus calles en un plan todavía más gigantesco, y hoy, diecisiete años después, es una de las más bellas, ricas y famosas ciudades del mundo. Sin igual, sobre todo en la rapi- dez con que se ha levantado en cincuenta años desde el desierto, hasta quizás 800,000 habitantes, y desde las cenizas del incendio hasta una riqueza en caserío, mercancías, fábricas, etc., de 1,200 á S 1,500.000,000. CAPITULO XXX EL ESTADO DE ILLINOIS Progreso de su población. — Riqueza general. — Produccio- nes. — El elemento extranjero. — La inmigración europea prefiere las altas latitudes. — Los canales de Illinois. — La comodidad de los ferrocarriles y sus diversas clases de ve- hículos para pasajeros. — Pullman-City. — Experimento so- cial. — Las dos naturalezas del americano. El Estado de Illinois, al que Chicago pertenece, es el cuarto en población y riqueza en toda la Unión y el sexto en antigüedad entre los Estados nuevos forma- dos después de la independencia. Le preceden en po- blación Nueva York (con 5.082,800, en 1880), Pensil- vania (con 4.282,800) y Ohio (con 3.198,061) : en an- tigüedad, de los recién constituidos, Kentucky (1792), Tennessee (1796), Ohio (1802), Luisiana (1812), Missi- ssippi (1816) é Indiana (1817), — pues Illinois fué ad- mitido á este rango en 1818 (1). Empezó á recibir población entre 1808 y 1810, en cuyo último año tenia. . • 12,282 habitantes. (1) En 1890, Nueva York 5.981,934 habitantes. — Pcnsilvania 5.248,570 — — Illinois 3.818,536 — — Ohio 3.666,719 — PROGRESO DE SU POBLACIÓN Y RIQUEZA 581 En 1820 55,162 habitantes. En 1830 157,445 — EnlSiO 476,100 — En 1850 851,400 — En 1860 1.711,900 — En 1870 2.539,800 — En 1880 3.077,871 — En 1888 (estimación ofi-j 3 ^^^^ _ cial) ) ' Rápido como ha sido el crecimiento de su población, de 100 por 100 en la década de 1850 á 1860 ; de 50 por 100 en la de 1860 á 1870 ; de 21 por 100 en la de 1870 á 1880, y de 25 por 100 en los ocho últimos años, el incremento de su riqueza ha sido todavía mayor. En 1850 le daba el catastro una riqueza general de S 156.265,000 En 1860 de 871.860,000 En 1870 de 2,121.680,000 En 1880 de 3,210.000,000 Es decir, que de 1850 á 1880, en treinta años, la po- blación era tres y media veces mayor ; pero la riqueza era veinte veces más grande. En otros términos : la riqueza, por cabeza de población, era de S 183-55, en 1850 ; en 1880 cada habitante era dueño, por término medio, de $ 1,043. Su territorio de 56,000 millas cuadradas estaba en 1886 dividido entre 255,741 propietarios, de los cua- les 175,500 (69 por 100) cultivaban la tierra por sí mismos, 20,620 (8 por 100) por medio de arrendata- rios y 59,620 (23 por 100) en participación de utilida- des con el cultivador. 582 ARTÍCULOS PRINCIPALES DE PRODUCCIÓN La producción de cereales y forrajes subió, en 1886, sobre los principales artículos, á las cantidades si- guientes : Maíz. . 52.500^000 cargas, á razón de 14 H cargas por fanegada Trigo. 6.888,000 — — ex — — Avena. 26.0(K),0íK) — — 16 — — Papas. 2.400,000 — — 33« — — Heno.. 4.513,000 toneladas — 1>^ toneladas — Y el valor total de estas producciones, avaluando á S 1-24 la carga de maíz, á $ 2-76 la de trigo, $ 1-04 la de avena, S 1-72 la de papas y $ 640 la tonelada de heno, subió á $ 146.033,000. La producción animal en sus dehesas debió de ser inmensa, pues este Estado es muy rico en rebaños. De los principales animales tenia en 1886 : Caballos.. . . 1.069,800, avaluados á S 77.25 c/u., $ 82.649,000 Millas .... 115,660 — 83.73 — 9.684,000 Vacas de leche 937,476 — 26.50 - 24.843,000 Bueyes, ti^r- ) ^ 435 754 _ 22.23 — 33.029,000 ncpos etc 1 Ovejas.'. .'. 814,177 — 2.49 — 2.026,000 Marranos.. . 3.102,945 — 6.47 — 20.088,000 Las razas son en lo general mejores que en los Es- tados que hemos pasado en rápida revista, como lo demuestran los altos precios á que se les avalúa ; de suerte que la producción anual de este ramo quizás no puede computarse en menos de $ 60 á $ 70.000,000. Illinois es entre todos los Estados de la Unión el que cuenta número mayor de cabezas de ganado vacuno de crías mejoradas. Tiene de ellas (cabezas) (en 1884). 820,000 Sígnenle, Ohio, que cuenta . • . 719,000 lowa 638,000 Tejas 494,000 Nueva York 479,000 VALOR DE LAS TIERRAS 583 Indiana 447,000 Nebraska 403,000 Kansas . . , 401,000 No he encontrado en esta ciudad dato reciente acer- ca del valor de sus tierras cultivadas. Tengo tan sólo el del censo de 1860, en el que sus 22.000,000 de fa- negadas están estimadas en $ 432.000,000, es decir, á S 20 cada fanegada. Esta suma representaba entonces la mitad del avalúo total de la riqueza del Estado; si, pues, esa proporción se hubiese conservado, en 1880, cuando la riqueza total de Illinois se computaba en $ 3,210.000,000, sus tierras valdrían S 1,600.000,000, estimación que todavía sería moderada. En la composición de la población de este Estado entra por una parte considerable el elemento extran- jero. De 3.077,000 habitantes que tenía en 1880, 583,000, ó un 19 por 100, eran extranjeros de naci- miento. Como en los últimos diez años la inmigración ha sido mucho mayor que en el decenio anterior, es permitido suponer que de los 3.750,000 que se le com- putaban en 1888, no menos de 800 ó 900,000, ó casi la cuarta parte, pertenecerá á ese origen. Contando con la primera generación de los inmigrantes — que toda- vía conserva los rasgos y tendencia de la nacionalidad de sus padres — se puede decir que la mitad de la po- blación de Illinois es compuesta de extranjeros. Es un hecho digno de interés para nosotros que la inmigración europea se dirige de preferencia á las al- tas latitudes. Así, de los 6.679,000 extranjeros esta- blecidos en los Estados Unidos en 1880, las tres cuar- 584 k POBLACIÓN EXTRANJERA tas partes vivían entre los 41° y los 45** de latitud Norte, así: En Nueva York (el Estado) 1.211,379 En Pensilvania 587,829 En Illinois 583,576 En Massachusetts 443,491 EnWisconsin 405,425 EnOhio 394,943 En Michigan 388,508 En Minnesota 267,676 En lowa 261,650 En Indiana 144,178 En Connecticut 129,992 EnNebraska 97,414 En Dakota (territorio entonces) . . . . 51,795 Total 4.867,851) Esta inmigración se compone principalmente de in- gleses é irlandeses, alemanes, suecos, noruegos, ru- sos, austríacos y húngaros. Poblaciones de origen la- tino sólo había en los Estados Unidos en 1880 las si- guientes : Franceses 106,971 Italianos 44,230 Españoles y portugueses. 13,259 XT . ¿JO onníEn Tejas, Arizona Mexicanos 68,399| ^ Xuevo México. Total 232,859 Verdad es que de algunos años á esta parte empie- zan á emigrar á América en grandes números los ita- lianos y los españoles, pero á las regiones del Plata, PROYECTOS DE ENSANCHE DE LOS CANALES 585 comprendidas entre los 30** y los 40° de latitud sur, principalmente entre los 35** y los 40**. Podiúan, pues, venir á la América ecuatorial, á las regiones altas de los Andes ; pero no será sino cuando buenos caminos faciliten su entrada hacia ellas, y sobre todo cuando fletes baratos permitan la abundante exportación de sus productos. El último rasgo de prosperidad para este poderoso Estado de que tuve noticia durante mi residencia allí, es el proyecto de ensanchar los canales que comunican los grandes lagos con los ríos tributarios al Mississip- pi, hasta el punto de que los más grandes buques del Océano puedan zarpar de los lagos y bajar al golfo de México por el canal de ese gran rio. Como otro tanto se hará con el rio San Lorenzo, la América del Norte tendrá una navegación interior de más de dos mil le- guas por medio de dos grandes ríos y de cinco mares de agua dulce, superior á la de cualquier otro continente. Excepto, eso si, la de la América del Sur : la cual cuenta en la comunicación entre el Orinoco, el Casi- quiare, el Rionegro y el Amazonas, ya conocida, y las que se consideran posibles entre el Madeira, tributa- rio del Amazones y el Mamoré con el Pilcomayo, tri- butario del Plata ; entre el Tapajos y el Paraguay ; y entre el Paraná y el San Francisco, una red de gran- des ríos navegables por todo el interior del continente, desde las inmediaciones de Bogotá hasta Buenos Aires, y desde la capital de Bolivia hasta las bocas del Ama- zonas y del Plata, que no tendrá rival en este planeta. 33. 586 I. os COCHES DE FERROCARRIL A pocos minutos de nuestra salida de Chicago tu- vimos la pena de saber que pasábamos por Pullman" City, cuando ya no podíamos detenernos para visitar esa interesantísima población. El célebre inventor de los coches-palacios (1) para ferrocarril ha establecido aquí, por medio de una com- pañía anónima, una fábrica inmensa de sus vehículos, sobre bases de cooperación con los obreros, los que no bajan de 4,000. La Compañía les suministra asistencia en un gran hotel, y también da casitas de habitación á las fami- lias que quieren vivir con independencia; sostiene escuelas, salas de asilo para los niños pequeños du- rante el día, teatro, salón para bailes, conciertos y reuniones públicas, hospital, cementerio, mercado, artículos para vestido, mobiliario y demás senácio do- méstico, todo á precios de por mayor y una pequeña comisión; les paga un moderado salario semanal y (1) Para el viaje de ferrocaiTÍl en los Et^tados Unidos se usan vehículos diversos, de los cuales son más conocidos los siguientes : 1.* El coche común de primera ó segunda clase, con capa- cidad para 60 y hasta 80 pasajeros. Son cómodos, ventilados, provistos de agua potable, siempre con hielo, aguamanil con jabón y paños de mano muy limpios, y gabinete reservado; pero sin comodidad para dormir. 2.» Coche-salón (drawing-car), en que los asientos son si- llones muy cómodos, con resortes que permiten bajar ó levan- tar el espaldar y un apéndice en donde colocar los pies; de suerte que en esos asientos se puede, al desearlo, tomar po- sición horizontal. En ellos dan ai pasajero una manta abriga- da para cubrirse y dormir durante la noche. También se da desayuno, almuerzo, comida y cena, sin pai*ar la marcha. 3.» Coche de camas, que ya he descrito en el capítulo de viaje de Nueva Orlcáns á San Luis. 4.* Coche-palacio, de gran tamaño, comunicado rx)n otros PULLMAN-CITY 587 una participación en las utilidades al fin del año. Á los obreros que lo desean, esta participación se les con- vierte en acciones en la Empresa; pues el pensamien to de la Compañía es transferir lentamente la propie- dad de aquélla á los obreros mismos, para ensayar la [posibilidad de una nueva organización social en que cada objeto de trabajo y de producción llegue á se propiedad de los trabajadores mismos, sin lucha ni competencia alguna entre el capital y el trabajo, entre los capitalistas y los proletarios. Es esta una obra de grande experimento social. La Compañía provee abundantemente á las necesi- dades diarias de sus obreros. El alojamiento es cómo- do, bien ventilado, con todas las condiciones higiéni- cas necesarias; agua con profusión, luz eléctrica y de gas durante la noche; comida abundante y sana; el vestido de buenas telas y á los más bajos precios po- sibles, pues todo es comprado por mayor; les procura dos inmediatos: el coche principal es un salón muy bien amueblado, que alternativamente puede conyertírse en come- dor para 20 personas y en dormitorio para otras tantas ; otro de los inmediatos es un restaurant con cocina, despensa, bo- dega y todo lo necesario para proporcionar comidas á los pa- sajeros sin suspender la marcha del tren; el último es un sa- lón de baño y de aseo, en donde puede tenerse billar ú otros aparatos de recreo. También está destinado á los fumadores. Estos coches se emplean en los largos viajes, de dos ó más días ; como el de Nueva York á San Francisco, que dura cin- co ó seis, ó el de cualquiera ciudad de los Estados Unidos á México, que es de siete ú ocho. También en los viajes circu- lares^ que son vueltas en el interior de los Estados, pasando por varias ciudades; pero conservando siempre la habitación, es decir, la comida y la cama, en el mismo coche: viajes que duran á veces quince ó veinte días seguidos. El coche se con- vieite en un hotel ambulante. 588 ORAN EXPERIMENTO SOCIAL diversión variada durante la noche, música y recrea- ciones pacificas los domingos ; se encarga durante las horas de trabajo en las fábricas del cuidado de los ni- ños pequeños, y sostiene escuelas para los que están en estado de recibir educación. Los sitios son alegres, poblados de árboles y flores. Hasta aquí el lado cómo- do y satisfactorio para los trabajadores. En cambio, es obligatorio el ahorro; el obrero está ligado á la Empresa por un año á lo menos, y quizás por más tiempo en la generalidad de los casos ; está prohibido en absoluto el consumo de licores y bebidas embriagantes, y en lo relativo á costumbres y policía general, es natural suponer que las reglas son más estrictas que las de la autoridad municipal de los lu- gares. Cuál sea el resultado de estos experimentos, es di- fícil decirlo. En los Estados Unidos hay, al lado de las más ingobernables é ilimitadas codicias, los más altos sentimientos de filantropía y amor á la humani- dad. Muy de temerse son, á veces, las empresas de caridad y benevolencia acometidas por desalmados é hipócritas especuladores; pero á las veces también entre los que parecieran especuladores puros, llenos de ambición de riquezas, resultan los actos de des- prendimiento y de humanidad más extraordinarios. Hoy hay en ese país dos corrientes contrarias, incom- prensibles. La una es la pasión de hacer fortuna por todos los medios imaginables, y fortunas colosales, inmensamente superiores á lo que las más exigentes necesidades de la vida humana puedan requerir: iOO, — 200, — 300.000,000 de pesos. La otra un espíritu de LOS DOS CARACTERES DEL AMERICANO DEL NORTE 589 refusión del individuo en la humanidad entera con sacrificio de todo lo que pudiera ser egoísta, de todo lo que es individual. Y á veces esas dos tendencias sue- len aparecer en una misma persona. Girard era un es- peculador, prestador de dinero á interés, en extremo duro, que no rebajó jamás un centavo de intereses á sus deudores, y al propio tiempo daba ejemplo de una caridad ardiente en los días de calamidad piiblica, has- ta el punto de ir personalmente á servir de enfermero en los hospitales en tiempo de epidemia. Ese hombre empleó en vida y legó á su muerte una fortuna de $ 9.000,000 en favor de los establecimientos de educa- ción y de caridad de Filadelfia, Nueva Orleáns y otras ciudades. Peabody, el filántropo más generoso de los tiempos modernos, confesaba que era avaro y que le causaba dolor el gasto más pequeño, por lo cual se im- puso en castigo dar buenas comidas todas las semanas y gastar sumas extraordinarias en actos de caridad. El comodoro Vanderbilt, el fundador de una dinas- tía de cien-millonarios, dejaba vivir á sus hijos en una pobreza vecina de la miseria ; pero cuando estalló en 1861 la guerra civil, dirigió al Secretario de la Marina una carta. en la que ponía á disposición del gobierno una flota de veinte vapores, en venta, en arrenda- miento ó como quisiese, y en caso de que no se les reputase necesarios, rogaba que á lo menos se acep- tase como donación suya al pueblo americano el vapor Vanderbilty construido con un gasto de $ 5.000,000 y reputado en esos días como el mejor barco que flotaba en los Océanos. El hecho es que las asociaciones de vida común y 590 CONTRASTES RAROS desprendimiento y abnegación de si mismo son no poco numerosas en los Estados Unidos, algunas de ellas, como la de los Tembladores (Shakers), por ejemplo, están en plena prosperidad y cuentan ya cerca de un siglo de existencia. La idea de asociación más estre- cha entre grandes comunidades ó de ensanche del círculo de la familia á proporciones mucho más exten- sas, ha dado grandes pasos en el siglo XIX y no pue- de decirse hasta dónde podrá no llegar. Hay en la hu- manidad resortes misteriosos que determinan súbita- mente las corrientes más contrarias: jamás ha presen- ciado el mundo actos de ferocidad comparables á los que ponia en práctica la inquisición para asegurar el predominio de una religión de caridad ; y, según re- fiere Stanley, nunca vio un sentimiento de compasión y de caridad más apasionado que entre los caníbales del Congo, cuando vieron hambrientos, enfermos y necesitados de socorro á él y á sus compañeros. CAPITULO XXXI CINCINNATI Aspecto general. — Progreso de la población. — Espíritu co- mercial desús habitantes. — Los reportera. — Entrevista coh uno de éstos. — La plaza del agua. — Espléndida fuente. — Cincinnati á vuelo de pájaro. — El Museo de Bellas Ar- tes. — Las manufacturas de la ciudad. — El movimiento co- mercial.— El Ohio en Cincinnati y su navegación.— El precio de k)s fletes. — I^ Cámara de Comercio. — Los puen- tes sobre el Ohio. — Covington y Newport. — Un cuartel americano. — Otra vez los masones. Llegamos á Cincinnati en la mañana de un día de primavera, despejado, sereno y acariciado por tibias brisas. En pocas horas hablamos atravesado en linea diagonal de NO. á SE. todo el Estado de Indiana, poblado hoy por más de 2.000,000 de habitantes, y penetrado en el ángulo NO. del poderoso Ohio, el tercero de la Unión en población y riqueza, admitido al rango de Estado desde 1802. Cincinnati, la antes fiema del Oeste^ hoy destronada por San Luis y por Chicago en punto á industrias y número de habitan- tes, conserva sus títulos en lo que se refiere á la be- lleza del paisaje que la rodea. Edificada en la orilla oriental, en una vuelta que con curso perezoso des- cribe el gran rio que da su nombre al Estado, en me- 592 LA POBLACIÓN DE CLNCINNATI dio de un anfiteatro de graciosas colinas de poco más de 100 metros de altura, su espléndido caserío se levanta desde el nivel de las aguas hasta las cumbres del rededor, y se completa en Covington (1) en la ori- lla derecha del rio, perteneciente á Kentucky, al res- petable guarismo de 284,000 habitantes en 1880. Hoy debe pasar de 350,000 (2). Tenia en 1800 750 Imbitantes. En 1810 2,5'jO — En 1820 9,602 — En 1830 24,800 — En 1840 46,300 — En ia50 115,400 — En 1860 161,000 — En 1870 216,200 — En 1880 255,139 — La primera impresión que de ella recibimos fué re- lativa al espíritu comercial de sus habitantes. Apenas habíamos tomado cuartos en el hotel Burnet, cuando recibimos la visita de un joven comerciante, á quien habían informado que traíamos de Sur América un gran cargamento de maní, y venía á comprárnoslo. Al contestarle que éramos viajeros de mera curiosi- dad, sin artículo alguno que vender, dudó de nuestra sinceridad y amablemente nos manifestó que, aun cuando fuesen 5 ó 6,000 quintales, podía comprarnos toda la partida, pues negociaba por mayor en esa al- mendra y estaba dispuesto á pagárnosla al mejor precio del mercado. Cuando al fin logramos conven- cí) Covington tenía 29.400 en 1880. (2) El censo de 1890 le da 325,000 VISITA DE UN REPÓRTER 593 cerlo de su error, v á nuestra vez le manifestamos extrafteza de que ese artículo fuese conocido y tan so- licitado en los Estados Unidos, nos informó con mucha atención que de él se hacia un uso inmenso en confi- turas y en salsas para las carnes y el pescado ; que en el Estado de Tennessee se le producía en cantidades de 700 á 800,000 quintales por año y que su precio actual era de S 0-04 á $ 0-05 centavos la libra, si no estoy equivocado. No se manifestó corrido de su en- gaño; con mucha galantería nos dio la tarjeta y la dirección de su almacén de comercio, nos invitó á ir á inspeccionar sus mercancías y se ofreció á acompa- ñarnos en otros días á visitar la ciudad. Nos preparábamos ya á salir á recorrer las calles, cuando se anunció otra visita : era el repórter de uno de los principales periódicos de la ciudad que venía á tomar noticias de Colombia. Desde Nueva Orleáns habíamos hecho conocimiento de esa costumbre singu- lar de los periodistas americanos de informarse con los viajeros, no sólo de lo relativo al país de éstos, sino de averiguar las impresiones que los Estados Unidos producen en ellos. En Nueva Orleáns había- mos tenido tres visitas de esta clase, dos en San Luis, una en Chicago, y en Cincinnati tuvimos dos. Ordina- riamente es un joven bien vestido, agradable é inteli- gente el que desempeña estas funciones: se insinúa con mucha suavidad, apunta rápidamente en su carte- ra las respuestas que se le dan, probablemente en ca- racteres taquigráficos, conversa sobre la política ame- ricana y pide la opinión del viajero acerca de las 594 LO QUE SON LOS REPORTERS cuestiones del dia. Responde con amabilidad á las preguntas que se le hacen, da informes relativos á la ciudad y los acontecimientos de su país, y á veces suele ser útil para facilitar al viajero la manera de visitar los lugares que desea conocer. No siempre es muy correcto en las versiones que da de sus entrevis- tas, por lo cual conviene exigirle que antes de dar publicidad á la conversación envíe una prueba en tiras para corregir y rectificar las ideas. Uno de estos intervieiüers en Nueva Orleáns juzgó por mis pregun- tas acerca de los métodos empleados en la producción de azúcar, que yo sería hacendado, y me preguntó si en efecto lo era. Contéstele que tenia una pequeña propiedad. — I Ah ! ya sah^ios por aquí lo que llaman ustedes pequeña propiedad, exclamó. Y al siguiente día vi con agradable sorpresa en las tiras de su periódico, que yo era uno de las más gran- des hacendados de Sur América, cosa que me era completamente ignorada. Otro me preguntó si tenia participación en la política de Colombia. Contéstele que si había estado mezclado en otro tiempo en esas cosas de una manera muy subalterna ; pero que hacia años estaba retirado á sólo mi trabajo personal, por- que en mi país la política no da para vivir. La inter- pretación que á esta respuesta dio el repórter es curiosa. « Mr. C... decían las tiras de su periódico, 68 un politician importante, y debe de venir encargado de alguna negociación considerable, porque trata de ocultar sus conexiones con la política de su país, n Si yo hubiese dejado pasar ese párrafo, todos los reporíers de los 1,500 diarios americanos me hubieran LA CONVERSACIÓN CON ¿L 595 perseguido á todas horas para arrancarme el secreto. No le aconsejaría yo al general Boulanger venir á pasar algunos de los días de la peregrinación de expec- tativa que atraviesa, en los Estados Unidos. No lo dejaría vivir tranquilo esa plaga de curiosos, más te- mibles que los zancudos en el Magdalena ó que los chiribicos en una cama de posada en tierra caliente. Esa es evidentemente una de las esclavitudes de la vida americana de que se quejaba Herbert Spencer con un interviewer; pero es una parte del precio á que se compra la libertad. La república necesita la participación de todos, el pensamiento de todos, la discusión incesante sobre los asuntos conexionados con la vida pública ; si la esclavitud se acomoda bien con el reposo y el silencio, la libertad, no ; las aguas estancadas se descomponen y corrompen ; no las be- báis. Bebed de las fuentes rumurosas que forman espumas entre las piedras. El repórter y decía, empezó las preguntas relativas á su país. — ¿ Qué le han parecido á usted los Estados Uni- dos? — Un país muy grande, muy rico, muy libre y muy feliz. — ¿ Qué le ha parecido más notable ? — Sus vías de comunicación : sus ferrocarriles, sus vapores en los ríos; su gran producción, la grandiosi- dad de sus ciudades. — ¿ No ha encontrado usted algo que le cause dis- gusto ó que le parezca digno de censura ? — Sólo me ha causado extrañeza el sentimiento de 596 su INTERROGATORIO repugnancia ó de desprecio que me ha parecido ins- pira á la gente de raza blanca la de color oscuro. — ¿Y por qué extraña usted eso ? — Pues, porque teniendo ustedes que vivir con la gente de color, necesitando de ella, recibiendo de ella cooperación en los trabajos más duros, parecería na- tural que ustedes le hiciesen justicia admitiéndola sin repugnancia en los teatros, en los hoteles, en las igle- sias y en las escuelas, y veo que no es asi. — Según eso, usted se inclina aquí al partido repu- blicano. — Yo soy un extranjero y no tengo partido en este pais ; pero en el mío fui partidario ardiente de la abo- lición de la esclavitud ; veo con placer que allá no se hace diferencia política entre las dos razas, y muy poca en las relaciones sociales. Desde allá segui con mucho interés los progresos de la emancipación en les Estados Unidos y fui admirador de Lincoln y Seward, de Greeley y de Sumner, de Stanton y Chase : de to- dos los hombres que contribuyeron á la libertad de los esclavos y á la reforma de la Constitución en el sen- tido de darles iguales derechos políticos y civiles. Cambiando repentinamente de conversación, me preguntó entonces : — ¿Y qué dice usted de Mr. Cleveland ? Medité un instante mi respuesta y la di con otra pregunta. — ¿ Para qué desea usted la opinión de un extran- jero que acaba de entrar á su pais, y que por lo mis- mo debe carecer de conocimientos suficientes para juzgar del carácter y del valor de ese hombre público? MI DECLARACIÓN INSTRUCTIVA 597 — Si usted tiene repugnancia á contestar mi pre- gunta, podemos hablar de otra cosa; pero, si, como yo creo, eso no tiene nada de particular, déme su opi- nión con franqueza. Á los periodistas nos gusta oír las opiniones de los extranjeros, porque nuestro modo de ver las cosas puede ser interesado ó apasio- nado, pero el extranjero tiene más imparcialidad y suele considerar las cuestiones por lados nuevos y originales. — Pues bien, le dije : Mr. Cleveland me gusta mu- cho. Sus actos públicos parecen partir de un carácter elevado, justiciero é imbuido en las verdaderas ideas americanas. — ¿ Como cuáles actos ? — Los relativos á la protección á los indios en la posesión de las tierras de sus reguardos ; sus mensa- jes al Congreso con motivo de los ataques contra los chinos ; sus vetos á las leyes de despilfarro del Tesoro con pretexto de pensiones. — ¿De suerte que usted opinaría que se le reeli- giese para la Presidencia de la Unión? — Francamente, sí. — Pero ¿no sabe usted que Mr. Cleveland es demó- crata? Usted acaba de decirme que las ideas de usted son las del partido republicano. — Si, señor; en todo lo relativo á conceder igual- dad política á la raza africana pertenezco á lo (jue aquí se llama partido republicano ; pero en cuestiones eco- nómicas, en lo que llaman ustedes « protección á las industrias americanas », me inclino más bien al de- mócrata. Soy partidario del libre cambio, y creo que 598 REPREGUNTAS Y SENTENCIA por hoy esa es la cuestión más grave que hay en este país. La tarifa de aduanas tan alta de ustedes, será á la larga un obstáculo al desarrollo de las industrias en este pueblo. La titulada protección á las manufac- turas, protegerá á los dueños de fábricas, á los gran- des ricos, que son pocos, con perjuicio de los consu- midores pobres, que son los muchos. Yo creo que eso no está en la corrienta verdadera de lo que uste- des llaman c ideas americanas ». — Usted no es demócrata, tampoco es republicano : entonces es Mugwump (1). — Quizás si, señor. — Pero usted olvida que la prosperidad de este país se debe principalmente á nuestras manufacturas, y que éstas no hubieran podido desarrollarse sin una protección en las aduanas contra la competencia de las fábricas inglesas « — Excúseme usted, señor, yo he creído observar más bien que la prosperidad de los Estados Unidos se debe á sus instituciones liberales ; á la división de las tierras baldías en pequeños lotes, al alcance de todo el pueblo ; á los productos de su agricultura, que for- man las tres cuartas partes de la exportación ; á la inmigración extranjera; á las escuelas públicas; á la ausencia de ejército permanente ; á las vías de comu- (1) Este apodo á^Muytcump ftié dado en 1884 A los republi- canos que no aceptaron — á causa de algunas acusaciones con- tra la probidad personal de Mr. Blaine y de disentimiento de opiniones acerca del proteccionismo y de la provisión de los empleos exclusivamente entre los intrigantes políticos — la candidatura de éste, y prefirieron apoyar la de Mr. Cleveland. Los Muywumps equivalen á nuestros antiguos gólgotas. LA FUENTE MONUMENTAL 599 nicación rápidas, que proporcionan transportes bara- tos y un inmenso comercio interior; á la paz de que ustedes han disfrutado. Ustedes podrían luchar con la competencia inglesa sin necesidad de protección aduanera, á favor de su espíritu mecánico y de ser grandes productores de las materias primeras. — Decididamente, usted es discípulo de la escuela de Mánchester. Adiós, señor. Después de media hora de interrogatorio, el repor- ier se retiró y en el acto nos lanzamos á las calles, en las cuales tropezamos á pocos pasos con la Fuente de la Explanada, el monumento artístico más notable de la ciudad, y, en su género, uno de los primeros del mundo. En el centro de una plaza larga y angosta, som- breada por magníficos árboles, y alumbrada con gran número de faroles de gas, se levanta un pavimento de cimento romano de 2 pies de altura, al que se sube por dos escalones y forma un salón abierto ó lugar de paseo para el público, mucho más ancho que nues- tro atrio (\e la Catedral de Bogotá. En el centro hay una fuente monumental de doce metros de altura, compuesta de una ancha base y estanque de pórfido admirablemente labrado, y tres cuerpos de bronce, ó más bien una grande estatua representativa de la idea del agua, montada sobre dos pedestales de bronce. En el primer pedestal, en alto relieve, están represen- tados en sus cuatro caras los cuatro usos principales del agua : fuerza para mover máquinas, navegación, pesca y vapor. Encima hay cuatro grandes recipien- 600 REPRESENTACIONES DEL AGUA tes, del centro de los cuales brota una gran columna de agua ; entre uno y otro hay nichos adornados con figuras de tamaño natural : de un muchacho que en- seña con alegría un gran pescado que acaba de sacar del agua ; de una muchacha que ostenta con orgullo un collar de perlas ; la tercera se aplica al oído un caracol marino y oye el rumor que en él parecen ha- ber dejado las olas, y la cuarta corre con patines en el hielo. De cada una de esas figuras brotan asimis- mo grandes chorros. Sobre este pedestal se levanta una columna cuadrada que une cuatro grupos de tamaño heroico. El del oriente es una madre que con- duce al baño á un pequeñuelo ; el de occidente, una muchacha que da de beber á su anciano padre; al norte, un hombre clama al cielo por agua desde el techo de su casa, devorada por las llamas ; al sur, un agricultor con arado ya inútil sobre el terrón duro, y un perro que saca la lengua seca de sed, parecen in- vocar el favor de las nubes para el campo arrasado por el verano. La figura superior, el genio de las aguas, personificado en una mujer cubierta con túnica ligera y con los brazos abiertos, arroja de los dedos y de la palma de las manos una lluvia bienhechora, que cubre con transparente ligero velo de niebla todos los grupos inferiores. El todo es un magnífico idilio, una ferviente oración al Todopoderoso, dispensador del agua á los hombres. Es una obra de arte llena de pensamiento, de unidad de acción y de perfecto aca- bado en todos sus detalles. Fué fundida en Munich, y se dice que costó más de S 200,000 á su donador, Mr. Henry Probasco, quien la regaló á la ciudad en VISITA GENERAL DE LA CIUDAD 601 memoria de su cuñado, Mr. Tyler Davidson, que por muchos años tuvo la idea de dotar la ciudad con este monumento, orgullo hoy de los habitantes de Cin- cinnati. Esta plaza forma el centro de las lineas de ómni- bus, coches y tranvías que recorren la ciudad : en ella tomamos un carro tirado por cable subterráneo, y su- bimos a una de las colinas del rededor, desde la cual se goza de un suntuoso panorama. Una llanura circu- lar rodeada de colinas en gradería ; un valle ameno cruzado en zig-zag por el hermoso rio, que tiene allí 300 varas de anchura, en todas direcciones recorrido por vapores, lanchas, canoas y balsas; tres puentes inmensos lo atraviesan dentro de los limites de la ciudad á la cual comunican con Covington y la costa de Kentucky ; 172 iglesias levantan á los aires sus elegantes torres; centenares de edificios monu- mentales alzan sus techos de diversos colores sobre las más modestas casas de habitación : columnas de humo brotan de altísimas chimeneas de las fábricas ; calles rectas sombreadas por árboles ; parques llenos de verdura y de bosques misteriosos, cortados por carreteras pobladas de diversos vehículos; quintas preciosas blanquean en las faldas de las colinas : bu- llicio y animación por todas partes. Tal es el aspecto que presenta Cincinnati. Cubre con su caserío una extensión de 7,500 fanegadas (más de dos leguas cuadradas), y se extiende en la orilla sinuosa del rio por más de tres leguas, ocupadas por muelles, desembarcaderos, fábricas, jardines, huertas y grandes parques. Éstos ocupan sobre el río y en 34 602 L\ ACADEMIA DE BELLAS ARIES las colinas un área de 1,500 fanegadas, ó tres veces la superficie de Bogotá. En otra ocasión tomamos un coche y dimos una vuelta por las calles, parques, cementerios y lugares principales de la ciudad. Visitamos el jardín zoológi- co, que exhibe cosa de 900 animales raros de todas partes del mundo, en el cual recuerdo haber visto un gallo y una gallina del tamaño de un pavo, y un pavo casi tan grande como un avestruz, elefantes, leones, tigres, panteras, cebras, burros salvajes africanos de tamaño muy respetable, más respetables aún por su ferocidad indomable, y una variedad muy grande de aves de canto, de pluma y de otras cualidades nota- bles ; la Academia de Bellas Artes recién construida á iniciativa de un rico filántropo, Mr. Charles W. West, quien donó S 150,000 para la construcción del edificio, con la condición de que otiK>s donasen otro tanto, con- dición realizada en el acto, y de que la ciudad diese terreno en un sitio adecuado, lo que también se rea- lizó con geneix)sidad. Mr. West regaló entonces otros S 150,000 para iniciar la formación de un fundo per- manente destinado á su conservación y adelanto. Aun- que abierto apenas en 1886, ya tenia el salón de pin- tura cerca de 300 cuadros, al óleo casi todos, regalados los más por los ricos de la ciudad, entre los que des- cuella el nombre de Mr. Rubén R. Springer, quien parece haber legado al establecimiento una colección notable de más de 100 cuadros ; otros muchos eran simplemente prestados. Domina en estas galerías la escuela alemana, algo se encuentra de pintores belgas, muy poco de la es- EL MUSEO DE PINTURAS 603 cuela francesa y tan solo muestras de la inglesa y española ; lo que se explica por pertenecer á la inmi- gración alemana más de la tercera parte de la pobla- ción de Cincinnati. Los cuadros de paisaje forman la variedad más numerosa, como que es también la pre- ferida por el gusto americano, todavía en la infancia. Los pintores modernos cuyas obras están en mayoría son Achenbach de la escuela de Dusseldorf y Lessing (Carlos Federico), de la de Berlín, J. W. Schirmer y Kuaw. Los grandes pintores del Renacimiento, en lo general están representados por copias, y de los mo- dernos sólo vi cuadros de Bouguerau, Frére, Gude (Hans) — nuruego, Leutze (alemán establecido en Fila* delfia), MüUer, y Verboeckhoven (belgas), West (ame- ricano establecido en Londres), Courbe t, Corot (Juan Bautista), Vernet (Horacio), Madrazo, y dibujos á lá- piz de Meissonier y de Zamacois. Pintores america- nos, todavía pocos; pero éstos se anuncian con aptitu- des notables. Hay dos Rubens, una Crucifixión de Alonso Cano, un Cario Dolci, un Hobhema, un Jordaensyxxn MaraU ¿a, un Rembrandt (retrato), y un Tmtoreto, proceden- te de una iglesia de México, de donde fué robado por un soldado francés durante el imperio de Maximilia- no. Gran número de cuadros procede de autores des- conocidos. El edificio fué empezado en 1881 , abierto al públi- co en 1886, y me causó asombro encontrar tantas obras de arte sólo un año después. La parte construida costos 330,000, y aun faltaba una de las alas; con la compra de algunos cuadros el desembolso montaba ya 604 LAS MANUFACTURAS á S 450,000, obtenidos por contribuciones voluntarias. El inmenso número de establecimientos de caridad, instrucción, adorno y comodidad pública, costeados por particulares, y las instituciones del mismo género sostenidas con rentas de la ciudad, dan idea de una riqueza enorme. Quise averiguar los orígenes de ella, y en una publicación reciente de estadística, cuidado- samente compilada por la Cámara de Comercio, en- contré los datos que deseaba. La producción manufacturera subió á S 200.357,000 en 1883, entre los siguientes principales artículos : Licores destilados y fermentados. . . S 30.597,000 Manufacturas de hierro 25.986,000 — alimenticias 25.426,000 Vestidos 21.394,000 Manufacturas de madera 20.392,000 — de cuero 12.573,000 Jabón y alumbrado 10.730,000 Carros, carruajes, etc 10.154,000 Manufacturas de otros metales 6.845,000 Papel 5.315,000 Libros, peródicos y publicaciones. . . 4.666,000 Drogas y sustancias químicas 4.658,000 Manufacturas de tabaco 4.367,000 — de piedra y de loza. . , 4.313,000 Tejidos de algodón, lana, lino, etc. . . i. 996.000 Artículos de bellas artes 899.000 Pastas de libros, y libros en blanco. . . 448,000 Miscelánea 9.591,000 El número de obreros empleados en estas manu- facturas subió en el mismo año á 91,761, ó sea la ter- LAS BEBIDAS ESPIRITUOSAS 605 cera parte de la población de la ciudad : guarismo muy alto, porque si se le adiciona el número de tra- bajadores en las industrias de comercio y de acarreo y en las profesiones que sólo concurren indirectamente á la producción, como abogados, médicos, músicos, actores, empleados y sirvientes domésticos, resultará que más de la mitad de la población de Cincinnati es productora. Ahora bien : el cálculo general que se hace en los Estados Unidos es, que de cada tres habi- tantes sólo uno es productor, pues los dos restantes son mujeres, niños, ancianos ó inválidos exentos de las tareas del trabajo. Llama la atención en el cuadro anterior la enorme suma de la producción de licores y bebidas fermenta- das, la más alta entre todas, y equivalente á $ 120 por cabeza de población. Esta partida se descompone asi : Licores destilados (alcohol) 52.000,000 do litros, S 11.830,000 id. rectificados (whis- 52.500,000 - 11.255,000 key, etc.) . . . J Cerveza 128.000,000 — G.232,000 Vinos — 150,000 Sobre la producción de estas bebidas cobra el Go- bierno Federal un derecho de sisa, de $ 7.400,000 sobre los destilados y de cerca de $ 800,000 sobre la cerveza; sea 71 centavos sobre cada litro de licores y I de centavo sobre cada litro de cerveza. Es pro- bable que la ciudad haya establecido ó establezca otro impuesto sobre la venta por menor de estas bebidas, que no bajará de $ 1.500,000 á $ 2.000,000 anuales. El movimiento comercial de Cincinnati, es decir, el valor de los productos que recibe de fuera y el de 606 EL UlO Y LA CIUDAD los que despacha á consumirse en otros lugares, sube á $ 500.000,000 anuales, asi : 1884. — Entradas S 247.347,134 Salidas 253.260,366 En estos guarismos puede observarse que el valor de los artículos recibidos, transformado en las manu- facturas, aumentó de valor lo suficiente para proveer á todos los consumos de los habitantes y para propor- cionar, con el residuo, lo necesario para enviar á otros lugar es un valor mayor aún que el de las entradas. Cincinnati tiene en el río Ohio su principal ventaja, acompañada, sin embargo, de algunos inconvenien- tes. Situada, poco más ó menos, á la mitad del curso navegable de este rio, entre Pittsburgo en la parte superior y Cairo en la boca de Mississippi — es decir, como el pueblo de Carare en el Magdalena — las 300 le- guas navegables de él, y otras tantas quizás de sus tributarios, forman naturalmente la vía de comunica- ción más barata. Con ella se ahorró én un principio la necesidad de la construcción costosa de ferrocarriles para su comercio; pero al propio tiempo sirve de obs- táculo para construirlos, á causa de la competencia que les hace en los transportes. Ahora bien : esa ventaja seria inmensa si el rio fuese cómodamente navegable todo el año ; pero está lejos de ser asi. Desde principios de este siglo una frase de Jefferson caracterizó la naturaleza del Ohio, diciendo que « sería un río admirable si no estuviese seco en los veranos y helado en los inviernos ». Y tiene esto mucho de verdad. Durante los veranos se VAPORES QUE LO NAVEGAN 607 seca hasta el punto de que en Cincinnati sólo ofrece á veces á los vapores, en julio ó agosto, un fondo de dos pies, mientras que en los inviernos sube hasta 50 ó 60, y en 1885 llegó á subir hasta 71. Además, desde mediados de noviembre empieza á helarse, lo cual cierra la navegación ordinariamente hasta me- diados de marzo ó principios de abril. Así, sólo presta servicio durante cinco ó seis meses del año. Se ve, pues, que sus condiciones de navegabilidad son nota- blemente inferiores á las de nuestro Magdalena. Esta dificultad, lo mismo que entre nosotros, obliga á tener varias clases de vehículos adaptados á los diversos estados del caudal de las aguas. En primer lugar hay vapores para pasajeros y carga, y simples remolcadores de botes y balsas que no pueden llevar pasajeros. En segundo lugar, unos y otros son de di- verso tamaño y fuerza para adaptarse á la parte alta y á la baja, á los tributarios y al río principal. Estos vehículos se dividen en las siguientes proporciones ; Vapores para pasajeros y carga. De menos de 400 toneladas .... 41 Entre 400 y 800 23 De más de 800 14 78 Remolcadores. De menos de 200 toneladas .... 68 De 200 á 500 52 De más de 500 10 130 Total de vehículos de vapor. . 208 La capacidad de estos vapores representaba, en 1885, 65,000 toneladas, que es un total doce ó catorce 608 IRREGULARIDAD DEL CAUDAL DE LAS AGUAS veces mayor que los de nuestro Magdalena ; pero debe tenerse en cuenta que en el valle del Ohio hay, ade- más, lineas de ferrocarriles paralelas al rio que pres- tan servicio en adición á este. Los vapores hacen once ó doce viajes por año, en término medio, porque lis entradas de ellos á Cin- cinnati en los años de 1882 á 1885 dan un término medio de 2,250 en el año, ó sea una entrada diaria de 12 ó 14, pues la navegación no dura más de 150 á 180 días en el año. Estos cambios en el fondo del río son en extremo perjudiciales en el Ohio. Cuando la seca ó el hielo sobrevienen, quedan varados los vapores y detenidos pasajeros y mercancías, por días y aún semanas ente- ras, ó es necesario, cuando se puede, transbordar á la orilla en busca de ferrocarriles para continuar el viaje. Ya se puede figurar cuántas demoras, recirgo de gastos y perturbación en los cálculos de las opera- ciones comerciales no surgirán de estos accidentes. Los naufragios é incendios son frecuentes. En 1885 se perdieron 7 vapores con un tonelaje total de 4,395 : de ellos, 4 incendiados y 3 hundidos en el rio; es de- cir, 31 por 100 de riesgo total, aparte de averias par- ciales. Si hubiese alguna regularidad en el alza y la baja, en el hielo y el deshielo de las aguas, el mal seria menor; pero en ocasiones el río baja súbitamente cuando menos se espera, y los bancos de hielo vienen asimismo, de repente, con los cambios caprichosos de la temperatura en los AUeghanies, en donde el rio y sus tributarios tienen su origen. Estos bancos son más LUCHA ENTRB FERROCARRILES Y VAPORES 609 peligrosos aún que los troncos ocultos debajo de la corriente, muy comunes también en el Ohio. Si á todas estas causas se agrega la impaciencia, el deseo de andar aprisa del carácter americano, se comprenderá que la navegación de este rio no es lo más cómoda ni lo más segura. Así, la competencia de los ferrocarriles, que pue- den caminar de día y de noche durante todo el año, empieza á triunfar sobre los vapores del río. Éstos se contaban en un término medio de 250 en los años de 1850 á 1860, con una capacidad de 50 á 80,000 tone- ladas ; entre 1860 y 1870 el número de vapores subió á 300, poco más ó menos, y el tonelaje descendió á 40 ó 60,000; últimamente el tonelaje y el número de va- pores han bajado á 200 los últimos y 65 ó 70,000 el primero. Los ferrocarriles si han aumentado enorme- mente en todas direcciones, y acabarán por absorber todo el tráfico; pero la navegación del río será siem- pre un competidor y regulador de los fletes y ejercerá por este medio su benéfica influencia. Así, el de un barril de harina (200 libras) de Cin- cinnati á Atlanta (Georgia) y á Charleston (Carolina del Sur), lugares adonde sólo se puede ir en rieles, fué en 1885, de 36 á 54 centavos, predominando la última rata en la mayor parte del año; pero á Menfis (Mississippi) y á Nueva Orleáns, ciudades más dis- tantes, pero accesibles tanto por riel como por el río, los fletes bajaron á 26 y 30 centavos á la primera y hasta 39 y 44 á la segunda. La transportación por camino de hierro bajó, respecto de Nueva Orleáns, de S6 á 44 centavos, y por el rio de 48 á 39 : precio 610 I A CÁMARA DE COMERCIO baratísimo para una distancia de más de 500 leguas. ¡ Qué contraste con el gasto de nuestras vías comer- ciales, en la principal de las cuales, — la de Honda á Facatativá, — cuesta en estos momentos el trans- porte de un barril de harina, en sólo 15 leguas, S 12-80 (doce pesos ochenta centavos) I En los Estados Uni- dos cuesta 1 milésimo por legua el transporte de lo que aquí 800 milésimos ú 80 centavos. Son duras, vergonzosas, odiosas, estas comparaciones; pero las hago para llamar la atención de nuestros capitalis- tas, hacia la necesidad de invertir su dinero en las empresas de vías de comunicación ; al deber de aso- ciarse y aunar los esfuerzos para resolver el problema de que depende principalmente el trabajo y la riqueza de todos; del Gobierno, para ver si algún día se pres- cinde de consideraciones mezquinas al tratar de esta clase de obras, y se las protege, dándoles seguridad siquiera, con resolución y buena fe. Ya que menciono la necesidad de asociación franca y liberal entre nuestros capitalistas, daré alguna no- ticia de una de las de Cincinnati, á cuyos trabajos soy deudor de los pormenores que estoy dando acerca del comercio de esa ciudad : me refiero á la Cámara de Comercio, Fórmase ésta de los elegidos por la Asociación Ge- neral de los comerciantes, con tres objetos principales : A, Procurar conciliación y avenimiento amigable en todos los disentimientos que surjan con motivo de negocios comerciales. Y esto á fin de evitar litigios judiciales interminables, y excesivamente costosos por las retribuciones de los abogados. sus OBJETOS 611 B, Tomar conocimiento de los hechos relativos al comercio, y reunirlos en estadísticas bien preparadas que se publican en un tomo todos las años. Comprende este trabajo la cantidad introducida, la consumida y la reexportada de todos los artículos principales de producción comercial ó manufacturera; sus calidades, precios, fletes, almacenajes, gastos de comisión, etc. El movimiento de vehículos de todas clases, los nego- cios de los Bancos, Compañías de Seguros, etc. La Cámara de Comercio nombra el Superintendente de la Bolsa, el cual vigila y lleva registro, publicado día por día, de todas sus operaciones. El objeto de esta vigilancia es dar un carácter hono- rable y serio á todas las transacciones, levantar el ni- vel moral de la clase comerciante. C. Estudiar los intereses comerciales de la ciudad, discutir las empresas y operaciones nuevas, fomentar- las y ayudarlas. Defender estos mtereses ante el pú- blico y las autoridades. Las publicaciones de esta institución, de las cuales me fué regalado el volumen correspondiente á 1886, dan idea de todo el comercio de Cincinnati, desde los artículos más considerables hasta los que parecieran de menor interés, con expresión de sus procedencias, de sus precios, semana por semana, de las causas que han determinado el alza ó la baja de los valores, del precio de los fletes de río y de ferrocarril, del precio de los jornales, y con una comparación de todos estos hechos con los respectivos en los cuarenta ó cincuenta años anteriores; en una palabra : analizan el movi- miento industrial de la ciudad en todos sus porme- 612 LOS PUENTES SOBRE EL OUIO ñores. ¡ Ah ! ¡ Si algo de ese espíritu ilustrado, de esa cooperación universal de todos en favor de todos tuvié- semos algún día entre nosotros ! Esos trabajos se sostienen con una cotización de todos sus miembros, deS 10 por derecho de iniciación, y de $ 30 anuales por socio activo : contribución que debe alcanzar á sumas muy considerables, pues en 1886 habían comprado en $ 100,000 un magnífico local para celebrar sus reuniones. Tres puentes sobre el Ohio comunican la ciudad con la orilla opuesta, en donde principia el territorio de Kentucky. El principal de ellos arranca á 120 me- tros de la orilla, atraviesa una de las calles de la ciudad á 4,50 metros de altura, y se lanza á la opuesta ribera, sostenido por cables de alambre, en un salto prodi- gioso de 290 metros, entre dos altas torres de cal y canto. Se dice que es el puente colgante de más grandes proporciones que hay en el mundo. Tiene dos pisos : el inferior, con doble carrilera para los fe- rrocarriles; el superior, con vías separadas para los carruajes y los jinetes, y doble vía para la gente de á pie : su anchura es de 10 metros. La vista que desde él se goza sobre las dos ciudades, el rio y el anfiteatro que las rodea, no puede ser más bella. Los otros puentes, en las extremidades inferior y superior de la ciudad, son también estructuras grandiosas, que dan paso á otros ferrocarriles, y causaron el gasto de mi- llones de pesos. Covington, la ciudad kentuckiana, tenia 29,000 ha- bitantes en 1880, y es también muy hermosa : gran UN CUARTEL AMERICANO 613 número de habitantes de Cíncinnati tiene allí sus ca- sas ó quintas de jrecreo construidas con más amplitud, en medio de pequeños parques cubiertos de hermo- sas arboledas. También se encuentra al otro lado del rio, separada de Covington por el río Licking, la pe- queña ciudad de Newport, de 16 á 20,000 habitantes, vecinos de Cincinnati en su mayor parte. Allí vimos por primera y casi única vez en los Es- tados Unidos un cuartel y algunos soldados del Go- bieno Nacional. Me dio curiosidad saber cuántos había en ese puesto militar, que debió de construirse duran- te la guerra de secesión. Como se sabe, el Estado de Kentucky admitía la esclavitud, y tenía en favor de esta institución muchos partidarios. El cuartel debió -de construirse para mantener alguna guarnición fe- deral contra las tendencias separatistas. Es un espa- cioso edificio rodeado de árboles, en una prominencia del terreno inmediata al río, en medio de una hermosa explanada. Pregunté, pues, al postillón, cuánta fuerza había allí estacionada : éste, transmitió mi pregunta al centinela, quien, con admiración mía, echó su fusil al hombro, dando una recia palmada en la culata, y con aire marcial, pero lleno de atención, contestó : — Diez y siete hombres, señor. — Pero hombre, dije al postillón, ¿ de qué pueden servir diez y siete soldaditos ? Sonrióse y se liíjaitó á replicar : — Con eso basta y sobra : aquí no nos gusta ver soldados. Fueron los únicos del ejército permanente de la Unión que vi en una correría de más de 1,000 leguas 35 614 OTRA VEZ LOS MASONES al través del territorio. Esas palabras quedaron reso- nándome en el cerebro por largo rato. Otra vez atrajo mi atención en las calles la pode- rosa organización que en los Estados Unidos tienen las asociaciones masónicas. En un paseo de unas pocas horas habíamos tropezado con dos grandes edificios destinados á lugares y reuniones masónicas, lo que nos condujo á tomar infgrmes acerca del número de esas sociedades. Había en Cincinnati ocho organiza- ciones ú órdenes diversas, asi: I.'» Los Masones libres y aceptados. Tienen diez y seis logias, entre ellas tres de gente de color, con más de 3,000 miembros. A ellos pertenece un hermoso edi- ficio llamado el Templo Masónico^ en una de las prin- cipales calles de la ciudad, que se dice costó más de S 200,000. 2.** La sociedad de los Odd-Fellows ( Hermanos raros), fundada algunos siglos atrás en Inglaterra, exclusivamente por artesanos y agricultores, con el propósito de proporcionarse auxilios recíprocos en caso de enfermedad, y á las viudas y huérfanos en caso de muerte de sus maridos ó padres. En Cincinnati hay 32 de estas logias, y sus afiliados pasaban de 6,000. 3.** Los Good'Fellows ( Buenos hermanos ó próji- mos), quince logias. De 3,500 á 4,000 socios. 4.** Los Druidas, 500 miembros. 5.* La orden independíente de los Foresiers. (Webs- ter es de opinión que este vocablo corresponde en espa- ñol á Forastero), Tiene siete cortes ó logias, y su objeto esencial es dar un auxilio de $ 5 semanales á cada SERVICIOS QUE PRESTAN 615 socio enfermo y $ 1, 000 á su familia en caso de muerte. 6.** Los Hibemianos, Asociación de irlandeses, cuatro logias . 7.* Los caballeros de Pitias. Quince logias, 1,500 socios. S.** La orden unida de los Pieles^Rojas. Ocho tri- bus. Su objeto especial es la protección á los indíge- nas americanos. 9.® La Fraternidad de los Ingenieros de Locomo- toras. 150 asociados en Cincinnati. Se extiende, como todas las demás, á toda la Unión. La de esta ciudad fué organizada en 1855, y se dice que en los primeros treinta años de su existencia llevaba distribuidos más de 1.000,000 de pesos en auxilios á los hermanos ó sus familias. Todas ellas están organizadas sobre las siguientes bases : Secreto en sus reuniones y en los procedimientos de su gobierno interior. Protección fraternal en las emergencias y dificul- tades que ocurran á los socios. Auxilio eficaz en caso de enfermedad, y socorro á las viudas y huérfanos en caso de muerte. Respeto absoluto á las esposas é hijas de los aso- ciados. Banquetes de asistencia general en ciertos días del año. Resulta que en los Estados Unidos más de la mi- tad de la población pertenece á afiliaciones de esta especie, cuyo origen se remonta á una grande anti- güedad, y en su mayor parte fué determinado por el 616 LOS GOBIERNOS EUROPEOS LOS PROTEGEN. deseo de resistir la opresión de los señores feudales en los países europeos. La libertad é igualdad de que se goza en los Esta- dos Unidos no han disminuido su popularidad. La ma- yor parte de ellas ha sido introducida por los alema- nes ; gran número tiene su asiento principal en Ingla- terra, y algunas pocas en Francia y España. Están afiliados á ellas hombres de todas las regiones, in- clusive la católica, y de todos los partidos, inclusive los más conservadores. Domina en ellas la clase po- bre ó intermedia de la sociedad; pero tombién se cuentan algunos raros millonarios entre sus afiliados. Forman un vinculo sociológico, más fuerte que el de la opinión política y que el de la comunidad de creen- cia religiosa, y en sus filas no hay exclusión de ra- zas, hacionalidades, condiciones sociales, religiones ni profesiones. Al contrario: hay en ellas, al parecer, más filantropía universal y más sentimiento de la uni- dad de la especie humana, que en ninguna otra aso- ciación de las conocidas. En Europa no han podido combatirlas las leyes más tiránicas ni los monarcas más absolutos. Federico II de Prusia prefirió afiliarse en ellas y hacerse su jefe y protector natural. El prin- cipe de Gales es hoy el jefe de las logias inglesas. Como es condición requerida en esas asociaciones la moralidad de costumbres bien comprobada con tes- timonios respetables, el hecho de pertenecer á una de ellas da á las veces pasaporte para entrar en relacio- nes con las familias de los asociados, y parece que por este aspecto son útiles para los viajeros, á quienes pro- porcionan medios de adquirir relaciones sociales, no IMPRESIÓN FINAL G17 siempre de fácil acceso en países extraños, y compa- ñía y protección amistosa en caso de enfermedad. A pesar de la gran riqueza de esta ciudad, de sus ferrocarriles, bancos, colegios, escuelas, estableci- mientos de caridad, monumentos públicos, museos y sociedades de progreso, no pude menos de percibir cierta sensación de que Cincinnati no es ya una de las aglomeraciones de más rápido acrecentamiento en la Unión americana. Chicago y San Luis, quizás mejor situadas, le han aiTebatado la supremacía en varios ramos industriales ; el desarrollo de su población ha sido menor en los últimos treinta años, durante los cuales apenas duplicó sus números, mientras que San Luis los quintuplicó y Chicago los multiplicó por diez y siete. Decadencia iba á decir, pero en los Estados Unidos es desconocida la idea de este vocablo. CAPITULO XXXII EL ESTADO DE Olí 10 Aumento de su población. — Aumento mucho mayor de su ri- queza.— Produííciones. — Ooer-production. — La lucha por la vida entre diversas naciones. — Producciones nuevas en em- brión en los Estados Unidos. — Más azúcar. — De gorffo y de remolacha. — La sericicultura. — Los vinos. — La reforma de las razas de ganado. — La producción de leche, queso y mantequilla. — I^ de carne va(*una. — La alimentación del ganado vacuno. — Las razas mejoradas. — Reminiscencias acerca de esta materia en Colombia. — Las enfermedades del ganado. — Lañcbre de Tejas ó la ranilla. — El comercio de ganados. Ohio era, á pesar del rápido incremento de Illi- nois, el tercero de la Unión. Tiene 39,000 millas cua- dradas de superficie, y su primer censo, levantado en 1800, le dio 45,365 habitantes. Admitido á la catego- ría de Estado en 1802, su población ha seguido esta marcha. Am mentó. 1800 45,000 1810 230,700 511 por 100 1820 581,400 252 — 1630 937,900 61 — 18'i0 1.519,400 62 — 1850 1.980,300 30 — 1860 2.339,500 18 — AUMENTO DE SU RIQUEZA 619 Aumento. 1870 2.665,200 14 por 100 1880 3.198,000 20 — 1890 3.666,700 25 — De suerte que, casi ha centuplicado su población en los noventa años corridos de este siglo. La marcha de su riqueza ha seguido en los últimos cuarenta este movimiento : Aumento en población. Riqueza. Aumento. • • • • $ 504.700,000 • • • • 18 Vo 1,193.800,000 138 V. 14 V. 2,233.400,000 90 V. 20 V. 3,238.000,000 45 V. 1850. . . . 1860. . . , 1870. . . . looO. • • « Así pues, en treinta años ha sextuplicado su po- blación y casi octuplicado su riqueza ; la cual era de $ 250 por cabeza en 1850, y de $ 1,110 en 1880. Sus principales cosechas fueron las siguientes, en 1886, á las cuales agregaré la cantidad y valor por fanegada y el número de éstas sembrado de cada articulo : Vnlorpor Rendimiento Total Número Producto». <^*''í»**í®®*/* - Po^ co«ecbado. do Valor total, arrotws. fanegada. Cargas. fanegadas. Maiz. . Trigo. . Avena. . Papas.. Tabaco, lleno. . $1.40 16 cargas 2i.000,0ü0 1.493,000 $33. 67 i, 000 . 3.06 Di -. 10.000,000 1.3U,000 89.867,000 . 2.i4 16 — 8.000,000 491,800 8.918,000 .1.60 39 " 3.936,000 73,900 4.869,000 . 1.75arr. 76 arrobas 1 . 413,000 arr. 18,000 9.473,000 . 9.00 ton. S'/stonelad. 3.106,000 ton. 1.500,000 97.956,000 El valor total de los principales artículos sube á $ 108.573,000. Su riqueza animal se compone de los elementos siguientes: 620 ARTÍCULOS PRINCIPALES DE PRODUCCIÓN Valor por Número de Animales. cabeza. ellot. Valor total. Caballos . . . • S 87.30 ' • 723,000 • $ 66:132,000 Muías 89.42 24,724- • '2.210,000 Vacas de leche . 29.20 783,400 22.877,000 Bueyes, toros y terneros.. . . 25.60 967,500 24.766,000 Ovejas 2.61 4.106,000 10.714,000 Marranos. ... 5.72 2.668,000 15.261,000 Este total de cerca de S 140.000,000 debe de dar un rendimiento anual de mas de 50 por 100, pues el de las vacas de leche, ovejas y marranos solamente es, poco más ó menos, de 100 por 100 al año. . . La explotación de minas de hierro, de carbón mi- neral y de gas natural y la de bosques, es muy consi- derable; las manufacturas son muy variadas, y su cc- mercio, favorecido por una inmensa red de ferroca- rriles, debe de alcanzar á guarismos enormes. En 1880 era el tercero en población entre todos los Estados; el primero en producción de lana (250,037 quintales); el tercero en la de cai'bón de mineral (5.932,000 toneladas); el tercero en la producción de trigo (11.500,000 cargas) ; el tercero en la de mante- quilla (676,000 quintales ) ; el tercero en la de papas ( 3.200,000 cargas) y el quinto en la de manufacturas ($ 348.298,000). Á estos guarismos se les podría agre- gar hoy, quizás, por el progreso de diez años, un 50 por 100 más. La creación anual de riqueza en este Estado puede pasar hoy de S 1,000.000,000, á razón de más de $250 por cabeza de población. Sus principales ciudades son : OVER-PODUCTION 621 Cincinnati . . Cleveland . . Colombus . • Toledo. . . . Dayton. . , . Springfield. . 325,000 habitantes de 1890 275,000 — — 51,000 habitantes en 1880 50,000 — — 38,000 — — 21,000 — — Esta misma prosperidad, sin embargo, es causa de un fenómeno económico singular, y es : el exceso de producción sobre el de consumos posibles (over-pro- duction), de que empiezan á quejarse los americanos en los Estados del Oeste y Noroeste. Este exceso de producción conduce desde luego á la baja de los pre- cios hasta un limite que reduce demasiado la remune- ración de los productores. Es verdad que la baratura ensancha el radio de compradores y permite exportar los articules á los lugares más distantes : á Europa, al Asia, á Sur- América, en donde van á hacer compe- tencia á los trabajadores del mismo género ; pero aun esta misma exportación tiene sus limites. La intro- ducción de trigo, maíz, carnes de puerco y de vaca, manteca, queso y mantequilla en la Gran Bretaña, ha hecho bajar allí también el precio de ellos y hecho poco remunerativa la producción en el suelo inglés, gravado con altos arrendamientos por la clase aristo- crática propietaria : los arrendatarios ingleses han empezado á renunciar á trabajar y preferido emigrar en grandes números á las riberas americanas, en donde á poco costo y breves años de economías pueden con- vertirse en propietarios. Con ello ha bajado el valor de las tierras y el precio de los arrendamientos en la 35. 622 LUCHA INDUSTRIAL CON EUROPA Gran Bretaña, en más de un 30 por 100, en el curso de los últimos treinta años, según se calcula; pero aun asi, la competencia americana, que no tiene casi que pagar arrendamientos, aunque si fletes muy modera- dos, es todavía muy sensible, mas no lo bastante para levantar los precios en América. En Francia y Alemania, en donde la influencia po- lítica de los propietarios territoriales es más grande quizás que en Inglaten*a, han logrado hacer decretal* derechos de importación contra los trigos y harinas, y prohibición absoluta á las veces contra las carnes y mantecas de los Estados Unidos, lo cual ha dismi- nuido para éstos la extensión de sus mercados. En resumen : los Estados Unidos producen ya en cereales y carnes una cantidad no sólo superior a la que pueden consumir en su propio territorio, sino á la que los pueblos extranjeros pueden ó quieren com- prarles; ya la agricultura no paga bien sus gastos, ni sostiene el precio de sus tierras, ni enriquece á los cultivadores. La industria americana es tan poderosa, que supera con mucho á la de los pueblos antiguos ; mas como para producir es necesario tener compra- dores, — si en el resto del mundo la actividad indus- trial no marcha al mismo paso, — forzoso será á los americanos detener el suyo, ó consagrarse á produc- ciones nuevas que puedan servir para otros cambios. La consecuencia que de aquí se desprende es, que un país no puede progresar solo sino en compañía de los demás, que el progreso indefinido de un pueblo requiere el adelanto de otros pueblos en grado igual ; en una pa- labra : que la especie humana está unida por vínculos PROYECTO DE INDUSTRIAS NUEVAS 623 de solidaridad en el bien como en el mal, en virtud de los cuales para mantener la prosperidad propia es un deber auxiliar á veces el esfuerzo ajeno. Si los Estados Unidos quieren encontrar más consumidores para sus artículos alimenticios entre las poblaciones europeas, en lugar de cerrar sus puertas á las manufacturas del viejo mundo por medio de una altísima tarifa de adua- nas, debieran empezar por abrirlas para hacer posi- bles los cambios entre unos y otras. Pero ahora dominan allí oirás ideas. Se pretende resolver el problema con la creación de otros artículos, con la diversiñcación de sus propias industrias. Si esos precios de $ 1-40 por carga de maíz, de $ 3 por carga de trigo, de S 1-80 por arroba de tabaco, de $ 2 por arroba de algodón limpio de semilla, de $ 1-60 por carga de papas, — no son ya remuneradores, se trata de disminuir la producción de ellos y de ensanchar la de otros productos que en la actualidad necesita pedir al extranjero. Estos nuevos artículos son : azúcar, se- das y vinos. Los Estados Unidos consumen anualmente algo ■más de 25.000,000 de quintales de azúcar, y sólo pro- ducen poco más de 3.000,000, ó sea la octava parte. El resto por un valor de 80 á $ 100.000,000 anuales, lo introducen de Europa (de remolacha), las Antillas, el Brasil y las Islas de Sandwich. Quisieran producirlo ellos mismos ; pero el problema no es tan fácil como á primera vista parece. Sólo de cuatro plantas se le extrae hasta ahora : la caña, la remolacha, el sorgo y una especie de arce. La primera requiere condiciones de temperatura que sólo al sur de Luisiana y de Tejas 624 AZÚCA.R DE SORGO se encuentran, pero de donde el clima insalubre rechaza á los trabajadores blancos. Así, la producción es limi- tada. La remolacha, de la que se extrae ya más de la mitad del azúcar que el mundo consume (250.000,000 de quintales), no tiene la riqueza sacarina suficiente para pagar los gastos que exige su manipulación al bajo precio (3 á 5 centavos la libra), á que ha caído el ar- ticulo en los grandes mercados. El rendimiento de la savia del arce (maple-sugar), muy útil como produc- ción doméstica en los campos, no llega á las propor ciones de un grande artículo de comercio. Se trata, pues, de extraerla de un vegetal nuevo : el sorgo dulce, que nosotros conocemos en CJolombia con el nombre de maiz guineo. La caña de esta gramínea puede dar una cantidad considerable de azúcar, aplicarse á la vez como fo- rraje para los ganados, y sus granos como cereal para el consumo de las aves de corral y para el sustento del hombre mismo. La zona cultivable de sorgo en los Es- tados Unidos es mucho más vasta que la de la caña de azúcar, pues se extiende por todos los del Sur, una gran parte de los del Oeste y Sudoeste, comoTennes- see, Kentucky, Missouri, Colorado, Kansas; siendo de esperar que también sea accesible á los de Ohío, In- diana, Illinois y tal vez á lowa ; es decir, á un terri- torio poblado por cerca de 20.000,000 de habitantes. Según los últimos informes suministrados por el se- cretario de Agricultura, — que hacen referencia á experimentos dirigidos por la Oficina del ramo desde 1884 para acá — el sorgo puede. producir de 20 á 25 quintales de azúcar por fanegada, con una maquinaria LA INDUSTRIA BE LA SEDA 625 no muy costosa, y el costo de producción puede redu- cirse á S 3 por quintal. Así, allá se espera poder pro- ducir cantidades suficientes para abastecer al mundo entero, que no es menos la ambición ordinaria de ese pueblo. La remolacha se empies^ á trabajar en California y Pensilvania, con esperanza de extender el cultivo en los Estados del Atlántico y del Oeste. Empieza también á hacerse ensayos de aplicación del nuevo sistema de extracción del azúcar de la caña del sorgo, por el procedimiento de difusión en lugar del de expresión empleado hasta el día : asunto de que di ya alguna ligera noticia al hablar de las industrias de Luisiana. La producción de seda ocupa un inmenso espacio en el trabajo del mundo, y en sus variados pormenores se ejercita con interés una de las secciones de la Ofi- cina de Agricultura de Washington, sostenida por establecimientos de naturaleza semejante, costeados por los Estados de Pensilvania, Kansas y California ; pero esta materia es difícil, y tanto, que Francia é Italia resisten difícihnente la lucha contra la China y el Japón, en donde una práctica de muchos siglos sostiene hasta ahora esa industiía contra la compe- tencia del resto del mundo. Los ensayos americanos datan de muchos años atrás v aun no ofrecen resul- tados perceptibles. El hilaje de la seda es una opera- ción laboriosa que requiere mucha mano de obra : circunstancia que constituye la superioridad de aque- llos países, en donde los salarios son en extremo bajos, 626 PAÍSES PRODUCTORES A facilitarla con maquinaria se han dirigido los es- fuerzos especiales de los americanos; mas aunque desde 1883 Mr. E. W. Serrell, jr., nativo de Nueva York, anunció haber inventado una máquina que, dijo, tendría en la producción de seda la misma in- fluencia que el Cotton-gin en la de algodón, sus re- sultados no se han visto aún. Aunque datando de la más remota antigüedad, la industria de los tejidos de seda no es todavía una de las principales en el mundo. La producción de seda en bruto alcanza anualmente á unos 4rX),000 quinta- les, por un valor de $ 200.000,000, ó sea S 500 el quintal. El trabajo de los tejidos debe aumentar á más del doble el valor del artículo. De los países productores de la materia prima, la China da más de la mitad (210,000 quintales), el Ja- pón 45,000 quintales, la India y Persia sólo 20,000 quintales. El resto es suministrado por Italia (60,000 quintales), Francia (14,000 quintales). Turquía, Es- paña, etc., completan el guarismo. Las manufacturas de seda tienen su asiento principal en Francia, en donde representan $ 150.000,000 anuales. Así, no es muy grande para los Estados Unidos el interés de estas empresas. Mayor es el que promete la producción de vinos, esparcida ya por varios de los Estados del Oeste, prin- cipalmente en Missouri, Ohio é Illinois, y más que en ningún otro, en Calitornia, cuya producción anual oscila ya entre 80 y 120.000,000 de botellas, parte de la cual va á Francia mismo, á distribuirse con marca de fabricación francesa por todo el mundo. LOS VINOS 627 Lucha industrial de grande interés es ésta en que están entrando los Estados Unidos con los países vie- jos de Europa, porque en ella no pertenecerá tanto la victoria al que tenga tierras fértiles no apropiadas, como pudiera alegarse en el caso de las de cereales y carnes, sino al que más habilidad muestre en la elec- ción de los suelos y de los climas y en la manipula- ción química de un líquido expuesto á reacciones muy delicadas. La cosecha de vinos se estimaba en el mundo, en 1884, en las proporciones siguientes : Francia 3,173.287,500 litros. Italia 2,722.500,000 — España 2,182.500,000 — Austria-Hungría (Hungría, principalmente) .... 841.500,0(XJ — Portugal 396.000,000 — Alemania 367.500,000 — Rusia 346.000,000 — Chipre 157.500,000 — Suiza 128.700,000 — Grecia .... 128.700,000 — Algeria 100.000,000 — Estados Unidos 100.000,000 —(1) Turquía 99.000,000 — Cabo de Bdenaesperanza . 69.300,000 — Rumania 69.300,000 — Servia 49.500,000 — (1) E . . . • cial, en compensación de las penas de la vida. Se ob- serva que la embriaguez, vicio que forma hoy uno de los más grandes problemas sociales, es mucho menos sensible en los países qne tienen vino en abundancia, MEJORA DE LAS RAZAS DE CfAKADO 629 como Francia, España é Italia, que entre los que ha- cen uso de otras bebidas, como en la Gran Bretaña, los Estados Unidos, Alemania, Suiza, Suecia y No- ruega. En la propagación del uso del vino y del café puede tal vez encontrarse un agente más eficaz que la mera predicación, nula ó poco menos hasta ahora en sus efectos, en el combate entre la felicidad real del trabajo contra la felicidad facticia que ofrece el licor. Entre las transformaciones del trabajo humano lla- madas progreso, hay una que merece mención espe- cial tratándose de Ohio : la mejora de las razas de ganado. Se sabe que la aplicación dada por Bakewell y los hermanos Collins, en Inglaterra, á la ley biológica de la selección, dio por resultado razas de ganado de precoz desarrollo, y de mayor rendimiento de carne, sebo, leche ó lana. En materia de precocidad se re- dujo el periodo de crecimiento de seis y siete años en el ganado vacuno á dos j medio ó tres ; en producti- vidad de carne se logró un aumento de catorce ó dieci* seis arrobas á más del doble ; á cerca del triple la del sebo, y la de leche se la hizo subir, en Holanda pri- mero, y después en dondequiera que se han aplicado métodos semejantes, desde dos ó tres litros por dia (obtenidos en Colombia de las razas comunes), hasta ocho ó diez, en circunstancias ordinarias, y hasta cua- renta en las razas escogidas. Se sabe también que una vez formada una raza de estas condiciones, puede propagársela por cruzamiento con razas inferiores hasta restituir la descendencia al C30 DIVERSAS VARIEDADES DE ELLA tipo más elevado, manteniendo constantemente re- productores de raza pura superior. Si, pues, un rebaño mejorado produce en tres años un valor doble del que antes requería seis, las crias darán un producto bruto cuatro veces mayor; del cual deberá deducirse, eso si, el aumento de gasto de una mejor alimentación, y el de cuidados más inteli- gentes á los rebaños.. La aplicación de estos principios en todos los Esta- dos de la Unión, pero principalmente en los de Ohio, Illinois y Kentucky, ha dado resultados extraordina- rios. Contrayéndome al primero de éstos, daré algunas noticias acerca de su inñuencia en la riqueza general del Estado. Como ya se ha visto, en 1884 Ohio tenía 1.799,816 cabezas de ganado vacuno, y 40 por 100 de ese gua- rismo consistía en animales de razas mejoradas : Du- rhams, Angus, Devons, Galloways y Herefords en la linea de animales productores de carne ; y Ayrshires, Jerseys y Holstein-Frisians, entre los productores de leche. Entre los primeros predomina la raza de Durham, excepto en algunos condados, en donde todavía se hace uso del buey como animal de trabajo, y son preferidos los Angus (sin cuernos). Entre los segundos era pre- ferida la raza de Jersey ; pero últimamente la expe- riencia parece haber demostrado la superioridad de la de Holstein-Frisia, la cual en los últimos años se ha propagado con más rapidez que ninguna otra ; sin duda porque la lechería ha llegado á ser uno de los ramos más importantes de la agricultura nacional. Bastará decir á este respecto que la producción de leche al- PRODUCCIÓN DE QUESO Y MANTEQUILLA 631 canza un valor mayor que el de la cosecha de algodón, que es de $ 250.000,000, algo mayor que el de la cose- cha de trigo (8 320.000,000), y apenas inferior al déla del maíz (S 700.000,000), pues se la computa en cerca de S 500.000,000 anuales. No hay estadísticas acerca de la producción espe- cial de estos rebaños de raza mejorada ; pero la influen- cia de ellos en la producción general puede observarse en los datos siguientes : La producción de mantequilla en el estado de Ohio alcanzó, en 1870, á 50.268,000 libras, y cada vaca produjo, por término medio anual, 76.81 libras. La de 1880 subió á 69.722,000 libras, y la de cada vaca á 90.9. La de queso en el mismo Estado, en 1870, fué de 24.153,000 libras y cada vaca rendía, en término medio, 36.8 libras. . En 1880 subía a 32.531,000 libras, y á 42.9 libras por vaca. Se cree, sin embargo, que estos datos son deficien- tes y que en ellos sólo se da el producto de las gran- des factorías, omitiendo el de las liaciendas y estancias para el consumo directo de las familias : consumo que es de muy notable consideración. La producción de queso ha sido considerablemente aumentada en los últimos veinticinco años con el es- tablecimiento de grandes fábricas centrales, por medio de la asociación de los criadores. En el medio de los •hatos de vacas una asociación independiente se en- carga de recibir la leche ordeñada en todos ellos para convertirla en mantequilla y queso, por medio de 632 LAS GRANDES FÁBRICAS DE QUESO procedimientos científicamente ordenados, provistos de todos los elementos necesarios para asegurar en primer lugar el aseo más perfecto de todas las mani- pulaciones: circunstancia de que depende esencial- mente el mayor rendimiento. En segundo lugar, gran- des cuartos, provistos de aparatos para obtener artifi- cialmente en toda estación la temperatura favorable á la separación de la crema y del queso, que es la de 14** centígrados; en tercer lugar, almacenes adecuados para conservar, curar y empacar para el transporte á lugares distantes el artículo así obtenido. Se sabe que la curación del queso requiere una temperatura uuÍt forme de 16** centígrados. La fabricación de mantequilla y queso es una ope- ración delicada, en la que es preciso evitar todo lo que puede alterar las modificaciones físicas y quími- cas necesarias para obtener el mayor producto posible. Eso requiere grandes edificios científicamente cons- truidos, vasos conservados con extraordinaria lim- pieza, operarios acostumbrados al manejo del termóme- tro y poseedores de nociones físicas y químicas que están fuera del alcance de jornaleros ordinarios. Todas estas condiciones, muy difíciles de llenar por los ha- cendados y estancieros, pueden ser observadas con minuciosidad en un establecimiento especial en donde se trabaja con la leche de mil ó dos mil vacas á un tiempo. El valor de la leche de cada hacienda es cui- dadosamente establecido por medio del lactómetro, y terminadas las operaciones de la fabricación de man- tequilla y queso, á cada cual se le asigna y entrega la parte que le corresponde, ó bien el establecimiento LA PRODUCCIÓN DE CARNE 633 realiza los productos y da á cada hacendado la cuota que le pertenece. Con este sistema se obtienen pro- ductos en mayor cantidad, de mejor calidad y aho- rrando á los criadores los gastos de instalación y los cuidados que esta industria requiere. Al propio tiempo la comparación diaria del rendimiento de la leche de las diversas haciendas, conduce al estudio de las condiciones de la industria de lechería, á saber : la raza de las vacas, la alimentación de ellas y los cui- dados especiales que requieren. Para ahorrar el gasto de transporte de la leche á la oficina central, se acostumbra en algunas partes en- viarla por medio de tubería de hierro desde el lugar en que se la ordeña. Estos establecimientos son una aplicación fecunda de dos principios económicos que gobiernan hoy todas las industrias : la asociación de los trabajadores y la división del trabajo. En materia de producción de carne los progresos no pueden expresarse con claridad en guarismos; pero mencionaré los siguientes resultados : Ahora quince años la edad á que ordinariamente se llevaban los novillos á la carnicería era la de cuatro á seis años. Hoy es la de dos á cuatro, siendo la de dos la más general. El peso vivo de los novillos de carnicería es hoy de 1,000 á 1,300 libras, y se calcula que dan un 65 por 100 de peso neto : es decir, de 25 á 35 arrobas netas de carne y sebo. El peso vivo de los bueyes es de 1,500 á 1,800 libras ; de suerte que el neto será de 45 á 50 634 ALIMENTACIÓN DEL GANADO DE CEBA arrobas ; pero los de razas mejoradas dan con frecuen cía 2,500 libras (100 arrobas) de peso bruto y hasta 64 arrobas de peso neto. El precio del ganado gordo oscila, según calidad, entre 4 y 5^ centavos por libra sobre el peso vivo ; y el precio medio de los novillos de Ohio era de S 46, en 1887 : lo que da un peso vivo de 950 libras ó 23 arro- bas de peso útil ; probablemente 20 arrobas de carne y 3 de sebo. Debe además tenerse en cuenta que este es un promedio entre animales de uno, dos y tres años de edad, la mayor parte de los cuales es la dedos años, y sólo un 40 por 100 de raza mejorada. También debe tenerse presente, por otra parte, la superior alimentación que se da á estos ganados, com- puesta de pasto natural, en los meses de mayo á julio, maíz en grano, y la caña de éste, heno en los meses de otoño, invierno y primavera, tortas de semilla de algodón (allá reputado como el mejor alimento, sobre todo para la producción de mantequilla), salvado y residuos de las cervecerías y destilaciones. Quizás esta mejor alimentación produzca á su vez una carne más alimenticia para el hombre. La ración ordinaria de un novillo en ceba es la si- guiente : De carga y media á dos cargas de maíz en grano por mes ; es decir, de 12 á 15 libras al día. Pasto natural á razón de I3 fanegadas por cabeza. En los meses de invierno, otoño y primavera, cuando no hay pasto fresco en los campos, de 17 á 20 libras de heno por día. Cuando se les da otros alunentos se disminuye pro- COMPARACIÓN CON LOS PASTOS DE COLOMBIA 635 porcionalmente la ración de heno, ó la de maíz, si éste está caro. Se considera antieconómico darles grano cuando la carga de maíz vale más de $ 1-60 ; pero en los campos muy rara vez sube de esta tasa. La ceba dura de tres á seis meses, según la calidad del ganado y la de los pastos, y se calcula que el ani- mal, en buenas condiciones, gana un término medio de 2\ libras por día, ó 3 arrobas al mes. Juzgo por estos datos que los pastos naturales de esas regiones son inferiores á los nuestros. En los de Guinea y Para de nuestras tierras calientes , novillos de tres años, flacos al principiar la ceba, pero sanos y ligeramente carnados, dan á los seis ú ocho meses de potrero, con sólo el pasto natural de la dehesa, un au- mento de carne y sebo que no se puede estimar en menos de 10 arrobas ; es decir, de una arroba á arroba y media por mes. Pero estos cálculos son difíciles entre nosotros, pues aquí no se acostumbra en nin- guna parte pesar los novillos, y la diferencia en el peso útil de la res proviene enteramente, en primer lugar de la raza ó procedencia, y en segundo lugar de la calidad de los pastos ; sin embargo, he oído expre- sar el concepto á agricultores muy prácticos, de que, en ciertos potreros de Bojacá, Zipaquirá y Ubaté ga- nan los novillos, con sólo el pasto natural, hasta tres arrobas de carne y sebo por mes. La ganancia ordinaria de los cebadores se estima por allá entre $ 8 y $ 12 en novillo: á veces más, cuando está barato el maíz. También se quejan, como entre nosotros, de que ganancia de los carniceros es mayor que la de los ce- 636 EDAD k QUE SE VENDEN LOS NOVILLOS badores ; lo que se explica por el monopolio que las grandes casas de matanza han adquirido, á merced de sus métodos económicos y del inmenso capital con que ejecutan sus operaciones sobre agricultores pobres, sostenidos en sus industrias con capital tomado á in- terés, ordinariamente á plazos cortos. Se cree en esos Estados, y esta es una prueba evi- dente de la influencia de la mejora de las razas, que gana más con lo ceba el toretón de un año que el no- villo de dos, y éste que el de tres. De suerte que, a virtud de esta experiencia, la edad á que se mata ma- yor número de animales es la de dos años. Tampoco se espera allá que el animal adquiera una gran canti- dad de sebo, como entre nosotros. En esas regiones vale poco el sebo, frecuentemente menos que la carne, á causa del uso del gas y del petróleo, con los cuales se obtiene una iluminación más barata que la de las velas ó las bujias. También se reputa que cuando el animal ha llegado á cierto estado de gordura asimila menos los alimentos, y resulta ya muy cara la alimen- tación, que no se compensa con el mayor peso adqui- rido por el animal. Otro elemento de cálculo entra por allá en estas operaciones. El estiércol del animal alimentado con grano, y principahnente con semilla de algodón, abona y mejora la condición de los terrenos mucho más que el procedente de pasto natural ó heno. Y se calcula que el solo valor de este abono compensa el gasto de personal en el cuido y pastoreo del ganado. La Oñciná de Agricultura de Washington, en su -informe anual de 1885 suministra los sifi:uientes datos PROPORCIÓN DE LAS RAZAS MEJORADAS 637 acerca del número y valor de los animales de razas puras mejoradas, existentes en los Estados Unidos y registrados en los hei^d-hooks de los Estados. K.\r^^^^ Valor de Número. cada animal Angus 3,500 8 300 Ayrshire 12,867 100 Devon 10,187 81 Guernesey 4,947 149 Hereford 14,000 300 Holstein-Frisia .21,138 200 Jersey 51,000 No dan noticia de los Durhams, por ser inmenso el número y ser la raza más antigua y más propagada desde tiempos en que no se llevaba registro de ella. Tampoco la dan de las razas francesas (principal- mente de Normandia), suizas y otras, muy estinriádas también, por falta de datos enteramente fidedignos. Los números anteriores se refieren á animales de raza pura. El de mestizos de media sangre ó más de media sangre, ascendía en todos los Estados Unidos en 1884, á 7.723,000 ,sobre un total de ganado vacuno de 42.547,000 ; es decir, más de una sexta parte. La calidad de este ganado mejorado depende, desde luego, del estado de la raza nativa con quien se verifica el cruzamiento. En los Estados del Norte y de Nueva In glaterra, en donde la raza estaba en buen estado, los mestizos de razas europeas mejoradas son muy bue- nos. En los del Sur, en donde las crias eran de inferior calidad, no lo son tanto. Y en Tejas, en donde los re- baños pacían en inmensas manadas en pastos de sa- bana de mala calidad, y eran apenas comparables con 36 638 IMPORTACIÓN DE ELLAS EN 1886 nuestras crias del Tolima, la raza mezclada es fuerte, menos exigente, pero muy inferior á las otras en ren- dímioftto de carne y leche. Para que se juzgue de la idea que últimamente se tiene en los Estados Unidos de las diferentes razas europeas, daré el ponooieQor de la importación de re- productores hecha en los aAos de 1885 y 1886. Holstein-Frisia (raza de leche). • 1,133 99 Ost-Frisia 26 Galloway (Escocia) 236 120 Jersey (de leche) 170 66 Angus (Escocia) (de trabajo, sin cuernos) 142 26 Hereford 98 43 Guernesey 54 6 Durham.' 44 107 Ayrshires 9 1 Suiza (de leche) 5 6 Normahdía 2 3 Red PoUed. (?) Roja, sin cuer- nos (?) 116 De estas razas son conocidas entre nosotros, princi- palmente en el Estado de Cundinamarca, las de Hols- tein, la primera, perteneciente á la rama de Shorts Homs, importada al país por el señor Mauricio Uribe, inteligentemente propagada por el señor Eduardo Sa- yer; la de Angus, introducida por los señores José María y Enrique Cortés ; la de Hereford, traída desde 1846 por el señor Enrique París ; la de Früia, por los señores Aníbal Bermúdez y Eustasio Santamaría ; la de Diirham inglesa, por los señores Carlos Urdaneta, IMPORTADORES DE ELLAS EN COLOMBIA 639 Eduardo Sayer, Carlos Michelsen, Manuel Vicente Umaña y Evaristo de Latorre (quien la propagó en el Alto Magdalena) ; la de Durham francesa, por el señor Francisco A. Uribe ; la de Normandiay por los señores Julio Barriga, Carlos H. Simonds, Enrique Carrizosa y José Camacho Roldan ; la de Aldemey, por el señor Daniel O'Leary; y la de Jersey y llevada á Medellin por el señor Luciano Restrepo; é ignoro si algunas otras ; pero con excepción del señor Eduardo Sayer, y tal vez dos ó tres hacendados más, no se las han dado cuidados suficientes y quizás se las ha dejado degenerar por falta de nuevos reproductores de raza pura. Con la raza de leche de origen holandés ignoro si se ha formado algún rebaño, que ya podía ser nu- meroso. En un país como Bogotá y su comarca, en donde se consume una gran cantidad de leclie, á pre- cios que no bajan de 10 centavos, y que suben en ocasiones, como en la actualidad, á 15 centavos el li- tro, seria una riqueza comparable á una buena mina de oro. En la actualidad los novillos de -^ de sangre de Durham se venden en la carnicería de Bogotá á S 200 cabeza, y los de J sangre de las tierras calien- tes, en partidas de 50, sé que se han vendido de S 90 á más de $ 100 cada uno. Para los Estados del Mag- dalena y Bolívar y los territorios de Casanare y San Martin serían perfectamente adecuados los Durham- Tejas, traídos de Galveston ó de Nueva Orleáns. Eso sería una empresa de inmenso valor para esas regiones. Muy de desear sería entre nosotros la apertura y conservación de un libro de registro de rebaños de raza mejorada en cada Estado, servido con inteligen- 640 PRODUCCIÓN DE LECHE EN LOS ESTADOS UNIDOS cia y entera buena fe, á cargo de una especie de nota- rio; pues aquí se paga hasta 8 1,500 y aun $2,000 por toretones de año y medio, de raza pura, importados, y de S 500 á $ 1 ,000 por los nacidos en el país. Ha- biendo seguridad de la genealogía, los precios debe- rían invertirse. Volviendo á los Estados Unidos : la producción de leche en todo el país la computa la Oficina de Agri- cultura de Washington, en el informe anual de 1885, en más de 300 millones de pesos, tomando por base los datos siguientes : Número do vacms consagradas á la lechería. . 16.000,000 Cantidad de leche producida por cada vaca, 350 guatones, ó 1,600 litros en el año, ó menos de o litros por día en 300 días de lactancia, ga- lones 5,600.000,000 Cantidad de mante-iuilla producida, quintales . 11.000,000 » dn queso, quintales. 4.000,000 Leche consumida en estado natural, galones. . 2,013.000,000 Avaluando á S 20 el quintal de mantequilla, 11 millones dan S 220.000,00í) Avaluando á $ 12 el quintal de queso 48.000,000 » á 12 centavos el galón de leche para el consumo de las ciudades y los camix)», 2,013.000,000 de galones producen 54.250,000 Total producto de la lechería en la Unión . . S 322.250,000 En 1888 se le calculó en más de $ 500 millones. El consumo de mantequilla es enorme en los Esta- dos Unidos. Se le calcula en 17 libras por persona y por año, mientras que en los países europeos sólo al- canza á 13 libras en Inglaterra, IJ en Suecia y No- ruega, 8 en Alemania, 6 en Bélgica y Holanda, 5 en Austria y 4 en Francia. El producto en mantequilla de cada vaca, que en toda la Unión sólo alcanza á 68 libras por año, puede subir á mucho más con la propagación de la raza ho- EL CONSUMO DE LA CARNE 641 .andesa, la cual rinde en Holanda 175 libras por cabeza en término medio. El consumo de carne es también más alto en los Estados Unidos que en cualquier país europeo. Se le calcula en 120 libras por persona al año, ó más de cinco onzas por día, repartidas así : Carne vacuna 62 libras, — de puerco 41 — — de carnero 14 — — aves de corral 3 — El de Inglaterra se estima en 105 libras. Francia 74 — Alemania 69 — Suecia, Noruega y Dinamarca 69 — Rusia • 48 — Italia ' . . . 23 — Este consumo de 62 libras de carne vacuna por per- sona y por año da un total de 40.000,000 de quintales, equivalentes á 8.000,000 de cabezas que diesen un término medio de 20 arrobas de carne cada una, y re- presentan, á precio por mayor, $ 400.000,000. La reproducción de 16.000,000 de vacasjde leche debe dar, sin embargo, no menos de 12.000,000 de terneros al año; de suerte que á pesar de su gran con- sumo y de la exportación, puede aumentar sus crías á razón de 2.000,000 de cabezas al año. Las grandes crías se encuentran en los siguientes Estados: Tejas 7.109,000 lowa 3.305,000 36. 642 LA RANILLA Ó FIEBRE DEL GANADO Kansas 2.071,000 Nebraska 1.844,000 Illinois 2.403,000 Ohio 1.799,000 Missouri 2.096,000 Colorado 1.070,000 Nuevo México 1.213,000 Es decir, más de 25.000,000 de cabezas en sólo ocho Estados y un Territorio. Tejas ha derramado el exceso de sus hatos sobre Kansas, Nuevo México y Colorado, y es el centro prin- cipal de producción en todo el Sur ; pero es también el foco de donde se propaga en los Estados del Sur y del Oeste esa epizootia conocida con el nombre de fiebre de Tejas y entre nosotros con el de ranilla , compañera de las sacas de ganado de Casanare y San Martin; en general de las que de un clima cálido pasan á otro ft-io y viceversa. Esta enfermedad ha dado origen á graves desave- nencias entre los criadores de Tejas y los de los Esta- dos situados hacia el norte. Los primeros necesitan vender su ganado de cualquiera manera, y los segun- dos lo rechazan prohibiendo su introducción, sujetán- dola á costosas cuarentenas ó negándole pastaje en sus dehesas. Se sabe que el germen del mal consiste en un parásito que vive sobre los pastos de la región con- tigua al golfo de México y al Atlántico hasta el grado 34 de latitud norte, que se conserva en los excremen- tos del animal y sigue viviendo en los vegetales sobre que cae. También se cree que eiciste.eu los cascos del ammal, cuando, .á cojisecuencia.de un viaje largo en ESTUDIOS ACERCA DE ESTA ENFERMEDAD 643 terrenos pedregosos ó cascajosos, durante los calores del verano, se forman pústulas en los pies del gana- do : el pus envenena los pastos. La causa principal, sin embargo, parece consistir en un estado atmosfé- rico procedente de emanaciones palúdicas, propio de las regiones anegadizas de las orillas de los ríos ó del mar, que tiene relaciones evidentes con el miasma productor de la fiebre amarilla entre los hombres. Es una región entera infestada, cuyos limites han podido fijarse con bastante aproximación, dentro de la cual existen los gérmenes de la enfermedad, la cual estalla al cambiar de clima la res. Entonces se transmite el contagio á las que pastorean en las mismas dehesas, duermen en los mismos establos ó son transportadas en los mismos buques ó carros de ferrocanúl. En oca- siones es causa de pérdidas enormes, sobre todo, con la baja en el valor de los ganados, computada alguna vez en más de $ 50.000,000, en sólo el valle del Mis- sissippi. El estudio de la enfermedad por las Oficinas de Agricultura nacional y de los Estados ha conducido al conocimiento de ciertos hechos generales, á los que la legislación preventiva de aquéllos ha podido sujetarse para disminuir los efectos del contagio y los de las trabas al comercio de ganados. 1.** Solólos ganados procedentes de la región infes- tada por acciones atmosféricas, pueden transmitir con seguridad el contagio á los pastos ó á otros animales. 2.** Una permanencia de sesenta ó noventa días en regiones no infestadas es suficiente para detener el curso de la enfermedad en los animales procedentes 044 PRECAUCIONES CONTRA EL CONTAGIO de la región peligrosa, y devolver la salud á los que hubieran podido ser atacados. (Es la misma operación que nosotros llamamos deshabar.) 3.* Las heladas del invierno tienen, en lo general (no siempre), la propiedad de matar el parásito en los pastos contagiados y hacer á éstos otra vez inofensivos. 4.* Las sacas de ganado hechas á principios de la primavera á dehesas no contagiadas, pueden ser con- ducidas después con toda seguridad á otras regiones. 5.** Debe evitarse, en todo lo posible, hacer las sa- cas durante los fuertes calores del verano. En el Sur de los Estados Unidos, de junio á agosto. En nuestra región oriental, en febrero y marzo. 6.° Ei viaje de los ganados debe hacerse muy des- pacio, proporcionándoles medio de comer, beber y dormir durante las noches. El encierro nocturno en corrales estrechos, sucios ó llenos de lodo, es particu- larmente perjudicial. Para nosotros es de la mayor importancia seguii» con atención estos estudios, porque nuestros centros de provisión de ganado — las llanuras de oriente para los Estados del interior; las de Bolívar para Antio- quia y Santander; Patia para el Cauca — son esencial- mente productores del mal. Esta debería ser materia de legislación nacional, y la policía del comercio de ganados debería estar inspeccionada, á lo menos, por empleados nacionales. Este es un asunto que afecta, no tan sólo el comercio de ganados y la industria de las crías, sino á la salud pública; porque el consumo de la carne de animales enfermos es en extremo da- ñoso para el hombre. DEBE SER ASUNTO DE LEY NACIONAL 645 Al propio tiempo, el legislador debe estar premuni- do contra las influencias del interés egoísta de los criadores y cebadores locales, quienes, con el objeto de alejar la competencia de otros ganados y de hacer • subir el valor de los suyos, pueden exigir la adopción de medidas restrictivas, inútiles para la salud pública y en extremo gravosas para los consumidores. La ten- dencia principal de la legislación debiera ser la popu- larización de las nociones de higiene animal, á fin de acostumbrar á ellas las corrientes comerciales. Debe tenerse presente que no es la ranilla la única causa eficiente del mal entre los ganados, sino las aguas co- rrompidas en las dehesas; lámala alimentación, esca- sa ó de forrajes dañados ; la leche de vacas enfermas ó que beben aguas estancadas ó de albañales inmun- dos ; sobre todas las cuales debe ejercer la policía su vigilancia protectora. Ningún teatro más á propósito para hacer estudios de este género que los Estados centrales del Oeste de la Unión Americana : Missouri, lowa, Illinois, Indiana y Ohio, adonde afluyen alter- nativamente ganados del Norte y del Sur, en busca de las inmensas dehesas naturales de sus llanuras ondu- ladas y de la enorme cantidad de maíz que se produce en ellos. Entre estos cinco Estados y el de Kansas se reúne probablemente más de la mitad del ganado que se ceba actualmente en toda la Confederación. CAPITULO XXXIII PITTSBURGO El paisaje. — Aspecto distinto del país. — La región minera. — Producciones. — Riqueza. — El gas natural. — El hotel Du- quesne. — HomCy sweet homel — Visita desgraciada á algu- nas fábricas. — Calor insoportable. — Progreso de Pittsbur- go. — Esperanzas. Unas pocas horas de viaje en ferrocan'il nos basta- ron para dejar el territorio de Ohio y penetrar en la región montañosa occidental del de Pensil vania. Pa- sando de la orilla izquierda á la derecha del Ohio so- bre un gran puente, nuestra vista se alegró con el es- pectáculo de montañas inmediatas y paisajes variados, ora á la orilla del río, por el fondo risueño de peque- ños valles, bien atravesando las gargantas de los ce- rros y contemplando perspectivas austeras formadas por un conjunto de rocas, bosques y nubes. En más de 700 leguas de viaje sólo habíamos visto llanuras: ya sentíamos nostalgia, y empezábamos á suspirar por nuestros Andes. Afortunadamente comenzábamos el paso de- los Alleghanies, en medio de los cuales está sentada Pittsburgo, en el sitio en que el Alleghany y el Monongahela juntan sus aguas y cambian sus nom- bres por el de Ohio. Nacen estos dos ríos en aquellas SITUACIÓN Y ASPECTO DE LA CIUDAD 647 montañas : hacia el norte el primero, hacia el sur el segundo, de suerte que forman un solo valle de con- siderable extensión en linea norte-sur: al unirse, como si de la fuerza igual con que verifican su en- cuentro resolviesen por transacción tomar un término medio, sus corrientes se dirigen hacia el oeste ; en el centro de ese valle triangular se levanta la ciudad. Por consiguiente, el paisaje tiene la belleza propia de esas tres facciones de la naturaleza : ríos, valles, mon- tañas. El caserío, principiado en el ángulo agudo formado por los dos ríos en su confluencia, se ha extendido hasta las colinas que limitan el valle al oriente, y brin- cado luego á la orilla derecha del AUeghany y á la izquierda del Monongahela, los cuales atraviesa en cinco ó seis magníficos puentes el primero y dos ó tres el segundo. Por todas partes actividad y movimiento : sobre los ríos los vapores, y grandes barcazas llenas de carbón, arrastradas por remolcadores ; en tierra, las locomotoras de numerosos ferrocarriles, los tranvías, los ómnibus y los coches. Los alambres de los telégra- fos y de los teléfonos sobre los techos de las casas os- curecen el aire. Mil chimeneas altísimas de sus fábri* cas envían hacia el cielo sus columnas de humo. • El aspecto general de la región ha cambiado del todo. A la agricultura animada y campos cultivados de las praderas de Illinois, Indiana y Ohio, ha suce- dido la fisonomía singular de un país minero. Por to- das partes montañas de agrias pendientes llenas de agujeros de las boca-minas ; terrenos revolcados ; color rojo y amarillo en las faldas de las colinas, señales de 648 LAS PRODUCCIONES carbón y de hierro por donde quiera ; hornos inmen- sos que despiden llamas y arrojan torrentes de humo por sin número de chimeneas ; molinos de viento ; ca- nales cubiertos de botes tirados por caballos ; grandes acueductos; canteras en explotación; casas de madera de aspecto pobre pero aseado, acompañadas de una pequeña huerta y de un jardincito al frente, á la ori- lla de los canales y de los ríos ; en todas partes pirá- mides inmensas de carbón y de mineral de hierro. El carbón y el hierro son las divinidades protectoras de la comarca. Ignoro cuánto sea en toneladas la producción de carbón en el distrito de Pittsburgo ; pero su valor que, en 1886 se computaba en más de S 20.000,000, me hace pensar que no debe de bajar de 10.000,000 el número de aquéllas. La de todo el Estado de Pensil- vania pasaba de 40.000,000 de toneladas. La de hierro fundido alcanzaba á la décima parte de la de toda la Unión; es decir, á más de 600,000 to- neladas; pero el consumo de hierro maleable, de to- das procedencias, en sus grandes fábricas pasaba de 1.500,000 toneladas : en rieles solamente alcanzó, en 1886, á 1.305,000, y el valor de aquellos á más de $ 40.000,000. La fabricación de maquinaria para molinos, fábri- cas de vapor, etc., pasaba de $ 5.000,000. La de calderas para vapores, locomotoras, etc., for- maba articulo aparte por más de $ 2.000,000. La mayor parte de los vapores que navegan el Magda- lena son construidos en Pittsburgo. Veintidós grandes factorías productoras de acero EL GAZ NATURAL Y EL PETRÓLEO 649 de Bessemer dan artículos que representaron, en 1886, $ 28.000,000. La fabricación de puentes de hierro para todos los países del mundo es allí una especialidad, estimada en S 6.000,000 anuales. La manufactura, sin embargo, que ofrece rivalizar á todas las demás, es la de vidriería y cristalería. Más de ochenta fábricas de estos artículos dan al consumo efectos de todo género, desde botellas co- munes y vidrios planos, hasta los finos servicios para la mesa de los millonarios, por un valor de más de S 10.000,000, en el año ya mencionado. Un producto espontáneo de la tierra, perdido an- tes, aprovechado de pocos años á esta parte, el gas naíuraly ha venido á dar á Pittsburgo una superiori- dad, no sé si real ó si en parte imaginaria, en la fa- bricación de estos artículos, asi como en los de hierro y acero. El gas natural y el petróleo son dos elementos de luz y de calor, cuyo descubrimiento, en ia segunda mitad de este siglo, ha sido una fuente de comodidad y riqueza inapreciable para el hombre, y ambos han sido encontrados por primera vez en las inmediacio- nes de aquella ciudad. El petróleo, como es sabido, es un aceite depositado en ciertas partes profundas de la tierra, de donde se le extrae por medio de tubos de hierro hundidos á la profimdidad de 200 á 1,000 me- tros. Asentado y depurado por medio de procedimien- tos sencillos, arde en mechas de algodón empapadas con él y produce una luz vivísima, en extremo barata : cuarenta, cincuenta ó cien veces mas barata que la 37 650 PRODUCCIÓX DEI. PETRÓLEO obtenida del sebo en las bujías. Propagado en todo el mundo, pronto llegó á ser uno de los principales ar- tículos de exportación de los Estados Unidos, y aun- que en competencia con el gas de carbón, también muy barato, en la producción americana llegó á re- presentar algo como $ 100.000,000 anuales, valor de más de 1,200.000,000 de galones. Después se le ha encontrado en muchas otras partes, sobre todo en Ru- sia, y la abundancia con que se le ha ofrecido en los mercados ha envilecido sus precios. Un galón de pe- tróleo, que puede dar durante dos meses, encendido cinco horas por noche, una luz equivalente á la de cinco bujías, vale apenas en Oil City ó en Pittsburgo cinco centavos. Ya, pues, no es articulo de tanta co- dicia; pero con él se han levantado en el Estado de Pensilvania numerosas fortunas, que cuentan millones de pesos por decenas en el balance de los libros de cuentas : sobre todo, hombres que anochecían pobres y amanecían millonarios cuando el cincel de la má- quina de perforar había tropezado con la fuente del petróleo y traído el precioso artículo á la superficie. Ya hoy no es mina de oro de filón abundante, pero siempre es una riqueza de mucha consideración. A ella ha venido á agregarse el gas natural, cono- cido desde hace más de medio siglo, introducido en la industria, á titulo de ensayo desde 1874, popularizado con furor desde 1883. El gas producido por la com- bustión de ciertas variedades de carbón mineral — despojado de algunos principios, utilizables los unos^ perjudiciales al hombre otros — constituye un articulo de iluminación importante en las ciudades; de cuya EL O AS DE CARBÓN Y EL GAS NATURAL 651 importancia puede tenerse alguna idea, sabiendo que en Londres, en donde es muy barato el carbón, cuesta la iluminación de las calles públicas cerca de S 2.500,000 anuales, y más de $ 3.000,000 en la de París. También servirá para juzgar de la importancia de este negocio este dato : la Compañía de Gas de la ciudad de París tuvo en 1880 entradas por valor de S 17.250,000, y utilidad neta de S 7.500,000. Empero, en estas empresas, para obtener el gas, se necesita primero comprar el carbón, quemarlo en grandes hornos provistos de aparatos costosos para generar, purificar, almacenar y enviar el gas á los lugares en que se le ha de consumir ; en una palabra : montar á grandes gastos establecimientos complicados. En consecuencia la producción tenia limites intraspa- sables : sólo podía aplicársela al alumbrado de las calles y casas, pero no á otros usos. Entonces fué hallado el gas natural. En la perfo- ración de pozos de petróleo solía aparecer un gas que se inflamaba al contacto de la llama. Considerado en un principio como un embarazo perjudical á los tra- bajos, luego se ensayó su aplicación á los hornos de las ferrerías, y venciéndose al fin las dificultades que pai*a su conducción en tubos de hierro oponía, en 1883 llegó á ser un artículo de consumo general no sólo en las ferrerías y talleres de maquinaria, sino en los usos domésticos de las casas particulares, á las que se le lleva de una manera tan sencilla como el agua de los acueductos. En los primeros alimenta la hoguera de los hornos y da luz para el trabajo nocturno; á las Itimas suministra fuego para las cocinas, calor en 652 VENTAJAS DEL GAS NATURAL las chimeneas durante los meses de invierno, y alum- brado en todas las piezas por la noche. Tiene la ven- taja de ser un agente perfectamente aseado, de fácil manejo por medio de llaves, de no exigir depósitos ni carboneros ; se puede graduar á voluntad y no engen- dra humo como el de carbón. Para las ferrérias y las fábricas de cristales y vidrios tiene una cualidad inapreciable, y es su pureza : no contiene fósforo ni azufre : la combinación de los cua. les, aun en los carbones de mejor calidad, hace que- bradizo el hierro ú opaco el vidrio ; no tiene gastos de acarreo ni ocupa espacio en el almacenaje. Por medio de tubos cuya colocación es fácil de alterar a volun- tad, se le puede poner en el primero ó en el sépti- mo piso, á derecha ó á izquierda, dentro ó fuera de las piezas. A pesar de todas estas ventajas su precio se gradúa á la mitad de lo que costaría el carbón mi- neral en el mismo empleo, y se le calcula en las tran- sacciones no por el número de pies cúbicos, como el gas de carbón, sino por el de toneladas de carbón que desaloja ó reemplaza en el consumo. De esta suerte se computa que en Pittsburgo se ha economizado el de 4.000,000 de éstas, las cuales á su vez no son per- didas : se las ha podido llevar á vender á los vapores del Mississippi, ó á las fábricas de San Luis, Cincin- nati, Chicago y Filadelfia. La economía en el combustible y la superior cali- dad de éste han ejercido una influencia favorable en las fábricas de Pittsburgo. En esa ciudad creen poder superar á todos sus rivales de Europa y América en la producción de efectos de hierro, acero, cristal, vidrio, PRODUCCIÓN DE GAS NATURAL 653 loza y porcelana, tanto en calidades como en precios, y es la primera cosa á lo que en las visitas á las fá- bricas llaman sus administradores la atención del via - jero. Hasta ahora sólo se le ha encontrado en los dos Estados de Pensilvania y Ohio, en donde Murraysvi- lie es el centro principal en el primero y Dayton en el segundo, y habla dado origen en 1887 á la coloca- ción de unas 350 leguas de tuberías de hierro para distribuirlo ; pero la extensión del negocio se conti- nuaba con ardor febril. En Pensilvania había 75 com- pañías organizadas para explotarlo, y se calculaba que el uso de él producía ya, en 1886, en los dos Estados, S 13.500,000 anuales. En Pittsburgo no se dudaba de que antes de diez años llegaría á ser, á favor de esa riqueza natural, la primera ciudad manufacturera del orbe. Los americanos no acostumbran aspirar á supe- rioridades relativas : las quieren siempre absolutas. Y en efecto, causa admiración encontrar un pueblo dotado, además de una superioridad de genio indus- trial indisputable, de tantos dones espontáneos de la naturaleza en la tierra que habitan. Llanuras inmensas tan adecuadas á la construcción de vías comerciales; uno de los más vastos sistemas de ríos y de lagos para la navegación interior ; carbón mineral en yacimientos de más extensión que en nin- guna oti*a parte del mundo ; materiales de construc- ción inagotables y de fácil extracción ; minas de cobre en el lago superior, más ricas que todas las demás conocidas ; aluviones de oro y vetas de plata que pro- ducen más de la mitad de la suma que de ellos se extrae en el mundo : y todos los días riquezas nata- 654 EL HOTEL DUgUESNE rales nuevas con que hacer barata y cómoda la vida humana, como el petróleo y el gas natural. Razón tíe* nen los americanos del Norte para alimentar tanta fe en sus destinos. No vayan, sin embargo, á creerse como los Judíos, c el pueblo oscogido de Dios », y á desarrollar como éstos ese espíritu de egoísmo que los ha hecho el blanco de la persecución y el odio de todas las naciones ! Pittsburgo tiene, como todas las ciudades ameri- canas, los mismos rasgos característicos : aseo enca- recido ; gran provisión de agua potable; calles anchas sombreadas por grandes árboles; parques umbrosos llenos de misterio; espléndidos edificios públicos; igle- sias en profusión y hoteles no superados en comodi' dad y magnificencia. Tocónos alojamiento en el Hotel Dugiiesne, administrado por un alemán, cuyo nombre siento vivamente haber olvidado, del cual recibimos, sin introducción ni recomendación alguna, la más afectuosa acogida. Diónos muy buenas piezas de habi- tación ; mostrónos en el momento el gas natural en las chimeneas del salón, del comedor y de las hor- nillas de sus cocinas, articulo de que no teníamos la más ligera noticia ; proveyónos de tarjetas suyas con introducción para los administradores de las fábricas principales de la ciudad, y en la primera noche nos llevó, á sus expensas, á un gran concierto que daba una afamada Compañía musical de Nueva York, de paso en ese día por la ciudad. Era inmenso el salón : podía contener de dos á tres mil oyentes, y estaba lleno hasta el tope de una socie- dad escogida, muy culta, bien vestida, entusiasta por HOME, SWEET HOME ! 655 la música. Tuve placer indecible en oír ejecutar, acompañada por una orquesta inmejorable y con un coro de doscientas voces, en que sobresalía una voz de soprano fresca y pura, esa canción de tanta melanco- lía y tanto consuelo para los ingleses y americanos ausentes de su patria : el Hornea sweeí home ! Be ii ever so humblc, there's no place like home ! A charm from the skies seems to hallow us Ihere, Which seck through the worid, is not met wiih elsewhero An exile from home, splcndours dazzle in vain. Oh, give me my lowly thatched cottage again. Home ! home ! sweet home ! Thcre's no place like home! Yo había oído esta canción en Bogotá sin sentir la dulce tristeza que respiran las palabras y la música ; pero al oírla á mil leguas de mi país me levanté, como movido por un resorte, preguntando á nuestro compa- ñero qué era ese canto : — ¡ Qué ha de ser I me contestó, con una lágrima suspendida en las pestañas : es Sweet Home. No fuimos muy afortunados en nuestras visitas á las fábricas. En una de artículos de hierro estaba ausente el administrador en el momento de nuestra llegada, y nos acompañó á mostrarnos los diversos trabajos un muchacho de mala voluntad, sin darnos explicación ni pormenores algunos. Nos fatigó pronto el papel de necedad é ignorancia que estábamos representando y nos retiramos. Entramos luego á otra de vidrios y cristales. Allí nos tomaron, según pudimos percibir, por franceses 656 VISITA DESGRACIADA A LAS FÁBRICAS deseosos de sorprender los secretos de sus fabricacio- nes, y con muy mala voluntad nos llevaron al almacén á ver los productos ; pero no á los talleres ni á las fra- guas. Era visible el mal humor que causaba nuestra visita, á pesar de la cortesía que en lo general distin- gue á los directores de esos establecimientos. Dimos- las gracias, nos despedimos y pasamos á una fundición de hierro vecina. Por una de esas desigualdades temibles del clima de los Estados Unidos, en ese día de primavera reina- ba un calor canicular. El termómetro marcaba 104* Farenheit (39. 6* centígrados), que unido al fuego de los hornos tomaba las proporciones de una tempera- ratura senegaliense. No pudimos resistir mucho tiem- po. Salimos á buscar fresco á la orilla de uno de los ríos y á la sombra de árboles compasivos. Si hubiera sido yo rey habría exclamado como Carlos I : « ¡ Mi reino por una hamaca ! » ; pero ese instrumento no tiene aplicación todavía en las ferrerías del Oeste. Investigamos el precio de algunos artículos de cris- talería y nos parecieron en extremo caros. En París vimos algunos meses después los mismos artículos de procedencia americana, exhibidos como producto de superior calidad. Salvo error en mis recuerdos, me pareció que allá pedían precios notablemente inferio- res á los de Pittsburgo. Seguramente los fabricantes envían á vender al exterior, á precio rebajado, lo que en los Estados Unidos no encuentra comprador. La falta de competencia determinada por la altísima tari- fa americana, unida á la riqueza del país, permite ven- der allí á precios muy altos. En los mercados extran- EL DESARROLLO DE PITTSBURGO 657 jeros la ley de la competencia impone más moderación en las ganancias. La localidad de Pittsburgo á la cabeza de la nave- gación del Ohio, llamó la atención, desde mediados del siglo pasado, tanto á los ingleses como á los fran- ceses, que entonces se disputaban la posesión de esos desiertos. Los primeros construyeron un fuerte en la confluencia de los dos ríos; pero fueron desalojados por los segundos, quienes á su vez construyeron el ' fuerte Duquesne y rechazaron una expedición inglesa enviada contra ellos, en la cual hacia armas por pri- mera vez (1755) el entonces coronel de milicias de Vir- ginia, Joi'ge Washington. Batidos al fin en 175S, los ingleses construyeron otra fortaleza, á la que dieron el nombre de Pitt, en honor del primer hombre de Estado de este apellido, conocido en la historia con el de lord Chattam : de aquí el de Pittsburgo. En 1777 tuvo principio la hoy importante industria de cons- trucción fluvial, con la de algunos botes; en 1784 fué abierta la primera mina de carbón ; en 1796 iniciada la primera fábrica de cristales, y en 1798 una de pa- pel. Sin embargo, en 1800 la población apenas alcan- zaba á 1,565 habitantes. En 1837 ya subía á 30,000. En 1880 contaba 156,000, y con Alleghany, que tenía 78,000, — 238,000. Hoy pasará de 300,000, pues á Pittsburgo sin Covington se le atribuyen 250,000 Esta es una ciudad muy importante. Llama la aten- ción en ella la naturaleza superior de sus empresas, todas las cuales requieren grandes capitales, pode- 37. 658 TEMORES DE CATACLISMOS derosa organización, alto genio mecánico y grandes conocimientos en física, química y geología. De esta naturaleza son las de construcción de buques de va- por, las de locomotoras, las de máquinas y aparatos de vapor de diversas aplicaciones, y las de extracción de petróleo y gas natural. Se considera como circunstancia adversa para su progreso la instabilidad en el rendimiento de las fuentes de este combustible, cuya naturaleza es toda- vía poco conocida, las cuales suelen agotarse repenti- namente sin saberse por cuál motivo, con grave per- juicio de las fábricas, que tenían por base esa fuente de calor para sus trabajos. Se teme por algunos tam- bién que la constante extracción de aceite y gases del seno de la tierra, de la que naturalmente puede resul- tar algún gran vacío, pueda ser causa de un hundi- miento de los terrenos, acompañado de gran pérdida de vidas y de riquezas. Poco se preocupan, sin em- bargo, de esa posibilidad en Pittsburgo, cuyos habi- tantes no cederían sus propiedades á los conventos en las vísperas del vúllenium. Muy corta fué nuestra residencia en esa ciudad : nos derrotó el calor excesivo, y tomamos el tren para Washington. CAPITULO XXXIV IMPRESIONES GENERALES ACERCA DE LA UNIÓN AMERICANA Su fundación y crecimiento es el hecho social más notable de la historia moderna. — La grandeza de sus proporciones. — La solidez de su Constitución política. — El respeto unánime que profesan á ella los americanos. — La cohesión nacional sostenida principalmente por las vías de comunicación y el periodismo. — Lo que será dentro de un siglo. — Su progreso no sólo es material, sino intelectual y moral. — Caracteres intelectuales de los principales pueblos civilizados. — El de los Estados Unidos consiste en la aplicación práctica de las ciencias al servicio del hombre. — Causas de la prosperidad nacional. — Las instituciones republicanas. — La Homes- tead law. Suspenderé aquí mis recuerdos locales de viaje por este gran país, y pasaré á dar las impresiones gene- rales que acerca de él recibí en mis conversaciones con americanos y en la lectura de sus numerosos, va- riados y nutridos periódicos. La nacionalidad americana del Norte es el hecho sociológico más trascendental surgido en el mundo desde la caída del Imperio Romano hasta los tiempos presentes. Considerada en sus grandes proporciones, la rapidez de su formación, la influencia que ya ejerce, al que está llamada á ejercer en la evolución de los 660 GRANDEZA DE LA UNlÓX AMERICANA pueblos, esta nueva nacionalidad será más importante en la historia que la del antiguo coloso que tuvo por núcleo la península italiana. Este tardó cuatro ó cinco siglos en llegar á su apogeo, y tuvo luego una deca- dencia rápida, que dejó cubierta de ruinas la tierra entonces conocida. La Roma moderna en sólo un siglo se extiende ya sobre un territorio contiguo doble en extensión ; poblado por algo más de la mitad del gua- rismo que se atribuye al Imperio Romano al terminar el reinado de los Antoninos, la época de su mayor prosperidad; y en lugar de ser, como la otra, una poderosa máquina de conquista, de guerra y de des- trucción de las civilizaciones antiguas, es un coloso hasta ahora levantado sobre cimientos de libertad, y de conquistas pacificas sobre la naturaleza producto- ras de bien para todos los pueblos. Llama en él la atención en primer lugar el aire de grandeza visible en todas sus proporciones y la rapidez en el levantamiento de su estructura política, la más sólida y al parecer de más condiciones de duración entre todas las naciones civilizadas. Su territorio de 400,000 leguas cuadradas, homogéneo, en superficie contigua, es cuatro veces mayor en extensión que el de Inglaterra, Francia, Alemania, Austria é Italia re- unidas ; la riqueza general de sus habitantes, computada en setenta mil millones de pesos, supera la de Ingla- terra ó la de Francia, países antiguos en donde la acu- mulación de capitales tiene siglos de antigüedad ; su población — de sesenta y dos y medio millones hoy — al tiemplo de proclamar su independencia apenas al- canzaba á la cuarta parte de la madre patria, y ha RÁPIDO CRECIMIENTO 661 subido en el espacio de un siglo á un guarismo doble del de ésta ; sus rentas, nacionales, municipales y co- munales, alcanzaban á cerca de mil millones de pesos anuales, ó el doble de las de la Gran Bretaña; su pro- ducción industrial, estimada en doce mil millones de pesos anuales, compite, en la proporción por individuo, con lajde este último país, en donde la producción fabril, poderosamente ayudada por la maquinaria, forma el principal elemento de creación de riqueza; su educación popular tendría el primer puesto entre todas las naciones civilizadas, sin la inmigración tan considerable de proletarios ignorantes procedentes del Viejo Continente ; sus vías de comunicación rápidas y económicas al través de su territorio, es decir, sus ferro- carriles (55,000 leguas) y sus telégrafos (85,000 leguas) igualan en extensión á las de todo el resto de la tierra; de los treinta y dos mil periódicos que se publican en las cinco partes del mundo, el 40 por 100, ó sea más de doce mil ven allí la luz ; en ninguna parte son tan baratas y abundantes las subsistencias como en aquel país privilegiado, y en ninguna son tan altos los sala- rios de las clases jornaleras ; no hay allí ejércitos per- manentes; pero el día que la necesidad lo exigiese, fácilmente podrían salir á campaña, en pocos meses, tres ó cuatro millones de hombres, bien equipados y medianamente instruidos en las artes de la táctica. La solidez de su organización política corre parejas con la magnitud de sus intereses individuales y so- ciales. Sin necesidad de modificación alguna, su Cons- titución política tiene un siglo de funcionamiento, durante el cual ha continuado sin más dificultad que 662 SOLIDEZ DE SU ESTRUCTURA la ocasionada por la institución de la esclavitud, ya eliminada. En el mismo periodo de tiempo el número de Estados ha subido á más del triple, demostrando con el ejemplo la posibilidad de subir al óctuplo sin inconveniente alguno. Salvo la excepción indicada, las luchas domésticas, comunes á los países recién constituidos, son allí desconocidas. No hay fricción perceptible en el funcionamiento de sus diversos go- biernos : nacional y municipal de los Estados, conda- dos, ciudades y distritos parroquiales; las diversas religiones practican su respectivo culto en paz y sin muestra alguna exterior de antagonismo ó simplemente de mera antipatía. Los hombres de diversas naciona- lidades, lenguas, costumbres é ideas, viven allí mez- clados y confundidos, fundiéndose en el molde y ha- blando la lengua nacional á la segunda ó tercera ge- neración ; los océanos Atlántico y Pacifico los separan á miles de leguas de las potencias inquietas y guerrea- doras del Viejo Mundo ; rodeados en sus fronteras te- rrestres, al norte y al sur, de colonias y repúblicas notablemente inferiores en fuerza, nada tienen que temer de sus vecinos. El espíritu de secesión, engen- drado al sur de su territorio por la institución de la esclavitud, murió con ésta; la línea divisoria de los partidos políticos es en el día tan débil, que casi es imposible distinguirlos, tomando por base los rasgos que caracterizan á éstos en el resto de los países re- presentativos; la forma federal, reputada poco á pro- pósito para desarrollar energía y fuerza conservadora en las grandes crisis, mostró en la experiencia de su única guerra extranjera de carácter temible (la de 1812) SUPERIORIDAD SOBRE LOS PAÍSES EUROPEOS 663 y de SU única guerra civil, formidable, eso si (la de 1861 á 1865), que ese sistema político se presta, tanto ó más que el de la centralización, para los más grandes es- fuerzos. Las más antiguas y poderosas nacionalidades del mundo antiguo tienen todas algún cáncer en su seno. Inglaterra tiene el de la Irlanda, el problema agrario y la multiplicidad de sus colonias; Francia su antagonismo secular con Alemania por la frontera del Rhin ; Alemania brega además todavía con el espíritu local y separatista de sus antiguos reinos, principados* y ducados, cada día más temible con el gravamen de su régimen militar dominante; Austria lucha con el pensamiento de resurrección de las diversas naciona- lidades, sujetas por la conquista, que la componen; Rusia con la civilización desigual y las diverzas razas de sus inmensos territorios sometidos á la voluntad caprichosa de un solo gobernante ; Italia continúa la lucha tradicional de los siglos medios entre gúelfos y gibelinos, entre el Papa y el Emperador, entre la teo- cracia y el gobierno temporal ; el pensamiento español oscila desde hace cuati'o siglos entre la idea de unifi- cación centralizadora v la de su división ó federación entre los seis grupos de sus pueblos, todavía separa- dos por el recuerdo de su vario origen, de sus diversas tradiciones y de sus distintos idiomas; Turquía es un agonizante cuya muerte sólo está aplazada por la difi- cultad que presenta la partición de la herencia. Los Estados Unidos no presentan complicación alguna de esas variedades : quizás su único peligro, peligro distante á mi ver, es el de la exageración de la grandeza de sus destinos. Tres piedras de hogar cons- CGi VENTAJAS políticas Y SOCIALES tituyen sobre todo la solidez de su estructura política: 1.*, la aceptación universal de la Constitución por los ciudadanos; 2.*, la abundancia de sus vías de comu- nicación entre las diversas partes del territorio ; 3.*, el periodismo libre, numeroso y profundamente espar- cido entre todas las clases sociales. El respeto unánime á la Constitución política de 1787 es una poderosa garantía de concordia, de liber- tad y de paz; es un vínculo de unión y de integridad nacional más fuerte que un grande ejército. Mientras exista esa convicción profunda de la sabiduría de sus instituciones fundamentales, comentadas por sus ex- positores, afianzadas en las sentencias y antecedentes del Poder Judicial, identificadas con su historia, — las causas de desavenencia y de lucha entre sus di- versas secciones, sus diversos partidos y sus variados y grandes intereses serán menores ; se referirán tan sólo á cuestiones de detalle fáciles de arreglar, ó á lo menos carecerán de importancia para poner en peligro la integridad y la paz de la Unión. Con excepción de la Gran Bretaña, tal vez ningún otro país puede con- tar con la solidez que esta feliz circunstancia comunica á los Estados Unidos. Aun la Gran Bretaña ha nece- sitado modificar su Constitución en varios puntos im- portantes en el curso de este siglo, y tiene en ella algu- nas brechas, como las relativas á su organización agra- ria y á la eliminación ó reforma profunda de la Cámara de los Lores, por las cuales se dispone á subir al asalto la opinión reformadora. En los Estados Unidos no se observa hasta ahora síntoma alguno que anuncie LAS VÍAS DE COMUNICACIÓN %5 evoluciones importantes en su organización elemental. El servicio délas vías de comunicación, numeíosas, rápidas y económicas, es una ventaja de magnitud inapreciable, siempre muy ponderada, nunca sufi- cientemente comprendida. Nacionalidad quiere signi- ficar asociación de hombres dirigida á proporcionarse cooperación ordenada de todos en favor de todos. La cooperación presupone y exige división del trabajo, tanto mus fecunda cuanto la separación de ocupaciones es más completa. La división del trabajo conduce á cambios de productos, servicios, ideas, cada vez más numerosos y frecuentes, tanto en el campo de la in- dustria como en el de la ciencia y en el de la política. Ahora bien ; esos cambios incesantes conducen á la movilización de los productos y de los hombres de un lugar á otro y piden medios de proporcionar el más estrecho contacto entre los asociados. Mientras más numerosas y económicas sean las vías de comunica- ción, mayor será la posibilidad de cambios de valores, servicios, sentimientos, ideas y trabajos entre ellos; mayor será el acuerdo, la combinación, la simpatía, la decisión de obrar unidos entre sí. Así, los ferro carriles no sólo estimulan el trabajo, el ahorro, el comercio, el estudio, las relaciones benévolas, sino que á la vez crean lazos materiales, morales é intelectua- les de unión, concordia é integridad nacional entre los hombres, hastael punto de convertir esas relaciones de intereses individuales en un solo interés común, y la asociación de los hombres en un solo cuerpo colec- tivo, para quien el interés individual es inseperable del interés nacional. Asi se camina en las sociedades 666 NUMEROSO PERIODISMO modernas hacia esa concordia v unión entre los hom- bres, que ha de fundar primero la paz interior en el seno de los naciones, y después la paz univers'\l hasta los últimos limites de la tierra. Ninguna otra na^ción se aproxima á los Estados Unidos en la abundancia de vías de comunicación, sobre todo en las servidas por el vapor. Una costa ma- rítima, que con sus sinuosidades se extiende por má^ de 3,000 leguas; ríos y canales navegables por vapor en más de 6,000 ; lagos interiores cuya periferia se extiende tanto quizás como la costa del mar, forman, con más de 50,000 leguas de ferrocarriles, un total de más de 70,000 leguas, en donde el americano viaja anualmente tres veces más que el inglés y seis veces más que el francés, según se calcula; adquiere el cono- cimiento de ideas, costumbres é intereses distintos de los de su localidad, y forma relaciones de industria y benévola sociabilidad con sus conciudadanos. No menor es quizás la influencia de su numeroso periodismo. Doce mil periódicos diarios, bisemanales, hebdomadarios, mensuales ó trimestrales, tirados en número de muchos millones de ejemplares, están in- cesantemente emitiendo el sentimiento, las ideas, los descubrimientos, los hechos de todo género, produci- dos no sólo en el interior del país, sino en todo el mundo. Toda idea nueva es reproducida y comentada inme- diatamente por cuatrocientas ó quinientas voces en todos los ángulos del país : aspiraciones, quejas, nece sidades, satisfacciones, todo sale á la luz, se discute, se aprueba ó se condena, se depura á la- luz de ese foco maravilloso de vida nacional, de pensamiento común ACTIVIDAD DE LA INTELIGENCIA NACIONAL 667 ensanchado á los limites de los más extensos horizon- tes. AUi son poco frecuentes las decisiones arrancadas por sorpresa, la ejecución de planes preparados en el misterio, los actos irreflexivos determinados por el ca- pricho del momento ó impuestos por la tiranía de la moda. La luz de las inteligencias brillantes se irradia sobre los cerebros opacos ; el grito de los dolores no se pierde en la soledad, y encuentra en todas partes ecos de simpatía ; los peligros públicos pueden ser inme- diatamente combatidos por el remedio. Hay, por decirlo asi, para todas las cosas, el ejercicio de las funciones de una sola alma nacional. Si sobre estas bases la prosperidad de ese país con- tinuase por otro siglo en la proporción del que acaba de transcurrir, su población, duplicándose en períodos de veinticinco años, seria de 125-250-500-1,000.000,000 de habitantes en 1990. Y como su riqueza por cabeza de población ha aumentado en el mismo período desde S 320 hasta $ 1,077 por cabeza, los setenta mil millones de pesos hoy existentes llegarían á ser dos billones y medio : guarismo superior al poder de la imaginación para comprenderle, y que no podría menos de constituir un bienestar universal del que en la actualidad nos creemos distantes centenares de si- glos. Redúzcase todo lo que se quiera la rapidez en la marcha de este progreso, no deberá ponerse en duda que la población americana puede subir dentro de un siglo á 500.000,000 y su riqueza á un guarismo veinte veces mayor que el actual. Ahora bien : la duplicación de la población en los países más prósperos del continente europeo, como 668 LO QUE LLEGARÁ Á SER DENTRO DE UN SIGLO Inglaterra y Alemania, exige períodos de sesenta y tres años en la primera y de ochenta en la segunda. En esta hipótesis, la Gran Bretaña, en 1990, tendrá 106.000,000 de habitantes, y Alemania 120.000,000. La superioridad que en este elemento de fuerza y poderío ad- quirirán los Estados Unidos será siempre abrumadora. En 1790 no tenia este pueblo manufacturas de nin- guna clase: en 1880 la producción de ellas pasaba de cinco mil millones de pesos. Sólo contaba una ciudad de 40,000 habitantes (Filadelíia), y su gran metrópoli comercial (Nueva York) apenas tenia 20,000. En 1880 ya había 494 ciudades, cuya población excedía de 5,000 habitantes, 20 que pasaban de 40,000, 20 de más de 100,000, y 4 que entraban en la línea de más de 500,000. En la actualidad puede asegurarse que estas últimas traspasan ya el guarismo de un millón (1). Me detengo en este fenómeno sociológico de las gran- des ciudades, porque en ellas la cooperación humana es más activa y da origen á elementos de poderío no en- contrados en la diseminada población de los campos. Generalmente se cree que la prosperidad de la América del Norte es puramente material, concre- tada á la mejor satisfacción de las necesidades físicas, pero descuidada en lo relativo al cultivo de los senti- mientos y al adelanto de las facultades intelectuales. A mi ver éste es un grande error, inducido en la mente por la energía que ese pueblo ha desplegado en la lucha por la vida ; pero no es difícil observar en él (1 Nueva York, Filadelfia, Brooklyn y Chicago. PATRIOTISMO DE SUS HABITANTES 669 el desarrollo de otras facultades menos egoístas. En las columnas de sus periódicos, frecuentemente col- mados de noticias relativas á los países y pueblos extranjeros más distantes, se nota un espíritu cosmo- polita, de más amplitud que el visible en el periodismo europeo. No tengo conocimiento de ningiin pueblo, tal vez ni el griego ni el romano de la antigüedad, que haya mostrado un patriotismo tan ardoroso como el exhibido por ambas fracciones en su última guerra civil, en la que con gran facilidad el Norte subió sus rentas nacionales en el espacio de dos años de cua- renta á seiscientos millones de pesos anuales ; su ejér- cito de veinte mil á un millón de hombres ; su marina desde treinta ó cuarenta hasta novecientos sesenta buques de guerra ; suministrando al propio tiempo á su Gobierno dos mil ochocientos millones de pesos en empréstitos. Y esto en una ocasión no relativa á la existencia ó el honor del país, sino simplemente á la conservación de la integridad nacional, fundamento de su grandeza y poderío. Del sentimiento de solidaridad entre sus ciudadanos pueden citarse los más altos ejemplos. La protección de los heridos en esa misma guerra llegó al punto de emplearse, por medio de suscripciones y organización voluntarias, centenares de millones de pesos en la construcción de hospitales modelos, ambulancias y cuerpos de sanidad, en los que se mostró la caridad más ardiente que el mundo ha visto en medio de los horrores de esa insania salvaje que se Jlama la guerra. Las suscripciones y auxilios en favor de las vícti- 670 espíritu de fraternidad mas del incendio de Chicacro en 1871, montaron en pocos meses ámás de cincuenta ó sesenta millones de pesos. El Maire ó Alcalde de esa ciudad creyó de su deber suplicar por medio del telégrafo, á todos los ángulos de la Unión, que no se enviasen más socorros, pues ya casi sobrepujaba el valor de lo recibido al im- porte de las propiedades destruidas. Chárleston, el foco principal de las pasiones secesionistas en 1861 á 1865, recibía en 1886, con motivo del terremoto que arruinó una parte de su caserío, cerca de dos millones de pesos en el espacio de un mes, principalmente de las poblaciones del Norte, de quienes veinte años an- tes había sido enemiga encarnizada. Los cementerios nacionales, en donde con piedad y ternura han sido recogidos, en medio de paisajes her- mosos que convidan al pensamiento del reposo eterno, los restos de los muertos en defensa de la patria, con indicación de su nombre, edad y lugar de su naci- miento, dan testimonio de delicados sentimientos de amor cívico. Con motivo de la ruptura de una esclusa que soste- nía un lago artificial en las inmediaciones de Jhons- town, que causó grandes estragos en el valle inferior, en 1889, la afluencia de suscripciones, formuladas en cheques sobre los Bancos, fué tal en la ciudad de Nueva York, que la Alcaldía á quien iban dirigidas necesitó duplicar el número de sus empleados, y tra- bajar de día y de noche, con sólo el objeto de abrirlas cartas y tomar razón de tales socorros. De dos á cua- tro millones fueron suministrados inmediatamente en diversas partes de la Unión para proteger á las viu- PROGRESO INTELECTUAL 671 das, huérfanos y perdonas destituidas de medios de subsistencia por esa catástrofe. Las donaciones y legados para fundar colegios, bi- bliotecas, hospitales é instituciones diversas de ense- ñanza, beneficencia y comodidad ó aseo para el pue- blo, cubren de monumentos más grandiosos que las pirámides de Egipto las ciudades de ese país. En más de dos millones de pesos se calcula el monto anual de esas donaciones. La educación profesional de artes y oficios es hoy el tema favorito de la generosidad de los magnates de la industria. La filantropía no tiene allí por objeto el individuo, sino el pueblo americano entero : no se prodiga la limosna, que á las veces do- grada ó por lo menos humilla, sino el espíritu de la caridad organizado en la forma de una providencia humana en favor de la especie. Tampoco podría ser mirado con el más pequeño desdén el progreso intelectual de los americanos. Bas- tará decir á este respecto que las dos más grandes in- venciones del siglo XIX, las dos más extraordinarias creaciones del genio humano, que han transformado y seguirán transformando las condiciones de la vida del hombre : las aplicaciones del vapor y de la electri- cidad, son obra de dos americanos : Fulton y Edison. Á esas grandes alturas no se llega per aaltam sino con la ayuda de un nutrido ambiente intelectual for- mado por la elucubración poderosa de una inteligencia nacional. La Oficina de Patentes de Washington sor- prende al menos entusiasta por el inmenso número de investigadores que, contándose por decenas de miles, van anualmente allí á depositar el secreto de sus con- 672 FRECUENCIA DE LAS NUEVAS INVENCIONES quistas en el reino de lo desconocido, por esa legión de Prometeos incesantemente ocupados en la tarea de asaltar las alturas para robar el fuego del cielo. Los estudios de todo género, caracterizados por un genio singular de independencia é iniciativa propia, llaman la atención en sus numerosas publicaciones. Ciencias físicas y matemáticas, ciencias sociales, filosofía é his- toria, nada es extraño al pensamiento de ese pueblo ; pero su vida nacional es todavía muy corta y aun no se le puede pedir monumentos iguales á los que siglos enteros de meditación y de estudio han producido en los viejos países de Europa. Los viajeros europeos que han creído encontrar deficiencia en esta parte de su movimiento colectivo, tal vez lo han juzgado por com- paración con el carácter especial de la inteligencia de la raza á que pertenecen. El alemán se distingue por su afición al análisis ; el francés es un espíritu vulga- rizador, que introduce en las ciencias la claridad, el orden y el método á que tanto se presta la composi- ción filosófica de su lengua; la generalización parece ser un don del cerebro inglés, que desde Newton en las ciencias físicas y Bacon en la filosofía, hasta Lyell, Darwin y Spencer, ha sobresalido en la explicación de las grandes leyes que gobiernan el orden de la na- turaleza. La mente americana no ha tomado ninguno de esos caminos, pero ha conseguido el de la aplica- ción práctica de las leyes generales de las ciencias á las satisfacciones de la vida humana. Estos son, por supuesto, caracteres generales sujetos á excepción. Guttenberg fué un genio de aplicación práctica, como lo fué Pasteur en los tiempos modernos; Benamht ESPÍRITU DE APLICACIÓN PRÁCTICA 673 introdujo el análisis y la clasífícación en el campo al parecer menos propicio de las ciencias sociales ; Buf- fón, Lavoisier y Cuvier fueron también genios crea- dores. El americano es el hombre práctico por excelencia. Desde su Constitución política, la obra más perfecta en su género de los tiempos antiguos y modernos, de- bida al genio de los fundadores de la independencia, hasta la invención del fósforo de luz, — producto, se- giin creo, del ingenio de un oscuro zapatero america- no, que realizó para el hogar de los destituidos y de los tristes una de las sublimes palabras del Génesis, — los más grandes inventos industriales de este siglo se de- ben á esa forma peculiar de su inteligencia. El vapor era conocido desde hace más de tres mil años : los sa- cerdotes griegos se servían de él para abrir automáti- camente la puerta de los templos é inspirar al pueblo la idea de ser la divinidad misma quien lo hacia para convocar los creyentes á las ceremonias del culto. Pa- pin experimentó de diversos modos la fuerza del va- por comprimido ; pero su aplicación á los movimientos de traslación de los cuerpos esperaba la perspicuidad especial del yankee para hacer volar los buqufes con- tra la fuerza del viento y de las corrientes del Océano. Ampére conoció la naturaleza intima y las propieda- des de la electricidad mejor que Franklin ; pero éste inventó el pararrayo: aquél llegó al umbral de la puer- ta que escondía el telégrafo eléctrico ; pero sólo Morse agregó á su corriente el alfabeto con que había de ha- blar el mundo para trasmitir el pensamiento al través de los continentes y de los mares. 38 674 GENIO BELICOSO Y no sólo en las ciencias y las artes de la paz es en lo que este pueblo ha demostrado sus grandes aptitu- des. Después de cuarenta y ocho años de paz (pues la guerra de México, en la que los Estados del Norte tu- vieron poca participación, apenas puede considerarse como un corto episodio) el espíritu bélico parecía de- ber haber relajado sus resortes; mas no fué asi. En el curso de la guerra de secesión de una y otra parte se mostró la más sorprendente disposioión para esas nuevas tareas, tanto en el valor personal oomo en la organización y disciplina de los combatientes y en la provisión de los elementos necesarios para sus opera- ciones. Armas, municiones, tren de campaña, buques de guerra, todo fué construido y usado en escala enor- me, en nada inferior á la empleada por las naciones guerreras de Europa. Los generales fueron improvisa- dos en medio del fuego; capitanes y tenientes antes de las hostilidades funcionaron en calidad de genera- les al frente de ejércitos de 50 y hasta de 200,000 hombres; un hombre civil, Mr. Stanton, desplegó en las funciones de Secretario de Guerra la actividad y el talento de organización que dieron fama imperece- dera á Carnot en las guerras de la Revolución fran- cesa ; Farragut no fué inferior á Nélson en sus opera- ciones navales ; armas perfeccionadas fueron inmedia- tamente construidas en gran número y variedad; en la guerra naval la invención de los monitores ha obli- gado á las potencias europeas á renovar la construc- ción de sus escuadras. Un código redactado con pre- cisión y amplio espíritu de humanidad, fijó límites á los derechos y determinó los deberes de los ejércitos CAUSAS DE SU PROSPERIDAD EXCEPCIONAL 675 en campaña, con lo cual se puso una valla de civiliza- ción á los horrores de la guerra. Vencida una formi- dable insurrección que alzó bandera para perpetuar el crimen de la esclavitud, los vencidos fueron trata- dos como hermanos y conciudadanos, sin persecuciones ni venganzas : por primera vez no se prolongó la gue- rra después de la paz. Difícil es determinar las causas de esta prosperidad excepcional en medio de la marcha comparativamente lenta del resto del mundo : los factores de ella son nu- merosos indudablemente, y hechos que pueden tomar- se por causas, probablemente no son sino efectos. Algunos atribuyen una influencia considerable á la inmigración, pero este fenómeno no ha tomado pro- porciones importantes sino después de 1820, y, pro- piamente hablando, después de 1850; pero antes de 1820 el movimiento progresivo del país no era inferior al exhibido después. Tampoco puede atribuirse á los ferrocarriles, inicia- dos apenas en 1830 y poco numerosos hasta 1850. Estos dos factores, inmigración y ferrocarriles, han sido á un tiempo efecto y causa del progreso, pero no son los que dieron el primer impulso. La raza enérgica y civilizada que habita en esas re- giones es también un elemento de grande importan- cia ; mas puede observarse que el progreso en todo sentido tomó un vuelo prodigioso después de la inde- pendencia, desconocido antes. Inglaterra y Alema- nia proceden de los mismos orígenes, y no han teni- 676 LA PRINCIPAL, SUS INSTITUCIONES LIBRES do el mismo rápido acrecentamiento de población y riqueza. Indudablemente las instituciones republicanas acep- tadas sin contradicción por todos los habitantes, han sido la agencia inicial de esa transformación extra- ordinaria: la libertad religiosa, la imprenta libre, la industria sin monopolios de ninguna especie, el co- mercio sin trabas al través de un vasto territorio, la equitativa distribución de la propiedad territorial, la paz apenas ligeramente interrumpida en el espacio de más de un siglo, la ausencia de ejércitos permanen- tes, la modicidad de los impuestos y la educación po- pular. No tuvieron estas ventajas las Repiíblicas hispano- americanas, surgidas treinta y seis años después que los Estados Unidos. Adoptaron las instituciones repu- blicanas, pero carecían de las tradiciones antiguas de libertades municipales implantadas desde su origen en las colonias inglesas ; en vez de unanimidad habia una discordancia enorme de opinión en sus poblacio- nes en cuanto á las formas de gobierno y de adminis- tración; la intolerancia religiosa, principio esencial del Gobierno español, había dejado raices profundas; la masa de los habitantes era formada por las razas indígena y africana puras, ó mezcladas con la blanca, pero en un estado muy inferior de evolución ; subsis- tieron en ellas gran parte de los monopolios del régi- men colonial ; carecían de escuelas y no tomaron á pechos la resolución de crearlas y sostenerlas; sus libertadores mismos, en fin, fueron los primeros jefes de la reacción contra su propia obra. Iturbide y San- DIFERENCIAS CON LAS REPÚBUCAS HISP.-AMER. 677 tana en México, Bolívar en Colombia y el Perú, qui- sieron sustituir su régimen personal y arbitrario al régimen español, y después implantar de nuevo la monarquía en los países á quienes tantos sacrificios había costado echar las primeras bases de la Repú- blica. Á pesar de estas diferencias, de la devastación de la riqueza ocasionada por quince años de guerra de independencia, de la inseguridad en que las han man- tenido después sus frecuentes guerras civiles, estas Repúblicas del Sur han triplicado su población en ochenta años, aumentado considerablemente su ri- queza y adelantado su evolución intelectual en pro- porciones no despreciables : prueba evidente de la acción civilizadora de las instituciones libres. Entre las causas de la prosperidad de la América anglo -sajona considero la principal el sistema adop- tado desde un pruicipio para la distribución de las tierras baldías en pequeños lotes, que pusiesen al al- cance del trabajador este primer elemento de toda riqueza, primera condición de independencia y de dignidad personal entre los hombres, y cimiento in- dispensable de la igualdad política, sin la cual las formas republicanas son una mentira. Ese sistema y la institución de la Homestead tatú, que establece como única fuente de adquisición de la propiedad te- rritorial el cultivo de la tierra por el trabajador y ase- gura su posesión á la familia, — han dado un enorme estimulo al trabajo de las clases proletarias; cam- biado por completo las condiciones de la antigua or- 38. 678 LA EOMESTEAD LAW ganizacíón social , que vinculaba la tierra en maiK>s de unos pocos privilegiados ; echado bases imperece- deras á la democracia; fundado sobre la concurrencia universal la cooperación más perfecta entre los aso- ciados ; abaratado el precio de las subsistencias ; atraído poderosamente la inmigración extranjera; dado impulso á la construcción de su vasta red de ferrocarriles; sostenido la demanda de sus manufac- turas interiores, y creado por todas partes artículos nuevos de comercio exterior. En efecto. ¿Qué, sino el anhelo de adquirir tierra en propiedad, ha empujado á poblar las soledades del Oeste y fundar esos nuevos y poderosos Estados del valle del Missisaippi, es^ enorme corriente de inmi^ grantes americanos y europeos? ¿Qué, sino la de- manda de los numerosísimos y acomodados farmer» de esas nuevas regiones sostuvo y sostiene las fábri- cas de telas de algodón y de lana, de maquinaria y he- rramientas agrícolas de la Nueva Inglaterra? ¿Quién, sino esos cuatro ó cinco millones de pequeños propie- tarios, recoge en sus cosechas esos centenares de millo- nes de cargas de maíz y de trigo y engorda esos cuarenta millones anuales de marranos, y mantiene y ordeña eso« dieciséis millones de vacas de leche, artículos que constituyen las dos terceras partes de la alimen- tación del pueblo americano y las dos terceras partes, de su comercio de exportación? ¿En dónde, sino en el valle de Mississippi, entre esos viriles plantadores de las praderas, se organizaron primero esos centenares de regimientos de voluntarios que, á la? órdenes de Grant, Shermann, Sheridan y Thomas, dieron el golpe RESULTADOS DE ELLA 679 de muerte á la Confederación esclavista, en Mill- Springs, Fort Donaldson, Vicskburg, Pittsburg-lan- ding, Chattanooga y Nashville? ¿No es la aspiración á un pedazo de tierra en propiedad, para libertarse de la rack-reiü, del siempre creciente arrendamiento de la tierra europea ya monopolizada, el resorte principal que empuja á los cultivadores ingleses, irlandeses y alemanes á abandonar sus hogares, en números de más de medio millón por año, en busca de seguridad y dignidad en los campos de América? ¿No es la competencia de millones de vendedores de artículos alimenticios, la que, haciendo bajar el precio de éstos, hace fácil, barata y abundante la vida en esas re- regiones ? Esa gran masíi de pequeños propietarios, estable- cidos principalmente en el Oeste, domina hoy las elec- ciones en esa República y mantiene el equilibrio entre las ideas semi feudales de los grandes propietarios del Sur, los gustos aristocráticos de los grandes dueños de fábricas en Nueva Inglaterra y los magnates de la especulación en los Estados centrales de Nueva York, Pensilvania y Nueva Jersey. La Presidencia de la Unión fué, durante cuarenta y cuatro años, patrimo- nio del Sur, con Washington, JéíTerson, Mádison, Monroe, Jackson y Tyler; pasó luego al dominio de Nueva York y Pensilvania con Van -Burén, Filhnore y Buchanan; de treinta años á esta parte es el Oeste quien ha elegigo á Lincoln, Grant, Hayes, Gárfield y llárrisson, originarios de los Estados de Illinois, Ohio é Indiana : Lincoln y Gárfield, leñadores en su ju- ventud ; Grant, curtidor de pieles, y Hárrisson nieto 680 EL CUARTO ESTADO de otro Presidente, muerto prematuramente, que en sus primeros años fué también plantador en los bos- ques solitarios y habitador de una cabana de troncos de árbol, Asi, es en los Estados Unidos en donde puede es- tudiarse mejor el cambio que el siglo xix empieza á mostrar en las condiciones de la vida colectiva de los pueblos. El mundo antiguo era el reinado del privile- gio, de la explotación descarada de las multitudes en favor de unos pocos, del lujo de las aristocracias en medio de la destitución y miseria de las masas. En la Revolución Francesa surgió, al lado de la nobleza y del clero, el tercer Estado, en cuya composición entraban los manufactureros, los comerciantes, los profesores liberales y los literatos y escritores : en los tiempos presentes surge ya el cuarto Estado en el cuerpo de los artesanos y obreros llamados al ejercicio del voto elec- toral. En los Estados Unidos, en 1880, entre nueve millones de cultivadores de la tierra, cerca de cinco eran propietarios y apenas llegaban á cuatro los tra- bajadores á jornal. Allá luce, pues, la aurora de la re- dención de los oprimidos. Los que antes fueron escla- vos uncidos al grillete, después siervos de la gleba, más tarde arrendatarios esquilmados, empiezan ya á ser propietarios, dueños de si mismos y de la tierra que fecundan con sus sudores. Y esta transformación no viene en pos de la sangre de los mártires, ni por la convulsión violenta de las bases sociales que prometen el orden y la paz, sino por la acción lenta pero segura^ paciñca pero vencedora, de la mejor organización de las sociedades humanas. REGENERACIÓN SOCIAL 681 Entre todas las grandezas que alcancé á perctinr en mi rápido viaje por el corazón de aquel pais, ninguna me pareció tan grande como ese hecho social, porque la independencia, la libertad, la igualdad de los hom- bres no consisten en meras palabras escritas como una promesa en las Constituciones políticas, sino en hechos verdaderos y tangibles que pongan á los hom- bres en el camino de la redención. ¿Cómo puede considerarse hombre Ubre el que para ganar su sub sistencia y la de su familia depende de la voluntad de un propietario? ¿Puede jamás existir igualdad entre el jornalero y su patrón? Más temible que la tiranía de los hombres es la tiranía de las cosas, y este resultado del funcionamiento de una institución, bas- taría para comprender la diferencia que debe existir entre pueblos que tienen su punto de partida Tiistó- rico en la constitución feudal del suelo, y el que ha procurado establecerlo en la distribución equitativa de ese primer fondo productivo, en proporción á la capacidad laboriosa de sus ocupantes. No ignoro que esta materia constituye una de las grandes cuestiones científicas que divide á los econo- mistas modernos en la apreciación de los méritos res- pectivos de las tres formas de constitución de la pro- piedad territorial individual conocidas : la propiedad en grandes extensiones de 500 ó más hectáreas ; la pro- piedad media de superficies de 20 á 500 ; y la propiedad parcelaria de áreas de un cuarto de hectárea hasta 20. No desconozco que la propiedad en grande se presta — cuando es cultivada por el propietario mismo, lo cfue no es ercaso más frecuente — á la inversión de 6&2 ANTIGUOS SISTEMAS DE PROPIEDAD TERRITORIAL grandes capitales eri la ejecución de mejoras que, como el regadío, el drenaje, el empleo dé maquinaria costosa y la división del trabajo, no están al alcance de las fortunas medianas, consagradas á la explotación de pe jueñas extensiones. Sin embargo, comprendo tam- bién que la propiedad mediana puede procurarse todos esos recursos por medio de la asociación y la coopera- ción, agentes que todos los días reciben nuevas aplica- ciones prácticas, una de las cuales es la de las facto- rías centrales para la explotación de la leche en los Estados Unidos, y la ejecución de ciertos trabajos agrí- colas, como el arado de los campos y la siega y la trilla del trigo por medio de empresarios distintos del agri- cultor, los cuales aplican el arado de vapor y máquinas perfeccionadas de segar y trillar. Sea cual fuere el re- sultado de aquellas discusiones, si la propiedad en grande puede ser más ó menos defendible bajo el as- pecto económico, no lo es bajo el punto de vista social, es decir, de la desigualdad de condiciones entre los hombres, la fuente más fecunda de perversión, injus ticia y de malas pasiones en el seno de las sociedades. Además, tampoco puede negarse que la concentra- ción de la propiedad de las tierras en pocas manos es un instrumento de concentración de la riqueza entre menor número de productores; lo que conduce al desarrollo del lujo, de los placeres facticios, de los vi- cios en los unos y de la degradación en los otros ; lo que viene á ser la creación de riquezas inútiles, pues- to que no se emplean en la satisfacción de necesidades verdaderas. Entre la mayor producción y la mejor distribución de las riquezas, el moralista, y el econo- LOS GRANDES ELEMENTOS SOCIALES DEL PA!S 683 mista mismo, se inclinaría siempre á este último térmi- no. Por mi parte, creo que, en resumen, el problema principal de las sociedades modernas consiste en pro- curar por medios naturales, por la eliminación de instituciones injustas, la mejor distribución de los va- lores creados por la producción entre los productores. CAPITULO XXXV IMPRESIONES GENERALES. (Continuación) Factores principales. — Población. — Territorio. — Riqueza. — Producción. — Consumos. — Ahorros.— Extensión cultivadív. — Pormenor de la producción agrícola. — Divisiones generales del territorio. — Adquisiciones paulatinas. — Población.— Sus orígenes diversos. — El elemento extranjero y su distribu- ción.— Trabajadores y su distribución entre los diversos tra- bajos.— Población urbana. — Distribución de los pobladores según la altura sobre el nivel del mar. ^- Según los grados de calor del clima. — Las manufacturas. — Desarrollo de ellas en los últimos sesenta años. — Clasificación de los valores que componen la riqueza general.— Distribución geográfioíi de la riqueza. — Las rentas públicas y su distribución. — La deuda pública. Daré aquí una idea general de la composición de los elementos sociales en los Estados Unidos. Su población actual (1890) se calcula en 62.500,000. Su territorio, es de 3.501,404 millas cuadradas (399,045 leguas). Su riqueza general en $ 70,000.000,000 (S 1,077 por cabeza de población. Su producción anual en S 12,000.000,000 (192 por cabeza). Sus consumos de riqueza, en $ 10,500.000,000 anua* les (S 168 por cabeza). DISTRIBUCIÓN POLÍTICA DEL TERRITORIO 685 Su ahorro anual, ó sea acumulación de capitales, en S 1,500.000,000 (S 23 por individuo). El 40 por 100 de su suelo — 100,000 leguas cuadra- das — está escasamente poblado y constituye siete territorios y varias reservaciones de tierras ocupadas por aborígenes no civilizados. Sin contar el territorio de Alaska, cuya superficie ocupa 59,000 leguas cuadradas, en el resto de los Esta- dos y territorios existían, en 1887, 42,000 leguas cuadra- das de tierras baldías á disposición del Gobierno (1). Los Estados se extienden en superficies de 4 á 6,000 leguas cuadradas cada uno, excepto Tejas, que tiene 29,000 leguas, el nuevo Estado de Montana, 16,000, y Nevada, Oregon, Kansas y Minnesota, de 9 á 12,000. Los estados de Nueva Inglaterra tienen superficies muy pequeñas, desde 120 leguas cuadradas Rhode Island, hasta 1,000 leguas, más ó menos, cada uno de los cinco restantes. De las 260,000 leguas apropiadas ya en toda la Unión, tan sólo 64,000 están cultivadas en labranzas : el resto está cubierto de bosques ó se compone de pastos naturales, lagos, terrenos anegadizos, ríos, ciu- dades y pueblos, etc. La producción agrícola de 1879 fué computada, en el censo levantado en 31 de diciembre de ese año, en S 3,726.000,000, distribuidos así: (1) Esto dato es tomado del Statesman's yt»ar-/?ooA', corres- pondiente A 1889. Temo que haya deficiencia encsie guarismo, pues el informe de la Oficina de Agricultura, correspondien- te á 1884, sólo da como ocupada en haciendas (farní lancls) 536.081,835 acres, equivalentes á menos de 100,(X)0 leguas cua- dradas. 89 686 PRODUCCIÓN RS AGRÍCOLAS En carnes de buey, puerco y cordero . 8 800.000,000 En maíz 095.000,000 En trigo 437.000,000 Enheno 410.000,000 En leche, queso y mantequilla 353.000,e- riódicos, y que sostiene un gran número de escuelas privadas para educar los niños de su raza. El problema es temeroso, sin embargo. Antes que EL GOBIERNO SB CONSEBBRA OBUGADO Á PROTEGERLA 723 las dos razas se resuelvan á considerarse iguales, po- liticamente hablando, ó más bien antes que el blanco aprenda á prescindir de sus manifestaciones de des- precio y antipatía por los negros, transcurrirán largos años de inquietud y aun tal vez de peripecias san- grientas. El Gobierno Federal se considera obligado á proteger á los oprimidos, á hacer efectivas las ga- rantías que á éstos concede la reforma xiv de la Constitución nacional, y esta tarea es una de las más difíciles y cumplicadas que pueden darse. Para lle- varla á cabo sería necesario establecer en el Sur tribu- nales y funcionarios nacionales, sostenidos por fuerza armada, y eso implicaría una modificación profunda en la naturaleza de las instituciones fundamentales del país ; exigiría la intervención del Gobierno nacio- nal en la administración municipal de los Estados. De acjuí surgirían motivos de fricción entre una y otras entidades, en las que la nacional pudiera no ser la más fuerte, pues en los Estados mismos del Norte tampoco se miraría con buenos ojos esa intervención. Esta dificultad social se complica con los intereses políticos y puede precipitar algún conflicto. Si el par- tido republicano llegase á necesitar del sufragio de los negros, naturalmente más adictos á los que fueron sus libertadores que á los demócratas, sus antiguos amos, esta eventuaUdad podría conducir á medidas de protección intempestivas y aun marcadas de exa- geración, como lo son casi siempre las que parten de pasiones ó intereses de partido, y las consecuencias no serían de fácil previsión. Esa eventualidad, que hoy no parece próxima, surgiría inevitablemente si 724 LA FUSIÓN DE LAS DOS RAZAS - - ___■_- en la balanza política Jos Estados del Oeste se incli- nasen al partido demócrata, porque entonces los re- publicanos necesitarían formarse mayorías en los del Sur, las cuales sólo del concurso de la raza negra po- drían esperar. La única solución radical del problema es, á mi ver, la ñisión de las dos razas : fenómeno que hoy pa- rece muy distante, pero que la civilización de la que hoy es inferior acercará. Contra los negros ricos edu- cados y en posición independiente, no habrá la misma repugnancia mostrada hoy por la pobreza, la abyec- ción y el desaseo en que viven. Si la paz y el orden llegasen á fundarse en las Repúblicas de Santo Do- mingo y Haití, las necesidades del comercio ameri- cano obligarían á prestar á los habitantes negros de esa isla más consideración y simpatía de las que hoy se conceden á los de los Estados del Sur. Si en alcuna guerra en que los Estados Unidos se viesen en\'uel- tos, la raza negra manifestase el valor y la lealtad que tan alto puesto le valió en la de la independencia América, en donde pre- valecen los mismos elementos que en México. La po- blación de ellas apenas alcanzaba en 1885 y 1886 á 2.833,000, en esta forma : Guatemala 1.394,000 Salvador 634,000 Honduras 329,000 Nicaragua 262,000 Costa Rica 214,000 Total 2.833,000 Pero su comercio exterior, en el mismo año, se acercaba á S 50 millones, divididos asi : Importación. Exportación. Totales. Guatemala. . $ 4.241,000 9.039,000 13,280,000 Costa Rica . Salvador . . Nicaragua . Honduras . 5.600,000 6.236,000 11.836,000 3.460,000 7.597,000 11.057,000 3.684.000 4.726,000 8.410,000 1.500,000 1.600,000 3.100,000 Totales . . $ 18.485,000 29.198,000 47.683,000 Este total da un cociente de cerca de 8 16 por ca- beza; el de los Estados Unidos no pasa en la actuali- dad de $ 25, pues sube á S 1,600.000,000 anuales de exportación é importación, efectuados por 62.500,000 de población. Traigo á la vista estos datos para hacer notar el 738 SITUACIÓN DIFÍCIL DEL GOBIERNO MEXICANO hecho (le que las instituciones y la constitución social de estas razas indígenas han empezado ya á producir la transformación que se esperaba de la independencia, sin necesidad de la protección y el concurso de otras razas más civilizadas. Todas estas Repúblicas están construyendo vias interoceánicas, servidas por vapor al través de sus territorios, cuya terminación no puede tardar más de diez años. En México, sin embargo, la proximidad de los Esta- dos Unidos ha acelerado de un modo muv notable el progreso material, consistente en la construcción de grandes lineas de ferrocarriles. Al principiar el año de 1880 sólo había 124 leguas de vías férreas, casi todas establecidas en la línea de Veracruz á las ciu- dades de México, Puebla y Jalapa, en la falda que de la mesa central de su territorio desciende hacia el Atlántico; en 1888 ya existían abiertas al tráfico 1,600 leguas, cuyas nueve décimas partes se dirigían desde la frontera de los Estados Unidos, en el norte de México, por seis diversas direcciones, hasta el corazón del país, atravesando los Estados de Sonora, Chihua- hua, Cohahuila, Nuevo León, Durango, Zacatecas, San Luis de Potosí, Guanajuato, Querétaro y México, construidas en su mayor parte por capitalistas ameri- canos, con gasto que pasaba de doscientos millones (le pesos. El ascendiente que este motivo, así como el (le la adquisición de minas y tierras, debe dar á aqué- llos, es materia de grave consideración. Motivos de ansiedad y de vacilaciones fáciles de explicar, debieron de ser los contratos en que el Go- PELIGROS Í>ARA MÉXICO 739 biemo mexicano concedió á los primeros empresarios americanos, no sólo el privilegio para construir esas vías, sino garantías de intereses sobre el capital que se invirtiese en ellas. El deseo natural de entrar en la corriente de los progresos del mundo debía hala- gar por una parte á los hombres públicos ; el temor de franquear la puerta á peligros para la independen- cia nacional, no era despreciable por otra. Al fin es de presumir que la consideración de ser la ignorancia y la pobreza del pueblo muy malas defensas en esas eventualidades posibles, decidió la opinión de sus gobernantes á adoptar la política actual, en la que ha tocado al general Porfirio Díaz representar el papel más importante. Y en efecto, no es una raza misera- ble y abatida por la pobreza y la superstición la que puede conservar mejor su independencia. Si así fuese, los indígenas de estas regiones no hubieran sido con- quistados primero y exterminados después por un pu- ñado de españoles. Esos ferrocarriles hacia la frontera americana pueden convertise en caminos abiertos á la invasión, es verdad : pero también despertarón las poblaciones del letargo de tantos siglos, crearán rique- zas, levantarán energías y acumularán elementos de resistencia y de triunfo. No ha sido esta, sin embargo, la opinión muy res- petable de otros pueblos modernos. El Gobierno inglés se ha negado constantemente á pennitir la construcción de un ferrocarril submarino en el canal de la Mancha para estrechar mejor sus relaciones con el Continente europeo. España tampoco ha consen- tido en la construcción de nuevas vías férreas proce- 740 CIRCUNSTANCIAS ADVERSAS dentes de Francia, que rompiesen la barrera de los Pirineos. En ambas naciones se ha temido debilitarla fuerza de sus fronteras naturales para cualquiera even- tualidad imprevista del porvenir. Naturalmente el comercio de México por la fronte- ra terrestre del norte de poca significación antes, ha tomado ahora proporciones muy crecidas. El comer- cio del VallCy periódico de San Luis de Missouri, computa en cien millones de pesos anuales la suma de esas relaciones, tanto por las vias terrestres como por las maritimas del Atlántico y el Pacífico. Si no fuese exagerado este guarismo, como parece serlo, el comercio exterior de México pasaría de ciento cin- cuenta millones anuales, pues los cambios con Europa no representan menos de cincuenta. Esa frecuencia de comunicaciones, esa intimidad repentina entre dos pueblos, no ligados en su vida anterior por otras relaciones distintas de las de ren- cores que dejaron en pos de si las guerras de 1835, 1846 y 1847, sostenidos en México por la intolerancia religiosa de uno de los partidos de ese país, no puede menos de engendrar dificultades frecuentes y tal vez á la larga disposiciones poco amistosas entre los dos gobiernos, hasta ahora, sin embargo, muy cordiales, por esfuerzo de los diplomáticos encargados de soste- nerlas. La situación de México y de las Repúblicas de Centro América con motivo de la vecindad de los Estados Unidos, ha mejorado después de la abolición de la esclavitud. Esa institución tiránica era al mis- mo tiempo invasora de los derechos de los puebles EL GOBIERNO DE LAS MASAS EN NORTE AMÉRICA 741 vecinos. Los dueños de esclavos creían necesitar para conservarlos, la propagación de la esclavitud á los pueblos limítrofes, á fin de disminuir el peligro de la fuga, extender el radio de los mercados y sostener el precio de esa mercancía humana. Difícilmente hubiera podido libertarse México de dificultades con los Esta- dos del Sur si aquella institución hubiese continuado viviendo á su lado. Hoy los peligros son menores ; pero existen, dependientes de varias causas. La primera es la falta de solidez en la organización política de México, en donde uno de los partidos dio ya el ejemplo de apelar á la intervención del extran- jero en apoyo de sus intereses especiales, aun con sacrificio de la independencia nacional, y en donde las formas políticas no son el resultado de una lenta elaboración pacífica, sino de insurrecciones de caudi- llos militares desprovistas de esos altos ideales de progreso que fonnan el espíritu nacional ; lo cual es una fuente de debilidad para el Gobierno en los días de conflicto. La segunda es el estado atrasado de la educación política del pueblo, pues los gobiernos militares bro- tados de la anarquía se han curado muy poco de ayudar con escuelas bien sostenidas la evolución in- telectual de sus poblaciones, y con sus excesos y retaliaciones arbitrarias han formado ideas poco res- petuosas de las garantías individuales, tanto de los nacionales como de los extranjeros, los cuales están expuestos á vejaciones no justificadas. Á esta causa se agrega la mala voluntad que el partido católico profesa á los americanos, considerados todos como 742 LOS HOMBRES PÚBLICOS TÍMIDOS DELANTE DE ELLAS herejes propagadores de doctrinas contrarias al Cato^ licismOy única religión que aquel estima verdadera. La tercera es la impaciencia de las masas popula- res en los Estados Unidos, poco dispuestas á respetar los derechos de los pueblos débiles en presencia de agravios reales ó supuestos, ó de los incentivos de riqueza que encuentran á su paso, sobre todo en luga- res distantes del centro de acción del Gobierno Fede- ral. De ello se vio un ejemplo reciente, con motivo del descubrimiento de minas que se creyeron muy ricas, en la Baja California, ocasión en que la idea de conquista de ese territorio resonó en los meetings y en los periódicos de la Alta California y de Tejas. A propósito de la prisión de un periodista americano en territorio de México, ahora dos ó tres años, el gober- nador de Tejas anunció que se haría justicia con las milicias tejanas si el Gobierno de Washington mos- trase tibieza en sus reclamaciones : amenaza que tal vez se hubiera llevado á efecto sin la energía de Mr. Cleveland y el espíritu recto de Mr. Bayard. La influencia del sufragio universal se hace sentir sobre la conducta de los hombres públicos quizás más en Norte América que en ninguna parte de Europa, y los jefes de los partidos están más sometidos á las pasiones populares. Los grandes ejércitos permanen- tes son en el viejo mundo una fuerza que reprime in- cesantemente los impulsos de las masas y permiten más libertad de acción á los gobiernos. En Améri- ca, en donde no existe ese freno, las democracias son más impulsivas y á las veces gobiernan más que los gobiernos. Las tentativas sobre México y Centro Amé- I CORRIENIE DE LOS MINEROS HACIA EL SUR 743 rica no serán obra de éstos sino actos irreflexivos de las masas populares, al servicio de las cuales hay siempre no pocos caracteres ambiciosos entre los hombres públicos. Raro es, además, entre éstos el que virilmente pretenda oponerse á los impulsos, in- tereses ó codicias de aquéllas. JéfTerson veía clara- mente los peligros á que la esclavitud podía conducir ; pero nunca insinuó nada que pudiera contrariarla en el Gobierno nacional ni en el de los Estados. Henrv' Clay, fundador del partido Whig y nada simpático á la idea de preferencia á la soberanía de los Estados sobre la nacional, se mostró encolerizado en 1821, de que en el Congreso se pretendiese imponer á la admi- sión de Missouri al rango de Estado, la condición de abolir la esclavitud. Webster, hombre del Norte por excelencia, evitó siempre pronunciarse contre esa institución, temeroso de perder su popularidad en los Estados del Sur. Douglas quiso fundar títulos á su candidatura á la Presidencia de la Unión, sobre la derogatoria del compromiso de Missouri, que por cua- renta años había mantenido la calma de los partidos con respecto á la cuestión esclavitud. Charles Sumner fué uno de los últimos hombres de probidad antigua, capaz de combatir las convenien- cias pasajeras y de defender los intereses eternos de la justicia, que son también las conveniencias eter- nas de todos los pueblos, y Mr. Cleveland dio de esta cualidad relevante en im hombre público muestras distinguidas durante su administración; pero en lo general, no sólo los hombres públicos, sino hasta los periodistas mismos prefieren seguir la corriente de la 744 NUEVA NACIONALIDAD EN CENTRO AMERICA opinión á intentar dirigirla. Masas formadas por las avalanchas de poblaciones trashumantesy de emigran- tes europeos, ignorantes y hambrientos, son peligro- sas. Y esas son las que pueden determinar irrup- ciones repentinas sobre pueblos comparativamente indefensos. La posibilidad de ellas, en medio de esa corriente de mineros, que del norte va dirigiéndose al sur, en busca de cordilleras no explotadas, y á quienes la construcción de lineas de ferrocarril en México ha abierto el camino, no puede negarse. Agotadas las ricas minas de Nevada, comparativamente difícil ya la explotación de los placeres de California, la co- rriente de aventureros que extrajo tantos miles de millones de esos Estados, va hoy descendiendo hacia Colorado, Arizona, Nuevo México y los territorios mexicanos. Sonora y la Baja California serán los pri- meros invadidos por esa avalancha. Desgraciadamente, los actos públicos de los poderes federales en los Estados Unidos en los últimos años, lejos de contrariar esas ambiciones, les son favorables. Las pretensiones sobre Colombia en el istmo de Pana- má y las esperanzas ya formadas sobre las comunica- ciones interoceánicas de Centro América, tienden á inspirar á las multitudes la idea de que á ellas perte- necen esos territorios poblados por una raza hoy in- ferior y esas riquezas naturales de que hasta aliora no han sabido ó podido sacar provecho los poblado- res nativos. Con todo, esas empresas aventureras no son ya tan fáciles como pudieron serlo en otro tiempo. Ya no se LA LEY DEL MÁS FUERTE Y EL REINADO DEL DERECHO 745 trataría como en Tejas y California de despoblados distantes del centro de actividad política, sino de te- rritorios relativamente ocupados, llenos de intereses valiosos y con gobiernos, si bien todavía en per¡o to de los metodistas). . 4,681 8,658 2.268,000 6.000,000 Los congrcgacionalis- tas 3,689 S,5S9 1.334,000 25.000,000 Los episcopales (iglc- Lglicana). . Los nermanos unidos sia anglícana) 3,104 3,564 1.412,000 36.000,000 en Cristo (rama de los metodistas) 2,573 2,563 1.196,000 2.000,000 El resto se compone de unitarios, universalistas, mormones, judíos, espiritistas, cuákeros, hermanos mo- ravos, swendenborgianos, etc., con más de 3.000,000 de adeptos en 1880. Las diferencias entre estas sectas consisten á un tiempo en la aceptación ó rechazo de algunos artícu- los de fe, V en la oreranización interior de ellas. Todas están separadas del Estado, y no reciban ni gozan de auxilio ó privilegio oficial alguno. Las iglesias episcopal anglicana y la presbiteriana son las que tienen más semejanza con el catolicismo, del cual se separan principalmente en no reconocer la autoridad de la silla pontificia. Los presbiterianos se separan también en lo relativo á su organización in- terior, que es de naturaleza republicana. Los metodistas están divididos en tres organizacio- nes distintas. La primera es la de los episcopales, que admiten el gobierno de la iglesia por los obispos y por asambleas anuales en que los fieles están representa- CARACTERES DE LAS PRINCIPALJBS SECTAS 791 dos en proporción al número de comunicantes. La se- gunda, de los wesleyanoSy que rechazan el gobierno episcopal, admiten el derecho en cada iglesia ó con- gregación local para gobernarse con antera indepen- dencia, sin más vinculo de unión que un sínodo re- unido cada siete años, sin facultal legislativa alguna. Éstos rechazaron la esclavitud desde 1835 y excluye- ron de su comunidad á toda persona que fuese propie- taria de esclavos. También rechazaron recientemente & los que produzcan, vendan ó hagan uso de licores espirituosos, excepto como remedio en caso de enfer- medad. La tercera es la iglesia metodista de los Esta^ ({q3 del Sur, que cortó toda comunicación con las igle- sia$ del Norte, desde que la abolición de la esclavitud empezó á ser discutida en éstas. Los bautistas sostienen que el bautismo debe ad- ministrarse sólo á los creyentes en goce ya del ejer- cicio libre de su inteligencia, y no á los niños incapa- ces de pensar: también creen que debe administrarse por inmersión del cuerpo entero en el agua. Entre ellos cada congregación local es independiente, y sus asambleas son estrictamente representativas de las iglesias locales. Los congregadonalistas ó independientes, secta de disidentes de la iglesia anglicana en Inglaterra, per- seguidos allí, obligados á expatriarse á Holanda pri- mero, después á los Estados Unidos, son los antiguos puritanos que tanto contribuyeron al destronamiento de Carlos I, y luego fueron los fundadores de los Es- tados de Nueva Inglaterra. Son estrictamente demó- cratas en su disciplina, liberales avanzados en sus 792 LOS CCWGREGACIONALISTAS Y LOS UNITARIOS ideaSy y sostienen misiones especiales para evangelizar, educándolos, á ios indios, á los hombres de color en el Sur, y á los chinos, — á quienes especialmente han tratado de proteger contra los injustos ataques y vio- lencias de que han sido objeto. Los unitarios y los universalistas , aunque no repu- tados cristianos en el sentido ortodoxo de la palabra, profesan la moral de Jesucristo, juzgan que la religión consiste más en la virtud que en las pnlcticas rituales ó en la profesión de dogmas oscuros, y predican que la religión debe elevarse á la altura de la ciencia moderna, so pena de que la ciencia y los hombres superiores hagan causa común con la imjnedad. Como [)uede notarse á primera vista, la jx)litica ha tenido en los Estados Unidos más influencia sobre la religión, que la religión sobre la política. Las formas de ésta han penetrado en las religiones, las han de- mocratizado, liberalizado y acostumbrado á la toleran- cia. Más difícil es, por supuesto, ejercer influencia sobre los dogmas, en los cuales los cambios actuales son efecto de la Reforma del siglo xvi ; pero es indu- dable que á la larga la forma tendrá también influen- cia sobre el fondo. Hasta ahora el espíritu conservador de las organi- zaciones religiosas les ha permitido entrar en alianza con los gobiernos establecidos, aun los más tiránicos y contrarios á la ley de Cristo, mejor que con las fuer- zas, al parecer débiles, de las nuevas ideas de reforma pocial y política; pero ya los metodistas wesleyanos, los congregacionalistas y los unitarios creyeron un deber renunciar á la comunión de los defensores de LA EVOLUCIÓN DE LA IDEA RELIGIOSA 793 la esclavitud, y los primeros^ han dado el saludable ejemplo de no considerar incluidos en ella á los trafi- cantes en licores espirituosos. En ese nuevo camino no podrán menos de im])oner respeto á las almas genero- sas, conquistar la simpatía de las masas y atraer á su seno numerosos prosélitos. Jesús no aduló nunca los poderes de la tierra, no hizo alianza con los ricos y los afortunados, prometió los dones del cielo á los humil- des y á los mansos de corazón, rehusó alzar la espada contra sus enemigos más encarnizados y prefirió per- donarlos, subir al Calvario y morir en la cruz. Puede que algún día, libre el sentimiento religioso de las ligaduras con que lo sujetó su alianza con los empera- dores, reanude el lazo de su tradición primitiva. 45 CAPÍTULO LX LOS IDEALES AMERICANOS Evolución ílc los partidos. — IjSl reforma del servicio civil. — Combate á la Plutocracia. — Proteccionismo. — Librecam- bio. — La plétora del Tesoro. — Los partidos actuales. Cuando, asegurada la independencia de la metró- j)oli, las trece repúblicas angloamericanas ein|>ezaron su carrera propia hacia el porvenir, dominaban en la o[)ini6n piiblicíx dos aspiraciones distintas, de donde tomaron origen sus dos grandes partidos. Washington y Alejandro Hámilton, fundadores del partido federa- lista, temerosos de que el partido de la revolución traspasase su blanco y lanzase el país en la anarquía, creyeron superior á todas la necesidad de fundar un gobierno nacional vigoroso que mantuviese la Unión, se sobrepusiese del todo al poderío de los Estados y crease una fuerza política capaz de mantener el orden en el interior y hacer respetar en el exterior la nueva y primera nacionalidad independiente que surgía de este lado del Océano. De otro lado reinaba entre Jé- íTtM'son y los hombres del Sur, fundadores del antiguo partido republicano, el deseo de conservar el gobierno propio de las antiguas colonias, y el temor de que un IDEAS DE LOS PARTIDOS AMERICANOS 795 gobierno nacional demasiado fuerte destruyese la au- tonomía de ellas y condujese á otra tiranía semejante á la de la metrópoli inglesa. El primero de estos par- tidos se j)reocupaba mas del interés de la nacionalidad que de las libertades de los ciudadanos: el segundo, al contrario : tenía más á pechos las libertades muni- cipales y las garantías del ciudadano que el podei'ío resultante de la organización de un gobierno central i- zíidor. Podía creerse, pues, que la idea liberal se en- carnaba en éstos y la conservadora en los otros ; mas en la realidad no era asi. Entre los que se daban el nombre de rej)ublicanos figuraban principalmente los pro])ietarios de esclavos en los Estados del Sur, de quienes no podía esperarse ese espíritu de filantropía, igualdad política y aspiraciones generosas que consti- tuyen la idea liberal. Al propio tiempo, los partidarios (le una centralización más vigorosa deseaban la aboli- ción de la esclavitud y la consagración constitucional de garantías individuales al ciudadano que diesen un carácter homogéneo al pueblo de la Unión. Asi, el partido llamado entonces republicano (hoy demócrata), que as[)iraba á conservar el espíritu de particularismo y semi-independencia de las antiguas colonias, y con ella la esclavitud, uno de los vicios del pasado, era el verdadero partido conservador ; y los federalistas, — á quienes se acusaba de tendencias so cretas á una reacción monárquica, — en realidad eran los sostenedores de las libertades del ciudadano y h s que aspiraban á constituir una sociedad nueva, rom- piendo las tradiciones coloniales : eran los verdaderos liberales. 796 I. A ESCLAVITUD ERA LO QUE LOS DIVIDÍA Sin embargo, la constitución de 1787, resultado de la lucha entre esas dos tendencias, fué un compminiso, una transacción entre ellas. Las antiguas colonias, ahora Estados, cedieron á la Nación una parte de sus derechos, y no j)Oca desús territorios, consintieron en la organización de un gobierno general provisto de fa- cultades para crear renüís, levantar ejércitos, organizar tribunales, fundar el crédito público, dis[)oner de las tierras baldías y crear nuevos Estados en los territorios todavía despoblados. A su vez los partidarios de un ré- gimen centralizador convinieron en atribuir á los Es- tados todas las funciones no concedidas expresamente al Gobierno federal, en permitir la esclavitud en los Estíidos que quisiesen conservarla y en renunciar á toda idea de entrometerse en el' gobierno interior de las localidades. Como dije yo en otro capítulo, las diferencias polí- ticas se encerraron dentro de líneas geográficas, con- ce»ntrándose en una sola idea principal : la conserva- ción ó la abolición de la esclavitud de la raza negra; pero de esta cuestión nacieron luego otras dos tliferen- cias por entonces secundarias. Los partidarios de la esclavitud querían extender los dominios de esta institución á otras regiones : en consecuencia, eran partidarios de la adquisición de nuevos territorios á expensas de la seguridad de las naciones vecinas. De aquí la compra de la Florida, la incorporación de Tejas, la conquista de California, los proyectos de conquista en Centro América por Wal- ker, y de adquisición de la isla de Cuba, durante las Administraciones de Pierce y Buchanan. Los enemi- DE ELLA SURGIÓ LA CUESTIÓN COMERCIAL 797 gos (le la esclavitud lo eran también de la extensión de los límites de la Unión, v miraban con horror los proyectos atentatorios á los derechos de otras nacio- nalidades. La esclavitud reducía la oríranización industrial de los territorios del Sur á los trabajos de la agricul- tura, únicos al alcance de esclavos ignorantes. La libertad, al contrario, había extendido la industria de los del Norte a las manufacturas, en Libricas que en un principio resistían difícilmente la competencia eu- ropea. Para protegerlas se ocurrió al expediente de altas tarifas de aduanas sobre los artículos extranje- ros que pudieran importarse con ventaja, á íin de asegurar en favor de aquéllas el mercado interior. Pronto se cayó en la cuenta de que esta protección encarecía esos productos para los consumidores del Sur y disminuía las importaciones en el comercio ex- terior. Ahora bien : la limitación de las importaciones ponía también límite á las exportaciones, porque ningún país puede exportar más de lo necesario para pagar los productos extranjeros que importa, y esto causíiba perjuicio á la agricultura del Sur. El país quedaba dividido en dos partes : la una, que exportaba productos agrícolas ; la otra, que, no teniendo artículos exportables, — pues los cereales y las carnes todavía no lo eran — quería vivir de la venta de sus manu- facturas álos Estados exportadores. De aquí el arraigo de la idea proteccionista en los Estados del Norte, y la aparición de la de libre cambio y tarifas moderadas en los del Sur; antagonismo que en 1832 puso en peli- gro la paz ¡)ública, pero que fué zanjado por las me- 798 DES.VPAUICICW DEL PARTIDO FEDERALISTA di das conciliadoras de Henry Clay, á la vez que por la firmeza del general Jackson. El partido federalista desapareció á la vuelta de un cuarto de siglo, porque no pudo luchar con el |X)- deroso sentimiento de amor y respeto profesado en todas partes á la entidad local del Estado ; pero su es- piritu reapareció bajo la inspiración de Ilenry Clay, con el nombre xohig tomado del que representaba la idea liberal en la Gran Bretaña. Este partido alcanzó á triunfar dos veces en la elección presidencial : en 184 1 la primera, con el general Ilárrison, abuelo del actual titular, V con el íreneral Tavlor la scíjunda, en 18i9. En ambas ocasiones murió el Presidente, al tercermes del ejercicio de sus funciones el uno, y el segundo año el otro, con la desgracia de que el Vicepresidente per- tenecía en ambos casos al partido opuesto. Falto su programa de soluciones precisas en lo relativo A la gran cuestión de la esclavitud, desapareció de la es- cena para dar campo á un nuevo partido que tomó el nombre antiguo de su adversario, el de republicano, francamente favorable A la emancipación y dispuesto á no permitir el trabajo esclavo en los nuevos territo- rios de la Unión. Este partido obtuvo el triunfo con la elección de Mr. Lincoln en 1860. A su vez la organización que se tituló partido re- publicano en los Estados del Sur, también cedió el puesto desde 1825 á otra que, con el nombre de par- tido demócrata y encabezado por el general Jackson, tomó á pechos combatir la institución privilegiada del Banco Nacional, (pie ahogaba el desarrollo de h\s Bancos privados y podía conducir á la formación de NUEVOS PARTIDOS EN EMBRIÓN 799 una aristocracia monetaria. En efecto, el Banco Na- cional fué suprimido. Así, pues, el que hoy se llama partido republicano es el mismo que en un principio se denominaba fede- ralista; y el conocido hoy con el nombre de demócrata se apellidó en su origen republicano; circunstancia que es causa de alguna confusión en las nociones históricas de ellos. La descomposición de los antiguos partidos hains- j)irado en ocasiones el pensamiento de formar otros con nuevas soluciones en sus banderas : como los si- guientes : El Nulificadory que pretendía atribuir á las Asam- bleas de los Estados el derecho de anular las leyes del Congreso, cuando fuesen reputadas contrarias á los derechos de aquéllos. El Know-NothinQy contrario á la inmigración y á la naturalización de los extranjeros. El Añil MasónicOf que en un tiempo tuvo el propó- sito de combatir la existencia de las asociaciones masónicas. El Abolicionista^ que hacia propaganda para com- batir la esclavitud y aboliría por medio de leyes. El Prohibicionista^ últimamente dirigido á obtener, por medio de la legislación de los Estados, la prohibi- ción de vender licores en las tiendas y almacenes pú- blicos. Ninguno de éstos ha alcanzado á la categoría de par- tido nacional ; es decir, á conseguir la consagración de alguna de esas ideas en el programa de los actos de la administración legislativa ó ejecutiva de la Nación. 800 LOS fMUOWUPS» La al)()liciün misma de la esclavitud nunca figuró entre las medidas que los grandes partidos deseasen obtener por medio de una ley en el Congreso. El ma- yor extremo á que se llegó en esta materia, antes de la guerra civil de 1861, fué el de la proposición de prohibir para lo futuro la introducción de la esclavi- tud en los territorios nacionales, y la de aboliría en el distrito nacional de Washington. La abolición fué decretada como un acto de guerra contra los Estados separatistas, y una vez consumada, por reforma constitucional fué prohibido el restableci- miento de la esclavitud. Hecho significativo del respeto que en los Estados Unidos se profesa por los derechos una vez adquiridos, y de la idea de Ihnitación de los poderes del Gobierno. Resulta de las anteriores premisas que el partido liberal de la Unión era conservador en materias de comercio exterior, y que el conservador tenia en esta parte de su programa un viso de liberalismo. Esta situación duró hasta 18G5, año en que la derrota defi- nitiva de la esclavitud cambió del todo la naturaleza del debate político, y en la actualidad los antiguos partidos, profundamente modificados, no tienen toda- vía rasgos de diferenciación bastante claros ; es decir, aún no tienen ideales bien definidos. Empieza únicamente á aparecer el fenómeno de un tercer partido político : el independiente, allá llamado Mugiüuynp, desmembración del republicano, en algu- nos puntos aliado con el demócrata, y cuyo pi^ograma parece resumirse en los principios siguientes : Purificación del sufragio popular. NUEVOS PROBLEMAS 801 Provisión de los destinos públicos en los más aptos, mediante examen y calificación previa, y sin atender á opiniones de partido. Rebaja de la tarifa de aduanas, empezando por decla- rar libres las materias primeras de la industria interior. Esta fracción tiene todavía poca fuerza. Tuvo su origen en el proyecto — que combatió vigorosamente — de una tercera elección del general Grant en 1880, haciendo decidir la designación en favor del general Gárfield; inclinó con sus votos en 1884 la balanza elec- cionaria del lado de Mr. Cleveland, demócrata, en com- petencia con Mr. Blaine, republicano, y en la actuali- dad hace oposición á la política del general ílárrison. Como he insinuado en otra parte, los Mugwumps tienen gran semejanza con los gólgotas colombianos de 1851 á 1858; pero si bien constituyen un grupo muy respetable, con adeptos y periódicos de gran cir- culación en casi todos los Estados, todavía no alcan- zan á formar un verdadero partido nacional. Han surgido, sí, algunos nuevos problemas cuya solución se busca por medio de leyes, y que empiezan á marcar la fisonomía de los grandes partidos. Men- cionaré algunos de ellos : La reforma del servicio civil. La influencia de los grandes capitalistas sobre el Gobierno de la Unión, llamada en el periodismo « la dominación de la Plutocracia » . La aspiración á mantener alta la tasa de los salarios por medio de sistemas económicos artificiales, y La Plétora del Tesoro nacional. 45. 802 LAS REMOCIOXES DE EMPLEADOS Durante las dos acbninistraciones del cene ral Jack- son ( 1829 á 1837 ) , este hombre violento é iracundo estableció el funesto precedente de premiar á sus par- tidarios y sostenedores con las empleos públicos, me- diante la remoción de los titulares que no hubiesen sostenido su elección. Refiere la historia que Washing- ton sólo removió, durante los ocho años de su gobier- no, once empleados Jhon Adams, en cuatro años, once ; JéíTerson, en ocho años, treinta y seis ; Mádi- son, en igual tiempo, cinco ; Monroe, en sus dos perio- df s, nueve; John Quincy Adams, en cuatro años, dos; Jackson removió dos mil en el primer año de su Go- bierno. Esta práctica ha sido seguida después con más ó menos extensión por todas las administraciones ejecu- tivas, con lo cual se ha desj)ertado una enfermedad social que parecería increíble en ese pueblo tan traba- jador : la empleomanía. Cada cuatro años se renueva allí el personal de las oñcinas nacionales, compuesto de un guarismo de cerca de setenta mil emj)leados, y la multitud de solicitíintes, empeños, intrigas, amena- zas y procedimientos indignos puestos en juego para obtener colocaciones, supera la idea más rebajada que se pueda tener de la naturaleza humana. El daño prin- cipal originado con esta práctica consiste, sin embargo, en la casi imposibilidad de nombrar para cada puesto el hombre capaz de prestíir el servicio que se requiere, pues la iniciativa del nombramiento deja de pertene- cer al Presidente v está exclusivamente en manos de los solicitantes y de sus protectores ; los caracteres dignos, el mérito verdadero se apartan de ese merca- BASES DE REFORMA EN LA PROVISIÓN DE EMPLEOS 803 do; el servicio público se torna objeto de especulación, y los verdaderos intereses nacionales quedan abando- nados en poder de los menos capaces. Esta es una epi- demia bastante conocida entre nosotros, en donde la introducción de aquel sistema ha contribuido no poco á la intensidad de las pasiones políticas y á desorga- nizar el servicio público : no hay para qué disertar más acerca de ella. Si no estoy equivocado, fué Mr. Péndleton, demó- crata, senador por el Estado de Ohio, el autor de un proyecto de ley aprobado por el Congreso, en 1881 ó 1882, en que se establecieron las siguientes bases de « reforma del servicio civil » : 1.* La provisión de los destinos deberá hacerse en los más aptos, y la aptitud se comprobará por medio de examen previo de los aspirantes á un mismo des- tino. 2.* Los asi nombrados no podrán ser removidos antes de la expiración del periodo legal para que lo fueron; excepto en caso de mala conducta debidamente comprobada, 3.* El nombramiento para em])leos superiores se hará de preferencia por medio de ascensos de los que hayan desempeñado los inferiores, siempre que en el examen previo comprueben su aptitud para el efecto. 4.* Es prohibido hacer nombramientos en recom- pensa de servicios eleccionarios, opiniones políticas á consideraciones distintas de la capacidad para desem- peñar las funciones públicas. Es motivo de responsa- bilidad el hacerlos con violación de este precepto. 5.* Habrá comisionados especiales encargados de 804 VIOLACIONfsS AL PRINCIPIO REFORMADOR presidir los exámenes y de vigilar la ejecución de estas reglas. La reforma, aplaudida por la opinión desinteresada , fué recibida con desagrado por los hombres que hacen profesión de la política. El general Arthur, primer encargado del Ejecutivo á quien tocó ponerla en prác- tica, mostró no poca tibieza en esta tarea : Mr. Cleve- land, que le sucedió, no pudo resistir la presión for- midable que sobre él ejercitó un partido sef)arado hacía veinticuatro años de la posesión del poder pú- blico, y violó la ley ; y el actual Presidente, general üárrison, á pesar de sus promesas de darle fiel cum- plimiento, hechas mientras fué candidato, parece haber sobrepujado á sus predecesores en debilidad con sus copartidarios, cuando llegó á la silla presidencial, pues en el primer año de su periodo hizo, se dice, treinta y ocho mil remociones. A pesar de estas primeras pruebas no hay por qué desesperar : poco á poco irán penetrando esos princi- l)ios en las costumbres. Las instituciones se forman con la lentitud del crecimiento de los grandes árboles; a veces requieren siglos enteros para consolidarse. Sin duda alguna la fiel ejecución de esa ley será un ele- mento de paz y concordia en las relaciones políticas y un instrumento que regularizará el funcionamiento de la máquina gubernamental. La aparición de grandes millonarios, semejantes á los que en la última época de la república romana fueu'on la señal de la transformación de las antiguas leyes en la tiranía de los Césares, es un fenómeno pos- APARICIÓN DE LOS GRANDES MILLONARIOS 805 terior en los Estados Unidos a la última guerra civil, y coincide en su origen con el levantamiento de fuertes impuestos y la acumulación de enormes depósitos en el Tesoro federal. Los estupendos gastos á que esa guerra dio origen ; los grandes contratos de suminis- tros de vestuarios, armas y provisiones para los ejér- citos ; la emisión de sumas de papel-moneda desj)ro- porcionadas á las necesidades de la circulación ; el alza re|ient¡na en el valor de las manufacturas determinada por el alza súbita de la tarifa de aduanas ; los grandes negocios á que se prestaban las fluctuaciones en el valor del papel-moneda ; y las grandes operaciones de agio que siguieron á la emisión de S 3,000.000,000 en documentos de deudas consolidadas y flotantes, — sin duda ninguna fueron ocasionados á mucha relajación en la moralidad de las transacciones y á la acumula- ción de esos enormes capitales que hacen hoy el asom- bro del mundo. La desmoralización empezó á mos- trarse en el juego de la política con motivo de las empresas de construcción de ferrocarriles trasatlánti- cos, el primero de los cuales fué subvencionado por el Gobierno con gruesas sumas del Tesoro, y los siguien- tes con vastas extensiones de tierras baldías. La prensa denunció peculados vergonzosos, extendidos desde las altas regiones oficiales hasta los salones de las Cáma- ras, en los que más de una reputación antes ilustre, quedó cubierta con sombras indelebles. Desde entonces se pudo sospechar que en la corriente de la democracia había penetrado un elemento impuro que enturbiaba sus aguas ; que las leyes naturales de distribución de la riqueza creada por el trabajo, empe- 806 su INFLUENCIA EN LA POLÍTICA zaban á desviarse en su camino hacia canales distintos de los de retribución equitativa á los servicios de cada trabajador; que en la lucha de las ideas políticas en- traban pasiones nuevas, distintas de la aspiración desinteresada hacia el bien común, encaminadas en unos á mantener una superioridad artificial en el juego del trabajo humano. Difícil es para un viajero formar opinión en estas materias con sólo una residencia de pocos meses en f se país. La lectura de los periódicos, casi siempre inspirados por pasiones ó intereses políticos, tampoco es guía seguro para d(*scubrir la verdad. Los cam- bios efectuados en las condiciones de riqueza y de or- ganización del trabajo en estos últimos veinticinco años de maravillosa prosperidad, son tan considerables, que bien puede un hispanoamericano ofuscarse al for- mar juicio sobre la marcha actual de ese país. A pesar de todo, no temeré expresar cuan poco tranquilizador me ha parecido este aspecto de la sociedad americana. Acostumbrados como estábamos los inexpertos repu- blicanos de Sur América á mirarla como la columna luminosa que en otro tiempo guiaba á los israelitas al través del desierto, hoy es imposible dejar de temer que haya ocurrido allí algún extravio en la marclia de las ideas democráticas, entre los mismos que, aba- tiendo la hidra de la esclavitud, mantuvieron la inte- gridad de la Unión y creyeron salvado el último pe- ligro para la causa popular en el Nuevo Mundo. Enunciaré algunos de los hechos en que se fundan mis temores. Cuando las necesidades de la guerra civil determi- EN LA SUPRESIÓN DE LOS IMPUESTOS DIRECTOS 807 naron la creación de nuevos impuestos, uno de los primeros á que se ocurrió fué el directo proporcional sobre la renta de los contribuyentes, como el más na- tu ral, el más justo en la índole del sistema republi- cano. Pasada la guerra se pensó desde luego en ali- gerar la carga, rebajando la tasa de las contribuciones que se consideraban más opresoras. No se pensó, sin embargo, en abaratar por este medio el precio de las telas de vestido de las clases laboriosas, ni el de las berrainientas para las profesiones, ni el de los mate- riales para los aparatos de locomoción, ni el de las materias primeras de las industrias populares : lo pri- mero abolido fué la contribución sobre la renta. Es verdad que Steward, el gran comerciante, pagaba de 20() á S 300,000 anuales ; Moses Taylor, algo menos ; John Jacob Astor, más de S 200,000; Vanderbilt, más de S 50,000 ; pero también lo es que el primero confesa- ba una utilidad liquida en sus negocios de $4.000,000 anuales ; el segundo, de cerca de S 2.000,000; el ter- cero, de S 1.200,000; producto del arrendamien- to de sus dos ó tres mil casas en la ciudad de Nue- va York, y el último, S 600,000 en el flete de sus va- pores y los dividendos de sus acciones de ferroca- rril. El impuesto directo que, en sus diversas formas, llegó á producir cosa de S 100.000,000 anuales, fué totalmente abolido primero que nada. Si alguna ins- titución mereciera el nombre de americana por exce- lencia, seria el impuesto directo, decretado por los in- migrantes desde los primeros días de las colonias. Hoy se puede notar reacción visible contra ella en los hechos : el avalúo oficial de las propiedades sujetas al 808 EN LA PROTECCIÓN A LAS EMPRESAS MINERAS impuesto, en favor tle los Estados, se cree que no lh*ga á la mitad del verdadero, y en algunos casos, como respecto de la riqueza mueble, en algunas ciu- dades, se juzga que no pasa del 5 por 100. Hay industrias que sufren por consecuencia de la carestía de ciertcs artículos. El hierro y el acero, por ejemplo, entran como factor indispensable en la cons- trucción de maquinaria, en la edificación, — en la ({ue, como sustancia incombustible, son una garantía contra los incendios, — y en los ferrocarriles, los que entre construcciones nuevas y reparación de las anti- íruas, consumen cuatro millones anuales de tondadas de rieles, guarismo que la industria americana no al- canza á producir. Pues este artículo está gravado á la importación con un derecho de S 15 por tcmelada, que equivale á 60 por 100 sobre el precio europeo, y no ha sido posible obtener rebaja alguna en esa parte de la tarifa, acaso porque los dueños de las minas de hierro y los de las ferrerías son capitalistas de gran influencia. El mineral de hierro pudiera introducirse con ventaja de España, en donde es abundantísimo, de superior calidad y extraído de minas inmediatas al mar ; pero tiene un derecho casi prohibitivo de S 6 por tonelada en las aduanas. El fique ó henequéii tiene un gran consumo en la agricultura del Oeste, para cordeles de amarrar los haces del trigo al tiempo de la siega. Tiene S 15 de derechos ])or tonelada. Las lanas del Plata no pueden introducirse á los Estados Unidos á causa de los dere- chos de introducción, y prefieren el mercado de Bél- gica. Entre tanto, las de procedencia indígena, artifi- ESPECIALMENTE EN LAS DE MIXAS DE PLATA 809 cialmente encarecidas, no bastan para vestir al pue- blo americano, el cual tiene que consumir $90.000,000 en telas extranjeras, sujetas asimismo al pago de al- tos derechos. Si á lo menos el producto de éstos fuese necesario para cubrir los gastos nacionales, esa tenacidad en sostenerlos pudiera explicarse ; pero hace ya años que las rentas dejan un superávit de 50 á 100 millones de pesos anuales después de cubrir todos los servicios públicos, inclusive los intereses y la amortización de la deuda pública de plazo vencido; mas se prefiere pagar 30 por 100 de premio en la amortización de la que está por vencer, y conceder á los grandes capi- talistas, tenedores de ella, utilididades considerables tomadas de los impuestos sobre los consumos. El valor de la plata con relación al oro ha bajado entre 20 y 30 por 100, de la proj)orción de 15^ á 1 an- tiguamente establecida en la Unión latina; pero una ley del Congreso ha hecho obligatorio acuñar plata á razón de dos millones de pesos mensuales, dándole un valor legal superior al verdadero, sin otro resultado que proteger la explotación de las minas de este me- tal pertenecientes á grandes millonarios. Medida se- mejante á la adoptada en Colombia, en 1866 y 1872, de acuñar moneda de 0,835, con un valor legal igual á la de 0,900, sólo con el objeto de proteger la explota- ción de las minas de Santana y Marmato, trabajadas por una compañía extranjera. El resultado fué la ex- portación de toda la moneda de 0,900, la escasez del numerario circulante, la emisión de papel-moneda y la final exportación de las de 0,835, con una pérdida 810 TIEXEX REPRESENTANTES EN EL CONGRESO de 40 a 45 por 100 para los tenedores de ellas, cxjn relación al valor que quiso darles el Gobierno (1). Entre nosotros fué quizás obra de la ignorancia esa medida : en otras partes probablemente no lo fué, sino del influjo superior de las clases acaudaladas. Frecuente es en los periódicos americanos la aser- ción de que las poderosas compañías de ferrocarriles, minas, ferré rías v manufacturas introducen en las listas para miembros de las Asambleas y del Con- greso, candidatos suyos, representantes, no del pueblo, sino de un interés privado. A la verdad, no bay en esta práctica mucho que poder censurar, pues en úl- timo análisis los intereses públicos secom|X)nen de la reunión y contraposición de los intereses privados ; mas si podrá objetarse al funcionamiento de una de- (\) I^ vcrdiid histórica pide que no se atribuyan toílos estos males á la influencia exclusiva de la adopción de la ley de (),s:negación ; produjo hombres de Estado como Lin- coln, Seward, Stanton, Chase, Horacio Greely, Charles Sumncr, Charles Prancis Adams, cuyos nombres han dejado huella luminosa en la historia ; improvisó ren- tas, ejércitos, marina de guerra, grandes caudillos al nivel, por lo menos, de los más grandes esfuerzos de los pueblos europeos ; en medio del estruendo de las armas ligó con un anillo de hierro los dos grandes mares que circundan el territorio, al través de la parte más ancha del continente. Empero, su mayor gran- deza consistía en el pensamiento de proteger á una raza oprimida, y de levantarla por medio de la liber- tad, la educación y los derechos políticos á un porve- nir de moralidad, inteligencia y bienestar. Por un efecto de perspectiva de observación diaria, la compa- ñía de los grandes hace ver pequeño lo que los rodea ; pero las proporciones de lo que se inclina hacia los humildes engrandecen á los ojos de la posteridad. Sin embargo, el partido republicano cuenta entre sus ideales el de mantener alta la tasa de los jornales en América, de suerte que alcance para una amplia satisfacción de las necesidades materiales de la clase proletaria. Según se calcula en aquel país, de acuerdo ron la distribución común de las familias, cada una de éstas se compone, por término medio, de cinco per- sonas, de las cuales dos en capacidad de trabajar; pero suponiendo que cada trabajador tenga el deber EL ALZA ARTIFICIAL DE LOS JORNALES 813 de mantener de s menores, ancianos ó inválidos, bas- taría un jornal de S 1-40 diarios, ó sea S 420 anuales, en 300 días de trabajo, para proporcionar á todos tres 40 centavos diarios ó S 140 por cabeza en el año, para vivir : suma que con relación al precio actual de los víveres, la habitación y el vestido, se considera su- ficiente para la cómoda subsistencia de las clases pobres. liase llegado á esta conclusión por medio de investigaciones est:^idísticas en extremo minuciosas acerca del precio de los víveres, vestidos y alquileres de habitaciones, y de los consumos habituales de grupos de familias proletarias en diversas industrias, en las ciudades y en los campos y en diversos Estados de la Unión. Y no se piense que estos consumos se calculan con moderación excesiva : en materia de ali- mentación, por ejemplo, la distribución del gasto abarca la siguiente diversidad de artículos : Arliculoa. Consumo anual por persona. Carnes (incluyendo gallina, pescado, y aun ostiones á veces $ 27 70 Mantequilla, queso y leche 12 18 Huevos 1 85 Vegetales 8 75 Pan 7 64 Azúcar y melazas 7 22 Te y café * 3 16 Frutas frescas ó secas 1 85 Sal, especias, aceite y vinagre ... 1 67 Suma S 72 02 Obsérvese que la carne cuesta una suma equiva- 8 1 'i medios propuestos para obtenerlo lente á ocho ó diez arrobas en el año, es decir, cosa de inedia libra por día; el queso, la leche y la mante- (|iiilla á más de 3 centavos ; los vegetales, una suma suficiente para cuatro cargas de i)apas en el año, ó tres libras al día; el pan, 2 centavos diarios, equiva- lentes allá á lo que cuesta hoy 10 centavos entre nos- otros ; el azúcar y la miel, lo bastante para seis ú ocho arrobas en el año, ó seis onzas ])or día. Esta es, pues, una ración alimenticia que no desdeñaría una famiUa mtHlianamente acomodada en cualquiera parte del mundo; sin bebida fermentada, eso sí (1). FU^stnn S68 anuales para alquiler de habitación y vestido de cada |)ers()na. Para realizar ese desiderátum de jornal mínimo se proponen dos medidas principales : Protección á las producciones interiores por medio de altos derechos en las aduanas, y Leyes represivas de la inmigración extranjera. Con la primera se procura alejar la competencia de (1) No carecerá de interés conocer los precios de los princi pales artículos alimenticios en los Estados Unidos. Los que doy á continuación son suministrados á una respetable publi- cación estadística por un boarding de jornaleros, eu una fábrica de algodón, en el Estado de Maryland, en los seis primeros meses de 1S84 : Harina, barril de 196 libras, S 5-40; harina de maíz, 5 cen- tavos libra; Vúzcochos de trigo, 8 centavos libra; azúcar, S 1-82 ariYíba; te, -13 centavos libra; bujías, 12 centavos libra; papas, S 2 carga ; habas, 62 centavos arroba ; i*cpollos, 7 centavos cada uno; cebollas, 2.") centavos la docena de ristras; lechugas, 2 cen- tavos cada una ; manzanas, 32 centavos arroba ; carne, de 10 il 15 centavos libra; tocino, 10 centavos libra; huevos, 16 cen- tavos docena; queso, 15 centavos libra; leche, 24 centavos ga- lón de 5 botellas. ^1 LA PROTECCIÓN OFICIAL k CIERTAS INDUSTRIAS 815 los productos extranjeros y hacer subir los precies ele los de producción nacional. Con la segunda, reducir la oferta de trabajadores á jornal y hacer subir la tasa remunerativa del trabajo. Los artículos cuya producción es|)ec¡ahnente se desea proteger son : el tabaco, el azúcar, la lana y los metales inferiores como el hierro, el acero, etc., y las manufacturas de toda especie. En los Estados de Kentucky, Ohio, Virginia y algu- nos de Nueva Inglaterra se produce tabaco, de infe- rior calidad, pero en cantidad de 4 á 5 millones de ([uintales por año, al abrigo de derechos monstruosos equivalentes al 200 ó 300 por 100 sobre su precio de pro- ducción en los países tropicales, como Cuba, Méjico, Colombia y el Brasil. Si los derechos de aduana sobre este articulo fues(*n rebajados, los consumidores pre- ferirían la mejor calidad del de procedencia extran- j^'ra; pero la producción americana tal vez no dismi- nuiría, j)orque su bajo precio le abriría siem])re el mercado euroj)eo, al favor de los monopolios allá esta- blecidos casi en todas partes. El efecto de esa protec- ción es rechazar del consumo el artículo procedente de los pueblos hispanoamericanos. Sólo el Estado de Luisiana puede producir caña de azúcar, y eso en no muy buenas condiciones, porque faltan luz y calor en varios meses del año para acu- mular en la planta la cantidad de dulce que aquellos agentes le dan en los climas tropicales. Además, los progresos realizados en la explotación de la remolacha en Europa, y la enorme producción á que este artí- culo se ha levantado, en Alemania y Francia, ha hecho 816 LAS MANUFACTURAS DE ALGOüÓX Y EL UBRE CAMBIO bajar los precios á S 4 y S 3 el quintal, que ya no son remunerador(*s para la agrícultura americana. Para sostener ésta sc' han establecido en la tarifa derechos que hacen subir artificialmente aquél en el m"rcado interior, á S 7 y S 8. Las crias de ovejas en Ohio y en Cíiüfornia dan lana de muy buena calidad ; pero mantenidas en tie- rras ya valiosas, densamente pobladas, no podrf^in re- sistir la competencia de las lanas de las inmensas crias de las Pampas del Plata, todavía muy baratas. La tarifa, pues, repele aquéllas hacia Bélgica y Francia, y con ello se encarece á un tiempo la materia primera y las telas con ella fabricadas en los Estados Unidos. Otro tanto sucede con el hierro. En Inglaterra y en Bélgica los minerales se encuentran en contigüidad á los yacimientos de carbón, lo que facilita y abarata la fundición de aquéllos. En los Estados del Oeste y del Norte de los Estados Unidos, esas dos formaciones están separadas, de suerte que se necesita transportar el mineral á la vecindad del carbón, ó viceversa, lo cual, unido al más alto precio de los jornales, recarga el costo de producción del metal. La tarifa americana cobra altos derechos sobre el mineral, sobre el hierro y sobre los artículos fabricados con él, de suerte que estos tres artículos cuestan allí de un 33 á un 50 más que en los mercados ingleses y belgas. Las telas de algodón no debían ser más caras en los Estados Unidos, país productor de la fibra, que en Inglaterra, adonde llega desde miles de leguas de distancia ; esos dos países debían disputarse, con éxito igual á lo menos, el mercado del mundo; pero está LOS « TRUSTS », PROTECTORES TAMBIÉN 817 lejos de ser asi. En 1880 Inglaterra trabajaba en sus fábricas 14.000,000 de quintales de algodón y producía manufacturas por valor de S 475.000,000, de los cuales exportaba S 348.000,000. El valor de las manufacturas americanas del mismo textil alcanzaba á S 270.000,000 ; pero sus exportaciones apenas llegaban á S 10.000,ÍXK). El consumo interior les está asegurado en la tarifa por medio de altos derechos que les proporcionan pre- cios elevados ; pero éstos les cierran el comercio exte- rior. Con todo, esos altos derechos de aduana se lla- man allá derechos protectores de la industria interior. Como se ve, el primer resultado de la protección es encarecer los artículos protegidos, lo cual, si á la verdad es favorable para los productores, ([ue son los menos, no puede ser motivo de agradecimiento para los consumidores, que son los más. Á esta protección del Gobierno se ha agregado luego otra clase de protectores : la de los Trusts. Son éstos, asociaciones de reciente origen formadas por grandes capitalistas que ponen en común capitales de muchos millones de pesos, para comprar directamente de los productores algún artículo especial, é interpo- nerse entre éstos y los consumidores, á fin de impedir que el ]>recio del producto se envilezca con la compe- tencia ; ellos recogen, pues, esta mercancía y fijan su precio, aumentándolo. Por supuesto que esta opera- ción no tiene lugar cuando el artículo está caro, sino, al contrario, muy barato; pero una vez recogido en pocas manos, sube de valor. De este asunto trataré en capítulo especial con más extensión y seguiré hablando de la protección oficial. 46 818 CAUSA VERDADERA DE LOS JORNALES ALTOS Es indudable que no tanto al amparo de ésta como de las costumbres de amplias satisfacciones mate- riales alcanzadas por los trabajadores, en medio de la maravillosa prosperidad que ha seguido los pasos de la democracia americana en este siglo, — la exigen- cia de altos jornales para la clase proletaria ha sido conseguida ; pero no tan sólo entre los productores de mercancía protegida, sino en todos los ramos de tra- bajo, protegidos ó no. El espíritu de empresa, que forma el rasgo dominante de las poblaciones america- nas, pide incesantemente nuevos obreros, y este pe- dido determina el alza de los salarios. La división de la pro[)iedad territorial ha dado impulso á una pro- ducción inmensa de víveres y de materias i)rimeras para las manufacturas, cuya baratura les ha abierto un mercado creciente todos los días entre los pueblos europeos. A favor de esta organización natural de las industrias, de la constante construcción de numerosas vías férreas que ocupa 500,000 jornaleros, y de la faci lidad con que á virtud de la Home-stead taio, puede el jornalero elevarse, en número de 400,000 por año. á la condición de propietario y emanciparse de la ne- cesidad de alíjuilar sus servicios, la clase jornalera se encuentra en capacidad de exigir á los empresarios re- muneraciones notablemente más altas que en Eu- ropa. Los homl>rcs de la política en el partido republi- cano atribuven esta situación de los salarios á la influencia de las tarifas elevadas en las aduanas, y esta aserción, contradicha por una parte de los demócratas y por los órganos del partido independiente ó mug- DISCUSIÓN ENTRE LA PROTECCIÓN Y LA LIBERTAD 819 nmmp, forma en el día uno de los grandes temas del deJ)ate nacional. Los republicanos dicen : — Los derechos de importación encarecen, es cierto, el valor de los productos gravados ; pero ese alto pre- cio permite á los empresarios de industria pagar á sus obreros salarios más altos. Los demócratas contestan : — Esos salarios más altos, pues, son pagados por los consumidores americanos. Lo que unos ganan otros lo pierden; sólo hay una traslación de riqueza de unas manos á otras. Ese encarecimiento de los productos sirve para au- mentar uno ó dos centavos al salario del obrero ; pero una parte muy considerable se queda en el bolsillo dü los dueños de fábricas, de los grandes hacendados y de los dueños de las minas. Por esa razón se ha for- mado esa nueva entidad política de la clase millo- naria. Los primeros replican : Ese encarecimiento de los productos es pasajero. Las mayores ganancias que rinde la producción de un artículo atraen otros empresarios á producirlo : la competencia de los nuevos productores hace bajar los precios á tasas más equitativas. Los demócratas redarguyen : — Pues si los precios bajan y con ellos las utilidades de los empresarios, ¿de dónde tomarán éstos lo nece- sario para pagar esos altos jornales? La tasa de éstos volverá á bajar, y la protección del jornalero quedará anulada. \ ♦ 820 DEPENDENCIA RECÍPROCA, PROSPERIDAD RECÍPROCA Si, además, se confiaba en que la competencia inte- rior hacía bajar los precios, ese mismo resultado hu- biera producido la competencia exterior sin necesidad de alzar la tarifa. Los republicanos. — « Bueno, pero el país ha acli- matado una producción nueva, que sin el estimulo de altos precios momentáneos no hubiera adquirido. » Demócratas, — « En lugar de ese artículo se hu- biera creado otro más natural, más conforme con el clima, la naturaleza de los terrenos y las aptitudes de nuestros industriales. » Republicanos. — t No, nuestro país necesita eman- ciparse de la obligación de comprar á los europecs cie^'tos productos importantes. Nuestra independencia de la Gran Bretaña no sera completa mientras tenga- mos que ocurrir á ella por telas para vestirnos, hierro para nuestra maquinaria y nuestros ferrocarriles y carbón de piedra para calentarnos en los inviernos. » Demócratas. — «De esa dependencia de unos pue- blos con otros no puede libertarse ninguno; pero siendo, como es, recíproca, no hay peligro ni superio- ridad para unos ni otros. De la Gran Bretaña depen- demos para que nos compre nuestro algodón, nuestros cereales y nuestras carnes, y ella depende de nosotros para proveerse de estos artículos. Esa dependencia re- cíproca es la prosperidad recíproca ; es la cooperación universal de unos pueblos con otros. Nosotros necesi- tamos vender más algodón, más cereales, más carnes, á fin de sostener la prosperidad de estas industrias ; pero no podemos vender sin comprar. Vender única- LA COMPETENCIA ESTIMULA EL PROGRESO 821 mente, sería regalar nuestro trabajo : algo tenemos que recibir en cambio. » Á la verdad, si los Estados Unidos han ensanchado su producción de hierro y de carbón de piedra hasta un nivel igual al de Inglaterra, es porque tienen mi- nas abundantes de una y otra sustancia, porque nece- sitan de esos artículos y porque tienen industriales que saben ex[)lotarlos. Y la verdad es que los principales efectos de producción americana : los cereales, las ma- deras, el algodón y las crías de ganado, se han desarro- llado en escala inmensa sin necesidad de protección alguna; mientras tanto los artículos especialmente j)roteg¡dos siguen un curso lento y perezoso semejante al estancamiento. El azúcar se sostiene difícilmente, el tabaco ¡)rogresa muy poco ó casi nada, y las manu- facturas de algodón y de lana son derrotadas en Ilis- pano-América y en Asia por las telas inglesas. En el primero de estos casos es evidente que la protección oficial no puede dar al clima el calor que le falta para producir azúcar ; en el mismo caso está el tabaco, y en el tercero, parece evidente que si los ingleses produ- cen y venden más telas que los americanos, es porque saben producir mejor y á más barato precio. Los pri- vilegios y protecciones oficiales no enseñan á producir nu*jor, pero la competencia si hubiera obligado á los americanos á estudiar y aprender el modo de vencer á sus rivales. Es seguro, sí, que al fin aprenderán con el estimulo de la concurrencia en el exterior. Entre tanto, no serán esas industrias las que determinen un alza considerable en los salarios del obrero de Norte- América. 46. 822 ORÍGENES DEL ALZA DE LOS SALARIOS La tasa de los jornales sólo puede ser determinada por las causas que fijan el valor de los productos y el precio de los servicios : en otros termines, las que determinan la relación entre el pedido y la oferta. De ellas las que han obrado de una manera más deci- siva y seguirán ejerciendo su acción en los EstcAí s Unidos, son las siguientes, á mi modo de ver : 1.* La aplicación de las grandes fuerzas de la na- turaleza en reem])lazo del trabajo humano. Porípie aunque á primera vista pudiera ¡carecer q\u- esta causa disminuye el pedido de servicies humanes, la revolución industrial que viene en pos de ella au- menta á la larga el pedido en i)roporciones inesjiera- das, tanto por sus efectos directos como por los cola- terales. ¿Quién puede calcular el aumento de trabajo humano desarrollado por las aplicaciones del vapor en las fábricas, la construcción y servicio de los ferro- carriles, la construcción y servicio de les vapores v el acrecenUimiento de los cambios en todo el mundo? ¿Quién podría sospechar hasta dónde llegará el domi- nio del hombre sobre el agente electricidad en los telé- grafos, los teléfonos, los fonógrafos, la luz eléctrica y la electricidad como motor? Él Cotton-gin solamente, ¿no ha determinado el empleo de brazos humanos en la producción, transporte y manipulación del algodón, en un guarismo ciento ó más veces mayor que el (¡ue se supuso iba á reemplazar? 2.* La educación primaria y secundaria extendida á las nuevas g^neracitmes y llevada todos los días á más amplios horizontes. Esta es una fuerza creadora de nuevas invenciones, RENTAS Y GASTOS NACIONALES 823 de industria más adelantada en los obreros, acreedora, por consiguiente, á más a!ta remuneración, y de un se- millero de empresarios á cuyo rededor se determinará la necesidad de más y más cooperadores á jornal. 3.* La formación de nuevos capitales por medio del ahorro que reclama el empleo del hombre en in- dustrias nuevas todos los días. 4.* La ocupación por el hombre de regiones despo- bladas, que abre constantemente un campo nuevo al empleo de servicios humanos. En las 300,000 leguas de tierras todavía incultas que tiene en patrimonio el pue- blo americano, hay un porvenir incalculable, delante del cual es im])osible temer que la tasa de los salarios pueda bajar durante algunos siglos; siempre que la distribución de los valores y de la propiedad territorial continúen al amparo de la justicia en instituciones liberales. Para este efecto las restricciones á la imni- gración y al comercio extí^rior serian suicidas. Sobre estas causas naturales de elevación de los jornales no tiene ni puede tener influencia alguna la tarifa de aduanas; mas sí puede ésta dar origen á re- presalias, en los países europeos, de altos derechos y restricciones sobre los artículos agrícolas de exporta- ción de los Estados Unidos, como ya empieza á verse en Francia y Alemania respecto de los trigos, y en estos mismos países y en Inglaterra y Es|)aña con relación á los ganados en pie y las carnes de cerdo. Pueden perder más, en esta guerra de tarifas, los pro- ductores agrícolas del Oeste, que ganar los fabricantes de Nueva Inglaterra y de los Estados centrales. 824 EL SUPERÁVIT CRÓNICO Las rentas nacionales en los Estados Unidos alcan- zan á S 380.000,000 por año, obtenidos asi : Aduanas S 220.000,000 Contribuciones interio- res (derechos sobre la fa- bricación de cerveza y li- cores, correos, etc.). . . 125.000,000 Ventas de tierras bal- días (101 millones), amo- nedación (9i millones), y rentas varias 35.000,000 $380.000,000 Y los gastos anuales son los siguientes : Servicio civil (sueldos, obras públicas, etc.). . • 72.000,000 Pensiones 80.000,000 Ejército y Marina. . . 65.000,000 Tribus de indios (61 millones). Distrito fede- ral (9i). 11.000,000 Intereses de la deuda . 40.000,000 Fondo de amortización anual 48.000,000 Superáiu'í crónico. . . 64.000,000 $380.000,000 Este es el resumen del Presupuesto de Rentas y Gastos para 1888 ; pero hay ocasiones en que las rentas suben á $ 400.000,000 y en que los gastos comunes, incluyendo el pago de los intereses de la deuda, no alcanzan á $ 300.000,000. La acumulación de estos PELIGROS DB ESA SITUACIÓN 825 superávit mantiene constíxntemente en las cajas de la Tesorería General sumas de S 200.000,000, y aun más, sin objeto alguno conocido. El Presidente Cleveland se preocupó vivamente con este estado de cesas, y en mensajes repetidos al Congreso expresó sus temores, manife^stando : Que esa acumulación nunca vista de fondos era ocasionada á sustracciones y corrupción por parte de los empleados. Que inducía en los especuladores sobre el Te- soro público un espíritu de malveisación y de gastos iiuitil(*s en extremo perjudicial para las costumbres j;iil)licas. Que esa fuerte suma en especies metálicas sustraída de la circulación podía dar origen á crisis monetarias, y distraía un capital enorme de las inversiones pro- ductivas. Que esa masa de sobrantes constituía una prueba evidente de que se le exigían al pueblo más contribu- ciones de las necesarias para el servicio nacional ; para lo cual no hay derecho alguno en los países republi- canos. Que, según informaba la Tesorería, ya no había es- pacio en donde depositar esos valores, pues los ci- mientos del espléndido edificio empezaban á dar mues- tras de ser su solidez inferior al peso d( sproporcic- nado que gravitaba sobre ellos. (S 200.000,000 en plata sellada pesan 5,000 toneladas). Solicitaba, en consecuencia, que la tarifa de adua- nas fuese rebajada á términos equitativos para les consumidores de efectos extranjeros, procurándose 826 LOS TIENE TAMBIÉN PARA EL PARTIDO REPUBLICANO no hacer repontinamente alguna alteración tan consi- deraljle que jmdiese afectar los intereses de las ma- nufacturas americanas. La mayoría rej)ublicana del Congreso no aceptó estas ideas. Prefería decretar nuevas pensiones, au- mentar la marina de guerra, rescatar, con premio de 30 por 100 sobre la par, la deuda de plazo no vencido, antes que disminuir la tarifa de aduanas. Dominada por un espíritu de partido intransigente, se manifes- taba dispuesta tan sólo á rebajar de un golpe los de- rechos sobre el azúcar, con lo cual se daría un golpe terrible á los Estados demócratas del Sur, sobre todo al de Luisiana, en donde la producción de este ar- tículo constituye la industria dominante, pero tíimbién el fondo de distribución de jornales á la raza africana. La protección oficial a las grandes fábricas del Nor- deste y de los Estados Centrales es un Sánela Saurio- rum i)ara el partido que sólo los niugioumps podían pensar en ofender. La plétora del Tesoro continúa, pues, como un he- cho único en el mundo. Hoy no hay país civilizado en Europa y América que no se encuentre en dificul- tades financieras más ó menos graves. En los últimos treinta afios las deudas de los gobiernos han aumen- tado en doce ó quince mil millones de pesos ; países que no tenían deuda la han contraído ; el déficit es una enfermedad general, — excepto en los Estados Unidis. I Aquí la plétora es el peligro! si; pero sobre todo para la dominación del partido republicano, contra quien esta situación anormal puede ser y está poderosa- ABANDONO PROBABLE DE LAS IDEAS PROTECCIONISTAS 827 mente explotada en el debate periodístico. En efecto, es uno de los más grandes errores de esta organiza- ción política el de aferrarse á viejos puntos de pro- grama, atrasados ya en la evolución de las ideas y de lus intereses del país, en lugar de buscar su regenera- ción en las aguas de otros ideales. Como los Estados del Sur han entrado también en el camino de fundar fábricas de tt»jidos y de ex- plotar minas de hierro y de carbón, la competencia que se temía del extranjero va á surgir en el interior mismo de la República. Los mercados del Sur no se- rán ya, como antes, una mina fecunda para los fabri- cantes de Nueva Inglaterra y de los Estados Centra- les; bajará el precio de las manufacturas; la tarifa jierderá su prestigio, y forzosamente se producirá un cambio considerable en los intereses representa- dos [)or los i)artidos. En qué sentido, no es fácil pre- verlo ; pero es indudable que se píxjducirá. El siglo XX presentará un gran cambio en la fiso- nomía de los partidos americanos. La influencia de llámilton y JéíTerson, los fundadores de los actuales, — Hámilton del partido centralizador y nacionalista, — Jéfferson del demócrata, conservador del sistema de gobierno propio para las localidades, — ha durado un siglo entero. Aun no se alcanza á vislumbrar lo que serán los partidos en los próximos cien años ; [)ero no será aventurado sospechar que la intervención deesie gran pueblo en cuestiones exteriores, prescindiendo del consejo de Washington, será una de las noveda- des que presentará su.iX)litica. Hoy es punto menos que imposible, sobre todo 828 CAMBIOS FUTUROS EX LOS PROGRAMAS DE PARTIDO para un extranjero, distinguir los caracteres que sepa- ran á los republicanos de los demócratas, excepto en que los primeros, más estrechos en sus ideas, no d;m importancia á los cambios internacionales y quisie- ran reducir su actividad industrial á los limites de su territorio, mientras que los otros alientan teorías económicas más cosmopolitas. Eliminado el elemento esclavitud, autor de los descarríos en que incurrieron los hombres del Sur, no es imposible que éstos tornen á ser los más genuinos representantes de la democra- cia, y los del Norte, los mantenedores de la fuerza centrípeta, tanto en lo relativo á integridad nacional como en la conservación de las viejas instituciones y costumbres. CAPÍTULO XLI NUBES EN EL HORIZONTE Los Trusts. — Las asociaciones obreras. — La intervención de Gobierno en la lucha entre el capital y el trabajo. De algunos años á esta parte, la ley de la concu- rrencia universal empieza á ser modiGcada por el principio (le asociación entre los competidores mis- mos en la lucha. Cuando la producción de un ar-^ tículo cualquiera parece traspasar los limites del con- sumo y emj)iezan á bajar los precios al nivel de los gastos de producción, — en lugar de obstinarse en un combate á muerte, desenlazado antes en la ruina y la desaparición de los más débiles, — los productores han iniciado el procedimiento nuevo de entenderse entre sí, formar asociaciones amistosas y organizar un» acción común que restrinja el exceso de producción y ponga el producto en manos de un solo vendedor en- cargado de sostener precios remuneradores. Tal es el origen de los trusts. Hasta aquí no hay nada perjudi- cial al interés de la sociedad entera, sino un efecto natural del progreso en la sociabilidad humana reali- zado por las grandes facilidades que los medios de comunicación modernos, — el ferrocarril, los vaf>ores 47 830 LOS « TRUSTS » de mar, los telégrafos, los teléfonos y los periódicos, — han dado al pensamiento de los hombres. Em- pero, de esta primera asociación inocente ha surgido luego otra que no lo es tanto : la de los capitales con el objeto de dominar los precios, no sólo dentro délos límites de una nación, sino en todo el mundo, de pro- ducir en ellos oscilaciones repentinas de alza y de baja y de especular en las aguas turbias ocasionadas por estos bruscos cambios. Estas sociedades formadas por el concurso de unos pocos millonarios con capitales de diez á cien millones de pesos, constituyen uno de los fenómenos económicos más notables de los tiempos modernos. En los últimos años se han ejercitado en Francia de un modo ruidoso sobre los cobres, en los Estados Unidos sobre el trigo, el café, el petróleo, los azúcares y el whxskey; en la gran Bretaña sobre ob- jetos variados, algunos con la mira de practicar sus operaciones en los Estados Unidos. El procedimiento principal consiste en comprar en momentos de abun- dancia y depresión de los precios, subir éstos luego por la reducción de la oferta, guardar una parte del pro- ducto para vender á menos precio cuando otros quie- ren aprovecharse del alza y envilecer los valores cuando desean volver á hace r provisión. En ocasiones es difícil dominar el mercado cuando la abundancia continúa por dos ó tres años, y el resultado viene á ser una liquidación desastrosa ; pero cuando se trata de artículos agríco- las en los que una ó dos buenas cosechas son ordina- riamente seguidas de dos ó tres inferiores, los resul- tados para los especuladores suelen ser brillantes. Sobre los efectos sometidos á la competencia extran- EFECTOS DE ESAS COMBINACIONES 831 jera, la oporación es peligrosa; perow)bre aquellos en que la competencia exterior es imjx)s¡ble, por estar protegido el nacional con una elevada tarifa, no sólo es fácil, sino de éxito casi seguro. Estos son los tru^iSy vocablo todavía sin equivalente en la lengua castella- na, al que empieza á darse el nombre de trinca. Un trust ó combinación sobre los trigos mantuvo de 8 0-90 á S 1 el bushel (60 libras) de este grano, en i886 y hasta principios de 1887, cuando una buena cosecha en Europa paralizó la exportación, rompió las esclusas en el mercado de Chicago, produjo la quie- bra de los principales interesados é hizo bajar á 60 centavos el precio del artículo. Otro tanto sucedió en el mismo año con el café, pero en sentido contrario. El alza de los precios de- rrotó á los especuladores empeñados en bajarlo. Según dice el Herald de Nueva York, la trinca ó combinación de los azúcares ha dado, en 1889, una utilidad de $ 6.000,000 á una sola de las firmas aso- ciadas. El azúcar esta protegido contra la concurren- cia extrajera por fuertes derechos de aduana. La frecuencia de estas combinaciones ha hecho in- í^eguro el mercado de Nueva York para los exporta- dores suramericanos, quienes encuentran en el día más se*guridad en el de Londres. Una trinca organi- zada sobre las quinas colombianas, dio á una casa de Filadelfia, según recuerdo haber leído en el New York Times, en julio de 1879, una utilidad de 828.000,000 en pocos años,y obligó á nuestros expor- tadores, que antes vendían allí las tres cuartas partes de este articulo, á concentrar sus operaciones en 832 su APLICACIÓN AL SERVICIO DE LOS FERROCARRILES Londres y París. La combinación cesó con la aboli- ción de derecho de entrada sobre la quina, decretada en ese mismo año. El resultado de estos trusts es dejar en manos de los agentes intermedios entre el productor y el con- sumidor una parte leonina del valor del producto ; es decir, extorsionar á un tiempo al productor y al con- sumidor; al primero de una parte de la remuneración de su trabajo, al segundo con un precio más alto que el natural sobre el objeto consumido. Así es como se improvisan esas fortunas colosales. No es tan sólo en la circulación de los productos agrícolas en donde intervienen estas combinaciones. El servicio de los ferrocarriles y el valor de sus accio- nes ha sido quizás el campo más fecundo para estes- nuevos señores feudales de la especulación. En un país que cuenta más de 50,000 leguas de ferrocarriles y cerca de S 10,000.000,000 invertidos en su construc- ción, que mueve en esas lineas 600.000,000 de tonela- das de mercancías al año y casi un número igual de pasajeros, y en donde las entradas anuales de fletes y pasajes ascienden á una suma igual á la de todas las contribuciones públicas, nacionales y locales ; es decir,, á cerca de S 1,000.000,000, — en un campo de esta magnitud — las especulaciones injustas toman pro- porciones colosales. Unas veces son fletes diferenciales en favor de una región y con perjuicio de las otras; en ocasiones, de- moras intencionales en el transporte de un producto, para dar ti( mpo á la realización á precios altos de otros de la misma especie ; ya diferencias en el flete PELIGROS DE LOS PRIVILEGIOS 833 ^n beneficio de ciertos interesados, con desfalco de las utilidades de industrias rivales. Si la competencia de varias lineas que sirven una misma región se logra allanar por medio de una orga- nización amistosa entre ellas, sigue á esta tregua un alza en la tarifa de fletes y pasajes, y á ésta, la emi- sión de nuevas acciones al capital de la empresa. Asi un ferrocarril que en un dia vale $ 40.000,000, repre- senta al siguiente S 60.000,000, sin haber aumentado una pulgada la extensión de su carrilera ni agregado una locomotora ó un carro á su material rodante; operación á que se da el nombre de aguar las accio- nes (watering the stock). En un principio los gobiernos no hacían alto en la concesión de privilegios á las com- pañías empresarias, en la espei'anza de que la compe- tencia de otras lineas anularla la superioridad asi ad- quirida; pero después, la reunión de los privilegiados llega á convertirse en un monstruo, en el monopolio de los transportes sobre una región entera, sin temor de competencia alguna. Esta tendencia á la fusión y la combinación de intereses antes antagonistas, ahora unidos en un mismo pensamiento de explotación del trabajo individual, gana terreno cada dia. El capital se dirige al monopolio, y por el monopolio á la explo- tación del trabajo individual. Ejemplo de ello son tam- bién los grandes bazares y establecimientos comer- ciales como el de Whitely en Londres y el Bon-Marché en París, en donde se ofrece al público, al principio A precios bajos, una inmensa variedad de artículos, — bazares que ocasionan la quiebra de todos los pe- queños comerciantes delmismobarrio, y queson muy 834 ASOCIACIONES OBBERAS QUÉ LAS COMBATEN comunes también en grandes ciudades de la Unión americana. Esta corriente ha causado alarma general entre las clases proletarias ó semi proletarias, que ven en ella una nueva máquina de superioridad y de opresión por las clases superiores, semejante á la de la organización feudal de los siglos medios. De esta situación ha sur- gido otro fenómeno no menos notable: la asociación y organización general, secreta en su origen, pública después de las clases obreras en los países civilizados, con el propósito de luchar contra las tendencias ab- sorbentes de los capitalistas. Principiaron por la asociación de los obreros de una misma fábrica, se extendieron después á los tra- bajadores en un mismo articulo en una ciudad, luego á una región entera, en seguida á toda una nación, y últimamente, salvándolos limites de una nacionalidad empiezan á asumir el carácter de asociaciones inter- nacionales. En Inglaterra y los Estados Unidos son conocidas con el nombre de Trade Unions (Unión de los trabajadores), en Alemania su funcionamiento conserva aún carácter secreto y suele confundírselas con el partido socialista, con el que parecen tener re- laciones de añnidad en sus tendencias. En Francia v Bélgica se muestran frecuentamente en huelgas, que asumen á las veces el carácter de verdaderas sedicio- nes, si bien ya no con ese programa temeroso que mostraron en 1848 y 1849. En fin, en los Estados Uni- dos las dos sociedades que han ostentado más fuerza de organización han sido las conocidas con los nombres PROGRAMA DE LOS « GRANGÉRS » 835 de Grangers (campesinos) y the Knights of Labor (ca- balleros del trabajo) y cada una délas cuales ha llegado á contar más de un millón de afíliados. La primera en antigüedad es la de los Grangers, cuya masa principal existe en los Estados del valle del Mississippi. Era en su origen una sociedad secreta, de organización masónica, destinada á dar protección á los intereses de los trabajadores agrícolas contra los grandes propietarios, los monopolistas, y últimamente contra las maquinaciones de los directores de los fe- rrocarriles. Fué fundada en 1867 por Mr. William Saunders, escocés de nacimiento, pero naturalizado en los Estados Unidos y empleado en la oficina de Agri- cultura de Washington. En 1868 parece fueron es- tablecidas las diez primeras logias en Pensilvania, Nueva York, Ohio, Illinois y Minnessota : 39 lo fueron en 18C9, 38 en 1870, 125 en 1871, 1,105 en 1872, 8,400 en 1873, y en 1874 se estimaba ya en 1.500,000 el número de afiliados. Entonces resolvieron dar publi- cidad á su organización y sus propósitos, entre los cuales son de notar los siguientes : « Desarrollar y mejorar la condición del hombre y la de la mujer. » Ensanchar la comodidad y el atractivo de los hogares de familia por medio de una mayor consagración al trabajo. » Procurar la buena inteligencia y la mejor cooperación entre los asociados. » Apresurar la llegada de mejores tiempos por medio de emulación en el trabajo, reducción de los gastos individuales y colectivos, comprando menos y produciendo más, diversifi- cando los cultivos y sembrando menores extensiones, pero me- jor cultivadas. « Suprimir en lo posible el sistema de negocios á crédito, el de las hipotecas, la influencia de las modas y todo agente 836 DECLARACIÓN DE SENTIMIENTOS que pueda, como ústOH, conducir á la prodigalidad y la ruina. ■ Reunirse, conversar, trabajar, comprar y vender en acción común cuanto se pueda en beneficio de todos. » Evitar pleitos y someter las diferencias al arbitramento de miembros de la asociación: procurar mantener armonía, buena voluntad y fraternidad entre los asociados, y comprimir Unlo espíritu de rencor personal, local, nacional^ toda rivalidad malsana y toda ambición egoísta ». También hicieron las siguientes declaraciones : « Para el interés de nuestros negocios deseamos que los pro- ductores y los consumidores, los agricultores y los manutac- tureros so coloquen en la más directa y amistosa relación, suprimiendo en todo lo posible los agentes intermediarios que tienen por objeto retener para sí una parte de los valores cam- biados y disminuir, en consecuencia, nuestras i^muneraciones. « Consideramos necesaria para nuestros intereses la exis- tencia de compañías transportadoras de toda clase que pongan d los compradores y vendedores en rápido y económico con- tacto. . » No somos enemigos de los ferrocarriles ni de las compa- ñías de navegación, irrigación y cualesquiera otras dirigidas á hacer progresar nuestros negocios: ni profesamos ideas al- gunas de comunismo ó de enemistad á la propiedad territorial; pero sí somos opuestos á todo espíritu en el manojo de estas empresas dirigido á oprimir al pueblo y robarle una parte de sus legítimos provechos. No somos enemigos del capital, pero sí do la tiranía de los monopolios. Somos opuestos á salarios, intereses y ganancias excesivas. » Sostendremos la causa de la educación para nosotros y nuestros hijos por todos los medios legítimos que estén á nues- tro alcance, especialmente por medio de colegios agrícolas é industriales en que se dé enseñanza práctica de la agricultura, de la ciencia doméstica y de todas las artes que contribuyan al adorno y comodidad del hogar de la familia. ■ Con placer esperamos que el espíritu de seccionalismo esté muerto y enterrado para siempre. En nuestra fraternidad agrícola no admitimos Norte ni Sur, Oriente ni Occidente, y todo miembro de la asociación tiene entera libertad para afí- liarse en el partido político que concuerdc mejor con siis opi- niones. Profesamos el principio de que las diferencias de opi- nión ó de creencia no son un crimen : antes sostenemos que el progreso hacia la verdad se aligera por medio de esas dife- rencias : el único mal de ellas consiste en la acritud de las contixívcrsias. INTERVENCIÓN DE LAS ASAMBLEAS DE LOS ESTADOS 837 » Últimamente, pero no como lo menos importante, procla- mamos entre nuestros propósitos el de elevar la condición de la mujer, ensanchar la esfera de sus trabajos, y como prueba de ello le abrimos nuestras ñlas y la admitimos entre nuestros miembros activos «. Pronto se pusieron en campaña los afiliados contra los abusos de las compañías de ferrocarril, logrando que las Asambleas de algunos Estados estableciesen los siguientes principios en la materia : 1.® Probibición de cobrar fletes ó pasajes más altos que los anunciados en las tarifas. Obligación de pu- blicar éstas con anticipación á su vigor, y obligación de indemnizar á los perjudicados en caso de cobrar precios distintos. 2.* Uniformidad de tarifas en proporción estricta de las distancias. 3.** Reducción de los precios de fletes y pasajes en proporción al aumento del tráfico, de suerte que el dividendo de los accionistas no sea en ningún caso desproporcionado con perjuicio del público. Al efecto se establecieron comisiones permanentes encargadas de vigilar el cumplimiento de estos precep- tos y de rebajar las tarifas, si las compañías se rehu- sasen á hacerlo por si mismas. Estas leyes originaron muchas contiendas judicia- les, y á las veces los Tribunales dieron sentencias con- trarias á su ejecución, por reputarlas opuestas á la Constitución nacional, cuando podían afectar los de- rechos de otros Estados atravesados por un mismo fe- rrocarril. Entonces el Congreso tomó á su cargo el asunto, y en ley expedida en 1887 dio principio á la tarea de proteger al pueblo de los Estados Unidos 47. 838 LEY DEL CONGRESO NACIONAL contra los abusos de las con\pañias de ferrocarriles, en la forma siguiente : 1.** Creó una oficina permanente, de naturaleza semijudicial, semiadministrativa, denominada Comi- 8ión del Comercio entre los Estados, compuesta de cinco miembros, un secretario y los subalternos nece- sarios, con la misión de vigilar la manera cómo dichas compañías de ferrocarril y de vapores en los ríos y los lagos prestan sus servicios al público en el transporte de pasajeros y mercancías, de corregir los abusos que cometan y de perseguir á sus autores ante los tribu- nales de la Unión en caso de desobediencia á sus resoluciones. 2.** Estableció como punto de partida general que las compañías transportadoras tienen obligación de prestar sus servicios al público con perfecta igualdad, sin conceder á nadie rebajas ó descuentos en el precio de las tarifas ni dar preferencia en la transportación á ninguna localidad, compañía, efectos ó individuos, excepto la Nación, los Estados, las Municipalidades y los establecimientos de Caridad. Las tarifas de fletes y pasajes deben establecer tipos proporcionales á las distancias en cada linea, excepto en los casos justifi- cados en que la comisión permita cobrar una pequeña adición en las menores distancias. 3.** Las compañías quedan sometidas al principio de que sus fletes y pasajes deben ser c razonables y justos», no arbitrarios. 4.*" Implícitamente se establece el principio de que |0S privilegios exclusivos concedidos á las Compañías de ferrocarriles, — que sólo pueden justificarse en una ALCANCE NOTABLE DE ALGUNAS DISPOSICIONES 839 I ! L república por motivos de utilidad pública, — quedan restringidos en su ejercicio á lo que la utilidad pública requiera. 5.** Se prohiben las combinaciones entre diversas compañías para el efecto de excluir la competencia de unas con otras lineas ó para darse participación recí- proca en los productos de los fletes y pasajes. 6.* Se prohibe toda combinación ó arreglo que pro- duzca el efecto de interrumpir la continuidad de los transportes de un extremo á otro de cada línea, de donde puedan resultar demoras para los efectos. 7.** Se exige que las tarifas de fletes y pasajes estén constantemente Ajadas á la vista del público en todas las estaciones. Ningún cambio de alza ó baja de las tarifas es exequible sino hasta diez días después de publicado en todas las estaciones y oficinas de las compañías. 8.** Se impone á todas las compañías de ferrocarril la obligación de dar periódicamente á la Comisión de Comercio entre los EstadoSy relación minuciosa de todas sus operaciones y valores, incluyendo el capital pagado, las deudas que gravitan sobre ella, la exten- sión de la línea, su material rodante, sus entradas y sus gastos, sus dividendos pasivos, su fondo de reser- va, etc. La Comisión tiene derecho para examinar los libros, documentos, archivos, correspondencia, etc., de las Compañías siempre que lo juzgue necesario. 9.° Tiene también derecho la Comisión para exa- minar las quejas y reclamaciones que se intenten con- tra las Compañías por perjuicios indebidamente cau- sados ; para recomendar que se paguen las indemni- 840 LOS CABALLEROS DEL TRABAJO j zaciones que estime justas, y en caso de que la Com- ¡)añia no se someta á esa recomendación, pueden la Comisión ó el interesado someter el asunto á la Corte de Equidad, la cual, oyendo brevemente á los intere- sados, decidirá de plano, verdad sabida y buena fe guardada, lo que estime justo ; teniendo por compro- bante suficiente, salvo que se aduzcan pruebas incon- testables en contrario, el concepto de la Comisión. 10. Las violaciones de la ley están sujetas á penas, impuestas en unos casos por la Comisión, en otros por los Tribunales. Esta ley tiene un carácter muy trascendental. Marca una tendencia manifiesta á poner á cargo del Gobierno federal el servicio de los ferrocarriles, á dar una nueva organización al Poder Judicial, y á exten- der la esfera de acción del Gobierno al campo repu- tado hasta ahora como del exclusivo dominio de la libre competencia y de la propiedad individual. Las disposiciones de ella son muestra de la influencia que en el Gobierno de las sociedades empieza á ejercer la organización extraoficial de los ciudadanos, sobre todo la de las clases proletarias. Dicha ley es obra de la acción de los GrangerSf y lo particular es que ha sido recibida con aplauso universal, á pesar de la vague- dad, probablemente estudiada, de algunas de sus cláusulas y del alcance formidable de otras. La opi- nión general es que con ella mejorará notablemente la condición de los pequeños agricultores. Los Knights of Labor principiaron su organización su DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS 841 en 1869 con un núcleo de ocho miembros presididos por un sastre de Filadelfia llamado Urias S. Stevens. Hasta entonces cada oficio ó profesión tenía su asocia- ción especial, ordinariamente limitada á una ciudad, á un cantón ó á lo más á un Estado de pequeño terri- torio, como el de Massachussets, por ejemplo; lo cual reducía á muy poco ó á casi nada la inñuencia de los asociados; pero Stevens, advirtiéndolo, abrió las puer- tas á todos los trabajadores cualquiera que fuese su profesión ú oficio, y extendió sus limites á toda la Unión. En un principio la organización se mantuvo en el más profundo secreto, hasta que notándose en aquella ciudad que algunas marcas cabalísticas hechas con tierra blanca en cierto lugar coincidían con la apa rición de miles de hombres en la plaza pública, se difundió alarma y temores de incendios y de comu- nismo. El clero católico había sido uno de los más fogosos enemigos de esa asociación secreta, contra la cual había predicado violentos sermones ; pero habien- do los directores autorizado que no se ocultasen sus objetos y procedimientos en el secreto de la confesión, cesó la hostilidad, y al contrario, muchos sacerdotes de esa religión se mostraron ardientes amigos de ella. Al fin, en 1878 se resolvió hacerla pública. Se dice que en 1883 tenia 52,000 miembros, 71,000 en 1884. 111,000 en 1885, entre 300 y 500,000 en 1886, y en 1888 se cree que llegaba á 1.000,000. Tiene logias en todos los Estados de la Unión, principalmente en los del sur del Atlántico, cuenta entre sus miembros gran número de hombres y mujeres de raza de color, siem- pre muy adictos á esas asociaciones, y ha entrado en 842 sus PROPÓSITOS amistosas relaciones con la de los Grangers ó campe- sinos. El preámbulo, como ellos lo llaman, ó Declaración de principios y contiene los siguientes : «El alarmante desarrollo y carácter agresivo de los grandes capitalistas y corporaciones, á no ser combatido, conduciría inevitablemente á la pauperización de las masas trabajadoras >• Si deseamos gozar por completo de las bendiciones de la vida, es preciso poner una valla á la acumulación injusta y al poder de hacer mal de las grandes acumulaciones de riqueza » Este objeto sólo puede ser realizado por el esfuerza unido de los que obedecen el precepto divino de ganar el pan con el suclor de la frente. » En consecuencia hemos formado la Orden de los Caballe- ros del Trabajo^ con el objeto de organizar y dirigir el poder de las masas industriales, no con el carácter de partido polí- tico, porque es aún más que esto; pero debe tenerse presente, al ejercer el derecho de sufragio, que gran número de los obje- tos que nos proponemos, sólo puede ser obtenido por medio de leyes, y que, en consecuencia, es un deber de todos ayudar á sostener y nombrar con sus votos álos que prometan sostenei esas medidas con independencia de los partidos políticos. M Declaramos al mundo que nuestros propósitos son : »I. — Hacer que la excelencia industrial y moral, ñola mera riqueza, sea la verdadera medida de la grandeza de las nació- nes y de los individuos. »II. — Asegurar á los trabajadores el perfecto goce de la ri- queza ci*eada por ellos; vacación en el trabajo por el tiempc suficiente para cultivar sus facultades intelectuales, morales y sociales; todos los beneficios, recreación y placer, de la aso- ciación; en una palabra: habilitarlos para tomar participación en los honores y ganancias de una civilización progresiva. » III. - Obtener de los Estados el establecimiento de ojlcinas de estadística del trabajo humanOj á fin de llegar á un per- fecto conocimiento del estado en que se encuentran la educa- ción, la moralidad y las condiciones financieras de las masas trabajadoras. » I V. — Conseguir que las tierras baldías, la herencia del pobre, sean reservadas á los ocupantes y cultivadoI^}s de ellas; que no se dé un acre más á los ferrocarriles y especuladores; y que todas las tierras hoy conservadas eriales para mera espe- culación, sean gravadas con impuestos por todo su legítin.o valor. MODIFICACIONES ACEPTABLES DE LA IDEA SOC. 843 »V. — La derogatoria de las leyes que no pesan con igualdad sobre el trabajo y el capital, y la reforma de esos tecnicalismoSf dilaciones y discriminaciones en la administración de justicia. »VI. — La adopción de medidas protectoras de la salud y la seguridad de los que trabajan en las minas, manufacturas y construcciones industriales, y que consagren la responsabili- dad de los empresarios en favor de sus obreros por daños recibidos en esos trabajos á causa de la falta de precaucio- nes y protección necesarias. «VIL — La expedición de leyes que obliguen á las Compañías á pagar sus trabajadores semanalmente, en moneda legítima; y que concedan álos mismos preferencia, en chso de quiebra por el valor de su trabajo y en todo el importe de sus salarios. »VIII. — La abolición del siste.'na de contratos en las obras nacionales, municipales y de los Estados. "IX. — La expedición de leyes que establezcan el sistema de arbitramento entre los empresarios de industria y sus obreros y hagan obligatoria la sentencia de los arbitros. • X. — La prohibición de emplear niños de menos de quince años en las fábricas y en las minas. >XL — Prohibición de alquilar á empresas particulares el trabajo de los presidiarios. a» XII. — El establecimiento de impuesto directo gradual (gra- duated), (Tal vez quisieron decir progresico). »XI1I. — I^ emisión de papel-moneda obligatorio, sin inter- vención de Banco Nacional ni de Bancos privados, y sin con- ceder á éstos derechos ni privilegio alguno. vXIV. — La prohibición de introducir del Extranjero traba- j adores contratados. ■ XV. — La cesación de emitir documentos de ci^édito del Gobierno que ganen algún interés. Cuando ocurra alguna emer- gencia, que se emita el papel-moneda necesario para hacer fronte á ella, pero siempre sin interés. »X\'I. — El establecimiento de cajas de ahorros en todas las administraciones de correos. vXVII. — Que en virtud de su dominio eminente tome el Go- bierno posesión, por compra, de todos los ferrocarriles, telé- grafos y teléfonos; y que en lo sucesivo no se concedan pri- legios para la ejecución de estas obras, sino que el GoI)ierno las construya por administración; á este efecto los Ca¿^aU(;ro« del Trabajo ofrecen sus servicios. 9 XVIII. — Que se establezcan instituciones cooperativas diii- gidas á suprimir el trabajo á jornal y reemplazarlo con el sistema cooperativo. »XIX. — Procurar para ambos sexos igual paga por igual trabajo. 844 GRAN PAUTE COXSAG RADAS YA POR ALGUNOS PAÍSBS V XX. — Acollar las horas de trabajo del obrero por medio de una negativa universal á trabajar más de ocho horas en el día. » XXI. ~ Decidir á los empresarios á someter á arbitramento todas las diferencias que se susciten con sus obreros, á fin de mantener y afianzar entre ellos vínculos de simpatía y hacer innecesarias las huelgas. • Este programa, — en parte racional y legítimo, en I)arte socialista é inaceptable, — tal vez tomado sin dis- criminación suficiente del de los socialistas franceses de 1848 y de los socialistas alemanes del día presente, merece at(»nción detenida, porque comprueba la modi- ficación favorable que en las id' as extravagantes de las clases oprimidas en Europa han producido las ins- tituciones libres de América; y porque será el punto de partida para el porvenir de ese movimiento orga- nizado de las clases obreras, en la nueva lucha que se prepara entre las capas inferiores y las superiores de los países civilizados. Algunos de estos puntos pueden considerarse como victorias ya casi obtenidas : como el de la responsabilidad de dueños de fábricas y minas en favor de sus obreros por los daños causados á éstos por falta de precaución ; el de obligar á los empresa- rios á velar por las condiciones higiénicas de sus fá- bricas y talleres; eld€ alejar los niños de los trabajos peligrosos y embrutecedores de las manufacturas y de las minas, á fin de preservar el perfecto desarrollo de sus facultades y prevenir la degeneración de la es- pecie humana ; el establecimiento del sistema de arbi- tramento entre empresarios y obreros. Estas ideas han empezado á tener consagración legal en Suiza, Fran- cia, Inglaterra, Alemania y los Estados Unidos. La reducción de las horas de trabajo, — desde diezy seis FALTA AÚN LA EMANCIPACIÓN DE LA MUJER 845 <[ue era común á principios d€ estt siglo, hasta diez, practicada hoy en la mayor parte de las fábricas de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, — tiene pros- pecto favorable de llegar hasta ocho. Hoy se siente circular en el ambiente de las ideas la máxima de la distribución de las horas del día, así: ocho para el sueño, ocho para el trabajo, ocho para el descanso, la lectura y la sociedad doméstica. Doce ó más horas de trabajo abruman el cuerpo, asfixian el alma, destru- yen las relaciones de familia y conducen casi necesa- riamente á la embriaguez, como único paréntesis al suplicio de la vida real. La rehabilitación del trabajo de la mujer, en todas partes considerado como inferior al del hombre, esotro pensamiento generoso y justo qut , no tal vez la legis lación,' sino la evolución moral de los pueblos en pros- peridad, está introduciendo en todas partes; pero aun falta mucho para llegar á la equidad verdadera. Es un titulo de honor para las clases obreras el haberlo hecho aparecer en el lema de sus banderas primero que en el programa de los legisladores y de los hombres de Estado. En la condición industrial de la mujer impera aún esa ley de hierro, todavía rodeada de defensores inconscientes, que sólo admite la superioridad de la fuerza brutal. Admitida al trabajo de los estableci- mientos comerciales, oí decir que en muchos de ellos se les impone la obligación de permanecer de pie, sin [)ermitirseles tomar asiento, durante las diez ó doce horas de su servicio en los almacenes, en tanto que su salario es todavía muy inferior al del hombre. El gobierno federal las ha llamado al servicio de las ofi- 846 ORGANIZACIÓN DE LA LIGA ciñas públicas; en la educación de la infancia, en las escuelas, se las prefiere al hombre, á causa de su dul- zura y suavidad con los niños y de sus facultades intelectuales más delicadas y penetrantes que las del hombre. Algunos colegios superiores han creado clases especialmente destinadas á ellas para la enseñanza de las ciencias físicas y matemáticas y aun para las de Jurisprudencia y Medicina, autorizándolas para optar á grados universitarios. Otros mantienen clases á que concurren los dos sexos, y se afirma que de esa cir- cunstancia resulta un estimulo extraordinario y un adelantamiento mucho mayor. En algunos Estados, principalmente en los nuevos del Oeste, se les ha con- cedido la ciudadanía municipal, y aun recuerdo haber leído en los periódicos que en algún pueblo de Kansas el puesto de Alcalde y los de Consejeros Municipales, elegidos por el sufragio universal, estallan 'desempe- ñados por mujeres, á «^ntera satisfacción de los habi- tantes. La economía en la distribución de las tierras bal- días reducida á los colonizadores con casa y labranza, puede decirse que es una institución ya conquis- tada. La hostilidad á los Bancos privados y el reemplazo de la circulación metálica por la de papel-moneda no han sido admitidos en los Estados Unidos ; pero han encontrado prosélitos en otros países de Hispano- América. La organización de la Sociedad de los Caballeros del Trabajo f aparte de sus jefes locales en los pueblos, ciudades y Estados, es dirigida por un Gran Maestre r CON FONDOS ABUNDANTES 847 en toda la Unión, con facultades verdaderamente te- merosas. El puede en un momento dado ordenar la huelga de los trabajadores en cualquier ramo de indus- tria en toda la Unión y paralizar asi, no sólo la acción de los capitales, sino una multitud inesperada de resor- tes de la organización social. — Figúrese, por ejemplo, una huelga de los empleados de los ferrocarriles para suspender los movimientos de locomoción en todo el país ó tan sólo al rededor de una ciudad ; la coerción que nacería de la huelga de los panaderos ó de los car- niceros ; i el retiro súbito de las amas de leche dejando abandonados los niños de pecho! Supóngase la policía de las ciudades comprometida también en una asocia- ción de esta clase, ó que estas afiliaciones penetrasen en los ejércitos, como empieza á temerse que esté su- cediendo en Alemania y en Austria, en donde el fun- cionamiento de ellas se mantiene secreto. ¡Calcúlense las consecuencias adonde podría llegar esta doble or- ganización de los pueblos, gobernada la una por leyes conocidas, dirigida la otra en el misterio, y contando cada cual con fuerzas materiales que en un momento dado pueden aparecer formadas en linea en el campo enemigo ! Las clases obreras acumulan todos los días sus ele- mentos de lucha. Pequeñas contribuciones semana- les, probablemente proporcionales al salario de cada obrero, siunan en esos grandes números cantidades nada despreciables. Diez centavos por semana y por cabeza en una asociación de 500,000 personas, produ- cen $ 2.500,000 en un año : acumulación suficiente para sostener huelgas parciales en distintos lugares 848 su INFLUENCIA FUTURA durante una, dos ó tres semanas. Las diversas asocia- ciones cooperativas destinadas á objetos espaciales, y dueñas también de grandes capitales, parecen ir en trando en alianza con la de carácter general, á la (fU3 auxilian en caso necesario ; de suerte que el tesoro de ésta va tomando insensiblemente proporciones mucho más respetables. Lo que da un carácter más serio á estas asocia- ciones es la organización, la centralización de ellas bajo un gobierno de duración permanente. En todo tiempo, desde la más remota antigüedad, han exis- tido ; la plebe de Roma se retiraba al Monte Aven- tino; la Jacquerie de los campesinos del centro de Francia anticipó cuatro siglos la lucha contra la no- bleza y las escenas del terror en la revolución de 1793 ; la Santa Hermandad, originada primero en Aragón y extendida después á León y Castilla, en el siglo xiii atacó y arrasó mil quinientos castillos feudales ; pero carecieron de organización permanente, y excepto la asociación española, siempre benéfica, y aun espe- cialmente protegida por doña Isabel, la Católica, se lanzaron en desórdenes atroces que levantaron contra ellas la masa pacifica de los grandes intereses so- ciales. Las asociaciones obreras de América, forma- das en medio de la libertad, bajo la egida del derecho público moderno, carecen ya de esos odios profundos y derivan su fuerza de la legalidad misma : asi ellas proceden con moderación ejemplar, y en lugar de promover excesos locales, los restringen y combaten. Asi organizadas ala luz del día, constituyen una nueva fuerza social, cuyos resultados favorables á la causa PELIGROSA PARA LAS ANTIGUAS MONARQUÍAS 84^ de la civilización, pueden observarse en la Liga de los Cereales en Inglaterra; la Asociación nacional Irlan- desa dirigida por Mr. Párnell, á la que un pueblo oprimido deberá su libertad sin necesidad de guerras destructoras, y en los Estados Unidos la de los Gran- gers, que ha podido medirse con el coloso de las CJom- pañias de ferrocarriles. Falta saber á dónde conducirá la de los Knighis of Labor y hasta ahora pacífica y or- denada en lo general. Como todos los cuerpos dotados de vida, sus prin- cipios son débiles, vacilantes, á veces espasmódicos y expuestos á los vientos de reacción : con todo, poca visión al porvenir mostraría quien juzgase que de toda esa corriente no habrá de resultar una modificación profunda en la constitución de la sociedad moderna; ([uizás algún cataclismo, si, como se pretende en las viejas monarquías de Europa, se echasen vallas de vio- lencia y arbitrariedad en medio de su camino, en lugar de dirigirlas, encauzarlas y hacerles justicia. Hasta hoy han carecido de jefes inteligentes capaces de ad- quirir prestigio sobre las multitudes; el día que apa- rezca á su frente uno de esos hombres audaces dotado de la intuición del porvenir, con genio suficiente para disciplinar y mover esas grandes masas, quizás se echará de ver que la organización actual de los gobier- nos no está á la altura de la evolución realizada por el progreso industrial. El de la Unión Americana, refor- zado por la triple barrera de la fuerte organización comunal de las ciudades y de los Estados, será uno de los que mejor puedan resistir esos grandes choques. Los de las monarquías cuya fuerza está concentrada 850 TEMIDAS POR LOS PARTIDOS BN LOS ESTADOS UNIDOS en una sola institución, y de ordinario en la sola ciu- dad capital, serán los más débiles ante el esfuerzo revolucionario. Las revoluciones triunfantes en París han dominado toda la Francia, é igual cosa podría suceder f n Viena v en Berlín. No asi en los Estados Unidos, en donde Washington es una ciudad de tercer orden apenas, en donde cada Estado tiene el poder de una nación entera, y cada una de sus grandes metró- polis elementos bastantes para sostener el ortlen so- cial. La federación no es más que la aplicación á la política del gran principio de la división del trabajo, « la multiplicación de los centros », como dijo con mucha propiedad un pensador colombiano (1). El peligro principal de las asociaciones obreras en aquel país, es su influencia sobre los partidos políticos. Ellas se han alejado hasta ahora prudentemente de toda conexión con éstos, temerosas, como es natural, de ser absorbidas v desnaturalizadas en otras corrien- tes ; mas como pueden disponer de algunas centenas de miles de sufragantes, y en im caso dado pudieran decidir una elección importante, los directores de los partidos las miran con respeto y no se atreven á con- trariarlas oculta ni abiertamente, antes bien procuran acomodarse en todo lo posible á sus tendencias, á fin de ganar sus simpatías. El demócrata con cuyas teo- rías parecen tener más afinidades, es el más inclinado á protegerlas ; pero el republicano, convencido de que en las urnas pesan tanto los sufragios como las cajas fuertes, tampoco se atreve á entrar en franca liza con (1) El señor Ricardo Vanegaa. PROBABLE RESULTADO DE LA LUCHA 851 ellas. Sólo el periodismo tiene la fuerza y la libertad suficientes para medirse con tan poderoso contendor, y ese cuarto poder constitucional que todos los días sale á ilustrar las conciencias, como el sol á iluminar los campos, ese poder que apoya su palanca en la razón humana, es el único freno que morigera y co- rrige las pasiones inclinadas á sacar de su camino de legalidad el pensamiento de los obreros. Los Trusts ó asociaciones de los millones, encarna- ción de la idea Riqueza, y la Humanidad representada en las asociaciones obreras, parecen, pues, encontrarse frente á frente y prontos á entrar en lucha en los Es- tados Unidos : algunos espíritus, temerosos de las consecuencias del combate, quisieran impedirlo ó aplazarlo : con concesiones meticulosas los unos, con apelación á la fuerza los otros. En mi concepto, no hay combate posible : la mayor riqueza es el hombre mismo ; la fuerza más fuerte es la razón ilustrada, y en donde ésta domine por la escuela primaria, por los es- tudios superiores, por el periodismo, por el telégrafo, por la libre discusión, por la tolerancia y la libertad, todas las resistencias se allanarán á su paso. El mundo marcha y el porvenir pertenece á la humanidad. CAPITULO XLII NUBES EN EL HORIZONTE (CONTINUACIÓN*) Las pensiones. — La Lynch lavo. — El divorcio. Entre las diversas formas que asume la idea socia- lista, en el sentido apasionado de esta palabra — es decir, la idea de modificar la distribución de las ri- quezas por medios artificiales distintos del de la libre contratación del precio de los servicios — debe con- tarse la del sistema de pensiones pagadas del Tesoro público. El método natural, y quizás el único equita- tivo de retribución á los servicios, es el común de sueldos, salarios y precios de cambio \ reviamente es- tipulados ; los que una vez satisfechos ponen término al derecho á retribución, cuando el servicio no sigue prestándose. Hay, sin embargo, casos en que la justicia exige una modificación á este principio. Si la prestación de un servicio ocasiona la muerte ó la invalidez absoluta al trabajador, éste ó sus inmediatos sucesores, las viudas ó los huérfanos del muerto, parecen acreedores á una indemnización que compense en algo la pérdida sufrida por ellos. Más aún: cuando interviene un con- EXAGERACIÓN DE LAS PENSIONES 853 trato, tácito ó explícito, como el que existe en la pro- fesión militar, que impone al empleado la obligación de prestar sus servicios por toda una vida — siempre que se le requiera para ello — es natural que el así obligado, sin poder disponer libremente de su perso- na, reciba alguna gratificación, aun cuando no esté en servicio activo. Este es el fundamento de la insti- tución de las pensiones, que, como se comprende, tie- ne límites cimentados en principios de justicia. Sin embargo, en algunos países, como en Colombia, por ejemplo, ha solido dársele una extensión desme- surada, hasta el punto de crearse entre las familias pensionadas una clase ociosa, acostumbrada á vivir del Tesoro público, para quien no existe esa relación imprescindible entre el trabajo y la remuneración; clase que, sostenida por otra de especuladores en este ramo, mantiene un asalto permanente sobre el Tesoro público, ó lo que es lo mismo, sobre el trabajo de la gente que paga las contribuciones públicas. En Colom- bia el capitulo de pensiones ha llegado á veces á más del 20 por 100 del producto de las rentas nacionales. En los Estados Unidos sucede hoy otro tanto. El monto anual de ellas sube en 1888 á la increíble suma * de $ 80.000,000 anuales, lo que da idea de 250 á 300,000 pensionados y un promedio de $ 300 á 400 anuales á cada uno, y todas, con rarísimas excepcio- nes, proceden de servicios militares durante la guerra civil que terminó en 1865. Como durante los veinticin- co años transcurridos no puede menos de haber muer- to la mitad de los hombres que llevaron armas en esa contienda, ese guarismo tan crecido de pensionados 48 854 SUPER.VN EL GASTO DE UN GRANDE EJÉRCITO demuestra que no es solamente á los invalidados por heridas, ni á las viudas y huérfanos de los muertos á quienes se les paga, sino á otros muchos, escasos de títulos para reclamarlas. Más de mil millones han sido desembolsados con este objeto desde el fin de la gue- rra ; y como todos los años se renueva el proyecto de darles efecto retroactivo, es decir, de hacerlas paga- deras, no sólo desde la fecha de su concesión, sino desde que se prestó el servicio— -proyecto á que opuso su veto Mr. Cleveland, según creo recordar, — si ese pensamiento llegase á ser ley seria preciso contraer una nueva deuda de cerca de S 700.000,000 más, para ese solo item. S 80.000,000 es, con poca diferencia, una suma igual al gasto de 160,000 hombres en el ejér- cito inglés (S 83.000,000), y apenas 15 por 100 menor que el impendido en Alemania en el sostenimiento de un pie de fuerza de 492,000 hombres. Un pais en donde, sin trabajar, viven á expensas de sus conciudadanos, aparte de los miserables, 200,000 familias ó 1.000,000 de personas válidas para el traba- jo; un pueblo en que á los impulsos del patriotismo desinteresado se sustituyen instintos mercenarios para fiar la defensa de sus leyes, — no es pais que va en buen camino. El parasitismo es una clase fecunda como pocas y se trasmite por herencia fisiológica de padres á hijos. Cuando las contribuciones públicas se con- vierten en arma de partido para comprar el voto y la influencia de los pensionados, como se ve estar suce- diendo allí, no se puede menos de pensar que ese es un punto oscuro en el horizonte. LA «LYNCH LAW» 855 LA LYNCH LAW Otro punto oscuro es la práctica de la Lynch law en los Estados del Sur y del Sudoeste. El origen de esta tns¿i¿ución parece ser el siguiente: » A fines del siglo pasado, cuando empezaba la colo- nización de los territorios entonces despoblados al oeste de los Apalaches, la situación de los primeros colonos debía de ser no poco difícil. Atacados con fre- cuencia por las tribus salvajes, á quienes iban á des- poseer de la tranquila ocupación de sus bosques, ex- puestos á los actos de depredación de los reos prófu- gos, de los esclavos alzados y de los aventureros de las poblaciones del Atlántico refugiados en esas regio- nes, — su vida era un combate perpetuo, su única ley la del más fuerte, su noción de organización civil la ne- cesidad de hacerse justicia por si mismos. Forzosa- mente debía resultar después entre esas poblaciones, ya organizadas, algo de sus antiguas costumbres de vida semi-salvaje. En una aldea de la parte occidental de la Carolina del Sur, se dice que en momentos de recrudescencia de la criminalidad, que la justicia or- dinaria no acertaba á corregir, los ciudadanos se re- unieron y dieron poderes de legislador y de juez á un tal John Lynch, para extirparla. Sectario insconsciente de Dracon, el dictador esta- bleció juicios sumarios ante la Asamblea del pueblo — á cuya jurisdicción sometió á los criminales notorios y á los cogidos en flagrante delito, — caracterizados por el principio de que las sentencias dictadas se eje- cutasen en el acto. La pena ordinaria era la de muer- 856 sus orígenes te. Mas á lo menos el reo era oído y confrontado con los testigos de Ih. acusación. Pronto fueron restable- cidas la seguridad y la tranquilidad que se buscaban, el nombre de Lynch se hizo famoso, y el ejemplo cun- dió en todas las colonias del Sudoeste con el carácter de institución permanente. Los orígenes del nuevo Estado de California, for- mado por irrupciones de aventureros de diversas par- tes del mundo, atraídos por el fabuloso producto de los aluviones auríferos, condujeron á una situación todavía peor que la de los bosques de la Carolina del Sur. La pasión de la codicia, encendida por la fácil riqueza allí acumulada, se trasformó en robos y ase- sinatos diarios. La parte sana de los inmigrantes y la que, por buenos ó por malos medios, había formado una fortuna que necesitaba defender, se reunió en la plaza pública de San Francisco, organizó una Comi- sión de Vigilancia encargada de perseguir á los cri- minales por el sistema d( Lynch, y á falta de jueces y tribunales, aun no establecidos por la ley, la pobla- ción resolvió asumir en común la responsabilidad de los hechos que fuesen necesarios para fundar el res- peto á la vida y á la propiedad. La comisión empezó, en efecto, sus labores con la actividad febril propia del carácter americano : ahorcó, sin exceso de forma- lidades, á los criminales más notorios, deportó á otros y restableció el orden. Prestó allí un servicio, pt ro revivió en el Sur de la Unión, en donde había leyes y autoridades bien establecidas, el funesto prestigio de procedimientos quizás disculpables en otra situación. La aplicación de la Lynch law ha vuelto con furor, su APLICACIÓN EN LA ACTUALIDAD 857 no ya siquiera observando las exterioridades de un juicio, como se acostumbraba en un principio, sino sacando á los acusados de las cárceles con el empleo de hombres enmascarados, y asesinándolos miserable- mente, sin más pruebas del delito que una supuesta notoriedad. Este procedimiento se emplea principal- mente contra los sindicados de robo de ganados y bes- tias y de los ataques contra el pudor de mujeres blan- cas por hombres de color. Estos, á su vez, empiezan á practicar represalias en donde quiera que se creen en mayoría, contra los blancos acusados de seducción á las mujeres de su raza; de suerte que la mezcla de las dos, fenómeno natural é inevitable en esos Esta- dos, es una causa fecunda de asesinatos. Reciente- mente citó la prensa como un caso de generosidad y de justicia, el indulto decretado por el Gobernador de Virginia, en favor de dos negros sentenciados á tra- bajos forzados por el linchamiento del seductor blan- co de una muchacha de color. El indulto se fundaba en la consideración de (jue el linchamiento de negros por la misma causa era frecuente y casi siempre que- daba impune, lo que exigía una compensación de im- punidad en favor de éstos I A juzgar por las noticias de los periódicos de Nueva York, no siempre muy bien informados de lo que ocu- rre en los pueblos remotos de esos Estados del Sur y del Sudoeste, los casos de aplicación de la ley de Lynch no bajan de uno por día. Se comprende que ésta es una mancha que afea y deslustra la civilización y el progreso material de ese gran pueblo á los ojos del mundo civilizado. 48. 858 DESPRECIO POR LA VIDA HUMANA Dos son las causas de este desencadenamiento de pasiones feroces. La primera, el desprecio formado por la vida de los negros, considerados durante la es- clavitud como seres distintos de la especie humana. El rigor con que se les trataba, los duros castigos que se les imponía, la persecución á los prófugos con perros de presa ; todos esos hechos formaron costum- bres bárbaras cuyas consecuencias están sintiéndose aún. La segunda es resultado, á mi ver, de la frecuente ocurrencia de la pena de muerte en los Códigos cri- minales de los Estados del Sur y aun quizás de la ma- yoría de los Estados. La horca ha sido un espectáculo frecuente, que ha engendrado la idea de no ser esa clase de muerte la ejecución de un crimen, sino un acto de justicia. El verbo to hang es familiar en la conversación y en el periodismo americano: el puñal, el veneno, son allí odiosos instrumentos de crimen ; mas la horca es vocablo que asocia en la mente la idea del orden social y del imperio de la ley. Probablemente era americano aquel náufrago que, aportando á una playa desconocida, exclamó al encontrar en ella un ahorcado pendiente de un árbol : / Gracicís á Dios que estoy en un país civilizado I No he logrado ver esta- dística alguna relativa á la pena de muerte en los Es- tados Unidos, pero mi impresión es que se la impone con más frecuencia que en ningún otro país de Eu- ropa y América, y que en lugar de corregir las cos- tumbres, ha disminuido el respeto á la vida humana, pues quizás tampoco hay otro pueblo en donde sea más frecuente la apelación al revólver en las desave-» INFLUJO DE L\ FRECUENCIA DE LA PENA DE MUERTE 859 nencias personales, y no tanto tn las clases ignoran- tes cuanto en las de esfera superior. No pretendo afirmar que sea exclusiva la confianza en la severidad de las penas como medio represivo de los delitos, la idea dominante en el país. Quizás no hay otro en donde puedan citarse tantas instituciones benéficas, dirigidas á inspirar ideas de benevolencia, de concordia y de amor entre los hombres. La edu- cación universal ; las casas de asilo para los niños huérfanos ó abandonados por sus padres ; las de asis- tencia y protección á los jóvenes que principian la ca- rrera del mundo ; los hospitales y hospicios para in- válidos ; la costumbre de ofrecer paseos y diversiones á los muchachos que ejercen pequeñas industrias en las calles (limpia-botines, vendedores de periódicos, etc.) ; la de visitar las casas de los ¡wbres, que prac- tican con frecuencia las familias cristianas, dan testi- monio, no sólo de altas virtudes, sino de que el pro- blema social de la miseria y el abandono de las infe- riores preocupa vivamente á las clases superiores. Lo que acaso falta en los legisladores es la noción filosófica de que la reacción es igual á la acción, que las leyes crueles endurecen los caracteres descamina- dos y que la suavidad de las penas atempera la fero- cidad de los crímenes. La pena de muerte ha sido abolida en algunos Es- tades nuevos del Noroeste : el de Nueva York ha reem- plazado la horca con la electricidad ; mas contra la ley del viejo Lynch no encuentro movimiento alguno notable en la opinión. Tan sólo tengo conocimiento de un hecho notable 860 POCAS sb5^ales de reacción ocurrido recientemente en Birmingham (Estado de Alabama). Una asonada pretendía sacar de la prisión á un hombre de color acusado del asesinato de su es- posa, para ahorcarle, por supuesto. El Alcalde, infor- mado de esta pretensión, llamó al servicio una partida de milicia, intimó á los amotinados que se dispersa- ran, llenó las formalidades prescritas para tales casos, y no siendo obedecido, mandó hacer fuego. Doce muer- tos y treinta ó cuarenta heridos quedaron en el campo. Por primera vez fué respetada la ley, al doloroso pre- cio de varias vidas ; pero puede dudarse mucho de que este ejemplo de valor y severidad en el cumplimiento del deber por parte de la autoridad, sea imitado, y aun más, de que ejerza influencia moral sobre las ideas populares. El terror no es buen camino para conducir los cerebros á la razón : con más frecuencia induce en extravíos. Quizás sí, la resonancia del hecho obligue á meditar sobre la gravedad de ese espíritu de impaciencia, de desprecio por los tribunales y de violación del mandamiento de respetar la vida hu- mana, que la religión, la moral y la ley civil consa- gran. A mis ojos la práctica de la ley de Lynch es un mero asesinato, y la impunidad de que goza y la frial- dad con que se la contempla, forman una de las más feas manchas de la democracia americana, una semilla de desobediencia á la If y y una prueba de que la or- ganización del Poder Judicial en los Estados del Sur no está á la altura de lo que su elevada misión exige. EL DIVORCIO La frecuencia de los divorcios ha sido considerada EL DIVORCIO EN LOS ESTADOS UNIDOS 861 como otro de los puntos débiles en la oonstitución de la sociedad civil en Norte América. Como el divorcio 4rae consigo en gran número de casos la disolución de la familia, — y ésta es el primer núcleo de cuya agrega- ción se forman en seguida los grupos sociológicos su- periores, — la solidez ó debilidad de los vínculos de familia puede ser considerada por algunos como una muestra de la solidez ó debilidad de la agrupación nacional. Bajo éste, como bajo otros varios puntos de vista, el análisis de la estadística matrimonial ofrece motivo á la más detenida meditación. En esta materia, pues, la nueva sociedad formada en los Estados Uni- dos presenta un hecho importante : el de frecuencia creciente en la disolución de la sociedad marital. Una sección de la Oficina del Trabajo nacional de Washington ha publicado recientemente, con relación á este i>unto, un estudio estadístico interesantísimo referente á los veinte años corridos de 1867 á 1886. De los extractos de ese documento publicados por los diarios americanos tomo los datos siguientes : Número de divorcios decretados en los veinte años 328,716 Es decir, un término medio anual de 16,435. Pero el primero y el último de los años á que se refiere la estadística presentan un movimiento de au- mento en los divorcios, muy consideral^le. En 1867 sólo hubo 9,937 En 1886 había subido el número á. . . . 25,536 Lo que quiere decir que había aumentado un 157 por 100 en veinte años. ■ Entre tanto, el aumento de población en el mismo 882 COMPARACIÓN CON LOS PUEBLOS EUROPEOS tiempo sólo había sido de 69 por 100 ; de suerte que la ocurrencia de ruptura de los lazos matrimoniales, teniendo en cuenta el aumento de número de los ma- trimonios, siempre era, en 1886, un 90 por 100 mayor que en 1867. Ese guarismo es, verdaderamente, extraordinario. En 1886 el número de ellos concedido en toda Eu- ropa, con una ])obIación cinco veces mayor que la de los Estados Unidos, fué tan sólo de 22,080. Sea, pues, la frecuencia del naufragio de la vida conyugal cerca de siete veces mayor allí que en el continente euro- peo. Se cree generalmente que Francia es el país más abierto á la relajación de las costumbres tradicionales ; pues bien : en Francia, cuya población alcanza á un 60 por 100 de la de la Unión Americana, los divorcios en 1886 sólo subieron á 6,211. Por tanto, la frecuen- cia del divorcio, en proporción á los números respec- tivos de los habitantes, fué tres veces mayor en los Estados Unidos. La población de Francia llegaba á 38.000,000. En Alemania, en el mismo año, fueron (con cua- renta y ocho millones de habitantes) 6,078 En Suiza (con menos íe 3.000,000) .... 899 En Austria (con 38.000,000) 763 En Inglaterra (con 36.000,000) 475 En Italia (con 28.000.000) 418 En Bélgica (con 5.600,000) 354 No obstante, en Europa se siente también en esta materia un movimiento ascensional muy notable de veinte años á esta parte. Ck)nio se sabe, el catolicismo ha prohibido el divor- PROGRESIÓN DEL DIVORCIO Y SUS CAUSAS 863 cío de un modo absoluto ; pero las religiones protes- tantes y la griega, ¡guales, con levísima diferencia, en el mímero de prosélitos á la primera, lo admiten. Sin embargo, es en Francia, país católico, en donde se cuenta el número mayor de divorcios en toda Eu- ropa. La progresión en los Estados Unidos ha seguido la marcha siguiente en el período á que se refieren las estadísticas. Aumento. Quinquenio de 1867 á 1871 . 53,574 .... — de 1872 á 1876. 68,547 27,9 por 100 — de 1877 á 1881. 89,284 30,3 — — de 1882 á 1886. 117,311 31,4 — Hasta aquí son puramente aterradores los guaris- mos. Pasando á investigar las causas determinantes, se encontrarán hechos que deberán llamar no menos seriamente la atención. Las principales son cinco : Del marido. De la mujer. Total. Deserción del hogar doméstico. . . 75,119 51,438 126,557 Adulterio 29,480 38,156 67,836 Tratamientos crueles 45,419 6,101 51,520 Embriaguez habitual 12,411 1,432 13,843 Ausencia de contribución para los gastos domésticos 7,948 7,948 Las cinco causas anteriores ó al- gunas de ella? reunidas 32,517 .7,646 40,163 Otros motivos (incompatibilidad de caracteres, enfermedad conta- giosa, locura, etc) 13,183 7,866 21,049 Totales 216,077 112,639 328,716 Se ha alegado siempre que la indisolubilidad del matrimonio es una institución dirigida á proteger la parte más débil en esta asociación : la mujer, contra la insconstancia caprichosa del hombre. En Norte América la experiencia demuestra lo contrario. Es la 864 COINCIDENCIA ENTRE EL DIVORCIO Y LA INMIGRAClÓX mujer quien principalmente hace uso del divorcio con- tra las desgracias de la vida conyugal. De 328,000 casos de divorcio decretados por los Tribunales, las dos terceras partes (216,077) han sido pedidos por las mujeres : para remediar el abandono total ó la in- capacidad de proveer á la subsistencia del hogar por parte del marido ; para defender su vida, libertándose de crueles tratamientos, ó para sacudir la ignominia de la vida común con ebrios consuetudinarios ó espo- sos infieles. Á la verdad, no se podría hacer cargo alguno á una mujer abandonada á soledad y miseria por el marido, de buscar en la disolución del matrimonio al^runa es- peranza de volver á ser feliz ; ni consideración alguna de justicia humana pudiera alegarse para condenar por toda la vida al tormento, á un ser cuyo único de- lito es la virtud, mientras el cónyuge culpable se ha abierto con el pecado las puertas de la libertad. No sé si en los Estados Unidos se habrá hecho (in- dudablemente debe de habérsela hecho) la observa- ción de la coincidencia entre el número de extranje- ros inmigrantes y el número de divorcios ocurrido en cada Estado. Yo encuentro la siguiente : Ni'imAm Niimoro de oxtranjcros Esta_dos. de Sos. """'«;fi''¿o'^»'«' Illinois 36,072 583,576 Ohio 26,367 394,943 Indiana S,i93 144,178 Michigan 18,443 388,508 lowa 16,554 261,650 Pasan. . . . 122,629 1.772,855 AUMENTO DE ÉL EN LOS ESTADOS DEL SUR 865 Vienen . . . 122,629 1.772,855 Pensilvania 16,020 587,829 Nueva Yorck 15,365 1.211,379(1) Missouri 15,278 211,578 California 12,118 292,874 Tejas 11,472 114,616 Visconsin 9,988 405,425 Massachussets .... 9,853 443,491 Connecticut 8,5i2 129,992 Kansas 7,191 110,086 228,456 5.280,125 Esta proporción de extranjeros recién inmigrados ha aumentado considerablemente en los años de 1880 á 1886. Es, pues, una C(»njetura que no carece de ve- rosimilitud la de atribuir una parte principal de los divorcios al elemento inmigrante ; pero sobre este par- ticular no dan luz alguna los pocos extractos que he tenido a la vista; sólo si, la de que esta epidemia ha cundido también durante los últimos años en los Es- tados del Sur, que casi no reciben inmigración, tanto ó más que en los del Norte. Así, por ejemplo, los di- vorcios han sido : En Tejas 11,472 En Kentucky 10,248 En Tennessee 9,625 En Arkansas 6,041 En Alabama 5,204 Mississippi 5,046 Estos seis Estados, cuya población en 1880 alcau- cí) En este Esl&do no se autoriza el divorcio sino por adul- terio de cualquiera de los cónyuges. 49 8G6 DISTRIBUCIÓN DE SUS CAUSAS ENTRE I.OS ESTADOS zaba á 8.0(X),00(), ó la sexta parte de toda la Unión, tuvieron 47,000 casos de divorcio, eqidvalentes á la séptima de los ocurridos en ella, en veinte años. Es de suponer que el elemento africano, expuesto á más vi- cisitudes que el blanco, ba debido de tener no ¡K>ca influencia en esos números. Las causíis de disolución de los matrimonios varían entre las ciudades y los campos. Fin las primeras pre- valece la de adulterio de la mujer; indudablemente efecto del lujo, la ociosidad y la lij^ereza de las cos^ tumbres; en los segundos la deserción del lecbo con- yugal por el bombre y los tratamientos crueles ; ambas causas determinadas, según toda probabilidad, iK)rlas frecuentes emigraciones de la población agrícola y de los inmigrantes extranjeros liacia las regiones del \c- roeste, no menos que por la ausencia de cultura inte- lectual y moral entre esas enérgicas ])ero groseras multitudes. Así, Nueva York encabeza los cascas de adulterio, con 13,979, seguido por Illinois, en donde Ciiicago, otro gran foco del mismo vicio, — ostenta 7,263 á la par que 6,521 por malos tratamientos. Es un caso curioso que en Massacbussets, el Estado de más refinada cultura en tc^da la Unión, ocurrieron 720 divorcios pedidos por los maridos para libertarse del trato cruel de sus esposas. La embriagez de los maridos domina como causa de separación en los de Illinois (2,979 casos), Ohio (2,039), lowa (1,260), todos ellos receptáculos prin- cipales de inmigrantes. En Rhode-Island y Pensilva- nia ocurrió el mayor número de casos de embriaguez permanente entre las mujeres. Es digno de mención r OBSERVACIONES LOCALES 867 que en los Estados de Maine, New Hampshire, ^'er- mont, New Jersey y Virginia no ocurrió caso alguno motivado por embriaguez; siendo de notar que en l(\s tres primeros rige el sistema de prohibición absoluta de vender licores ó bebidas embriagantes. Los Estados en que el matrimonio se disuelve no ya por una, sino por todas las causas imaginables á un tiempo: j)or adulterio, embriaguez, abandono y malos tratamientos; (s decir, aquellos en donde el naufragio de la felicidad conyugal es más completo, son : In- diana, Michigan y Connecticut, en donde aj)arecieron respectivamente, 7,55^4, — 4, 116 y 4,088 muestras de esta múlti])le lista de miserias. Los maridos de Indiana, Arkansas y Michigan no g(»zan de excelente reputación en punto á generosidad para con sus mujeres. Estas se vieron obligadas á j)edir divorcio, por falta de provisión de dinero para hacer mercado, en l,ai9 casos ene! primero, 1,379 en el segundo y 1,366 en el tercero. Esta causa de rup- tura no tiene acción contra la mujer. El americano profesa el j)rincipio invariable de que sólo el marido * tiene obligación de proveer á los gastos del matrimo- nio. No sucedería lo mismo en Francia, en donde la dote es condición indispensable j)ara los candidatos maritales, y en donde la participación en los gastos es recíproca. Se juzgó en un principio que la multi¡)licación de los divorcios en algunos Estados dependía de que la facilidad j)ara obtenerlos, atraía matrimonios de otras partes en busca de ruptura de sus vínculos. Un estu- dio más detenido ha hecho ver que no es asi, pues es Id 80"^ AUMENTO PROGRESIVO DEL DIVORCIO insignificante el número de divorcios de matrimonius contraidos fuera del Estado. En Chicago se ha averiguado qué suerte toca á las mujeres divorciadas en esa ciudad, y se ha encontrado la siguiente distribución: Un 75 por 100 vuelve á casarse pronto. Un 10 por 100 encuentra alguna dificultad, pero des(*a repetir el sacramento. Un 10 por 100 toma caminos extraviados. Un 5 por 100 renuncia decididamente al matrimonio. Por supuesto que Chicago no puede tonnarse, áeste respecto, como indicación segura de lo que sucede en el resto del país. La progresión en la costumbre del divorcio, en los dos períodos de diez años á que se refieren las estadís- ticas, da los siguientes resultados por divisiones geo- gráficas : ESTADOS DEL SUDOESTE Aumento de la segunda década sobre la p'imera. Tejas. • 310,7 por loo • Arkansas 229 Alabama 222,7 — Mississippi 209,4 — Tennessee 83,6 — ' Missouri 77,7 — Kentuckv 58,2 — ESTADOS DEL OESTE Kansas 156,4 por 100 lowa 60,9 — Ohio 55 Illinois 51,9 — Indiana 32,6 — IMPRESIÓN PRODUCIDA EX LOS HOMBRES PENSADORES 860 ESTADOS DEL NOROESTE Visconsin 102 Michiiran 87,2 por 100 Minnessota . . " 18 DakoUa 17,8 por 100 ' ESTADOS DEL PA(ÚFICO California 115/i por 100 Nevada 18,9 — ESTADOS DEL ATLÁNTICO (cENTUALES) Pt*nsilvania 47, 1 por 100 Nueva York 20 ESTADOS DE NUEVA INGLATERRA New Hainpshire 54,8 por 100 Massachusetts 32,9 — Rhocle Island 26,7 — ESTADOS DEL SUR (dEL ATLÍNTICo) Virginia, Carolina del Norte y Georgia, aumento de IHálOporlOO Únicos Estados en que hul)0 disminución en los divorcios: Maine de 8,3 por 100 Connecticut 16 Vermont 17,8 — Delaware 6i La publicación de estas (\stadisticas causó alarma en los buenos círculos sociah^s. Este estado de com- parativa debilidad en el vínculo del m'xtrimonio y en la solidez de la familia, se atribuyó por algunos pen- s idores á las siguientes agencias : ' La facilidad con que la ley civil y las de procedi- miento permiten el divorcio. 870 REMEDIOS PROPUESTOS La falta de solemnidad en la celebración de los ma- trimoni()8. La relajación en el influjo de las creencias religiosas. La admisión de causas de divorcio distintas de la de adulterio, única autorizada por el Evangelio. En consecuencia, los obispos, teólogos distingui- dos y juristas de los Estados Unidos, á quienes los jieriódicos han pedido su concepto acerca de los reme- dios de posible aplicación á este mal, han juzgado, algo de prisa, que la materia de matrimonio y divorcio debiera retirarse de la competencia de los Estados, adscribirla al Congreso, y expedir una ley obligatoria en toda la Unión, por la cual se procure rodear de más solenmidad la celebración del uno y se opongan todas las trabas posibles á la consecución del otro. Algunos son de parecer que no se permita á los di- vorciados la entrada á nuevos enlaces durante la vida del otro cónyuge. Los hombres más versados en la política y en la ciencia de la legislación juzgan peligrosa esa reforma constitucional, dirigida á recargar las atrilmciones y ensanchar las facultades del Congreso; difícil dictar una sola legislación para tan diversas condiciones de civilización, costumbres, necesidades, climas y razívs como encierra el vasto territorio de la Unión, y se in- clinan á pensar que la frecuente disolución de los ma- trimonios es un accidente pasajero que, como h\s epi- demias, las modas y la irregularidad de las estaciones, son de ocurrencia inevitable en el campo de la física como en el de la moral ; pero que será de corta dura- ción, porque el mundo moral está dominado también DISCUÍ5IÓN SOBRE ELLOS 871 por una ley invencible de gravitación hacia el orden. ¡ Cosa rara ! Con unanimidad sorprendente las mu- jeres consultadas han sido de concepto que el divorcio debe ser conservado, como el único freno contra los abusos del matrimonio, como el único aérente morali- zador de la vida conyugal. La historia del divorcio puede explicar en parte la situación actual. Los países cristianos adoptaron la monogamia como carácter principal del matrimonio, y procuraron afir- mar el vinculo por medio de las sanciones religiosa, civil y moral á un mismo tiempo. El divorcio y aun el re])udio, aunque admitidos en la práctica de los primo- ros siglos del Cristianismo, como un resto del período pagano, fueron al fin proscritos por la iglesia Católica, y la indisolubilidad del vinculo fué la idea dominante grabada en los cerebros durante algunos siglos. Durante tres siírlos la lev canónica dominó en esta materia, y en ellos se vigorizó la idea de que el vin- culo matrimonial sólo por la muerte podía ser disuelto. El divorcio por adulterio admitido por las religiones griega y protestante, eran tan difícil de obtener, que en rarísimas ocasiones podía verse un ejemplo d(í su existencia. El mundo occidental plegó, pues, la mente á la ley de indisolubilidad, si no en los hechos, a lo menos en la teoría. Federico II, el Grande, fué el primer legislador que abrió las puertas ú la reforma, en el entonces pequeño reino de Prusia. La revolución francesa siguió después el mismo camino, no sólo en Francia, sino en Bélgica, Holanda, Italia, España y provincias del Rhin some- 872 EL Divoncio es institución- muy nueva tidas al imperio napoleónico. En los Estados Unidos principió con lentitud, concedido al principio por las Asambleas de los Estados, en ejercicio de su poder so- berano, luego por tribunales especiales creados al efecto, y al fin por la justicia ordinaria. En Inglaterra, en donde el Parlamento solía concederlo, apenas hasta 18'J7 no fué recibido, para ser dispensado por un solo Tribunal en todo el reino, únicamente accesible á persona de gran riqueza, capaces de soportar ingentes gastos. En Francia, dominada en un tiempo por la revolución francesa, la reacción del pasado que vino en pos de Waterloo, lo suprimió de sus códigos ; pero fué restablecido después de la tercera pi'oclamación de la República. En los Estados Unidos fué extendiéndose poco á poco el número de causas que daban origen á la sepa- ración. La primera introducida en el presente siglo fué la de abandono del hogar doméstico en un lapso de cinco años, reducido más tarde á tres y aun á dos ; siguióle la de condenación á trabajos forzados por vida, la cual, considerada como muerte civil, produ- cía ipso fado el divorcio; los tratamientos crueles y la embriaguez consuetudinaria, más tarde; el no cum- plimiento del deber de sostener á la esposa y á los hi- jos, en seguida; el consentimiento recíproco, al fin. Desde luego con variaciones más ó menos sustancia- les en la leirislación de los diversos Estados : los del Noroeste y del Pacífico, enteramente nuevos, menos dominados por la tradición, fueron los más avanzados ; los de Nueva Inglaterra, los más prudentes; los Es- tados centrales, los más vacilantes; los del Sur, los LA RUl»TURA DE LOS MATRIMONIOS MLY ANTIGUA 873 más conservadores. Todos, sin embargo, han entrado en el mismo camino v casi con la misma decisión. Aunque las revelaciones de la estadística oficial han levantado un grito de alarma y de reacción con- servadora, no parece que se vuelva atrás en esta refor- ma de la institución matrimonial. En el divorcio hay dos faces distintas. Una, la des- avenencia irremediable entre los esposos : otra, la li- bertad ó la prohibición de contraer nuevo enlace cuando se ha reconocido judicialmente el hecho de la separa- ción. La primera es la parte esencial, y está fuera del alcance del legislador, el cual no puede obligar á amarse á dos seres que se aborrecen, ni restituir al infiel la fidelidad perdida, ni convertir en esposo tierno al hombre brutal dominado per el egoísmo y la cólera en sus relaciones con un ser débil. En consecuencia, los códigos de diversos países, y tanto la religión pro- testante como la católica, han admitido la necesidad de la separación, con el nombre de divorcio la primo- ra, con el de separación de los cuerpos la segunda. En este último caso, el Catolicismo ha prohibido la con- tratación de nuevos vínculos, estableciendo la teoría de que aunque separados los cuerpos, siguen unidas las almas : en otros términos, declarando que el ma- trimonio, aunque disuelto, es indisoluble. De esta contradicción entre los preceptos de las dos religiones ha surgido la primera dificultad para la le- gislación en la materia ; pero el legislador puede de- jar en libertad á los esjx)SOS separados para contraer ó no nuevas nupcias, según su conciencia religiosa, pues la libertad no impone la obligación de contraer- 49. 874 LOS REMEDIOS PUEDEN SER PEOR QUE El. MAL las. La cuestión queda reducida a la conveniencia ó inconveniencia de permitir los nuevos vincules. Si en esta materia se oyese la opinión de los direc- tamente interesados, no habría cuestión : la casi una- nimidad de éstos los contraen cuando les es permitido. Sin embargo, es preciso considerar también las in- fluencias que sobre la sociedad en general pueda te- ner esta solución. ¿Es perjudicial á la sociedad la repetición de las nupcias en los esposos divorciados? A mi entender, la respuesta no es difícil. — Si el matrimonio es una institución útil, no debe restrin- irirsela. — Si es necesaria para la felicidad de la especie humana, la prohibición es imposible. Por so- bre toílas las vallas imaginables el hombre obedecerá de i)referencia la i)rimera de todas las leyes : la de bus- car su felicidad; á la vista del público, si fuese permi- tido; en secreto, si no le estuviese. Esta es la realidad. Si los nuevos enlaces fuesen mal mirados, peor es el ejemplo de los matrimonios desavenidos. Mejor j)rotección recibirán los hijos de una segunda es¡)osa legitima que de relaciones ilícitas ó vergonzosas á que conduce ordinariamente lo prohibición. Si se quiere evitar un mal, el verdadero mal consiste en la corrup- ción de las costumbres, y éstas son las que debieran ser corregidas. La indisolubilidad obliga á los carac- teres leales á vivir unidos con el cónyuge criminal ; los que no profesan respeto por la sanción legal, bus- can la felicidad á su modo. La indisolubilidad no mejora el carácter de los es- posos ; pero el divorcio sí puede lograrlo á las veces. La unión perpetua es una pena para el cónyuge ino- EL PROGRESO MODERNO ES REVOLUCIONARIO 875 cente, y no es un correctivo ni un obstáculo para el esposo criminal. Mantener ligada una víctima al costado de un victi- mario, vale tanto como mantener el cuerpo de un sano atado á un cadáver en descomposición. Corríjanse las costumbres; destruyase el vicio de la embriaguez ; persígase el lujo ; infiindanse ideas de honor y fidelidad en las relaciones sociales ; ejérzase sanción sobre los matrimonios mercenarios; désele tiempo al proletario para gustar del descanso de la sociedad doméstica; investigúese el arte verdadero de enseñar la moral, la moral práctica, la higiene del alma : entonces el matrimonio será indisoluble por su propio encanto; pero mientras subsistan los vicios sociales de una civilización incompleta, es inútil pensar en su- jetar con las leyes lo que está disuelto por las enfer- medades sociales. Á mi ver, la recrudescencia del divorcio en los tiempos actuales se debe en gran parte á la revolución introdu- cida en las condiciones de la vida humana por el va- por, por las grandes emigraciones y por el aflojamien- to general de las ligaduras políticas, religiosas é indus- triales que la evolución del siglo xix ha traído consigo. Fijémonos en un hecho : las facilidades de locomo- ción en los ferrocarriles y los vapores. El hombre, antes encerrado dentro de los estrechos limites de pequeñas aldeas, y siempre vigilado desde el campanario de la parroquia, ve ensancharse á su re- dedor los horizontes de la vida, entra en contacto con otros hombres, otras costumbres, otras sociedades . puede alejarse á otras tierras, contraer nuevas reía- 876 LAS INFLUENCIAS EXTERNAS MODIFICAN AL HOMBRE ciones, variar por completo de género de existencia. Su hogar, antes el todo, ahora es una parte muy pe- queña del mundo. La posil)ilidad de cambiar de esce- na, de sensaciones y esperanzas, lo preocupa. El cam- pesino que ha conocido la vida de la ciudad, su mejor habitación, sus trabajos menos rudos, los más altos salarios, la alimentación más variada, los teatros, las escenas de las calles, — difícilmente podrá volver ala soledad del campo, á la monotonía de su existencia, á sus tristes rencillas y duras faenas. Otro tanto suce- diera á la mujer, emancii)ada en la ciudad déla condi- ción semiesclava de los trabajos campestres, y más fácilmente seducida por los halagos de una cultura superior. De ese cambio de escenas, al cambio de los sentimientos íntimos, sólo hay un paso, que conduce ó la ruptura de vínculos impuestos por la férrea ley de la necesidad inevitable. La revolución súbita producida en las condiciones de la vida por la construcción de esa asombrosa red de ferrocarriles en los Estados Unidos, de 1850 ú 1880, no debe de haber tenido poca parte en la explo- sión del deseo del divorcio ocurrida en los últimos veinte años. Otro tanto ha debido suceder entre los 16.000,000 de inmigrantes llegados á las playas americanas. Siervos de la gleba, ó poco menos, en Inglaterra, Irlanda, Alemania y los países escandinavos : ciuda- danos libres, propietarios territoriales en su nueva patria, al sentirse nacer á nueva vida, era muy fácil ({ue también se sintiesen dispuestos á romper les vín- culos que los ligaban á su existencia anterior. La vida El. ÜIVOHCIO DARÁ SOLIDEZ AL MATRIMONIO 877 con otras razas, otras leyes y otras costumbres ha debido engendrar en la sociedad americana una ebu- llición violenta, cambios de ideas, nuevas relaciones de asociación. Dentro de esa atmósfera social conmo- vida por tantos ciclones y corrientes opuestas, más de un hogar ha debido zozobrar, más de una familia ser regada á los cuatro vientos. La antigua institu- ción del matrimonio indisoluble ha tenido que ser conmovida desde su base. El cambio de impresiones en el mundo exterior ha debido ser acom¡)añado de otros cambios en los sentimientos interiores del hom- bre. Los ferrocarriles, la facilidad de locomoción, el comercio con otros hombres, ti contacto de otras ¡deas, han sido, son y serán agentes de modificacio- nes más profundas qut la revolución francesa de 89 ; delante de la cual otro mundo j>olítico va aparecit*iido también, aúnenlos i)aíses más estacicmarios. Política, legislación, industria, religiones, todo tiene que seguir el movimiento iniciado en las leves de la física social. Me inclino á pensar que el divorcio será un correc- tivo útil para el matrimonio, tanto para dar más seriedad á la elección de los cónyuges, como para regularizar his relaciones de la vida conyugal, y que lo que hoy se teme como una fuente de instabilidad vn la familia, vendrá á ser una condición de pí»rmaní»;;- cia andando los tiempos. Las acciones y reacciones d»* las fuerzas de la naturaleza son las más fecundas. Para suprimir la oscuridad de la noche no hay nece- sidad de pensar en detener la marcha del sol. Tras de las tinieblas viene la luz. CAPITULO XLIII IMPRESIONES FINALES Poder limitado del Gobierao — Aseo universal — Rasgos fisia- nómicos del pueblo, en particular del americano pur nnruf — ¿Á dónde camina esa Nación? — Le sobra amor al dinero — Debiera cultivar más su carácter moral. — ¿Qué evS lo que más ha llamado su atención en nuestro país ? — me preguntaba en Washington un distinguido americano. Sin vacilar le contesté ; — Que las cosas parecen marchar aquí por si solas, sin intervención de la autoridad pública. Acabo de atravesar el territorio de once Estados, en una linea de ( che cientas leguas, sin tropezarme para nada con ningún alcalde, ni ninguna escolta, ni comisario, ni c()l)rador de peajes, y sin oír mía corneta ni un taml)or. Sonrióse mi interrogador con la punta de los la- bios, y volviendo á mirar á otro personaje á su lado, con la mavor naturalidad, sin el menor acento de ironía, continuó : — Si, es cierto. Pero parece que en su país también sucede lo mismo : ¿ no es así ? Miróle fijamente, y encontrándole otra vez seria y grave la fisonomía : DISTINTIVOS AM'^.UIC.VNOS 879 — No exactamente lo mismo, pero... Hubiera querido estar á mil leguas de distancia. En efecto. Todo se mueve automáticamente en ese país, y en ninguna parte ve uno señales de gobierno ó de autoridad. El espionaje y la intervención de la policía en todo, son insojK)rtables, á veces, en Fran- cia. En España la guardia civil, los cobradores de derechos de consumos á la entrada de las ciudades, la infantería, caballería y artillería, le acompañan á uno á donde quiera. En Alemania, lo primero que se encuentra en las estaciones de los caminos de hierro es una figura estereotipada de casco reluciente, gran levitón abrochado con botones amarillos, sable arras- trando sobre una ruedecilla y bigotazos disformes. En los Estados Unidos no se ve el gobierno por parte alguna; p(ro se comprende que existe, porque todo está en orden. El aseo es otro distintivo. Cuellos y puños blan- quísimos, botines perfectamente lustrosos, la ropa bien cepillada, el sombrero enteramente nuevo, la barba acabada de afeitar, el cabello bien peinado, son cosas que observa uno en la gente que encuentra en las calles y plazas. Los coches perfectamente limpios, los anillos v hebillas de los arneses relucientes, los vidrios bien frotados, los caballos gordos, lisos, aca- bados de salir del paso de la bruza y la almohaza. Las paredes de las casas recién blan([ueadas, fresco el color de las puertas y ventanas, barridas dos ó tres veces al día las aceras y las calles. Los muebles, las cortinas y las alfombras de las casas sacudidos ó ace- pillados todos los días ; las camas perfectamente asea- SH() EL ASEO PTiriSOXAL (las, mudadas las sábanas y las fundas de las alino- liadas todos los dias 6 tres veces |X>r semana. Agua fría y calient», en las piezas de los hoteles ; baños en ttjdas las casas y á veces en todas las habitaciones. Pareciera (¡ue acaba de salir de ellos la gente que en- cuentra uno en los comedores. A las vec(\s se tropieza, principalmente en los jmr- 1)!()S pequeños, con sombreros á la Bolívar, casacas d:* punta de diamante, cuellos de cordeix) pascual y boti- nes con suelas de dos pulgadas de espesor, pero siem- ])i*e ace])¡llados y limpios. De las mujeres no se hable: tixlas parecen esposas del Ministro inglés; excepto que la expresión de la fisonomía no es desdeñosa, ni los labios parecen estar pronunciando la palabra sho- cking. Sólo en Holanda se encuentra un gusto igual ó superior [)or el aseo, y eso explica tal vez la predilec- (*ión particular del americano por el pueblo holandés. Ser de e>te origen es casi un titulo de nobleza en Nueva York, pero de todos modos es una recomen- dación. — ¿ ^^ ^P^ parte de los Estados Unidos le parece á usted que soy yo? — me preguntaba en España una señorita americana. — De Boston, por supuesto, le contesté, creyendo dejarla compla<"ida. — Xo, señor ; soy neoyorkina, me replicó; pero, ¿no le parece á usted que mi corte de cara es holandés? En efecto ; tenia la cara redonda, finísimo el cutis, la nariz algo roma, las mejillas prominentes y sompe- sadas y la fisonomía plácida y tranquila como las (jue se encuentran en los cuadros de Rembrandt. I.OS DIVERSOS TIPOS 881 Difícil es dar una idea de la fisonomía dominante en el americano, á causa de la variedad de tipos pro- ducida por la inmigración extranjera. Serio y adusto el inglés, como escoltado por dos buques de guerra ; bravo v de mal humor el irlandés, reconocible en la prolongación de la parte inferior de la cara, desde la base de la nariz hasta la punta de la barba; voluble, atento y desembarazado en los movimientos el fran- cés; de alta estatura, cabello castaño ó rubio, fornido, con anteojos frecuentemente, y algo duro, el alemán; de semblant(^ hostil, bigotes y i)atillas negros, que de lejos parecen dos puñales cruzados debajo de los ojos, el esj)añol ; muy buen mozo y cortés, eso si, visto de cerca. El americano pitr %ancj es reconocible en su es- tatura ligeramente superior á la mediana, el perfecto aseo, el cuerpo delgado, flexible, de movimientos rá- [)idos y el aire absorto en el pensamiento de los nego- cios. Siempre va dt prisa, sin mirar á las tiendas ó a las damas, como el francés; en los ferrocarriles es el primero que salta al andén, aun antes de que pare el movimiento del tren ; en los vapores brinca al muelle cuando todavía faltan dos varas para unirse al costado de la embarcación ; salta de los ómnibus á la calle sin que hayan parado los caballos; es el primero que to- ma asiento en la luneta del teatro, y se pone el sobre- todo cinco minutos antes del desenlace del drama. Llega dos minutos antes que ningún otro al buffet ó mostrador en que se come de viaje en los ferrocarri- les, toma la mejor pieza de gallina, escoge la mejor fruta, y para él nunca se agota el helado ó el postre. Toma el priniíT coche al bnjar del tren y puede esco- 882 EL AMERICANO « PCR SANG » ger la mejor pieza en el hotel. Compra á flote la mer- cancía de ultramar, vende su cosecha antes de hahei-^ la cogido, descuenta en el mismo día del otorgamien- to los [)agarés de sus deudores, y [)repara todos sus negocios con seis meses de anticipación, sin perjuicio de coger al vuelo los que pasen á su alcance. Sus de- vaneos amorosos no duran más de una semana : pro- pone casamiento el lunes y se casa el martes. Nace antes de seis n^eses de concebido, y probablemente nmere la víspera, si con ello logra ahorrar algunos pesos. No porque sea avaro, al contrario; nunca su jnujer tiene limitación alguna en los gastos, ni él re- gatea jamás en sus compras. Ksta píisión de los negocios, esta actividad devoran- te en el trabajo, determina los defectos de sus cuali- dades. Todo lo hace de prisa, á las veces festinado ; en la mesa pasa enteros los bocados, y por eso quizás la dispepsia es la enfermedad nacional ; cultiva poro la sociedad doméstica y no es muy galante con la es- posa, á la que deja en la más completa libertíul; cos- tumbre que podrá tener alguna parte en la frecuencia de los divorcios. No puede soportar la idea de (jue otro vaya delante de él ; en los vapores de los ríos en- tra en lucha desenfrenada con los que le preceden por ganar la delantera, sin temor alguno de explosión de las calderas ; otro tanto hace en el mar, hasta el pun- to de que, en su rivalidad con la línea inglesa de Ca- nard, la de Coilins, americana, perdió sucesivamente en apuestas de velocidad todos sus vapores. Tratábase recientemente de ocupar con homesteads el territorio de Oklahoma, comprado á los indios; al sonarla hora « GO AIIEAD. MAKE MOXEY » 883 de la ocupación ya había en las entradas cinco ó seis mil personas listas á penetrar y fundar establecimien- tos. Veinticuatro horas después ya estaba fundado un pueblo con casas de madera, trazadas las calles y pla- zas, levantado el plano del futuro acueducto, abierto el Banco, publicado el primer número de un diario, organizada la corporación municipal, abiertos los al- macenes de mercancías y flameando la bandera estre- llada sobre la fachada de un hotel orcanizado en sus múltiples pormenores. El deseo de andar aprisa (go ahead) y el de hacer dinero (make nioney) son las dos divisas del america- no, y ese espíritu ha contribuido poderosamente á la realización de sus asombrosos progresos. Empero, la unión de esas dos fuerzas es á propósito para desca- rriar á un pueblo ; para convertirlo de un ser racional y .sensible, en un autómata del trabajo; de un traba- jador honrado en un escamoteador de la fortuna ajena. Toda cualidad humana tiene sus limites, y el equili- brio entre ellas es una ley de perfección. El trabajo y el dinero no son un fin, sino un medio de conquistar la felicidad : convertirlos en objetos finales seria tras- tornar las leyes morales que i)residen al destino y á la misión de la especie humana. No sólo de pan vive el hombre. Hay objetos trascendentales y eternos cuya contemplación levanta los caracteres y retempla el poder de las almas : hay sentimientos delicados que nacen del amor á lo pequeño y lo humilde en los cua- les el corazón encuentra las fuentes de los goces más íntimos; la inteligencia, en fin, necesita remontarse á los mundos misteriosos de lo desconocido para traer 8H4 í, Q^'É LES FALTA? de allá alí^o distinto de las preocupaciones vulíjares de l:i vida ordinaria. Lonirfellow debería tener otros con- tinuadores; Emerson más discípulos; Channing y Par- ker otros renuevos ; Prescott y Motley más sucesores; la señora Beecher Stowe algunas continuadoras en la tarea de aplicar la inteligencia femenina — no conta- minada con las codicias ni con los odios, sino encen- dida por el fuego de la caridad — á la solución de los grandes problemas sociales. Tiempo t»s ya de levantar la mirada á otras re- íriones. Sí ; tiempo es ya para la mente americana de dete- nerse á investigar el término adonde conduce su ca- rrera actual. ¿ Pretende aislarse del resto de la hu- manidad, como China, para gozar sola de su pros|)e- ridad, sin hacer participe de ella al resto de la especie humana? ¿Irá más bien á extenderse, como el mundo romano, á los últimos límites del Continente, por me- dio de la conífuista y del aniquilamiento de las razas inferiores? Ó ¿dominará al fin — al favor de la bené- fica influencia de su primera inspiración, representada en sus libres instituciones — la idea de constituir un mundo nuevo en que reinen la justicia y la paz, la chi- ndad y el amor entre todos los hombres, sin acepción de razas, pueblos y religiones? De todas esas tres corrientes hay allí señales vi- sibles. La repugnancia á admitir tanto las manufacturas dt» otros países como la inmigración extranjera, dan muestra de la primera. ¿AL IMPERIO ROMANO? 885 Las adquisiciones sucesivas de territorio, la anexión de Tejas y la conquista de California dejan poca duda respecto de la segunda. De la tercera hay también señales, pero cada din más débilts. El actual Congreso Piui-auíericano de Washington, lejos de confirmarla, parece anunciar tendencias egoístas, visibles también en la pretensión á dominar el servicio de los canales interoceánicos en la América Central y Colombia. La primera de estas tendencias es im¡)os¡ble en el estado actual del mundo. La Cliina misma se ha visto obligada á abrir sus puertas al comercio univer«a^ Pueden las masas americanas tener caprichos momen- táneos; pero sería el fenómeno más inexplicable, el de que el pueblo más cosmopolita, la agregación más rara de hombres de diversos países, climas y razas, viniese á dar ejemplo de repulsión á sus antes hermanos y conciudadanos. Esas ideas son suicidas, y pasarán. La segunda sí es francamente temible. Con un pre- sidente de menos energía que Mr. Lincoln al frente del gobierno, la guerra civil de la secesión hubiera podido dejar semillas de i)reponderancia militar, el elemento más temible en las democracrias. El general Grant, aunque de carácter modesto y pacífico, poco á propósito para iniciar emi)resas de ambición i)ers()nal, quiso abrir la puerta á las conquistas con la adquisi- ción de la bahía de Samaná, v tal vez de toda la isla de Santo Domingo. Tampoco mostró repugnancia á la idea de un tercer período presidencial. Con un Jack- son en lugar de un Grant, las llamas de la guerra estarían quizás ardiendo en ambas Américas. 88G LA GUGRRA DE SECESIÓN LEVANTÓ CARACTERES Afortunadamente, también esa guerra civil, soste- nida j)or las j)oblaciones del Norte en nombre de una idea desinteresada de caridad y fílantropia, des[)ert(') nobles pensamientos y llevó las almas á la contempla- ción de altos ideales. El grito de guerra no fué ya de furor, venganza, exterminio; era un grito de enterne- cimiento que no he leído en la historia de ninguna otra guerra, salvo ({uizás la de la independencia de Grecia, ahora sesenta años, en la que también se oye- ron mezcladas á las voces de muerte invocaciones á los amores del hogar. El grito de guerra del Norte ¡)arece í[ue empt^zaba así : Jusl before battlc, mother, We are thinking of thee. FareweII, father, molhcr, sister : \Vc are thinking of vou. (Al entrar en batalla, oh madre. -=- Estamos pensando en ti. — Adiós, padre, madre, hermana. — Estamos pensando en vosotros). j Cómo habían de sentir miedo á la muerte ni ali- mtíutar ideas perniciosas los guerreros que se creiiui sostenidos jKjr la santa oración de las madres, la au- gusta bendición de los padres y el entrañable cariño de las hermanas y esposas 1 También nuestros soldados de la independencia en- tral)an al bautismo del fuego a la voz de ¡VIVA LA AMÉRICA LIBRE ! la América entera, desde la bahia de Baffin hasta Magallanes. Como en todos los grandes moviuiientos de opinión que á las veces sacuden el alma humana á EL AMOR AL DINERO LOS REBAJA 887 la contemplación de graneles objetos, los corazones se ensanchaban a la vasta extensión de dos continentes y al amor de pueblos hermanos, distantes y casi des- conocidos. Si ; el amor al dinero necesita circunscri!)irse á más estrechos límites en los Estados Unidos. La predica- ción moral dv. sus filósofos debiera tomar más á pechos la idea de que la felicidad no consiste tanto en la sa- tisfacción de los apetitos materiales, cuanto en la paz del alma, la moderación en los deseos v en el dulce calor, en el bienestar reflejado que nos viene al con- tacto de las almas amigas. Las religiones debieran levantarse con más fuerza dtl estrecho espíritu de secta, desprendiéndose de todo pensamiento de domi- nación temporal, á cultivar el sentimiento misterioso de solidaridad del hombre con la especie humana y con lo infinito del Universo, fuente inairotable de hu- mildad y de adoración al Espíritu supremo que man- tiene el orden eterno de los mundos. El carácter americano necesita equilibrio entre las ideas individualista y nacional, fuertemente desarro- lladas, y la idea de colectiviclael de la especie, c{ue á las veces aparece obscurecida entre las nieblas. El egoísino es pequeño : sólo es grande y durable lo que abarca la humanidad entera. De las riquezas mate?- riales sólo suele quedar el testimonio de las ruinas; de la grandeza moral de un pueblo sobrevive una ful- guración luminosa al través de los siglos, (¡ue sirve de fanal á generaciones sin cuento. « La ¡)rosperidad material continuada es con frecuencia funesta para un hombre; para una nación lo es siem])re », dijo en 883 LA GRANDEZA MORAL PREFERIBLE Á LA MATERIAL una ocasión solemne uno de sus grandes oradores sa- grados (1). El pueblo americano tiene que fundar sus títulos al respeto de la histíjria, no sólo en la acumu- lación de los millones, sino en la acumulación de los actos de desprendimiento, abnegación y justicia en favor de la humanidad. (1) Teodoro Parker. FIN índice CAPITULO PRIMERO CAMINO DE DOGOT.Í Á HONDA Descripción general de la vía. — Diversas ideas acerca de la comunicación entre BogoUly el río Magdalena. — Vía de Guarumo & Guaduas, del señor Juan Bernardo Elbers. — Línea de Poncet, acometida por el general Mosquera. — Vía de Cambao. — Ferrocarril del Norte hacia la boca del rio Carare. — Vía de Girardot 1 CAPITULO II VÍAS AL MAGDALENA Comparación entre estas diversas vías. — Trabajos ejecuta- dos en ellas. — Prolongación de la de Girardot hasta la sabana de Bogotá 11 CAPITULO III VÍAS AL MAGDALENA (CONTINUACIÓN) Estado del camino de la Sabana antes de la construcción del carretero. — Camino de terciopelo. — Su influencia en la agricultura y el comercio de la sabana de Bogotá. — Prolongación hacia el descenso de la cordillera. — Dete- nida por la irrupción de las ideas relativas á la cons- trucción de ferrocarriles 19 CAPITULO IV DE AOUALARGA A HONDA El camino de montaña actual desde Agualarga hasta Hon- da. — Los cafetales de Chimbe. — La trocha de Guaya- 50 890 ÍNDICE cundo. — V'illeta. — Kl alto del Obispo. — La cuesta de Petaquero. — I^s Tibayes. — Guaduas. — Tusculum, — El Consuelo. — La llegada al río Magdalena 28 CAPÍTULO V REFLEXIONES GENERALES Kstaao general de la población á lo largo de la vfa. — Atraso de esta. — Cultivos t[ue pudieran acometerse. — El pláta- no.— El maíz. — El cnsilaje de maíz. — El árbol de pan. — La palma de dátil. — La palma real. — El cacao. — Ijsl viña. — Malos sistemas agrícolas de la actualidad. — Los arrendamientos á largo término. — El matayafjc. — Obser- vaciones generales 43 CAPÍTULO VI RL MAOIULENA Sus divisiones naturales. — Alto Magdalena. — Magdalena central. — Bajo Magdalena. — El Delta. — Población de todo el valle. — Híos tributarios 55 CAPITULO VII EL VALLE DEL ALTO MAGDALENA Recursos naturales. — Productos de la paja nacuma. — El (^acao. — El tabaco. — Concentración de la propiedad del suelo. — El vicio de la embriaguez. — Las minas de oro y plata. — La mesa central de Cundinamarca 69 CAPITULO VIII EL MAGDALENA CENTR.VL I^oblación general. — Ciudades principales. — Riqueza gene- ral. — Defíciencias de la población. — El valle del Mag- dalena central. — Obstáculos á la colonización de éste. . SO CAPITULO IX EL DAJO MAGDALENA Di scripción general. — I^ ciudad de Mompós. — Magangué. Hidrografía de esta región. — Las llanuras de Corozal. Producciones de ellas.— La banda oriental del bajo Mag- dalena.— Opinión de Reclus acerca de esta región. — La Sierra Nevada 89 índice 891 CAPITULO X LAS CIUDADES DEL DELTA • Sanlamarta. — Ventajas y desventajas de ó«>ta. — Sus habitantes. — Proyecto de ferrocarril al Banco. — Car- tagena.— Origen de su prosperidad. — El Dique. — Avance del mar sobre la tierra. — Harranquilla y Sabanilla. — El Ferrocarril. — Su porvenir. — Las líneas de va- pores trasatlánticos 99 CAPITULO XI VALOR TRASCENDENTAL DEL RÍO MAGDALENA Resumen. — Comparación entre el valle del Magdalena y el resto de la República. — Comercio por el río Magdalena. — Los vapores de este río.— Valor de'éste para la industria del país. — Necesidad de mojorarel canal navegable. — Cambios en el lecho de éste. — Sus inconvenientes. — Gran inundación en 1880 121 CAPÍTULO XII LOS CAMINOS AL XLVGDALENA Distribución de la población entre las diversas alturas de la cordillera. — Caminos que los diversos grupos de pobla- ción necesitan. — Timanáy La Plata. — Chaparral y Or- tega. — Ibagué y su comarca. — Valles del río Fusaga- sugá. — Bogotá y las mesas de Cundinamarca. — Medellín y su comarca. — Chiquinquirá y Tunja. — Veloz, Moni- quirá y Suaita. — Socorro, San Gil, Barichara y Zapa- toca. — El Circuito de Girón. — Ocaña. — Cúcutay sus valles 139 CAPÍTULO XIII LA INMIGRACIÓN AL VALLE DEL MAGDALENA Necesidad de brazos extranjeros. — Condiciones que esta inmigración requiere. — La raza blanca no es á propósito para colonizar las tierras tropicales. — La africana es la adecuada para iniciar esa empresa. — Á ella se debe la colonización de la América tropical. — Necesidad del cru- zamiento entre las razas blanca y negra en América. . IGl 892 ÍNDICE CAPÍTULO XIV COLONIZACIÓN COLOMBIANA DEL VALLE DEL MAGDALENA La colonizaciüil colombiana del valle del Magdalena. — Poblaciones de las cordilleras que podrían ocupar las oríllas del río. — Elantioqueño y el socorrano. — Debe- rían ser precedidas de la ocupación por las razas vacuna y de cerda. — Ejemplo de la colonización del valle del Mississippi. — Para ello no hay base en los rebaños de los Estados de Bolívar y Magdalena 175 CAPÍTULO XV LA NAVEGACIÓN POR VAPOR \'ehículos del tiempo de la Colonia. — Vida salvaje en el Magdalena. — La poesía de Madiedo. — La independencia de Colombia. — Días solemnes. — Inmigración extranjera notable. — El señor Elbers. — Sus primeros vapores. — Re- vocación del privilegio concedido á éste. — El señor Fran- cisco Monloya y el vapor La Unión. — Las compañías de Santamaría y de Cartagena. — Nuevos vapores. — La abolición del estanco del tabaco asegura la navegación por vapor. — Reseña acerca de esta medida 182 CAPITULO XVI VIAJE POR EL MAGDALENA. — HONDA La vista del río. — Mejoras en el tránsito introducidas por el ferrocarril de La Dorada. — Honda antes del terremoto de 1805. — El ferrocarril de La Dorada. — Sus proycclistas. — Aspecto de la población. — El clima del río. — La bajada. — Puerto Niño. — Buenavista. — Nare. — Puerto Berrío 209 CAPITULO XVII DE PUERTO BERRÍO A LA BOCA DE LEBRIJA El poblado de Puerto Berrío. — El ferrocarril de Antio- quia. — Trazado de éste. — Ríos tributarios al Magda- lena Central. — El San Bartolomé, El Carare. — El Opón, El Sogamoso, El Colorada. — El pueblo de Ca- rare y su comarca. — Los indios aruacos. — Entrada de Gonzalo Jiménez de Quesada por el Opón. — La índice 893 Págs. Tora, hoy Barrancabermcja. — Barbacoas. — Victoria fluvial en la guerra de Independencia. — El general Cór- doba. — Puei^ Wilchcs. — Paturia. — El Puerto de Botijas 227 CAPITULO xvni DE LA DOGA DE LBRRIJA AL BANCO Escalas entre Puerto Berrío y Bodega Central. — Cami- nos del Magdalena á Bucaramanga. — La isla de Mo- rales. — Puerto Nacional. — La Gloria. — Caminos del Magdalena á Ocaña. — El Carmen (de Ocaña). — Ha- bitaciones humanas en las orillas del Magdalena Cen- tral.— Los leñateos. — Las aldeas. — Industrias que pu- dieran tener importancia en esos lugares. — Cómo for- maba el Gobierno colonial las poblaciones en el Mag- dalena. — Tamalameque, antes Sompallón, punto de escala en la expedición de Gonzalo Jiménez de Que- sada. — Población de las orillas del Bajo Río al tiempo de la conquista. — Sufrimientos de los conquistadores en el trayecto de la Ciénaga de Santamaría á Tamala- meque 2-14 CAPITULO XIX DEL DAN 00 A DARRANQUILLA El Banco. — Los jefes liberales muertos en la Humareda. — I^ Humareda. — Principia el Bajo Magdalena. — El brazo de Loba. — Magangué. — Tacaloa. — La ba- talla do Tenerife. — Hcrmógenes Maza. — Calamar. — Las tardes en el Magdalena. — The Muddy Magdalena. — Las cercanías de Barranquilla. — Recapitulación de las distancias ■ . 260 CAPÍTULO XX DE DARRANQUILLA k COLÓN Las afueras de Barranquilla. — El ferrocarril de Bolívar. — Salgar. — El mar. — La salida del sol. — Cartagena otra vez. — Las costas del Darién y sus indígenas . . 282 50. 894 índice CAPITULO XXI COLÓN Y PANAM.4 Páirt Culón. — Noticias históricas. — Aspecto de las calles. — La comarca A lo largo del ferrocarril. — La población de la misma zona. — Los africanos de Liberia. — Los cultivos. — Panamá. — Causas de su decadencia hasta 1848. — Los bucaneros. — La navegación por el estre- cho do Magallanes. — Las minas de California. — Es- tado moral y político de Panamá al tiempo del descu- brimiento de ellas. — El veneno de las sorpienies. — Desafío indígena. — Panamá en 1887. — ¿ Qué se ha hecho el dinero regado en los trabajos del Canal? — Los grupos étnicos de la población panameña. — Nece- sidad de grandes libertades municipales 2'J3 CAPÍTULO XXII EL FERROCARRIl V EL CANAL INTE ROC BÁN I CO Insuficiencia del ferrocarril para el tránsito interoceánico. — Costo de construcción del ferrocarril. — Sus pro- ductos. -* Progreso realizado con el camino de hierro. — Crisis de esta empresa en 1870. — Porvenir del fe- rrocarril y del canal. — Los trabajos del canal. — Se requieren tres canales paralelos. — Instrumentaje em- pleado en la excavación. — Diíiculta,des priui'ipales : el río Chagres y el clima. — La desmoralización de los empleados. — El cambio de ingenieros-directores origi- nado por la muerte de éstos. — Ias habitaciones de los jornaleros y délos empleados en la línea